Méjico: La Educación Emocional: Su importancia Estratégica

La Educación Emocional: Su importancia estratégica

Gilberto Guevara Niebla

Los hechos trágicos del Colegio Cervantes de Torreón, que nos han conmovido a todos, dan oportunidad para hablar de la importancia estratégica que tiene la educación emocional en el combate a la violencia.

La educación emocional no es una materia que deba confundirse con la vasta literatura comercial de autoayuda o baratijas semejantes. Se trata de una asignatura seria, con base científica. El trabajo sobre neurociencias de las últimas cuatro décadas ha aportado numerosas evidencias sobre el papel decisivo que desempeñan las emociones en el desarrollo humano.

Junto al conocimiento de las relaciones entre emociones, intelecto y conductas, los científicos han aportado además pruebas de que es posible “enseñar” o “entrenar” las emociones. Muchos datos sobre este tema se pueden encontrar en la obra clásica de Daniel Goleman, La inteligencia emocional, pero en la actualidad existe una vasta bibliografía sobre el tema. Mencionaré dos títulos que me son familiares: Pedagogía emocional de Daniel y Michel Chabot (2009) y Educar desde el bienestar, Competencias socioemocionales para el aula y la vida de Emiliana Rodríguez, Leandro Chernicoff, et al. (2020).

En el centro de la educación emocional está una habilidad: el En el centro de la educación emocional está una habilidad: el para reconocer los sentimientos de las demás personas y respetarlos.

La edad en la cual se facilita el desarrollo de estas dos habilidades es la primera infancia (entre 0 y 6 años). En esa etapa de la vida el tamaño del cerebro crece en dos terceras partes y en él se desarrollan redes neuronales que tienen gran importancia en la conformación del carácter de la persona. La significación para la vida personal y para el desarrollo social de la educación emocional en estas edades ha sido destacado, entre muchos otros, por el premio nobel de economía del año 2000, James Heckman.

El primer lugar donde se educan las emociones es la familia: la relación cotidiana entre padres e hijos tiene aquí un papel determinante. Las respuestas cariñosas, el cuidado y el afecto que brindan los progenitores a sus vástagos (o por el contrario, los maltratos o desatenciones que les dan) ejercen una influencia decisiva en la conformación del carácter.

El segundo lugar es la escuela. La educación emocional adquiere enorme relevancia en educación inicial, en preescolar y en los primeros grados de primaria, pero debe ofrecerse en todos los niveles educativos. Y las escuelas que prioritariamente deben ofrecer educación emocional son las que se encuentran en barrios pobres y en entornos violentos.

Desde este punto de vista debe reconocerse el mérito que tiene la política educativa del presidente Andrés Manuel López Obrador que se propone dar a la educación emocional una enorme importancia en todos los niveles educativos y dar prioridad a las regiones pobres del país, ncluyendo las zonas indígenas, las áreas más deprimidas del campo y los suburbios marginales de las ciudades. Una política como ésta no tiene precedentes.

Fuente de la Información: https://www.cronica.com.mx/notas-la_educacion_emocional_su_importancia_estrategica-1143137-2020

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Entrevista a Ana Cristina Navarro: “Necesitamos reactivar las cátedras de Paz, que están completamente muertas”

Por: Semana.

 Este miércoles comenzó a operar oficialmente la Comisión de la Verdad, el órgano que contribuirá a esclarecer lo ocurrido en el conflicto armado. Semana Educación habló con Ana Cristina Navarro, su directora de Pedagogía, sobre la importancia del sistema educativo a la hora de entender lo que pasó en el país durante el conflicto armado y cómo evitar que se repita.

Después de más de 50 años de guerra declarada con las Farc, hace dos años Colombia inició un proceso de posconflicto. Como parte de los acuerdos, se creó la Comisión de la Verdad, un órgano temporal que oficialmente inició operaciones el 28 de noviembre. Con su puesta en marcha el país intentará alcanzar un objetivo ambicioso, nada fácil, pero necesario: entender lo que pasó, perdonar y reconciliarse.

Quienes hace dos años lograron firmar el acuerdo de paz con la exguerrilla entendieron y promovieron el esclarecimiento de la verdad como un paso clave para transformar la sociedad colombiana, una que ha sufrido los avatares de la violencia y el azote a la integridad de muchos que, aunque no tuvieron nada que ver con la guerra, terminaron en medio de las trincheras.

