El “no” a educación sexual aviva embarazos tempranos en América Central

Los embarazos de niñas y adolescentes continúan imparables en América Central, donde las legislaciones para prevenirlos, cuando las hay, son letra muerta, y los Estados se dejan influenciar por sectores conservadores que se oponen a la educación sexual en las escuelas.

El más reciente episodio de esa realidad lo protagonizó la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, al vetar, el 29 de julio, la Ley Integral de Prevención al Embarazo de Adolescentes, aprobada por el unicameral Congreso Nacional el 8 de marzo y criticada por grupos conservadores y la derecha política del país.

“No conocemos los fundamentos del veto, pero se puede pensar que esa ley sigue parada por la presión de esos grupos antiderechos”, dijo a IPS, desde Tegucigalpa, la abogada Erika García, del Centro de Derechos de la Mujer.

La influencia de grupos de presión

Sectores conservadores, aglutinados en “Por nuestros hijos”, una versión hondureña del movimiento regional “Con mis Hijos no te Metas”, se han opuesto a la ley porque para ellos buscaba instaurar la “ideología de género”, como el populismo conservador internacional llama a la difusión de derechos de las mujeres y de la comunidad Lgbti.

Las Naciones Unidas mostró en junio su preocupación por las “campañas de desinformación” en torno a esa ley hondureña

La última de las marchas en favor de “la familia y la niñez”, la realizaron en Tegucigalpa, la capital del país, el 22 de julio.

“Cuando quedé embarazada yo no sabía ni qué era un condón, no me da vergüenza decirlo”: Zuleyma Beltrán.

Esos grupos “apelan a la ignorancia de las personas, al miedo, a la religión, con argumentos alejados de la realidad, dicen, por ejemplo, que a los niños les van a poner faldas y a las niñas, pantalones”, añadió García.

Según, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), uno de cada cuatro partos es de una menor de 19 años en Honduras, con lo cual el país es el segundo en América Latina con la mayor tasa de embarazos en adolescentes.

El Código Penal de Honduras establece que tener relaciones sexuales con menores de 14 años es violencia sexual y por tanto, un delito, sin importar si hubo consentimiento por parte de la niña.

En 2022 hubo 1039 partos de niñas entre con ese rango de edad.

“Es bastante grave, y se agrava más porque no hay políticas públicas de prevención de embarazos de niñas ni adolescentes”, acotó García.

En los países de América Central, con unos 50 millones de habitantes, prevalecen visiones ultraconservadoras cuando se trata de educación sexual y reproductiva.

El Salvador, Honduras y Nicaragua mantienen una prohibición absoluta del aborto, a los que se les suma República Dominicana, en el Caribe. En el resto de Centroamérica la interrupción del embarazo solo se permite en algunos supuestos.

La presidenta hondureña vetó la ley con la fórmula de “vuelva al Congreso” legislativo, para que la analice nuevamente y eventualmente se ratifique si se obtienen los dos tercios de los 128 diputados.

Zuleyma Beltrán, de 41 años, narró la experiencia vivida cuando quedó embarazada a los 15 años por no tener educación sexual apropiada en El Salvador. Un segundo embarazo desembocó en una emergencia obstétrica que la llevó a la cárcel en 1999, una realidad por la que pasan muchas mujeres salvadoreñas. Imagen: Edgardo Ayala / IPS

“No sabía qué era un condón”

Sin embargo, contar con leyes de esa naturaleza tampoco asegura que el fenómeno se va a aliviar, pues sucede que los mandatos legales no siempre se cumplen.

El Salvador cuenta desde 2017 con la Estrategia Nacional Intersectorial de Prevención del Embarazo en Niñas y en Adolescentes, y si bien las cifras se han reducido en los últimos años, aún siguen siendo elevadas.

Un informe de Unfpa señaló que en este país la tasa de embarazo en niñas y adolescentes ha bajado en más de 50 % entre 2015 y 2022.

Sin embargo, “es preocupante ver a El Salvador como uno de los 50 países del mundo con las mayores tasas de fecundidad en niñas de 10-14 años”, refirió en su último informe, publicado en este mes de julio.

Entre las niñas de 10 a 14 años, señaló el documento, la tasa de embarazo ha bajado un 59.6% al pasar de 4.7 inscripciones prenatales por cada 1000 niñas en 2015 a 1.9 en 2022.

El mapa sobre los embarazos en niñas y adolescentes en El Salvador agregó que el país “necesita acelerar aún más el paso, adoptando políticas y estrategias ajustadas a las realidades diferenciadas de las niñas de 10-14 años y las adolescentes de 15-19 años”.

Esas acciones tienen que estar basadas “en evidencia”, citó el informe.

