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Si crees en la igualdad, tú eres feminista

Por: Gloria Lomana

Solo desde una visión liberadora e igualitaria acabaremos con la violencia machista.

Conmemoramos hoy el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer porque, desgraciadamente, al menos una vez al año debemos dar este aldabonazo contra lo que sigue siendo una auténtica pandemia global. Naciones Unidas considera que el 70% de las mujeres sufren violencia en su vida. Ejercida de muchas maneras: física (con un insoportable corolario de muertes que no cesa), psíquica (con no menos insoportables vejaciones hasta la destrucción de la mujer), social (imponiendo falaces estereotipos), laboral (impactando en los salarios y las oportunidades), educativa (ahogando la futura igualdad real). Todo lo que discrimina es violento, porque desconfigura el proyecto vital de una persona. Y la violencia de género puede ser tan sutil…

Cuando una niña tiene carácter es mandona; cuando el niño tiene carácter apunta relato de futuro. Cuando un hombre destaca, es triunfo; cuando una mujer es competente, se la presupone agresividad y ambición. Tanto tiempo atribuyendo a los hombres mayor capacidad de liderazgo y a las mujeres más sensibilidad, que no es de extrañar que las mujeres interioricen los mensajes negativos que reciben durante años. Y que la vida, luego, les evidencia. Por eso, tampoco es de extrañar que muchas mujeres abandonen en mitad de la carrera…

 La actriz Emma Watson, flamante embajadora de Buena Voluntad de ONU Mujeres, alertó hace dos años sobre los nocivos estereotipos con los que convivimos cotidianamente. Sin percatarnos. En su legendario discurso en Naciones Unidas dijo: “A los 14 años la prensa comenzó a sexualizarme… a los 18, mis amigos varones no expresaban sus sentimientos”. Emma presentaba la campaña mundial HeForShe, que ha delineado la visión del feminismo de nuestros días: el género no han de ser dos conjuntos opuestos. Ella lo expresó así: “Si apoyas la igualdad puedes ser uno de esos feministas involuntarios”. Hombre o mujer. De inmediato, Emma comenzó a recibir amenazas crueles. La violencia volvía a estar ahí.

Tras la liberación que nos legaron las hoy madres y abuelas, con su lucha en los sesenta, los hombres y mujeres de nuestros días sabemos que para erradicar la violencia machista primero debemos cambiar las mentes. De todos. Porque la equidad supera al género, alcanza los derechos humanos. Y se impone abandonar la idea de que la mujer es un hecho diferencial, cuando representa la mitad de la población. Sherill Sandberg, la exitosa directora de operaciones de Facebook, afirma en su revelador libro Lean in (Vayamos adelante) que “si las mujeres tuvieran el 50% de los puestos de mayor responsabilidad, sería prácticamente imposible sentir antipatía hacia tantas personas”. Cierto. Necesitamos un liderazgo femenino contundente.

Falta educación en las escuelas para acometer la decisiva tarea de educar por la igualdad a niñas y niños

Aupado en tacones si es nuestro gusto. Sin tener que aparentar masculinidad para demostrar liderazgo. Sin tener que acudir al trabajo con el bebé bajo el brazo para reivindicar derechos. Sin pretender sostener al niño con una mano y al trabajo con la otra. Los hombres no lo hacen. Las mujeres debemos renunciar a ser perfectas y aprender a compartir también las renuncias.

Solo desde esa visión liberadora e igualitaria acabaremos entre todos con la violencia machista. En nuestra cultura occidental. Fuera de nuestro círculo, la lucha ha de ser espeluznantemente más primaria: que las niñas no sean secuestradas, violadas, embarazadas y obligadas a matrimonios forzosos. ¿Quién se acuerda de las 200 niñas nigerianas secuestradas como esclavas sexuales?

Michelle Obama las recordó cuando llegó a España para explicar su campaña Lets girls learn y la espolearon porque venía de visitar África. Cierto que en España no estamos igual. Pero en España nos hemos tapado los oídos ante latrocinios muy cercanos, y no abrimos los ojos ante la educación que nos falta en las escuelas para acometer la decisiva tarea de educar por la igualdad a niñas y niños.

Ante la Embajada de Nigeria se habría manifestado, quizás sola, Soledad Cazorla, primera fiscal contra la Violencia sobre la Mujer, que ejerció hasta que la enfermedad se la llevó a la tumba. Sin ver en España su sueño cumplido: “Esto tan terrible de la maté porque era mía se va a acabar de una vez”. Pues no se ha acabado, Soledad. Nigeria es el infierno, sí, pero aquí las mujeres asesinadas siguen siendo un escarnio social. Y las mujeres maltratadas siguen temiendo denunciar al agresor.

