Venezuela: Altersofía una forma “otra”

Altersofía una forma “otra”

“¡viva la diversidad, vivan las diferencias y los matices en nuestra tierra bienamada! ¿No es maravilloso que haya tantas razas y tantos pueblos, tantas lenguas, tantas formas de pensar y concebir el mundo?…”

Hesse (1946)

Autora:

Belkys Celeste García Calderón[1]

Maturín, noviembre 2021

 Introducción:

Existe una marcada tendencia a ver los fenómenos sociales aislados, fragmentados y estáticos, negando las contradicciones que se suscitan en el seno de la realidad, definido por una racionalidad técnico-instrumental para el abordaje de los procesos sociales. A lo largo de estos meses de pandemia y por lo tanto de distanciamiento social como medidas de prevención, hemos estado presentes en diversos debates y reflexiones en torno al papel de la educación y los retos e inquietudes sobre las prácticas pedagógicas e investigativas que se vienen llevando a cabo mucho antes de la crisis sanitaria que vivimos. Cada encuentro ha estado atravesado por interrogantes profundas, que dejan como saldo la necesidad de continuar un recorrido que nos debería llevar a una forma de investigar “otra”, que celebre la diversidad, las diferencias y los encuentros.

Por lo tanto, en este escrito busco presentar algunas ideas en torno a esos planteamientos centrales abordados y algunas reflexiones, inquietudes y cuestionamientos en sobre las prácticas educativas por un lado y las de investigación por otro y los retos que se nos presentan producto de la aprehensión de los elementos teóricos centrales desde la Altersofía y el hacer decolonial, en el abordaje de los procesos sociales, entendiendo y respetando la diversidad y la complejidad de los mismos.

 

Educación e investigación:

La educación tradicional con su enfoque europeo de la modernidad/racionalidad, impuesta por el imperialismo, el capitalismo y el colonialismo, centrada en la fragmentación del conocimiento, la objetividad, lo lógico racional, el dualismo, ha venido cumpliendo su papel “etnocida”, formarnos para ser los “profesionales” (mano de obra calificada, ejército de reserva), necesarios para sostener el sistema capitalista dominante, por lo tanto privilegió la formación de competencia para el hacer técnico-instrumental, y en ese afán dualista, separó lo lógico formal de lo estético-lúdico, desde una perspectiva reduccionista,  es así como el amor, el respeto, el reconocimiento y la valoración del otro, a los otros y con los otros no era posible vislumbrarlo. Se ocupó de anular la posibilidad de la cultura, la ética y desarrollo integral a partir de categorías como el individualismo, por lo tanto cuando irrumpen nuevas propuestas, prácticas o formas, algunas no encontraron más opción que desaparecer, anularse o disminuirse.

Desde la academia se configuró la investigación como un mecanismo de control y dominación, de reproducción, anulación e invisibilización, en la que lo fundamental, era y es, la producción de teorías constitutivas e interpretaciones superiores de la realidad, es decir de los “hechos”, asumiéndose como estructuras superiores, universalizadas, que se son formuladas a partir de los procesos investigación que transcienden la mera observación, por cuanto desde este paradigma positivista, han sido verificadas y comprobadas, entre otras cosas, por lo tanto, los  conceptos se impusieron como “verdad”. Se produce así un distanciamiento ente la ciencia y el saber, se crean condiciones para la producción de conocimientos reproduciendo esquemas y modelos, dejando de lado a las pequeñas experiencias de investigación en las que se producen saberes y conocimientos, en las que se recrea el saber ancestral, originario de los pueblos.

Las investigaciones estuvieron cargas de certezas, se miró el campo de lo social igual que lo natural, sin considerar que eras realidades que requerían ser abordadas de forma diferenciada, empieza a estremecerse, siendo necesario la emergencia de epistemologías inclusivas, por ello ante la crisis de los paradigmas, fueron emergiendo nueva miradas hacia los contexto sociales, en las que se cuestionó la dicotomía, lo objetivo y lo racional, asumiendo el sujeto un rol protagónico, en el que “lo racional y lo emocional no pueden separarse en la actividad investigativa”. Ese paradigma que parte de la idea de que el sujeto investigador a su vez es investigado por la realidad y sus actores, por lo tanto, la objetividad ya deja de ser lo central, y entra en juego lo subjetivo, es decir todo aquello que implica emociones, experiencias, valores también están presentes y a la vez que modifican la realidad son modificadas en el investigador, generan un proceso reflexivo (interno y con los otros con los que comparte la aventura de investigar).

