México: La 4T decepciona, la educación le tiene sin cuidado: Hernández Navarro

Por: Carlos Paul

Militancia docente, escuela popular y lectura fue tema de reflexión del conversatorio en el que participaron el periodista Luis Hernández Navarro y distintos maestros de escuelas de organización popular del estado de México, durante el cual se destacó la relevancia política, histórica y actual de la construcción de ese tipo de escuelas, instituidas desde y para la comunidad.

Hoy día, estas escuelas siguen siendo excluidas, agredidas y reprimidas, ya que en ellas hay maestros comprometidos socialmente y egresan jóvenes con el anhelo de enseñar a quienes menos tienen y llegar a las zonas más alejadas.

Organizada por el Magisterio Mexiquense Contra la Reforma Educativa (MMCRE-CNTE), la charla se transmitió por la cuenta de Facebook de Viajando en el Librobús Virtual, programa de FCE, durante el cual Hernández Navarro destacó la necesidad de articular un gran movimiento pedagógico nacional y plural, más allá de las elecciones y los candidatos, que piense qué tipo de educación necesita el país para realmen-te transformarse.

El periodista calificó de barbaridad los abusos, amenazas y agresiones de las que fueron víctimas los estudiantes (72 mujeres y 21 hombres) de la Escuela Normal Rural Mactumactzá, de Chiapas.

Los estudiantes son rehenes del gobernador morenista Rutilio Escandón. El delito de los jóvenes y futuros maestros es una demanda muy sencilla: que la escuela haga pública la convocatoria y que el examen sea de manera presencial y no mediante Internet y computadora, por una sencilla razón, Chiapas tiene uno de los peores índices de conectividad, y porque ellos no se encuentran en las mismas condiciones que otros aspirantes familiarizados con Internet, denunció el también coordinador de la sección de Opinión de La Jornada.

Explicó, entre otras cuestiones, cómo se han construido una serie de escuelas llamadas de organización popular, en las que, a partir de la donación de un predio, confluye el trabajo y el esfuerzo de maestros, padres de familia y estudiantes, quienes literalmente construyen desde los muros y las aulas, hasta los pupitres y mesabancos, para luego buscar su regularización y legalización.

Lo cual no es cualquier cosa. Implica un proceso que conjunta la militancia política, la lucha por la educación popular y la lucha por servicios y regularización urbana, con una perspectiva de transformación revolucionaria.

Durante la charla participaron los maestros Roberto Rico, Miriam González, Esperanza Galindo Morales, Juan Luis Izunza Hernández, Primitivo Ortega Olays, Miguel Ángel Muñoz y Ángel Javier Lazcano, integrantes del MMCRE-CNTE, que articula en la actualidad a 54 escuelas, desde jardín de niños, secundarias y preparatorias hasta dos universidades.

Hernández Navarro igual se refirió a cómo desde los folletos y los periódicos, hasta los libros y la literatura han sido una herramienta para la educación popular. Asimismo, destacó el papel fundamental que ha desempeñado la visión pedagógica sobre el oprimido, de Paolo Freire, cuyo centenario natal se celebra en 2021.

La educación alternativa, hoy más que nunca, es una de las principales demandas. Hoy hay un debate sobre hasta dónde se pueden utilizar las instituciones oficiales para transformar la educación, y hasta dónde es mejor caminar al margen de esas instituciones oficiales.

Lamentablemente, concluyó Hernández, hay una enorme decepción de lo que significa la Cuarta Transformación. Da la impresión de que la educación le tiene sin cuidado. Cualquier proceso transformador debe poner en el centro la demanda educativa. Se hizo una reforma educativa que es una continuación de lo mismo con Peña Nieto. Y la nueva secretaria de la SEP no aparece por ningún lado. No hay contenidos específicos para esa transformación.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/05/27/cultura/a05n2cul

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Política educativa: ¿qué cambios?

Por: Pedro Flores

Elecciones van y vienen. En ellas, es común observar que las y los candidatos a un puesto de elección popular prometen cambiar las cosas para terminar, luego de ganar, adoptando políticas y programas similares al de su antecesor.

