La Junta Directiva Nacional de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, Fecode, por unanimidad aprobó convocar al magisterio colombiano a un Paro Nacional de 24 horas el 1º de junio.
El Paro Nacional del Magisterio tiene varios objetivos, entre ellos, algunos de carácter prioritario para el magisterio y la comunidad educativa nacional. En primer lugar, ante el pésimo servicio de salud prestado al magisterio y sus familias, la intención del Ministerio de Hacienda de recortar los recursos, eliminando el plus, la no garantía por parte del Ministerio de Educación como fideicomitente del contrato para dignificar dicha prestación, la nula acción de la Fiduprevisora para hacer cumplir los mismos a los operadores del servicio y la reiterada violación del Pliego de Condiciones por parte de estos. En concreto, la exigencia inmediata de mejoras en la prestación de salud a los docentes y sus familias.
Así mismo, contra las políticas educativas neoliberales del gobierno nacional; las cuales se materializan en una serie de decretos unilaterales emitidos en los últimos meses y que van en contravía de una educación de calidad. Pero también, en programas y proyectos que convierten a la educación en una oportunidad de negocio y promueven la privatización, como la Jornada Única sin condiciones y con un programa de alimentación que propicia la corrupción; el Índice Sintético de Calidad y su Día E; o el nuevo proyecto de las Licenciaturas Exprés.
Tercero, la lucha por un nuevo Sistema General de Participación -SGP-, que garantice mayores recursos para la educación pública, la salud, el agua potable y el saneamiento básico.
El Paro se desarrollará con toma de capitales, concitando la participación unánime del magisterio e invitando a la comunidad educativa, a los estudiantes, alcaldes, gobernadores, ediles, concejales y diputados.
La profesora María Gisela Rosado aspira al Senado por el Partido del Pueblo Trabajador (PPT) y propone que el distrito de San Juan se transforme en un espacio cultural y turístico
Desde hace 25 años María Gisela Rosado se desempeña como educadora en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras, escenario que le permitió ver de cerca las luchas de clases y la sed de justicia social, que nace desde las aulas universitarias y se intensifica aún más en la clase trabajadora.
Es por ello que la profesora de 56 años decidió abrir su aula de clase al País y perfilarse como un ente de cambio desde el Senado por el distrito de San Juan, en representación del Partido del Pueblo Trabajador (PPT).
“En la política he estado siempre de otras formas, yo era cantante de protesta desde el 85, grabé mi disco y he viajado fuera del país a musicalizar canciones latinoamericanas. Además, siempre he sido independentista y creo en la equidad social y en justicia social. También educo en derechos humanos, y los estudiantes llevan diciéndome durante muchas décadas que por qué yo no entraba en la política. Yo no me percibía en la política jamás, porque me veía siempre como una educadora”, explicó Rosado en entrevista con EL VOCERO.
La percepción de la profesora de literatura cambió una vez se hizo presidenta de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) en el momento de la huelga de la UPR en el 2010. “Fue una experiencia sindical muy importante entender que muchas condiciones que sufren los trabajadores se podrían mejorar con sindicatos más fuertes, pero también con gente que tenga una capacidad de defender sus derechos”, afirmó.
Al ser abordada sobre cuál es su interés específico en el ámbito político, Rosado confesó que lo más atractivo del PPT es que hay gente de todas las ideologías y se trabaja por consenso en su plataforma.
“Yo creo que la función que yo tengo como educadora es abrir mi salón de clases en el debate público, mostrar que sí hay alternativas y señalar donde están las fallas estructurales del sistema y aprender mucho de las comunidades y de la gente común”, enfatizó.
Asimismo, la ríopedrense detalló que su intención con el distrito de San Juan es que el municipio se transforme en un espacio cultural y turístico, que genera capital de ingreso económico por sus atributos formativos.
“Yo creo que es sumamente importante que todos nosotros en San Juan comencemos precisamente por ser un modelo de una sociedad más justa y de mayor calidad de vida en la praxis. Me parece que la cultura y el arte es imprescindible en una capital y es un tema que a mí me interesa mucho”, confesó.
Criticó, además, que en momentos de crisis económica, la cultura sea el sector que se ve más afectado con los cortes presupuestarios. “No todos los turistas van a las playas a ponerse colorados. Hay turistas especializados en mirar aves, ir a bosques urbanos, en cultura, festivales de teatro, de música y de jazz. A mí me parece que se debe invertir más en cultura y educación”, agregó.
