Plan de convivencia tras los atentados de Barcelona y Cambrils

Por: Jaume Carbonell

Acompañamos en un día de trabajo a Anna Viñas y Claudia Bassaganya, dos técnicas de juventud de Ripoll que quedaron especialmente golpeadas por los atentados del mes de agosto. Siguen teniendo muchos interrogantes en la cabeza, y muestran sentimientos mezclados de preocupación y esperanza. «La situación es de falsa normalidad», aseguran.

Los jóvenes de origen magrebí que los cometieron eran todos de Ripoll (Barcelona), un pueblo que quedó conmocionado y le ha obligado a plantearse un nuevo modelo de convivencia. Compartimos una jornada con dos técnicas de juventud para ver qué se piensa y se hace desde este ámbito.

Las dos caras de una misma moneda

Anna Viñas y Clàudia Bassaganya -técnicas de esta población de 10.583 habitantes y de su comarca del Ripollès, respectivamente-, no podían dar crédito a las noticias que empezaron a circular por las redes y a las imágenes que aparecían en la televisión sobre lo sucedido el 17 de agosto, primero en Barcelona y luego en Cambrils. “No me lo puedo creer. No… no puede ser. Como la información se iba dando en cuentagotas vivíamos con la angustia de que no hubiera más jóvenes implicados de Ripoll”. “¡Es que a una buena parte de ellos los conocíamos! Habían pasado por el “Punt Jove d´Informació” (Punto de Información Joven)”. La sorpresa fue mayúscula porque se consideraba que estos jóvenes estaban integrados y no encajaban en absoluto con el perfil de otros actores de atentados terroristas: no tenían antecedentes penales, habían terminado la ESO e, incluso, algunos módulos profesionales, trabajaban, tenían amigos catalanes, participaban en entidades,.. “Nos preguntábamos cómo recuperaríamos la normalidad a principios de curso al abrir el Casal de joves y cómo reaccionaría la población”.

Como no podía ser de otra manera condenaron y se solidarizaron con las víctimas de los atentados pero, al igual que expresaron otras educadoras del municipio, sus dolores y sus miradas y pensamientos se concentraron en aquellos jóvenes a los que también consideraban víctimas, y a las que no querían ni podían llamar terroristas. Porque “queríamos mostrar y explicar” ‘Las dos caras de una misma moneda’, como así titulan la charla que han compartido en la cercana universidad de Vic. ¿Qué les llevó a cometer estos atentados? ¿En qué fallaron las políticas sociales? ¿Por qué no pudo prevenirse?  Son muchos los porqués que quedaron sin respuesta. “Es que no teníamos ningún modelo de referencia, los recursos para gestionar todo esto. Partíamos de cero y teníamos que llenar una hoja en blanco. Nos ha obligado a preguntarnos y replantearnos muchas cosas a nivel personal y profesional, que nunca te hubieras imaginado”. Nunca en la vida la cabeza les había dado tantas vueltas. Aunque también surgía la oportunidad de emprender un nuevo reto educativo. ¡Lo que han crecido estas dos jóvenes a partir de este suceso!

No hay inclusión sin reconocimiento

Los  primeros días fueron convulsos y de desconcierto. “Salías a la calle y te cruzabas con cuatrocientos policías y otros tantos periodistas que iban a la caza de personas que conocían a estos jóvenes, buscando el morbo”. El 29 de agosto tiene lugar el primer encuentro técnico y de duelo con las personas que trabajamos con los jóvenes y las familias”. Lo convoca y modera Pere Cortada, técnico de políticas migratorias de la Generalitat de Catalunya de la zona y asisten representantes de los diversos ámbitos y servicios: sociales, juventud, educación, policía… A partir de aquí surgen una cadena de preguntas que se comparten y profundizan en diversos foros: ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Eran jóvenes integrados? ¿Estamos hablando de inclusión? ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta? ¿Podría haberse evitado? ¿Qué carencias tenías para llegar a hacer esto? ¿Es un tema de carencias? ¿Por qué en Ripoll, con un índice de Inmigración bajo (el 10,42%) y sin conflictos? ¿No conflictos es igual a convivencia? ¿Por qué las personas buenas hacen cosas malas?

“En esta reunión se hizo esta pregunta a todos los técnicos: ¿Qué es para tí la inclusión?. Y esta fue la respuesta más común: Sentirse parte sin sentirte juzgado”. Algo que tiene que ver con la horizontalidad, con el conocimiento y el reconocimiento, con la crítica al modelo asimilacionista y la apuesta por la interculturalidad. “Por mucho que te sientas catalán de Ripoll, por mucho que participes en diversas entidades, si no te reconocen… Hay que partir de relaciones horizontales, donde una cultura no es más importante que la otra”.

A partir de octubre se crea una estructura participativa y flexible en función de las necesidades -grupo impulsor, equipo operativo, comisión de asesoramiento y grupos de trabajo-, para ir construyendo un nuevo modelo de convivencia. Asimismo, de forma paralela, se organizan procesos de duelo para los agentes sociales y educativos, para las familias y para los amigos y conocidos de estos jóvenes. “Entre estos se despertaron sentimientos mezclados de rabia y tristeza, de manera más visible u oculta”. Y también se preparan diversos protocolos para el inicio del curso escolar.

Dinámica sobre igualdad de género

Acompañamos a Clàudia y Anna al instituto Abad Oliva de la localidad. Tienen concertada una dinámica sobre igualdad de género con dos grupos de 3º de ESO. Siempre arrancan con preguntas: ¿Sabéis de qué venimos a hablar? ¿Qué os viene a la cabeza? ¿Sabéis que mañana es el Día internacional contra la violencia de género? ¿Hay desigualdad de género?”. Un alumno dice que en África “no les dejan hacer los mismos trabajos”. A continuación proyectan una decena de vídeos breves con sus correspondientes pausas para comentarlos, en los que se visualizan los roles y estereotipos de género en el hogar, en los dibujos animados, en las series televisivas y en otras situaciones.