Lo significativo ya no son las generalizaciones, esas que produjeron relaciones  desiguales y excluyentes, lo particular tiene relevancia y es importante como expresión de las dinámicas de las realidades, que en medio de sus contradicciones, antagonismos y complejidades rompe, de-construye y transforma. Se piensa así en la posibilidad de que otros actores claves también producen conocimientos, como por ejemplo los campesinos, los indígenas, los grupos minoritarios y excluidos, aquellos que Fanón llamo los “condenados de la tierras”. La crisis y los desafíos, ponen en evidencia la necesidad de romper con los dispositivos de poder que se identifican y no nos permiten avanzar, es decir, buscar nuevos caminos u horizontes, nuevas formas de interrogar la realidad, para descubrir novedosas maneras de interpretarla, cargada de “verdades” complejas o interculturales, con nuevos sujetos históricos.

 

Nuevas posturas o miradas:

avo Pereira (2007): Cuentas. Monte Ávila Editores. Venezuela.

Maturana (2010): El sentido de lo Humano. Editorial Granica. Argentina.

Ortiz  A. y Arias L. (2019): AltersAnte las crisis de teorías e ideologías, se plantea como imperativo conocer las realidades y encontrar respuestas cónsonas con los involucrados, es decir, conocer desde, con y para los propios protagonistas, no como interlocutores, o como intérpretes, sino como voceros. Peralta (1995, p.8), adelanta en ese tiempo, reflexiones sobre el quehacer investigativo en lo social desde otra mirada, se interrogó sobre la credibilidad del pueblo común como productor de conocimientos (mediante la sistematización), al respecto señala que:

Meditándolo llegamos a preguntarnos si realmente creíamos que la gente, el pueblo, las comunidades eran lo más importante; si considerábamos que ellos eran, en esencia, fuente de toda riqueza, y que sin su acción y su decisión era inútil plantearse cambios profundos en las relaciones humanas.

Por lo tanto, reitera que:

Respecto de la gente, nosotros intentamos revalorizar su rol y tratarla de otro modo. Entonces para capacitarnos no podemos recurrir a métodos educativos tradicionales, porque ellos están hechos para crear dependencia desde una posición de poder del profesor o maestro hacia su estudiante o alumno.

La interpelación al papel de la educación y la investigación han sido aspectos que han movido la conciencia de muchos investigadores, entre ellos, Fanón, Maturana, Fals Borda, Freire, Boaventura, Dussel, Morín y Bigott, desde donde se ha venido impulsando un pensamiento con otras miradas, otras formas de ser, hacer, vivir y convivir, donde otras formas distintas a la colonial tiene espacio y cabida, cuestionando el hacer colonial y neocolonial, los condenados de la tierra, los estudios decoloniales, estudios culturales, pedagogía de la liberación y educación emancipadora, cobran importancia convirtiéndose en referencia hacia un nuevo modelo de educación.

En las epistemologías del Sur, se plantea un cambio en la mirada para la producción de conocimientos, una percepción a los problemas sociales ya no de forma individual, sino colectivo, por lo que “se considera relevantes la producción y validación de los conocimientos anclados en las experiencias de resistencia de todos los grupos sociales que sistemáticamente han sufrido la injusticia, la opresión y la destrucción causada por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado” (De Sousa, 2018. P. 306).

En este orden de ideas, de luchas, resistencias y resignificaciones, surge la Altersofía, que empieza a adentrarse como una forma “otra”, que no pretende ser un modelo, una imposición, ni propuesta, ni proyecto, sino eso mismo “otra”, que es capaz de coexistir con otras formas que abandona la noción de metodología, epistemología, investigación, educación, en la que se habla la posibilidad de ser, hacer, vivir y convivir desde el “otro” desde una mirada decolonial.