¿Qué explica tal continuidad? No arriesgar demasiado – y pagar costos por ello – es una conducta común (racional) de directivos, alcaldes, gobernadores y presidentes electos. Bajo ciertas circunstancias puede ser más costoso propiciar el cambio verdadero que administrar la mediocridad. El status quo en democracia es posible.

Pero, ¿es tan negativa la continuidad como positivo el cambio? Depende de los resultados que tales políticas y programas estén dando en realidad. Resultados en términos de ampliación de posibilidades de vida, votos, paz social, legitimidad, respaldo popular, mejora de indicadores, etcétera. Puede ser que “nadar de muertito” sea más rentable políticamente que intentar una verdadera transformación, pero también es verdad que imponer el cambio resulta negativo. Ahí tenemos el ejemplo de querer “echar abajo” la reforma educativa del sexenio pasado con un enfoque improvisado. Incluso ahora, algunos analistas que se entusiasmaron con la Cuarta Transformación, observan que se cambió para seguir igual o peor.

Por eso la vigilancia continua y crítica de los gobiernos es necesaria. Si el grupo en el poder gana más a costa de la gente, no habría razón para sostenerlo. “Lo que pierdo impulsando el cambio es más de lo que gano haciendo lo de siempre”. Esta máxima la aplicó el gobierno de Vicente Fox (2000-2006) y así nos fue. Se perdió una oportunidad histórica de desmantelar el viejo régimen político y miren lo que resultó.

Ante las próximas elecciones, es muy probable que el cálculo sobre la rentabilidad del cambio y de la continuidad esté presente en la mente de las y los candidatos. Por ello, como ciudadanos, habrá que revisar minuciosamente sus propuestas para verificar a qué grado esa racionalidad calculadora se acopla con las necesidades reales de la gente.

¿En qué espacio confluye lo que desea la mayoría, lo que realmente necesita para ampliar sus capacidades, el bien común, y la calculadora racionalidad de las y los políticos? Este espacio no surge espontáneamente, hay que construirlo ¿Cómo? Estudiando, en un lapso amplio, las políticas educativas previas. En un análisis realizado para el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), identificamos que en la administración 2013-2018, la gran mayoría de los programas propuestos (96%) venían de los dos sexenios previos (Flores-Crespo, Pérez-Yarahuán, Andrade y Saint Martin, 2014). ¿En dónde estuvo el cambio? ¿Dio o no resultados la continuidad de programas?

Ante la cascada de propuestas (y ocurrencias) que estamos por escuchar, tratemos de interpelar públicamente a las y los candidatos para saber si ofrecen cambios razonados, continuidad infundada, ninguna de las dos, o si mantienen el clásico razonamiento calculador, que se ha traducido en hartazgo popular. “La eternidad se nos acaba”, diría Sabines. Frente a esto, está nuestro voto.

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Los maestros y el Programa Sectorial de Educación

Por: Carlos Ornelas

 

El PSE compromete a la Secretaría de Educación Pública y otras autoridades a formar docentes con el fin de hacer frente a retos derivados de las políticas vigentes (las de la 4T), prácticas educativas emergentes (como las que genera la pandemia) y los cambios sociales

En discusiones sobre los maestros en México y América Latina —y en otras partes del mundo— se tiende a conceptuarlos en términos polares, héroes o villanos, como apunta Beatrice Dávalos, o como víctimas o culpables, según registró el bien recordado Juan Carlos Tedesco.

El Programa Sectorial de Educación 2020-2024, con diferentes términos, retoma esa disputa. El texto asegura que los docentes fueron maltratados y hostigados en el gobierno de Enrique Peña Nieto, el Servicio Profesional Docente era un instrumento punitivo. En cambio, el gobierno de la Cuarta Transformación los contempla como agentes fundamentales del proceso educativo (Objetivo prioritario 6.3); agrega que gozan de plenos derechos a partir de tres atributos, dos instrumentales: desarrollo profesional y mejora continua; y uno existencial: vocación de servicio.

La imagen clave para separarse —aunque no tanto, ni aun en el uso de palabras— de la Reforma Educativa del gobierno anterior es “revalorizar a las maestras y maestros”; transmutarlos de villanos a héroes. Para ello, el PSE compromete a la Secretaría de Educación Pública y otras autoridades a formar docentes con el fin de hacer frente a retos derivados de las políticas vigentes (las de la 4T), prácticas educativas emergentes (como las que genera la pandemia) y los cambios sociales.

