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¿Por qué a Colombia le fue tan mal en las pruebas Pisa?

elcolombiano.com / 28-12-2019

Si bien Colombia ha presentado una mejoría en algunos aspectos de las pruebas PISA, desde que su implementación en el país en el 2006, aún es leve con respecto a otros países de la región.

En esta prueba, que se realiza cada tres años, Colombia fue el país perteneciente a la OCDE con menor puntaje, obteniendo el puesto 58 entre 73 países participantes.

En la sección correspondiente a lectura, el puntaje bajó de 425 puntos en el 2015 a 412 en el 2018; en cuanto a las competencias en matemáticas, se subió un punto pasando de 390 en 2015 a 391 en 2018; y en el último examen, que evalúa ciencias, los resultados bajaron, pasando de 416 en el 2015 a 413 puntos en el 2018.

Capacitación de maestros

Nelson Alarcón, presidente de Fecode, afirma que es necesario hacer una valoración completa de la situación del país en términos de educación, partiendo del hecho de que hay que tener en cuenta qué tanto se ha invertido del producto interno bruto en este aspecto. Incluso argumentó que, precisamente, ese es uno de los motivos del paro nacional.

“Colombia es el país con menor inversión de recursos para educación, por eso estamos en las calles, porque aquí el Gobierno Nacional debe invertir más recursos para la alimentación y transporte escolar, conectividad, material didáctico. Hay que evidenciar las falencias de infraestructura que sufren nuestros jóvenes”, enfatizó Alarcón al analizar las razones de que los resultados de las pruebas Pisa hayan sido tan bajos.

Además, Alarcón señaló que la capacitación al sector educativo es fundamental en el proceso de mejoramiento en Colombia.

“Para la preparación de un docente con respecto a doctorado o maestría, debemos como organización, sacar 60 a 120 millones de pesos de nuestros recursos con esfuerzos adicionales”.

Aquí: Las notas a la educación dejan pendientes y desafíos al país

¿En quién recae la responsabilidad?

Julián de Zubiría, consultor en educación y director del Instituto Alberto Merani, recalcó que los resultados obtenidos son bastante preocupantes, lo cual se traduce en un grave retroceso en el desarrollo educativo del país.

“Son varios los problemas: carecemos de política de Estado en educación, no tenemos educación inicial pública de calidad, tenemos sistemas de formación de docentes muy tradicionales y atrasados y tenemos un currículo totalmente fragmentado y descontextualizado”, destacó de Zubiría.

Ante un sistema que no muestra preocupación por la calidad educativa, se han dejado de crear políticas educativas de Estado, enfocadas en las necesidades de los estudiantes en las instituciones.

“Perdimos lo poco que habíamos avanzado. Cerca del 70%, prácticamente no entiende ninguna de las ideas que han visto en los nueve años anteriores. Para alcanzar el nivel de Chile, demoraríamos 28 años con la condición de que ellos no avancen y eso no va a pasar”, señaló.

Además de esto, según de Zubiría, el modelo educativo colombiano no se centra en combinar saberes transversales en todos los aspectos de la vida, sino que solo se limita a impartir información para obedecer y memorizar.

Puede leer: Colombia, con la peor nota de la Ocde en pruebas Pisa

Fallos en la cobertura

De acuerdo con Edna Bonilla, profesora de la Universidad Nacional, uno de los problemas educativos es la falta de cobertura en educación básica y media, especialmente en las zonas apartadas de Colombia.

“En el 2018, 732.090 estudiantes no pudieron ingresar a pre-jardín, 676.660 a jardín y 114.518 a transición. En total, 1’523.286 niños se quedaron sin acceso a la educación. Este hecho crea una curva de aprendizaje menor para los niños que comienzan su formación a edades más tardías”, explicó.

Falta de hábitos de lectura

Por su parte, Francisco Cajiao, exrector de las universidades Pedagógica y Distrital, afirma que los factores culturales y familiares influyen en el hecho de que un niño tenga o no el hábito de leer.

“Si el niño está en un entorno en el que la familia no lee, él no lo va a ser en comparación con quien sí ha visto a su familia leer. Por eso, las instituciones requieren fortalecer este hábito a través de las bibliotecas, para que los estudiantes no solo lo vean como algo necesario sino también como una actividad placentera”, enfatizó.

¿Se requiere un nuevo modelo educativo?

Cajiao señala que los maestros necesitan tener una formación mucho más integrales, y que no tengan tanto énfasis en una sola asignatura, así podrá relacionar saberes con situaciones cotidianas de forma más dinámica.

“Lo que se ha hecho en otros países es disminuir la cantidad de asignaturas que ven los estudiantes. Esto con el fin de que aprendan cosas que sean de su interés realizando proyectos realizados por iniciativa propia” indicó Cajiao.

