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Brasil presentó su plan para proteger el Amazonas, pero los críticos dicen que no es suficiente

El gobierno de Brasil ha presentado una nueva meta oficial para combatir la deforestación en el Amazonas, una novedad para la administración del presidente, Jair Bolsonaro. Pero los críticos dicen que no es suficiente.

El general retirado del Ejército y vicepresidente, Hamilton Mourao, publicó el miércoles el Plan Amazonas 2021/2022 en el boletín oficial brasileño. Prioriza para la mitigación de la deforestación cinco de los nueve estados dentro de la «Amazonía Legal», equivalente a alrededor del 60% del territorio brasileño, y anticipa varios cambios en la forma en que el gobierno federal y los estados que componen la cuenca manejan la vasta área.

Entre los cambios de política, el plan describe el fortalecimiento y la fusión de agencias que vigilan y luchan contra las actividades ilegales relacionadas con el medio ambiente y el uso de la tierra. También llama a regularizar la propiedad de la tierra y brindar nuevas alternativas económicas a las personas que viven en la región, incluida la promoción del desarrollo empresarial y la expansión de la infraestructura de salud y educación.

Para 2022, el Plan Amazonas también apunta a reducir la pérdida anual por deforestación al promedio registrado entre 2016 y 2020, un área de aproximadamente 8.700 kilómetros cuadrados. Es una caída significativa con respecto al nivel actual de destrucción: el Instituto de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), que rastrea la pérdida de bosques por satélite, estima que se perdieron 11.088 kilómetros cuadrados por deforestación en 2020.

Sin embargo, la meta de 2022 todavía permite aproximadamente 16% más de deforestación que en el año anterior a la toma de posesión de Bolsonaro, lo que no es una reversión de las pérdidas en la selva tropical más grande del mundo, un baluarte esencial en el esfuerzo contra el cambio climático. Según el INPE, se deforestaron 7.500 kilómetros cuadrados de la Amazonía en 2018.

Una meta «muy modesta»

Carlos Nobre, uno de los principales científicos climáticos de Brasil, describe la meta de deforestación para 2022 como «muy modesta». Dice que «para generar algún optimismo, las metas para 2021-2022 deben ser al menos 2.000 kilómetros cuadrados menos (que el promedio 2016-2020). Y con una meta a mediano plazo de reducir la deforestación anual a menos de 4.000 kilómetros cuadrados en tres años.»

«El documento oficial del Gobierno Federal es muy general y no es específico sobre las medidas reales que han mostrado un efecto positivo pronunciado en el pasado», agrega Nobre.

Marcio Astrini, director del Observatorio del Clima de la red brasileña de defensa del medio ambiente, dice que el plan del gobierno esencialmente admite permitir una mayor tala de bosques. «Significa que el gobierno de Bolsonaro se compromete a lograr, después de cuatro años, una tasa de deforestación… más alta que cuando comenzó su gobierno. No es un objetivo, es una confesión de delito ambiental», dijo Astrini.

Culpa al gobierno de Bolsonaro por alentar la actividad ilegal y la tala de bosques en la Amazonía, y señala que un paquete de leyes propuestas actualmente en el Congreso facilitaría el desarrollo de tierras protegidas. «Bajo Bolsonaro, el bosque está solo y bajo el control de los criminales», dijo Astrini.

La deforestación se ha disparado durante la presidencia de Bolsonaro. En 2019, su primer año como presidente, los datos del INPE muestran que la Amazonía perdió 10.129 kilómetros cuadrados por la deforestación, un aumento del 34% con respecto al año anterior.

Aunque el presidente ha aprobado varios decretos y leyes para proteger la Amazonía, simultáneamente ha recortado drásticamente los fondos para los programas gubernamentales de protección y monitoreo ambiental y ha presionado para abrir las tierras indígenas a la agricultura y la minería comerciales.

Conferencia climática con Joe Biden

La presentación del plan se produce solo una semana antes de que Brasil participe en una conferencia climática virtual de alto perfil organizada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que comienza el 22 de abril.

Enfatizando su desconfianza por los compromisos ambientales de Bolsonaro, la semana pasada cerca de 200 organizaciones no gubernamentales hicieron un llamado a Biden para que no llegue a ningún acuerdo sobre la protección del Amazonas con Bolsonaro sin una consulta más amplia con la sociedad civil y los grupos indígenas.

El lunes, el embajador de Estados Unidos en Brasil, Todd Chapman, se reunió con miembros de la Articulación del Pueblo Indígena de Brasil (APIB) luego de que solicitara un «canal directo» de comunicación con Estados Unidos sobre temas relacionados con la Amazonía brasileña.

Los funcionarios a nivel estatal en Brasil también han buscado establecer una línea directa con Washington para la negociación ambiental. Representantes de 22 de los 26 estados de Brasil más el Distrito Federal escribieron esta semana una carta pública a Biden pidiendo que Estados Unidos se asociara directamente con los gobernadores estatales, prometiendo transparencia y «resultados verificables».

«Nuestros estados cuentan con fondos y mecanismos especialmente creados para responder a la emergencia climática. [Los fondos están] disponibles para un uso seguro y transparente de los recursos internacionales, garantizando resultados rápidos y verificables», dice la carta.

Esfuerzo de las empresas

Bosque amazónico en peligro, más de lo que se pensaba 0:49

Nobre, el científico de medio ambiente, dice que un punto positivo en los esfuerzos de Brasil para combatir la deforestación no proviene en absoluto del gobierno, sino de las grandes empresas que asumen una mayor responsabilidad en sus cadenas de suministro.

«El único indicador algo positivo no proviene del gobierno. Está surgiendo de las grandes empresas agroindustriales de cadenas de carne y soja que se han comprometido a impulsar cadenas de suministro libres de deforestación en los próximos 5 años», dice.

«Muchas empresas se comprometieron con la deforestación cero (ilegal y legal) para 2025. Es probable que esto haya enviado un mensaje claro al crimen organizado detrás de la mayor parte de la deforestación ilegal de que los sistemas de trazabilidad en implementación harán que sea mucho más difícil para ellos comerciar principalmente carne de áreas deforestadas ilegalmente, incluso tierras tomadas por delincuentes».

Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2021/04/16/brasil-plan-proteger-amazonas-no-es-suficiente-deforestacion-trax/

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Medio Ambiente: El fenómeno La Niña y la deforestación golpean a la mariposa monarca en Norteamérica

Las autoridades ambientales de México han registrado una disminución en las hectáreas de bosque que ocupa el insecto, lo que aumenta los temores sobre su preservación.

El pasado 19 de septiembre cruzaron el Río Bravo las primeras mariposas monarca en su viaje migratorio hacia los bosques de Michoacán y el Estado de México, donde se protegen del invierno colgadas de los árboles en enormes racimos. La fecha ha llamado la atención de las autoridades ambientales mexicanas, porque representa un adelanto en la temporada tradicional de migración, que es en octubre. Pero lo que más les ha desconcertado es una disminución en el número de hectáreas de bosque que este año ocupan las mariposas, una de las más bajas registrada desde 2018. Los ambientalistas ponen sus ojos en las temperaturas extremas generadas por La Niña —un fenómeno en el que desciende la temperatura global y que está cada vez más agudizado por el cambio climático— y la deforestación registrada en la reserva que es el santuario de la mariposa para explicar este cambio de comportamiento, que aumenta los temores sobre su preservación.

La mariposa monarca vuela a lo largo de 5.000 kilómetros desde Canadá hasta México para hibernar y reproducirse, en lo que es uno de los mayores espectáculos naturales del mundo. Este invierno, sin embargo, las monarca han cubierto apenas 2,1 hectáreas de terreno, una reducción marcada si se compara con la temporada de 2018, cuando ocuparon más de 6 hectáreas de bosques. Si esta tendencia continúa, las autoridades temen que se llegue a la situación de 2014, cuando las colonias de mariposas disminuyeron en un 95%, con apenas 0,67 hectáreas ocupadas. La desaparición de una flor conocida como algodoncillo, manjar para las mariposas que la tienen como una de sus principales fuentes de alimento, las temperaturas cada vez más extremas en invierno y la tala de los bosques donde está su santuario ponen en riesgo la migración de la mariposa y su propia supervivencia.

Jorge Rickards, director del World Wildlife Fund (WWF) en México, ha informado este jueves que entre 2019 y 2020 se han perdido 20,2 hectáreas de bosque en la reserva de biosfera de la mariposa, 13,3 de ellas debido a tala clandestina, lo que afecta las reservas de agua esenciales para garantizar la permanencia en la región de la monarca. “Sin duda el tema de la humedad del suelo, del ambiente, son elementos esenciales para la mariposa monarca”, ha explicado Rickards en conferencia de prensa. “En la medida que permitimos la degradación del bosque hay menos captación de agua, con efecto negativo para las monarca”. Gloria Tavera, bióloga de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, cataloga el fenómeno como “estrés hídrico” y asegura que este invierno colonias enteras de mariposas han bajado en busca de agua a las casas de los poblados cercanos a su santuario.

El santuario de la monarca, que es compartido entre los Estados de Michoacán y de México, está amenazado por el auge del cultivo del aguacate, fruto que tiene una gran demanda en Estados Unidos y del que Michoacán es el primer productor mundial. Muchos campesinos, agobiados por la pobreza, derriban los bosques de pino para cultivar el llamado oro verde. Pero en la destrucción del manto forestal también participan mafias que desarrollan toda una economía ilegal que incluye a taladores, centros clandestinos de procesamiento de los recursos forestales y transportistas, cuyo jugoso negocio es sacar de forma encubierta las materias primas, principalmente madera de pino, encino y oyamel. “Es difícil establecer la causa precisa del aumento de tala [durante el periodo 2019-2020]. Sin embargo, el cambio de uso del suelo es el tema que debe frenarse con mayor apoyo a todas las comunidades. Es necesario el aumento de programas de apoyo a proyectos productivos sustentables”, dice Rickards, del WWF.

A la pérdida del bosque se unen las temperaturas extremas que se registran en Norteamérica como consecuencia del cambio climático. Este año se ha producido el fenómeno La Niña, que tiene el potencial de generar un invierno más crudo. “En 150 años no habíamos visto esas bajas temperaturas en Texas y desde 1962 no había fríos tan extremos en Tamaulipas”, afirma Gloria Tavera. Esta bióloga dice que las heladas degradan los bosques y afectan los campos de flores donde se alimentan y reproducen las mariposas monarca, lo que preocupa especialmente a los ecologistas. “No ha habido mucho movimiento de apareamiento en las colonias, y en primavera las mariposas están listas para regresar [a Canadá]”, explica. “Esperemos que suban las temperaturas en la siguiente temporada para mantener este fenómeno migratorio vivo”, dice la bióloga. Si el frío vuelve a ser extremo, la monarca perderá su cálido refugio mexicano y con ello se acabaría su deslumbrante fenómeno migratorio.

Fuente: https://elpais.com/mexico/sociedad/2021-02-26/el-fenomeno-la-nina-y-la-deforestacion-golpean-a-la-mariposa-monarca-en-norteamerica.html

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Deforestación y minería ilegal alimentan focos de malaria en Venezuela

Fuentes: scidev.net/ [Foto: Cortesía de Jorge E. Moreno]

La minería ilegal de oro es la causante de la deforestación de vastas áreas en el sureste de Venezuela. La vegetación se socava para la extracción del mineral y deja lagunas artificiales.

Venezuela aumentó más de 10 veces los casos de malaria desde 2009 a 2019, y la mayor parte de los casos se concentran en áreas donde han aumentado la deforestación y la minería ilegal para la extracción de oro en los últimos años, según un estudio.

Estos hotspots o puntos calientes, localizados al sur del río Orinoco, son las parroquias San Isidro y Dalla Costa, en el municipio Sifontes del estado Bolívar, que reúnen más de 60 por ciento de los casos de la última década.

En cifras, Venezuela pasó de 41.943 casos de malaria en 2009 a 467.421 casos en 2019, “un crecimiento epidémico explosivo debido a una falta significativa de programas de control”, indica el estudio publicado en PLoS Neglected Tropical Diseases y realizado por investigadores venezolanos y extranjeros.