Para el desarrollo profesional y la mejora continua, el PSE critica al pasado. “La oferta de cursos no atiende, de manera pertinente y suficiente, las necesidades del personal docente, directivo, de supervisión y de asesoría técnica pedagógica”. Pero no ofrece alternativas. La transformación de las normales es una tarea pendiente, asevera el texto —y parece que así seguirá—, pues con todo y que propone acciones puntuales, no les pone plazos ni les asigna recursos.

Además, no es seguro que se revalorice a los maestros si se apuntala la formación inicial del magisterio y se adecua el crecimiento de las escuelas normales. Ni será suficiente que se mejoren las condiciones de su personal docente y directivo, se les otorgue —si es que alguna vez llegase a suceder— autonomía de gestión y emprendan proyectos de mejora continua, innovación, investigación, extensión. Tampoco si se integran en los planes curriculares contenidos y prácticas educativas para adquirir estilos de vida saludables, perspectiva de género, interculturalidad y cultura de la paz. Pero, si no se asignan recursos a las propuestas —al contrario, se avecinan recortes— se quedarán en eso, en meras promesas.

En cuanto a la vocación, parece que el PSE olvida que esa es una cualidad intrínseca de cada persona, ni el Estado ni la sociedad pueden modularla, menos reglamentarla. Ésa no necesita revalorarse, sólo existir en la práctica de cada docente.

En la retórica del PSE los maestros son héroes, pero si no hay fondos para poner en práctica los objetivos, ellos seguirán considerándose víctimas y quizás otros aún los verán como villanos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-maestros-y-el-programa-sectorial-de-educacion/

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Programa Sectorial de Educación: fe y bienestar

Por:  Carlos Ornelas

El artículo 26 de la Constitución asienta los principios de la planeación democrática, aunque se inspiró en cierto enfoque tecnocrático. Ordena que cada gobierno elabore un Plan Nacional de Desarrollo y programas sectoriales por dependencia. Establece guías, pero deja espacios de autonomía para introducir innovaciones o giros retóricos.

La Secretaría de Educación Pública publicó el Programa Sectorial de Educación 2020-2024 (PSE), en el Diario Oficial de la Federación, el 6 de julio. Es un documento de 126 páginas sobrecargadas que no he terminado de leer. Ergo, esta pieza no es una reseña (que quizá vendrá luego), sólo letras engarzadas al texto.

Aunque el  Programa Sectorial de Educación  se articula en la oratoria de la Cuarta Transformación, cuyo ánimo es separarse de la historia reciente, retoma asuntos que vienen de atrás. Por ejemplo, apoyo a normales y maestros, la escuela al centro, énfasis en el aprendizaje. Incluso, en un pasaje recupera el concepto educación de calidad, que la retórica actual trasfiguró a excelencia.

Dos sustantivos bien pudieran representar espíritu y propósito del Programa Sectorial de Educación, el primero, implícito: fe; el segundo, expreso: bienestar.

El documento enuncia, con corrección a mi juicio, que la corrupción es un mal que se encuentra en el corazón del sistema educativo mexicano: “[…] ha sido un lastre histórico para el desarrollo del país… En el sector educativo, el problema tiene diversas expresiones y la lista es larga: escuelas ficticias, diplomas falsos, carencia de manuales escolares, discrecionalidad en el otorgamiento de becas, venta de plazas, irregularidades en el ejercicio del gasto público y licitaciones a modo”. Lo expresa en tiempo presente.

Luego profiere el credo del grupo gobernante de que la entrega de recursos sin intermediarios de por medio en programas como Jóvenes Escribiendo el Futuro, Becas Elisa Acuña y La Escuela es Nuestra, se agotará la corrupción. Es más, serán instrumentos para que en la escuela empiece la democracia como el poder del pueblo (cualquier cosa que eso quiera decir).

Las transferencias directas de recursos a estudiantes y comunidades escolares, manifiesta con confianza el Programa Sectorial de Educación, acarreará bienestar a los más necesitados.