El desafío del nuevo ente estará en construir en 3 años un documento que aporte a entender lo ocurrido en tiempos de intensa guerra. Pero, para elloel componente pedagógico debe ser sólido para sanar y recomponer la mirada de la realidad durante esos años, una que por tanto tiempo se vio quebrada y por lo mismo fracturó a la sociedad.

Para leer: ¿Servirá la Comisión de la Verdad para reconciliarnos?

Ana Cristina Navarro es la directora de Pedagogía de la Comisión de la Verdad. Ella habló con Semana Educación sobre el papel de la educación en esta nueva etapa.

Semana Educación (S.E.):  Colombia atraviesa por un momento muy poderoso en su historia; una oportunidad tal vez única de construir una sociedad más sana. ¿Cómo enseñar a las generaciones que se están formando a vivir de una manera más empática?

Ana Cristina Navarro (A.C.N.): A partir de ejemplos o experiencias. Deben imaginarlo desde la cotidianidad, no a partir de ejemplos externos sino de lo que rodea al niño. La pedagogía que no tiene en cuenta el entorno no funciona.

El sistema educativo debe apuntar a formar personas con mayor capacidad de relacionarse, porque está claro que tendrá más éxito en esta sociedad no el que más conocimientos recoja, sino quien mejores relaciones genere. El típico estudiante que pasa con notas normales, pero es un líder arrasador, puede ser el mejor. Está muy bien aquel que se concentra en adquirir conocimientos, sin embargo hay que aprender a pensar críticamente y a relacionarse. En el fondo, eso es inteligencia emocional, y es fundamental para que la empatía se pueda esparcir por todas partes; no difundir, sino contagiar.

S.E.: Cada vez se habla más de competencias socioemocionales, ¿cuál cree fundamental enseñar en este momento de posacuerdo?

A. C. N.: Es hora de que todo el sistema educativo en este país deje de tenerle miedo a formar ciudadanos críticos. En este momento es fundamental que le enseñen a los chicos a razonar, a cuestionarse, a preguntarse. Lo importante de la pedagogía es educar personas que se cuestionen y se pregunten los porqués.

En ese sentido, la Comisión tiene muy claro que necesitamos como aliado al sistema educativo en todos sus niveles –a maestros, alumnos, padres y quienes deciden en la educación– para poner a reflexionar a toda la institución sobre qué nos pasó y por qué.

S. E.: ¿Qué está haciendo la Comisión puntualmente para que el sistema educativo sea parte activa de la construcción de paz?

A. C. N.: Hay varios proyectos con el sector. En este momento estamos en la fase de alistamiento, pero tenemos múltiples iniciativas dirigidas a niños, niñas y adolescentes; no solo a quienes han sido víctimas o a los hijos de excombatientes, sino en general a todos los que cursan primaria, media y superior.

Educapaz es una de las organizaciones que liderará algunos de esos proyectos. Nosotros coordinamos, pero no los ejecutamos directamente. Independientemente de la iniciativa, necesitamos reactivar las cátedras de Paz, que están completamente muertas, o generar otro mecanismo desde la ley para que sea obligatorio hablar de lo que nos pasó.

No solo se trata de decir “qué horror lo que nos pasó”, sino de pensar “cómo hacemos para que no se vuelva a repetir”.

S. E.: A propósito de las cátedras de Paz, ¿cómo ven ustedes la forma en que se están enfocando?

A. C. N.: La Cátedra de Paz está desvirtuada o dormida. El tema es que la Historia debe ir de la mano de esa cátedra. Por ejemplo, en un taller que hicimos con periodistas en Villavicencio, ellos preguntaban: ¿cómo hacemos para revisar la memoria si en el Meta nadie ha recogido la historia de lo que pasó? Además, aseguraban no tener en qué apoyarse para poder decir “evitemos que esto se repita”.

Si aquí no hablamos del conflicto, eso genera falta de arraigo, falta de raíces, falta de identidad. Creo que llegó la hora de quitarse la venda y afrontarlo como toca. Cada cultura es distinta y necesitamos empezar a hablar de este problema como algo anormal, que definitivamente tenemos que superar.