Para de Zubiría, adoptar el Plan Decenal 2017-2026 es fundamental, puesto que ya se había analizado previamente los problemas existentes y ya se había planteado diversas estrategias para mejorar la calidad de la educación.

“Necesitamos una profunda transformación pedagógica que establezca que la prioridad de la educación no es transmitir informaciones, sino desarrollar mejores seres humanos, con competencias ciudadanas, con pensamiento y con lectura crítica. Es un poco más fácil de lo que parece, pero falta lo esencial: la decisión política”, destacó.

 

 

El enlace original es:

https://www.elcolombiano.com/colombia/educacion/por-que-a-colombia-le-fue-tan-mal-en-las-pruebas-pisa-de-la-ocde-JC12105480

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Uruguay: La directora general de Secundaria opinó sobre los cambios en la educación que trae el nuevo gobierno

educacion.ladiaria.com /28-12-2019

Ana Olivera dejará el cargo luego de casi dos años de gestión; habla de lo que quedó por hacer y los logros obtenidos en equipo.

Ana Olivera tomó las riendas del Consejo de Educación Secundaria (CES) el 3 de mayo de 2018, a mitad del período de esta administración. Cuando cambien las autoridades, en marzo, habrá estado casi dos años en la Dirección General, y en diálogo con la diaria repasó lo que fue su liderazgo hasta ahora, lo que pudo hacer y lo quedó en el debe. Destacó el trabajo en equipo con los otros consejeros que gobiernan la educación media y con el resto de los miembros del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). La profesora de Historia e inspectora regional en el norte del país habló sobre los conflictos del año, su relación con los gremios y sobre el comienzo de clases 2020.

Llegó con muchas políticas ya encaminadas por su antecesora, Celsa Puente, a la que se le pidió la renuncia. Algunas iniciativas, como el nuevo diseño curricular, ya estaban empezadas, y su dirección terminó de darle el impulso necesario. En su despacho de la calle Rincón, rodeada del equipo de la Secretaría General, habló sobre el cierre de esta etapa y opinó sobre los posibles cambios que traerá a la dirección de Secundaria la nueva administración del gobierno de Luis Lacalle Pou.

¿Qué expectativas tenías para arrancar y cómo las ves ahora que estás cerrando el mandato?

Muy bien. Creo que en educación los cambios siempre son costosos, hay que lograr cambios en la cultura, y en este sentido creo que sí hubo cambios. Mis expectativas están ampliamente satisfechas; no pensé trabajar tan acompañada, lo digo realmente. Se logró un trabajo muy bueno con los equipos docentes en dependencias centrales del CES, inspectores, directores, la ATD [Asamblea Técnico Docente], Fenapes [Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria], los consejeros mismos –con Isabel Jaureguy trabajábamos muy bien, al igual que con Carlos Rivero–. Eso nos hace bien como sistema.

Trabajamos muy bien con el asesor jurídico, con las contadoras y economistas, con el área de informática, también, porque concretamos el sistema de liquidación de sueldos.

¿Qué quedó en el debe?

A nivel personal, uno quisiera que los cambios fueran más rápidos, que hubiera mayores socios, que los cambios en cuanto a los diseños curriculares, a las políticas de evaluación o al rezago sean más fáciles. Tenía algunas expectativas con respecto a la retención en los liceos nocturnos que creo que no se ha dado, pero también se han hecho algunas acciones tendientes a que el derecho a la educación esté garantizado.

Más que cosas que quedan en el debe, son deseos. Me gustaría que la promoción fuera más alta, que de alguna manera los programas de exploración pedagógica que tenemos a nivel de país bajaran a algunos territorios en concreto.

Hay otros programas que me hubiera gustado potenciar más –como el de educación en cárceles, que ha sido muy bueno– pero precisan más recursos, al igual que programa Cer [Centro de recursos para alumnos ciegos y con baja visión], que es muy bueno pero exige una inversión económica importante, porque es uno a uno. Siempre hay mucha demanda de los programas más sensibles; desde siempre lo más barato es tener una sola persona dándoles clase a 300, pero ese no es el panorama que tenemos hoy.

¿Qué resaltarías como logro?

Han sido un poco las líneas generales del Codicen, que se han trabajado muy bien en educación media básica, en conjunto con el Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP-UTU). Trabajar entre sistemas fue muy bueno, fueron muy buenos el acercamiento y la interrelación permanentes, incluso hablando de recursos humanos más allá del CETP, con los otros consejos descentralizados. También tuvimos un buen relacionamiento con los sindicatos y con los administrativos, porque hicimos una política de concursos y de ascensos, se logró reestructurar la carrera administrativa trabajando con ellos, se efectivizaron adscriptos, ayudantes preparadores, docentes egresados de las más diversas asignaturas. Eso fue muy gratificante.

Por dos años

¿Cómo se proyecta el comienzo de clases 2020?