Además: la Nueva Escuela Mexicana sentará las bases para la regeneración moral del país a partir de una orientación integral basada en valores como honestidad, honradez, ética, libertad y confianza. Sugiere que tales ideales no existían antes.

El Programa Sectorial de Educación también plantea la expectativa para el plazo largo: “Para 2024, la Cuarta Transformación sentará las bases de un proyecto de nación caracterizado por un mayor bienestar de la población donde la educación inclusiva, equitativa y de calidad se posiciona como un pilar fundamental del desarrollo sostenible”.

El propósito es ambicioso, imposible estar en contra de él; sintetiza aspiraciones de pensadores con gran capacidad que postulan la justicia social, la equidad y la inclusión: “Los rezagos en la educación habrán quedado en épocas pasadas. Los resultados del logro del aprendizaje ya no replicarán las desigualdades del contexto socioeconómico, las y los estudiantes demostrarán un sólido dominio de los conocimientos y habilidades, teóricos y prácticos, necesarios para acceder a un trabajo decente y un mejor nivel de vida […] Gracias al equilibrio que se alcance, la población vivirá en un entorno de bienestar. El Sistema Educativo Nacional habrá impulsado la construcción de una sociedad intelectual, democrática, humanista y productiva, con oportunidades para todos”. ¿Quién puede oponerse a semejante designio?

Falta ver si el diseño de objetivos prioritarios, estrategias y acciones podrán conducir a que la SEP y el sector cumplan con lo que plantea el Programa Sectorial de Educación. Sería maravilloso. Aunque, si sólo acaba con la corrupción descrita, será un gran logro.

El tendón de Aquiles del Programa Sectorial de Educación: crisis económica y austeridad republicana. La falta de fondos quizá quiebre la fe y el bienestar quede en ilusión.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/programa-sectorial-de-educacion-fe-y-bienestar/

Imagen:  https://pixabay.com/

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Pensar y Conocer lo Educativo

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

 

Pienso que el tiempo de Moctezuma Barragán ha llegado a su término en el gabinete presidencial

I

En alguna ocasión don Guillermo Cañedo contó una anécdota relacionada con su nombramiento como presidente del comité organizador del mundial de fútbol, México 1970. Platicaba el empresario mexicano, que don Emilio Azcárraga Milmo, presidente de Televisa, lo llamó a su oficina para informarle que lo nombraría como líder de ese comité. Entonces, don Guillermo Cañedo comentó lo siguiente:

-Señor, discúlpeme, pero no sé nada de futbol.

La respuesta del propietario del Estadio Azteca y de Televicentro (ahora Televisa), fue la siguiente:

-Por eso precisamente he pensado en usted, no necesito a alguien que sepa de fútbol, si no requiero a alguien que sepa de negocios.

Esta leyenda urbana se relaciona, de manera directa o indirecta, con algunos nombramientos del gabinete del gobierno federal actual.

II

Una hipótesis: El presidente López Obrador propuso y dio nombramiento, en 2018, a Esteban Moctezuma Barragán, no por su amplio conocimiento sobre lo educativo, ni por su capacidad de análisis o ejercicio racional sobre las cosas de la educación, sino por sus capacidades políticas. Lo colocó ahí para gestionar la reforma educativa del periodo 2018-2024, que vendría a poner fuera de circulación a la “mal llamada” reforma educativa peñanietista del periodo 2012-2018.

Además, Moctezuma Barragán contaba con otros bonos: Había sido secretario de Gobernación, con Ernesto Zedillo, y desde ahí había conocido los tejidos internos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación SNTE), así como de los grupos disidentes magisteriales. Como sabemos, en el pasado los asuntos de alto nivel de gestión y conflicto entre el gobierno de la República y el SNTE, eran abordados en las calles de Bucareli, y no exactamente desde las calles de Argentina. Hoy, sin embargo, los asuntos sindicales son negociados desde Palacio Nacional. Lo cual ha elevado el carácter político, sin énfasis pedagógico, de la gestión y la realidad educativas.

Un dato más: el actual titular de la SEP se habría entrenado, durante los últimos años, en el ámbito de la gestión empresarial y con importantes contactos con organizaciones de la sociedad civil, a su paso por la Fundación Azteca. Y desde ahí había hecho labor social y cultural con las orquestas de niños, niñas y jóvenes.

