UNFPA: Diez acciones para un mundo más igual

Octubre de 2017/Fuente: UNFPA

A menos que se haga frente con urgencia a la desigualdad y se empodere a las mujeres más pobres para que puedan tomar decisiones sobre sus propias vidas, los países corren el riesgo de sufrir disturbios y de poner en peligro la paz y sus objetivos de desarrollo, según el Estado de la Población Mundial 2017, publicado hoy por el UNFPA.

Los costos de las desigualdades, incluidas aquellas en el área de la salud y los derechos sexuales y reproductivos, podrían extenderse a los objetivos de la comunidad global en su conjunto, añade el nuevo informe del UNFPA intitulado “Mundos Aparte: La Salud y los Derechos Reproductivos en Tiempos de Desigualdad.”

La falta de provisión de servicios de salud reproductiva para las mujeres más pobres, incluidos aquellos de planificación familiar, puede debilitar economías y sabotear el avance hacia el Objetivo del Desarrollo Sostenible número uno: eliminar la pobreza.

La desigualdad económica refuerza y se ve reforzada por otras desigualdades, incluidas aquellas en el ámbito de la salud de la mujer, en donde sólo unas cuantas privilegiadas pueden controlar su fecundidad y, en consecuencia, pueden desarrollar habilidades, integrarse a la fuerza laboral remunerada y adquirir poder económico.

La ampliación del acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva es solo la mitad de la solución. La otra mitad depende de cómo abordemos las otras dimensiones de la desigualdad de género. Esto nos dará la posibilidad de apoyar a las mujeres pobres a ejercer sus derechos, hacer realidad sus ambiciones y vivir en condiciones de igualdad.

Todos saldremos beneficiados si nos comprometemos a hacer de un ideal esperanzador una realidad universal. Podemos transformar nuestro mundo.

A continuación se presentan 10 acciones para crear un mundo más igual.

Los países pueden hacer más para defender la igualdad de derechos. © Mark Tuschman

1. Cumplir todos los compromisos y obligaciones en materia de derechos humanos acordados en tratados y convenios internacionales.

Estos derechos se citan en la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el Programa de Acción de 1994 de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, así como otros documentos reconocidos de derechos humanos.

El cuidado de la salud sexual y reproductiva es una parte esencial de la atención médica. © UNFPA/Nicolas Axelrod

2. Eliminar las barreras —leyes discriminatorias, normas o deficiencias en los servicios— que impiden a las adolescentes y las jóvenes acceder a la información y los servicios de salud sexual y reproductiva.

Todos los días, 20 000 niñas de menos de 18 años dan a luz en países en desarrollo. Esto equivale a 7,3 millones de partos cada año. Y si se incluyen todas las gestaciones, el número de embarazos en adolescentes es mucho mayor.

La mayoría de las muertes maternas son evitables. © Johan Ordonez/Getty

3. Llegar hasta las mujeres más pobres con servicios esenciales de atención de salud materna y prenatal.

Desde 1990 la mortalidad materna en el mundo se ha reducido en un 45%, lo que supone un logro muy importante. A pesar de ello, casi 800 mujeres siguen muriendo cada día por causas relacionadas con los embarazos o los partos, es decir, aproximadamente una mujer cada dos minutos.

ULos embarazos no deseados tienen un impacto considerable en la salud y el futuro de las mujeres. © UNFPA/Dina Oganova

4. Responder a todas las necesidades de planificación familiar insatisfechas y conceder prioridad a las mujeres que viven en el 40% de los hogares más pobres.

El acceso a una planificación familiar segura y voluntaria es un derecho humano. La planificación familiar es fundamental para la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer y es un factor clave para reducir la pobreza

Sin embargo, cada año, hay 89 millones de embarazos no deseados y 48 millones de abortos en los países en desarrollo.

La seguridad básica de ingresos y los beneficios de maternidad, discapacidad y cuidado infantil podrían ayudar a reducir las desigualdades. © Noriko Hayashi/Panos

5. Prestar un servicio de protección social universal que ofrezca seguridad de los ingresos básicos y cubra los servicios esenciales, incluidas las asistencias y prestaciones relacionadas con la maternidad.

Una forma de abordar las desigualdades es de proporcionar protección social universal. Con el objetivo de poner fin a la espiral descendente de la desigualdad, necesitamos un proyecto de sociedades inclusivas y prosperidad compartida que se fundamente en los principios de los derechos humanos y con el sustento de recursos adicionales y dirigidos a metas concretas.