S. E.: Usted ha dicho que si con las cátedras no se logra que se hable del conflicto armado desde el aula, es necesario un mecanismo para hacerlo a partir de la ley, ¿a qué se refería?

A. C. N.: Todavía no ha habido un acercamiento con el Ministerio de Educación, aunque en el mandato de la Comisión de la Verdad dice que debemos hacer una intervención en el sistema educativo para que se estudie el conflicto. En este sentido, a partir de uno de los proyectos que tenemos con Educapaz, en el cual pensamos trabajar mediante expediciones pedagógicas, surgió la idea de presentar un proyecto de ley que obligue a las instituciones educativas a enseñar lo que pasó en el país en el conflicto armado. Pero aún tenemos que discutir si esta es la mejor opción o la de reactivar las cátedras de Paz con un contenido concreto, porque se debe respetar la autonomía. En Colombia no existe un currículo único y no todos los maestros y colegios ven necesario revisar el tema del conflicto. Sería mucho más efectivo –pero más difícil– que se genere una conciencia de que hay que hablar de esto sin que sea obligatorio. Estamos en eso y se debe ir paso a paso.

S. E.: En ese sentido, ¿cómo formar y sensibilizar también a los profesores?

A. C. N.: Dentro del proyecto que lidera Educapaz está formar profesores multiplicadores. También queremos apostarle a una estrategia que tomamos de la experiencia del País Vasco, la de las víctimas formadoras. Es demasiado potente cuando una víctima se sienta delante de 50 maestros, les cuenta lo que ha vivido y les dice cómo se las ideó para convivir con el enemigo que vivía en la casa de enfrente. Esto tiene que ser una red que nos permita mover los sentimientos y generar empatía con los indiferentes. Los actos de reconocimiento que va a hacer la Comisión serán conmovedores.

Es necesario trabajar tanto con colegios públicos como con privados. En estos últimos es donde están las personas más indiferentes frente a lo que pasó (lo cual no quiere decir que no haya víctimas en los estratos más altos; el secuestro fue un tema que los golpeó fuertemente).

S. E.: ¿Cómo lograr que niños y jóvenes no se queden en el horror y el dolor de lo que pasó y, al contrario, pasen la página y trabajen para que no se repita?

A. C. N.: Tenemos una idea muy poderosa: la verdad. Los maestros deben partir de por qué tiene ventajas decir la verdad y qué problemas trae hablar con mentiras u ocultar parte de la misma, que en general es lo que pasa. A partir de ahí se generan conversaciones muy chéveres.

Necesitamos sensibilizar y movilizar hacia la verdad. Eso sí, hay que hacerlo poco a poco; nadie ha dicho que va a ser una acción de choque o que vamos a generar más daño. Ya le pasaron muchas cosas a múltiples familias en este país. No venimos a meter el dedo en la llaga, sino a ayudar a los chicos a entender por qué pasó lo que pasó y cómo hacer para que no nos vuelva a suceder.

S. E.: ¿Cómo se integra la educación superior en esta apuesta?

A. C. N.: Tenemos convenios con 28 universidades en todo el país para llevar a cabo un proyecto de voluntariado de jóvenes por la verdad con chicos de educación superior, décimo y once. Pensamos realizar este proyecto junto con Colombia Transforma, que es experta en este tipo de plataformas. Queremos que los jóvenes sean, más que multiplicadores, ‘reeditores’; es decir, que adapten su conocimiento a las circunstancias y al momento histórico en el que se encuentran. Es muy importante que cualquier propuesta o acción que hagamos nazca desde los territorios, teniendo en cuenta las diferencias étnicas, culturales y de género. Son ellos quienes, con el apoyo de la Comisión, construyen su pedagogía.

S. E.: Usted habló de involucrar a los padres de familia, ¿cómo lo harán?

A. C. N.: Es indispensable que los papás entiendan por qué se debe hablar de esto en la escuela. No solo se trata de decir “qué horror lo que nos pasó”, sino de pensar “cómo hacemos para que no se vuelva a repetir”. Esto tiene que ver con la educación, la cual pone la fuerza del individuo en la capacidad emocional de relacionarse pacíficamente, de solucionar sus conflictos mediante la negociación y la no violencia.