Pero para conducir los destinos de la institución nacional, la SEP, que juega un papel central en la rectoría del Estado en la Educación, se requiere algo más que habilidades políticas, conocimiento de las relaciones públicas, diversidad en los contactos con sectores políticos, empresariales y sindicales. Además de ello, el líder del sector educativo requiere de conocimiento y capacidad para pensar (y repensar) lo educativo, sobre todo lo educativo tanto en su función pública (como servicio que da respuesta a la sociedad) y como un derecho humano fundamental para todas y todos los ciudadanos y sus familias.

III

Pienso que el tiempo de Moctezuma Barragán ha llegado a su término en el gabinete presidencial, debido a la falta de precisión durante su gestión (la pifia al ingresar la iniciativa de Reforma constitucional del 12 de diciembre, 2018); transparencia en duda, así como por las carencias en el manejo de las políticas públicas y bajo sentido de oportunidad como líder sector educativo. Durante estos 18 meses de ejercicio en el servicio público, se podría considerar que cumplió medianamente con su tareas y responsabilidades al frente de la SEP. Sobre todo, en la actividad “quirúrgica” encomendada por el presidente López Obrador, cuando se requerían los cambios al marco constitucional y legal que dan sustento a la educación pública en nuestro país. En esta parte, sin duda, un papel clave lo jugaron las bancadas de Morena en el Senado y en la Cámara de Diputados.

A no ser que algún o alguna respetable analista considere que el secretario actual de la SEP, Moctezuma Barragán, será el caballo negro de la siguiente contienda electoral presidencial, pues saldría como tercero o cuarto en la carrera por la candidatura presidencial de 2023, para contender en las elecciones constitucionales de 2024. ¿Quién podría suceder a AMLO, como candidato(a), y eventualmente en el cargo más alto del poder político en México? ¿Moctezuma, Ebrard, Sheinbaum o Sánchez Cordero?

Una de las características de quien se encuentra al frente del despacho de la SEP, es el conocimiento amplio del campo educativo, además de contar con habilidades para dirigir a una institución que requiere de un permanente ejercicio racional de lo educativo, estudio sistemático en la materia, así como un proyecto visionario para engarzar a la educación con las intenciones transformadoras de la llamada “4T”. Esas características nos las veo en Esteban Moctezuma.

Me extraña que el titular de la SEP, no se haya sabido rodear de asesoras y asesores más experimentados y vinculados con el magisterio mexicano. No sé qué haya pasado con Gilberto Guevara Niebla, que comenzó como subsecretario de Educación Básica, la más grande de las carteras dentro de la SEP, y que luego desapareció de la arena pública. No se ven reflejados los conocimientos y experiencia de Rodolfo Ramírez Raymundo, que en su momento fue uno de los analistas más destacados en los ámbitos del normalismo y la educación básica pública en México.

Sin duda, la creación de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (CONAEDU), que sustituyó al INEE, juega un papel clave en la tarea de pensar y racionalizar los procesos educativos, sin embargo, aún no se notan los efectos de su trabajo ni los productos desarrollados por esa instancia, a fecto de dotar de contenido a la actual Reforma Educativa de la “4T”.

También hay que considerar en este breve análisis, que la gestión de las políticas públicas educativas demanda de creatividad, sentido de innovación y conexión directa y sensibilidad con el magisterio, y con lo que significa la escuela pública junto con la participación de sus colaboradoras esenciales: Docentes, directivos escolares, asesores técnico pedagógicos, y trabajo conjunto, empático, con los representantes de las familias y los estudiantes mismos.

IV

Es frecuente que los presidentes de la República, o quienes han ocupado la cima del poder político en nuestro país, nombren o hayan nombrado en la silla de don José Vasconcelos, a políticos destacados o con amplia experiencia en las cuestiones de la gestión pública: Jesús Reyes Heroles; Manuel Bartlett Díaz; aunque también han pasado por ahí algunos personajes que no han trascendido o no han aportado absolutamente nada sustantivo a la educación pública en México: Josefina Vázquez Mota, Aurelio Nuño, entre otros.

