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Mundo: Más de 200 revistas científicas reclaman acciones urgentes contra el cambio climático

Publicaciones de primer nivel mundial como ‘The Lancet’ o ‘Nature’ publican un artículo editorial conjunto en el que se advierte de los problemas sanitarios del calentamiento global.

La comunidad científica internacional -en especial, la de primer nivel- no tiene dudas sobre los peligros asociados al cambio climático y la necesidad de actuar en defensa del medio ambiente.

Para demostrarlo, más de 200 publicaciones médicas y científicas de todo el mundo publican este lunes 6 de septiembre un artículo editorial conjunto en el que piden a los líderes internacionales que tomen medidas urgentes para luchar contra la crisis climática.

El artículo (Call for emergency action to limit global temperature increases, restore biodiversity, and protect health) está firmado por 20 científicos de prestigio internacional y recuerda la base documental acumulada en los últimos años sobre la realidad del cambio climático y su origen asociado a actividades humanas como la combustión de derivados del petroleo y carbón.

Los vehículos de combustión, diésel o gasolina, son la causa más importante de la contaminación en las ciudades .

Los vehículos de combustión, diésel o gasolina, son la causa más importante de la contaminación en las ciudades .

iStock / Akhararat _Wathanasing

Tras la exposición histórica, los expertos avalados por estas 200 revistas científicas apremian a los responsables políticos, de estados e instituciones de todo el mundo acelerar la transformación de las sociedades hacia modelos de desarrollo más sostenibles, capaces de restaurar la biodiversidad, limitar el aumento de la temperatura y proteger la salud.

Los autores confían en que su mensaje tenga eco en la próxima Asamblea General de Naciones Unidas, que arrancará el 21 de septiembre, la última gran reunión global antes de que la ciudad escocesa de Glasgow acoja en noviembre la Conferencia de Cambio Climático de la ONU (COP26).

El editorial, recogido en más de 220 publicaciones, insiste en que éste es un momento crucial para el planeta porque, a pesar de que la pandemia de covid acapara ahora esfuerzos y recursos, la mayor amenaza para la salud pública global en el futuro, advierte, es que los líderes mundiales no cumplan con el Acuerdo de París, que recomienda limitar la subida de la temperatura a 1,5 grados centígrados.

La misiva celebra que se hayan logrado avances para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aplicar políticas conservacionistas, pero recuerda que son insuficientes ya que deben estar acompañados de planes creíbles a corto y largo plazo.

Acción climática y natural

«La acción urgente sobre la crisis climática y natural no puede esperar por la pandemia», subraya un comunicado difundido por la Alianza Sanitaria para el Cambio Climático del Reino Unido (UKHACC), el organismo que ha coordinado la publicación conjunta del citado editorial.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, coincide en que los riesgos que presenta el aumento de la temperatura global, provocada por la acción del hombre, pueden «empequeñecer a los que plantea cualquier enfermedad».

«La pandemia de covid-19 terminará, pero no hay una vacuna para el cambio climático. El informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) demuestra que cualquier aumento mínimo de la temperatura pone en peligro nuestra salud y futuro. Igualmente, cada medida que limita la emisiones y el calentamiento nos acerca a un futuro más seguro y saludable», declaró Tedrosen la nota de la UKHACC.

El editorial, expone este grupo, sostiene que la cooperación global solo será posible si los países más ricos efectúan más esfuerzos «para reducir su consumo y apoyar al resto del mundo», al tiempo que aumentan su contribución económica a la causa, en línea con su compromiso para aportar 100.000 millones de dólares cada año.

Ese dinero, precisa el texto, debe ofrecerse en forma de subvenciones, en lugar de préstamos, y se debería acompañar de una condonación de deudas más cuantiosas, las cuales limitan la capacidad de acción de los países más pobres.

«Aunque, históricamente, los países de ingresos bajos y medios han contribuido menos al cambio climático, soportan los efectos adversos de manera desmesurada, incluida la salud», denuncia Lukoye Atwoli, editor jefe del East Africa Medical Journal y uno de los 19 coautores del editorial.

RTIVContaminación

. AFP

Fiona Godlee, editora jefa del British Medical Journal, también opina que «2021 debe ser el año en el que el mundo cambia de rumbo», pues «nuestra salud depende de ello».

«Los profesionales sanitarios han estado en primera línea de la crisis de la Covid. Y están unidos para advertir que superar los 1,5 grados y permitir la constante destrucción de la naturaleza traerá la siguiente crisis, una crisis mucho más letal», señaló la coautura.

Esta misma urgencia es, además, una de «las mayores oportunidades» que tiene la humanidad «para promover el bienestar de las personas en todo el mundo», agregó Richard Horton, editor jefe de la revista The Lancet.

La Covid no es una excusa

«La comunidad sanitaria -agregó- debe hacer más para alzar su voz crítica y responsabilizar a los líderes políticos por sus acciones para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5 grados».

Fuente: https://www.lavanguardia.com/natural/20210906/7701822/mas-200-revistas-cientificas-reclaman-acciones-urgentes-cambio-climatico.html

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Entrevista a Gustavo Lahoud del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas «De cara a la crisis climática, el ‘gran acuerdo verde’ sería plantear una estrategia de integración regional en materia energética»

Sobre planes energéticos en Argentina.

***

M.H.: “Apuntes sobre la situación energética”, un trabajo de Claudio Lozano y Gustavo Lahoud. ¿De qué se tratan estos apuntes? que escribiste con tu colega, compañero de militancia, director del Banco Nación. Un miembro crítico del gobierno.

G.L.: Sí, porque en los temas que tienen que ver más directamente con su trabajo, política laboral, empleo, análisis económico general, Vicentín, ha sido muy importante y ha puesto en debate un aspecto central que tiene que ver con la recuperación de un rol inteligente y realmente fiscalizador del Estado en una actividad que está encarada por pequeños grupos que generan a la vez grupos concentrados tanto privados como nacionales y extranjeros, como ha sido el caso de Vicentín y con enormes criterios de opacidad para el manejo de los propios negocios, lo cual incluye offshorización y evasión permanente de capitales de la Argentina. Así funciona en parte la economía argentina.

En cuanto a la publicación “Apuntes sobre la situación energética” surgió a partir de que en los últimos meses se han dado a conocer distintos borradores de un proyecto de inversiones hidrocarburíferas en las que estaría trabajando el gobierno de Alberto Fernández y la verdad es que hemos podido acceder a un material bastante completo de lo que se está trabajando y una de las cuestiones que nos llamó la atención es que se trata de un esquema de promoción de inversiones a gran escala, tanto para gas y petróleo, pero fundamentalmente centrado en Vaca Muerta y con perspectiva de trabajar en nuestro Mar Argentino, en la plataforma continental del Atlántico Sur. Con inversiones que iban en función de los distintos tipos de proyectos porque había distintos regímenes promocionales, un total de cuatro, que iban de los 200 a los 1.200 millones de dólares.

Y los regímenes promocionales, tanto para gas como para petróleo, se establecerían por veinte años. Imaginate que amén de todas estas cuestiones, en el contexto en el que necesitamos discutir una agenda propia, de la región, de transición energética, descolgarse con un esquema de estas características.

M.H.: Y con una impronta productivista exportadora tengo entendido.

G.L.: Así es, lo marcamos en el documento, y además tiene otra característica que entronca con esta situación en la que nosotros caracterizamos con la que funciona la Argentina permanentemente, exportadora de dólares y de nuestros propios bienes a partir de la fuga cuya contracara es el endeudamiento.

