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Desafíos de la educación rural

América del Sur/Colombia/Compartirpalabramaestra

Solo quien ama el campo con intensidad puede desentrañar su belleza. Descubrir la pasión por lo verde, por lo mágico y por la vida. 

Colombia atraviesa por un momento crucial de su historia, en la medida en que necesita consolidar un proceso de paz que supere el terrible atraso al que ha sido sumida por un conflicto interno de más de cincuenta años; esto implica ocuparse de manera inmediata y decidida al desafío de superar profundas brechas sociales y educativas en sus territorios rurales.

Conforme al Censo Nacional Agropecuario (2015) Colombia presenta altas tasas de analfabetismo en la zona rural para mayores de 15 años (12,5 %), casi cuatro veces más que los datos nacionales para las zonas urbanas (3,3 %), en asocio con la falta de competitividad, trabajo informal y carencia de bienes públicos para la población rural.

Las brechas sociales y educativas están expresadas en los diversos diagnósticos que arroja el DANE (2016) sobre pobreza multidimensional en la zona rural de 40,3%. Así, la cobertura neta de educación media es de 27.3 en las zonas rurales y 47.8 en las urbanas. Mientras que la tasa de permanencia en el sistema educativo es del 82 % en las zonas urbanas, en las rurales es del 48 % con un muy bajo logro educativo. De acuerdo a Delgado (2014) los resultados de las Pruebas Saber 5º, 9º y 11º en las zonas urbanas son sistemáticamente superiores a los de las zonas rurales. Sin embargo, reconoce cierto mejoramiento gracias a los esfuerzos del gobierno central y del programa Familias en Acción.

Las anteriores estadísticas evidencian no solo la brecha entre ambas zonas, demuestran también el desafío de la situación educativa de todo el país. Una de las consecuencias de la precariedad que se vive en el campo se evidencia en ejemplos como este: cuando una adolescente logra alcanzar el nivel de educación media tiene mayores opciones de tener los hijos que quiere y puede sostener, contrario sensu, cuando solo alcanza hasta noveno o menos grado, tiene por lo general, de tres a cuatro hijos, muchos no deseados, mal nutridos que reproducen y ahondan la pobreza.

Siendo así, la educación para la ruralidad debe permitir generar suficientes competencias en los estudiantes para que bien puedan transformar su entorno inmediato o que éstas les permitan acceder a mejores condiciones de empleo en cualquier escenario. El anterior panorama nos convoca a impactar la calidad educativa interviniendo los Planes de Mejoramiento Institucional (PMI) que se traduzcan en mejores resultados en el índice sintético de la calidad educativa. Atemperar los PEI con los lineamientos curriculares, los estándares básicos de competencias, los DBA y las mallas de aprendizaje, haciendo un seguimiento permanente a los procesos de evaluación.

Según el Censo nacional agropecuario (2015) en el contexto de construcción de paz hay que cerrar la brecha educativa de las zonas rurales y de manera especial en las zonas rurales dispersas, mediante:

  • El mejoramiento no sólo de la cobertura e infraestructura, sino también, de la calidad, la dotación, conectividad y el uso eficiente de las TICS.
  • Pertinencia educativa, esto es, educación ajustada al contexto y al desarrollo rural.
  • Fortalecer los programas institucionales evitando el tardío nombramiento, el ausentismo de los docentes, la falta de alimentos, el trabajo infantil, minimizando así sus efectos: la inasistencia, el ausentismo y la deserción escolar.

A partir del análisis de este panorama, propongo que para alcanzar una paz estable y duradera podríamos comenzar con fortalecer la única capacidad instalada en los territorios rurales, esto es, las instituciones educativas, a través de las siguientes acciones:

Primero, construir una política pública para la educación rural que se ocupe de aspectos como:

  • Definir una capacidad presupuestal para que la educación no tenga que seguir soportando la precariedad financiera asumida de acuerdo a lo establecido por las relaciones técnicas actuales.
  • Orientar un currículo que defina un modelo pedagógico para la ruralidad. Es necesario que los maestros que intervengan en este contexto estén debidamente capacitados y formados para ello desde la universidad. El maestro no solo debe aportar a la formación de destrezas y habilidades en los estudiantes, debe también leer los entornos, interpretarlos y coadyuvar junto a las comunidades al objetivo esencial de la educación que es la transformación social y cultural.
  • La punta de lanza del desarrollo rural integral es la escuela. Esta debe transformar su lugar, su visión del conocimiento y de la realidad. El mundo de la escuela es un mundo representado, las áreas del conocimiento expresan una realidad atemporal, fragmentada y descontextualizada. Por el contrario, se hace necesario que la escuela le dé cabida al mundo actual, a las historias, a las biografías, a las problemáticas de sus estudiantes y de las comunidades que la habitan. Ha de ser jalonadora de emprendimientos, del desarrollo comunitario, la soberanía alimentaria, la generación de valor agregado a productos dentro de una visión del campo como espacio multifuncional de servicios esenciales para la sobrevivencia de la ciudad.
    La única forma de dignificar la vida de los rurales es haciéndolos productivos, bien sea a través de la producción de bienes o de prestación de servicios. El asistencialismo lo único que ha hecho es reforzar el conformismo y el subdesarrollo.
  • Recomponer los postulados de la ley 21 para que se pueda construir o acondicionar espacios y construcciones físicas más amables en armonía con los entornos rurales.