Altersofía una forma “otra”:

La investigación tradicionalmente se configura desde la mirada de la generación de conocimientos en los cuales, el investigador se abroga la autoría, la producción y hasta la forma de interpretación de la realidad, en la que se vio a los otros como fuentes de información para la investigación, en esa mirada, se impone el qué, cómo, cuándo y para qué investigar, por lo tanto la opción ontoepistémica que pareciera estar definida de antemano por el científico, que aborda lo natural y hasta lo social, en una postura objetividad que implicó el alejamiento en la observación de los fenómenos sociales o naturales, con referentes de una necesaria comprobación, validez y universalización del o los comportamientos de dichos fenómenos, quizás la ansias, los deseos y/o convencimientos de generar teorías y “soluciones” no permiten vislumbrar otras alternativas, opciones y caminos.

La Altersofía se niega como propuesta, pues de serlo, actuaría desde la mirada colonial, imponiéndose como un camino, una verdad, un saber. En este sentido, nos preguntamos ¿cómo hacer para llegar a “otros” desde su mismo lugar (este no como espacio geográfico, sino como ser)?, posibles respuestas, a través o desde una relación que se configura desde el otro, con el otro y para el otro, desde la esencia misma de lo humano, eso que llamamos “amor”. Amor humano que la modernidad nos arrebató, encapsuló y secuestró, reemplazándolo por lo racional formal y salta en nuestros corazones y grita que está ahí y quiere lo miremos, respetemos y saquemos a la realidad para caminar juntos en un recorrido que nos invita a explorarle y descubrirle.

Considero que ya no es posible continuar repitiendo esquemas, estructuras que sustituyan la esencia sublime del ser, la estética, lo emocional, urge despertar conciencias, sustituir patrones y reflexionar que queremos y hacia dónde vamos como pueblos. Para cerrar, la realidad nos da muestra que la modernidad requiere con urgencia del amor que como señala Maturana, el que “entrega libertad al construir un mundo con el otro”. E igualmente, como plantea Ortíz (2021) “las culturas y los pueblos diversos necesitamos trabajar juntos con solidaridad y compasión para conservar todo el sistema del que somos inmanencia, un sistema que es la sociedad humana en su residencia planetaria, lo cual nos permitiría a todos ir más allá de la actitud de una tolerancia pasiva y transitar hacia la interrelación activa”.

 

Un viraje decolonial:

Esa visión occidental, eurocéntrica, colonial con sus procesos, estrategias, tácticas y acciones formales, ya han dado muestras de fracturas, en la que se ha destruido hasta la pachamama. Tal Se hace necesario entonces, decolonizar e indisciplinar las ciencias sociales y visibilizar las culturas que fueron subalternizadas por el colonialismo, patriarcal, para ello, se presenta la altersofía, como epistemología ‘otra’ y formas ‘otras’ de conocer y amar.

La relación entre conocimiento y realidad implica que los sujetos construyen, un sentido a sus prácticas y resignificación interpretativa, por lo tanto representan opciones interpretativas pertinentes y necesarias que se expresan en formas de poder, organización y lucha, existen muchas propuestas metodológicas decoloniales, algunas siguen siendo colonizantes y eurocéntricas, critican enfoques, corrientes y paradigmas, que sin embargo no dan el salto epistémico decolonial, como lo expresa Ortiz (2017), así mismo, plantea que la investigación… “no puede verse separada de la vida humana cotidiana. La vida es inicio (primeridad), la investigación es fin (segundidad), y el pensamiento o reflexión es el mediador (terceridad) entre la vida y la investigación”. Así mismo,

La invitación que hace el profesor Ortiz a interrogar sobre cómo hacemos ciencia, cómo investigamos, problematizar y cuestionar nuestras propias prácticas investigativas, nuestras creencias epistémicas, en otras palabras, es una provocación a desobedecer lo impuesto y reconocer otras epistemologías, una opción “otra”, un paradigma “otro”, una vía “otra” a la liberación, una reconfiguración desde el amor, del reconocimiento del otro, de amar, pensar y luego existir, un pensamiento alterativo que “es ontológicamente comunal, teleológicamente decolonial y epistemológicamente situado” (Ortiz, 2019), es el camino en el cual nosotros como investigadores sociales tenemos que empezar a incursionar, atreviéndonos a errar, aprender y desaprender.