Nosotros pusimos una fecha y según ese calendario viene todo bien. Esperamos que se sigan llenando las horas, estamos trabajando en espejo con los resultados de los concursos del Consejo de Formación en Educación (CFE), así que esperemos que sea todo normal, que en febrero queden algunos interinos y tal vez algunas apoyaturas o tutorías para bachillerato.

La Sala Nacional de Directores me pidió la primera semana de marzo para hacer salas docentes con los nuevos directores y los distintos profesores que habían elegido allí, por eso planteamos el 9 de marzo como comienzo de ciclo básico y el 16 de marzo de bachillerato, pero si el Codicen decide que sea el 2 de marzo, nos vamos a ajustar.

Este año volvió a hablarse el tema de la elección de horas por dos años, para consolidar a los docentes en los centros con sus proyectos. ¿Eso en qué quedó?

A mí me parece muy buena idea, pero por ahora no hay nada por escrito. Como inspectora siempre estuve en la comisión de elección de horas por más de un año, porque en realidad tengo la experiencia de que 78% de los profesores de los grados más altos siempre eligen lo mismo.

¿Se debería impulsar ese camino?

Hay que trabajarlo con los distintos actores, pero me parece viable. También creo que puede ser optativo; que algunos elijan la radicación y se queden dos años con el mismo paquete de horas, porque les sirve, y otros no, porque prefieren moverse, ya que están en ese liceo coyunturalmente.

¿Por qué creés que eso todavía no pasa?

Porque hay que plantearlo con fuerza, con voluntad política de cambio.

¿Y eso no es voluntad política de tu gestión?

Bueno, es que no podíamos atacar todo a la vez. Nosotros elegimos una línea de consolidar la carrera de los administrativos, de los docentes, la relación con los otros sistemas, y cuando vimos que por este camino ya habían transitado otras directoras generales y habían quedado en la mitad, no insistimos.

Hay que entender, también, que este cambio es bueno si hay un diseño curricular acorde; no nos quedemos en algunas cuestiones que sólo son de organización y no cambian el cerno. A mí me interesa que el docente construya en los centros educativos por medio de una política educativa que tenga definida la intencionalidad de tratar la educación en clave de derechos, atendiendo a esta demanda social de los estudiantes, porque en la enseñanza media son todos los más vulnerables por el tramo etario: el adolescente adolece.

Próximamente

Estás ocupando la Dirección General, que es la única figura que va a quedar en el gobierno de Secundaria, según los planes del próximo gobierno. ¿Cómo te parece que va a funcionar eso?

Hay que ver cómo se instrumenta. No por ser un órgano colegiado significa que los tres hacemos todo, nos repartimos tareas: [el consejero Javier] Landoni es muy eficiente en infraestructura, tiene un relacionamiento con los departamentos de arquitectura muy grande, visita mucho el sur y yo visito más el norte, siempre nos dividimos los trabajos.

¿Creés que la concentración en una sola persona podría generar problemas? Ya no se podría dividir tanto las tareas.

No es la concentración en una persona, hay que ver las competencias que va a tener ese rol. Han dicho que se diluye la toma de responsabilidad, pero no creo que pase porque consejo sea colegiado; al revés, hemos sido muy ejecutivos sin que que se diluya la responsabilidad en el Codicen. Los directores generales vamos todos los miércoles de tarde y es allí donde estamos en contacto con la organización, la implementación de políticas educativas de cada uno de los subsistemas y la discusión que tienen los consejeros del Codicen. De todas formas, supongo que si lo implementan así debe ser porque tienen evidencia de que se ha diluido.

Uno de los cambios será que los directores generales pasen a tener voz y voto en el Codicen.

Nosotros somos interpelados por el Codicen una vez por semana, y tenemos el momento de dar nuestros previos y novedades. Si tuviéramos voz y voto significaría que tendríamos más responsabilidad en un sentido muy amplio, por ejemplo, me cuesta imaginarme involucrada con la totalidad de los problemas del CFE, del CETP o de Primaria. Si me preguntan hoy, sin saber cómo se va a implementar, diría a priori que me parece más engorroso.

¿Creés que un órgano colegiado como el de ahora hace que la toma de decisiones sea más lenta?

No, para nada. Secundaria es muy grande; creo que un colegiado lo ha hecho más ejecutivo, pero es una opinión personal, no sé cómo se plantea la nueva gobernanza. También cuando empezó la descentralización decían que los inspectores regionales éramos como monarcas en el territorio. Yo nunca me consideré monarca y siempre trabajé en colectivo; entonces, no se sabe qué va a pasar.