La segunda propuesta consiste en dotar de capacidades financieras y logísticas a las instituciones educativas para que asuman el reto de liderar y autogestionar sus propios desarrollos acordes al contexto. Esto quiere decir, ir prescindiendo de tantos operadores como de intermediarios para que sean las propias instituciones educativas quienes operen servicios tales como el Programa de Alimentación Escolar (PAE), transporte, autocapacitación a través de las Comunidades de Aprendizaje (CDA) y formación entre pares.

Para garantizar el uso adecuado de los recursos podemos apelar a las Asofamilias, a los personeros y consejos estudiantiles, interventorías de universidades o de las junta de acción comunal (JAC).

La tercera propuesta, apunta a la educación como transformadora de la cultura, que entraña desafíos y apuestas.

Entre los desafíos a los que nos convoca la educación rural tenemos:

  • Restaurar o afianzar el tejido social.
  • Promover el liderazgo incluyente.
  • Fortalecer las comunidades de aprendizaje
  • Redimensionar el papel de la educación como promotora de transformación cultural.
  • Enaltecer el rol de los docentes y de los directivos.
  • Recuperar principios, valores y saberes que anidan en el acervo de una comunidad.
  • Empoderar a las comunidades en su posibilidad de gestión en el escenario de las políticas públicas.
  • Incentivar las bondades del trabajo en equipo y el trabajo colaborativo.
  • Valorar las propias culturas y saberes en su propio territorio
  • Alcanzar la soberanía alimentaria.

Es interesante sistematizar y aprender de proyectos exitosos como el de la IE María Auxiliadora en el municipio de La Cumbre, Valle del Cauca, cuyo proyecto educativo institucional “La escuela, un proyecto de transformación cultural”, define cinco apuestas:

  • FAMILIA Y COMUNIDAD. Tiene como base la familia, embrión básico que cohesiona y recupera el sentido de lo colectivo.
  • AGUAS Y BOSQUES. Se constituye en premisa fundamental para la salud de la humanidad. La dignificación de la sociedad y la adaptación al cambio climático hacen imperativo la intervención de la escuela para así contribuir a la existencia de la especie y de todas las formas de vida en nuestro planeta.
  • PLANTAS Y ANIMALES. Pretende recuperar las plantas nativas y animales domésticos para alcanzar la seguridad y autonomía alimentaria, intercambiando semillas, saberes y sabores. En consecuencia, los proyectos pedagógicos productivos son una estrategia para percibir e interpretar el entorno, comprenderlo, cuidarlo, amarlo y transformarlo.
  • TRANSFORMACIÓN Y COMERZALIZACIÓN. Dar valor agregado a la producción agropecuaria, abrir mercado, posicionar calidad y precios en la región, son dinámicas claves que deben liderarse desde la escuela.
  • CULTURAL Y DEPORTIVA. Propende por un estilo de vida saludable para la comunidad educativa; promueve el uso de la bicicleta no solo de manera recreativa sino también como medio de transporte escolar. Desarrolla actividades diversas como el teatro, cuentería, poesía, canto y danzas.
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Derecho a educación sigue esquivo para indígenas latinoamericanos.

Por: Orlando Milesi.

La educación, el  instrumento más poderoso en la lucha contra la exclusión y la discriminación, es aún esquivo para los pueblos indígenas de América Latina que, pese a tener una amplia presencia en la región, son todavía los más desfavorecidos.

La creciente necesidad de otorgar mayor acceso a una educación de calidad para los pueblos originarios de la región, con respeto a la interculturalidad y sus tradiciones, sigue siendo una declaración de buenas intenciones,  aún lejos de transformarse en políticas públicas reales y de largo plazo, afirmó a IPS el alcalde del municipio chileno de Tirúa, Adolfo Millabur.