Reflexiones finales:

Antes para mí las luchas sociales, la oralidad de los pueblos indígenas, los movimientos campesinos, los pobres, los ignorados, los olvidados, los excluidos, los vi como sobrevivientes, poco a poco he entendido que muchos permanecen como resistencias y/o como estrategia defensiva a la dominación.  Se han tenido que enfrentar a los modelos de educación excluyente, así como a otros actores coloniales, como son los medios de comunicación alienantes, homogeneizadores, automatizadores (autómatas) del libre pensamiento, los cuales cumplen un papel relevante, imponiendo patrones de consumo, de cultura globalizadora, desinformado y fragmentado, que anula e invisibiliza, al servicio del sistema dominante, que arraiga y modela ese individualismo.

Desde mi práctica pedagógica como docente universitaria, tengo como una urgencia entender la relación directa entre la construcción y reproducción de los conocimientos desde una visión del amor desde, con y para el otro. Y en cuanto a mi práctica investigativa ligada a los movimientos sociales, tengo que hacer pertinente la construcción e interpretación de las relaciones de poder en la las cuales se moldean los sujetos desde una relación “otra”. Al tratarse de un proceso complejo, permanentemente se requiere transitar hacia espacios humanizados, en los que la educación y la investigación se correspondan con una visión inclusiva, que de soporte a correlatos para superar los problemas generados por el colonialismo y el capitalismo.

En este sentido, la Altersofía, viene a alumbrar un camino a través o desde una relación que se configura desde el otro, con el otro y para el otro, desde la esencia misma de lo humano, eso que llamamos “amor”. Amor humano que la modernidad nos arrebató, encapsuló y secuestró, reemplazándolo por lo racional formal y salta en nuestros corazones y grita que está ahí y quiere lo miremos, respetemos y saquemos a la realidad para caminar juntos en un recorrido que nos invita a explorarle y descubrirle. Finalmente, “No es posible Decolonizar sin una altersofía armónica y coherente, que responda a las formas otras de sentir, ser y vivir del subalterno” (Ortiz, 2019, p. 95). Por lo que, exorcizar nuestros demonios sobre la práctica educativa, quehacer comunal, investigación, entre otros, requiere de una valiosa energía para enfrentarlos a cualquier costo, aunque pudiera parecer que cansa, me siento motivada a seguir el camino iniciado, en todo momento, y más en estos, en los que se habla de una nueva “normalidad”, la pandemia ha marcado un hito, enfrentémosla como agentes de cambio y transformación.

 

Referencias consultadas:

Bigott (2010): El Educador neocolonizado. Editorial Ipasme. Venezuela.

De Sousa Santos, Boaventura (2018). Introduccción a las Epistemologías del Sur. Publicaciones de CLACSO. Argentina.

Freire Paulo (1973): Política y Educación. Editorial Laboratorio Educativo. Caracas, Venezuela.

Hesse H. (1946). Citado por Gustofía y Hacer Decolonial: epistemología ‘otra’ y formas ‘otras’ de conocer y amar Utopía y Praxis Latinoamericana; año 24, n° 85, 2019, pp. 89-116. Venezuela.

Ortiz (2021): El amor como nuevo paradigma científico para las ciencias sociales y humanas. https://www.soloproposiciones.com/el-amor-como-nuevo-paradigma-cientifico-para-las-ciencias-sociales-y-humanas/

Peralta H. (1995): Cómo hacer para saber qué hacer. Ediciones Churuata. Serie Cuadernos Nº 6.

 

[1] Licenciada en Trabajo Social. Especialista en Investigación Participativa para el Desarrollo Local, Profesora investigadora del Centro de Estudios Sociales y Culturales (CESyC) de la Universidad Bolivariana de Venezuela.

 

Fuente de la Información: Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación (CII OVE)

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