¿Quién pone los muertos? La pandemia y la “normalidad” laboral

Por: Ianina Harari TES-CEICS

La actitud del gobierno frente a la pandemia por Covid-19 atravesó distintas etapas. Tras un tiempo de inacción, decretó la cuarentena sin acompañarla de alguna medida que permitiera cumplirla al sector de clase obrera que no percibe ingresos regulares o en blanco. Por otro lado, cada día se agregaban actividades económicas a la lista de esenciales. Como resultado, la cuarentena se levantó de hecho. Luego, el gobierno fue flexibilizando las restricciones hasta levantarlas por completo y festejar el fin de la pandemia. Pero la variante ómicron vino a aguarles la fiesta.

La vacunación masiva disminuyó el porcentaje de internaciones y muertes sobre los contagiados. Pero en la medida que el número de contagiados aumenta exponencialmente, el número de muertes diarias vuelve a niveles preocupantes. En ese contexto, el gobierno decidió que no iba a poner ningún freno a la circulación viral, mostrando abiertamente que privilegia la economía (o sea las ganancias de los capitalistas) frente a la salud obrera.

Contagios al por mayor a pedido de los capitalistas

Por más empeño que el gobierno haya puesta en promocionar la superación de la pandemia, la realidad lo golpeó en la cara. La “nueva normalidad” que impuso con el levantamiento de las restricciones a la circulación y el regreso al trabajo presencial se vio alterada con el crecimiento de casos que provocó la variante ómicron. En pocas semanas la curva de contagios subió exponencialmente y producto de ello, unas semanas después, las muertes volvieron a tocar picos preocupantes. Nada de esto conmovió al gobierno, que lejos de tomar medidas restrictivas, decidió buscar la forma de subestimar los contagios y relajar aún más las medidas de cuidado para satisfacer la demanda de la burguesía de que no se frene la economía.

La principal preocupación empresaria frente a la llegada de ómicron no fue la salud de sus empleados, sino el ausentismo que provocaban los criterios de aislamiento. Entonces, la burguesía comenzó una campaña para disminuir el ausentismo. El titular de la UIA, Funes de Rioja, dijo que según los datos recabados por la entidad empresaria, se registraba un 7,5% adicional de ausentismo en promedio. La CAME, que agrupa a pequeñas y medianas empresas, por su parte, estimó un ausentismo de 25% en las industrias de AMBA y del 15% en las del interior.

El gobierno convocó a representantes de la burguesía y de las centrales obreras para tratar el asunto. Se reunieron el ministro de Economía Martín Guzmán, de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, de Desarrollo Social, Juan Zabaleta y de Salud, Carla Vizzotti. Allí los empresarios reclamaron no solo el acortamiento del período de aislamiento sino también que se habilitaran los test rápidos para hacer en las fábricas. Ambos pedidos fueron escuchados y acatados. Se decidió reducir los días de aislamiento y directamente eliminarlos para los contactos estrechos con tres dosis. A su vez, se decidió reducir la cantidad de testeos por la vía de eliminar los testeos a contactos estrechos sin síntomas. En provincia de Buenos Aires, Kicillof fue más lejos aún: directamente se deja de testear a quienes no pertenezcan a grupos de riesgo con o sin síntomas. Es evidente que, con estas medidas, se van a subestimar los contagios.

En cuanto a los test rápidos que fueron aprobados, se trata de test de antígenos que tienen un margen de error mucho más alto que el PCR. Por ello, cuando da negativo, se recomienda complementar con PCR. Sin embargo, es evidente que las patronales lo van a utilizar para obligar a trabajar a quienes den negativo, aunque puedan estar contagiados evitando el test de PCR.

En el sector público, el gobierno mantuvo la presencialidad. Solo permitió el teletrabajo en la administración pública nacional unos días para evitar sobrecargar la red eléctrica. La única motivación posible para ello es garantizar pasajeros para las empresas de transporte público. La gran mayoría del trabajo en el Estado puede realizarse de forma remota, sin poner en riesgo a los trabajadores. Pero ya sabemos que eso al gobierno lo tiene sin cuidado.

A todo esto, la burocracia sindical, lejos de solicitar medidas para proteger a los trabajadores frente a la nueva ola de contagios, solo pidió junto con los empresarios que se prorrogue el decreto que incluía al coronavirus como enfermedad profesional para que las ART la cubran, lo cual el gobierno también acató porque es otra medida que beneficia a las patronales.