Por el momento, Rosado se encuentra a la espera de culminar el semestre universitario para adentrarse de lleno a su campaña política y nunca ha considerado recaudar dinero para dicha gestión.
El enlace original es: http://elvocero.com/con-la-justicia-social-y-la-equidad-como-norte/
Una profesora de arquitectura realiza un taller frente al Palacio Pizzurno, un profesor de filosofía enseña metafísica en el subte, una profesora de la UNA da clases de pintura en la calle Pinzón, un profesor de literatura hace una lectura crítica de una novela de Aira en la vereda de Puán. No es una obra de la Bienal de Performance: es una de las formas de protesta que encontraron profesores y alumnos de la universidad pública para hacer visible la crisis presupuestaria.
Cuando les preguntaban cómo es dar clases afuera, algunos profesores decían que, a pesar del frío, el ruido de la calle y algunas conductas agresivas de los automovilistas, era algo extraordinario. Los alumnos se concentran de una forma inaudita, no sólo porque tienen que abstraerse del mundo exterior, sino porque ellos mismos se ven observados, ocupando un lugar en la escena. Algunos alumnos decían también que es emocionante ver a otros alumnos asistiendo a otra clase a pocos metros de distancia, como si las paredes hubieran desaparecido y pudieran espiar en clases ajenas. Todos coincidían en que dar clases públicas genera una relación diferente entre profesores y alumnos, porque ambos participan por decisión de una acción tan performática como política. Los profesores confirman su compromiso con la educación aun en la intemperie y los alumnos se tornan protagonistas. Literalmente hacen educación pública: salen del aula para mostrarle a la ciudad el lazo que existe entre profesores y alumnos en la UBA.
Esa puesta en escena política de la enseñanza no es ajena al arte contemporáneo. El suizo Tomas Hirschorn realizó monumentos a filósofos como Bataille, Spinoza, Deleuze, espacios construidos colectivamente con materiales precarios que funcionan como universidades portátiles para que personas que viven en los suburbios puedan tener acceso a una biblioteca, talleres y conferencias. Un kurdo llamado Ahmet Ögüt tiene el proyecto La Universidad Silenciosa, una plataforma en la que refugiados e inmigrantes (que no pueden enseñar o asistir a clases por problemas de papeles) intercambian conocimiento en la forma de conferencias y publicaciones. De la misma manera, en medio de la crisis del 2001, el Proyecto Venus del artista argentino Roberto Jacoby se proponía como una plataforma de trueque de servicios que en muchos casos eran intercambios de conocimiento del tipo «te cambio una clase de cocina por una lección de alemán».
Publicado originalmente en La Nación de Argentina. El enlace original es: http://www.lanacion.com.ar/1898871-el-criticocuando-la-educacion-se-pone-en-escena-lola-arias-para-la-nacion?utm_medium=Echobox&utm_source=Twitter&utm_campaign=Echobox&utm_term=Autofeed#link_time=1463320808
Panamá/19 de mayo 2016/Fuente: la prensa/ Publicado 9/05/2016
Panamá participará del congreso académico Nafsa, con miras a promover el país como destino académico. –
Panamá participará por primera vez en la Conferencia Norteamericana para la Internacionalización de la Educación, Nafsa 2016, que se efectuará en la ciudad de Denver (Estados Unidos), del 29 de mayo al 3 de junio.
Se trata de la conferencia académica más grande del mundo, en donde participan cientos de universidades, institutos superiores, centros de idiomas y empresas de servicios para el sector académico.
Lo anterior se dio a conocer este 18 de mayo en conferencia de prensa en el hotel Riu, convocada por la Fundación Ciudad del Saber y la Embajada de Estados Unidos, que confirmaron la participación panameña en la conferencia norteña con un estand compuesto por una delegación de instituciones públicas y privadas conformada por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), Universidad Marítima de Panamá, Quality Leadership University, y cuatro centros internacionales con filial en el istmo: Florida State University, University of South Florida, Universidad Francisco Marroquín y la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Durante la conferencia de prensa, el presidente ejecutivo de fundación Ciudad del Saber, Jorge Arosemena resaltó la relevancia del evento para promover al istmo como destino académico.
Con él coincidió Kristin Stewart de la Embajada de Estados Unidos, quien remarcó los beneficios económicos e investigativos que podría devengar Panamá como punto académico.