Tanto los doce chicos como las cuatro chicas los siguen con atención porque les son familiares y se muestran participativos y sensibles a las situaciones de discriminación, sobre todo en los casos más llamativos como las violaciones; pero les cuesta argumentar y se sorprenden cuando se les plantea algún interrogante acerca de la superioridad y control del hombre sobre la mujer: ¿El control es una manera de amar? ¿Qué es y cómo se manifiesta? ¿Conocéis casos? Al final, las técnicas de juventud les invitan a ponerse la mirada de género y la clase las despide con aplausos. La dinámica, conducida con oficio, es del agrado general: “Te hace pensar”; “Te das cuenta que debemos ser iguales, que la mujer no es un objeto”; “Hay cosas que nunca me había planteado”; “Tendrían que hacerse más actividades como esta”.

En el otro grupo de 3º también hay una mayoría de chicos: dieciocho frente a nueve. Hay que cambiar de aula porque la tecnología no funciona. Las chicas se colocan delante y los chicos detrás, una separación que no es meramente física y simbólica porque estos últimos -a diferencia de lo que ocurría en el otro grupo- actúan a la defensiva y se produce más de un conato de enfrentamiento verbal. “La mujer limpia en casa porque toda la vida ha sido así”; “En los mejores restaurantes del mundo cocinan hombres”; “Sólo se denuncia el machismo. Es excesivo ¿Todo es machismo”; “En los anuncios no sólo salen mujeres buenas sino también hombres cachas”; “Sí que hay casos en que la mujer es inferior, pero tampoco hay que poner al hombre en inferioridad”. Se repite la misma dinámica y se van aclarando el significado de conceptos como estereotipo y feminismo, aunque este grupo es más movido y difícil de gestionar y, sorprendentemente, los chicos mantienen posiciones bastante opuestas al otro grupo respecto a la igualdad de género.

¿Con qué lentes quieres ver el mundo?

Estas dinámicas que demandan los centros de secundaria -de Ripoll o de la comarca- tratan de sensibilizar al alumnado en torno a diversos aspectos de interés ligados a su vida y a desarrollar su autonomía e identidad personal y comunitaria. El material didáctico lo elaboran las propias técnicas. Particular interés tiene el que les sirve para trabajar la crítica social, en las que se les pregunta qué les sugiere una fotografía en distintas fases, tras ir recibiendo progresivamente más información que se enriquece con el debate. En esta dinámica se les invita a construir su propia opinión, a no restar indiferentes, a partir de estas ocho máximas: reflexiona, infórmate, contrasta, cuestiona, critica, indígnate, defiende y sueña. Con parecido objetivo se plantea para este curso la exposición “¿Con qué lentes quieres ver el mundo”, con el propósito de hacer reflexionar a la juventud sobre la necesidad de no quedarse con lo que se ve a simple vista, y sobre la importancia de informarse, ser crítico e ir más allá.

Acompañar a la juventud: para el trabajo, la cultura y  la vida

Al dejar el instituto vamos a comer al centro de la ciudad, muy cerca de uno de los monasterios más bellos y bien conservados del románico. Entre plato y plato me cuentan cómo se forjó su trayectoria personal. Clàudia Bassaganya (1989), tras sus estudios de Pedagogía cursó el máster de educación para la ciudadanía y en valores que le proporcionó la metodología para observar, diagnosticar y analizar la realidad, así como las estrategias para intervenir en ella: “Me ha servido para incorporarlo en mi trabajo de juventud”. Josep Mª Puig, un profesor sabio y discreto que ha dedicado toda su vida a pensar sobe la educación en valores y uno de los mejores expertos en Aprendizaje-Servicio (ApS), fue quien le introdujo por este camino. Ahora, precisamente, está realizando la tesis sobre cómo organizar el ApS en la Universidad de Vic: “Es una oportunidad que ha de tener todo estudiante y una responsabilidad social de la universidad”. Por su parte, Anna Viñas (1987), estudió Educación Social y procede del mundo de la educación en el tiempo libre: “Un ámbito extraordinario de cohesión social; no hay otros espacios tan cohesionadores. Se aprenden valores como la solidaridad, la convivencia, la inclusión y mucho respeto: entre las personas y con el entorno”. Ahora está sopesando la posibilidad de apuntarse a un máster de mediación de conflictos el próximo curso. Lleva cinco años como técnica de juventud en Ripoll.

¿Cuáles son las funciones de estas dos técnicas de juventud que trabajan codo a codo en un proyecto mancomunado? “Cada territorio es un mundo, y nosotras nos movemos en un entorno rural, muy distinto al urbano.  Las funciones están definidas en el Pla Nacional de Joventut de Catalunya, pero la básica es el acompañamiento de los jóvenes en todas sus vertientes”. En los procesos de participación: consejo municipal, proyectos en los institutos, asambleas,… “para que la voz del joven esté presente en la toma de decisiones”. En el tiempo libre, interviniendo en la dinámica de las diversas entidades y organizando salidas y otras actividades. En la educación, cultura y salud. En la orientación laboral, la formación y el trabajo. Uno de los objetivos es evitar la fuga definitiva de la mano de obra juvenil. Entienden y se felicitan que los jóvenes puedan formarse y adquirir experiencia en otros lugares pero su objetivos es crear las ofertas suficientes en el territorio para facilitar su retorno.

Nos acercamos al edificio donde se desarrolla buena parte de su actividad y el punto de encuentro de la juventud:  la Oficina Joven del Ripollès -dependiente del consejo comarcal- y el “Casal Jove el Galliner”, de titularidad municipal. Del mural del vestíbulo cuelgan ofertas de trabajo de fundaciones y empresas de la zona, de Odiseo -proyecto integral de formación profesional para el empleo de la Comisión Europea-, y de Omnia -proyecto social de acceso a las nuevas tecnologías-. En la planta baja se encuentra el punto de información y una amplia sala con sofás, mesas y sillas, un futbolín y diversos materiales. “Es un espacio para la conversación, el juego, los deberes, y para el uso de las diversas entidades juveniles: diablos (tradición muy arraigada en Catalunya), deporte,… En la parte de arriba se ubica el espacio de salud: cada martes por la tarde se atienden todas las dudas y consultas relacionadas con la sexualidad; una sala polivalente para actividades artísticas y otras para la realización de talleres: los hay de bufandas, de circo, de cocina, de expresión corporal, de maquillaje o de cocktails sin alcohol. Son muy concurridas las tardes de palomitas y de juegos. Frente al Casal se encuentra la biblioteca donde se organizan clubes de lectura para jóvenes.