Hay una serie de inversiones que están apalancadas o incentivadas a partir de la posibilidad de que aquellos que las realizan puedan acceder a importantes porcentajes de liberación de la tenencia de divisas por posibles importaciones.

Es decir, divisas que no se ingresarían al sistema, al mercado de cambios nacional y de las que podrían disponer libremente los posibles inversores en estos esquemas que se están pensando, con niveles que van del 40 al 60%, según los proyectos y los capitales que se inviertan.

A la vez que exenciones impositivas de todo tipo, bajas en los propios cobros de las regalías, que son los derechos que le cabe cobrar a las provincias productoras por la explotación de sus recursos hidrocarburíferos y también a la Nación en el caso de las explotaciones que están a más de 12 millas marinas y que son de jurisdicción nacional. Reducción de regalías como un incentivo más para propiciar ese esquema inversor a gran escala.

Esto es lo más remarcable de este proyecto. Uno se pregunta a partir de esto, en primer lugar, si este es un esquema que podría ser de una manera u otra relacionado con lo que la Argentina tiene como objetivo fundamental a encarar que es la disponibilidad, acceso, con sostenibilidad ambiental, que son los ejes centrales sobre los que hay que trabajar en el sistema energético, para garantizar precios justos y accesibles en un marco de funcionamiento de la energía.

Que tiene que estar en línea con darle competitividad al resto de la economía. Y no generar en el contexto de la discusión en la que estamos, cambio climático de por medio, aumento de las tensiones por la falta de compromisos adecuados para la baja de emisiones de los principales contaminadores del mundo.

No se puede propiciar un esquema por veinte años que implicaría que nosotros incorporemos nuevas e irreversibles zonas de sacrificio. No solo Vaca Muerta, sino otras zonas de la Patagonia y lo que hoy plantea un escenario de ciencia ficción como es la posible explotación de nuestro Atlántico Sur. En donde, ha habido a principios de julio una audiencia convocada por el ministerio de Ambiente para presentar los informes iniciales de la proyección sísmica en tres bloques de la Cuenca argentina norte, que es una de las cuencas que había sido licitada durante el último año de Macri.

Y esto terminó en un escándalo, no ha trascendido públicamente. Participaron más de 500 personas, muchas de ellas de los frentes marítimos desde Mar del Plata hasta la Patagonia, muy preocupadas las comunidades por las posibles implicancias que podría tener liberar una explotación a gran escala en condiciones no solo climáticas, sino también ambientales muy complejas, porque ahí tenemos una diversidad marina.

M.H.: Se mezclan varios temas, medio ambiente, transiciones productivas energéticas, cambio climático. El denominado “nuevo acuerdo verde”. ¿Qué podés comentarnos al respecto? Y quiero mencionar a Vaca Muerta porque hay denuncias por la reiterada situación sísmica que se ha producido en la zona.

G.L.: Esto ocurre hace años, nos vamos enterando por la población local y esto ha desaparecido de cualquier tipo de reporte que hagan las empresas, con YPF a la cabeza, que están delante de la producción en Vaca Muerta y esto plantea una preocupación muy importante, porque los registros de este tipo de situaciones como consecuencias directamente relacionadas con la explotación masiva, vía fracking, en los EE UU tiene antecedentes muy importantes de costa a costa y en el interior del país.

Como sabemos es el único gran país que ha encarado experiencias de producción masiva a través de la técnica del fracking. Cuando me consultabas por el llamado “nuevo acuerdo verde” que se viene tratando hace algunos años, y que el ministro Kulfas al parecer hace ya varios meses, lo ha presentado como uno de los caminos que debería emprender la Argentina, ahí lo que hay que advertir es que no se trata solamente de incluir fuentes renovables en una matriz energética más diversificada, sino de lo que se trata es de cambiar el tipo, la modalidad y el paso del patrón productivo de crecimiento.

Porque el problema es que cuando se planifica en materia energética, la falta de una planificación sistémica, hace que se piensen desvinculados los fenómenos de la producción, por otro lado, los de la transformación y, por otro, los de distribución y consumo.

Y todos forman parte de la economía política de la energía hidrocarburífera y de la energía en general. Quiero decir que la Argentina puede incorporar con criterios de descentralización regional desarrollo de fuentes renovables, combinadas con otras. Pero esto tiene que partir de un criterio nacional y tendiente a la integración regional con los países limítrofes. Y a esta altura de la crisis mundial en la que estamos, el gran acuerdo verde que yo vería por delante es que planteemos una estrategia de integración regional en materia energética.

M.H.: Algo de eso había planteado el Comandante Chávez.

G.L.: Chávez lo planteó cuando se puso en marcha uno de los instrumentos más importantes, que fue liquidado en los años neoliberales, que fue la UNASUR. Esto se trabajó en el Consejo de energía sudamericano, en los primeros esbozos y lamentablemente luego del 2013/4 no se siguió por esa línea.

Esa estrategia verde no puede ser nunca confundida con la estrategia de transición que las corporaciones hoy ya están planteando. Porque las corporaciones llevan movilidad sustentable con litio de por medio, hasta la posibilidad de introducir otra variante como hidrógeno verde asociado a la producción renovable a gran escala.

Todos esos proyectos están pensados sin tener en cuenta adecuadamente los cambios que vamos a tener que hacer en el funcionamiento a gran escala de la economía y en el comportamiento de los patrones de consumo de todos los sectores.

Son visiones que se ponen en juego como para patear la pelota hacia adelante del contexto de crisis climática en el que estamos y a través del cual los grandes capitales buscan lavarse la cara a través de esta estrategia verde que implica, por otro lado, volver a generar una dinámica de endeudamiento a gran escala, que es otro de los fenómenos que yo veo asociado a esto.

A partir de la reedición de los “bonos verdes” que estuvo vinculado al famoso acuerdo de Kioto de 1999 que quedó en la nada finalmente. Pero que sirvió para encarar que los países centrales tuvieran carta libre para seguir encarando proyectos contaminadores en el hemisferio sur y para, por otro lado, frenar nuestros procesos de desarrollo desde otro lugar.

Entonces, hoy en un contexto como el actual, la única agenda climática, o verde, de desarrollo que tenemos que plantear tiene que estar en línea con recuperar una visión sistémica de la energía, para un modelo de crecimiento nacional que tiene que reocupar inteligentemente nuestro país, poner en producción sostenible zonas que hoy no lo están.

Lo mismo pasa respecto del mapa energético. La Cuenca del Noroeste con eje en Salta y la de Cuyo con eje en Mendoza están prácticamente abandonadas, porque todos los capitales hidrocarburíferos nacionales e internacionales están yendo en búsqueda de mayor rentabilidad a Vaca Muerta o poniendo la perspectiva en la posible explotación futura del Atlántico Sur.

M.H.: Me consta lo de Salta, porque he hablado mucho el tema con “Pepino” Fernández, de la UTD de Mosconi. ¿A “Apuntes…” se puede acceder por internet?

G.L.: Se puede acceder a través de www.ipypp.org.ar

Fuente: https://rebelion.org/de-cara-a-la-crisis-climatica-el-gran-acuerdo-verde-seria-plantear-una-estrategia-de-integracion-regional-en-materia-energetica/
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Latinoamérica en brasas

“El cambio climático se ensañará con el continente”

En 2020 la Amazonia perdió una superficie de selva igual a siete Londres

Si la Tierra arde, América Latina y el Caribe son como brasas: son de las regiones del planeta más afectadas por el cambio climático. Las prevenciones anti-riesgo regionales sufren de insuficiencia crónica.