Laicidad al Parlamento

Ana Olivera y el equipo de dirección del CES fueron citados a la Cámara de Diputados el 9 de diciembre por la Comisión de Educación, que les pidió respuestas sobre la carta firmada por el cuerpo de inspectores del CES en apoyo a la candidatura de Daniel Martínez a la presidencia. La presidenta de la comisión, Graciela Bianchi, mostró su preocupación por la situación, ante lo que Olivera respondió que se inició una investigación administrativa luego de que el consejero del Codicen Óscar Pedrozo presentara formalmente la denuncia, ya que antes “no se podía actuar de oficio por comentarios en las redes sociales”, explicó la directora general. Ahora la investigación para determinar si hubo una conducta que violara la normativa está en las divisiones de jurídica del CES y del Codicen. Según adelantó Olivera, esperarán el resultado de los informes para actuar, y aunque no son vinculantes se tomarán en cuenta para decidir si corresponde o no una sanción.
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ODS4 y educación para el desarrollo sostenible: ¿Por qué debemos celebrar un aparente fracaso?

Antonia Wulff

El grupo de expertos a cargo de los indicadores del ODS rechazó el indicador de medición propuesto para la meta 4.7 sobre educación para el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la ciudadanía global. Un giro drástico en la serie de ODS, pero ¿es en realidad tan desastroso como parece? ¿Y qué implica esto en la práctica?

La meta 4.7 representa una meta emblemática del objetivo de la educación, que promete proporcionarnos las bases necesarias para construir el mundo que queremos y lograr la sostenbilidad del desarrollo:

4.7 Para 2030, garantizar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y la adopción de estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad entre los géneros, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al desarrollo sostenible, entre otros medios.

También es la meta de la que The Economist se burló en 2015, usándola como ejemplo de la imposibilidad de medir los ODS. Pero su indicador mundial de seguimiento es bueno –de hecho es uno de mis indicadores favoritos en el marco del ODS4— porque abarca las diferentes piezas que deben existir para que puedan disfrutarse universalmente la educación para el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la ciudadanía global:

4.7.1 Medida en que: i) la educación para la ciudadanía mundial y ii) la educación para el desarrollo sostenible, incluidos la igualdad de género y los derechos humanos, se generalizan a todos los niveles en: a) las políticas educativas nacionales; b) los planes de estudios; c) la formación del profesorado y d) la evaluación de los estudiantes

Los problemas radican en la metodología y, de hecho, lo que ha rechazo el IAEG-SDGs, el grupo interinstitucional y de expertos a cargo de los indicadores, es la metodología propuesta y no el indicador en sí mismo. La presentación de informes se basa en la Recomendación de la UNESCO de 1974 sobre la Educación para la Comprensión, la Cooperación y la Paz Internacionales y la Educación relativa a los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales. Muchos Estados miembros ya informan sobre los progresos logrados cada cuatro años y el cuestionario se ha actualizado con el fin de incluir todo el alcance de la meta 4.7.

Este es un buen punto de partida, pero hay un par de problemas fundamentales. A la Internacional de la Educación le preocupa la lentitud de los progresos con respecto a indicadores clave y, lo que es más importante, la gran diferencia de tiempo, esfuerzo y recursos que se invierten en el desarrollo de los indicadores 4.7, en comparación con los resultados del aprendizaje previstos en la meta 4.1. Estamos impacientes por avanzar, pero la metodología propuesta 4.7 no ha conseguido lo que necesitábamos que hiciera.

En primer lugar, no hay claridad conceptual, ni informes separados sobre los diferentes aspectos de 4.7 –desarrollo sostenible, derechos humanos, igualdad de género, paz y no violencia, ciudadanía global— lo que significa que resulta difícil identificar en qué áreas se ha progresado y cuáles requieren más atención. Puede constatarse una amplia integración de la educación ambiental, pero no haberse progresado nada en materia de igualdad de género. Esto limita la utilidad del indicador para el seguimiento y la elaboración de políticas.

En segundo lugar, la autoevaluación es engañosa, sobre todo cuando se refiere a los valores. Se podría decir que esta forma de presentación de informes anima a los países a presentar una imagen más halagadora de sus sistemas; de hecho, así parece ser el caso en el informe de 2017 sobre la recomendación de 1974, en el que el 97,5% de los países dijeron que han reflejado parcial o totalmente los principios de la recomendación en sus políticas y marcos de educación. Por lo tanto, sería importante pedir a los países que presenten documentación que apoyen sus afirmaciones.

En tercer lugar, se utiliza una escala relativa en la presentación de informes, y los países se clasifican en tres grupos: grandes progresos, progresos en curso y más margen para el progreso, pero su puntuación puede depender más de los demás países participantes que de las medidas políticas adoptadas. Los informes relativos también dificultan la evaluación del progreso a lo largo del tiempo.

Este fue uno de los problemas destacados por los Estados miembros en los grupos de trabajo del IAEG-SDG cuando decidieron devolver dicho indicador para un mayor desarrollo. También se plantearon otros problemas, como la falta de cobertura de la igualdad de género y la falta de definición de la ciudadanía mundial. Si bien algunas de estas cuestiones pueden abordarse reformulando el cuestionario, la escala y la clasificación relativas son una cuestión de metodología y requieren una reflexión más profunda. Pero si se abordan estos problemas, el indicador será más sólido y los informes más informativos.

