Lo que el arte enseña sobre la desigualdad de género

Reseñas/Autora: Laura Luque Rodrigo/elpais.com

Las mujeres han aparecido en los cuadros a lo largo de la historia enmarcadas en determinados tipos: el ángel del hogar, la ‘fem fatal’ o las mujeres ociosas de las clases altas

Las representaciones de las mujeres en la pintura, desde la Antigüedad, han tenido que ver con su papel en la sociedad. A lo largo de la historia, las mujeres han aparecido en los cuadros enmarcadas en determinados tipos: el ángel del hogar (buena madre y esposa), la fem fatal (mujer seductora y malvada), las mujeres ociosas (de clase alta), la mujer moderna (en los albores del siglo XX, conduciendo o fumando como algo anecdótico), etc.

Esas imágenes de las mujeres se han perpetuado hasta llegar a nuestros días. Ahora, vemos esos prototipos en la publicidad, las series, el cine o los videoclips. No lo sabemos, pero no inventamos nada nuevo en ellos, sino que arrastramos el peso de una historia visual y literaria milenaria.

La historia del arte estudia esta transmisión de las imágenes a través del “método iconográfico”, que varios expertos desarrollaron desde finales del siglo XIX.

Este método analiza las obras de arte desde los símbolos que aparecen en las obras, qué significados se les otorga en cada época y lugar, y cómo evolucionan. Aplicar el método nos permite entender cómo se han ido construyendo los estereotipos en torno al género. Una de las muchas cuestiones que pueden estudiarse son las imágenes relacionadas con la sensualidad y el erotismo.

'Diana y Acteón', Tiziano entre 1556 y 1559.
‘Diana y Acteón’, Tiziano entre 1556 y 1559. WIKIMEDIA COMMONS

Es difícil saber desde qué momento el ser humano comenzó a representar la sensualidad en el arte. Lo cierto es que encontramos escenas de sexo explícito en todas las culturas desde la Antigüedad.

El baño, provocación o intimidad violentada

Un caso interesante es el de la mujer que está tomando un baño y es violentada. Lo encontramos en un mito de la antigüedad como es el de Artemisa (la diosa Diana en la mitología romana) y Acteón, muy representado durante la Edad Moderna por pintores como Tiziano, Clerck y Alsloot o Heintz, entre otros.

El mito, narrado por Ovidio, cuenta que Artemisa, mientras tomaba un baño en el río, sorprendió al cazador Acteón observándola. Como castigo, la diosa lo convirtió en un venado para que fuera apresado por sus propios perros. Sin embargo, el momento que eligen los pintores no es ese, sino el instante en el que el hombre observa a la diosa. Esta escena se repite en la obra literaria Los siete infantes de Lara, aunque sin apenas representaciones plásticas.

'Susana y los viejos', de Tintoretto.
‘Susana y los viejos’, de Tintoretto. WIKIMEDIA COMMONS

Encontramos un episodio de la Biblia muy similar: Susana y los viejos, historia muy representada en la pintura. Susana, una mujer casada, es observada por dos viejos jueces mientras toma un baño. Al rechazar sus proposiciones, es acusada de adulterio falsamente.

Gracias a la intercesión de Dios, los viejos terminan siendo castigados. Con todo, de nuevo el instante que plasma tradicionalmente la pintura es cuando ella es observada, no la del castigo ejemplarizante. La imagen de Susana aparece como prototipo de lo erótico y no como la encarnación de una violación.

Solo en la obra de Artemisia Gentileschi, una pintora barroca italiana, la situación parece más violenta que sensual. La restauradora y artista estadounidense contemporánea Kathleen Gilje, aprovechó esta visión de Gentileschi para realizar una de sus “lecturas alternativas”: su copia del cuadro incluía una primera versión, recuperada con una radiografía, en la que Susana aparece sujetando un cuchillo para defenderse y con el rostro contorsionado por el horror. Con su propuesta, Gilje simulaba una primera versión de Gentileschi que en realidad nunca existió. Además, en la radiografía el personaje violado no es Susana, sino la propia Gentileschi, violada en la vida real por Agostino Tassi.

'Ablutions', performance en el Guy Dill’s studio, con Judy Chicago, Suzanne Lacy, Sandra Orgel, y Aviva Rahmani (Patrocinado por Feminist Art Program at CalArts), 1972.
‘Ablutions’, performance en el Guy Dill’s studio, con Judy Chicago, Suzanne Lacy, Sandra Orgel, y Aviva Rahmani (Patrocinado por Feminist Art Program at CalArts), 1972.