“El minero, al deforestar para extraer oro, genera lagunas artificiales, hábitats para el mosquito anófeles, transmisor de la malaria”. (María Eugenia Grillet, Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela)

Sifontes ha perdido, desde 2007, más de 3.058 hectáreas de bosques debido sobre todo a la minería ilegal. “El minero, al deforestar para extraer oro, genera lagunas artificiales, hábitats para el mosquito anófeles, transmisor de la malaria”, explicó a SciDev.Net María Eugenia Grillet, investigadora del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela y autora principal de la investigación.

El análisis, que utilizó información epidemiológica y geográfica, encontró que en las zonas deforestadas había mayor cantidad de casos de malaria que en áreas cercanas y que las infecciones, tanto por Plasmodium falciparum como por Plasmodium vivax —las dos especies más frecuentes del parásito de la malaria en el país—, se incrementaron allí al tiempo que dismuyó la vegetación.

Los datos también muestran que la mayoría de los afectados fueron hombres entre 21 y 40 años, y que aproximadamente seis  de cada 10 de estos pacientes se dedicaban a la minería.

Como muchos trabajadores de otras regiones de Venezuela se han desplazado a Bolívar por la crisis económica para dedicarse a esta actividad, la enfermedad también se ha expandido hacia otros estados del país donde alguna vez estuvo erradicada.

El cuadro se hace aún más complejo cuando se le suma la migración masiva que se ha producido desde Venezuela, pues también afecta los esfuerzos para el control de la enfermedad de países vecinos como Brasil, Colombia y Guyana.

El Informe Mundial sobre Malaria en 2020 de la Organización Mundial de la Salud indicó que el progreso logrado en las Américas contra la enfermedad ha sufrido por el incremento de la epidemia en Venezuela, donde se registran 53 por ciento de los casos del continente.

El reconocimiento de la emergencia humanitaria por parte del estado venezolano, que permitió a organizaciones de asistencia humanitaria ingresar a las zonas maláricas, hace esperar una reducción de las cifras de la enfermedad.

Sin embargo, Grillet apuntó que lograr un verdadero control pasa por reconstruir el ahora desmantelado Programa Nacional de Malaria, que alguna vez fue ejemplo en la región.

El médico Juan Carlos Gabaldón, investigador de la española Universidad de Navarra, especializado en malaria, dijo a SciDev.Net que la detección de puntos calientes de la epidemia puede ayudar a que la inversión para controlarla tenga impacto, pese a los recursos limitados.

“Sin embargo, por priorizar ciertas áreas no deberían descuidarse otras. Por ejemplo, la malaria en comunidades indígenas, que no está concentrada en Sifontes sino en otros municipios, también amerita atención”, señala.

La estrategia de control también debería incluir la activación de centros para el monitoreo y la atención de salud de los migrantes durante su tránsito, y para ello hace falta cooperación transfronteriza, añadió Grillet.

Fuente: https://www.scidev.net/america-latina/news/deforestacion-y-mineria-ilegal-alimentan-focos-de-malaria-en-venezuela/

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Mitos y realidades de una Amazonía amenazada

Por: Carmelo Marcén

En El libro de nuestra selva, que no tiene nada que ver con El libro de la selva, de R. Kipling, se relatan por primera vez en una versión impresa varios mitos de algunos pueblos indígenas del bajo Urubamba, una de las fuentes del Ucayali, allá por el sur peruano. Estos mitos han permanecido atrapados en los bosques durante siglos. Allí sobrevivían en la memoria colectiva, pasaban de forma oral de generación en generación. ¿Quién sabe desde cuándo? Ahora se divulgan para que todos los disfrutemos, incluso se pueden descargar; así madres y padres pueden comentar las historias en familia y aislarse un poco de la tragedia pandémica.

Amazonía es un conjunto multiforme que hay que abordar desde distintos ángulos. Es, entre otras cosas, una leyenda múltiple. Alguna se puede contar en las aulas, aunque los más pequeños puede que no la encuentre interesante; pero así se favorecen lecturas múltiples y el alumnado puede construir sus propios relatos.

Una de esas leyendas asegura que durante la búsqueda en la selva de “El Dorado”, la fuente de todas las riquezas imaginadas, hacia la mitad del siglo XVI, los soldados españoles se vieron sorprendidos por unas fieras “mujeres en cueros». Así, desnudas y fuertes las describían quienes fueron derrotados. Por lo que parece, la leyenda de esas mujeres sin igual –alguien escribió que se cortaban un pecho para disparar mejor los arcos– parece ser que ya interesó antes a Cristóbal Colón, también a Hernán Cortés o Nuño de Guzmán. El viejo mito o leyenda viajó mucho hasta llegar a América, en lo espacial y lo temporal. Llegó desde Grecia antigua, pues otras amazonas ya parece que figuraban en La Ilíada y Heródoto escribió algo sobre ellas, aunque muchos dudan de su existencia. Incluso aparecen en otras culturas del Próximo Oriente.

Por lo que sea, el mito femenino que se guardaba entre los conquistadores sobre las guerreras “coniupuyara”, es expandió mucho. Tanto que figuraba en grabados editados por Theodore de Bry, una especie de cronista de viajes y, además, editor del siglo XVI, que también recogió en imágenes, cual si hubiera sido un corresponsal de guerra de los de ahora, los desmanes de los conquistadores, a los cuales no debía apreciar mucho o nada. Pero de eso los historiadores saben bastante más y hay que acudir a ellos para crearse una imagen fiel de todo.

Amazonas, ese gran río que pasa por ser el más largo si lo unimos a sus fuentes, cautivó al conquistador Orellana, tanto que navegó hasta su desembocadura, allá en el Atlántico. No es un mito que alberga en su sistema hídrico más agua que los otros tres grandes ríos del mundo juntos: Nilo, Yangtsé y el Misisipi. Atraviesa Perú, Colombia y Brasil y se relaciona con otros países. Así su cuenca hidrográfica (con sus fuentes Marañón y Ucayali) guarda la quinta parte del caudal fluvial de planeta; algo que si los sabios griegos lo hubiesen conocido habrían conseguido que sus dioses  lo hubieran cobijado en su prolija teología. Muy mitológico lo vería el chileno Pablo Neruda que le dedicó un poema en el que llamaba al Amazonas capital de las sílabas del agua, padre patriarca y eternidad eterna de las fecundaciones; decía de él que ni la luna lo puede vigilar ni medir. Siempre queda la duda de lo que conoce el alumnado, incluso el profesorado, sobre el Amazonas. National Geographic nos permite hacer un testeo rápido.

