Desafíos para la formación docente en tiempos de neoliberalismo

Liliana Sanjurjo

En año y medio de gestión educativa nacional sólo se conocen propuestas de achicamiento y de un Estado ausente

Con la intención de justificar el tema que hoy nos convoca comenzamos reiterando nuestro convencimiento acerca de que la formación docente es el corazón del sistema educativo, pues se trata de la formación de quienes estarán a cargo de todos los otros niveles. Es por eso que las políticas que se precian de progresistas, democráticas e inclusivas depositan allí muchos esfuerzos. También sentimos la necesidad de justificar por qué decimos «en tiempos de neoliberalismo». Podríamos fundamentar teóricamente por qué consideramos que las políticas del gobierno nacional se encuadran conceptualmente en lo que las investigaciones y las teorías políticas consideran neoliberalismo; podríamos hacer una larga lista de todas las medidas tomadas desde el inicio del 2016 que responden claramente a las recetas neoliberales; podríamos, también, remitirnos a las historias personales y partidarias de quienes conforman el gobierno nacional. Pero dado el espacio con el que contamos, nos remitiremos sólo a enunciar decisiones relativas a la formación docente que no dejan lugar a dudas a qué proyecto económico y político responden.

Uno de los problemas más graves que atravesó el subsistema de formación docente en los 90 fue, precisamente, el abandono por parte del Estado de su responsabilidad al respecto. La formación docente dejó de ser considerada una política estatal, como lo fue desde el mismo surgimiento del sistema educativo, y pasó a ser responsabilidad de las instituciones, de los propios docentes y estudiantes. La evaluación prevista en la tristemente célebre Resolución A 14, eximía tanto al Estado nacional como a los provinciales, de sus responsabilidades en cuanto al sostenimiento y mejora de la formación docente. Los directivos eran considerados los responsables de ampliar bibliotecas, informatizar las instituciones, los docentes de hacer posgrados, entre muchas otras exigencias. Los alumnos eran responsables de llegar al nivel superior con un capital cultural «ideal», sin tener en cuenta que éste tenía directa relación con lo que el mismo Estado les había ofrecido en los niveles anteriores y/o con las condiciones materiales, también directamente relacionadas con las políticas económicas. El instrumento privilegiado para implementar ese modelo de transferencia de la responsabilidad del Estado a las instituciones y personas fue, como es habitual, la evaluación estandarizada, con parámetros economicistas, exigiendo requisitos que, aunque eran claramente responsabilidad estatal, nunca se habían garantizado. La finalidad, no sólo oculta sino explícita, también fue la esperable: justificar el cierre de instituciones, es decir de lugares de trabajo para los docentes y lugares de estudio para los jóvenes. Nadie duda, ya, que las políticas de los 90 fueron claramente neoliberales.

Ministro ausente

¿En qué consisten las políticas nacionales actuales dirigidas a la formación docente? Para demostrar la ausencia total del Estado nacional bastaría con señalar que el ex ministro de Educación, Esteban Bullrich, fue el más ausente de toda la historia del sistema educativo. Asumió una cartera tan nodal para el sistema democrático a sabiendas que su único interés iba a ser preservar su propia figura para llegar a su candidatura como senador sin atravesar conflicto alguno. A tal fin, decidió no cumplir con la ley de financiamiento educativo, no llamar a paritarias, provincializar todo problema inherente a su cartera. La única idea que se conoce del ex ministro es la del emprendedurismo y la importancia que la escuela tiene al respecto, concepto peligroso y que desenmascara una filosofía que también intenta claramente transferir las responsabilidades de las malas políticas económicas a las personas.

Pero hay más datos de la realidad que nos permiten afirmar el nuevo avance de la ausencia del Estado en materia de formación docente. El Instituto Nacional de Formación Docente (INFD), creado en 2007 con la intención de volver a posicionarla como política del Estado —después del desmantelamiento de los 90— cerró o dejó caer todos los programas a través de los cuales la Nación apoyaba el fortalecimiento de esta formación en las provincias. Es más, hubo rumores, en los inicios de la nueva gestión, que el INFD se iba a transformar en un instituto de evaluación docente, rumores desmentidos por las autoridades.

