Lo llaman lenguaje inclusivo, no sexista o de género, y lo utilizan para combatir el androcentrismo del idioma. Se lo reconoce en los textos por la utilización de la “x”, el “*” o el “@” y en la oralidad cuando alguien se dirige a “todas y a todos”, por ejemplo. El objetivo anunciado por quienes defienden esta reforma del lenguaje es luchar contra los estereotipos y las discriminaciones de las que son objeto las mujeres.
En Francia, esta práctica creciente se la conoce como “escritura y gramática inclusiva”. Como en otras partes, su uso se ha extendido en los últimos años a través de las redes sociales, así como en la redacción de los comunicados de sindicatos, asociaciones o agrupaciones de izquierda.
En francés, la escritura inclusiva adopta una grafía particular, con la utilización de un punto entre letras. Por ejemplo, no se escribe más “artisans” (artesanos) o “agriculteurs” (agricultores), sino “artisan·e·s” y “agriculteur·trice·s” (la “e” es la marca del femenino). Ya no se diría “les Français”, sino les Français·e·s”.
En Francia, con el idioma no se juega, y con la escritura menos, de modo que el pulso entre defensores y detractores de la medida genera crispaciones al más alto nivel.
La Academia Francesa, que vela por el buen uso del idioma local, puso el grito en el cielo. Es “terrorismo intelectual”, un “peligro mortal” para quienes se oponen, declaró en las últimas semanas la venerable institución.
El disparador: en el inicio de clases en septiembre, la editorial Hatier presentó el primer manual escolar redactado con escritura inclusiva para chicos de primer grado. Entretanto, un colectivo de 314 profesores de primaria y secundaria anunciaban que tenían la intención de dejar de enseñar que “el masculino prevalecía sobre el femenino”.
¿Una neolengua digna de George Orwell?
Los defensores de esta reforma explican que la lengua francesa ha sido deliberadamente masculinizada hace siglos, y citan una gramática general de 1767 que estipula que “el masculino tiene la reputación de ser más noble que el femenino a causa de la superioridad del macho sobre la hembra”.
Entre los detractores de la medida, se destaca el filósofo Raphaël Enthoven, quien denunció “una agresión de la sintaxis por parte del igualitarismo”, y equiparó la iniciativa con la neolengua de Orwell, utilizada en la novela distópica “1984”.
La lengua “es una memoria cuyas palabras son las cicatrices”, y no se podrá imponer “un lifting del lenguaje que cree abolir las injusticias del pasado suprimiendo sus huellas”, sostuvo.
El sociólogo quebequense Marthieu Bock-Côté deploró por su parte “la presión de la corrección política” y lamentó que la lengua se transforme “en un puro lugar de relación de fuerzas donde se supone que las minorías se venga de la historia”.
Entretanto, la secretaria de Estado francesa de Igualdad, Marlene Schiappa, juzgó este jueves “problemática” la decisión de los maestros. “No se puede decidir por iniciativa propia lo que se enseña o no, poco importa la razón”, dijo la ministra, conocida por sus posiciones feministas.
“Podemos tener un debate semántico del lugar de las mujeres en el lenguaje sin convertirlo en el alfa y el omega del debate de la igualdad entre hombres y mujeres de nuestra época”, agregó.
En cuanto al ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer estimó que “la lengua francesa no debe ser instrumentalizada para luchas, aunque éstos sean legítimos”, dijo.
Otras voces muestran su preocupación por agregar reglas más complejas al francés, mientras el nivel de los alumnos en ortografía y lectura está en caída libre.
Fuente: http://es.rfi.fr/francia/20171113-francia-desgarrada-por-el-debate-sobre-la-escritura-inclusiva