Pero no es mito ni presencia idílica en la cultura global lo que nos impulsa a escribir esta entrada. La cruda realidad nos lleva a traer aquí a la Amazonía pues su deforestación está adquiriendo niveles históricos, aunque algunos políticos y empresarios brasileños no lo crean. La realidad es que la degradación de sus tierras –selvas que dejan de serlo sin desaparecer– va paralela a la deforestación –por talas abusivas, muchas de ellas para aprovechamientos ganaderos–. Si alguien tiene dudas que busque en Internet las fotografías que proporciona la NASA sobre el territorio aludido. Casi seguro que a los pobladores de la selva no les motiven en exceso los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tampoco conozcan que para el año 2030 se plantea el ODS. núm. 15: Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras, detener la pérdida de biodiversidad. ¡Qué bien le va este deseo global a la Amazonía!

Imagen del humo provocado por los incendios forestales en la Amazonía. Fotografía: NASA

Pero hay algo más que la perseverante realidad nos muestra, que la ciencia nos recuerda en estos tiempos de la Covid-19, que los escolares de todo el mundo deben empezar a relacionar. La destrucción de las grandes masas selváticas tiene una estrecha relación con la aparición de enfermedades zoonóticas, entre ellas podía estar la Covid-19. Hemos escuchado a WWF (World Wildlife Fund, por sus siglas en inglés) que el 70% de las enfermedades humanas están relacionadas con la pérdida de los bosques. No está de más asomarse a su “Pérdida de naturaleza y pandemias. Un planeta sano por la salud de la humanidad”; un buen tema de trabajo para el alumnado de ESO en adelante.

La Amazonía fue durante mucho tiempo un escudo protector de nuestra vida, además de una farmacopea. Pero también quien lo desee se puede adentrar en el interesante Lecciones de la pandemia para un planeta saludable de la CIFOR (Centro para la Investigación Forestal Internacional). La Amazonía amenazada no es un hecho reciente pero los nuevos dirigentes brasileños tienen mucho que ver en su aceleración. Tanto es así que la Fiscalía brasileña abrió hace un par de meses investigaciones para aclarar el asunto de los incendios y la degradación.

Hace un tiempo escribimos una entrada similar sobre el tema en este blog. Todo surgió de un trabajo con el alumnado para alertar sobre un problema ambiental y social situado en América del Sur pero que nos afecta a todos. De aquellos trabajos, proyectos de investigación y sesiones de debate surgió una propuesta en forma de pregunta planteada por una chica de 4º de ESO, usuaria de Amazon, que decía más o menos así: ¿Podría Amazon, ya que le ha copiado el nombre al gran río y a su cuenca, destinar unos centimillos de euro por cada uno de los transportes que hace diariamente a salvar la Amazonía? En tiempos de pandemia, esa compañía y otras se han forrado de dinero. ¿Se imaginan que incentivasen entre sus clientes el aporte del 0,07 por ciento de cada valor declarado o envío para salvar la Amazonía?

Lo recaudado se podría destinar a una Fundación independiente formada al efecto para distribuirlo entre los grupos del territorio que luchan por proteger la Amazonía, también entre los indígenas. Habría que convencer a todo el mundo de que ese dinero no sería nada comparado con el beneficio de que los árboles y más biodiversidad sigan en pie. Además, en cierta manera resarciría un poco los enormes peajes ambientales que generan los pedidos exprés viajando de lado a lado por todo del mundo. ¡Qué lástima que el señor Jeffrey Preston Bezos y su equipo dirigente no lean este blog!

Por si alguna escuela se anima –en especial las que nos siguen en Perú, Colombia, Ecuador, o Brasil y también desde España– le podría enviar una carta cortésmente redactada –un tuit sería menos costoso– diciéndole que considerase el asunto; su dirección –o la de su sede– se podrá localizar en Internet. Es posible que si le llegan miles de cartas o millones mensajes de muchos países en los que opera escritas en varios idiomas hagan más caso. ¿Por qué no intentarlo?

Si desde la escuela abierta practicamos una escucha atenta a lo que sucede en el mundo, nos llegarán los ecos de las demandas de la Amazonía. Merece la pena asociarse a sus ilusiones, que seguro las tiene.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/11/06/mitos-y-realidades-de-una-amazonia-amenazada/

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Entrevista a Mike Davis: «El monstruo ya está aquí»

Por: Josefina Martínez

El reconocido historiador Mike Davis acaba de publicar El Monstruo ya está aquí, un libro sobre la pandemia, los sistemas sanitarios y las desigualdades provocadas por el capitalismo. El trabajo retoma los pronósticos realizados por el mismo autor en su libro El monstruo llama a nuestra puerta, publicado hace poco más de una década. En esta entrevista, Davis afirma que viviremos una época de pandemias múltiples y plantea que el sistema actual difícilmente pueda atajarlas de modo correcto.

Se ha hablado mucho sobre el origen de los coronavirus. ¿Cómo se relaciona con la agricultura industrial y el papel de las multinacionales? ¿Son estas las nuevas plagas del capitalismo?

Sabemos que el virus pandémico, el SARS-CoV-2, se originó en los murciélagos, al igual que los SARS iniciales de 1992-1993. Una cuarta parte de todos los mamíferos son murciélagos –unas 1.500 especies– y albergan una increíble variedad de virus, incluyendo cientos de coronavirus, que tienen el potencial de dar el salto a los seres humanos, ya sea directamente o a través de un animal salvaje que actúa como intermediario. La cadena de transmisión del virus actual no se conoce y, de hecho, puede que nunca se conozca, pero la constante expansión de cultivos y granjas en zonas silvestres de China es probablemente un factor clave, junto con la tradición cultural de consumir murciélagos y animales exóticos.

