Con la publicación del Calendario Escolar para el ciclo escolar 2022-2023 en el Diario Oficial de la Federación (DOF), aplicable para la educación básica y normal de nuestro país, la Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer el pasado 3 de junio, la organización de las actividades escolares y los tiempos que se destinarán para su desarrollo en cada una de las escuelas de todo el territorio mexicano.
Nada nuevo bajo el sol porque, como ya es costumbre en este gobierno, la “filtración” que hace días se realizó en las redes sociales, por quién sabe quién, aunque ya se sabe que la misma SEP lo hizo, le permitió valorar las reacciones de los diversos actores educativos y no educativos que pudieron conocerlo. De hecho, el que se haya “filtrado”, dio pauta que pudiera escribir un artículo denominado “El calendario escolar, entre la administración y lo vivido” – mismo que puede ser encontrado en la internet – y en el que se podrá observar, un breve recorrido histórico de su implementación a través del tiempo y, desde luego, fijar una serie de reflexiones que permitieran propiciar un análisis para quien haya tenido la oportunidad de leerlo. En fin, en lo sucesivo, me referiré al calendario para educación básica.
190 días efectivos de clase (sea lo que eso signifique para la SEP) iniciando el 29 de agosto de 2022 y concluyendo el 26 de julio de 2023; 3 talleres intensivos de formación continua para docentes sobre los nuevos planes y programas de estudio; 1 Taller intensivo con presencia de alumnos; 13 sesiones de Consejo Técnico Escolar y de taller intensivo de formación continua para docentes sobre los nuevos planes y programas de estudio; 2 periodos vacacionales, en diciembre 2022 y abril 2023; 2 días de descarga administrativa; 3 periodos de entrega de evaluaciones y 8 suspensiones de labores son, a grosso modo, los tiempos y actividades escolares que se fijaron en dicho calendario escolar 2022-2023.
Lamentablemente la SEP, perdió la enorme oportunidad de marcar una diferencia con relación a otras administraciones y otros gobiernos; esto, porque si analizamos con detenimiento algunos de los elementos que lo integran, observaremos que no se superó el esquema que, por ejemplo, con el peñanietismo se vivió en su momento. Veamos.
El programar 4 talleres intensivos (uno con alumnos) sobre los nuevos planes de estudio que entrarán en vigor en 2023, fue el mismo mecanismo que se empleó durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y, cuya intención, fue la de capacitar al magisterio para que conociera y operara el denominado Nuevo Modelo Educativo y, desde luego, los Aprendizajes Clave para la Educación Integral; en ese entonces, como siempre ha sido, se concibió al docente como un técnico que necesitaba ser capacitado para que pudiera reproducir lo que desde el centro se había determinado. Hoy día, aunque el concepto de formación se ha incluido en el calendario escolar, no deja de llamar la atención el que se refiera que dicha formación versará sobre los nuevos planes de estudio, entonces, ¿solo cambió de nominación tal esquema “formativo” propuesto por la SEP?, ¿por qué limitar la formación a un simple plan de estudios?, ¿por qué no ampliar la mirada hacia otros referentes que pudieran dotar a la maestra o el maestro, de elementos que le permitieran abordar el plan desde sus saberes y conocimientos y no desde lo que ha determinado el centro? Tal parece que la propia Secretaría no entendió que este proceso formativo tendría que ir más allá de una llana capacitación o formación docente sobre dicho plan. Una oportunidad que, por donde quiera que se mire, es perdida.
Ahora bien, sobre el involucramiento de alumnos en alguno de estos talleres tendrá como propósito ¿observar, analizar, reflexionar, valorar y reorganizar el quehacer docente en el aula después de la “formación” recibida?, ¿se propondrá un ejercicio conocido pero olvidado en el medio como lo son las clases muestra?, ¿por qué no se involucró en estos talleres a los padres de familia pues, como se sabe, el centro ya no será la escuela sino la comunidad-territorio?, ¿de nueva cuenta se sobre responsabiliza al docente y se excluye, por así decirlo, al padre de familia de este proceso? En fin. Supongo que las propias autoridades irán dando respuesta a éstas y otras interrogantes “filtrando” en las redes sociales algunos documentos.
Pero, si esto no fuera suficiente, 13 Consejos Técnicos y de formación continua se desarrollarán en todo el ciclo escolar, ¿y los programas escolares de mejora continua se diluyeran restándole importancia a la gestión escolar que forma parte de eso que se ha denominado excelencia educativa en este gobierno?, ¿por fin se dejarán de ver los videos de los Secretarios de Educación para que los mismos colectivos docentes propongan su agenda de trabajo?, ¿cada colectivo docente propondrá su propio Consejo Técnico?, ¿quiénes y de qué manera se dará ese proceso formativo con relación al nuevo plan de estudio?
Sobre los días de descarga administrativa, nada más uno no acaba de entender el motivo, razón o circunstancia, por la que eliminaron un día para este propósito cuando, en su momento, el ex Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, con bombo y platillo anunció que por fin las maestras y maestros tendrían estos días de descarga para que pudieran calificar exámenes y descargaran las calificaciones en el sistema. ¿Acaso no este mismo ex Secretario aseguró que ésta había sido una demanda muy sentida en los foros de consulta que a lo largo y ancho del país se desarrollaron para lograr un gran acuerdo educativo nacional?, ¿esta es la forma en la que se escucha y se atiende la voz del magisterio en este gobierno?
Finalmente, sobre el tema de los periodos vacacionales o de receso escolar, queda claro que, para la SEP, más días efectivos de “clase” asegura mayores y mejores aprendizajes de los estudiantes; sin embargo, no estaría de más pugnar por superar este principio pues, hay quienes afirmar que no es cantidad sino calidad lo que se requiere para que los alumnos aprendan; pienso que no se trata de un tema de cantidad o calidad, sino de procesos que permitan que la maestra o el maestro realice su función pedagógica y didáctica dentro del aula y la escuela, en lugar de “atibórralos” de una carga administrativa absurda y sin sentido que, mayormente, termina en anaqueles, archiveros o, de plano, en el bote de la basura.
¿Acaso con el nuevo plan de estudios se superará este esquema centralista y autoritario que ha permeado hasta los huesos el Sistema Educativo Mexicano donde lo administrativo ha superado por mucho lo pedagógico y didáctico?, ¿acaso la SEP modificará su esquema vertical para dar paso a una horizontalidad que favorezca lo didáctico-pedagógico y no lo administrativo?, ¿por fin la SEP será empática y sensible para considerar al docente como un profesional de la educación y ser humano que requiere de apoyos formativos, psicológicos, terapéuticos, económicos y otros, pero también, días de descanso?, ¿podrá la SEP, de una buena vez por todas, propiciar una estrategia para involucrar a los padres de familia en este proceso educativo y formativo?
Con lo visto en este calendario escolar, creo que no, porque no se vislumbra nada de eso. En verdad, espero equivocarme.
Al tiempo.
Carro, A. (2022). El calendario escolar, entre la administración y lo vivido. Profelandia.com. https://profelandia.com/el-calendario-escolar-2022-2023-entre-la-administracion-y-lo-vivido/
Fuente de la información: https://profelandia.com