Clàudia, Anna y otras personas que trabajan con ellas tienen en la mente cantidad de ideas y proyectos pero les faltan tiempo y recursos para desarrollarlos: a la que se ocupa de esta oficina joven o a las que atienden poblaciones de la comarca. También reivindican un reconocimiento de su función y profesión. “Son figuras profesionales muy nuevas y a los políticos les cuesta reconocer el trabajo de las técnicas de juventud. En Ripoll sólo hace diez años que existe. Detrás hay una planificación y un trabajo educativo,  y queremos dar un mayor sentido a nuestras actividades.”

 No se sienten de ninguna parte

Para que se entienda lo que está ocurriend con la inmigración magrebí en Ripoll -aunque también sirve para otras poblaciones- nada mejor que la visualización del vídeo Ripoll: El país blau creado por el  Consorcio de Bienestar Social del Ripollès. Breve y didáctico, y con una tesis muy clara: el sentido de pertenencia a una comunidad es fundamental para todo ser humano; y los jóvenes de origen magrebí no se sienten de ninguna parte -ni de Catalunya ni de Marruecos-, una orfandad que les conduce al vació y a la frustración. Esta situación es aprovechada por un imán que les inspira confianza, que les une y cohesiona con técnicas sectarias  y les hace despertar su odio más radical hacia la comunidad de acogida. “La situación de vulnerabilidad de adolescentes y jóvenes que están construyendo su yo, facilita el proceso de adoctrinamiento y manipulación sectaria”. Asimismo, el vídeo apunta el germen del nuevo modelo de convivencia que se está construyendo en el municipio de Ripoll, que consiste en generar estrategias para llenar este vacío, a partir siempre de esta premisa: la diferencia hay que aceptarla, no juzgarla.

Un plan de convivencia que compromete a todos los agentes de la comunidad

La primera fase de este modelo de convivencia es la realización de un diagnóstico que permita establecer unas líneas estratégicas de actuación. Para ello se pretende corresponsabilizar a todos los agentes políticos, técnicos y comunitarios en una reflexión crítica y analítica para que, de manera interdisciplinar y compartida, se implementen nuevas políticas y actuaciones que avancen hacia la inclusión social de todas las personas y colectivos. Ello requiere cruzar las diversas miradas, conocer mejor lo que ocurre en los diversos espacios de socialización de la infancia, activar el trabajo en red y coordinar las diversas iniciativas.

Esta mañana, a primera hora, como cada viernes, Anna y Clàudia se han reunido con las otras personas que conforman el grupo operativo: el técnico de la Secretaria de Igualdad, Migraciones y Ciudadanía; las técnicas de Cohesión Social y de Juventud; la responsable comunitaria de Omnia; el asesor LIC (Lengua y Cohesión Social) del Departamento de Enseñanza; y la técnica de participación, convivencia y desarrollo comunitario del Ayuntamiento de Ripoll. En estas sesiones se va modulando el calendario del plan de convivencia y se van concretando y coordinando actuaciones más inmediatas, de acuerdo con las orientaciones del grupo impulsor municipal. Al propio tiempo, están recibiendo una intensa formación en torno a cuatro ejes: la diversidad cultural y religiosa, con la valoración crítica de los modelos de integración; la trasmisión cultural y construcción de la identidad; el trabajo comunitario y el empoderamiento de la ciudadanía; y la comunicación y gestión de la crisis, con  las redes de diálogo y las previsiones y enfoques de futuro.

Estas dos técnicas municipales muestran sentimientos mezclados de preocupación y esperanza. “A raíz de lo ocurrido no se han producido conflictos que se hayan exteriorizado, salvo alguna crispación o manifestación aislada, aunque sabemos que hay conflictos soterrados y ocultos. Nos faltan aún elementos de análisis pero la situación es de falsa normalidad”. Pero, al propio tiempo, están muy ilusionadas con el plan de convivencia: porque lo ven como una oportunidad para asumir nuevos retos y porque puede servir de referente a otros municipios. No obstante, hay algo que les bulle en la cabeza desde hace algún tiempo: la falta  da hombres en los servicios de atención a las personas. Las educadoras sociales, psicopedagogas, técnicas de servicios sociales, de juventud,… todas son mujeres. “Nosotras podemos atender las demandas de las chicas, pero no las de los chicos o al menos no de la misma manera. Se precisa el referente masculino, poder construir pareja pedagógica”. Ellas llevan tiempo pidiéndolo. ¿Qué hacer?  Quizás priorizar este factor en próximas convocatorias y provisión de puestos de trabajo. Puede considerarse políticamente incorrecto, pero urge la necesidad de atender esta necesidad de manera preventiva, y con la máxima confianza y cercanía a los diversos colectivos.

Cae la noche, aprieta el frío y hay que tomar el tren de regreso: un trayecto que está en las antípodas del AVE. Hemos quedado con Clàudia y Anna en que volveremos a encontrarnos en la exposición “¿Con qué lentes quiero ver el mundo?”. Entretanto, ellas seguirán con sus lentes para hacerse nuevas preguntas, tratar de comprender qué ha sucedido en Ripoll y construir una convivencia realmente inclusiva. Aprendiendo como nunca de la universidad de la experiencia.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/01/17/plan-convivencia-tras-los-atentados-barcelona-cambrils/

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La Generalitat se plantea ampliar a los maestros la formación en prevención del radicalismo

Por: Pau Rodríguez

  • El protocolo contra la radicalización islamista elaborado por Mossos y la consejería de Enseñanza contemplaba sólo la formación a directores de centros.
  • En la presentación del curso escolar, la consejera Clara Ponsatí ha llamado a «agradecer el trabajo que hace la escuela como pieza clave de cohesión».

El curso escolar, que arranca en Catalunya el 12 de septiembre, comenzará marcado por los atentados de hace dos semanas en Barcelona y Cambrils.  «Han trastornado la comunidad educativa y han interpelado a la conciencia de los educadores», ha expresado la nueva consejera de Enseñanza de la Generalitat, Clara Ponsatí, en la presentación del curso 2017-2018. En este sentido, ha avanzado que su conselleria está preparando materiales educativos para «abordar» los atentados en las aulas, y ha añadido que se plantearán formar a los maestros con el protocolo de prevención de la radicalización islamista (Proderai), con el que hasta ahora sólo se formaba a los directores de centros.