La Comisión quiere hacer una reflexión muy profunda sobre qué es lo que hay en esta sociedad para que tendamos a resolver todo con violencia. Es importante analizar esto para atacar las causas reales. Es claro que debemos impulsar el respeto por la diferencia, la inclusión, la tolerancia y la solidaridad. Tenemos que dejar sembrada una semilla de consciencia, y los papás son fundamentales en este proceso.

Fuente de la entrevista: https://www.semana.com/educacion/articulo/las-catedras-de-paz-estan-muertas–directora-de-pedagogia-de-la-comision-de-la-verdad/592746

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Colombia: Todos a hablar de educación

Por: Semana Educación

Aunque el país progresa, todavía falta mucho camino por recorrer en términos de pertinencia, acceso y habilidades para la vida. Estas son las principales conclusiones que dejó la Cumbre Líderes por la Educación 2017.

Durante dos días, más de 800 asistentes se dieron cita en el evento más importante del sector educativo en el país, para escuchar las reflexiones de cerca de 50 expertos nacionales e internacionales. Fueron dos jornadas para debatir sobre la necesidad de seguir impulsando la educación como motor de transformación y desarrollo de Colombia, más ahora cuando el país necesita nuevos imaginarios, narrativas y realidades de cara a un futuro en paz.

La cuarta edición de la Cumbre Líderes por la Educación 2017 giró en torno a una idea central: qué tipo de ciudadano necesita la sociedad y qué significa ser un ciudadano en un Estado que busca reconciliarse y avanzar hacia la modernización de sus instituciones. En ese sentido, la educación debe ser el elemento de cohesión y progreso para que los colombianos impulsen sus proyectos de vida tanto en lo personal como en términos de ciudadanía.

Pero, como repitieron una y otra vez los expertos congregados, la educación no es una varita mágica que resolverá todos los problemas. Se requiere de un compromiso de todos los actores y a todos los niveles (también en términos de recursos). Aunque Colombia está haciendo grandes esfuerzos por impulsar su sistema educativo y posicionar este tema en el debate nacional, no se pueden descuidar ciertos aspectos en los que el país sigue rezagado.

Uno de los principales es la brecha que existe todavía entre las zonas rurales y las urbanas en términos de acceso, permanencia, calidad, oferta y pertinencia, así como las posibilidades de progreso en un lado y en otro.

“Tengo una gran preocupación por la concentración de oportunidades en las urbes. Si hay más opciones en las ciudades, la gente del campo continuará marchándose. Eso tiene varias consecuencias: por ejemplo, las provincias pierden sus talentos porque sus jóvenes migran”, indicó durante el encuentro Eduardo Aldana, fundador de la iniciativa regional Innovar.

De acuerdo con el Ministerio de Educación Nacional (MEN), un niño de las zonas rurales acude al colegio un promedio de 5,5 años, mientras un niño de ciudad lo hace durante nueve. Solo tres de cada 10 niños del campo logran acceder a la educación media, lo que supone una enorme desventaja de cara a su futuro laboral y desarrollo profesional. Los jóvenes rurales no encuentran incentivos suficientes para quedarse en sus veredas, por eso muchos panelistas coincidieron en apuntar que es importante desarrollar una educación dirigida a las regiones, con su aval y el consenso e incluyendo sus necesidades reales de formación.

“A nosotros nos toca ir al colegio en lancha, mientras que en Bogotá inauguran megacolegios. A veces no tenemos la alimentación necesaria o no nos enseñan lo que es útil. Los jóvenes entonces piensan que estudiando no van a salir adelante en la vida. Las zonas rurales están alejadas de todo, inclusive de la educación, porque los contenidos no son pertinentes”, advirtió Lucero Valencia, una líder estudiantil de 15 años de Guapi, Cauca, que asistió a la cumbre para hablar de su realidad.

Pero ese no es el único desafío que enfrenta Colombia en materia educativa. Hay otra gran brecha que se agudiza con los años: los jóvenes que terminan sus estudios profesionales no están preparados para enfrentar las exigencias del mercado laboral. En otras palabras, las instituciones de educación superior no están preparando bien a los futuros profesionales de este país.

De acuerdo con Li Kai Chen, consultor de la compañía McKinsey, “en el mundo hay 85 millones de estudiantes que carecen de habilidades aplicables al trabajo. El 42 % de los empleadores afirma que los jóvenes no están preparados”.