En el caso de nuevas gripes –que siguen representando un riesgo inminente–, el crecimiento exponencial de la producción industrial de cerdos y pollos en el suroeste de Asia y en otros lugares ha amplificado enormemente esta amenaza pandémica. Los cerdos, que pueden ser huéspedes de una doble infección de cepas de gripe aviar y humana, son reactores biológicos claves, ya que los segmentos del genoma de dos virus pueden a veces recombinarse para crear híbridos monstruosos. Las industrias avícolas, por su parte, actúan como aceleradores virales para la propagación de estas nuevas cepas.

A escala mundial, la deforestación es el mazazo que rompe los muros entre la naturaleza salvaje y sus enormes reservas de virus, por un lado, y las ciudades humanas superpobladas por el otro. Un ejemplo citado en mi libro es el caso de la región costera del África occidental, la zona de más rápida urbanización del planeta. Tradicionalmente, las aldeas y ciudades dependían del pescado como la principal fuente de proteínas. Pero a partir de la década de 1980 las flotillas industriales de Europa y Japón extrajeron aproximadamente la mitad del pescado del Golfo de Guinea. Los pescadores locales perdieron sus medios de vida y los precios del pescado se dispararon en los mercados urbanos.

Simultáneamente, las multinacionales madereras estaban abriéndose paso con motosierras a través de los bosques tropicales del Congo, Gabón y Camerún. Con el objeto de mantener bajos los costos de la mano de obra, contrataron a cazadores para matar animales salvajes, incluyendo primates, para alimentar a las cuadrillas. Esta «carne silvestre» pronto encontró una enorme demanda en las ciudades ávidas de proteínas, especialmente entre las poblaciones de los barrios pobres que vivían en condiciones sanitarias terribles. Esta cadena causal –la expoliación de los recursos pesqueros sostenibles, la tala de bosques que rompió las barreras naturales entre las poblaciones humanas y los virus salvajes, el aumento de la caza de animales silvestres a gran escala para abastecer de carne los mercados urbanos y el crecimiento exponencial de los barrios pobres– fue la fórmula maestra para la aparición tanto del virus de inmunodeficiencia humanaVIH como del ébola.

Hace quince años escribió El monstruo llama a nuestra puerta: la amenaza global de la gripe aviar. Desde aquel momento, numerosos estudios advirtieron de la posibilidad de una pandemia. ¿Por qué hemos llegado a este punto casi sin ninguna prevención y sin el desarrollo de la investigación científica adecuada para combatir este tipo de virus?

En realidad, en los últimos 25 años ha habido una enorme cantidad de investigaciones y modos de preparación para una pandemia. En cierto sentido todo fue vaticinado, pero algunos países se negaron a prestar atención a las advertencias o, como Estados Unidos bajo Donald Trump, desmantelaron deliberadamente estructuras cruciales para la alerta temprana y el control. Además, Reino Unido, Estados Unidos y algunos países europeos habían recortado drásticamente el gasto en salud pública, ya sea por razones ideológicas o por las medidas de austeridad posteriores a 2008. En Estados Unidos, por ejemplo, nos enfrentamos al brote a finales de enero con 60.000 trabajadores sanitarios menos que los que habían estado en las nóminas de los gobiernos locales y del Estado en 2007.

Mientras tanto, la gran industria farmacéutica ha continuado obstaculizando el desarrollo de antivirales que se necesitan con urgencia, antibióticos de nueva generación y vacunas genéricas. El otoño pasado, el propio Consejo de Asesores Económicos de Trump le advirtió que no se podía contar con las grandes empresas farmacéuticas en una crisis pandémica, ya que en general habían abandonado el desarrollo de medicamentos para enfermedades infecciosas, a menos que el gobierno federal interviniera con miles de millones de dólares de subsidios.

Por otra parte, las empresas de biotecnología más pequeñas que estaban siendo precursoras de nuevos medicamentos y vacunas se vieron privadas del capital necesario para llevar sus descubrimientos a las etapas finales de prueba y producción. Después de la aparición del SARS en 2003, por ejemplo, un consorcio de laboratorios de Texas había desarrollado una posible vacuna contra el coronavirus que nadie estuvo dispuesto a financiar. Si se hubiera desarrollado, dada la coincidencia de 80% entre los genomas del SARS-1 y el SARS-2, podría haber sido una base excelente para la producción acelerada de una vacuna contra el covid-19.

Lo más importante es que la mayoría de los países de Asia oriental, tanto los autocráticos como los democráticos, han logrado contener la pandemia hasta ahora gracias a planes de respuesta bien preparados (un legado de las anteriores crisis del SARS y de la gripe aviar), una amplia aceptación del liderazgo científico, la inmediata aceleración de la producción de mascarillas y respiradores y, un factor clave que en su mayor parte ha sido ignorado, la capacidad de movilizar a grandes ejércitos de trabajadores y voluntarios para responder a nivel de base. A pesar de su condición de nación en vías de desarrollo y de la escasez de médicos, el éxito de Vietnam ha sido notable y probablemente sea el resultado de la combinación de laboratorios de categoría mundial (los Institutos Pasteur en Hanoi y Ciudad Ho Chi Minh) con una red nacional de trabajadores sanitarios públicos a escala de aldea y de barrio.

El talón de Aquiles de la planificación previa en muchos países ricos ha sido apoyarse exclusivamente en los profesionales de la salud, cuando una educación pública universal acerca de las amenazas de enfermedades y la organización de una reserva de voluntarios capacitados son casi igualmente importantes para combatir las tormentas virales. Como la tragedia nos está obligando a comprender, no vivimos en una pandemia sino en una era de pandemias.

El discurso de los gobiernos es que de esta pandemia «salimos todos juntos», pero la realidad es que el virus sí entiende de racismo y capitalismo. ¿Cómo afecta esta crisis a los trabajadores precarios, latinos y afroamericanos?

Los distintos países, por supuesto, difieren ampliamente en cuanto al acceso a una atención médica asequible, los indicadores de la desigualdad de ingresos y los legados estructurales de la discriminación racial y étnica. Entre las naciones de altos ingresos, Estados Unidos es la que tiene la peor puntuación en las tres categorías. Pero incluso en países con atención médica universal y niveles de desigualdad mucho más bajos hay poblaciones vulnerables que han quedado desprotegidas y a menudo invisibles en la crisis actual.