Esa referencia pareciera ser una alusión a la prevalencia de actitudes conservadoras de grupos que, al igual que en Honduras, rechazan la educación sexual y reproductiva en las escuelas.

Esa falta de conocimiento elemental sobre sexualidad, en medio de un contexto de pobreza estructural, llevó a Zuleyma Beltrán a quedar embarazada cuando era una adolescente de 15 años.

“Cuando quedé embarazada yo no sabía ni qué era un condón, no me da vergüenza decirlo”, aseguró a IPS Beltrán, ahora de 41 años.

Y agregó: “Sufrí mucho por no tener conocimiento de muchas cosas, por vivir en la ignorancia”.

Dos años más tarde, Beltrán volvió a quedar encinta y tuvo una emergencia obstétrica. Perdió el feto y eso la llevó a la cárcel en agosto de 1999, acusada de aborto, como sucede con cientos de mujeres en El Salvador.

Este país no solo prohíbe la interrupción del embarazo en todas sus formas, incluso en casos de violación, sino que también impone penas de hasta 30 años de cárcel a las mujeres que han sufrido abortos inducidos o espontáneos y que el sistema de justicia las criminaliza casi siempre por igual.

“Al Estado le debería dar vergüenza obligar a esas niñas a parir y no les da opciones”, manifestó Anabel Recinos, de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto.

“El Estado no les asegura a las niñas educación sexual ni salud sexual y reproductiva, y cuando vienen las consecuencias por los embarazos o por las emergencias obstétricas, es demasiado cruel con ellas, solo les ofrece la cárcel”, añadió.

Recinos dijo que, por la presión de los grupos conservadores, el Estado ha retrocedido en la estrategia de brindar información sexual y reproductiva en las escuelas.

“Ahora son más rigurosos para no permitir que las organizaciones que trabajan en esa área vayan y den charlas sobre educación sexual integral en las escuelas”, acotó.

Ni fórmula para bebés

En Guatemala tampoco han avanzado las iniciativas de organizaciones civiles que desde 2017 han propuesto, entre otras cosas, que al menos el Estado debería de ofrecerles una reparación a las niñas y adolescentes embarazadas, para aliviarles la dura carga.

Entre esas propuestas se incluyeron al establecimiento de un plan de becas, un mecanismo para asegurar el cuido del bebé para que la madre vaya a la escuela y el suministro de fórmula para alimentarlo.

“Pero lastimosamente no logramos dar el siguiente paso, echar a andar esas medias”, afirmó Paula Barrios, coordinadora general de Mujeres Transformando el Mundo, en conversación telefónica con IPS, desde la capital, Ciudad de Guatemala.

Barrios dijo que la mayoría de las usuarias de los servicios que ofrece esa organización, como acompañamiento legal y sicológico, “son niñas y adolescentes que por la violencia sexual empiezan una maternidad forzada”.

Aseguró que en los último cinco años han quedado embarazadas alrededor 500 000 niñas menores de 14 años, y la cantidad se incrementa al incluir a las de hasta 19 años.

“Hoy tenemos medio millón de niñas que no sabemos con qué se están alimentado ellas ni los niños y niñas productos de la violación”, subrayó Barrios, al agregar que al igual que en El Salvador y Honduras, en Guatemala se considera un delito sexual tener sexo con una menor de 14 años.

Agregó: “La sociedad normaliza que las mujeres nacemos para ser madres, y entonces da igual que una niña quede embarazada a los 10 o a los 12 años, se piensa que ella solo se ha adelantado”.

Patriarcado y capitalismo

Las expertas de Guatemala, Honduras y El Salvador consultadas por IPS sostuvieron que la raíz del fenómeno es multicausal, y sobresalen aspectos visibles del patriarcado, como los estereotipos de género y la violencia sexual, entre otros.

“El patriarcado tiene un interés de detener que las mujeres salgamos al ámbito público”, aseveró la guatemalteca Barrios.

Aseguro que la vida de una niña de 10 años queda truncada al salir embarazada. Ya no irá a la escuela y se quedará en el ámbito doméstico, “para criar hijos y estar en la casa”.

Por su parte, la hondureña Garcia señaló que también está de fondo un “sistema de opresión” que se entrelaza con el patriarcado y el colonialismo, que es la influencia de un país o región hegemónica.

“Tenemos niñas pariendo mano de obra barata para alimentar el sistema (capitalista), y se da una mayor feminización de la pobreza, niñas pariendo niñas a las que se les arruina su proyecto de vida”, comentó la abogada.

Mientras tanto, para no repetir la dura experiencia vivida, la salvadoreña Beltrán señaló que ella sí habla y enseña a su hija de 9 años sobre sexualidad.