Contra el maltrato machista, pintemos todos y todas, en los próximos días, “el mundo de naranja”, como nos invita a hacer Naciones Unidas. Para un futuro más brillante, sin violencia. El naranja era para el rey del color, Kandinsky, símbolo de alegría y triunfo. Buen presagio.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/11/24/opinion/1480009294_964250.html

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Cuando el aula es una Torre de Babel

 Por: Mariana Castiñeira

En un mismo salón dentro de la Facultad de Humanidades se encuentra el mundo. Estudiantes de la institución trabajan con inmigrantes de diferentes países que buscan aprender.

Por el salón de informática en el tercer piso de la Facultad de Humanidades pasaron personas de prácticamente todos los continentes. Sierra Leona, Gambia, Brasil, Irán, Siria, Rusia, Camerún; es viernes por la mañana y el blanco del pizarrón empieza a llenarse de nombres y nacionalidades con la finalidad de encontrar algo en común.

«Ahora el idioma» propone uno de los alumnos de la facultad que oficia de coordinador, y en seguida los cinco inmigrantes que asistieron al taller se ríen. Yaya, de Sierra Leona, habla inglés, mandinga, wolóf y «un poquito de español». Donald, de Camerún, maneja el francés, se defiende bien en español y además habla makaa, mientras que Joana, de Brasil, solo sabe portugués, pero como buena brasileña domina el español con poco esfuerzo. La única opción que les queda es el idioma local, «y bien lento». Ahora toca el turno a los deportes y todos acuerdan en lo mismo, el fútbol es el denominador común.

Este viernes son cinco los inmigrantes que llegaron al aula. Cerca del mediodía se suman dos más. La mayoría son africanos, pero todos los días llegan personas de diversas nacionalidades para aprender un poco más sobre el país en el que viven. Desde 2014 en la Facultad de Humanidades el departamento de Antropología Social y el Centro de Lenguas Extranjeras (Celex), organizan talleres y cursos para inmigrantes. Lo que empezó solamente con español y computación se diversificó y ahora, con el trabajo de alumnos de diferentes universidades y áreas, hay talleres de fotografía, relaciones laborales, música y deporte.

De aquí y de allá.

Umaru Bangura está organizando su próximo cumpleaños. Este sierraleonés de 23 años quiere celebrar sus 24 con un partido de fútbol entre uruguayos y africanos, y los estudiantes de la facultad que trabajan con él están invitados. El joven llegó al país hace dos años, en un barco que primero fue de su país a China y finalmente a Uruguay. Según cuenta, las oportunidades laborales en Sierra Leona no eran buenas. A pesar de tener enormes reservas de minerales, se trata de uno de los países más pobres del mundo.

«La gente me llevó a organizaciones que intentaron ayudarme, entonces pensé que este era un buen país para quedarme», recuerda. Primero solicitó la calidad de refugiado, pero como no se la dieron ahora está esperando para obtener la residencia. Cuando la consiga, espera poder traer a sus hermanos, que lo esperan en Sierra Leona. Si bien su hermana mayor tiene 25 años, en su país es el hombre más grande el que tiene la responsabilidad por el resto de los hermanos.

Cuando empezaron los talleres, en 2014, la mayoría de los migrantes venían de África subsahariana. La crisis que desató el ébola y los conflictos locales empujaron a muchas personas a emigrar, y así llegaron de Nigeria, Sierra Leona, Ghana y Camerún, entre otros. «Muchas veces han perdido a sus familias y el mayor es el que sale a buscar. Para eso se atraviesan un océano», cuenta Laura Masello, directora del Celex. «La noción del hermano mayor es muy importante».

Por ahora, los cursos formales de español, que coordina Masello, no están funcionando, pero la docente espera que comiencen a fines de agosto. Lo que sí está en marcha son los talleres, que tienen una dinámica más flexible, donde se aprende de todo un poco. Desde cómo hacer un currículum hasta la organización de un equipo de fútbol.

Para este semestre los cursos de español van a estar divididos en dos grupos. Uno tendrá dos niveles para quienes vienen de países arabófonos, principalmente porque han llegado muchas personas desde Siria. El otro será para los que manejan lenguas «vehiculares», que en este caso pueden ser inglés o francés. Este tipo de cursos se arman en coordinación con el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) y el Servicio ecuménico para la dignidad Humana (Sedhu). A algunos de los que ya cursaron español se les consiguió el estatuto de estudiantes universitarios, lo que les facilitó el acceso al comedor universitario, a boletos de ómnibus y la biblioteca.