El tiempo apremia y este es un objetivo e indicador controvertido: muchos países quieren evitar cualquier meta internacional o que se supervise el contenido de sus planes de estudio, mientras que otros quieren evitar cualquier cosa relacionada con la igualdad de género o los derechos humanos. Algunos países han cuestionado si debería reconsiderarse el indicador en su conjunto. La IAEG-SDGs va a llevar a cabo una revisión de los indicadores incompletos en 2020 y aquellos de nosotros que estamos comprometidos con el objetivo 4.7 tendremos que trabajar duro apoyando la labor metodológica y defendiendo el indicador. Porque los indicadores no prentenden solo exigir a los Gobiernos que rindan cuentas de su compromiso con los ODS, también aspiran a orientar las políticas y fortalecer los sistemas educativos. Y la meta 4.7 está tratando de resolver una de las grandes piezas que faltan en la educación hoy en día.

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«Gobiernos, cumplid vuestras promesas: ¡haced la educación sobre el cambio climático universal ya!»

David Edwards

En 2015 se vivió un momento histórico cuando los Estados miembros de la ONU adoptaron un programa gradual para conseguir un mundo mejor, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Un punto clave de los ODS era el importante (aunque tardío) reconocimiento de que el desarrollo social y económico es inviable sin considerar su impacto medioambiental. En otras palabras, no se puede pensar en las personas sin pensar en el planeta.

Sin embargo, han pasado cuatro años y… ¿Qué han hecho los Gobiernos para detener la catástrofe que se cierne sobre las personas y el planeta como consecuencia del cambio climático que nosotros hemos provocado? Poca cosa. Los desastres provocados por el clima ya están generando una destrucción sin precedentes. Aún así, seguimos permitiendo que la temperatura mundial aumente. Mientras tanto, una poderosísima herramienta para combatir la crisis climática (la educación sobre el cambio climático) ha sido prácticamente olvidada por los Gobiernos.

Al adoptar los ODS, todos los Estados miembros de la ONU se comprometieron a incorporar una educación sobre el cambio climático para todos, en línea con promesas pasadas. Los Gobiernos se comprometieron a «mejorar la educación […] en relación con la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana» (objetivo 13.3), «velar por que las personas de todo el mundo tengan información y conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los estilos de vida en armonía con la naturaleza» (objetivo 12.8) y «garantizar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y la adopción de estilos de vida sostenibles [de la que la educación sobre el cambio climático es parte fundamental]» (objetivo 4.7).

Dentro del marco de los ODS se considera que concienciar, informar y dar datos sobre la crisis climática es crucial para poder atajarla. Está generalmente aceptado que todos los estudiantes deben adquirir las habilidades, conocimientos y actitudes necesarias para emprender acciones contra el cambio climático. Esto significa que el cambio climático debe enseñarse en todas las asignaturas y a todos los niveles. Para que esto ocurra, la educación sobre el cambio climático debe introducirse en los programas y políticas educativos de todos los países, así como en la formación de profesores y en las evaluaciones. Todos los Gobiernos estuvieron de acuerdo. ¿Pero qué ha ocurrido en realidad? ¿Qué avances se han logrado?

Según Fuera de órbita, un reciente informe de la IE que evalúa los progresos en la consecución del ODS 4, la educación sobre el cambio climático dista mucho de ser universal. Al contrario: la realidad es que nuestros sistemas educativos son incapaces de ofrecer educación de calidad sobre la cuestión más importante a la que se enfrenta la humanidad a día de hoy. Los docentes de todo el mundo nos explican que no sienten un respaldo suficiente para abordar la educación sobre el cambio climático. Pocos reciben formación docente o de desarrollo profesional que abarque el cambio climático. A algunos incluso se les niega el permiso a enseñar ciencias climáticas porque los políticos y mandatarios de su jurisdicción están instalados en el negacionismo.

Los estudiantes se han echado a las calles para exigir educación sobre el cambio climático. Los sistemas educativos deben estar al nivel. Incorporar plenamente la educación sobre el cambio climático en 2030 será ya demasiado tarde para el planeta. Hay que tomar medidas inmediatamente. ¿Qué debe hacerse? Nuestras tres recomendaciones son las siguientes:

Las tres P de la IE:

  1. Planificar

La educación sobre el cambio climático no surgirá por generación espontánea. Si los Gobiernos quieren realmente incorporar la educación sobre el cambio climático en todas las instituciones educativas, tienen que asegurarse de que se reservan los fondos suficientes para desarrollar un plan de estudios sobre el cambio climático, generar materiales docentes e invertir en recursos humanos y formación del profesorado. En Alemania, un estudio encargado por un sindicato miembro de la IE y sus colaboradores ha mostrado que incorporar la educación para el desarrollo sostenible en todas las escuelas del país costará cerca de 13 700 millones de euros, lo que supondrá un aumento del 3,6 % de los fondos nacionales dedicados a la educación. Para lograr que la educación universal sobre el cambio climático sea una realidad, los Gobiernos deben planificar cómo implementarla, presupuestar su puesta en marcha y buscar fondos para cumplir sus promesas.