“Para no repetir mi historia le hablo de los preservativos, de cómo una mujer se tiene que cuidar y de cómo una puede salir embarazada”, acotó.

“No quiero que pase por lo que me tocó pasar a mí”, dijo.

ED: EG

El “no” a educación sexual aviva embarazos tempranos en América Central

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Libro(PDF): «Movilidad humana en tránsito. Retos de la Cuarta Transformación en política migratoria»

Reseña: CLACSO

Este libro es una contribución a la reflexión y al debate sobre los grandes retos que entraña el tema migratorio como problema teórico y fenómeno social de nuestro tiempo. La pregunta subyacente en el texto es ¿cómo reparar un sistema migratorio roto por la implosión del proceso globalizador, destructor de los medios de vida de millones de seres humanos? Frente a esta crisis migratoria los gobiernos responden con medidas de contención en las que se incluyen «muros» que profundizan las dificultades para el tránsito y muestran el rostro de una «crisis humanitaria» que interpela a los derechos humanos.

Fruto de un esfuerzo colaborativo, este volumen fue pensado en una reunión que convocó El Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, cuando recién se estrenaba en México el gobierno de la Cuarta Transformación, para reflexionar en torno al «nuevo paradigma» de la política migratoria de este país. Las amenazas del gobierno de Donald Trump a México sobre imponer aranceles al comercio con Estados Unidos todavía no se habían expresado; poco después la «vuelta de tuerca» se concretó y la política migratoria de México cambió radicalmente. Este tránsito de una política flexible a una política dura es objeto de análisis en este texto que, desde distintas miradas, formula hipótesis y abre nuevos interrogantes sobre el devenir.

Autores (as): Daniel Villafuerte Solís. María Eugenia Anguiano Téllez. [Coordinadores]

Daniel Villafuerte Solís. Jéssica N. Nájera Aguirre. Luz Helena Rodríguez Tapia. María Eugenia Anguiano Téllez. Chantal Lucero Vargas. Rafael Alonso Hernández López. María del Carmen García Aguilar. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO. UNICACH – CESMECA.

Año de publicación: 2020.

País (es): Argentina. México

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-590-7

Descarga: Movilidad humana en tránsito. Retos de la Cuarta Transformación en política migratoria

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1840&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1380

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Guatemala: Las niñas y los niños centroamericanos enfrentan un duro camino hacia el norte.

Huyendo de la violencia en El Salvador y Honduras, las niñas y niños corren el riesgo del ser víctimas de abuso por contrabandistas y cárteles de la droga en un trayecto desesperado por encontrar seguridad.

Por: ACNUR.

Carlos de nueve años de edad y Susana de cuatro años de edad, permanecen sentados en las bancas del Río Usumacinta en Guatemala con su padre, Gerónimo Vázquez*, mirando sobre el agua hacia México, a donde planean viajar por la tarde sin documentos.

Trabajando en El Salvador, su país nativo, como oficial de policía, Vásquez estuvo involucrado en un tiroteo en el que murió un miembro de una pandilla callejera. Como venganza, los miembros de la pandilla rociaron su casa con disparos mientras que su familia permanecía dentro.

Al día siguiente partió hacia Estados Unidos con su esposa y sus hijos en un desesperado viaje terrestre en busca de seguridad, lo que según él, está resultando especialmente difícil para su joven familia.

“Es difícil para los niños. Ellos no entienden lo que está pasando pero no podíamos dejarlos en casa con toda esa violencia”, dice Vázquez, levantando a su hija. “Es mejor que ellos vengan con nosotros, incluso si este es un camino duro”.

«No podíamos dejarlos en casa con toda esa violencia”.

El año pasado, alrededor de 110.000 personas huyendo de las pandillas y otros tipos de violencia en los países del Triángulo Norte de Centroamérica, región comprendida par Guatemala, El Salvador y Honduras, buscaron asilo en el extranjero, cinco veces más desde 2011, según cifras del ACNUR.

La mayoría busca protección en Estados Unidos y México, aunque la cifra real de aquellos que corren por sus vidas es mucho mayor, pues algunos huyen sin documentos y no presentan solicitudes formales de asilo por falta de información o miedo a ser detenidos y deportados.

Entre los que corren una serie de peligros en el camino hacia el norte, hay un número creciente de niños. Además de los peligros físicos de cruzar los ríos fronterizos, las selvas y los desiertos, corren el riesgo de ser secuestrados por delincuentes vinculados a cárteles de la droga, y son vulnerables a los abusos sexuales. Otros quedan a merced de los traficantes de personas, cuya única preocupación es ganar dinero.