«¿En tu país comen? ¿Tienen casas para vivir?» Esas son algunas de las preguntas que le han hecho a Bangura. Si bien históricamente Uruguay parece un país abierto a la migración, en los hechos, para los africanos no ha sido fácil. Bangura está trabajando en una carta que se va a compartir en el encuentro sobre Migración y Ciudadanía que el Ministerio de Relaciones Exteriores organizó para el jueves que viene. En ella agradece la apertura del país, pero deja ver los problemas que ha tenido que sortear.

«Nadie nunca nos motiva a permanecer mucho tiempo en el mismo empleo», dice. Él, por ejemplo, tuvo varios trabajos hasta que llegó a la empresa Fripur, como otros inmigrantes africanos, y tuvo que arreglárselas de nuevo cuando la empresa cerró. Eso dio lugar a los primeros talleres de relaciones laborales, ya que había varios extranjeros en su misma situación. Además de la inestabilidad laboral, muchas veces tienen que lidiar con el racismo local. «Los que nos critican la mayoría de las veces no son los empleadores, sino los que trabajan con nosotros. Eso es muy doloroso porque aunque trabajemos muy duro lo que recibimos son palabras de desaliento», prosigue la carta. «Quien se dispone a migrar ya tiene una predisposición de apertura al idioma», explica Pilar Uriarte, antropóloga que coordina los talleres. «Puede que ellos tengan algunas dificultades para comunicarse, pero muchas veces es más la poca voluntad por escucharlos que las dificultades en sí».

De todas formas, Bangura ya se siente como en casa. «Uruguay es tranqui, no tenés problemas», dice con una sonrisa en el rostro.

Canal de salida.

Anait Karapetian habla y concentra la atención de todos. Necesita trabajo y un lugar donde vivir con su madre, que tiene 91 años y está enferma. Mientras cuenta su historia, la desborda la angustia. Nació en Azerbaiyán pero vivió como refugiada en Moscú entre 1990 y 2014 tras la guerra que enfrentó al país con Armenia a comienzos de la década de 1990. En 2014 tuvo que huir de Rusia, porque según cuenta, vivía en medio de una situación de violencia.

Si bien está en Uruguay desde hace dos años, no ha logrado establecerse. Es enfermera, pero cuenta que no ha podido conseguir quien la emplee como tal. Ha ido a la embajada rusa, consultado con la comunidad armenia y con el gobierno uruguayo, pero no sabe a quién más pedirle ayuda, porque teme tener que vivir en la calle con su madre. «Es muy mala mi historia, tengo miedo», dice. Por ahora vive en una casa de salud, pero tiene un mes para conseguir un nuevo hogar.

Los estudiantes la contienen, le dicen que no está sola, que hay muchos en su situación, le recomiendan con quién hablar y a dónde recurrir, pero le advierten que no espere que con una sola llamada se le solucionen todos sus problemas. Es que los talleres a veces sirven como forma de canalizar angustias y de compartir historias.

La situación de Joana Chaim es otra. La brasileña llegó al país en enero de este año junto con su esposo y su hijo, y en las últimas semanas estuvo trabajando en su currículum. En Brasil era maestra y quiere seguir ejerciendo mientras esté en Uruguay. Esta semana terminó de armar el documento y, con sus conocimientos revalidados, está en busca de trabajo. Espera conseguir un puesto en alguna escuela, enseñando portugués y además está preparándose para inscribirse en una especialización en educación en la Facultad de Humanidades.

Así como el fútbol o las relaciones laborales, cualquier tema se puede imponer, según quiénes sean los alumnos. «No tenemos una tabla de contenidos, nosotros vamos adaptando la propuesta en la medida que se va modificando la población que viene», explica Uriarte. Es que los talleres canalizan varias necesidades y se van formando a partir de ellas. «Algunos siguen y otros no. Cuando no siguen nos ponemos contentos, porque quiere decir que no nos precisan tanto».

DE CAMERÚN A URUGUAY, TRAÍDOS POR UN CONFLICTO

Donald Susthince Nkound es camerunés, tiene 26 años y llegó a Uruguay con el objetivo de convertirse en futbolista. Cuenta que estudió economía durante tres años en una universidad de su país pero que dejó de hacerlo cuando decidió que quería entrenar. En el medio, un conflicto al norte de su país lo obligó a emigrar y con la recomendación de un amigo aterrizó en Uruguay en febrero. Mientras busca un club que lo pruebe, trabaja en una empresa en el Cerro, pero lo que quiere es obtener contactos en clubes que lo acepten y después, tampoco descarta seguir con sus estudios. Otro camerunés que llegó hace algún tiempo es Maxime Sylar que, gracias al contacto de un amigo, obtuvo un trabajo en un restaurante que vende sushi. El principal problema que varios encuentran es conseguir documentos. Estos cursos están diseñados para personas que no hablan español y tienen más dificultades para insertarse en el país por razones idiomáticas.