Las residencias de ancianos se han convertido en morgues a ambos lados del Atlántico, y son el origen de 40% a 50% de las muertes de covid-19 en muchos países. En Estados Unidos, donde el número de víctimas de este tipo supera ya las 50.000, se estima que la mitad son afroestadounidenses. Aquí es donde las vidas de los negros parecen importar menos.

Si los expertos en salud pública sabían que estas instalaciones se convertirían rápidamente en focos de infección, ¿por qué los gobiernos nacionales y locales no crearon inmediatamente grupos de trabajo especiales para intervenir? ¿Y por qué las ONG y los partidos políticos progresistas no hicieron de esto una demanda contundente? Las mismas preguntas, por supuesto, deberíamos hacernos sobre las cárceles, las prisiones y los campos de refugiados. La actitud pasiva de las autoridades solo puede ser caracterizada como una negligencia criminal.

La crisis también permitió visibilizar la importancia de los «trabajadores esenciales» para el funcionamiento de la sociedad. Y son los más expuestos al contagio.

Los que ahora reconocemos como «trabajadores y trabajadoras esenciales» ante la pandemia incluyen desde investigadores científicos hasta conserjes y personal de cuidado a domicilio. Además de todas las categorías de personal médico, millones de personas que trabajan en la agricultura y en la industria frigorífica, en la venta y distribución de alimentos, en servicios públicos como el transporte, la vigilancia y la sanidad, y en la industria logística (almacenamiento y reparto). Estos son precisamente los sectores que tienen los mayores porcentajes de trabajadores pertenecientes a minorías con salarios bajos, inmigrantes recientes y empleados eventuales.

En Estados Unidos, casi la mitad de estos trabajadores son negros, latinos o asiáticos y, salvo que pertenezcan a un sindicato, es poco probable que tengan un seguro médico adecuado (o que tengan alguno). Muchos han pasado largos periodos sin recibir tratamiento por enfermedades que se habrían atendido de forma rutinaria de haber tenido seguro médico y, por lo tanto, sufren de dolencias crónicas como el asma y la diabetes. Sus trabajos están entre los más peligrosos, tienden a trabajar jornadas más largas y, en el caso de quienes tienen bajos ingresos, viven en las peores condiciones de vivienda. Durante seis meses se han enfrentado al mayor grado de exposición ante la amenaza del coronavirus, generalmente sin equipos de protección o sin el derecho a reclamar contra las precarias condiciones laborales.

Estos trabajadores han sido completamente traicionados por la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) –un organismo del Departamento de Trabajo de Estados Unidos–, que se ha negado a poner en marcha normas obligatorias para proteger a los trabajadores o atender las miles de quejas que se han presentado de forma oficial. Por eso, la industria frigorífica en el Medio Oeste, donde la mayoría de los trabajadores pertenecen a minorías o son inmigrantes recientes, ha sido tan devastada por el covid-19. Y por eso los trabajadores estadounidenses han hecho huelga o han organizado protestas furiosas en más de 500 ocasiones desde abril.

En este contexto, ¿qué papel están jugando empresas como Amazon?

El blanco frecuente de protestas ha sido Amazon, el máximo especulador con la pandemia, y que ha violado notoriamente los derechos de los trabajadores. El patrimonio personal de Jeff Bezos aumentó en unos astronómicos 33.000 millones de dólares entre marzo y abril, en tanto que la empresa se convirtió en una vía fundamental para la entrega de alimentos y suministros básicos para las familias confinadas en sus hogares. Al mismo tiempo, se ha apresurado a ocupar de forma permanente los espacios vacíos dejados por el cierre de tantos miles de pequeños negocios minoristas (una estimación común en la prensa internacional especializada es que una cuarta parte de las pequeñas tiendas afectadas en Europa y Estados Unidos nunca volverán a abrir).

Los demócratas, con excepción de Elizabeth Warren, no han abordado los problemas que plantea el creciente poder monopólico de Amazon. Durante las dos guerras mundiales del siglo pasado, se impusieron con éxito impuestos a los «beneficios extraordinarios» de las principales empresas en la industria armamentística, pero los dirigentes demócratas se han negado a considerar una regulación similar para Amazon o para las grandes empresas farmacéuticas. Hacia fin de año, la economía estadounidense se parecerá aún más a la sociedad capitalista pura y dura descrita por Fritz Lang en su famosa película Metrópolis.

En su libro Planeta de las ciudades miseria, analiza ese fenómeno de las gigantescas metrópolis donde la superpoblación y el hacinamiento son la normalidad. ¿Puede haber derecho a la salud en estas condiciones de la geografía urbana capitalista?

Desde principios del siglo XX ha habido un debate esencial y recurrente sobre cómo controlar las epidemias a escala mundial. La posición estadounidense, respaldada por los enormes recursos de la Fundación Rockefeller, se centró en librar guerras contra enfermedades específicas con recursos masivos enfocados en el desarrollo y la distribución de vacunas. Estas cruzadas por las vacunas han dado lugar a grandes éxitos (viruela y poliomielitis) e igualmente a grandes fracasos (paludismo y sida). El enfoque basado en intervenciones técnicas específicas para cada enfermedad ha salvado vidas, pero deja en su sitio las condiciones sociales que promueven las enfermedades.

La otra vertiente en el debate ha dado prioridad a la inversión en infraestructuras de atención primaria de salud en las regiones y países más pobres. Se inspira en las ideas de la «medicina social» propuestas por el gran patólogo alemán Rudolf Virchow en la década de 1880 y ampliamente adoptadas en el siglo XX por partidos de la izquierda, así como por un amplio espectro de reformadores que deseaban reorientar la medicina hacia la prevención de enfermedades junto con reformas sociales radicales.

Durante gran parte de la posguerra, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estuvo dominada por Estados Unidos y el paradigma Rockefeller, pero los defensores de la medicina social obtuvieron una importante victoria en 1978 cuando la OMS emitió la «Declaración de Alma-Ata», en la que se afirmaba que el acceso a servicios sanitarios de calidad era un derecho humano universal. Se adoptó un plan de campaña que subrayaba la importancia de la participación de la comunidad y de un enfoque desde abajo para lograr «salud para todos en el año 2000». Pero la contrarrevolución neoliberal que siguió a la elección de Margaret Thatcher y Ronald Reagan convirtió esta declaración en letra muerta.