Por esa y muchas otras razones, parece necesario que quien asuma el liderazgo de la Educación Pública, sea un o una persona que impulse decidida y oportunamente el hábito de pensar y conocer lo educativo, antes de pensar en lo político. ¿Será posible? ¿O nada qué ver con la realidad?

Fuente e imagen: https://www.sdpnoticias.com/columnas/pensar-y-conocer-lo-educativo.html

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4T, mujeres y violencia

Por: Pedro Miguel

Duele mucho el palpable incremento de todas las formas de violencia en contra de las mujeres. ¿Será que se ha visibilizado, será que a los hombres nos exaspera y enloquece que ellas reclamen dignidad y seguridad, será que siguen su curso los fenómenos de descomposición y envilecimiento social a pesar de las estrategias y políticas del nuevo gobierno, será que hay un manejo mediático perverso para capitalizar casos específicos y crearle ingobernabilidad al Presidente? Creo que todos esos componentes son reales y que deben ser reflexionados.

La mera inclusión del femigenocidio como una de las expresiones de la violencia generalizada que padece el país puede resultar irritante para muchas que reclaman con toda justicia una mirada específica y acciones concretas e inmediatas para detenerlo. Ante el dolor y la rabia de agresiones que se suceden sin solución de continuidad desde los micromachismos hasta el feminicidio resulta del todo insuficiente la enumeración de los propósitos y las acciones generales de política pública orientados a abatir la inseguridad y, específicamente, a garantizar los derechos de las mujeres, empezando por el derecho a una vida sin violencia.

En este punto, la 4T se enfrenta a tres desafíos: por un lado, si bien el gobier-no de Andrés Manuel López Obrador ha sido congruente en palabras y en actos en su determinación de avanzar a la consecu-ción de una igualdad sustantiva, no ha logrado incorporar a su discurso una perspectiva de género; por el otro, en el ámbito de la seguridad, las políticas de combate a la corrupción, generación de bienestar, apego a los derechos humanos y las nuevas concepciones de prevención y combate a la delincuencia no han arrojado resultados inmediatos y palpables en una reducción general de los índices delictivos; en tercer lugar debe mencionarse la parálisis inducida en Morena, que una vez más ha sido incapaz de funcionar como puente entre el gobierno y los movimientos sociales. Esta injustificable ausencia, doblemente irritante si se considera el enorme trabajo realizado en años pasados por numerosas instancias del partido en materia de derechos de género, hizo posible, por inconcebible que parezca, un inmediato aprovechamiento de la causa por partidos y grupos de la derecha conservadora.

El primer desafío es el menos complicado. En el mandatario y su equipo, así como en la mayor parte de las bancadas legislativas de Morena, existe la determinación de hacer frente a todas las expresiones de machismo y de pugnar por la consecución de los derechos de género. El segundo es más difícil porque no se puede remontar en uno o dos años una descomposición moral, económica y social inducida durante cuatro décadas. De ello dan cuenta, por ejemplo, los entornos socioeconómicos en los que ocurrieron el asesinato de la niña Fátima Cecilia, en Xochimilco, y la muerte de la bebé Karol Nahomi, quien al parecer falleció por descuido en Saltillo, Coahuila, o el atroz feminicidio de Ingrid Escamilla, perpetrado unos días antes por su pareja en la alcaldía Gustavo A. Madero. El tercero pasa inevitablemente por la superación del conflicto en Morena y por la normalización de la vida partidista.

La violencia que sufren las mujeres en todos los entornos y en casi todas las circunstancias no necesitaba de esos casos particulares como detonantes de protestas radicales. Ya desde agosto del año pasado éstas tuvieron lugar en el Metro Insurgentes, la sede de la procuraduría capitalina y otros sitios. La novedad de las manifestaciones frente a Palacio Nacional de días recientes es que se buscó capitalizarlas como una muestra contundente de ingobernabilidad y hasta como el Ayotzinapa de López Obrador, según caracteriza-ción de uno de los golpeadores profesionales de los medios oligárquicos.

Sería cómico, si no fuera grotesco, que Acción Nacional se presente ahora como feminista y que para probarlo proponga castigar los feminicidios con pena de muerte.

Resulta impostergable restablecer la articulación entre los movimientos de las mujeres y la transformación nacional en curso y aceptar una verdad ineludible: la Cuarta Transformación será feminista o no será.

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