Propuesta de achicamiento

Sin embargo, en más de un año y medio de gestión sólo se conocen propuestas de achicamiento del sistema formador y de desreponsabilización del Estado, típicas de las políticas neoliberales: el Estado deja de ser el responsable de las instituciones públicas y pasa a cumplimentar sólo una función evaluadora. Cabe insistir que no se trata de que la docencia no quiere ser evaluada, como dicen siempre los medios hegemónicos con la intención de desprestigiarla. Antes de la creación del INFD se llevó a cabo una intensa investigación sobre los institutos de formación docente de todo el país, dirigida por la prestigiosa pedagoga María Cristina Davini. La información reunida sirvió de base para que el INFD defina qué áreas debía contribuir a fortalecer. En cambio, las evaluaciones estandarizadas, descontextualizadas y que sólo miden resultados y no procesos, siempre tienen la finalidad de hacer ránkings, sin explicar la multiplicidad de factores que intervienen en los procesos y con la finalidad de desprestigiar instituciones y profesionales, de transferir responsabilidades y de justificar achicamientos.

En consonancia con las conocidas políticas neoliberales, el gobierno nacional insiste con la propuesta de cierre de los institutos pequeños que funcionan en zonas alejadas desconociendo, una vez más, la importante función académica y social que estas instituciones cumplen: forman a un porcentaje altísimo de docentes para todos los niveles y modalidades desde una tradición pedagógica reconocida como fortaleza y llegan a lugares a los que otras instituciones no logran llegar, lo que permite que muchos más jóvenes estudien y luego se queden a trabajar en su lugar de origen. La otra propuesta es nuevamente implementar la tristemente célebre evaluación estandarizada sin trabajarla con las jurisdicciones, con las instituciones y con los propios implicados.

Compromiso militante

Pero teniendo en cuenta que uno de los efectos que buscan las políticas neoliberales es la paralizar la resistencia (al respecto léase «La doctrina del shock. El auge del capitalismo desastre», de Naomi Klein), la mejor reacción es el compromiso militante de asumir desafíos posibles. Enumeraremos brevemente algunos. A los gobiernos provinciales que dicen oponerse a las políticas neoliberales les corresponde la difícil tarea de concretar esa oposición con decisiones claras. ¿Qué se hará frente a la propuesta de evaluación nacional estandarizada? ¿Se aceptará sin condicionamientos, como se hizo con el reciente operativo Aprender? ¿Se desistirá de participar? ¿Se mostrará cómo y cuánto ya se evalúa en los distintos niveles del sistema educativo? ¿Se hará circular toda la información que a través del mismo sistema o de investigaciones que utilizan dispositivos pertinentes y validados se ha logrado reunir? ¿Se convocará a las instituciones a discutir un proyecto de evaluación alternativo? También les caben otros desafíos: avanzar en el cambio de diseños curriculares, en los modelos de gestión institucional, asegurar las condiciones materiales —por ejemplo edificios propios—, articular con las universidades la formación continua de sus docentes.

Las instituciones de nivel superior no universitario también pueden ofrecer resistencias a las políticas neoliberales. En primer lugar revisando sus propios modelos de gestión secundarizados, escasamente participativos y que atentan contra la autonomía necesaria en las instituciones de nivel superior. Destacamos este desafío como problemática institucional porque conocemos las propuestas ministeriales para modificar los modelos de gestión y también las resistencias que ofrecen algunos directivos ante esos cambios. Otro modo de resistencia es la concreción de proyectos académicos, de extensión, de investigación, si es posible en articulación con otros institutos y/o con la universidad. También cabe mencionar como desafío para los profesores y estudiantes fortalecer permanentemente la propia formación y participar de todas las instancias posibles: institucionales, gremiales, políticas. No dejamos fuera de estos desafíos a la universidad que deberá, cada vez más, abrir sus puertas a los docentes de todos los niveles y modalidades, con propuestas académicamente valiosas como son los posgrados.

Fuente del articulo: http://www.lacapital.com.ar/educacion/desafios-la-formacion-docente-tiempos-neoliberalismo-n1445349.html

Fuente de la imagen: http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/021/155/0021155148.jpg

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Investigación por curiosidad o por misión

Por: JOSÉ MIGUEL BENAVENTE

 

En América Latina existe un desbalance entre la investigación motivada por la curiosidad de los científicos y aquella investigación orientada por misión. Y de tanto en tanto surge la pregunta sobre ¿qué tipo de ciencia priorizar y por qué?