Las muertes las pone la clase obrera

Las vacunas mostraron su eficacia en la reducción del porcentaje de contagiados que requieren internación y que mueren. Incluso se verifica que ese porcentaje es menor entre los vacunados que entre los no vacunados. Sin embargo, en números absolutos, las internaciones y las muertes alcanzan cifras dramáticas cuando el número de contagios es muy alto, afectando especialmente a quienes se encuentran dentro de los grupos de riesgo, incluso entre los vacunados. Es por ello, que, en momentos de picos de contagios tan altos, algunos países retomaron algunas medidas de restricción de la circulación. No es el caso de Argentina, en donde se da vía libre a la circulación del virus y a las muertes que ello provoca. Muertes que afectan principalmente a la clase obrera.

Efectivamente, hay un factor de riesgo que no aparece tan claro en las estadísticas, y que si se busca está allí: ser parte del proletariado. La condición de clase es un determinante en la probabilidad de morir por Covid. Las estadísticas que se realizaron cruzando datos de muerte con diferentes indicadores socio económicos, muestran que hay un mayor porcentaje de muertes por Covid entre proletarios que entre burgueses.

Un estudio publicado en la Revista Argentina de Salud Pública mostró que en la Ciudad de Buenos Aires los barrios con mortalidad más alta se ubicaban en el sur (la zona más pauperizada), mientras que los de mortalidad baja se localizaban en las zonas Norte (barrios de mayores ingresos) y Oeste de la ciudad. El mismo trabajo muestra que los barrios con mayor mortalidad tenían porcentajes más altos de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI), que es un indicador del nivel de pobreza. En lugar de medir la pobreza según los ingresos, el NBI la mide por condiciones estructurales como las características de los hogares. Por ejemplo, se cuenta como NBI el carecer de cuarto de baño y el hacinamiento. No es de extrañar, entonces que sea en las zonas con más hogares con NBI en las que se produjeron mayor porcentaje de muertes.

Hay otro elemento que contribuye a aumentar las muertes entre la clase obrera: las comorbilidades. La hipertensión arterial, la diabetes, la insuficiencia cardíaca y la obesidad son las más peligrosas. Un estudio muestra que en los sectores de nivel socioeconómico bajo de CABA tienen elevados valores de índice de masa corporal (IMC) y un alto porcentaje de población con obesidad. Todo ello explica por qué la población de los barrios obreros más pauperizados, como la que habita las villas, es más vulnerable frente al COVID-19. CABA no es la excepción. Los mismos resultados se encontraron para el resto de LatinoaméricaEspaña, Estados Unidos 1 2Reino UnidoFranciaAlemania y varios otros países donde se pudo cruzar la información estadística.

Efectivamente pertenecer a la clase obrera es un factor de riesgo. Las condiciones de vida a las que los obreros están sometidos, les impide ocuparse adecuadamente del cuidado de su salud. A diferencia de un burgués, el obrero no cuenta con el tiempo libre para hacer actividad física o tener tiempo para relajarse. No le alcanza el salario para llevar una alimentación saludable. Tiende a vivir en hogares más precarios, hacinados, sin acceso a agua potable. En especial, la clase obrera más pauperizada y con condiciones de trabajo más precarias no tuvo posibilidad de cumplir la cuarentena, más bien tuvo que salir a hacinarse en el transporte público y en los lugares de trabajo. Ahora el gobierno la manda a contagiarse masivamente en medio de una escalada de casos y muertes.

Lo que el gobierno está promoviendo con las medidas para sub registrar los contagios, evitar aislamientos y disminuir el ausentismo laboral, es el aumento de las muertes obreras. En la medida que los contagios mantengan un nivel elevado, va a ser la clase obrera la que ponga la mayor parte de los muertos. La vida obrera es un detalle que a la burguesía la tiene sin cuidado. La ganancia capitalista es lo único que importa. Y en épocas de crisis, después de la derrota electoral, el gobierno apuesta a una recuperación económica que barra los muertos debajo de la alfombra.

Notas

  1. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33227595/
  2. https://www.healthaffairs.org/doi/10.1377/hlthaff.2021.00414

Fuente de la información e imagen: https://razonyrevolucion.org/

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Chile:El susto pasó y empresarios celebran: Piñera retorna a La Moneda con promesa de revivir la economía y bajar los impuestos

Chile/ www.elmostrador.cl / 20 de Diciembre de 2017

Hay optimismo sobre reacción de activos chilenos, incluyendo el IPSA, el peso y bonos. La victoria de Piñera debería darles un impulso a los sectores políticamente sensibles. Y en esa lista están la industria de la educación universitaria, las administradoras de fondos de pensiones, la industria farmacéutica, la minería, las generadoras de energía eléctrica, las industrias forestal y de la construcción.