  1. Priorizar

Si la educación sobre el cambio climático va a ser universal, debe convertirse en una prioridad de los sistemas educativos. Hasta la fecha, los Gobiernos se han centrado en otros aspectos de los ODS, dando prioridad a la alfabetización y las competencias matemáticas a costa de otros aspectos educativos más amplios. Es más, la tendencia a la privatización, la gestión empresarial de las escuelas y la creciente fijación en los resultados de los exámenes no hacen sino agravar la obsesión por las famosas «asignaturas troncales». Sin embargo, ¿qué hay más importante que la educación para salvar el planeta y la humanidad? Es necesario rediseñar los sistemas que contemplan la educación sobre el cambio climático como algo secundario, y los docentes deben disfrutar de autonomía profesional para abordar la cuestión del clima.

  1. Practicar lo que predicas

Los Gobiernos deberían asegurarse de que las instituciones educativas «se aplican el cuento» y se convierten en sedes de acción climática. Deben crearse políticas para animar a las instituciones, no solo a enseñar sobre la crisis climática, sus causas y soluciones, sino a predicar con el ejemplo y adoptar una actitud sostenible desde dentro. Las instituciones educativas deberían ser «verdes» y reducir sus residuos, usar energías renovables, reciclar, etc. También es importante que la pedagogía al respecto refleje los objetivos transformadores de la educación sobre el cambio climático. Las metodologías didácticas de la educación sobre el cambio climático deberían centrarse en la acción y la cooperación, facilitando a los alumnos el conocimiento, las habilidades y las actitudes necesarias para convertirse en agentes de cambio en pos de una sociedad mejor.

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Educación de calidad para el planeta, de quien sabe del tema

John Bangs es Consultor Principal del Secretario General de la IE

Un análisis de “World Class”, de Andreas Schleicher, director de Educación y Competencias de la OCDE.

Conozco a Andreas Schleicher desde los inicios del primer Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA). Presentó los planes de su departamento, dirigido entonces por un afable australiano, Barry McGaw, en la primera reunión del grupo de trabajo sobre educación de la Comisión Sindical Consultiva ante la OCDE a la que asistí. Junto a Arthur Jarman, representé a NUT y también estuvieron presentes Eamonn O’Kane y Mick Carney de NASUWT.

Nos quedamos impresionados con sus propuestas para el PISA porque las evaluaciones, centradas en el uso y la aplicación de los conocimientos y en el logro de la equidad en los sistemas educativos, contrastaban completamente con el lobby de la educación del Reino Unido opuesto a la educación integral. De hecho, nos impresionaron tanto que NUT y NASUWT se convirtieron en los primeros sindicatos docentes que auspiciaron una conferencia nacional sobre PISA.

Tengo también el recuerdo de una conferencia internacional de la OCDE organizada por el ministerio federal alemán de educación y el estado de Berlín sobre la conmoción causada por el primer PISA, que había puesto de manifiesto enormes franjas de bajo rendimiento entre los jóvenes de quince años de Alemania. Recuerdo que Andreas y yo propusimos aquí que en el PISA debería incluirse un cuestionario para los docentes, una posición a la que Estados Unidos puso resistencia en ese momento; pero que irónicamente dio lugar al nacimiento del único estudio mundial de los docentes –TALIS.

En 18 años, el número de países que participan en el PISA ha pasado de 32 a rondar los 100 y el número de participantes en el TALIS prácticamente se ha duplicado, lo cual ha hecho que ambos estudios sean por excelencia los análisis internacionales de referencia de los sistemas educativos. Representan el crecimiento exponencial del poder y la influencia de la investigación educativa de la OCDE. Parece lógico entonces que Schleicher, actual director de Educación y Competencias de la OCDE, trate de consolidar lo que ha aprendido de la enorme cantidad de datos que la OCDE ha reunido con respecto a lo que hace que los sistemas educativos sean exitosos.

¿Es entonces World Class como los tomos enormes del PISA y el TALIS –engrosados por numerosas tablas y gráficos? La respuesta es no. Se trata de una interpretación mucho más personal de las conclusiones del PISA y el TALIS. Contiene algunos datos autobiográficos interesantes. Él comenzó siendo profesor de física e investigador académico.