El cuidado infantil y otros servicios pueden ayudar a las mujeres a mantenerse en la fuerza de trabajo. © UBELONG

6. Impulsar los servicios que permiten a las mujeres incorporarse o permanecer en la fuerza de trabajo remunerada, como los de cuidado del niño.

Las normas que potencian la desigualdad por razón de género no solo influyen en la posibilidad de que una mujer se incorpore o no a la fuerza de trabajo, además podrían dictar a qué tipos de trabajo puede optar, determinar el monto de su remuneración e impedir su progreso en el lugar de trabajo. Los países cuyas normas priorizan el empleo de los hombres frente al de las mujeres presentan las desigualdades de género más marcadas en la población ocupada.

Invierta en capital humano, como la educación y la atención de la salud. © Froi Rivera

7. Adoptar políticas progresivas encaminadas a acelerar el aumento de los ingresos entre el 40% más pobre de la población, a través de, por ejemplo, la intensificación de las inversiones en el capital humano de las niñas y las mujeres.

Para acabar con la pobreza extrema, el 40% más pobre de las personas debe ver un crecimiento de ingresos más rápido. Esto requiere importantes inversiones en su capital humano.

Mejorar el acceso y la calidad de la educación y los servicios de salud, en particular para las niñas y mujeres jóvenes marginadas, es un paso importante hacia este objetivo.

La educación de las niñas es esencial. © Mark Tuschman

8. Eliminar los obstáculos económicos, sociales y geográficos que impiden elacceso de las niñas a la educación secundaria y terciaria y su participación encursos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Cuando una niña no está escolarizada, pierde la oportunidad de adquirir los conocimientos y capacidades que podrían permitirle desarrollar todo su potencial más adelante.

Además, al no asistir a la escuela, es posible que no reciba la educación integral de la sexualidad y la capacitación en habilidades para la vida que facilitan el aprendizaje sobre el cuerpo y las relaciones de poder y de género. En la escuela, puede adquirir además competencias en materia de comunicación y negociación que, de no tener, la situarían en mayor desventaja al atravesar la adolescencia y llegar a la edad adulta.

Muchas personas pobres en el mundo trabajan de manera informal, con menos salarios y pocas protecciones. © Alfredo Caliz/Panos

9. Acelerar la transición del trabajo no estructurado al trabajo formal decente —con énfasis en los sectores que concentran la mayoría de las trabajadoras pobres—, y permitir el acceso de las mujeres a los servicios de crédito y la propiedad.

Las estadísticas sobre las tasas de participación en la fuerza de trabajo general enmascaran desigualdades considerables en relación con los tipos de trabajo que las mujeres y los hombres emprenden y los riesgos económicos que afectan a algunas categorías de trabajadores.

En comparación con los hombres, cuando las mujeres se incorporan al mercado de trabajo, lo hacen principalmente en empresas familiares y en menor proporción en empleos asalariados o remunerados.

Las desigualdades no siempre se entienden o se tienen en cuenta en la política pública. © Tommy Trenchard/Panos

10. Trabajar en pos de la medición de todas las dimensiones de la igualdad y del modo en que influyen unas sobre otras, y fortalecer los vínculos entre los datos y las políticas públicas.

Las leyes pueden reflejar o reforzar las normas o actitudes discriminatorias que bloquean el acceso de las mujeres a la fuerza de trabajo o reducen sus ingresos en relación con los de los hombres. Según el Banco Mundial, en 18 países los hombres pueden impedir legalmente a sus mujeres que trabajen fuera del hogar. Las leyes de algunos países restringen el acceso de las mujeres a los servicios bancarios y de crédito, lo que puede socavar su potencial de obtener ingresos.

Fuente: https://www.unfpa.org/es/news/diez-acciones-para-un-mundo-m%C3%A1s-igual

 

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El desarrollo social inclusivo

24 de febrero de 2017/Fuente: UNESCO

El desarrollo social provoca mejoras en el bienestar y la igualdad entre los seres humanos y es compatible con la democracia y la justicia. La educación es un potente factor posibilitador y un aspecto clave del desarrollo social. Es fundamental para conseguir que las gentes puedan llevar vidas saludables y mejorar las vidas de sus hijos. Puede impulsar
la igualdad de género al empoderar a las poblaciones vulnerables, formadas mayoritariamente por niñas y mujeres.