En Chile, por ejemplo, “hay una especie de voluntad declarada, pero que no se realiza en la práctica”, dijo Millabur, cuyo municipio, a 685 kilómetros al sur de Santiago, se sitúa en la región de La Araucanía, donde se concentra casi 50 por ciento de población mapuche, el más numeroso pueblo indígena del país.

“Hoy la gente está demandando participar en espacios de toma de decisiones de toda índole, y es ahí donde los pueblos originarios se configuran como actores sociales a los que hay que prestar más atención”: Loreto Jara.

Millabur creció en la localidad de El Malo, a 35 kilómetros de Tirúa. Junto a sus ocho hermanos se levantaba a las cinco de la mañana y caminaban cada día 30 kilómetros hasta la escuela de Antiquina. Después de un par de horas en clase, todos emprendían el viaje de regreso a casa.

No recuerda cómo aprendió a leer y asegura que no tenía idea de cómo firmar un cheque cuando en 1996, con 28 años, se convirtió en el primer alcalde mapuche de Chile.

El derecho a la educación es el tema este año del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se celebra en el mundo cada 9 de agosto.

Ello porque se considera que el acceso a una escolaridad apropiada a sus métodos culturales de aprendizaje y con pleno reconocimiento de su diversidad, de sus valores y de sus necesidades específicas, incluyendo el aprender en su lengua materna, se considera la clave para romper con su vulnerabilidad y exclusión.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en América Latina viven cerca de 45 millones de personas indígenas, equivalentes a 8,3 por ciento de la población regional que supera los 605 millones de habitantes.

Bolivia posee algo más de 10 millones de habitantes y de ellos,  62,2 por ciento (6,2 millones) declara formar parte de un pueblo originario, lo que lo transforma en el país que cuenta con mayor porcentaje de personas indígenas sobre la población total, seguido por Guatemala, donde 41 por ciento de sus algo más de 16 millones de habitantes declara ser indígena (5,9 millones).

Les siguen Perú, donde 24 por ciento de su población total afirma pertenecer a un pueblo originario, y México, con 15,1 por ciento.

Según el estudio “Los pueblos indígenas de América Latina”, publicado en 2014 por la Cepal,  en la región existen 826 pueblos indígenas, con un panorama altamente heterogéneo.

En un extremo se ubica Brasil, con 0,5 por ciento indígena del total de su población  (900.000 habitantes), pero que cuenta con 305 pueblos originarios distintos, seguido por Colombia (102), Perú (85) y México (78). En el otro extremo están Costa Rica y Panamá, con solo nueve  pueblos indígenas cada uno, El Salvador (tres) y Uruguay (dos).

Los pueblos quechua, nahua, aymara, maya yucateco, ki’che’ y mapuche, son aquellos que cuentan con mayor población en la región, según ese estudio.

Pese a su presencia e influencia histórica, los pueblos originarios de América Latina aún representan uno de los colectivos más desfavorecidos en la región, indica la Cepal.

Los indígenas no solo han sufrido la pérdida sistemática de sus territorios con graves consecuencias para su bienestar, sino que constituyen el grupo más vulnerable en materia de pobreza y desigualdad en todos sus ámbitos.

En este escenario, el derecho a la educación es clave para el pleno goce de los derechos humanos y colectivos, y constituye un instrumento poderoso en la lucha para la erradicación de la exclusión y la discriminación.

“Uno de los grandes ausentes de las políticas educativas y también en términos curriculares  son los pueblos originarios”, afirmó Loreto Jara, investigadora de Política Educativa de la organización no gubernamental Educacion 2020.

“Hay una ausencia como sujeto histórico en el currículum mismo, pero también como actor social  en torno a los procesos de participación en la construcción  de los currículos”, añadió en diálogo con IPS.

Si bien en los últimos años se han observado progresos en el panorama educativo de los pueblos indígenas latinoamericanos, se comete el error de homogenizar los procesos “porque es más fácil trabajar en un escenario más o menos similar que  atender a  la diversidad”, explicó.

Precisó que la educación de cualquier pueblo originario “tiene lógicas distintas de nuestro sistema escolarizante”, por lo que es necesario incorporar, por ejemplo, educadores interculturales  en las escuelas.

Jara recordó la experiencia de Colombia donde existen “etnias por montones y son de diversa naturaleza, pueblos más pequeños, dialectos específicos, ligados a recuperación del territorio y a la reivindicación de las culturas indígenas”.

Precisó que en ese país, “la cultura indígena se está visualizando más desde el espacio de la ruralidad” y “las escuelas rurales están revitalizando mucho el tema de las lenguas indígenas”.