Los temas que se encuentran semisumergidos en el PISA y el TALIS emergen con claridad. Por ejemplo, hace comentarios mordaces sobre cómo los algoritmos de los medios sociales clasifican a y “separan” a las personas con ideas afines, que luego se alejan ante perspectivas divergentes y finalmente acaban viviendo en sociedades polarizadas. El papel que desempeñan las escuelas es evidente. Deben ayudar a los estudiantes a desarrollar un sentido de lo que está bien y lo que está mal, y a desarrollar una sensibilidad ante las solicitudes que los demás puedan hacernos. Sostiene que las personas necesitarán entender profundamente cómo viven los demás y que, sea cual sea la tarea de la que se hagan cargo las máquinas, seguirán aumentando las exigencias sobre los seres humanos para que contribuyan de manera significativa a la vida social y cívica.

De hecho, el argumento de Schleicher de que la continua intervención de los seres humanos es lo que los diferencia de las máquinas tiene repercusiones importantes para los docentes. Rechaza los argumentos de aquellos que creen que la inteligencia artificial puede ser un sustituto de la intervención de los docentes y, al contrario, argumenta que los países deben tener unos programas claros destinados a desarrollar la capacidad de los docentes para sacar el máximo provecho de la tecnología.

Schleicher es inequívocamente un defensor de los ideales democráticos liberales, así como del progreso y el pluralismo social. Su respuesta a las amenazas del extremismo y el populismo nacionalista en las escuelas es instar a que las escuelas sean unos lugares de debate constructivo como un medio para preparar a los estudiantes a ser objetivamente críticos con los hechos falsos y las noticias falsas. Su pasión es que los sistemas educativos se centren en apoyar a los estudiantes de los entornos desfavorecidos. Por encima de todo, cree en el poder de la educación para resolver los desafíos que enfrenta la sociedad y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU como una forma de medir el progreso educativo. Sus propuestas que las escuelas deberían desarrollar las competencias globales son una consecuencia lógica de ello. Es una visión optimista y hace que el libro sea apasionante.

A pesar que la visión de Schleicher sea tan atractiva, en ocasiones puede conducir a generalizaciones irritantes, aunque sea con la mejor de las intenciones. La cantidad de alumnos/as por clase es un ejemplo clásico de ello. Su argumento es que, dado que ‘las clases pequeñas no producen mejores resultados’, los ahorros obtenidos con clases numerosas deberían dar lugar a una mejora salarial para los docentes. ¡Ya pueden imaginarse a los docentes rechinando sus dientes ante una decisión tan ingrata! De hecho, se trata de una postura que ignora pruebas como el análisis que hace Linda Darling Hammond de los datos del PISA, que encontró que existe una correlación entre la alta cantidad de alumnos/as por clase y la escasez de docentes. ¡Una conclusión válida habría sido que la excesiva carga de trabajo ahuyenta a los docentes y las bajas proporciones de alumnos por profesor es lo que importa!

Otra generalización es el tema del financiamiento de la escuela que contrapone “gastar más, frente a gastar de forma sensata”. En realidad, “gastar más” no debe oponerse a “gastar de forma sensata”. Sin duda alguna, las evidencias de mi propio país, Inglaterra, son que los recortes de gastos se hacen sentir e incluso el administrador más hábil no podría lograr una productividad suficiente para ocultarlos.

Uno solo tiene que fijarse en el destino de los centros Sure Start para saberlo.

Inevitablemente, hay otras cuestiones que algunos considerarán problemáticas. El enfoque de las tablas de clasificación del PISA sigue siendo polémico. El hecho de acoger favorablemente los aspectos relacionados con la elección de escuela, así como las academias y los “vouchers”, aunque sea solamente como un complemento para los estudiantes desfavorecidos, supone entrar en un territorio peligroso.

Dicho esto, en el corazón de World Class se encuentran los docentes. Este es el punto fuerte del libro. Para Schleicher está claro que los docentes deben ser vistos como unos profesionales independientes y responsables y que deben ser implicados en la reforma de la educación.

Hay un pasaje elocuente titulado “los sindicatos de los docentes deben formar parte de la solución”. A diferencia de muchos líderes políticos, Schleicher no cree que los sindicatos de los docentes deban mantenerse a una cierta distancia. La prueba es, señala, que muchos países que tienen los mejores resultados académicos también tienen unos sindicatos docentes fuertes y que cuanto más exitosos son los países académicamente, más probabilidades tienen de trabajar con sus sindicatos de forma constructiva.

De hecho, el libro describe en detalle las Cumbres Internacionales sobre la Profesión Docente –el único foro mundial en el que se reúnen los dirigentes de los sindicatos de los docentes y los ministros para acordar políticas concretas. Junto a mi organización, la Internacional de la Educación, Schleicher ha garantizado que la OCDE sea la sede permanente de las Cumbres. En resumen, su mensaje es que las reformas educativas no tendrán éxito si los docentes y sus sindicatos no son dueños de ellas.