Fuente: http://www.elpais.com.uy/que-pasa/aula-torre-babel-que-pasa.html

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El 63% de los hombres de países con mutilación genital femenina rechazan la práctica

Madrid/Julio de 2016/ UNICEF

Aproximadamente dos de cada tres hombres, mujeres, chicos y chicas de los países donde es común la práctica de la mutilación genital femenina se oponen a ella, según datos del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) publicados recientemente.

Al menos 200 millones de niñas y mujeres en 30 países de todo el mundo han sufrido la mutilación genital femenina, una serie de procedimientos que pueden provocar graves daños físicos y psicológicos, sangrado prolongado, VIH, infertilidad e incluso la muerte, recuerda la agencia de la ONU.

En países donde hay datos disponibles se constata que el 67 por ciento de las niñas y mujeres son contrarias a que se mantenga esta práctica en sus comunidades, una cifra que cae al 63 por ciento en el caso de hombres y niños.

 «Aunque la mutilación genital femenina está asociada con la discriminación de género, nuestros hallazgos muestran que la mayoría de los niños y hombres están en realidad en contra de ella», ha resaltado la especialista en protección de la infancia de UNICEF Francesca Moneti.

«Desgraciadamente el deseo individual de acabar con la mutilación genital femenina queda a menudo oculto y muchas mujeres y hombres todavía creen que la práctica es necesaria para ser aceptados en sus comunidades», ha lamentado.

MAYOR APOYO DE LOS HOMBRES

Según los datos de la agencia de la ONU, en algunos países la oposición a la mutilación genital femenina es mayor entre hombres que entre mujeres.

Este es el caso de Guinea, el segundo país con la mayor prevalencia del mundo, donde el 38 por ciento de hombres y niños se oponen, frente al 21 por ciento de mujeres y niñas. Además, el 46 por ciento de los hombres creen que esta práctica no tiene ningún beneficio, en comparación al 10 por ciento entre las mujeres.

Esta misma tendencia también se constata en Sierra Leona, donde el rechazo entre los hombres es del 40 por ciento, frente al 23 por ciento de las mujeres.

Además, solo en la mitad de los quince países en los que se dispone de datos, al menos una de cada tres mujeres y niñas consideran que la práctica no es beneficiosa, con una proporción muy similar entre hombres y niños en diez de los doce países de los que se tienen datos.

Por otra parte, UNICEF ha destacado que parece haber una creciente corriente a favor de acabar con la práctica. Así, durante 2015, tanto Gambia como Nigeria adoptaron leyes penalizando la mutilación genital femenina, mientras que en más de 1.900 en las que viven unos 5 millones de personas en los 16 países analizados han hecho declaraciones públicas para abandonar esta práctica.

EDUCACIÓN DE LAS MADRES

El análisis de la agencia de la ONU también ha permitido constatar una correlación entre el nivel de educación de las madres y la posibilidad de que sus hijas sean objeto de mutilación genital femenina. Así, en los 28 países en que hay datos, 1 de cada 5 hijas de mujeres sin educación ha sufrido esta práctica, cifra que pasa a 1 de cada 9 si las madres tienen al menos educación secundaria.

«Los datos pueden desempeñar un papel importante a la hora de exponer las verdaderas opiniones de la comunidades sobre la mutilación genital femenina», ha resaltado Moneti.

«Cuando las personas son conscientes de que otras no apoyan la práctica es más fácil para ellas detener la mutilación genital femenina», ha defendido la responsable de UNICEF, subrayando que hace falta trabajar más «con los jóvenes, hombres y mujeres, comunidades completas, y líderes religiosos y políticos, para resaltar estos hallazgos y los efectos dañinos de la práctica con el fin de acelerar el movimiento para acabar con ella»

Fuente: http://noticias.lainformacion.com/policia-y-justicia/justicia-y-derechos/mutilacion-genital-femenina-rechazan-practica_0_938006446.html

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Las niñas que se visten de niño en Afganistán

Afganistán/ Julio de 2016/ Guia.ong

Por: Guia.ongs

En Afganistán, a las niñas que se travisten se las llama “Bacha Posh”. No se trata de una cuestión de sexualidad , si no de apariencia. Es una costumbre antigua, se cree que ya en el siglo pasado muchas mujeres se vestían de hombres para poder luchar en las guerras y para evitar robos o violaciones.