Solo una semana después de que el Grupo de expertos internacionales (IPCC, en inglés) publicara su informe sobre la dramática situación mundial, el tercer martes de agosto la alarma sonó con decibeles latinoamericanos

La radiografía continental del nuevo estudio de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado el 17 de agosto revela un diagnóstico grave.

2020 fue uno de los tres años más calientes –desde que existen mediciones– en México/América Central y el Caribe. Y el segundo más cálido en América del Sur. Las temperaturas se situaron en 1°C, 0.8°C y 0.6°C, respectivamente, por encima de la media de las décadas 1980-2010.

En el sur de la Amazonia y el Pantanal, donde confluyen las aguas de nueve países de América del Sur y se concentra una décima parte del carbono terrestre, los incendios explotaron exponencialmente como resultado de la intensa sequía que azotó esa región. Sequía que no es inocente, sino el resultado del talado a gran escala de los bosques con el propósito de generar tierras para la cría del ganado y los cultivos de agroexportación. Fue la peor sequía de los últimos 60 años.

Según datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE), la Amazonia brasileña registró en junio del año en curso 2.308 focos de incendios, su peor cifra desde 2007.  Superó en un 2.6% los del año pasado, los cuales, según el informe de la OMM, ya habían sido récord.

La reducción de la selva amazónica en tan solo un año equivale aproximadamente a un área siete veces el tamaño de la ciudad de Londres. A este ritmo, la Amazonia corre el gran riesgo de no poder jugar más su rol de pulmón del planeta. La pérdida de vegetación selvática podría convertirse, a corto plazo, en una fuente aún mucho más grande e intensa de emisión de carbono. En la actualidad, América Latina y el Caribe reúnen más del 55% de los bosques primarios del mundo, los cuales almacenan unas 104 gigatoneladas de carbono. Entre el 40% y el 50% de la biodiversidad mundial y un tercio de todas las especies botánicas se encuentran allí.

El estudio de la OMM indica que la sequía generalizada en esa región tuvo un impacto considerable en las rutas de navegación interior, el rendimiento de los cultivos y la producción de alimentos, debido a lo cual se agravó la inseguridad alimentaria en muchas zonas. Fenómeno que se visualiza, en particular, en la región del Caribe, con una vulnerabilidad muy alta. Varios de sus países integran la lista de territorios con mayor estrés hídrico del mundo, con menos de 1.000 m3 de recursos de agua dulce per cápita. En el centro de América del Sur, en 2020, los totales de precipitación se aproximaron al 40 % de los valores normales. El período de precipitaciones estacionales de septiembre de 2019 a mayo de 2020 estuvo marcado por un déficit de lluvias que se agravó, particularmente, entre enero y marzo.

En la Argentina, 2020 fue un año seco, con una anomalía nacional estimada del −16.7 % con respecto a la media de 1981-2010. Fue uno de los peores años desde 1961 y el más seco desde 1995. Los totales de precipitación por debajo de lo normal fueron el resultado de la misma sequía que afectó a la región del Pantanal.

Este calentamiento sistemático repercutió en los glaciares andinos de Argentina y Chile. Según el estudio de la OMM, la pérdida de masa ha ido en aumento desde 2010, en consonancia con el incremento de las temperaturas y de la reducción considerable de las precipitaciones.

Cataclismos de un carácter muy diferente, aunque igualmente devastadores, los huracanes Eta e Iota, con una intensidad 4, golpearon en rápida sucesión a Centroamérica. Siguieron trayectorias igualmente destructivas por Nicaragua y Honduras acentuando así los impactos acumulativos de una región tan interconectada. Los daños estimados en ambas naciones y en Guatemala abarcan a casi 1 millón de hectáreas cultivadas.

Los ecosistemas marítimos y litorales, así como las comunidades humanas que dependen de ellos, en particular en los pequeños Estados insulares, se confrontan hoy a las crecientes amenazas derivadas del calentamiento y la acidificación de los océanos, el aumento del nivel del agua y una mayor intensidad y frecuencia de las tormentas tropicales. En la región, el 27% de la población vive en áreas costeras. Y entre un 6 y un 8% habita en zonas amenazadas gravemente por eventuales inundaciones.

Con un promedio de 3.6 milímetros de incremento anual en los últimos treinta años, el nivel del mar en la región del Caribe ha superado el promedio mundial, que fue de 3.3 milímetros. El estudio recuerda que el océano absorbe cerca del 23 % de las emisiones antropogénicas anuales del CO2 presente en la atmósfera, y es, por lo tanto, un elemento esencial que contribuye a mitigar los efectos del aumento de las emisiones en el clima de la Tierra. Sin embargo, el CO2 reacciona con el agua aumentado su acidez. Este proceso en paulatino incremento afecta a muchos organismos y ecosistemas marinos y amenaza la seguridad alimentaria al poner en peligro la pesca y la acuicultura.

Doble condena: clima y deuda

El Informe El estado del clima en América Latina y el Caribe elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (https://library.wmo.int/doc_num.php?explnum_id=10765), reúne los aportes multidisciplinarios de 40 expertos. Sus conclusiones se basan en una metodología estándar que evalúa los aspectos físicos del sistema climático a partir de datos de 1.700 estaciones meteorológicas de toda la región.

Sus conclusiones preliminares crean alarma y producen escalofríos. Las medidas de adaptación — en particular los sistemas de alerta temprana multirriesgo– no están lo suficientemente preparadas para hacer frente a los cataclismos. El apoyo de los gobiernos, así como de la comunidad científica y tecnológica, sería fundamental para reforzarlas y también para mejorar la recopilación y el almacenamiento de datos. De este modo, podría integrarse mejor la información sobre el riesgo de desastres en la planificación del desarrollo. No se puede subestimar el costo de la prevención: es fundamental contar con un apoyo financiero sólido para lograr esos objetivos.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) anticipa malas noticias. El cambio climático se ensañará con América Latina, donde se batirán récords en concepto de huracanes, se sufrirán sequías severas, seguirá aumentando el nivel del mar y habrá más incendios. Todo podría empeorar si no se logra detener urgentemente la emisión de gases de efecto invernadero.

El futuro ya es presente. Las peores sequías en 50 años en el sur de la Amazonia y el récord de huracanes e inundaciones en Centroamérica durante 2020, constituyen la nueva normalidad que le espera a América Latina. El continente se proyecta como una de las zonas donde los efectos e impactos del cambio climático serán más pronunciados: olas de calor, disminución del rendimiento de los cultivos, incendios forestales, agotamiento de los arrecifes de coral y eventos extremos relacionados con el aumento del nivel del mar.

Los expertos son contundentes. Aseguran que es de vida o muerte poner límites al calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados en una región que ya enfrenta asimetrías económicas y sociales para su desarrollo sostenible.

Y algunos ejemplos hablan por sí mismos: en el Caribe, los desastres naturales se triplicaron en los últimos 30 años y las pérdidas económicas asociadas se quintuplicaron. La destrucción causada por los huracanes Irma y María en 2017 produjo pérdidas equivalentes al 250% del Producto Interno Bruto (PIB) en países como Dominica (https://www.cepal.org/es).

Adicionalmente, en el terreno financiero internacional, entre los efectos inesperados del cambio climático se encuentra la actitud nefasta de las agencias calificadoras dedicadas a evaluar los riesgos de inversiones. Las mismas consideran que la vulnerabilidad climática es un criterio para rebajar la calificación de seguridad y beneficio. Lo que produce, según la CEPAL, consecuencias gravísimas porque aumenta, injustamente, el costo de la deuda soberana y el pago de intereses para aquellos países en desarrollo altamente vulnerables ante el cambio climático. Según el organismo continental, esto agrava, por ejemplo, las capacidades del Caribe, de Argentina y de Ecuador los cuales ya tienen una “carga muy pesada por los altos niveles de deuda enraizada en los shocks externos agravados por el impacto de los desastres y las debilidades estructurales, sociales y económicas”.