El aforo contó con la presencia de Omaira Rodríguez, de Senacyt; Gladys Bernett de la Universidad de Florida del Sur (UFS, por sus siglas en inglés) y Óscar Ramírez, rector de la UTP, quienes reiteraron la necesidad de dar a conocer la capacidad del istmo en competencias académicas y de investigación. Atributos que, según la vicerrectora académica del Florida State University, Alexandra Anyfanti, se complementan actualmente con otras ofertas, como su diversidad cultural, la circulación del dólar como divisa y la modernidad de la ciudad capital.
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En países de la OCDE cifra llega al 50%, dice Carmen Pagés, jefa de División de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID. La funcionaria del BID lamentó que el 45% de los empleadores no encuentre la mano de obra que se necesita.(Foto: Difusión)
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) considera a la educación para el trabajo como un motor para el desarrollo económico, pero dice que en los países de la Alianza del Pacífico(Perú, México, Chile y Colombia) no ha podido darse su despegue.
“En Latinoamérica uno se educa primero y trabaja después. Eso estaría bien si solo tiene un trabajo en su vida, pero hoy en promedio una persona tiene 10 trabajos en su vida y constantemente debe estar formándose”, dijo Carmen Pagés, jefa de División de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID, durante su participación en el Foro de Educación de la Alianza del Pacífico.
Páges dijo que en la Alianza del Pacífico las tasas de rotación son altísimas y en un ambiente en el que la tecnología avanza a pasos agigantados ese es un problema. “Mucha gente no tiene habilidades básicas para sobrevivir en el mercado laboral. Solo en la Alianza del Pacífico hay 7.6 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan (Ninis)”, añadió.
La funcionaria sostuvo que hoy solo el 15% de trabajadores de los países de la alianza se forman en su trabajo, mientras que en las naciones que integran la OCDE la cifra alcanza el 50%. “No solo se imparten conocimientos, sino que se refrescan”.
TRES CLAVES PARA MEJORAR
La funcionaria del BID lamentó que el 45% de los empleadores no encuentre la mano de obra que se necesita. En gran medida, sostuvo, se debe a la baja calidad de formación en las instituciones educativas. “No tenemos medida de calidad ni si se alcanzan los aprendizajes”.
Páges dijo que los países de la Alianza del Pacífico deben trabajar en tres grandes temas: la identificación de requerimiento de los empleadores, una currícula basada en competencias y el aseguramiento de la calidad.
“Los sistemas formativos deben mirar al mercado y tener involucramiento de los empresarios. También se deben tener un mapa de competencias para saber cuáles son los niveles que se deben ir alcanzando con la formación, y por último se debe priorizar la calidad educativa, los jóvenes no solo deben llegar al mercado; sino que al llegar deben hacerlo muy bien capacitados”, finalizó.
Americans live in a historical moment that annihilates thought. Ignorance now provides a sense of community; the brain has migrated to the dark pit of the spectacle; the only discourse that matters is about business; poverty is now viewed as a technical problem; thought chases after an emotion that can obliterate it. The presumptive Republican Party presidential nominee, Donald Trump, declares he likes “the uneducated” — implying that it is better that they stay ignorant than be critically engaged agents — and boasts that he doesn’t read books. Fox News offers no apologies for suggesting that thinking is an act of stupidity.
A culture of cruelty and a survival-of-the-fittest ethos in the United States is the new norm and one consequence is that democracy in the United States is on the verge of disappearing or has already disappeared! Where are the agents of democracy and the public spaces that offer hope in such dark times? Many are in public schools — all the more reason to praise public school teachers and to defend public and higher education as a public good.
For the most part, public school teachers and higher education faculty are a national treasure and may be one of the last defenses available to undermine a growing authoritarianism, pervasive racism, permanent war culture, widening inequality and debased notion of citizenship in US society. They can’t solve these problems but they can educate a generation of students to address them. Yet, public school teachers, in particular, are underpaid and overworked, and lack adequate resources. In the end, they are unjustly blamed by right-wing billionaires and politicians for the plight of public schools. In order to ensure their failure, schools in many cities, such as Detroit and Philadelphia, have been defunded by right-wing legislators. These schools are dilapidated — filled with vermin and broken floors — and they often lack heat and the most basic resources. They represent the mirror image of the culture of cruelty and dispossession produced by the violence of neoliberalism.