Esta mañana, los empresarios, inversionistas y el mercado en general respiran con alivio.

El temor a una victoria de Alejandro Guillier pasó y Sebastián Piñera retorna a La Moneda con el envión de una victoria profunda, junto con la promesa de revivir la economía y bajar los impuestos. Ya no se sabrá si la campaña del miedo que parte de la derecha trató de difundir, argumentando que con Guillier nos convertiríamos en «Chilezuela», se haría realidad.

Donde sí hay consenso es en que esta semana los activos chilenos van a tener un empujón. El IPSA venía recuperando el terreno perdido después de la primera vuelta y, ahora, con los resultados de ayer, en el mercado especulan que las acciones locales van a tener un muy buen fin de año.

Igal Magendzo, el influyente macroeconomista, dice –en una entrevista en este mismo medio– que el peso debería dispararse y tocar los $625 versus el dólar. En el mercado hay consenso de que las tasas locales bajarán y los bonos chilenos tendrán un repunte.

El viernes el Banco Central de Chile salió a intervenir en el mercado en forma extroardinaria para asegurar liquidez en dólares, previo a las elecciones, ante estrechez del mercado.

A pesar del reciente repunte del IPSA, varios instrumentos financieros chilenos, incluyendo el riesgo país (CDs), los swaps en dólares y las tasas locales, apuntaban a un mercado que buscaba disminuir su exposición a activos locales ante la incertidumbre política que reinaba en la víspera de la segunda vuelta de las presidenciales.

En los últimos días aumentó el castigo por riesgo ante incertidumbre de escenario político, aunque el mercado accionario definitivamente descartaba el mito de “Chilezuela”.

Piñera, el Mandatario electo, promete revertir cuatro años del crecimiento más débil desde el retorno a la democracia. Entre sus promesas está la de implementar una nueva reforma tributaria y cambios a la laboral.

Aunque también prometió avanzar en la gratuidad en educación superior y, en lo que significó un shock para el mercado, prometió la creación de una AFP Estatal como parte de su plan para mejorar las pensiones.

La victoria del abanderado de Chile Vamos debería darles un impulso a los sectores políticamente sensibles. Y en esa lista están la industria de la educación universitaria, las administradoras de fondos de pensiones, la industria farmacéutica, la minería, las generadoras de energía eléctrica, las industrias forestal y de la construcción.

El economista Pavel Gómez escribió en este medio, el fin de semana, que cualquiera fuese el ganador de la segunda vuelta electoral, las empresas que operan en estas industrias deben prepararse para un ciclo de incertidumbre regulatoria y vulnerabilidad política, todo lo cual traería nuevas amenazas, pero también oportunidades de beneficios derivados de un posicionamiento social y ambientalmente responsable.

Añadió que, con el triunfo de Piñera, «la actuación legislativa del Gobierno requerirá de alianzas circunstanciales con sectores de la Fuerza de la Mayoría, lo cual, supone la transacción de algunas demandas de la centroizquierda, cuyo objetivo existencial estará marcado por su necesidad de no desdibujarse frente al surgimiento de la nueva izquierda».

Y, en tal sentido, profundiza: «En el escenario de minimización de cambios legislativos relevantes, debido a la imposibilidad de lograr coaliciones, la necesidad del Frente Amplio de crecer a expensas de la Fuerza de la Mayoría, derivará en una agudización de los conflictos antiempresariales en las canchas de la calle y el sentimiento público. De todo esto se deduce que el sueño de un retorno inmediato a un escenario de mayor certidumbre regulatoria, definitivamente se extinguió».

Para un importante empresario local, es irónico que sus pares, que nunca han estado muy seducidos por Piñera y que durante su primer mandato lo criticaban con dureza, ahora respiran aliviados con su abrumadora victoria.

Aunque dice que su sector tiene claro que, con el fraccionado nuevo Congreso, Sebastián Piñera tendrá que usar la muñeca política que nunca tuvo para, efectivamente, bajar los impuestos corporativos, reformar las pensiones y crear nuevos empleos.

Fuente: http://www.elmostrador.cl/mercados/2017/12/18/el-susto-paso-y-empresarios-celebran-pinera-retorna-a-la-moneda-con-promesa-de-revivir-la-economia-y-bajar-los-impuestos/

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