La protesta se consolida

América Latina y el Caribe se confrontan con un laberinto casi sin salida. A pesar de ser responsables solamente del 8.3% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, pagan uno de los precios más altos por el deterioro climático global. Y lo pagan con su vulnerabilidad cotidiana, que incluye la fragilidad de sus sistemas de prevención de riesgos.

Realidad planetaria compleja, donde la descripción fáctica del drama climático esconde, muchas veces, los diferentes niveles de responsabilidad por continentes, regiones y países, así como por sectores de actividades y formas y lógicas de producción. De ahí que sean cada vez más potentes las voces sociales que se escuchan a lo largo y a lo ancho del mundo entero, especialmente las juveniles, que no se contentan de constatar la crisis climática mundial. Y que exigen que se hable también de la necesidad de una verdadera justicia climática planetaria.

Fuente: https://rebelion.org/latinoamerica-en-brasas/
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ONU: América Latina, una de las regiones más afectadas por el cambio climático

Un informe confirma que el cambio climático se ensañará con América Latina, donde se batirán récord de huracanes, se sufrían sequías severas, seguirá aumentando el nivel del mar y habrá más incendios. Todo podría empeorar si no se logra detener urgentemente la emisión de gases de efecto invernadero.

El futuro ya está aquí: las peores sequías en 50 años en el sur de la Amazonia y el récord de huracanes e inundaciones en Centroamérica durante 2020 son la nueva normalidad que espera a América Latina, según dio a conocer este martes el nuevo Reporte del Estado del Clima en América Latina y El Caribe 2020 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

La investigación señala que América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo más afectadas por el Cambio Climático y los fenómenos meteorológicos externos que están causando graves daños a la salud, a la vida, a la comida, al agua, a la energía y al desarrollo socioeconómico de la región.

El reporte señala que los eventos relacionados con el clima y sus impactos cobraron más de 312.000 vidas en América Latina y el Caribe y afectaron a más de 277 millones de personas entre 1998 y 2020.

¿Cómo será el futuro en la región?

América Latina se proyecta como una de las regiones del mundo donde los efectos e impactos del cambio climático, como las olas de calor, la disminución del rendimiento de los cultivos, los incendios forestales, el agotamiento de los arrecifes de coral y los eventos extremos del nivel del mar, serán más intensos.

El informe es contundente al asegurar que poner límites el calentamiento global por debajo de 2,0 grados centígrados, según lo dictaminado en el Acuerdo de París, es vital para reducir los riesgos en una región que ya enfrenta asimetrías económicas y sociales para su desarrollo de manera sostenible.

“La región de América Latina y el Caribe enfrenta y seguirá enfrentando graves crisis socioeconómicas debido a los eventos hidrometeorológicos extremos. En los últimos tiempos esto se ha visto agravado por los impactos de la pandemia de COVID-19. La recuperación posterior al COVID 19 será un gran desafío. Para asegurar es recuperación es fundamental seguir impulsando el Objetivo de Desarrollo Sostenible 13 que señala la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus impactos”, recalcó Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial.La región montañosa de Chacaltaya en Bolivia fue en tiempos una estación de esquí, pero los glacieres se fundieron hace décadas.World Bank/Stephan BachenheimerLa región montañosa de Chacaltaya en Bolivia fue en tiempos una estación de esquí, pero los glacieres se fundieron hace décadas.

¿Qué cambios extremos del clima e impactos se están dando en América Latina?

El informe es claro al señalar que hay fuertes efectos relacionados al aumento de temperaturas, cambios en los patrones de precipitación y tormentas, así como un marcado retroceso de los glaciares.

La agencia de la ONU lanzó además un mapa virtual que recoge las principales conclusiones, impactos y requerimientos para la adaptación y la resiliencia, entre ellos:

Temperaturas

El reporte destaca que 2020 fue uno de los tres años más cálidos de América Central y el Caribe, y el segundo año más cálido de América del Sur, con 1,0 grados centígrados, 0,8 y 0,6 por encima del período 1981-2010, respectivamente.

Lluvias

La sequía generalizada tuvo un impacto significativo en las rutas de navegación, el rendimiento de los cultivos y la producción de alimentos, lo que provocó un empeoramiento de la seguridad alimentaria en muchas áreas.

En América del Sur los impactos fueron extremos. La intensa sequía en el sur de la Amazonia y la región del Pantanal fue la peor de los últimos 50 años.

Los déficits de precipitación son particularmente graves para la región del Caribe, ya que varios de sus territorios se encuentran en la lista mundial de países con mayor estrés hídrico.

Un monzón débil en América del Norte y temperaturas de la superficie del mar más frías de lo normal a lo largo del Pacífico oriental, asociadas con La Niña, provocaron la sequía en México.

Hacia fines de año, las intensas lluvias provocaron deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas en las zonas rurales y urbanas de América Central y del Sur.

Incendios en el Amazonas

El 2020 superó a 2019 y se convirtió en el año de incendios más activo en el sur de la Amazonia. La sequía fue un factor determinante. La cuenca del río Amazonas, que se extiende a lo largo de nueve países de América del Sur y almacena el 10% del carbono global, ha experimentado una mayor deforestación en los últimos cuatro años debido a la tala para crear pastizales para el ganado y la degradación producida por los incendios.

Si bien todavía es un sumidero neto de carbono, el Amazonas se tambalea y podría convertirse en una fuente de emisión de carbono si la pérdida de bosques continúa al ritmo actual.

La región de América Latina y el Caribe contiene aproximadamente el 57% de los bosques primarios del mundo, almacenando aproximadamente 104 gigatoneladas de carbono y albergando entre el 40% y el 50% de la biodiversidad mundial y un tercio de todas las especies de plantas.

Ciclones tropicales

Mientras la sequía afectaba a gran parte de México y América del Sur, 2020 trajo un inédito récord de 30 tormentas con nombre en la cuenca del Atlántico.

Usualmente en noviembre la temporada de huracanes está por terminar. Pero este 2020 presenció a los huracanes de categoría 4 Eta e Iota tocar tierra en la misma región con apenas una semana de diferencia.

Siguieron caminos casi idénticos a través de Nicaragua y Honduras, afectando las mismas áreas y exacerbando así los impactos. Estos huracanes sin precedentes afectaron a más de ocho millones de personas en Centroamérica.

Guatemala, Honduras y Nicaragua fueron los países más afectados con más de  964.000 hectáreas de cultivos dañadas.

Sólo en Honduras los daños al Producto Interno Bruto de estos dos huracanes fueron calculados en más de 2000 millones de dólares.Una nube de polvo del Sahara oscurece los cielos del Caribe en 2020.OMMUna nube de polvo del Sahara oscurece los cielos del Caribe en 2020.

Aumento del nivel del mar

El nivel del mar en la región crece por encima del promedio mundial. Con un promedio de 3,6 mm anuales, entre 1993-2020, el nivel del mar en el Caribe ha aumentado a un ritmo superior al promedio mundial, que fue de 3,3mm al año.

En América Latina y el Caribe, más del 27% de la población vive en áreas costeras, y se estima que entre el 6 y el 8% vive en áreas que tienen un riesgo alto o muy alto de verse afectadas por amenazas costeras.

Temperatura del océano

La temperatura de la superficie del mar en el Océano Atlántico Norte fue significativamente más cálida de lo normal durante todo el año.