Under the counterfeit appeal to reform, national legislation imposes drill-and-test modes of pedagogy on teachers that kill the imagination of students. Young people suffer under the tyranny of methods that are forms of disciplinary repression. Teachers remain powerless as administrators model their schools after prisons and turn students over to the police. And in the midst of such egregious assaults, teachers are disparaged as public servants.
The insecure, overworked adjunct lecturers employed en masse at most institutions of higher education fare no better. They have been reduced to an army of indentured wage slaves, with little or no power, benefits or time to do their research. Some states, such as Texas, appear to regard higher education as a potential war zone and have passed legislation allowing students to carry concealed weapons on campus. That is certainly one way to convince faculty not to engage in controversial subjects with their students. With the exception of the elite schools, which have their own criminogenic environments to deal with, higher education is in free fall, undermined as a democratic public sphere and increasingly modeled after corporations and run by armies of administrators who long to be called CEOs.
All the while the federal government uses billions of dollars to fuel one of the largest defense and intelligence budgets in the world. The death machine is overflowing with money while the public sector, social provisions and public goods are disappearing. At the same time, many states allocate more funds for prisons than for higher education. Young children all over the country are drinking water poisoned with lead, while corporations rake in huge profits, receive huge tax benefits, buy off politicians and utterly corrupt the political system. Trust and compassion are considered a weakness if not a liability in an age of massive inequities in wealth and power.
In the midst of what can only be viewed as a blow against democracy, right-wing Republicans produce slash-and-burn policies that translate into poisonous austerity measures for public schools and higher education. As Jane Mayer points out in Dark Money, the Koch brothers and their billionaire allies want to abolish the minimum wage, privatize schools, eliminate the welfare state, pollute the planet at will, break unions and promote policies that result in the needless deaths of millions who lack adequate health care, jobs and other essentials. Public goods such as schools, according to these politicians and corporate lobbyists, are financial investments, viewed as business opportunities. For the billionaires who are the anti-reformers, teachers, students and unions simply get in the way and must be disciplined.
Public schools and higher education are “dangerous” because they hold the potential to serve as laboratories for democracy where students learn to think critically. Teachers are threatening because they refuse to conflate education with training or treat schools as if they were car dealerships. Many educators have made it clear that they regard teaching for the test and defining accountability only in numerical terms as acts that dull the mind and kill the spirit of students. Such repressive requirements undermine the ability of teachers to be creative, engage with the communities in which they work and teach in order to make knowledge critical and transformative. The claim that we have too many bad teachers is too often a ruse to hide bad policies and to unleash assaults on public schools by corporate-driven ideologues and hedge fund managers who view schools strictly as investment opportunities for big profits.
We need to praise teachers, hold them to high standards, pay them the salaries they deserve, give them control over their classrooms, reduce class sizes and invest as much, if not more, in education as we do in the military-industrial complex. This is all the more reason to celebrate and call attention to those teachers in Chicago, Detroit and Seattle who are collectively fighting against such attacks on public schools. We need to praise them, learn from them and organize with them because they refuse to treat education as a commodity and they recognize that the crisis of schooling is about the crises of democracy, economic equality and justice. This is not a minor struggle because no democracy can survive without informed citizens.
Neoliberal education is increasingly expressed in terms of austerity measures and market-driven ideologies that undermine any notion of the imagination, reduce faculty to an army of indentured labor and burden students with either a mind-numbing education or enormous crippling debt or both. If faculty and students do not resist this assault, they will no longer have any control over the conditions of their labor, and the institutions of public and higher education will further degenerate into a crude adjunct of the corporation and financial elite.
Clearly, it is time to revisit Mario Savio’s famous speech at Berkeley in 1964 when he called for shutting down an educational system that had become odious. In his own words:
There comes a time when the operation of the machine becomes so odious, makes you so sick at heart, that you can’t take part, you can’t even passively take part; and you’ve got to put your bodies upon the gears and upon the wheels, upon the levers, upon all the apparatus, and you’ve got to make it stop. And you’ve got to indicate to the people who run it, the people who own it, that unless you’re free the machine will be prevented from working at all.
Savio’s call to resistance is more relevant today than it was then. Public schools not only mimic the injustices of an oppressive economic system, but also funnel poor youth of color into the criminal legal system. The good news is that there is an echo of outrage and resistance now emerging in the United States, especially among young people such as those in the Black Lives Matter movement.