El protocolo se aprobó a finales de 2016, es decir, durante del curso pasado, después de un proceso de elaboración por parte de Mossos d’Esquadra y Enseñanza que se puso en marcha con los atentados en la revista francesa  Charlie Hebdo.  En sus 80 páginas, el Proderai  recoge cuáles pueden ser síntomas de radicalización entre el alumnado, cómo pueden actuar los centros el función del caso y qué actividades educativas se pueden promover en el aula para fomentar la convivencia.

De este modo, hasta ahora correspondía a los equipos directivos decidir en qué medida el claustro de profesores debía conocer y aplicar el protocolo.  La novedad, según ha adelantado la consejera Ponsatí, es que se planteará «extender la formación al profesorado más en general», en función de las necesidades concretas de los centros.   En este sentido, han informado de que la próxima semana se celebrará una Junta de Directores en la que se valorarán los primeros meses de aplicación del Proderai.

Ponsatí se ha mostrado muy prudente a la hora de extraer conclusiones de la aplicación del Proderai, ya que no lleva ni un curso en marcha.   Aun así, ha afirmado que se «revisará» para introducir «mejoras» si se considera oportuno.   Lo que se desconoce por ahora es si los centros han trasladado a las Juntas algún caso de posible radicalización.

Sobre el impacto de los atentados sobre la comunidad educativa, Ponsatí ha arrancado su rueda de prensa llamando a «valorar, reconocer y agradecer el trabajo que hace la escuela como pieza clave de cohesión y progreso», y ha reivindicado la «tarea ingente» que han hecho los docentes para acoger e integrar a los recién llegados durante la última década.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/Generalitat-maestros-formacion-prevencion-radicalismo_0_682082156.html

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Las dudas sobre la radicalización interpelan a la comunidad educativa

Por: Pau Rodríguez 

Los docentes comienzan el curso con la pregunta somo cómo se pudieron radicalizar los jóvenes de Ripoll y con la duda de si el modelo de integración escolar ha fallado.

¿Qué ha pasado para que unos jóvenes que en el instituto parecían ser amables hayan perpetrado una masacre terrorista? Con esta pregunta van a entrar a trabajar muchos profesores el 1 de septiembre, sobre todo los de los institutos con una alta concentración de alumnado de origen extranjero, y sin haberla resuelto todavía comenzarán a recibir a sus alumnos la semana que viene. La tendencia docente a interrogarse sobre qué ha fallado en el sistema educativo de integración queda matizada por las voces de algunos expertos que piden prudencia a la hora de revisar un modelo de cohesión escolar a partir de un caso extremo de radicalización islamista, aún no resuelto y que está lejos de estar socialmente entendido.

“Ni los profesionales saben qué ha pasado, así que aún no podemos saber cómo arreglarlo”, comenta Amina Aissati. Días antes de comenzar las clases, esta estudiante de Medicina de la Universidad de Girona, junto a cuatro jóvenes más, hablan con El Diari de l’Educació en la sede de la Fundación SER.GI, entidad gerundense que trabaja por la inclusión social. Todos ellos son catalanes de origen marroquí y quienen dar su opinión. “Los que han hecho esto es porque a alguno le han comida la olla, no se puede ser radical de esta manera por naturaleza, alguien les ha hablado demasiado…”, sostiene Abdelaziz Essami, que a los 20 años también va a la facultad.

Los primeros pasos de la investigación policial sobre la creación de una célula terrorista integrada por, al menos, 8 jóvenes de Ripolll conducen al imán como la figura clave que va a radicalizarlos. También hacia él apunta la comunidad educativa local, profundamente afectada por lo ocurrido. “Los educadores que van a trabajar con ellos en los meses anteriores no detectaron nada, hecho que nos lleva a pensar que va a ser un proceso muy rápido” , sostiene Núria Perpinyà, técnica de Convivencia del Ajuntament de Ripoll y educadora de los jóvenes más pequeños. Tampoco parece que las familias estuvieran al corriente de su deriva.

El caso de Ripoll no cumple con algunos patrones que se han repetido en la radicalización de jóvenes en otros puntos de Europa. “Eran chicos aparentemente bien integrados, no inmersos en conductas disruptivas, ni de delincuencia, de drogas”, como sí ha pasado en la mayoría de otros casos, según Jordi Moreras, antropólogo de la Universidad Rovira i Virgili (URV) experto en comunidades musulmanas. Tampoco Ripoll cumple con el perfil de las banlieu que concentran comunidades en riesgo de exclusión. En lo educativo, por ejemplo, este municipio de 10.000 habitantes es pionero a la hora de reducir la segregación escolar en sus cinco centros (dos colegios y un instituto públicos y dos centros concertados)

Para elaborar este reportaje, El Diari de l’Educació se ha puesto con contacto con media docena de docentes de estos centros, pero todos han declinado participar, alegando que los sucesos son demasiado recientes para extraer conclusiones. El miércoles pasado el Departament de Enseñanza ha hecho una segunda reunión con la comunidad educativa de Ripoll para darles herramientas para gestional el dolor con sus alumnos y familias, y en paralelo los principales agentes sociales del municipio están trabajando para revisar su actuación.

Identidades en crisis

Es en los encuentros de educadores y agentes sociales donde se repiten algunas preguntas. “Por ejemplo, si estos nanos vivían en integración plena”, transmite Perpinyà, vecina de Younes y Houssain Abouyaaqoub y educadora de la mayoría de ellos durante su etapa escolar. ¿Estaban realmente integrados? ¿Lo sentían así? “Que tuviesen coche, trabajo y hablaran catalán no quiere decir que se hubiesen integrado en la sociedad”, expresa el psicólogo y educador social Jordi Bernabéu, que recuerda que “son personas criadas aquí pero con patrones de allá, y esto puede haberles generado desorientación, frustración y pueden haber experimentado desafección por sentir que no pertenecían a la comunidad catalana”. Este escenario de exclusión sería terreno abonado para el discurso radicalizado. “Ante una identidad en crisis, la manipulación y los mensajes intencionados tienen más margen de maniobra”, opina.