En el Caribe, 2020 fue el año con las mayores alteraciones de la temperatura oceánica jamás registradas. A partir de mayo de 2020 las temperaturas de la superficie del mar comenzaron a enfriarse gradualmente en el Pacífico ecuatorial y se desarrolló La Niña. Esto, junto al aumento de temperatura en el Atlántico contribuyó a una temporada de huracanes más activa de lo normal.

Glaciares

En los Andes de Chile y Argentina, los glaciares han ido retrocediendo durante las últimas décadas.
La pérdida de masa de hielo se ha acelerado desde 2010, junto a un aumento de las temperaturas estacionales y anuales y una reducción significativa de las precipitaciones en la región.

Alimentación y acceso a la comida

Los fenómenos meteorológicos extremos afectaron a más de ocho millones de personas en América Central, agravando la carestía de alimentos en países que ya estaban paralizados por crisis económicas, restricciones de COVID-19 y conflictos.

En Guatemala por ejemplo, las condiciones climáticas han contribuido a la pérdida cercana al 80% de la cosecha de maíz.

En México, el municipio de Cerritos sufrió una baja del 50% en las cosechas debido a la sequía. Entre los cultivos más afectados estuvieron el sorgo, el girasol y el maíz.

¿Es posible la adaptación y la resiliencia en esta región?

El informe plantea que el cambio climático debe entenderse en conjunto con el nivel de intervención humana en el entorno, como la urbanización descontrolada, destrucción de ecosistemas, así como su relación con otros factores de riesgo asociados como la pobreza, la desigualdad y la corrupción, entre otros.

“La muerte y devastación que resultaron de los huracanes Eta e Iota en Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, y la intensa sequía y la inusual temporada de incendios en la región del Pantanal de Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina, resaltan una vez más la necesidad de cooperación regional e internacional porque los peligros asociados a los fenómenos hidrometeorológicos y el clima no respetan fronteras”, dijo el secretario general de la OMM.

La agencia de la ONU señala en su informe que la región requiere:

  • reforzar el monitoreo de las amenazas climáticas
  • fortalecer sus sistemas de alerta temprana
  • planes de acción temprana para reducir el riesgo de desastres y sus impactos

Sin embargo, la evidencia muestra que los sistemas de alerta temprana están subdesarrollados en la región, particularmente en América Central y del Sur

La organización también mencionó que los sistemas de monitoreo de riesgos específicos, como el Índice de Estrés Agrícola (ASIS) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, es un ejemplo de una herramienta útil que permite a los gobiernos emitir alertas tempranas para sectores específicos como la agricultura.

El informe sugiere además promover la protección de los manglares como un recursso excepcional para la adaptación y la mitigación al cambio climático, ya que este ecosistema presenta la capacidad de almacenar de tres a cuatro veces más carbono que la mayoría de los bosques del planeta, y brinda otros servicios como estabilización de costas, conservación de la biodiversidad, entre otros.

Sin embargo y a pesar de estos beneficios, las zonas de manglar se redujeron en cerca de un 20% en las primeras dos décadas del siglo XXI.Un buzo monitorea el estado de los arrecifes en el caribe mexicano.Mario Chow/Healthy ReefsUn buzo monitorea el estado de los arrecifes en el caribe mexicano.

Financiación para la adaptación

En la presentación del informe, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señaló que el informe constata la gravedad de la crisis climática en la región y muestra la urgencia de enfrentarla, instando a la comunidad internacional a priorizar el financiamiento de medidas de adaptación.

El sistema de gobernanza global no ha sido eficaz para movilizar los recursos hacia los países en desarrollo. Hay escasez de financiamiento para la acción climática, especialmente para la adaptación. Esto agrava la vulnerabilidad de los países, reduciendo la capacidad de financiar sus propias acciones”, afirmó Alicia Bárcena.

Y añadió que “este es un reporte oportuno, necesario y pertinente y debe servir de base para la política pública, para la planificación económica, sectorial y social”.

La creación del informe

El informe fue elaborado mediante un proceso interactivo que involucró la participación de un grupo multidisciplinario de 40 expertos, coordinado por la Organización Meteorológica Mundial.

Los hallazgos del informe se basan en una evaluación del sistema climático a partir de datos de 1700 estaciones meteorológicas en México, América Central y el Caribe y de datos cuadriculados para América del Sur.

El informe se divulgó el 17 de agosto junto a la Conferencia de Alto Nivel “Trabajando Juntos por la resiliencia hidrometeorológica y climática en América Latina y el Caribe”,

Bajo la coordinación de la OMM, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR).

Este reportaje ha sido producido por Danilo Mora Díaz, oficial de Comunicaciones de la ONU en Costa Rica

Fuente de la información: Noticias ONU

Imagen:  Kevin, de 7 años, regresó con su madre a su comunidad en Wawa Bar y sólo encontró los escombros de lo que fue su hogar. Las 475 familias que habitaban la comunidad se quedaron sin hogar y sin sustento tras el paso del huracán Iota en 2020. (UNICEF/Gema Espinoza Delgado)
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América Latina: El conocimiento ancestral como recurso al Cambio Climático

América Latina/Autor(a) y Fuente: es.unesco.org

La Plataforma de Cambio Climático, Riesgo y Resiliencia destaca el caso Geoparque mundial de la UNESCO, Mixteca Alta, en México, en donde se desarrolla un método de terrazas agrícolas puesto en marcha hace más de 3500 años, que permite maximizar los resultados de los cultivos expuestos a resistir la variabilidad climática

Un horizonte rojo, amarillo, anaranjado, verde, azul y morado. Pocos paisajes del mundo pueden hermanar tan bella paleta de colores con montañas, volcanes, valles y un sinfín de relieves y texturas naturales, en un encuadre tan rico como árido. Esa es una de las postales más singulares que tiene Mixteca Alta, uno de los ocho Geoparques mundiales de la UNESCO en América Latina. Ubicado en México, la comunidad local desarrolla hace más de 3500 años un sistema de terrazas agrícolas con resultados asombrosos para resistir, en pleno siglo XXI, al cambio climático.

Este es uno de los pocos -muy pocos- lugares del mundo donde todavía se aplican conocimientos ancestrales, transmitidos de generación en generación, para generar transformaciones que protejan la agrobiodiversidad del planeta. Dada su importante trascendencia, este caso ha sido categorizado como un referente de buena práctica en la Plataforma de Cambio Climático, Riesgo y Resiliencia que impulsa la Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe.

El mexicano Quetzalcoátl Orozco Ramírez es uno de los responsables de que dicho logro suceda. Hijo de un matrimonio campesino del antiguo México rural, ha dedicado su vida a la investigación agroecológica formal en el manejo de recursos naturales, tras haber alcanzado su Doctorado en Geografía en los Estados Unidos. Regresó a vivir a Oaxaca -uno de los Estados de México con mayor diversidad biológica y geológica- donde trabaja actualmente como investigador dentro del Geoparque mundial de la UNESCO, Mixteca Alta. Eligió esa tierra para criar junto a su esposa, a su hijo recién nacido, quien lleva el original nombre Centli, en náhuatl, una lengua azteca que data desde el siglo V, y que su traducción al castellano es, curiosamente, maíz. ​​

“Cuando llegué a la Mixteca Alta, me llamó la atención la variedad de maíz, particularmente del maíz de cajete, que es el que crece en las terrazas de estas tierras, tras un largo ciclo de producción y una notoria resistencia a la sequía. Representa muy poco porcentaje de la superficie pero, tomando en cuenta el valor cultural y la importancia para la seguridad alimentaria de los pueblos que no están asentados en el Valle, es muy relevante. Y de ahí el interés por iniciar este estudio de las terrazas”, detalló Orozco Ramírez a UNESCO Montevideo.