La solución que brindaron los especialistas nacionales e internacionales para superar esta fisura pasa, por un lado, por la elaboración de un marco nacional de cualificaciones en el que se detallen las capacidades que necesitan desarrollar los profesionales de cada sector y, por otro, comenzar a educar a los menores de edad desde los primeros años con un perfil vocacional. “Hoy los jóvenes son tres veces más propensos al desempleo que sus mayores y, para empeorar las cosas, se estima también que el 50 % de los trabajos de hoy van a desaparecer por cuenta de las tecnologías”, agregó el experto.

Otra opción, señalaron, es impulsar la educación técnica como una opción de formación igual de válida a la universitaria. Como explicó María Andrea Nieto, directora general del Sena: “La formación técnica es una oportunidad de movilización económica y social: disminuye la pobreza, genera empleo e ingresos”.

Otro punto clave son las nuevas tecnologías aplicadas a la educación, entendidas como una herramienta para impulsar la calidad y la pertinencia. Pero para lograrlo, maestros, rectores e instituciones deben prepararse para asumir los retos que implica y capacitarse para saber cómo emplearlas en beneficio del futuro de sus estudiantes, potenciales ciudadanos digitales.

Sin embargo, será imposible materializar esta hoja de ruta sobre los grandes desafíos de la educación en Colombia si no se empieza a trabajar en su implementación desde la primera infancia. “Como decía Gabo, ‘la educación debe ocurrir desde la cuna hasta la tumba’. Mientras más nos demoremos en actuar, más costoso será. Entre más nos demoremos, los rezagos son mayores. Las bases se forman a muy temprana edad; de ahí la importancia de la primera infancia”, indicó durante su intervención Carolina Meza, directora ejecutiva de Empresarios por la Educación.

No obstante, esa atención integral jamás estará completa –al igual que la formación que reciben el resto de estudiantes en los diferentes niveles educativos– si no se impulsa la educación en competencias socioemocionales y en capacidades para la vida de una manera transversal a todas las asignaturas del currículo. Las también llamadas habilidades del siglo XXI, como el trabajo en equipo, la resolución de conflictos y la resiliencia deben ser las bases para formar ciudadanos en épocas de posconflicto, concluyeron los expertos convocados. No solo hay que educar en matemáticas o lenguas, también es imprescindible una formación centrada en el ser. Un hito que solo será posible por medio de la consolidación de currículos que guíen a las nuevas generaciones no solo a lograr las mejores notas y entrar a las mejores universidades, sino a construir la paz que durante más de 50 años se le negó al país.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/educacion-en-colombia-cumbre-de-lideres-por-la-educacion-2017/545589

 

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“Los estudiantes deben aprender a seguir aprendiendo” Entrevista a Alejandro Adler, director de Educación Internacional del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania

América del sur/Colombia/12 Agosto 2017/Autor y Fuente: Semana Educación

Las competencias socioemocionales se han convertido en un tema de agenda. Es por eso que varios expertos como Alejandro Adler, director de Educación Internacional del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania, recomiendan potenciarlas.

La educación se ha convertido en la semilla de la esperanza para reconstruir el país. Es por eso que en tiempos del Posacuerdo, el acceso a una formación de calidad es la oportunidad fundamental para garantizar una paz sostenible que asegure un proyecto de vida digno para todos los colombianos.

Bajo esta premisa de construir el ciudadano que queremos para que enfrente este nuevo contexto, Semana Educación celebrará la Cumbre Líderes por la Educación 2017, el evento más importante del sector educativo.

La Cumbre tendrá lugar los días 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio en Bogotá y contará con la participación de expertos nacionales e internacionales que debatirán sobre el estado de la educación en el país y en el mundo.

Uno de los exponentes más reconocidos es Alejandro Adler, director de Educación Internacional del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania. Originario de México, Adler es licenciado en Psicología y en Economía, y tiene una maestría y un doctorado en Psicología, todos de la Universidad de Pensilvania. Actualmente es uno de los 60 miembros del Grupo Internacional de Expertos en Bienestar de las Naciones Unidas – un grupo de expertos internacionales de distintas disciplinas que trabajan con las Naciones Unidas para implementar un nuevo paradigma de desarrollo basado en el bienestar.