En una sociedad fundamentalmente machista y anclada en el pasado, no tener un hijo es una deshonra para la mujer, por lo que muchas niñas acaban siendo travestidas. Las mujeres, por normal general, no pueden trabajar por lo que no pueden ayudar económicamente a sus familias. En muchos casos la hija mayor es obligada a vestirse como un chico, al menos hasta los 16 o 18 años, para que su familia, y ella misma, no sea rechazada y pueda trabajar.

Este problema también ocurre con la educación, pues las mujeres afganas de zonas rurales no suelen tener acceso a la escuela, por lo que acaban vistiéndose como los niños para poder obtener una educación, al menos hasta que sea demasiado evidente que son mujeres.

Vistiéndose de hombres también logran integrarse en la sociedad y evitar violaciones o agresiones sexuales, algo muy frecuente en este país.

El problema llega cuando estas niñas van alcanzando a la adolescencia y sus familias las obligan a buscar un marido. Algunas de ellas son ofrecidas en matrimonio pero no han sido educadas para tal fin, por lo que se produce un gran desajuste en sus vidas, pues vuelven a ser apartadas de la sociedad y contempladas únicamente para criar a sus hijos y realizar tareas domésticas.

Mientras tanto, los gobernantes y leyes del país no parecen querer cambiar para dar a la mujer la libertad y autonomía que debería tener. Tendrán que seguir haciéndose pasar por niños para, durante algunos años de su vida, sentirse válidas y valiosas.

 

Por: http://www.guiaongs.org/noticias/las-ninas-que-se-visten-de-nino-en-afganistan/

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Escuela prepara a camboyanas para ser «las nueras perfectas»

Camboya/20 de Junio de 2016/El Nuevo día

 Una escuela enseña a las mujeres camboyanas habilidades domésticas y normas sociales para ser buenas nueras, según antiguas normas que rigen el comportamiento de la mujer pero que empiezan a cuestionarse por movimientos feministas.

Entre pósteres de cocina y de frutas talladas, Chanvicheka Phan, una de las estudiantes, repasa algunas anotaciones de su cuaderno que indican como deberá respetar a su familia política y marido cuando esté casada.

A Phan, de 23 años, le preocupan sus suegros ya que «en Camboya son muy estrictos con sus nueras y les importa todo, te juzgan todo el tiempo por lo que tienes que estar atenta con todo lo que haces».

Lim Mouly Ratana, la fundadora de la escuela Koun Brosar Srey (La Nuera), comenzó a dar clases de cocina en 2001 y, tras apreciar a través de sus estudiantes lagunas en la educación pública, decidió en 2009 convertir el curso en una preparación para el matrimonio.

«Puede darle a las chicas el conocimiento para solucionar problemas y también aprender la responsabilidad que tendrán cuando tengan una familia», afirma la profesora en su aula-cocina situada en un céntrico barrio de Phnom Penh.

Sus materias incluyen tallado de frutas, repostería camboyana y occidental, cocina, costura, arreglos florales y parte del «Chbab srey» («Normas de la mujer», en camboyano), un poema didáctico que algunos académicos datan de principios del siglo XIX.

El «Chbab srey», junto a su versión para los hombres, el «Chbab proh», ha marcado los roles de género en Camboya desde su creación.

«Incluyo también las normas, pero solo las que considero importantes», aclara Lim Mouly Ratana consciente de la controversia que provoca el poema por sus connotaciones sexistas.

El Gobierno retiró el «Chbab srey» del currículo escolar en 2007 a petición del ministerio de Asuntos de la Mujer, pero parte de su contenido aún se enseña en algunos colegios, sobre todo en zonas rurales.

«Oh hija mía, el maestro de la habitación es nuestro superior: ¡nunca confundas esto!», es una de las recomendaciones del texto, según la traducción de la académica australiana Trude Jacobsen.

Para Jacobsen, que ha vivido de forma intermitente en Camboya desde los 14 años, el poema muestra un ideal de sociedad basado «en el privilegio del hombre y la sumisión de la mujer», según describió en un artículo académico.

Sin embargo, Lim Mouly Ratana considera que las reglas que desaconsejan a la mujer airear los problemas del hogar son útiles ya que «si hablamos con gente diferente el problema se hará cada vez más grande, y nuestra reputación cada vez peor».

El fundador de la Red de Hombres Camboyanos, que aboga por el empoderamiento de la mujer, Chhay Kim Sore, valora el respeto como parte de la cultura tradicional jemer pero afirma que es necesario cambiar algunos valores.

«No enseñan a la mujer a ser independiente, no le enseñan a tener iniciativa y tomar decisiones, los padres o hermanos le dicen, tienes que hacer esto, y si no lo hacen significa que no les respetan, que no obedecen, eso está mal», afirma el activista.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la violencia contra la mujer como una de las principales consecuencias de las diferencias de género en Camboya, según un informe publicado en 2015.

