Por: Abelardo Carro Nava
No había pasado mucho tiempo desde que decidí tomarme un merecido descanso, cuando de repente, alguna de las noticias que se difunden por la televisión llamó mi atención: el Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), José Antonio Meade, dio a conocer en los últimos días de diciembre, el aumento a las gasolinas y diésel para el mes de enero de este año, dada la liberación de los precios en varias partes del país; esto, derivado de la reforma energética que fue aprobada por las cámaras de representantes de mi México querido.
Reflexiones más, reflexiones menos, llegaron a mi mente infinidad de ideas relacionadas con el medio en el que me muevo constantemente: el educativo. De pronto me pregunté: ¿tendrá algún impacto el aumento del combustible en el sector educativo?, si así fuera, ¿cuáles serían las consecuencias que padecería dicho sector?, ¿en qué medida las escuelas, los maestros, los alumnos y los padres de familia se verían afectados por tal aumento? En fin, una serie de cavilaciones que por más que quise evitarlas – porque en serio pretendía descansar – rondaron por mi cabeza en más de una ocasión.
Así las cosas, y pasadas las festividades que, espero haya disfrutado usted, mi apreciable lector; el primer día de este año se concretó lo que se había anunciado: la liberación de los precios de las gasolinas y el diésel. En pocas y resumidas palabras: se hizo efectivo el gasolinazo.
Hasta el momento, sobre este asunto, hemos visto de todo en la arena política. Partidos políticos y políticos que se desdicen y quieren dar marcha atrás a una ley que ellos mismos aprobaron. Medios de comunicación que intentan desviar la atención y enfocarla a los bloqueos y marchas mediante los cuales se afectan en cierta medida a una población que tiene que cumplir con sus actividades, sean laborales o no. Un Presidente que no aparece ni da una explicación sobre esta situación porque anda de vacaciones. Cientos de miles de ciudadanos inconformes con la medida anunciada y que se han manifestado en varias entidades de mi querida República Mexicana. Robos y venta de combustible a menor precio por los llamados “tlachicoleros”. Congresos en los estados que fijan una postura sobre el alza a los precios pero se les ha olvidado que ellos mismos aprobaron la reforma hace unos años. Gobernadores que ya no saben ni para donde hacerse porque corren el riesgo de ser vapulados por la ciudadanía si es que apoyan la medida tomada por la gestión de Peña Nieto. Con este panorama, dígame si el país no está más que “caldeado”.
Para quienes tenemos un poco de conocimiento sobre estas cuestiones, sabemos que el escenario internacional juega un papel preponderante en cada uno de los países que producen o no petróleo. Las explicaciones que han dado los funcionarios de la SHCP son reales y creíbles. Muchas de ellas las he leído y, otras tantas, las he escuchado. El precio del petróleo a nivel mundial, la volatilidad del dólar, los mercados internacionales, en fin, todas aquellas cuestiones que inciden en la economía a nivel mundial, impactan en el plano nacional. Señores, eso lo sabemos. Pero también sabemos, que se han tomado decisiones equivocadas, a la ligera, sin análisis ni fundamento, solo han considerado aquellas que traen consigo la demagogia y el populismo. ¿Recuerda cuando el presidente Peña anunció que con la reforma energética no habría aumento en las gasolinas? Ese, señores, es el más claro ejemplo de la demagogia y populismo. Obviamente, las consecuencias de esa falacia, la estamos pagando en estos momentos.
Y a todo esto, con seguridad usted se preguntará, ¿y estas ideas que tienen que ver con el medio educativo? La respuesta es simple: todo. Las políticas económicas impactan en las educativas y, en razón de las primeras, es como las segundas logran concretarse.
El ser humano, por instinto básico, tiene que alimentarse… ¿cómo le harán los más de 60 millones de mexicanos que viven en pobreza y pobreza extrema para llevarse un alimento a la boca?, ¿cree usted que con el paupérrimo aumento al salario mínimo les alcanzará para desayunar, comer y cenar, además de trasladarse y comprar los materiales que son indispensables en el proceso de enseñanza y aprendizaje? No nos hagamos, las condiciones del país no son las mismas para todos los sectores. Se nos olvida que hay un sector de la población que vive en zonas rurales e indígenas, aunque esto no significa que en las urbanas no haya necesidades.
Por sentido común, si se incrementa el precio de los combustibles se incrementará prácticamente el precio de todo y en todo, incluyendo la comida. ¿Se ha puesto a pensar lo que significa comprar una canasta básica en estos tiempos? Créame, 80 pesos no sirven de mucho.
Considero pues, que demagogia y populismo estamos cansados. Ahí tenemos la aprobación de la reforma educativa, una iniciativa que fue en el mismo paquete de la energética, en algo que se conoce o conoció como “Reformas Estructurales”. Los resultados de la primera se vienen dando, no por la reforma en sí sino por lo que existe o existía sin esa llamada “reforma”, por ejemplo, cuando se demostró que más del 80 por ciento de los maestros evaluados alcanzaron niveles satisfactorios y destacados. ¿Qué paso entonces? Que se evidenció que los docentes hacen su trabajo con conocimiento de causa. Así, sin más ni más: y sin “reformas”.
Por lo que respecta a la “reforma energética”, supongo, en los próximos días ésta será modificada. Es de sabios reconocer los errores y, si no me equivoco, por las decisiones tan apresuradas que se tomaron en este sentido, se aprobó una reforma que no reforma nada.
Finalmente, quiero expresarle a usted, mi siempre apreciable lector que el año pasado me obsequio unos minutos de su tiempo para leer alguna de mis columnas; mis mejores deseos en este 2017. Creo que a pesar de los pesares y los infortunios, en los seres humanos vive ese pedacito de amor que la humanidad requiere para seguir adelante. Enhorabuena y que tenga salud y muchos éxitos.
Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-gasolinazo-y-la-educacion/
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