Terrazas agrícolas, un método ancestral

La población que reside en Oaxaca maneja prácticas agrícolas que datan de 3400 a 3500 años atrás y, asombrosamente, en la actualidad, su aplicación aporta a la resiliencia contra los efectos del cambio climático mediante una práctica singular de la agricultura en terrazas. En concreto, en este Geoparque, se aplican dos sistemas distintos de terrazas: el de laderas, que implica un esquema más conocido a nivel mundial, y de lamabordos, que sería el método más novedoso. Este último supone una estructura formada por una pared de piedra -camellón o muro- seguido de un arenal que genera la superficie plana. Estas construcciones se ubican estratégicamente sobre los arroyos o corrientes de agua, para aprovechar la erosión natural de los suelos que se encuentran por encima de ellas. Y esa es su mayor fortaleza.

Orozco Ramírez explicó que la variabilidad climática siempre ha estado presente en esta localidad, aún antes de que se sintieran los efectos del cambio climático. Si bien esas consecuencias adversas exacerbaron el fenómeno:  “Esta región, debido a su ubicación y elevación, siempre ha tenido periodos de sequía y de mucha lluvia, con fuertes cambios en las lluvias, incluso, dentro del mismo año. Desde el origen, existió siempre la necesidad de desarrollar una agricultura que fuera capaz de adaptarse a esas condiciones cambiantes”, señaló.

Lo que es evidente, dijo, es la resiliencia que tiene este esquema de terrazas, la cual se expresa en los resultados de la producción. Mientras que aquí la cosecha de maíz es segura año tras año -en el eje de un 50% y 70% de resultado favorable- en las zonas no “aterrazadas” los cultivos no progresan, dijo, ya sea por falta de agua o exceso de lluvia.

Este modelo de terrazas tiene particularidades que lo distinguen. Fue diseñado para rendir, especialmente, durante los años castigados por la sequía, con el cometido de aprovechar al máximo la poca agua que circula en la zona. En los cauces o fuentes de agua, se acumula sedimento hasta formar pequeños terrenos planos, dando origen, justamente, a los lamabordos.

“Son tan singulares debido a que el suelo que se genera es producto del sedimento que arrastra la corriente, que se nutre también de la materia orgánica y de las plantas que se crean en las microcuencas. Surgen sobre los cauces y sus suelos son de origen antropogénico”, distinguió el investigador, diferenciando este método del esquema de contorno que se ubica perpendicular a la pendiente de una loma.

Esta práctica es especialmente valiosa porque tiene un vínculo directo con la seguridad alimentaria en el proceso de adaptación al cambio climático. El Geoparque mundial de la UNESCO, Mixteca Alta es, este sentido, un gran referente a nivel global, porque implementa las terrazas con especial atención en las soluciones basadas en la naturaleza y en la sabiduría de las comunidades locales, impulsando la resiliencia ante la variabilidad climática.

Todos los Geoparques mundiales de la UNESCO son áreas geográficas únicas y unificadas, en donde los paisajes de importancia geológica se gestionan con un concepto holístico de protección, educación y desarrollo sostenible. Mixteca Alta, utiliza su patrimonio geológico, en conexión con todos los demás aspectos del patrimonio natural y cultural de la zona, para mejorar la concientización y la comprensión de cuestiones claves a las que se enfrenta la sociedad, como el uso sostenible de los recursos naturales, la mitigación de los efectos del cambio climático y la reducción de los riesgos relacionados con los desastres naturales.

Orozco Ramírez reconoce que este modelo agrícola tiene potencial para ser extrapolado a otras latitudes, en la medida que exista cooperación y compromiso entre varios actores para impulsar la práctica, invertir en ella y proteger la agrobiodiversidad, actualmente amenazada por los efectos adversos del cambio climático.

Foto: cortesía de Quetzalcoátl Orozco Ramírez, 2021

Una trama colaborativa

Además de los aspectos técnicos, esta práctica agrícola integra un valor ligado a la comunidad autóctona. Los terrenos en los que se trabaja se heredan de generación en generación hace miles de años, lo que configura un apego y compromiso comunitario por mantener los cultivos que los ancestros trabajaban. Sin embargo, la coyuntura del mundo actual impuso un reto importante a esa responsabilidad, dado que en los últimos años han aumentado las dificultades económicas que deben enfrentar varias familias de la zona, obligadas, muchas veces, a migrar en busca de mejores oportunidades de empleo.

“Quien cosecha en lamabordos requiere, necesariamente, de apoyo colectivo para poder sembrar, porque es un trabajo que implica mucho esfuerzo físico y una sola persona no la puedo hacer. Esto genera mecanismos de ayuda mutua y recíproca, que da más cohesión a la comunidad local”,

destacó Orozco Ramírez quien, ​​de hecho, para poder elaborar el manual sobre construcción de lamabordos, estuvo colaborando recientemente con una familia de Oaxaca. Se necesitan, dijo, incentivos para poder consolidar esta práctica agrícola.

“Lamentablemente, en la actualidad existe una combinación de factores socioeconómicos como ambientales que dificultan las actividades primarias en esa en esa zona”, alertó.

El valor de la UNESCO

Orozco Ramírez destacó la importancia del reconocimiento que ha hecho la UNESCO sobre ese territorio, al asignarle la categoría de Geoparque mundial de la UNESCO, lo que significa, dijo, proteger y resaltar el valor que existe a nivel de patrimonio ecológico, patrimonio cultural y patrimonio natural.

“Esto ha hecho que tanto en el interior del territorio como dentro del Estado, y hasta incluso a nivel país, se le ponga mayor atención y se reconozca lo interesante que hay en este sitio. Esta importante sinergia es el resultado directo del reconocimiento que ha hecho la UNESCO a través del Programa de Geoparques”, reafirmó el investigador.

Tras la designación de este territorio como Geoparque mundial de la UNESCO se han impulsado cantidad de actividades alternativas paralelas dentro del sitio, vinculadas, por ejemplo, a la educación y al turismo. El impacto de dichas acciones produjo un aumento a nivel de ingresos para familias de la comunidad local, lo cual contribuye a detener las migraciones forzadas que muchos colectivos se ven obligados a realizar. Estos resultados son “muy bien vistos” por la comunidad local, según el mexicano, quien destacó el rol de la UNESCO como un articulador capaz de provocar valiosos resultados tangibles e intangibles en el territorio.

Mediante la sensibilización de la importancia del patrimonio geológico del área en la historia y la sociedad actual, los Geoparques mundiales de la UNESCO dan a la población local un sentimiento de orgullo de su región y fortalecen su identificación con el área. Se estimula la creación de empresas locales innovadoras, de nuevos trabajos y cursos de formación de alta calidad, a medida que se generan nuevas fuentes de ingresos a través del geoturismo, protegiendo al mismo tiempo los recursos geológicos del área.

Fuente: https://es.unesco.org/news/conocimiento-ancestral-como-recurso-al-cambio-climatico

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Latinoamérica en brasas: “El cambio climático se ensañará con el continente”

Por Sergio Ferrari

En 2020 la Amazonia perdió una superficie de selva igual a siete Londres

Si la Tierra arde, América Latina y el Caribe son como brasas: son de las regiones del planeta más afectadas por el cambio climático. Las prevenciones anti-riesgo regionales sufren de insuficiencia crónica.