En la misma línea, varias artistas encabezadas por Judy Chicago realizaron en 1972 la performance Ablutions, para resarcir a todas esas mujeres representadas como sensuales cuando sufrían un acto violento.

Fotograma de la serie 'Juego de Tronos'. Daenerys entrando al baño. Capítulo 1x01.
Fotograma de la serie ‘Juego de Tronos’. Daenerys entrando al baño. Capítulo 1×01.

Sin embargo, esta imagen se sigue repitiendo. Por ejemplo, en la primera escena en que aparece Daenerys, protagonista de la serie Juego de Tronos, en la que ella se dispone a tomar un baño bajo la mirada incestuosa de su hermano.

La mujer, la manzana y el mal

Otros casos los encontramos a través de la cuentística tradicional. Por ejemplo, la historia mitológica de Eros y Psique que cuenta Apuleyo, inspiró el conocido cuento de La Bella y la Bestia, cuya influencia llega a Pedro Almodóvar, que relacionó Átame con la versión del cuento de Disney.

También pervive a través de la historia la manzana como símbolo del mal asociado a la mujer. Una manzana está en el origen de la Guerra de Troya, desencadenada por una disputa entre Afrodita, Atenea y Hera. Paris elige a Afrodita como la más bella y la diosa le da a cambio el amor de Helena, lo que provoca la batalla.

La manzana vuelve a estar presente en la Biblia. El demonio consigue que Eva y Adán coman del fruto prohibido, una manzana. También aparece en el cuento de Blancanieves. Cómo no, de nuevo una disputa entre dos mujeres por ser la más bella.

Retos en nuestra sociedad

Todas estas representaciones de lo sensual están retratadas desde el punto de vista masculino. Llama la atención cómo en muchos episodios lo erótico se muestra a través de mujeres que son atacadas. Pero ¿y ahora? ¿Sigue siendo la sexualidad femenina un tabú en las artes? ¿Sigue predominando la violencia?

Algunos estudios recientes indican cómo la pornografía que consumen nuestros jóvenes está plagada de actos violentos sobre las mujeres, violaciones, incluso en grupo. Esto podría ser una de las causas de que este tipo de acciones se den cada vez con más frecuencia en la realidad. Por este motivo debemos educar en valores como la igualdad de género también a través del arte.

Es un reto que una sociedad que se comunica a través de imágenes, como son los emoticonos, adquiera más cultura visual. Esto podría conseguirse a través de una mayor formación en historia del arte, trabajando en el análisis visual de imágenes que nos rodean y son consumidas por la juventud, al igual que lo hacemos con los textos. De esta manera, seríamos más reflexivos y críticos con respecto a lo visual y más conscientes de qué percibimos a través de la vista.

Como dijo en los años setenta el escritor y crítico de arte John Berger:

“Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se miran a sí mismas a través de cómo son miradas. Esto determina no solo la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres, sino también la relación de las mujeres consigo mismas”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/04/mujeres/1593848715_483357.html

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De lo que hablan las mujeres africanas cuando se les da voz y una cámara

Reseñas/19 Marzo 2020/elpais.com

La exposición fotográfica ‘Parlamento de mujeres de África’, de la AECID y la Federación Africana sobre el Arte Fotográfico (FAAP) llega a Saint Louis para suscitar el debate en torno a la igualdad

Nunca se me habría ocurrido cómo plasmar la violencia contra las mujeres en una imagen”, confiesa Mbaye Diouf, estudiante de último curso de la carrera de Artes y Culturas en Saint Louis (Senegal) mientras visita la muestra de fotografía Parlamento de mujeres de África, un trabajo colectivo expuesto desde el pasado 15 de febrero en la Galería Siki Rio de la ciudad.

Bajo el lema Igualdad, equidad y derechos de las mujeres, esta muestra, promovida por la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID) y la Federación Africana sobre el Arte Fotográfico (FAAP), es el resultado de un taller impartido por los fotógrafos españoles David Palacín y Marta Moreiras en Dakar en junio de 2019. Participaron ocho fotógrafas y cinco fotógrafos procedentes de Senegal, Benín, Malí, Costa de Marfil y Congo-Brazaville.