El estudio indica que el 21 por ciento de las encuestadas por la OMS sufrieron violencia física o sexual por parte de su pareja y cerca de la mitad de ellas no se lo contaron a nadie.

Además solo el 6.5 por ciento lo denunció a la policía y un 2 por ciento buscó asistencia legal, lo que demuestra, según el informe, que «el sistema legal tiene poco que ofrecer en términos de protección o asistencia».

Thavry Thul, una joven emprendedora camboyana que escribe un libro sobre el «Chbab srey» y el efecto de las diferencias de género, asegura que las normas tradicionales tienen que ser desafiadas.

«Los hombres son de oro y las mujeres son de tela, no tienen valor», se lamenta Thavry citando parte de un dicho sobre la virginidad que predica que los hombres «pueden lavarse como el oro», pero las mujeres no.

Fuente: http://www.elnuevodia.com/noticias/internacionales/nota/escuelapreparaacamboyanasparaserlasnuerasperfectas-2212534/

 

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La mutilación genital femenina: La esperanza florece en Somaliland

Somaliland/29 de Mayo de 2016

Por: Emanuela Zuccala

Las mujeres de Somaliland están trabajando con una ONG para eliminar una de las prácticas más antiguas y extremas de la mutilación genital femenina.

«En mi noche de bodas, sentía como si me prendieran fuego en una herida abierta», nos cuenta una mujer enfurecida con los ojos del color de la miel. «El lo disfrutaba pero yo experimenté el mismo dolor que sentí cuando siendo una niña, a cielo abierto, cortaron mis genitales con una cuchilla de afeitar y luego los cerraron cosiéndolos con espinas. No me pude mover durante 10 días porque mis piernas estaban atadas entre sí. Ni siquiera podía ir al baño. Mis recuerdos de todo ello son muy amargos y se mantienen intactos en mi memoria».

Nuura Mahamud Muse (35 años) se sienta en una cabaña en las afueras de Daami. Madre de seis niñas habla del ritual que se practica en su país para sancionar la virginidad femenina.

«No voy a dejar que toquen a mis hijas, pese a todo,» afirma mientras suena la llamada al rezo del mediodía de los muezines. «No quiero que ellas sufran como yo en cada ciclo menstrual, en las relaciones sexuales y al dar a luz. No me importan las habladurías de los vecinos».

Nuevas tierras, mismas viejas tradiciones

Daami está situada mas allá de las orillas del río Waaheen, en Hargeisa, la ventosa capital de la region de Somaliland. Situada en el Golfo de Adén, Somaliland declaró su independencia en 1991, después de la caída del dictador somalí Siad Barre.

Pero pagó por su libertad: la comunidad internacional no reconoce este estado con sus cuatro millones de habitantes divididos en tres clanes familiares que, aparte de la guerra, tienen todo lo demás en común con Somalia: la lengua, la pobreza y una cultura patriarcal que mezcla el Islam con tradiciones ancestrales.

Estas incluyen la «gudniinka fircooniga«, la forma «faraónica» de mutilación genital femenina o infibulación, un sello de castidad infligido a las niñas desde la edad de cinco años. Todos los genitales externos se eliminan, a continuación, la vagina se cose utilizando aguja e hilo o espinas de la planta qodax (espina en somalí), de crecimiento silvestre en toda la región, hasta que los tejidos terminan cerrando la herida, dejando un pequeño orificio para que pase la orina y la sangre menstrual. El corte es abierto de nuevo en la noche de bodas.

De acuerdo con un informe de 2016 de UNICEF, alrededor de 200 millones de mujeres en todo el mundo desarrollan infecciones, quistes crónicos, dolor menstrual insoportable, relaciones sexuales angustiantes y dolorosas y complicaciones durante el parto. Todo en nombre de ideales de moral y respetabilidad.

De los 27 países africanos donde se realizan diversos tipos de amputación vaginal, es en Somalia y Somaliland donde la práctica esta mas extendida y en estos países también se realiza el tipo más extremo: «El noventa y ocho por ciento de nuestras mujeres están infibuladas y son recosidas de nuevo después del nacimiento de cada hijo, lo que significa entre seis a 13 remiendos genitales a lo largo de sus vidas», dice Sadia Abdi, Directora de ActionAid en Somaliland, que estudió en el Reino Unido y regresó a su Hargeisa nativa para reanudar la batalla que comenzó cuando tenía sólo 14 años. «Yo salve a mi hermana pequeña de la infibulación», nos dice. «Mi madre no paraba de decirme: ‘No puedes luchar contra ello. Es parte de tu identidad y condición de mujer y un precepto islámico'».