El covid-19 está revelando hasta qué punto hay dos humanidades inmunológicamente diferenciadas. En las naciones ricas, alrededor de un cuarto de la población cae en la categoría de alto riesgo debido a la edad y a los problemas de salud crónicos, a menudo relacionados con la raza y la pobreza. En cambio, en los países con ingresos bajos y en muchos países con ingresos medios, entre la mitad y tres cuartas partes de la población se encuentra en situación de riesgo. El cofactor más importante es la disminución de la inmunidad debido a la malnutrición, las infecciones gastrointestinales generalizadas y las enfermedades descontroladas y no tratadas como la malaria y la tuberculosis.

1.500 millones de personas viven actualmente en asentamientos precarios en África, el sur de Asia y América Latina, que son las perfectas incubadoras de la enfermedad. Sabemos que allí la pandemia está fuera de control, pero en gran medida permanece invisible en las actuales estadísticas fragmentarias. Y si Europa muestra cierta disposición a compartir eventuales stocks de vacunas con los países pobres, el gobierno de Trump demostró recientemente, con la compra de todas las existencias mundiales del medicamento Remdesivir, que no tiene intención de compartir nada. America First significa África en último lugar.

En las últimas campañas, la corriente progresista del Partido Demócrata ha ignorado en gran medida estas cuestiones de la salud y la pobreza a escala mundial. También ha defraudado las expectativas de sus simpatizantes. Hace pocas semanas se anunció que las negociaciones entre los sectores de Joe Biden y Bernie Sanders han dado lugar a una plataforma demócrata que está muy por debajo de «seguro médico universal», la demanda central de la campaña de Sanders, a pesar de que la pandemia y el colapso económico han demostrado un millón de veces su urgente necesidad.

Fuente e imagen: https://nuso.org./articulo/el-monstruo-ya-esta-aqui/

 

 

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Piden destitución de ministro de Medio Ambiente de Brasil

El MPF advierte que Salles aplica una lógica contraria al deber estatal de implementar los derechos ambientales.

El Ministerio Público Federal (MPF) de Brasil pidió este lunes que el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, sea apartado de su cargo por ser considerado directamente responsable del desmantelamiento del sistema de protección ambiental del país.

Durante esta jornada, el MPF presentó una acción de mala conducta administrativa, formulada por 12 fiscales, en la que se le acusa a Salles de alterar intencionalmente las estructuras de protección ambiental, y en consecuencia solicitan su destitución.

La solicitud se realiza con carácter preliminar (urgente) y a la vez se le piden sanciones previstas por la ley de improbabilidad administrativa, como la pérdida del servicio público, la suspensión de los derechos políticos, el pago de una multa, entre otras.

Para MPF, Ricardo Salles promovió la violación de las políticas ambientales, irrespetando preceptos legales dispuestos, para de esta forma favorecer intereses que no tienen relación con el propósito de la cartera que ocupa.

«Es posible identificar, en las medidas adoptadas, la alineación con un conjunto de actos que cumplen, sin ninguna justificación, una lógica totalmente contraria al deber estatal de implementar los derechos ambientales», expresa la demanda.

El MPF relata que a finales de abril de 2020, Salles despidió a tres coordinadores del monitoreo ambiental del Instituto Brasileño del Medio Ambiente, cuyo trabajo logró reducir drásticamente la deforestación en tierras indígenas de la Amazonía.

«En lugar de reconocer la efectividad del trabajo, perdió puestos , en lo que el MPF considera una represalia evidente», advierte la entidad, la cual reconoce que el proceso de desestructuración del sistema brasileño de protección del medio ambiente se llevó a cabo mediante actos, omisiones y discursos de Salles, en una conducta intencional por  debilitar el papel del Estado en la protección del medio ambiente.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/piden-destitucion-ministro-medio-ambiente-brasil–20200706-0062.html

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Los cinco países de América Latina que perdieron la mayor cantidad de bosques primarios en 2019

América Latina/08/07/2020/Fuente: Mongabay Latam

El más reciente estudio realizado por la Universidad de Maryland, y publicado por Global Forest Watch, identifica a los diez países con la mayor pérdida de bosques primarios durante 2019. Cinco de estas naciones se encuentran en América Latina.

Entre los datos más impactantes que ofrece este informe es que cada seis segundos se pierde un área de bosques tropicales que equivale a un campo de fútbol. El estudio también destaca que la pérdida de bosques primarios se incrementó en 2.8 % en 2019, si se compara con el año anterior.

El río Javari en la Amazonía brasileña. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay.

En América Latina, la presión sobre los bosques puede incrementarse en los próximos meses, sobre todo a partir de que los gobiernos de la región buscan formas de incentivar la economía ante la crisis provocada por la pandemia del COVID-19.

¿Cuáles fueron las cinco naciones de América Latina que perdieron bosques durante 2019? ¿qué actividades han propiciado el incremento de la deforestación?

1. Brasil: políticas que afectan a los bosques

El país sudamericano alberga una de las más importantes superficies de bosques tropicales en el mundo: 60 % de la selva amazónica se encuentra dentro de su territorio. Brasil, es también la nación que registra la deforestación más intensa a nivel mundial: en 2019 perdió un millón 361 mil hectáreas.

El análisis de Global Forest Watch resalta que la pérdida de bosques primarios en Brasil representa un tercio de la cobertura boscosa que dejó de existir en todo el mundo durante 2019. Las principales causas de la intensa deforestación que se vive en Brasil son la expansión de la agricultura, los incendios forestales y la tala selectiva.

Paulo Barreto, investigador asociado del Instituto del Hombre y Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon), explica que la la pérdida de bosques ha ido en aumento en los últimos años desde que en 2012 el congreso aprobó una ley que “perdonaba” la deforestación ilegal.