Lo bueno de la pregunta es que refleja que la ciencia, la tecnología y la innovación han cobrado mayor relevancia en la discusión pública y que parece que la ciudadanía y muchos tomadores de decisión están más receptivos a estos temas (¡Enhorabuena!)

En el mundo científico latinoamericano se ha postulado la idea de que la investigación debe regirse por la excelencia académica, principalmente evaluada por grupos de pares, con un énfasis en la formación de capital humano avanzado y buscando responder a preguntas fundamentales, muchas de ellas planteadas por los mismos investigadores quienes las sugieren como relevantes. En Chile, por ejemplo, todo el programa deFONDECYT, pilar fundamental de la ciencia de este país desde mediados de los ochenta, descansa bajo esta premisa.  Algo similar se observa con el CONICET en Argentina y en otras latitudes del continente. Todo esto ha permitido la generación de un acervo tanto de conocimiento como de capital humano altamente calificado, de gran prestigio y reconocimiento internacional en varias disciplinas como la astronomía (Chile), biología y medicina (Argentina) y matemáticas (Brasil), por mencionar algunas.

Este mecanismo ha generado un problema, la casi desconexión entre las competencias científicas de los países y las necesidades que estos tienen. Y hablamos de problemas no solo desde el punto de vista del aparato productivo sino también en el ámbito colectivo, tales como el calentamiento global, la contaminación, la seguridad ciudadana y el transporte, entre muchos otros.

La investigación por misión también implica investigación básica

La distinción entre ciencia orientada por curiosidad y por misión no implica que en la primera se trate lo que comúnmente se conoce como investigación básica y que la segunda sea aplicada. Por el contrario, aquella ciencia orientada por misión puede ser ultra sofisticada, incluso ser generadora de premios Nobel, tal como lo demostró el programa espacial norteamericano, la carrera por descifrar el genoma humano o los recientes galardonados en física.

La investigación orientada por misión consiste en el desarrollo de conocimiento que tiene una funcionalidad, y espera que pueda ayudar a mejorar el nivel de vida de ciudadanos. No se espera que los que desarrollen este conocimiento sean los mismos que lo usen para desarrollar  soluciones pero si estar conscientes de que su trabajo forma parte de un eslabón que tiene esta mirada de misión.

Las cifras de financiamiento de la ciencia en Latinoamérica, la mayoría con fondos públicos, sugieren que la inversión ha tenido históricamente un sesgo hacia la ciencia orientada por curiosidad, con un menor énfasis en aquella orientada por misión. Los necesarios aumentos de recursos financieros y humanos en generación de nuevo conocimiento deben tener más en cuenta la investigación por misión. No obstante, recordemos que los esfuerzos en ciencia, particularmente los financieros, son muy bajos en la región incluso para el nivel de ingreso de los países.

Encontrar las “misiones” más relevantes

Buscar los espacios para desarrollar aquellas “misiones” relevantes para cada país tanto hoy como para el futuro es un desafío que es necesario abordar lo antes posible.

Una forma de logarlo es buscar aquellas preguntas o inquietudes relevantes más allá del mundo científico. Por ejemplo las que buscan  potenciar sectores productivos, o preguntas que necesitan respuestas científicas relacionadas con el cambio climático, la seguridad ciudadana o los desastres naturales. También aquellas relacionadas con la salud pública, energía y calidad de la infraestructura que requieren respuestas técnicas que son propias  de las condiciones de cada país.

Cuando John F. Kennedy a comienzo de la década de los sesenta empujó la idea de que antes de que finalice dicha década, Estados Unidos pondría un hombre en la luna, generó claramente una misión. Esta aventura generó múltiples preguntas que necesitaban respuestas científicas de frontera. Y llegaron. Este conocimiento no solo fue orientado a dar respuesta a estas preguntas, sino que también generó enormes avances tecnológicos, productivos y sociales que aún siguen vigentes.

Cuáles serán estas grandes preguntas que empujen el desarrollo científico de la región es un desafío que sociedad y autoridades necesitan definir y transmitir a los ciudadanos. Mientras antes se las planteen, mejor.

Publicado primeramente en: http://blogs.iadb.org/puntossobrelai/2016/04/28/investigacion-por-curiosidad-o-por-mision/

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