«Cuando un imán me aseguró que no hay rastro de esta práctica en el Corán, se lo dije a mi madre y ella cedió, pero cargue con el honor de la familia sobre mis hombros. Me sentí muy aliviada cuando mi hermana encontró un marido que quería casarse con ella por amor, a pesar de que era diferente a las demás».

Sadia no habla de sí misma. Ella dice que la infibulación es «un acto extremo de violencia contra las mujeres, un concepto de dominación masculina que satura nuestra sociedad y perpetúa la desigualdad de género». Pero escuchándola se puede sentir una tenacidad que le sale de las entrañas.

«Mi hija tiene cinco años y ella permanecerá intacto», afirma. «No va a perder ni un día de escuela porque su sangre menstrual la queme del dolor; podrá jugar y correr sin miedo a que los puntos de su corte puedan romperse y abrir la herida; nunca va a maldecir el hecho de haber nacido mujer».

Presión social

Para poner de relieve cuan abrumadora es la presión social a favor de esta terrible práctica, Sadia nos recuerda la historia de su prima, que se suicidó porque no sufrió la infibulación y en la escuela se burlaban de ella llamándola «kintirleeyi«: un insulto para las mujeres con clítoris.

Gracias a la paciente terquedad de Sadia Abdi y el compromiso de ActionAid, hay hoy 53 coaliciones de mujeres en Somaliland que desafían el gran tabú.

Hawa Muhumed Madar (65 años), dirigente de las mujeres en el pueblo Agamsaha, admite que se siente culpable por haber dejado infibular a su hija. «En aquel entonces, la tradición no se discutía, pero ahora somos fuertes, estamos unidas y no vamos a soportarlo más».

La misma postura revolucionaria ha sido asumida por Maryan y Nymco que eran infibuladoras profesionales hasta hace bien poco, ganando de $ 10 a $ 15 por cada chica. «Se nos ha mostrado como es contrario a la ley islámica», afirman, «por lo que ahora enseñamos eso en nuestras comunidades.»

La alta mortalidad materno-infantil

La portavoz de la batalla por la liberación de la mujer y la abolición de la mutilación genital tiene 78 años de edad: es Edna Adan Ismail, partera, ex ministra de asuntos exteriores y delegada de las Naciones Unidas. En la década de 1970, fue la primera mujer en el Cuerno de África, que se atrevió a manifestarse públicamente en contra de la ferocidad del ritual faraónico.

«Significa la muerte para madre e hijo,» asevera en el hospital que construyó en Hargeisa con sus propios fondos y agrega que la tasa de mortalidad materno-infantil, en Somaliland es más de cuatro veces superior a la media de los países en desarrollo.

«Sólo siete hospitales en Somaliland llevan a cabo cesáreas; en los otros centros de salud, si la barrera artificial no ha sofocado al niño, la costura es desgarrada con unas tijeras, lo que puede provocar una fístula, (un agujero en la vagina que permite que las heces o la orina pasen a través), la peor sentencia de muerte posible».

«¿Por qué crees que he estado luchando contra la infibulación durante más de 40 años? Porque la infibulación mata.»

La lucha contra la ignorancia

«Hemos creado un movimiento nacional, que incluye la participación de maridos y líderes religiosos, pero no hemos conseguido aun una masa crítica» dice Aamina Milgo, presidente de la Red contra la mutilación genital femenina en Somaliland. En un país donde las estadísticas del gobierno muestran que el 85% de las mujeres son analfabetas (en comparación con el 64% de los hombres), su objetivo principal es combatir la ignorancia.

«Hay personas que creen que el clítoris crecerá de manera desproporcionada si no se corta y otros que acusan a los occidentales de incitarnos en contra de nuestra propia cultura. En el pasado, nos infundieron la creencia de que el sufrimiento de esta tortura era algo que debía enorgullecernos. Al día de hoy, para muchas mujeres, no estar cosidas supone un estigma».

A pesar de que los códigos de los clanes predominan sobre las leyes del Estado e incluso sobre la sharia islámica, las coaliciones de mujeres luchan por la abolición y la ilegalización de la mutilación femenina, tal como ha ocurrido ya en 21 países de África afectados por este problema.

«Hay un borrador de propuesta de Ley en el Parlamento desde 2011,» afirma Sadia Abdi «, pero el Ministerio de Asuntos Religiosos, que examina y evalúa todas las decisiones, aun no ha tomado posición en este tema».

Tolerancia cero

Un importante Imán, Yusuf Abdi Hoore, explica el punto crítico: si bien la infibulación «es cruel, y ajena al Islam», una modalidad mas leve de circuncisión femenina aparece en una tradición profética (hadiz) y por lo tanto, de acuerdo con la escuela islámica seguida en Somaliland, se la reconoce como una obligación. «Se llama ‘sunnah‘: una muy pequeña incisión en el clítoris, que confiriere belleza y pureza».