Los campos de soya van avanzando en la Amazonía sur de Brasil. Foto: Rhett A. Butler

Esta situación se agravó a partir del 1 de enero de 2019, cuando llegó a la presidencia de Brasil Jair Bolsonaro y promovió la aprobación de normas que abren, aún más, la puerta a la minería y a la extracción de petróleo y gas dentro de los territorios indígenas.

El informe de Global Forest Watch resalta que la deforestación se ha acelerado en áreas indígenas de Pará y en territorios de pueblos originarios, donde también ha crecido el acaparamiento de tierras.

2. Bolivia: las cenizas que dejaron los incendios

El fuego tuvo una presencia importante en los bosques de América Latina en 2019. Brasil y Bolivia —este último alberga 6 % de la selva amazónica— fueron dos de los países más afectados por los incendios forestales.

Los incendios fueron, en el caso de Bolivia, una de las causas que contribuyeron a que el país se ubique en el cuarto lugar, a nivel mundial, de naciones con mayor pérdida de bosques primarios durante 2019. El informe de Global Forest Watch resalta que este país sudamericano perdió alrededor de 290 000 hectáreas de bosques primarios. Estudios realizados por la Fundación Amigos de la Naturaleza muestran que, entre 2015 y 2018, Bolivia registró una aceleración de pérdida de bosques que supera las 440 000 hectáreas por año.

Una de las regiones más afectadas por la deforestación en Bolivia es la Chiquitanía, en especial la provincia de Santa Cruz, epicentro de la agricultura a gran escala en el país altoandino. “La agricultura a gran escala es un importante impulsor de la deforestación en Bolivia, particularmente para la soja y la ganadería”, se resalta en el informe del Global Forest Watch.

Incendio forestal en la Chiquitania, Santa Cruz.
3. Perú: minería y cultivos ilegales

El 13 % de la selva amazónica se encuentra dentro del territorio del Perú, país que a nivel mundial ocupa el quinto lugar entre las naciones que más bosques primarios perdieron durante 2019.

En ese año, el territorio peruano se quedó sin 162 000 hectáreas de bosques primarios, una cifra que supera en 20 000 hectáreas las cifras de 2018, de acuerdo con datos del Global Forest Wath.

Otro estudio realizado por el Instituto del Bien Común (IBC), basado en imágenes satelitales tomadas entre 2001 y 2015, muestra que durante ese periodo se perdieron 1 932 872 hectáreas, de las cuales 33 708 se encontraban dentro de comunidades nativas tituladas en la Amazonía peruana. Sandra Ríos, investigadora del IBC, destaca que la ilegalidad y la informalidad en la Amazonía son las principales causas de la pérdida de bosques en Perú; así como la minería ilegal y los cultivos ilícitos.

En 2019, Mongabay Latam realizó un recorrido por la zona de Puerto Nuevo, en Ucayali, en el que comprobó que grandes extensiones de bosques han sido invadidas y taladas para sembrar coca de manera ilegal.

Zona afectada por la deforestación en Madre de Dios, Perú.
4. Colombia: expansión ganadera

En Colombia se encuentra el 79 % de la selva tropical del Chocó (la más húmeda del mundo), así como 8 % de la Amazonía. Y aunque las cifras de la deforestación de bosques primarios han ido a la baja en los últimos años, el país sigue ubicándose entre los diez que más pérdidas registran: en 2019 se ubicó en el séptimo lugar a nivel mundial.

En 2019, de acuerdo con Global Forest Watch, Colombia dejó de tener 115 000 hectáreas de bosques primarios, una cifra que está por debajo de las 157 000 hectáreas que perdió en 2018 y las 128 000 registradas en 2017.

El informe destaca que entre las causas de la pérdida de bosques primarios está el acaparamiento de tierras y la expansión de la ganadería, sobre todo dentro de áreas naturales protegidas.

En junio del 2020, la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible en Colombia informó que hasta el 15 de abril se había deforestado más de 75 000 hectáreas de la Amazonía colombiana. Esta organización identificó que en las zonas más deforestadas hay presencia de grupos armados e invasión de territorios indígenas, en donde va en aumento actividades ilegales como el cultivo de coca.

La pérdida de bosques primarios en este país aumentó, sobre todo, a partir de la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016.

Deforestación Amazonía norte colombiana. Foto: Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).
5. México: un año crítico

En la lista de países que más bosques primarios perdieron durante 2019, México ocupa el noveno lugar, al presentar una deforestación de 65 000 hectáreas, casi los mismos números que se registraron en países como Laos o Camboya, de acuerdo con los datos de Global Forest Watch.

La pérdida de bosques primarios registrada durante 2019 es la más alta que se ha documentado desde 2001, de acuerdo con los análisis de Global Forest Watch. En 2018, por ejemplo, el país perdió poco más de 45 000 hectáreas de bosques primarios y 55 000 en 2017. Desde 2001 hasta 2019, México ha perdido 602 000 hectáreas de bosques primarios.

El mapa de Global Forest Watch muestra que una de las regiones en donde el país más ha perdido bosques es la Península de Yucatán, territorio en donde se encuentra la selva maya y en donde, en los últimos diez años, se han instalado granjas para la producción cerdos y se ha incrementado la agricultura extensiva. Además, se ha deforestado la selva para instalar campos de generación de energía solar y desarrollos turísticos.

La selva maya forma parte de las selvas tropicales mesoamericanas que, en total, tienen una extensión de 51 millones de hectáreas de cobertura arbórea; incluidos 16 millones de hectáreas de bosque primario.

México es el país que alberga la mayor extensión (39 %) de la cubierta forestal primaria de Mesoamérica, seguido por Guatemala (13 %), Honduras (11 %), Panamá (11 %), Nicaragua (10 %) y Costa Rica (9 %).

Granjas porcinas en Yucatán: Foto: Greenpeace México/Tania Garnica.

 

Fuente Original : https://es.mongabay.com/2020/07/america-latina-paises-que-perdieron-la-mayor-cantidad-de-bosques-primarios-2019/

Fuente: https://desinformemonos.org/los-cinco-paises-de-america-latina-que-perdieron-la-mayor-cantidad-de-bosques-primarios-en-2019/

Imagen principal: la imagen de Google Earth muestra la deforestación alrededor de Parakanã en el estado de Pará en la Amazonía brasileña.

 

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