Solo una semana después de que el Grupo de expertos internacionales (IPCC, en inglés) publicara su informe sobre la dramática situación mundial, el tercer martes de agosto la alarma sonó con decibeles latinoamericanos

La radiografía continental del nuevo estudio de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado el 17 de agosto revela un diagnóstico grave.

2020 fue uno de los tres años más calientes –desde que existen mediciones– en México/América Central y el Caribe. Y el segundo más cálido en América del Sur. Las temperaturas se situaron en 1°C, 0.8°C y 0.6°C, respectivamente, por encima de la media de las décadas 1980-2010.

En el sur de la Amazonia y el Pantanal, donde confluyen las aguas de nueve países de América del Sur y se concentra una décima parte del carbono terrestre, los incendios explotaron exponencialmente como resultado de la intensa sequía que azotó esa región. Sequía que no es inocente, sino el resultado del talado a gran escala de los bosques con el propósito de generar tierras para la cría del ganado y los cultivos de agroexportación. Fue la peor sequía de los últimos 60 años.

Según datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE), la Amazonia brasileña registró en junio del año en curso 2.308 focos de incendios, su peor cifra desde 2007.  Superó en un 2.6% los del año pasado, los cuales, según el informe de la OMM, ya habían sido récord.

La reducción de la selva amazónica en tan solo un año equivale aproximadamente a un área siete veces el tamaño de la ciudad de Londres. A este ritmo, la Amazonia corre el gran riesgo de no poder jugar más su rol de pulmón del planeta. La pérdida de vegetación selvática podría convertirse, a corto plazo, en una fuente aún mucho más grande e intensa de emisión de carbono. En la actualidad, América Latina y el Caribe reúnen más del 55% de los bosques primarios del mundo, los cuales almacenan unas 104 gigatoneladas de carbono. Entre el 40% y el 50% de la biodiversidad mundial y un tercio de todas las especies botánicas se encuentran allí.

El estudio de la OMM indica que la sequía generalizada en esa región tuvo un impacto considerable en las rutas de navegación interior, el rendimiento de los cultivos y la producción de alimentos, debido a lo cual se agravó la inseguridad alimentaria en muchas zonas. Fenómeno que se visualiza, en particular, en la región del Caribe, con una vulnerabilidad muy alta. Varios de sus países integran la lista de territorios con mayor estrés hídrico del mundo, con menos de 1.000 m3 de recursos de agua dulce per cápita. En el centro de América del Sur, en 2020, los totales de precipitación se aproximaron al 40 % de los valores normales. El período de precipitaciones estacionales de septiembre de 2019 a mayo de 2020 estuvo marcado por un déficit de lluvias que se agravó, particularmente, entre enero y marzo.

En la Argentina, 2020 fue un año seco, con una anomalía nacional estimada del −16.7 % con respecto a la media de 1981-2010. Fue uno de los peores años desde 1961 y el más seco desde 1995. Los totales de precipitación por debajo de lo normal fueron el resultado de la misma sequía que afectó a la región del Pantanal.

Este calentamiento sistemático repercutió en los glaciares andinos de Argentina y Chile. Según el estudio de la OMM, la pérdida de masa ha ido en aumento desde 2010, en consonancia con el incremento de las temperaturas y de la reducción considerable de las precipitaciones.

Cataclismos de un carácter muy diferente, aunque igualmente devastadores, los huracanes Eta e Iota, con una intensidad 4, golpearon en rápida sucesión a Centroamérica. Siguieron trayectorias igualmente destructivas por Nicaragua y Honduras acentuando así los impactos acumulativos de una región tan interconectada. Los daños estimados en ambas naciones y en Guatemala abarcan a casi 1 millón de hectáreas cultivadas.

Los ecosistemas marítimos y litorales, así como las comunidades humanas que dependen de ellos, en particular en los pequeños Estados insulares, se confrontan hoy a las crecientes amenazas derivadas del calentamiento y la acidificación de los océanos, el aumento del nivel del agua y una mayor intensidad y frecuencia de las tormentas tropicales. En la región, el 27% de la población vive en áreas costeras. Y entre un 6 y un 8% habita en zonas amenazadas gravemente por eventuales inundaciones.

Con un promedio de 3.6 milímetros de incremento anual en los últimos treinta años, el nivel del mar en la región del Caribe ha superado el promedio mundial, que fue de 3.3 milímetros. El estudio recuerda que el océano absorbe cerca del 23 % de las emisiones antropogénicas anuales del CO2 presente en la atmósfera, y es, por lo tanto, un elemento esencial que contribuye a mitigar los efectos del aumento de las emisiones en el clima de la Tierra. Sin embargo, el CO2 reacciona con el agua aumentado su acidez. Este proceso en paulatino incremento afecta a muchos organismos y ecosistemas marinos y amenaza la seguridad alimentaria al poner en peligro la pesca y la acuicultura.

Doble condena: clima y deuda

El Informe El estado del clima en América Latina y el Caribe elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (https://library.wmo.int/doc_num.php?explnum_id=10765), reúne los aportes multidisciplinarios de 40 expertos. Sus conclusiones se basan en una metodología estándar que evalúa los aspectos físicos del sistema climático a partir de datos de 1.700 estaciones meteorológicas de toda la región.

Sus conclusiones preliminares crean alarma y producen escalofríos. Las medidas de adaptación — en particular los sistemas de alerta temprana multirriesgo– no están lo suficientemente preparadas para hacer frente a los cataclismos. El apoyo de los gobiernos, así como de la comunidad científica y tecnológica, sería fundamental para reforzarlas y también para mejorar la recopilación y el almacenamiento de datos. De este modo, podría integrarse mejor la información sobre el riesgo de desastres en la planificación del desarrollo. No se puede subestimar el costo de la prevención: es fundamental contar con un apoyo financiero sólido para lograr esos objetivos.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) anticipa malas noticias. El cambio climático se ensañará con América Latina, donde se batirán récords en concepto de huracanes, se sufrirán sequías severas, seguirá aumentando el nivel del mar y habrá más incendios. Todo podría empeorar si no se logra detener urgentemente la emisión de gases de efecto invernadero.

El futuro ya es presente. Las peores sequías en 50 años en el sur de la Amazonia y el récord de huracanes e inundaciones en Centroamérica durante 2020, constituyen la nueva normalidad que le espera a América Latina. El continente se proyecta como una de las zonas donde los efectos e impactos del cambio climático serán más pronunciados: olas de calor, disminución del rendimiento de los cultivos, incendios forestales, agotamiento de los arrecifes de coral y eventos extremos relacionados con el aumento del nivel del mar.

Los expertos son contundentes. Aseguran que es de vida o muerte poner límites al calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados en una región que ya enfrenta asimetrías económicas y sociales para su desarrollo sostenible.

Y algunos ejemplos hablan por sí mismos: en el Caribe, los desastres naturales se triplicaron en los últimos 30 años y las pérdidas económicas asociadas se quintuplicaron. La destrucción causada por los huracanes Irma y María en 2017 produjo pérdidas equivalentes al 250% del Producto Interno Bruto (PIB) en países como Dominica (https://www.cepal.org/es).

Adicionalmente, en el terreno financiero internacional, entre los efectos inesperados del cambio climático se encuentra la actitud nefasta de las agencias calificadoras dedicadas a evaluar los riesgos de inversiones. Las mismas consideran que la vulnerabilidad climática es un criterio para rebajar la calificación de seguridad y beneficio. Lo que produce, según la CEPAL, consecuencias gravísimas porque aumenta, injustamente, el costo de la deuda soberana y el pago de intereses para aquellos países en desarrollo altamente vulnerables ante el cambio climático. Según el organismo continental, esto agrava, por ejemplo, las capacidades del Caribe, de Argentina y de Ecuador los cuales ya tienen una “carga muy pesada por los altos niveles de deuda enraizada en los shocks externos agravados por el impacto de los desastres y las debilidades estructurales, sociales y económicas”.