If the major index of any democracy is measured by how a society treats its children, the United States is failing. Fortunately, more and more people are waking up and realizing that the fight for public schooling is not just about higher salaries for teachers; it is about investing in our children and in democracy itself. At the same time, we live in what author Carl Boggs and others have called a permanent warfare state, one in which every space appears to be a battlefield, and the most vulnerable are viewed not only as an imminent threat, but also as the object of potential violence. This suggests that the battle of education must become part of a wider political struggle. This is a struggle that connects assaults on education with the broader war on youth, police violence with the militarization of society and specific instances of racist brutality with the unchecked exercise of the systemic power of finance capital. But the struggle will not be easy.
Beneath all of the current brutality, racism and economic predation, there is some hope inspired by the generation of young people who are protesting police violence and the attack on public and higher education and working hard to invent a politics that gets to the root of issues. There is also a glimmer of possibility in those youth who have supported Bernie Sanders but are really demanding a new and more radical definition of politics: Their vision far surpasses that of the left-centrists and liberals of the Democratic Party.
Elections are the ruse of capitalism, and that has never been more clear than at the present moment. On the one side we have Hillary Clinton, a warmonger, a strong supporter of the financial elite and a representative of a neoliberalism that is as brutal as it is cruel. On the other side we have Donald Trump, a circus barker inviting Americans into a den of horrors. And these are the choices that constitute democracy? I don’t think so.
Collective self-delusion will only go so far in the absence of an education system that offers a space for critical learning and dissent, and functions as a laboratory for democracy. There is a tendency to forget in an age dominated by the neoliberal celebration of self-interest and unchecked individualism that public goods matter, that critical thinking is essential to an informed public and that education at the very least should provide students with unsettling ruptures that display the fierce energy of outrage and the hope for a better world.
But a critical education has the capacity to do more. It also has the power not only to prevent justice from going dead in ourselves and the larger society, but also, in George Yancy’s poetic terms, to teach us how to “love with courage.” Hopefully, while education cannot solve such problems, it can produce the formative cultures necessary to enable a generation of young people to create a robust third party — a party fueled by social movements demanding the economic and political justice that could allow a radical democracy to come to life.
[Thank you Henry for this piece. The article first appeared onTruthout.org.]
The writer is McMaster University Professor for Scholarship in the Public Interest in the English and Cultural Studies Department and the Paulo Freire Chair in Critical Pedagogy at The McMaster Institute for Innovation & Excellence in Teaching & Learning. He is also a Distinguished Visiting Professor at Ryerson University. His web site ishttp://www.henryagiroux.com and his other site is MCSPI.
En poco más de un mes Puerto Rico será sede del XVII Encuentro Internacional Virtual Educa, actividad que espera reunir a unas 10,000 personas de 35 países de América, África, Asia y Europa durante los cinco días que dura el evento.
El foro será del 20 al 24 de junio en el Centro de Convenciones (San Juan) y surge como una iniciativa de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que impulsa la innovación en educación.
“Necesitamos insertarnos en competencias internacionales”, puntualizó el gobernador Alejandro García Padilla durante la conferencia de prensa para anunciar el evento.
Agregó que, más allá del impacto económico que el evento le traiga al País, también se medirá lo que Puerto Rico puede “recibir y aportar” del evento.
“Hoy es el día de apoyar las mejoras de los ciudadanos de los países y eso es lo que yo creo que representa la innovación”, comentó, por su parte, José María Antón, secretario general de Virtual Educa, que forma parte de la Organización de Estados Americanos (OEA) .
Antón, quien participa de esta iniciativa desde que se gestó hace 17 años, recalcó que se necesita la colaboración de gobierno, academia, corporaciones y la sociedad civil para lograr inclusión y competitividad entre los países.
El Departamento de Educación y varios entes gubernamentales y privados también participan directamente de la organización del evento.
El secretario de Educación, Rafael Román, anticipó que se aprovechará el contexto del encuentro internacional para que los maestros y directores escolares tomen su programa de capacitación requerido.
Anunció, además, que en el encuentro se realizará el evento “Techno Student Challenge” con la participación de cien estudiantes del Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Ceiba (CROEC), el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Villalba (CROEV), el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Mayagüez (CROEM) y la Escuela Especializada en Ciencias y Matemáticas University Gardens.
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