 

“Lo que más me llama la atención es que, en realidad, para ver las desigualdades solo había que mirar alrededor”, reflexiona Diouf, de 25 años, y amateur en este arte. Ante sus ojos se exhibe un abanico de obras que, a través de diferentes técnicas artísticas, ofrecen miradas diversas, inspiradas en la realidad femenina que las rodea: la identidad, la discriminación, las violencias, las cargas de trabajo, el papel de los hombres, etcétera. “En África, en Europa y en todo el mundo, los derechos de las mujeres son violados cotidianamente. Como artistas, debemos pronunciarnos”, expone Mamadou Gomis, presidente de la FAAP.

Koukambakana Matthieu Urielle, originaria de Congo-Brazaville y asentada en Senegal desde hace cinco años, ha elegido hablar del sexismo. Con su trabajo quiere reflejar la vida cotidiana de muchas mujeres que se ven juzgadas por su forma de vestir, según comenta la artista. Para ello, utiliza el color rojo saturado y una minifalda como metáfora “accesible a todo el mundo”. “La vestimenta no hace a la persona en ningún caso”, opina, “pero el juicio que se hace a lo que llevan las mujeres es injusto y sesgado, y se hace tanto desde la familia, como en la calle o el sistema en general”.

Urielle vincula su obra a la campaña en redes sociales #balancetonporc (“denuncia a tu cerdo” en francés), que permite a las víctimas de acoso, agresión sexual o violación compartir de manera anónima su testimonio con el objetivo de sensibilizar y debatir sobre las situaciones que viven las mujeres.

EN ÁFRICA, EUROPA Y EN TODO EL MUNDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES SON VIOLADOS COTIDIANAMENTE. COMO ARTISTAS DEBEMOS PRONUNCIARNOS

MAMADOU GOMIS, PRESIDENTE DE LA FAAP

En la misma línea pero más centrado en el ámbito laboral es el trabajo de la senegalesa Nana Marie Helene Faye (conocida como Nan’art). A través del concepto de un pequeño zapato rojo, denuncia las dificultades de las mujeres para desenvolverse profesionalmente.

Foto del grupo participante en el taller procedentes de Senegal, Benín, Malí, Costa de Marfil y Congo-Brazaville.
Foto del grupo participante en el taller procedentes de Senegal, Benín, Malí, Costa de Marfil y Congo-Brazaville. MARTA MOREIRAS

A la fotógrafa gallega afincada en Dakar, Marta Moreiras, que ha seguido el desarrollo de cada proyecto durante el taller, le parece muy interesante la heterogeneidad de los participantes. “Hay miradas más artísticas que se concentran más sobre lo poético o estético y otras que proceden del mundo periodístico y que han hecho creaciones más documentales”, reflexiona. Es el caso de Hostilia Basséne, de 25 años, que se centró en la intimidad de una joven empresaria. Con una serie de fotos de su vida cotidiana, nos traslada a los malabarismos de esta mujer para responder a su papel de madre, esposa, trabajadora y creadora. Los roles tradicionales que ejercen las féminas.

Implicar a los hombres

“¿Y si los invirtiésemos?”, se pregunta Ismaïla Diouf. “Consideré que era importante implicar a los hombre en el discurso», afirma este fotógrafo senegalés. «Nosotros también tenemos que posicionarnos en la defensa de los derechos de las mujeres, complementar el alegato de la mujer, porque en una sociedad igualitaria todo el mundo ganaría”.

Su trabajo es uno de los más comentados. Sobre un sobrio fondo negro, se ven bien iluminados los retratos de hombres mayores vestidos con trajes tradicionales, símbolo de solemnidad y del estatus social de la persona, ejecutando tareas consideradas como femeninas: uno lavando ropa, otro pilando cebolla, otro barriendo con una escoba.

“Desde pequeño he participado en las tareas de mi casa, y sé que hay otros muchos hombres que lo hacen, aunque no lo quieran asumir en público. La sociedad no está lista para aceptar que un jefe de familia lleve a su hijo a la espalda, como hacen tradicionalmente las mujeres”, tercia.

Dice incluso que hay hombres que se han sentido ofendidos al ver su obra. “Hay una hipocresía imperante en esta sociedad, porque si ayudas a tu mujer, te ayudas a ti mismo. Incluso en la religión, que es donde a veces se escuda la gente para no reflexionar sobre estas cuestiones, se insta a compartir las labores del hogar y a apoyar a tu mujer en su trabajo en general”, declara.