El experto trabaja con los gobiernos de Bután, Nepal, India, México, Perú, Emiratos Árabes Unidos, Australia, Jordania y Colombia, entre otros, y sus proyectos infunden en los currículos escolares de estos países habilidades para la vida basadas en la psicología positiva. Además, miden el impacto que tienen estos programas en el bienestar de los jóvenes, en su desempeño académico y en otros resultados positivos de vida. De acuerdo con Adler, “para disfrutar de una Colombia que florece hay que plantar las semillas de la educación positiva”.

Semana Educación lo entrevistó para conocer más sobre la importancia de las habilidades socioemocionales y la educación positiva.

Semana Educación (S.E.): ¿Qué es la educación positiva y cómo puede contribuir al desarrollo de futuros ciudadanos?
Alejandro Adler (A.A.): Es un modelo que enseña las habilidades para la vida y el bienestar, junto con el desempeño académico tradicional como las matemáticas, las ciencias, la alfabetización, y demás disciplinas. Esta formación integral permite que cada individuo se desarrolle a su máximo potencial, y por ende que la sociedad entera florezca. En un mundo como el de hoy, ha nacido la necesidad de tener ciudadanos con valores, actitudes, habilidades y el conocimiento para tomar las mejores decisiones para sus propias vidas y para la sociedad entera. La última década de estudios nos han revelado que las habilidades para la vida y el desempeño académico no son mutuamente excluyentes, todo lo contrario: el bienestar potencia el desempeño académico y, eventualmente, el laboral. Y no sólo eso, sino que las habilidades para la vida incrementan el bienestar integral del ser humano y promueven comportamientos prosociales, mejor salud física, y mayor civismo en general. En conclusión, podemos decir que buenos ciudadanos crean el terreno fértil para una sociedad civil y educada.

S.E.: ¿Por qué es tan importante apostarle al desarrollo de competencias blandas y habilidades socioemocionales ahora?
A.A.: El mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso que no tiene precedentes. Además, la mayoría del conocimiento que tenemos hoy será obsoleto dentro de diez años. Lo que nunca será obsoleto es el repertorio de las habilidades para la vida que lleva cada persona, que incluyen las habilidades sociales y las emocionales junto con las cognitivas. Lo esencial es que los estudiantes de hoy aprendan siempre a seguir aprendiendo a través del pensamiento crítico, de la resolución de problemas, de la innovación, del liderazgo y demás habilidades, adaptándose a un mundo que seguirá cambiando a un ritmo cada vez más acelerado. Necesitamos un paradigma educativo que se complemente con la fomentación de habilidades para la vida entera.

S.E.: Décadas de investigación han permitido identificar qué habilidades para la vida contribuyen a incrementar el desempeño académico. Son famosos los ejemplos de países como Bután. ¿Cómo podemos aplicar la metodología de la educación positiva en Colombia?
A.A.: Algo que nos han enseñado décadas de estudios de la psicología cultural es que los humanos de distintas culturas tienen más en común de lo que los distingue. En otras palabras, los humanos son humanos, independientemente de que estén en Bután o en Colombia. Por supuesto que es absolutamente esencial adaptar cualquier programa o intervención al contexto y a la cultura local, pero las habilidades para la vida plena y para la mejora del desempeño académico han resultado ser las mismas, ya sea en Bután, en México, en Dinamarca o en Colombia. Lo que cambia es el embalaje de estas habilidades universales y perennes. Mientras que las habilidades para la vida y para el éxito académico y profesional – como la comunicación efectiva, la resiliencia, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la gratitud, y demás – son las mismas alrededor del mundo, la manera en cómo se enseñan y cómo se aprenden varía, pues tienen que resonar con el contexto y la cultura local para que tenga relevancia en la vida de los estudiantes y que tenga sentido dentro de su manera de entender el mundo.

