Costa Rica/27 marzo 2017/Fuente: La Nación
A algunos les sonará como una propuesta inútil, pero a otros, como algo peligrosa. Esa es la idea. El cine debería ser materia obligatoria en escuelas y colegios de Costa Rica.
No es una idea particularmente innovadora ni radical; no es inalcanzable ni un desperdicio de tiempo. Se practica en distintas escalas alrededor del mundo y es muy común en universidades –aunque su rol suele ser más bien decorativo, poco aprovechado–.
En la era de la imagen, cuando lo audiovisual prima sobre los demás lenguajes y construye minuto a minuto el mundo que habitamos, es incomprensible que no demos herramientas a escolares y colegiales para confrontarlo. Solo se entiende, de hecho, si lo que deseamos es educar a ciudadanos ajenos a la complejidad y profundidad de la imagen, desempoderados y neutralizados.
El cine, nacido a fines del siglo XIX, transformó el mundo en pocos años. A la teoría del arte y la filosofía les tomó poco tiempo, relativamente, comprender la profundidad del cambio cultural (hasta filosófico) que implicaba esta nueva forma de comunicación, cuya función principal ha sido de arte y entretenimiento.
Comprender cómo surgió, cómo se difundió y cómo se entendió el cine es informarse de cómo nuestra cultura llegó a ser lo que es.
Analizar el mundo a través de las historias contadas en cine o televisión es aprendizaje activo; puede ser usado en todas las materias y estimula conexiones entre ellas
El cine (y lo audiovisual, en general) debería estudiarse en escuelas y colegios en dos maneras: por su tecnología y su práctica, y por el contenido de las narraciones que se han creado en cine y televisión. Cada estudiante debería tener capacidad para manipular una cámara, editar un video y entender cómo se producen las imágenes que ve a diario y en todas partes.
Por otro lado, somos animales que cuentan historias. Analizar el mundo a través de las historias contadas en cine o televisión es aprendizaje activo; puede ser usado en todas las materias y estimula conexiones entre ellas; propicia la discusión y el pensamiento crítico; es impensable sin trabajo en equipo.
El cine es peculiar: si uno aprende un poquito, termina queriendo más y más. En el salón de clases, tal hambre se puede canalizar hacia otras materias.
A través de la historia del cine se puede estudiar la historia entera de un país o del mundo. Se pueden comprender y debatir el racismo, la homofobia, la xenofobia y el machismo. Permite reflexionar sobre situaciones históricas específicas (el Holocausto o la lucha por el voto femenino) y repensarlas. Motiva a averiguar más y por cuenta propia; estimula e informa a la vez.
Fuente: http://www.nacion.com/ocio/tv-radio/Zapping-materia-obligatoria-escuelas-colegios_0_1623837605.html