La protesta se consolida

América Latina y el Caribe se confrontan con un laberinto casi sin salida. A pesar de ser responsables solamente del 8.3% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, pagan uno de los precios más altos por el deterioro climático global. Y lo pagan con su vulnerabilidad cotidiana, que incluye la fragilidad de sus sistemas de prevención de riesgos.

Realidad planetaria compleja, donde la descripción fáctica del drama climático esconde, muchas veces, los diferentes niveles de responsabilidad por continentes, regiones y países, así como por sectores de actividades y formas y lógicas de producción. De ahí que sean cada vez más potentes las voces sociales que se escuchan a lo largo y a lo ancho del mundo entero, especialmente las juveniles, que no se contentan de constatar la crisis climática mundial. Y que exigen que se hable también de la necesidad de una verdadera justicia climática planetaria.

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DD.HH. Cambio climático: ¡No son los tráileres, es la película!

Por: Tercera Información

La realidad es tajante frente al cambio climático y el creciente calentamiento global. El incendiario resumen del informe del IPCC de la ONU, solo fueron los tráileres de una película que tiene siglos avanzando. La expresión más dramática se conocerá -con mayor certeza- en su próxima parte: el informe definitivo que se presentará en 2022. (1).

Se puede comprobar que la película no es de ficción: Diversas partes del planeta arden o se hallan inundadas. (2). Por tanto, los tomadores de decisiones en todas las instancias del planeta, han de considerar las violaciones transversales a los derechos humanos (DD.HH) que pueden suscitar sus sentencias sobre la ciudadanía, y especialmente en la generación que se levanta, incluyendo sus propios hij@s o niet@s.

Unos mil millones de niños, casi la mitad del total de 2200 millones que hay en el mundo, viven en uno de los 33 países considerados “de muy alto riesgo climático”, así lo alertó UNICEF en un nuevo informe que presenta un “índice de Riesgo Climático de la Infancia”, según news.un.org de este 20 de agosto (3).

Henrietta Fore, directora Ejecutiva de Unicef, advirtió mediante comunicado -en www.unicef.org- que “las perturbaciones climáticas y medioambientales están menoscabando la totalidad de los derechos de los niños, desde su acceso a un aire limpio, alimentos y agua potable, hasta su derecho a una educación, a una vivienda, a estar protegidos contra la explotación e incluso a sobrevivir”. (4). Según esta fuente, el Índice de Riesgo Climático para la infancia revela datos espeluznantes: “815 millones de niños están muy expuestos a la contaminación por plomo” e igual número se halla expuesto a olas de calor; mientras 920 millones de niños “están muy expuestos a la escasez de agua”. (4)

En cifras es simple matemática, pero en la praxis, son vulneraciones a DD.HH de niñ@s que sufren por inundaciones costeras (20 millones); inundaciones fluviales (330 millones) y enfermedades transmitidas por vectores (400 millones). Llegado a este punto, inevitablemente la mente se remonta a otras épocas y situaciones extremas, que constituyeron base para legislar sobre derechos de los niñ@s. (4).

Se trata de tiempos en que las clases pobres de la humanidad se vieron obligadas a lo que luego se hizo lugar común y abuso: Llevar a sus hij@s a trabajar como adultos, generando la necesidad de un marco legal para reducir la mortandad de la mano trabajadora y asegurar a los dueños de los medios de producción y del capital, manitas explotables en función de amasar riquezas. (5).

Por ello, tras siglos de lucha, y varios instrumentos legales, se erigió la Convención Internacional de los Derechos del Niño (1989), documento jurídicamente vinculante y que establece garantías para la supervivencia de la infancia; algunas, acordes a las secuelas del cambio climático: derecho a la vida, a participación de los padres en crianza y educación del niñ@, por igual; salud, asistencia médica y sanitaria; seguridad social; nivel adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual y social. (5).

De cualquier modo, las injusticias contra la niñez obstruyen el desarrollo de la humanidad, y en este caso, -como expresara Fore- “el cambio climático es profundamente desigual. Aunque ningún niño es responsable del aumento de las temperaturas mundiales, ellos sufrirán las peores consecuencias. Los niños de los países menos responsables sufrirán más que nadie”. (4)

La directora Ejecutiva de Unicef sostiene que “el informe revela incoherencias entre los países donde se generan las emisiones de gases efecto invernadero y aquellos en los que los niños sufren las peores consecuencias del cambio climático. (…) los 33 países “de muy alto riesgo” emiten tan solo el 9% de las emisiones mundiales de CO2”, mientras “los 10 países que generan más emisiones representan casi el 70% de las emisiones mundiales”. (4).

Fore critica que a pesar de ello, “solo uno de estos países se encuentra clasificado como “de muy alto riesgo” en el índice”. Son las disparidades de este drama las que hay ver con detenimiento, y sobre ellas, el sistema multilateral debe que ofrecer opciones de equidad.
Por ejemplo, el “Acuerdo de París” sobre el cambio climático, reza en su numeral 9, literales b y c que “cada Parte deberá, cuando sea el caso, emprender procesos de planificación de la adaptación y adoptar medidas, como la formulación o mejora de los planes, políticas y/o contribuciones pertinentes, lo que podrá incluir: (6)

El proceso de formulación y ejecución de los planes nacionales de adaptación; y c) La evaluación de los efectos del cambio climático y de la vulnerabilidad a este, con miras a formular sus medidas prioritarias determinadas a nivel nacional, teniendo en cuenta a las personas, los lugares y los ecosistemas vulnerables”.

Esto coincide con el comunicado de la Unicef en boca de la Oenegé “Viernes por el Futuro” (coautores del prefacio del informe ante referido), que solicita “incluir a los jóvenes en todas las negociaciones y las decisiones relacionadas con el clima a nivel nacional, regional e internacional, incluida la COP26”. (4)

O sea, asumir que lo que sucede con el cambio climático ¡No son los tráileres, es la película!

Referencias
1. https://www.ipcc.ch/languages-2/spanish/
2. https://www.geamap.com/es/incendios
http://spanish.xinhuanet.com/2021-04/05/c_139859402.htm
https://www.bbc.com/mundo/noticias-57870037
3. https://news.un.org/feed/view/es/story/2021/08/1495742
4. https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/1000-millones-ninos-gravemente-expuestos-efectos-crisis-del-clima
5. Declaración Universal de Derechos Humanos, Sección de Servicios de Internet, en español. Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, s/a. http://www.un.org/es/documents/udhr/
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Recuperado de https://www.unicef.org/spanish/crc/index_protocols.html
Freites, L. Convención Internacional de los Derechos del Niño. Apuntes Básicos. Recuperado de http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-49102008000300002
Convenio Sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil. Recuperado de https://www.humanium.org/es/convenio-182-peores-formas-trabajo-infantil-1999/</html
6. Acuerdo de París (2015). Recuperado de https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://unfccc.int/files/meetings/paris_nov_2015/application/pdf/paris_agreement_spanish_.pdf&ved=2ahUKEwjW1aSJlsHyAhWoTt8KHZFvD0UQFnoECAQQAQ&usg=AOvVaw1am0lFOwFFwkOniXfM-1eD

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/opinion/21/08/2021/dd-hh-cambio-climatico-no-son-los-traileres-es-la-pelicula/

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