World Classsostiene enérgicamente que la educación es la mejor oportunidad del mundo para el futuro y que la intervención de los docentes es la forma que permite conseguirlo. Probablemente la parte más significativa del libro es la dedicatoria de Schleicher a los “docentes del mundo” que trabajan en “condiciones difíciles, contando raramente con el reconocimiento que se merecen, para ayudar a la próxima generación a hacer realidad sus sueños y a orientar nuestro futuro”. Esto proviene del Director del centro de investigación sobre educación más influyente del mundo. Es por ello que este libro es tan importante.

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CLADE: Repudio ante la reciente declaración de Bolsonaro sobre el educador Paulo Freire

CLADE / 28-12-2019

El pasado lunes 16 de diciembre 2019, Jair Bolsonaro actual presidente de Brasil, insultó públicamente al Patrono de la Educación Brasileña, Paulo Freire, atribuyéndole responsabilidad por mal desempeño de Brasil en evaluaciones educativas internacionales, como el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA).

Las redes nacionales, regionales e internacionales que suscriben esta nota pública, quieren expresar su repudio a las declaraciones de Bolsonaro que muestran un desconocimiento sobre Paulo Freire y su obra, declarada “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO. Durante su vida, Freire recibió 40 títulos de doctorado honoris causa, que le fueron otorgados por universidades de todo el mundo; siendo el tercer pensador más citado en trabajos académicos de lengua inglesa y su libro “Pedagogía del Oprimido” fue traducido a más de 40 lenguas.

Igualmente, reafirmamos nuestra defensa al legado de Paulo Freire y a las banderas de lucha que el educador brasileño siempre apoyó, y nos comprometemos a llevarlas adelante: la libertad de pensamiento, la educación crítica y emancipadora, la autonomía del sujeto, la democracia plena y el respeto a las diversidades.

Firman:

Agencia Pressenza
Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular (ALER)
Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE)
Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL)
Federación Internacional de Fe y Alegría
Portal Otras Voces en Educación
Red Espacio sin Fronteras
Red de Educación Popular entre Mujeres de América Latina y el Caribe (REPEM)
Red Global/Glocal por la Calidad Educativa
Marcha Global contra el Trabajo Infantil de Sudamérica
Organización Mundial para la Educación Preescolar (OMEP)

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Costa Rica: 94% de habitantes a favor de incluir educación de Derechos Humanos en escuelas y colegios

Redacción: El Mundo

Las personas en Costa Rica creen que el sistema político está en deuda con la protección de los Derechos Humanos pues apenas un 16,8% considera que los protege mucho.

El 94% de habitantes de Costa Rica está de acuerdo en incorporar la educación en Derechos Humanos como parte de los pro- grama de estudios en escuelas y colegios.

Así lo indicó la primera Encuesta Nacional de Derechos Humanos Costa Rica 2019 (ENDEHU 2019), desarrollada por la Defensoría de los Habitantes, el Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica (CIEP) y la Oficina de Naciones Unidas en Costa Rica.

Alice Shackelford, coordinadora Residente de la ONU destacó que estos resulta dos demuestran el gran compromiso de las personas en Costa Rica con la educación en Derechos Humanos.

“El apoyo a la educación en DD.HH en escuelas y colegios es prioritario. Las personas en Costa Rica son conscientes de la importancia de educar en derechos a nuestras niñas, niños y jóvenes desde edades tempranas. Esa es una clave para asegurar que las personas apoyen y disfruten de los Derechos Humanos durante todas sus vidas”.

Catalina Crespo, defensora de los Habitantes, es clara en manifestar que la educación es una herramienta de transformación en toda la sociedad, de ahí que si se quiere reducir las brechas, la desigualdad y facilitar oportunidades con mirada inclusiva, el país debe apostar en fortalecer la defensa y promoción de los Derechos Humanos.

Enfatizó que el compromiso para la educación en derechos humanos de las Universidades públicas y privadas y la labor en comunidades es indispensable, pues estamos en un momento para construir una Política Nacional de Educación en Derechos Humanos que involucre una amplia consulta e incluir las necesidades de todas poblaciones.

Valoración de cumplimiento de derechos en el país 

La encuesta también reveló que el Derecho al refugio (84,9% de valoración positiva), la Cultura (84,1%) y la Libertad de creencia y religión (83,7%) son los derechos que más se respetan en Costa Rica, mientras que la Justicia pronta y cumplida (32,2%), la Seguridad (54,3%) y la Igualdad ante la ley y no discriminación (59,9%) son los que menos se respetan.

Las personas en Costa Rica creen que el sistema político está en deuda con la protección de los Derechos Humanos pues apenas un 16,8% considera que los protege mucho; mientras que el 40,8% dice que los protege algo y el 33% afirma que se protegen poco poco.

La ENDEHU 2019 contó con 1178 entrevistas telefónicas entre el 31 de octubre y el 11 de noviembre de 2019 a a personas mayores de 18 años con líneas celulares. La encuesta tiene un margen de error de 2.85%.

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