S.E.: El tema de la resiliencia es muy significativo para el contexto en Colombia. ¿Cómo hablar de resiliencia en la educación para poderla implementar?
A.A.: Durante los últimos 20 años hemos visto que la resiliencia le permite, de un lado del espectro, a jóvenes afortunados a enfrentar los desafíos de la vida con mayor sabiduría, y del otro lado, a jóvenes que han salido de conflictos armados a reintegrarse de manera exitosa en la sociedad, previniendo su reclutamiento futuro por grupos armados. La resiliencia es la capacidad de poder enfrentar los desafíos de la vida y de poder rebotar de ellos. Esto aplica a un desafío tan cotidiano como un desacuerdo con un amigo, hasta algo tan traumático como estar expuesto a la guerra durante años. Afortunadamente, existen habilidades cognitivas, emocionales y conductuales que incrementan la resiliencia del individuo y de la sociedad, y estas se pueden enseñar y aprender a cualquier edad. Ya que todo ser humano va a enfrentar desafíos en su vida, es esencial que la resiliencia, junto con las demás habilidades esenciales para la vida, se enseñe con la misma seriedad que la que se le da a las matemáticas, a las ciencias y a las demás materias académicas en los colegios. Nuestros estudios han encontrado que cuando a las personas se les enseña cómo volverse más resiliente, una proporción mayor de la gente que sufre un trauma logran capitalizar su experiencia y crecer a partir de ella. El crecimiento postraumático se da con mayor incidencia en jóvenes adolescentes que aprenden las habilidades cognitivas, emocionales y conductuales de la resiliencia.

S.E.: Las habilidades para la vida no son elementos que se puedan evaluar en una prueba como las Matemáticas o el Lenguaje. ¿Cómo sabemos que lo estamos haciendo bien?
A.A.: Afortunadamente décadas de estudios científicos nos han brindado instrumentos de medición que nos permiten medir las habilidades para la vida con el mismo rigor que las matemáticas o la alfabetización. Con validación en distintas poblaciones a nivel global, existen instrumentos conductuales, de observación y de auto-reporte con propiedades psicométricas confiables que nos permiten definir, medir, cultivar y evaluar el cambio de las habilidades para la vida.

Un ejemplo conductual de la habilidad de la auto-regulación de un niño pequeño, por ejemplo, es decirle que puede comerse un dulce que le gusta mucho ahora o esperar un rato y recibir dos, en vez. La cantidad de tiempo antes de que el niño se come el dulce que tiene en frente es una medición objetiva de su auto-regulación. Y este dato aparentemente tan simple predice elementos como desempeño académico, la probabilidad de que una persona se divorcie años después, el éxito profesional y demás resultados positivos de la vida. Cada habilidad tiene instrumentos de medición análogos a este.

S.E.: Si se llega a implementar con éxito este tipo de educación, ¿cómo ve a Colombia en 30 años?
A.A.: Si Colombia decide invertir en la formación integral de sus niños y jóvenes puede esperar gozar de los mismos frutos que otros países que han implementado este modelo de educación han disfrutado ya: una sociedad más productiva, cívica y contenta y con individuos que disfruten de vidas más plenas, con sentido y propósito; una cultura rica, diversa, inclusiva, vibrante, e importantemente en el contexto específico de Colombia, una paz realmente inclusiva y duradera. Para disfrutar de una Colombia que florezca a su máximo potencial, hay que plantar las semillas fértiles necesarias y estas radican en la educación positiva y requieren de un compromiso incondicional a nivel de política pública y a nivel de cada ciudadano.

Imagen:https://www.quillota.cl/web/sitio/wp-content/uploads/2016/01/IMG_2199-e1453216926559.jpg

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/cumbre-lideres-por-la-educacion-2017-entrevista-alejandro-adler/535832

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Reflexiones y ejemplos sobre la formación de competencias socioemocionales

26 de octubre de 2016 / Fuente: http://pcnpost.com/

Por: Ángela Escallón Emiliani

El pasado 16 de septiembre, la Fundación Corona realizó un Conversatorio de Competencias Socioemocionales con el experto Koji Miyamoto, quien en distintas ocasiones recordó las altas implicaciones que tienen estas habilidades en el desarrollo de las personas, pero también en el progreso social y económico del país.

En esta ocasión queremos compartir con ustedes algunas de las grandes preguntas que se discutieron en este espacio, y que serán de gran ayuda y guía a la hora de poner en práctica la formación de competencias socio emocionales en distintos contextos.

¿Qué implicación tienen las diferencias en los contextos de aprendizajes de las competencias socioemocionales, por ejemplo, entre un niño del campo y un niño de una ciudad capital?

K.M: Es cierto que el nivel de formación de las competencias socioemocionales depende del contexto en que se desarrollen. Su formación puede ser diferente entre países, incluso entre ciudades de un mismo país y entre el contexto urbano y rural.