Para Moreras, “antes de que cualquier joven acepte un argumentario propio del enaltecimiento del yihadismo ha de haber vivido un proceso de desconectar de la sociedad en que vive, de definirse a sí mismo en tanto que marginado, una identidad herida”, expone. “Es así como una persona pasa de ser vulnerable a ser influenciada por alguien que le lleva a reinterpretar su identidad. Es una grieta personal”, concluye.

Posibles experiencias de racismo, inactividad social, exlusión… “Pueden ser factores de vulnerabilidad, pero no son un determinante de radicalización”, apunta el sociólogo Ismael Palacín, director de la Fundació Jaume Bofill. O, en palabras de Moreras: “Una cosa es el radicalismo y otra diferentes es entender cómo los jóvenes construyen sus identidades, pero así y con todo nos interesa que estas identidades no se construyan en contra da nada”.

Evitar que los jóvenes se pierdan es “necesario”, según Moreras, “aunque no siempre es suficiente” para prevenir cualquier conducta radicalizada, bien se en el caso del fundamentalismo islámico, en la incorporación a las denominadas bandas latinas o en la identificación con grupúsculos neonazis”.

La integración en la escuela

Cataluña ha vivido en las últimas décadas una gran ola migraoria, en la que la comunidad musulmana representa un importante porcentaje. Los jóvenes reunidos en la sede de la Fundación SER.GI con un ejemplo, la mayoría llegaron de Marruecos en edad escolar, niños y niñas que desconocían la lengua y las costumbres catalanas y que van a dar a parar a las aulas de acogida recientemente creadas en los centros. “Fui durante un año o más, nos enseñaban las cosas básicas, y los tutores nos ayudaban mucho”, recuerda Zakarias Ben El Allid.

Charla con jóvenes migrantes magrebíes de la Fundación Ser.gi de Girona / Carles Palacio

El reto de la inclusión del alumnado en Cataluña ha sido mayúsculo. A lo largo de la primera década de 2000, los escolares nacidos en el extranjero han pasado de ser el 2,5% a superar el 15% del total. Las aulas de acogida van a ser el mecanismo más visible que se activó para facilitarles la incorporación. El curso 2008-2009 será el de mayor implantación: llegará a 1.236 centros con aula de acogida, una cifra que se ha ido reduciendo hasta 688 en el actual curso, según Enseñanza porque el volumen de familias extranjeras que han llegado en los últimos años es menor.

E balance de las aulas de acogida es positivo por poarte de muchos profesionales. “Entre el año 2000 y el 2010 el sistema se podría haber tambaleado pero no lo hizo, garantizó un lugar digno a los recién llegados gracias al voluntarismo de los maestros”, defiende Palacín. Una segregación urbana menor que en Francia o Inglaterra, un tejido asociativo más robusto en algunos barrios o un discurso intercultural imperante en el ámbito mediático son factores que, según Palacín, contribuyeron a la estabilidad del sistema.

Pero si la acogida puede calificarse de éxito,la promoción social de la inmigración ha sido el fracaso. Pero si la acogida se puede calificar de éxito, la promoción social de la inmigración ha sido el fracaso. La tasa de graduación de la ESO es de casi nueve de cada diez en el caso de los alumnos de familias autóctonas, pero de siete de cada diez en el de las migrantes. El paro entre los jóvenes de nacionalidad extranjera es del 52%, mientras que entre los autóctonos ronda el 30%. Estas son algunos de los datos que recoge el Anuario 2015 de la Fundación Jaume Bofill en el capítulo que analiza los retos del éxito escolar y la cohesión del alumnado de origen migrante. El abandono o el paro son males que afectan, en conjunto, el todo colectivo juvenil. “Pero los inmigrantes pagan más cara la factura de lo que no tenemos”, sostiene Palacín.

Las dificultades para seguir pagando los estudios o la falta de orientación una vez acaban la ESO son algunos de los ejemplos que pone el Abdelaziz para argumentar que muchos de los problemas sociales que sufren los inmigrantes son, en realidad, los que sufren los grupos sociales desfavorecidos económicamente. A ellos, sin embargo, la Sonia añade algún otro de particular. “No es lo mismo que tus padres te ayuden a hacer los deberes si saben hablar catalán o castellano que si no saben”, comenta.

Es este el apoyo que les ha ofrecido la Fundación SER.GI: actividades extraescolares, orientación pedagógica, ayudas para el deporte … “Yo estaba muy perdida, no me había sacado la ESO, y si no fuera por ellos ahora mismo no sabría que quiero ser peluquera “, celebra Sonia. La mayoría asienten.

Otros factores de segregación los han vivido, al menos ellos, como un fenómeno natural. Es el caso de ir a escuelas, en la localidad de Salto, donde más del 90% de los alumnos eran, como ellos, de origen extranjero. “En mi instituto estaba el mito aquel de que teníamos menos nivel por culpa de los inmigrantes, y eso se notaba en como lo tomaban algunos alumnos, pero depende mucho de cada uno …”, recuerda Amina. Sonia explica como su llegada a la escuela de Salt fue un alivio porque allí era “como todo el mundo”. “Venía de una escuela de un pueblo pequeño y allí me había costado integrarme, era la diferente”, reflexiona.

Moreras se muestra muy crítico con los niveles de segregación escolar en Cataluña, que anteriormente han denunciado instituciones como el Defensor del Pueblo y que deberá ser abordado por el recientemente creado Observatorio de la Equidad. También con los centros llamados de máxima complejidad, los que congregan un perfil de familias con más dificultades económicas y sociales. “Son estos los centros a partir de los cuales tenemos que empezar a trabajar las identidades de jóvenes?”, Se pregunta.

Prevención y Proderai

En la tarea por una educación intercultural hay mucho camino por recorrer, según la mayoría de expertos consultados, así como en la prevención de la exclusión social de los jóvenes migrantes. “Debemos acompañar a los jóvenes en el proceso de la conformación de sus identidades para que éstas no sean reactivas”, sostiene Moreras, “y no sólo para evitar futuras radicalizaciones”.