La educación está interrelacionada con otros sectores, lo mismo que la salud, la nutrición, el agua y las fuentes de energía son esenciales para la educación. La salud de los niños determina su capacidad para aprender, la infraestructura de salud puede utilizarse para dispensar enseñanza, y para que el sector educativo funcione es indispensable que los docentes estén en buen estado de salud.

A fin de cuentas, para afrontar los desafíos multidimensionales de la pobreza hace falta un enfoque holístico del desarrollo humano.

EL DESARROLLO SOCIAL INCLUSIVO ES ESENCIAL PARA QUE HAYA FUTUROS SOSTENIBLES PARA TODOS

El desarrollo social inclusivo exige la prestación universal de servicios esenciales como la educación, la salud, el agua, el saneamiento, la energía, la vivienda y el transporte, cosa que está muy lejos de ser el caso en la actualidad. Aunque se ha progresado, también sigue sin alcanzarse la verdadera igualdad de género en la mayoría de los países; por ejemplo, las mujeres realizan por lo menos el doble de trabajo no remunerado que los hombres y a menudo trabajan en el sector informal de la economía.

Las mujeres realizan por lo menos el doble de trabajo no remunerado que los hombres.

El desarrollo social inclusivo exige atajar las arraigadas marginación y discriminación en contra de las mujeres, las personas con discapacidad, las poblaciones indígenas, las minorías étnicas y lingüísticas, las poblaciones refugiadas y desplazadas, entre otros grupos vulnerables. Para cambiar normas discriminatorias y empoderar a las mujeres y los hombres, se pueden mejorar la educación y los conocimientos que transmite a fin de influir en los valores y las actitudes.

Muchos grupos se encuentran marginados por lo que hace al acceso a la educación y la calidad de esta, entre ellos, minorías raciales, étnicas y lingüísticas, personas con discapacidad, pastores, habitantes de villas miseria, niños con VIH y niños y huérfanos ‘no inscritos’. A las diferencias de ingresos, lugar en que se vive, etnia y género se deben las pautas de marginación educativa que existen dentro de los países. La pobreza es de lejos el mayor obstáculo a la educación. Entre las personas de 20 a 24 años de edad de 101 países de ingresos bajos y medios, las más pobres tienen en promedio cinco años de estudios escolares menos que las más ricas; la diferencia es de 2,6 años entre los habitantes de zonas urbanas y los de zonas rurales y de 1,1 año entre las mujeres y los hombres.

Estos factores a menudo se superponen. Por ejemplo, las mujeres de procedencias pobres, marginadas étnica o espacialmente, muchas veces salen peor paradas que sus homólogos varones. En la mayoría de los países, menos de la mitad de las mujeres pobres de las zonas rurales poseen rudimentos de lectura, escritura y aritmética. En países como Afganistán, Benin, Chad, Etiopía, Guinea, Pakistán y Sudán del Sur, donde las disparidades son extremas, las jóvenes más pobres han cursado menos de un solo año de estudios escolares.

LA EDUCACIÓN MEJORA LOS RESULTADOS DEL DESARROLLO SOCIAL

La educación puede mejorar los resultados del desarrollo social en toda una serie de ámbitos, singularmente en la salud y la condición social de la mujer. Proporciona competencias y conocimientos específicos sobre salud y nutrición, cambiando el comportamiento de maneras que mejoran el estado de salud. En la India, Indonesia, el Paraguay y la República Unida de Tanzania, los pacientes pobres y menos instruidos tenían acceso a doctores menos competentes.

Las intervenciones que se llevan a cabo en las escuelas, como las comidas y las campañas de salud, pueden repercutir de modo inmediato en la salud. A la inversa, la provisión de comidas en las escuelas puede aumentar la asistencia a ellas. En las zonas rurales del norte de Burkina Faso, los almuerzos diarios en las escuelas y el reparto de raciones para llevarse a casa aumentaron la matriculación femenina de cinco a seis puntos porcentuales al cabo de un año.

Cuatro años más de estudios escolares en Nigeria reducen las tasas de fertilidad en un nacimiento por muchacha.

Las intervenciones que se llevan a cabo en las escuelas pueden proporcionar información sobre la salud y dar lugar a un cambio de comportamiento. Muchas intervenciones en las escuelas relativas al agua, el saneamiento y la higiene mejoran la salud y la equidad económica y de género. En Finlandia, se considera que las comidas en los establecimientos escolares son una inversión en aprendizaje y una manera de enseñar hábitos alimenticios duraderos y de promover la conciencia de que hay que elegir los alimentos que se toman.