Esto, que busca también detener la migración de los jóvenes a las urbes, también ocurre en algunas zonas de México, agregó.

En la región chilena de La Araucanía, en tanto, hay 845 escuelas con enseñanza del mapudungun, la lengua mapuche, hasta cuarto año de enseñanza básica.

De ellas, 300 cuentan con apoyo directo del Ministerio de Educación y las demás con apoyo de un sostenedor particular, precisó María Díaz Coliñir, supervisora del gubernamental programa de Educación Intercultural Bilingüe.

La legislación chilena señala que todas las escuelas con más del 20 por ciento de alumnos de origen indígena deben tener programas de educación intercultural bilingüe en el que se enseñe mapudungun, quechua,  aymara o rapa nui, según corresponda en cada región.

Si bien el programa no garantiza que los niños y niñas aprendan su lengua originaria, sí potencia un mayor grado de identidad. “Se ha avanzado en la mayor autoidentificación del niño mapuche y en el mejoramiento de su autoestima”, afirmó Díaz a IPS.

Jara coincidió en las bondades de esta aproximación para todos los pueblos originarios de la región. “La reivindicación es a partir del lenguaje, porque eso representa su cosmovisión. Detrás de las lenguas indígenas se esconde toda la riqueza cultural de cada pueblo”, expresó.

Precisó que la necesidad de visibilizar a los pueblos originarios como actores sociales,  desde la enseñanza y el aprendizaje de su propia historia y su vínculo con la historia común del país,  es parte de los caminos pendientes por transitar en materia educativa.

“Hoy la gente está demandando participar en espacios de toma de decisiones de toda índole, y es ahí donde los pueblos originarios se configuran como actores sociales a los que hay que prestar más atención”, concluyó.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2016/08/derecho-a-educacion-sigue-esquivo-para-indigenas-latinoamericanos/

Imagen: http://cdn.ipsnoticias.net/wp-content/uploads/2016/08/8169571385_2c603b6afe_o-629×472.jpg

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Chile: El mundo cambió de forma dramática y las escuelas siguen exactamente igual.

Ocho nuevos colegios de todo el país se integraron este año a la Red de Escuelas Líderes, que nació en 2008 para dar a conocer el trabajo de establecimientos que innovan con éxito en contextos vulnerables

Sur América/Chile/28.06.2016/Autor:Margherita Cordano/Fuente:http://www.economiaynegocios.cl/

Para aprender sobre el ciclo de carbono, los alumnos de 7° básico de la Escuela Básica G-33 de Talhuán, en la provincia de Ñuble, decidieron transformar su colegio. Tras entender que el proceso es clave para sostener vida en la Tierra, optaron por aportar con su grano de arena: recortaron restos de botellas plásticas y las convirtieron en maceteros que llenaron de plantas. También se preocuparon de recolectar desechos orgánicos, lo que les permite alimentar el invernadero que armaron.

En el proceso, los estudiantes repasaron sobre políticas públicas relacionadas con el medio ambiente en clases de Historia. En horas de Lenguaje aprovecharon para trabajar en un informe centrado en la importancia del reciclaje, texto que más tarde hicieron llegar a su alcaldesa.

«Cuando hicimos este proyecto no nos salimos del currículum. Teníamos un problema de basura, así que decidimos ligarlo con las ciencias. Esto derivó en una serie de investigaciones que terminaron complementándose», contó Lilian Muñoz, directora de este establecimiento de 75 alumnos ubicado a más de 20 kilómetros de Ninhue, en la Región del Biobío. Hasta el sector -continuó- no llega ni la locomoción colectiva, por lo que se hace difícil recibir la visita del camión de basura.

Su experiencia la contó durante un panel que formó parte del IX Seminario de la Red de Escuelas Líderes de Educación en Pobreza, evento que ayer reunió a cerca de 900 personas en el Centro de Extensión de la Universidad Católica. Hasta ahí llegaron directores, profesores y estudiantes de Pedagogía interesados en conocer más sobre las prácticas innovadoras que -así como la escuela de Talhuán- realizan los cien establecimientos que hoy forman parte de esta iniciativa. Desde sus inicios en 2008, el objetivo de la Red de Escuelas Líderes ha sido destacar la labor de instituciones que entregan educación de calidad en contextos vulnerables.