Por ejemplo, en Japón sobre salir y buscar destacarse es una competencia socio emocional cuya formación difiere a la de varios países, pues no es bien percibido socialmente que las personas hagan referencia a su buen desempeño y a sus habilidades superiores frente a otros. En la cultura japonesa prevalece la cohesión grupal y el éxito colectivo sobre el éxito individual. No obstante, este caso es totalmente contrario en la cultura norteamericana, donde la competitividad es bastante alta.

Las diferencias en los contextos de aprendizaje pueden variar el enfoque y la fuerza hacia el cuál se forma cierto tipo de competencias socio emocionales. En el caso rural de una comunidad agricultora, parecería que la formación de competencias como la flexibilidad y la adaptación no podrían tener gran relevancia, ya que las costumbres de estas personas vienen de décadas atrás y son muy arraigadas. Sin embargo, a la hora de que esta comunidad quiera mejorar los procesos de cultivo para mejorar su calidad de vida por medio de habilidades de investigación o uso de nueva tecnología, estas competencias entrarían a tener un rol importante.

Es por eso que desde la evidencia se ha visto que hay un grupo de competencias socioemocionales que si son generales y necesarias para la formación del ser humano sin importar el contexto. Por ejemplo, la empatía y la comunicación son competencias que son claves desarrollar en todo el mundo.

De hecho, esta es la razón por la que la medición y evaluación internacional de estas competencias sólo busca recoger información sobre aquellas que son globalmente relevantes y que puedan ser comparables.

¿Según esas diferencias en los contextos de aprendizaje, debería enfocarse la formación de competencias socioemocionales más en unas que en otras?

K.M: Enfocarse en una o dos dimensiones puede generar distorsiones en la formación. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que el enfoque en incrementar solo competencias como la “complacencia” (agreeableness) genera consecuencias en problemas alimenticios como la obesidad.

El objetivo final debe ser formar seres humanos integrales con un equilibrio entre lo cognitivo y lo socioemocional. Por eso, es importante tener un balance en la formación.

Según estudios de neurociencia se ha comprado que la formación de competencias socioemocionales si tiene un impacto el desarrollo cerebral y en los procesos de plasticidad. Estas competencias estimulan la forma en que las personas piensan, sienten y se compartan.

¿Podemos encontrar una relación entre la formación de competencias socio emocionales y la generación de violencia?

K.M: La formación de competencias socioemocionales es esencial en un país que está comenzando un periodo de reconciliación. Formar el respeto por el otro en las personas, entre muchas más habilidades, permitirá que un país pueda establecer una convivencia pacífica.

Pero, además, las competencias socio emocionales te permiten prevenir ser víctima de la violencia. Estas competencias pueden empoderar a las personas para navegar mejor el entorno, para evadir escenarios de violencia.

Una forma de enseñar competencias socio emocionales puede ser a través de las clases de historia. Permitir que los niños analicen y discutan hechos pasados de violencia, más allá de que memoricen fechas y protagonistas, permite sembrar en ellos un sentido crítico y reflexivo de estos comportamientos, que los lleve a pensar incluso en soluciones antes no pensadas.

A la hora de formar competencias socioemocionales a través de este tipo de reflexión y la expresión, es importante traer a colación hechos concretos y personas, que permitan que los niños generen sus propios análisis mientras se ponen en la situación del otro. El objetivo no es discutir lo sucedido, como fechas, protagonistas, bandos, entre otros; sino que los niños y jóvenes se involucren en el tema mediante la reflexión. Incluso se puede transpolar los sucesos que se están discutiendo a las problemáticas de la propia comunidad de los niños, para que ellos mismos contribuyan a buscar soluciones a problemas de su propio entorno.

Finalmente, Miyamoto destacó durante toda la jornada que el enfoque de la formación en competencias socioemocionales no sólo debe comprender lo formal (la escuela), debe también comprender el aprendizaje en los espacios no-formales (la comunidad, la sociedad). Esto es lo que él llama coherencia y cohesión en los contextos de aprendizaje, donde debe haber una articulación entre ambas (formal y no formal) en la que se deje de fragmentar el aprendizaje.

La construcción de estas competencias es una labor en llave y de doble vía que involucra escuela, familia y comunidad.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/angela-escallon-reflexiones-y-ejemplos-sobre-la-formacion-de-competencias-socioemocionales/

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