Pero las mujeres rechazan cualquier concesión: «Exigimos tolerancia cero para todos los tipos de mutilación genital», dice Abdi Sadia que, con ley o sin ley, quiere cambiar la forma de pensar de la gente.

«Con la creación de conciencia, fomentando el conocimiento en los pueblos y consiguiendo involucrar a madres, padres y líderes religiosos, tengo la esperanza de que la próxima generación se librará de los horrores de la infibulación».

Mientras sopla el cotidiano viento de la tarde, Sadia nos lleva a ver Hargeisa desde una posición elevada: una geometría plana perturbada por las colinas gemelas Naaso Hablood (pechos de chica) – como si la feminidad, en este no-lugar, floreciera ya desde el horizonte.

Somaliland tiene la mayor incidencia de mutilación genital femenina, que todavía está en torno al 98%.

La alta tasa de abandono en la escuela secundaria esta directamente relacionada con la infibulación: una vez completado el ritual, las jóvenes se convierten en casaderas.

Este articulo Ha sido realizado por el proyecto «UNCUT» contra la mutilacion genital femenina con el apoyo de «Innovation in Development Reporting Grant Programme (journalismgrants.org) del «European Journalism Centre (EJC), financiado por la Fundación de Bill & Melinda Gates, y llevado a cabo por ActionAid (action-aid.it) y la asociación cultural Zona (zona.org/en/).

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/la-mutilacion-genital-femenina-la-esperanza-florece-en-somaliland

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Uganda: Luyanzi College starts teaching chinese language, culture

África/Uganda/Mayo 2016/Fuente:TheObserver /Autor:James Ssekandi

Resumen: La enseñanza de la lengua y la cultura china se está extendiendo a más instituciones. El Colegio Luyanzi se convirtió en la primera escuela secundaria en el país para enseñar el idioma y la cultura china. China es el último idioma extranjero introducido en los programas escolares de Uganda.

The teaching of the Chinese language and culture is spreading out, with more institutions adopting the subject.

Last week, Luyanzi College, formerly Progressive SS, became the first secondary school in the country to teach Chinese language and culture. Chinese is the latest foreign language to be introduced in Ugandan school curriculum.

Started by Makerere’s Confucius institute (CI@MAK) last year, the subject is now available to secondary schools. Last week, CI@MAK signed a memorandum of understanding with Luyanzi College, Bweyogerere to teach the subject and form a base for Uganda’s relations with China in education, economy and trade relations.

«It’s no longer a secret, China offers a great ideal of human resource in terms of technology and trade, there is need we interest ourselves in their culture,» said Professor Oswald Ndoleriire, the director of CI@MAK.

He was speaking during a cultural festival at Luyanzi College. Prof Ndoleriire added that these agreements would facilitate the teaching of the Chinese language (Mandarin) in several secondary schools before students are able to join Makerere.

Luyanzi College principal Wang Li Hong said the move would make it possible to focus on research and outreach to help Chinese language students.

«This college has created a history of testing and evaluation, and now, to sign a pact with the CI@MAK in the Chinese domain makes us very, very proud,» she said.

«We are very glad to have become a member of the global Confucius Institute.»

Wang added that Luyanzi and CI@MAK will continue to conduct research on the profits of the Chinese language on the international stage, and collaborate with local schools to develop Chinese-English bilingual education programmes.

For his part, Chinese ambassador to Uganda, Zhao Yali, observed that learning Chinese would help students compete in the global market, with China’s rising economic and social influence.

«It’s important a student or society remains ardent with language; for example, many Chinese investors coming into the region will need Chinese language speakers,» Zhao said.

Earlier, the ambassador excited the gathering by first greeting them in Luganda. So far there are over 200 Chinese firms in Uganda, employing over 30,000 Ugandans.

Edaa Karungi a third-year student at CI@MAK offering bachelors BASS sang the Chinese’s anthem before the festival.

«With Chinese education, the foundation for modernization and development will be boosted further; that’s why there is need of more secondary schools like Luyanzi teaching Chinese,» noted Karungi, a guild president at CI@MAK.

In 2013, Makerere University partnered with Xiangtan University in China to start a Confucius Institute, which offers degree and certificate short courses in the Chinese language and culture.

Fuente de la noticia: http://www.observer.ug/education/43998-luyanzi-college-starts-teaching-chinese-language-culture

Fuente de la imagen: http://www.observer.ug/images/Confucius-Institute-at-Makerere-University-students-demonstrating-some-Chinese-culture.jpg

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