Las personas y las sociedades salen beneficiadas cuando las niñas y las mujeres reciben una mejor educación de calidad. La educación amplía las oportunidades laborales de las mujeres. La alfabetización ayuda a las mujeres a tener acceso a información sobre sus derechos sociales y jurídicos y los servicios de asistencia social. La educación puede incrementar la participación de las mujeres en la política al dotarles de competencias que les permitan intervenir en procesos democráticos. Los bajos niveles de instrucción son un importante factor de riesgo en los casos de violencia perpetrada por allegados.

Las madres con mayor instrucción son más capaces de alimentar bien a sus hijos y de mantenerlos en buena salud. La educación de las madres también tiene poderosos efectos intergeneracionales, pues modifica las preferencias de las familias y las normas sociales. Se ha calculado que cuatro años más de estudios escolares en Nigeria reducen las tasas de fertilidad en un nacimiento por muchacha. La educación de breve duración que da apoyo a madres de niños pequeños puede influir enormemente en su salud y su nutrición. La educación no formal selectiva puede ser eficaz para ayudar a las mujeres a planificar su descendencia.

La educación puede disminuir la mortalidad materna. Aumentar la educación femenina de cero a un año evitaría 174 fallecimientos de madres por cada 100.000 nacimientos.

EL DESARROLLO SOCIAL INFLUYE EN LA EDUCACIÓN

Igual que la educación tiene efectos positivos en el desarrollo social, este influye en la educación, positivamente o cuando no es inclusivo negativamente. La salud y la nutrición son una base de los sistemas educativos: condicionan la capacidad de los niños para asistir a clase y aprender y la capacidad de sus familias para darles apoyo. En Kenya, las niñas a las que se dispensó un tratamiento vermífugo tenían un 25% más de probabilidades de aprobar el examen nacional de final de la enseñanza primaria. Las condiciones de vida en la primera infancia sientan las bases del aprendizaje. El acceso de los profesores a atención de salud de calidad salud puede disminuir el ausentismo y las bajas por ’desgaste’.

El acceso a agua, saneamiento, higiene y energía tiene una influencia positiva en la educación. En Ghana, la reducción a la mitad del tiempo dedicado a acarrear agua aumentó la asistencia a la escuela de las niñas y muchachas, especialmente en las zonas rurales. En el Perú rural, paralelamente a que la cantidad de hogares con acceso a electricidad aumentase del 7,7% en 1993 al 70% en 2013, el tiempo de estudio de los niños aumentó en 93 minutos al día.

HACEN FALTA INTERVENCIONES SOCIALES Y EDUCATIVAS INTEGRADAS

El avance de la paridad de género en la enseñanza escolar no se ha plasmado sistemáticamente en igualdad de género. Por ejemplo, en países asiáticos como el Japón y la República de Corea, en los que ha aumentado la escolarización femenina, la participación en ella de las trabajadoras sigue siendo reducida a pesar de la demanda de mano de obra
instruida que existe a causa del envejecimiento de la fuerza de trabajo. De modo similar, es imposible que haya un cambio sostenido de comportamientos en materia de salud si solo se llevan a cabo intervenciones en el campo de la educación.

Estas pautas ponen de relieve la necesidad de intervenciones y políticas más amplias que integren la educación con acciones como cambios en la legislación o políticas relativas a la mano de obra. Los programas de protección social que buscan reducir el riesgo y la vulnerabilidad –las pensiones, las transferencias de efectivo y la microfinanciación, por ejemplo– pueden dar resultados en muchos ámbitos, desde disminuir la pobreza a mejorar el acceso a la educación. Por ejemplo, unas políticas favorables a las familias y disposiciones sobre el trabajo flexible pueden alentar la participación constante de las mujeres en la población activa.

Puede ser eficaz afrontar los sesgos sexuales arraigados hondamente por medio de programas que reúnan a los hombres y las mujeres. En el Brasil, el Programa H comprende sesiones de educación en grupo, campañas encabezadas por jóvenes y activismo encaminados a transformar los estereotipos de género entre los jóvenes; lo han adoptado más de 20 países.

Fuente: http://gem-report-2016.unesco.org/es/chapter/las-gentes-el-desarrollo-social-inclusivo/

Imagen: https://pbs.twimg.com/media/C5RDsZMW8AAOIhx.jpg

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