“El reto es difícil y no hemos invertido lo suficiente”, lamenta el director de la Fundación Jaume Bofill. Y enumera algunas medidas para mejorar el éxito escolar de estos jóvenes, de las que, remarca, no hay ninguno que sea exclusivamente para migrantes, sino para todos los estudiantes. Trabajar por una escuela capaz de personalizar su relación con los alumnos, familias y comunidades; potenciar las becas en casos de problemas económicos, atender a la diversidad o combatir la segregación son las vías que propone.

El departamento de Enseñanza, por su parte, defiende que estas han sido algunas de sus líneas de trabajo la última década. “Las herramientas que el sistema educativo ha puesto desde la llegada de los recién llegados son muchas”, sostiene Martí Barberà, director general de Atención a la Familia y la Comunidad Educativa.

De la Generalitat ha salido este último curso un protocolo para dar pautas a los docentes para detectar la radicalización islamista en los institutos. El texto, que se puso en marcha en diciembre, está elaborado conjuntamente por Enseñanza y los Mossos. La previsión, además de difundir el documento, era que se formaran los equipos directivos, pero esta última semana Enseñanza ha anunciado que la formación se extenderá a todos los docentes que lo deseen.

“El objetivo del protocolo es dar herramientas para trabajar el desarrollo emocional y personal de los alumnos, para abordar la convivencia … El sistema educativo forma parte del trabajo de prevención”, defiende Gené Gordó, subdirectora general de Apoyo y Atención a la Comunidad Educativa, que defiende que el Proderai se limita a la detección. Más allá de enumerar síntomas de una conducta radicalizada, el protocolo plantea actividades para fomentar la convivencia en el aula.

Pero algunos especialistas cuestionan su utilidad. “Estamos de acuerdo que la escuela es de los mejores espacios para generar pertenencias compartidas, para construir identidades, pero el trabajo pedagógico de prevención se debe avanzar”, sostiene Moreras. Palacín, por su parte, acepta la existencia de protocolos, como hay otros -como el de detección de abusos sexuales- para dar pautas a los maestros sobre un aspecto que desconocen, pero se muestra crítico con que pueda servir para prevenir. “Que puede ser útil para detectar algún caso? Quizás sí, pero no esperamos que el protocolo sea la solución para la prevención “, alerta.

Otras críticas que ha recibido el protocolo es que puede poner más presión sobre el profesorado o que puede reforzar el estigma que sufren los jóvenes musulmanes. Ante esto, Enseñanza asegura que el Proderai se hace circular dentro de un “paquete” que incluye también un protocolo contra el racismo y la xenofobia.

Los planes de futuro

La conversación con los jóvenes de la Fundación SER.GI abandona los porqués de la radicalización y se desviando poco a poco hacia sus planes de futuro, hacia el que la vida adulta depara a estos estudiantes gerundenses que han interrumpido sus vacaciones para discutir sobre la integración. El futuro inmediato después de los atentados les preocupa. “Tengo miedo de que me juzguen por algo que no he hecho”, se preocupa la Sonia. “Sólo hay que echar un vistazo a las redes sociales”, añade Amina, “mucha gente, desde la comodidad de su casa, lanza mensajes de odio hacia la comunidad musulmana … No tengo ganas de salir a la calle y que me culpabiliza “.

Este jóvenes reivindican, con plena conciencia, su derecho a una “identidad plural”, a ser catalanes y marroquíes a la vez. Y, más allá de algunas experiencias puntuales, creen que lo están consiguiendo.

Pero aún ven camino por recorrer. “Nos faltan referentes”, se lanza Amina. “Tras los atentados las telas están llenas de voces musulmanas, pero donde eran antes? A ninguna serie no aparecen … Yo sigo la política como todo el mundo, y participo en actos sociales, pero en ninguno de estos lugares hay referentes musulmanes “, se queja. “La convivencia no es sólo la ausencia de conflictos y la integración no consiste en integrarlos a ellos, sino unos con otros”, defiende el psicólogo Bernabéu. Esto afecta a todas las comunidades.

Por teléfono, Núria Perpinyà, la educadora y técnica del Ayuntamiento de Ripoll, explica cómo el pueblo hace días que el debate sobre la integración está presente en todas partes. “El otro día descubrí como es un funeral de la comunidad musulmana; 25 años conviviendo con ellos y no tenía ni idea … La integración también es esto “, concluye.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/09/06/las-dudas-sobre-la-radicalizacion-interpelan-a-la-comunidad-educativa/

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Educación más que nunca

Por: Julio Rogero

Hoy podemos y debemos decir bien alto que, porque no tenemos miedo y creemos en lo que hacemos, queremos seguir construyendo una sociedad radicalmente diferente que haga imposibles este tipo de actos de odio, terror, fanatismo y destrucción de los demás, de los diferentes.

Ante los acontecimientos desatados por el ataque terrorista en Barcelona y Cambrils son muchos los sentimientos que se agolpan en nuestras conciencias: desde el rechazo más absoluto pasando por un dolor profundo de solidaridad y compasión con las víctimas directas e indirectas, entre las que nos encontramos. Uno se queda sin palabras para manifestar todo lo que sentimos y pensamos sobre ello. Nos faltan claves de análisis e interpretación de por qué suceden fenómenos como el terrorismo con toda su crueldad y sin sentido en sociedades como las nuestras.

Sabemos que es un fenómeno mundial cuyas víctimas mayoritarias, los expertos hablan de un 87%, se dan en los países donde el Islam es la religión mayoritaria. Nos dicen que las causas son el fanatismo religioso, la intolerancia, la conciencia de superioridad étnica, el racismo, la incomprensión del otro, la manipulación de las conciencias, la ignorancia, las guerras por el control de los recursos, las alarmantes desigualdades e injusticias sociales… Los objetivos de quienes lo promueven directamente son la máxima destrucción y daño indiscriminado, generar miedo, dolor y desánimo a toda la población, provocar el odio generalizado al otro para que el enfrentamiento y su aniquilación sean mayores…

La madurez de un pueblo, ante sucesos como los vividos en Cataluña en estos días, se muestra en la respuesta que se ha dado por parte de la ciudadanía mayoritariamente. La capacidad de mostrar la máxima solidaridad y compasión con las víctimas, el grito de que son hechos absolutamente reprobables con manifestaciones públicas de rechazo y sin miedo. La demostración de que no se está dispuestos a caer en el mismo fanatismo, racismo y desprecio por la vida de quienes la destruyen desde la irracionalidad más brutal… Todo eso dice mucho de Cataluña y de toda la solidaridad que ha recorrido las venas de todos los pueblos del Estado español.