El proyecto lo impulsan Fundación Educacional Arauco, Fundación Minera Escondida, Fundación Chile y «El Mercurio». Con proyectos que fomentan desde los valores socioafectivos hasta la importancia de cuidar el patrimonio, este año fueron ocho las escuelas que se incorporaron a la red (ver página siguiente). Provienen de las comunas de San Pedro de Atacama, Coquimbo, Rengo, Peralillo, Chillán, Ránquil, Puyehue y Puente Alto, y presentan índices de vulnerabilidad que van del 70% al 94%.

Apropiarse del currículum:

El nuevo encuentro tuvo como principal expositor al estadounidense Robert Lenz, director del Buck Institute of Education y especialista en Aprendizaje Basado en Proyectos. Esta metodología propone que los profesores trabajen en forma multidisciplinaria y que los estudiantes se involucren más con aquello que aprenden: en vez de dedicarse a copiar lo que el maestro dicta, se incentiva que ellos mismos investiguen las distintas materias.

Ante el panorama de un mundo que cambia a pasos agigantados, donde es probable que las máquinas reemplacen muchas de las labores que hoy realizan humanos y en donde se vuelve imposible saber cuáles serán los trabajos del futuro, Lenz explicó que trabajar a partir de proyectos ayuda a desarrollar habilidades que serán primordiales.

Entre estas herramientas -que llamó fundamentales para el siglo XXI- destacan cuatro: la necesidad de aprender a comunicar ideas, de colaborar unos con otros, de potenciar la creatividad y de fomentar un pensamiento más crítico.

«Uno de los proyectos que incentivo es que los alumnos hagan documentales en torno a temas de Historia Universal. En ellos incluyen videos, fotografías y entrevistas que más tarde se presentan ante una audiencia masiva que involucra a las familias. Y eso tiene mucho de pensar de forma crítica: obliga a los jóvenes a definir qué cosas vale la pena destacar y qué tono le quieren dar a eso que muestran. Hay un diálogo, una síntesis y un proceso que los obliga a escuchar al otro para adaptar sus ideas hacia un mejor producto», explicó.

La idea de trabajar de forma colaborativa también fue rescatada por el director de «El Mercurio», Cristián Zegers. «El aprendizaje dentro de la flexibilidad nos acerca a un mundo nuevo. El mercado del trabajo va a ser distinto y, naturalmente, la calidad pedagógica para afrontar este mundo en mejores condiciones va a tener que ser mucho mejor que la actual», indicó a través de un video con que los socios de la iniciativa dieron la bienvenida a los nuevos integrantes de la red.

Este cambio no siempre es fácil de lograr en un país que privilegia las pruebas estandarizadas, cree César Mayolafquén, profesor de Historia del Liceo 1 Javiera Carrera y asistente al seminario. «En nuestro caso no solo los maestros tienen una mirada academicista, sino las mismas alumnas. Ellas exigen pruebas que miden cuánto memorizaron de un contenido, porque quieren sacar buen puntaje PSU».

Para Carmen Ortega, del colegio Tomás Lagos de Chillán, innovar en Chile también es complicado porque «en el caso de los establecimientos municipales se depende mucho de la voluntad del alcalde de turno. Muchos temen que por culpa de iniciativas como el aprender con proyectos -que son actividades que toman más tiempo en desarrollar- no se alcance a pasar toda la materia del currículum».

Al respecto, durante el panel de conversación, Alejandra Arratia, coordinadora de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, contó que este actualmente trabaja en dotar al currículum nacional con una noción de aprendizajes más globales, más generales y relacionados con el sentido pedagógico de los objetivos (estando menos centrados en el detalle mismo). «La idea es promover procesos de apropiación curricular», explicó.

Dirigiéndose a los directores y profesores, agregó: «Los invitamos a tomar propiedad de las definiciones -en este caso del currículum- y trabajar con ellas, jugar flexiblemente. Si miramos el aprendizaje y tenemos la formación integral de nuestros estudiantes como principal referente, podemos poner todas las otras definiciones al servicio de eso. Como profesionales de la educación, siéntanse con las herramientas para poder trabajar flexiblemente el currículum».

«Desde la perspectiva curricular, tenemos conciencia de que muchas veces quizás hemos transmitido ciertos énfasis que no favorecen los procesos de flexibilización. Hoy estamos trabajando en cambiar eso.
Alejandra Arratia, coordinadora de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación».

Fuente: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=265920

Imagen: http://files.escuela-talhuan7.webnode.cl/200000345-72c0c73b9a/20151008_154430.jpg

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Chile: Educación ambiental en escuela básica logró disminuir niveles de violencia

Chile/7 de junio de 2016/ Fuente: publimetro

Los niños entre pre kínder y 8º básico tienen dos horas semanales de clases relacionados con el medioambiente. Allí realizan reciclaje y crean huertos.

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