Ly Lagazelle, fotógrafa marfileña residente en Marruecos, realiza un ejercicio práctico de iluminación y retrato a David Palacín, uno de los formadores del taller.
Ly Lagazelle, fotógrafa marfileña residente en Marruecos, realiza un ejercicio práctico de iluminación y retrato a David Palacín, uno de los formadores del taller. MARTA MOREIRAS

El lugar de las mujeres en la religión

Diouf explica que el tratamiento de los temas durante el taller no estuvo exento de debates, “de debates constructivos”, matiza. “La igualdad es un tema que escuece, que levanta ampollas”, afirma, comentando que una de las fotografías de Mystic Bram’s (Ibrahima Dia) fue retirada del Museo de la Mujer en Dakar, donde Parlamento de mujeres de África se expuso durante tres meses. La polémica imagen mostraba una mujer vestida de cardenal de la Iglesia católica y fue tachada de susceptible de herir sensibilidades. El resto de la serie, titulada Ñun itam! (Nosotras también)! cuestiona también el lugar de las mujeres en la religión, esta vez en la musulmana, mostrando una mujer dirigiendo la oración, algo reservado a los hombres.

Modou Diop, visitante de la muestra en el Siki Rio, comparte la opinión de la galerista de Dakar. “No me gusta que se plantee el debate sobre el papel de la mujer en la religión, me parece inapropiado: no entiendo qué se quiere transmitir”, dice. A su amigo Medoune sin embargo, la creación de Ibrahima Dia sí le transmitió un mensaje: “Creo que es algo tan improbable que una mujer dirija la oración a día de hoy en este país, que lo que traslada la fotografía es que ellas pueden hacer hasta lo más difícil, lo que se cree imposible. Y yo estoy de acuerdo”.

Las miradas de los asistentes circulan por la sala admirando la selección, que se expone por tercera vez en Senegal y que se verá en España el próximo mes de octubre, en el marco del Festival Internacional de Cine Invisible de Bilbao.

Entre las obras, hay una que quizá sorprenda más, remueva más, obligue a detenerse más tiempo: desenfocada, se percibe una niña en diferentes posiciones. Acaso la imagen no sea nítida, pero el sentimiento que transmite y la comprensión de la situación que representa sin duda lo es. “La vergüenza, el tormento y la desesperación”, dice contundente Oumou Balde en su lengua materna, el wolof. Habla de un episodio demasiado común y demasiado silenciado, en su opinión, en la sociedad senegalesa: la violación.

“Quise tratar ese tema porque en mi barrio de Guediawaye, en Dakar, pasa a menudo y no se habla. Me he inspirado de un caso real de una vecina: un tío la violaba y sus otros tíos y su tía lo sabían y no decían nada. Muchas veces la familia sofoca la situación para que no se hable, lo que supone una nueva forma de violencia hacia la joven”, denuncia apuntando también la falta de seguimiento psicológico de estas jóvenes víctimas de violación como una de las causas de que posteriormente sientan miedo y aversión hacia los hombres.

Aunque el trabajo de Balde ha creado también revuelo, ella lo defiende con orgullo, con la intención de que el tema deje de ser un tabú y se debata en la sociedad, y se muestra dispuesta a seguir trabajando en la defensa de los derechos de las mujeres.

Lo sagrado, mítico y bello

“Mientras para ellas lo importante era trasladar la frustración, la discriminación que sufren en los diferentes ámbitos de la vida y muchas veces pasan desapercibidos por sus compañeros (la pubertad, las presiones sociales, las mujeres migrantes), ellos tiraron más por ensalzar a la mujer, como ser sagrado, mítico, bello”, afirma Moreiras, encargada de trabajar con el grupo el tratamiento de los diferentes temas y la edición de las series finales que cuentan con entre 10 y 15 fotografías por artista.

Es el caso del senegalés Xaadim, con su obra La mujer árbol, o de los 100 ritmos del beninés SODOKPA que pone en valor el trabajo informal realizado por las mujeres en muchas de las capitales africanas. La congolesa Samuelle Paul Banga tuvo un sueño. Soñó una sociedad donde la educación no haga distinciones por sexo, donde hombres y mujeres compartan responsabilidades. Lo representa con un cesto, cargado de verduras, llevado por un varón; y también con los pies de un hombre y una mujer a la misma altura, subidos ambos a un taburete, el de ella calzado con maderas, para situarse a similar nivel.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/10/planeta_futuro/1583852536_267608.html

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