Es verdad que son acontecimientos que muchos aprovechan para promover, aprovechando su impacto emocional, el odio generalizado al diferente, la demonización de todo un colectivo que profesa una religión, el desprecio al migrante y al extranjero, la construcción de alambradas-muros-fronteras-murallas de incomprensión-desconocimiento-invisibilización para alejarnos de los otros-enemigos que hay que silenciar-aniquilar…

Hoy podemos y debemos decir bien alto que, porque no tenemos miedo y creemos en lo que hacemos, queremos seguir construyendo una sociedad radicalmente diferente que haga imposibles este tipo de actos de odio, terror, fanatismo y destrucción de los demás, de los diferentes. Hemos de transformar estos hechos en afirmación incontestable de que queremos construir una humanidad inclusiva y pacífica, donde sean imposibles las guerras y la destrucción del otro, donde sea posible una convivencia pacífica basada en el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de todas y cada una de las personas de las comunidades locales, nacionales y mundiales. Hemos de convertir nuestras sociedades en lugares donde todos los seres humanos tengan cabida, donde se construyan reciprocidades convivenciales basadas en la libertad, en la mayor equidad posible, fundamentadas en la construcción constante de la fraternidad como trasfondo ético y como derecho político… Sabemos que esto se hace posible desde una convivencia positiva diaria en las comunidades de proximidad con que nos encontramos como sociedadpara dar respuesta a las necesidades individuales, comunes, colectivas y públicas. Este es el gran desafío que tenemos hoy todos los que queremos vivir en paz con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y con la vida.

La sorpresa y la inquietud se hacen mayores cuando ves quiénes son los autores materiales de esta barbarie. Son chicos jóvenes que no hace mucho estaban en las aulas de nuestros centros educativos.

Para los que la educación y la enseñanza tienen una significación central en la socialización de las personas surgen múltiples interrogantes sobre estos hechos a partir de la perplejidad que nos producen. Nuestras preguntas hoy van desde el papel de la educación a la influencia de los contextos sociales, desde el poder de las identidades construidas y manipuladas a la fanatización religiosa, desde la pérdida de capacidad crítica a la manipulación de las conciencias…

Estos acontecimientos nos cuestionan radicalmente sobre todas estas cuestiones y nos obligan a redoblar los esfuerzos en la vida cotidiana de los centros educativos por hacer realidad una educación, que aporte su grano de arena para hacer imposibles este tipo de hechos, basada en el reconocimiento y práctica real de los derechos humanos y de la infancia y del respeto a la dignidad de todas y cada una de las persona sin ningún tipo de distinción. Una educación inclusiva sin discriminaciones, garante del acceso al conocimiento científico y humanístico, a la formación de una conciencia ética y crítica, a las prácticas democráticas como ciudadanía que aprende a organizarse y vivir en común, a las experiencias positivas de convivencia donde el cuidado mutuo sea el contenido de la vida cotidiana en los centros educativos, donde se trabaja por el éxito de todas las personas en su querer vivir de una manera digna.

Hacer posible esta educación exige el compromiso de toda la comunidad educativa, especialmente del profesorado y del alumnado, para conocer a fondo y poder dar respuestas comprometidas a los problemas importantes de la humanidad hoy, en el ámbito local y global. Implicar a toda la sociedad en su dimensión educadora (ciudades, barrios y pueblos, colectivos, movimiento sociales y todo tipo de organizaciones sociales, culturales y políticas) es la respuesta que puede hacer imposibles hechos de este tipo. Quizás, solo así, podremos avanzar en los procesos paz y de humanización que necesitamos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/08/29/educacion-mas-que-nunca/

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Desplazar el centro: por un “nosotros” más amplio

Por: Guadalupe Jover

Un desgarro añadido ha sacudido a los docentes tras los atentados de Barcelona y Cambrils. Al horror por la violencia desatada, al dolor por las víctimas de la barbarie, se suma el estupor por la juventud de los terroristas, hasta hace bien poco unos más entre nuestros estudiantes.

Noura, Bilal, Moha. Aún recuerdo con nitidez los nombres y los rostros de mis primeros alumnos marroquíes, como recuerdo los nombres y los rostros de mis primeros alumnos procedentes de China, de Polonia, de Rumanía, de Ecuador. Tras más de una década compartiendo el día a día con chicas y chicos de apellidos procedentes de muy diferentes geografías, mi mirada ha naturalizado esta diversidad hasta el punto de apenas reparar en ella. Cuando alguien me pregunta si hay muchos inmigrantes en mi centro, en mis clases, tengo que pararme y recapacitar. Para mí da ya lo mismo Salma que Natalia, Khalid que Dani, Hristian que Hugo. Mis chicos y chicas nacieron ya aquí, dominan el castellano, y sus escisiones biográficas y culturales -algunas, bien lo sé, muy dolorosas- no están siempre a la vista. Sonrío al reparar en el contraste de indumentaria entre quienes comparten pupitre – Rachida con la cabeza cubierta, Jessica con su ceñida camiseta de tirantes-, y celebro que entre “los primeros de la clase” estén Moha y Khaoula como lo están también Carlos y Alejandra. Ahora que tanto se habla de preparar a los estudiantes para las inciertas profesiones del futuro se olvida la urgencia de prepararlos para la vida del presente: una vida -la de nuestras ciudades, nuestro mundo- decididamente multicultural y mestiza. Este aprendizaje esencial -el de la convivencia con quienes tienen diferentes costumbres, lenguas y creencias, pero a los que miramos en plano de igualdad y en cuyos zapatos somos capaces de ponernos desde la naturalidad que surge del roce y el afecto – es algo que no puede brindarse en el ámbito familiar ni puede comprar tampoco el dinero. Solo la escuela puede ofrecerlo (o escamotearlo, conviene no olvidarlo).