En este desordenado asentamiento fronterizo, sólo en el norte de Guatemala alrededor de 300-400 personas emprenden viaje hacia México a través del río cada día, según un funcionario de la Cruz Roja Guatemalteca, muchos pagan 150 quetzales, alrededor de $20 dólares, para cruzar en bote de remos, evitando los puestos fronterizos.

Aproximadamente 1 de cada 4 personas en dirección al norte son menores, algunos acompañados por sus padres, como Carlos y Susana, mientras que otros realizan el viaje solos.

“Es algo que asusta…Cuando sigues este camino sabes que estás poniendo tu vida en gran peligro”, dice Rodrigo Barrera*, de diecisiete años de edad, quien huyó de Honduras debido a la violencia generada por las pandillas, llegando a La Técnica sin un centavo en sus bolsillos.

«Sabes que estás poniendo tu vida en gran peligro”.

Como muchos menores no acompañados, no tiene idea del camino que tomará, dónde se quedará o cómo reaccionará si la policía lo detiene.

Los niveles de violencia en el Triángulo Norte han alcanzado niveles nunca vistos. Aquellos que corren por sus vidas a menudo llevan a sus pequeños hijos con ellos. Los niños lidian con raciones esporádicas de comida y con la falta de sueño durante el camino, descansando en autobuses, trenes, moteles, albergues o en el monte, afirman los trabajadores humanitarios.

En el módulo de la Cruz Roja Guatemalteca ubicado en la zona, la paramédica Miriam Castañeda describe cómo ella atiende a niños con diarrea, fiebre, tos y malnutrición. Castañeda afirma que frecuentemente las familias se ven obligadas a caer en manos de los llamados coyotes, o traficantes, que cobran alrededor de $6.500 dólares para llevar a las personas centroamericanas a Estados Unidos sin documentos. Estos coyotes hacen que los grupos sigan adelante, incluso si un niño está enfermo.

Abraham Suyen, quien trabaja para la Iglesia Católica a favor de los migrantes y refugiados en la zona, dice que las complicaciones psicológicas resultan ser más severas entre los niños en movimiento.

“Tenemos a niños que son forzados a huir de sus hogares, se van llorando, desesperados, estresados y tienen miedo de ser secuestrados”, dice Suyen. “Es un trauma muy fuerte que los marca para toda la vida”.

Suyen también señala los riesgos de explotación sexual para los menores.

«Existe el temor de ser víctimas del trata con fines de explotación sexual. Esta es probablemente su mayor preocupación», dice. «Podrían decir que tienen 22 años, cuando se ven de 15. Quieren ocultar su edad porque saben que son un blanco fácil».

Las autoridades guatemaltecas han reportado más de 5.000 víctimas de trata o de explotación sexual en un período de cinco años, de acuerdo con un informe de UNICEF de 2016. Según el reporte, más de la mitad de las víctimas son menores, siendo el grupo más vulnerables las niñas de 12 a 17 años, muchas son de Honduras y El Salvador.

A lo largo de la frontera mexicana, los cárteles de la droga como los Zetas, llevan a cabo secuestros masivos de migrantes y refugiados a cambio del rescate, frecuentemente asesinando a aquellos que no pagan.

ACNUR aboga enérgicamente por la protección de las personas desplazadas por la fuerza. Salvaguardar los derechos de las niñas y los niños que huyen en busca de seguridad presentando su propio conjunto de desafíos.

“Ellos son vulnerables, por ser menores y estar en desplazamiento”, dice Paula Worby, jefa interina de la oficina del ACNUR en la región de Petén, Guatemala.

Gran parte del apoyo actual a los que están huyendo proviene de una combinación de albergues administrados por iglesias, módulos de la Cruz Roja y voluntarios. A veces, los residentes ayudan espontáneamente a los menores no acompañados.

A pesar de los peligros y las dificultades del camino muchos, como José Barrera, no ven alternativas. Regresar a casa no es una opción, pues teme por su vida, y las vías migratorias regulares para buscar protección internacional a través de rutas más seguras son extremadamente limitadas. Él dice que está decidido a seguir adelante, con la esperanza de llegar a Houston, Texas.

“Quiero seguir adelante, porque detrás hay sólo maldad”, dice Barrera. “Tengo miedo pero también tengo la esperanza de tener una mejor vida”.

*Todos los nombres de los refugiados han sido modificados por cuestiones de protección.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/las-ninas-y-los-ninos-centroamericanos-enfrentan-un-duro-camino-hacia-el-norte/

Imagen: http://www.acnur.org/fileadmin/_processed_/csm_12.2016.09_Ni%C3%B1os_Centroamerica_c1b91aa8ad.jpg

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