Por: Antonia Laborde/El País
La primera mujer mapuche en llegar a la subsecretaría de Educación plantea que las aulas deben reflejar “los conocimientos de las distintas naciones que conviven en Chile”
Cuando Verónica Figueroa Huencho (47 años) era una niña, suplicaba en su interior que la profesora no mencionara su segundo apellido, de origen mapuche. Acostumbrada a que lo pronunciara mal, la pequeña se preguntaba por qué no podía apellidarse Martínez mientras sus compañeros se burlaban de ella. La segunda de seis hermanos nunca escuchó a sus padres -un obrero metalúrgico y una ama de casa-, hablar en profundidad sobre su identidad indígena. Como miembro de la tercera generación que emigró de la comunidad de Curacautín (Araucanía), el vínculo con las raíces estaba prácticamente roto. El descubrimiento personal le llegó como alumna de la universidad pública. Ahora, la única de sus hermanos con un título, es la primera mapuche en ejercer como subsecretaría de educación superior y no perdona que la nombren sin en el Huencho.
“Dado que todo el sistema educativo siempre ha estado diseñado para la homogeneización de la visión occdiental, para muchas y muchos de los que pertenecemos a pueblos indígenas, el proceso educativo puede ser un poco doloroso. Tiene que ver con las aproximaciones, con los ejemplos que se plantean, con las ridiculizaciones de los compañeros: ‘el indio’, ‘la india’, ‘lo salvaje’, siempre asociar la premodernidad a los pueblos indígenas… Eso puede provocar la invisibilización”, explica Figueroa Huencho, luciendo un trapelacucha de plata en su despacho en la cuarta planta del Ministerio de Educación, decorado con telares y artesanía mapuche.
A pesar de que celebra cómo se le abrió la cabeza a “la problemática” del pueblo mapuche y al feminismo cuando era estudiante de administración pública de la Universidad de Chile, la principal institución del Estado en educación superior pública, también tiene sus reparos: “Llevamos más de 200 años con un Estado que ha sido para una sola nación y las universidades han servido a ese proyecto”. Antes de incorporarse al gobierno de Gabriel Boric, llevaba dos décadas como académica en su casa estudio. Fue “complejo”, reconoce, porque siempre tuvo que disputar los espacios “a un conocimiento occidental, homogéneo, a una forma de relaciones jerárquicas, y muy patriarcal. El mundo de la universidades, en general, sigue anclado en lógicas machistas, que segregan otras formas de pensamientos que no sean las que están en el mainstream”, lamenta.
Figueroa Huencho es doctora en Ciencias Administrativas de la universidad ESADE-Ramón Lull y postdoctorada del Centro de Estudios Latinoamericano de la Universidad de Stanford. Dejó su cargo de académica para sumarse al proyecto de Boric. “Nuestro programa plantea la reconstrucción de la educación superior con énfasis en el fortalecimiento de la educación pública, gratuita y de calidad, de la formación técnico profesional, nuevas políticas de acceso y de permanencia en el sistema educativo. Todo eso está atravesado por la plurinacionalidad, no solamente por el género”, apunta.
De sonrisa fácil, la exacadémica no disimula la ilusión que le produce haber llegado al ministerio de Educación. Para cimentar las bases de la transformación durante el Gobierno, plantea, por ejemplo, revisar los programas educativos. “Que se lean autores indígenas, que cuestionemos la historia desde lo indígena. Pero por sobre todo tenemos que avanzar hacia la interculturalidad. Si queremos romper las lógicas coloniales es necesario que el trabajo en el aula refleje que los conocimientos de las distintas naciones que conviven en Chile dialogan en igualdad de condiciones”, afirma“.
La subsecretaría de educación superior ha llegado al cargo en un momento complejo: alumnos afectados psicológicamente tras dos años de encierro debido a la pandemia, marchas estudiantiles marcadas por episodios violentos y un contexto económico complejo para llevar adelante “la reforma del sistema”. “Cada una de las medidas que estamos tomando en educación superior las analizamos en su contexto, pero no estamos poniendo en juego nuestros compromisos de Gobierno”, aclara. “Estamos repensando cómo podemos alcanzarlos de la manera más responsable, con la austeridad que corresponde, pero siempre escuchando a la ciudadanía”, agrega.
Uno de los compromisos de campaña de Boric fue condonar las deudas a los estudiantes que se han endeudado de por vida con la banca para pagar sus carreras. “La condonación es parte de un rediseño del sistema de financiamiento de la educación superior. Eso se tiene que hacer con ciertos criterios de justicia y progresión, ya que los deudores tienen realidades distintas”, apunta Figueroa Huencho. “Estamos en un contexto de austeridad fiscal. Debemos planificar muy bien cómo vamos a asumir, con responsabilidad, esa condonación. En ese diseño estamos trabajando”.
La coautora del libro Wallmapu. Ensayos sobre plurinacionalidad y nueva Constitución (Pehuén, 2020) no quiere referirse a si los contenidos que se están discutiendo en la Convención Constituyente avanzan en la dirección que propone, pero destaca la importancia de los 17 escaños reservados a los representantes de los pueblos originarios [de un total de 155; el 13% de la población se declara indígena], lo que ha permitido que expongan sus “principios, derechos, miradas”. “Eso es tremendamente esperanzador para los pueblos que hemos estado permanentemente negados a esos espacios”, describe.
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