Pero las desigualdades socioeconómicas pesan, y el entorno de quienes tuvieron que dejar su tierra para poder vivir seguros multiplica las dificultades cotidianas también en lo escolar y en lo académico. Es sangrante constatar que la heterogeneidad de los grupos disminuye en la mayor parte de los institutos a medida que pasamos de 1º a 2º ESO y de 2º a 3º o a 4º. Muchos -ellos, sobre todo- se quedaron por el camino. El alumnado “difícil” acaba por tener un perfil recurrente, y por más que maestras y maestros nos multiplicamos hasta la extenuación reclamando los recursos que podrían salvar a estos chiquillos – también a estas chiquillas, aunque de sus riesgos no nos alerta una trayectoria de disrupción o fracaso escolar- todo es en vano. Alguien no está haciendo sus deberes, y no es justo achacárselo en exclusiva -sin eximir de la parte de responsabilidad que les corresponda- a estos adolescentes y a sus desbordadas familias. El curso pasado salí más de una vez de mis clases de 1º de ESO apretando las mandíbulas por la rabia y la impotencia ante lo solos que los estábamos dejando, que nos estaban dejando.

Los recientes atentados de Barcelona y Cambrils me han provocado una conmoción de la que no logro salir. Inevitable el estupor, el dolor, el temblor al intuir que cualquiera de los míos, de mis hijos incluso, hubiera podido estar ahí. Miro los rostros de quienes vieron segadas sus vidas e imagino qué pudieron pensar, sentir, sufrir. Un niño. Un joven. Una mujer. Ellos -los muertos- somos también nosotros. La violencia ciega nos deja aturdidos, desarbolados, enmudecidos.

Pero si pasan los días y el estupor y el dolor y el temblor no disminuyen es porque por primera vez he sentido que con ellos, con los terroristas, se ha muerto también una parte de nosotros. De la misma manera que ante los menores soldado no veo soldados sino niños, ante las fotos de los terroristas, las difundidas en primera instancia por los Mossos, no veo yihadistas ni marroquíes ni musulmanes. Solo soy capaz de ver adolescentes. Adolescentes de los que éramos también corresponsables y a los que no fuimos capaces de proteger. Y no hablo solo de la responsabilidad de la escuela, sino de la de todos aquellos que, por acción u omisión, hicieron posible la captación de estos jóvenes por quienes no vieron en ellos sino instrumentos eficaces para sembrar el terror.

Al día siguiente del atentado en la sala Bataclan de París (noviembre de 2015), mis estudiantes de 4º de ESO me esperaban en clase necesitados de hablar sobre lo ocurrido: las muertes, las reacciones, los comentarios. Y si algo se quedó grabado en memoria fueron las palabras heridas de Amal, de Mounir, de Hatim al relatar cómo se sentían tácitamente acusados al caminar por la calle, al entrar en el supermercado o al jugar en la plaza. “¿Por qué nos miran así?” “Que yo lleve un pañuelo en la cabeza no quiere decir que apruebe esa salvajada”. El único territorio en que se sentían a salvo -menos mal- era el instituto.

Meses más tarde me pasó algo en 1º ESO que tampoco he olvidado. Estábamos trabajando con relatos fundacionales de diferentes culturas (de la tradición oral africana al Mahabhárata, de los mitos grecolatinos y la Biblia a Las mil y una noches y el Popol Vuh). Había propuesto yo el fragmento bíblico en que Yaveh exige de Abraham el sacrificio de su hijo como prueba de obediencia y lealtad y habíamos realizado diferentes actividades en torno al texto. En un momento dado, Houda me advirtió de que ese episodio también aparecía en el Corán aunque con diferencias significativas. Yo lo ignoraba. Ello nos llevó a hablar de las semejanzas entre la Biblia y el Corán, entre el Cristianismo y el Islam, y me confesé avergonzada de mi absoluto desconocimiento de la religión y la tradición cultural de un porcentaje significativo de mi alumnado.

Creo que el desconocimiento de gran parte de la sociedad española acerca de la religión islámica -sus orígenes, sus principios, sus diferentes corrientes- está en el origen de tantos estereotipos, prejuicios y rechazos. La desaparición de la religión confesional de la escuela -la desaparición de cualquier filtro que agrupe al alumnado en función de sus creencias religiosas- y la incorporación al currículo escolar de la historia y cultura de las religiones es ya una urgencia inaplazable. Pero no solo. Nuestro desafío es la construcción, también desde la escuela, de un “nosotros” mucho más amplio del que reflejan los programas escolares. Un nosotros en el que quepamos todos los que estamos, empezando por las mujeres. Habremos de aprender, como reclama Ngûgî wa Thiong´ó, a “desplazar el centro”. Desplazar el centro del lugar que se ha asumido como tal, Occidente, a una multiplicidad de esferas en todas las culturas del mundo. Y desplazar el centro también “de las minorías de clase establecidas en el interior de cada nación a los centros verdaderamente creativos entre las clases trabajadoras, en condiciones de igualdad racial, religiosa y de género”. De no hacerlo así estaremos empujando a la cuneta a quienes inevitablemente se sienten permanentemente fuera de lugar.

En unos días empezará un nuevo curso, y no podremos entrar en las aulas como si nada hubiera pasado. Habremos, antes de nada, de escuchar lo que alumnas y alumnos tengan que contarnos. Y eso habrá de constituir el cimiento de los itinerarios de aprendizaje que entre todos vayamos construyendo. Nuestros currículos están obsoletos porque en poco contribuyen a iluminar el presente y a forjar un futuro más dignamente habitable. Empecemos modestamente desde abajo y vayamos compartiendo materiales y propuestas. Pero habremos de hacerlo con tacto e inteligencia, no vaya a ser que llevados de nuestra buen voluntad contribuyamos a estigmatizar aún más a un colectivo ya suficientemente señalado desde dentro y desde fuera.

Y si nuestra labor de educadores no se acaba con la jornada escolar, nuestro compromiso cívico no puede tampoco aparcarse a la puerta la escuela: habremos de reclamar políticas educativas y sociales que combatan la exclusión y contribuyan a la equidad y la justicia, y políticas a secas que vayan a los responsables últimos de tamaña barbarie.

*Nombres y situaciones son reales, aunque unos y otras se crucen a veces para preservar la privacidad del alumnado.

Fuente:  http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/08/28/desplazar-el-centro-por-un-nosotros-mas-amplio/

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