Colombia/28 de julio de 2016/Fuente: El Tiempo
Nataly Cruz no sabe lo que es tener empleo desde que se graduó de bachiller en un colegio de Usme. Tampoco ha podido ingresar a la universidad y pasa sus días acompañando a sus padres, adultos mayores, quienes mantienen el hogar recogiendo chatarra de las calles de Bogotá.
El poco dinero que recibe es por el cuidado de un hijo pequeño de su hermana, y el único trabajo que ha tenido es el del hacer ojales en un satélite que duró muy poco tiempo. “He probado trabajar como empleada doméstica en algunas casas de familia, pero yo no soy buena para eso”.
Simón Monroy es estudiante de VIII semestre de comunicación social y periodismo y se encuentra en la etapa de buscar prácticas profesionales. “Encontrar trabajo es algo muy complicado. Yo pensaba que por estar buscando solo prácticas, y ya que las empresas no están obligadas a pagarlas, iba a ser fácil para mí empezar en el mundo laboral, pero no fue así. La palanca ayuda mucho”.
Diana, de 20 años, quiere estudiar comunicación social, pero son pocas las universidades que tienen horarios que se acoplen a su situación laboral. “Yo trabajo de día y puedo ahorrar para pagar un semestre, pero no tan caro; además, es difícil encontrar horarios que me sirvan para poder hacer las dos cosas”.
Estos tres casos reflejan una radiografía cruda de la situación a la que se ven abocados algunos de los 49.027 egresados del sector oficial y 33.519 del privado cada año en Bogotá. Son 82.546 jóvenes que se tienen que enfrentar a diferentes barreras de acceso.
Según cifras del Ministerio de Educación, con corte al mes de agosto del 2015, solo el 41,2 % de los estudiantes de colegios oficiales y el 56,4 % de no oficiales, para una tasa de 48,5%, aparecen en los registros de absorción a la educación superior.
Esto quiere decir que de 100 estudiantes que finalizaron grado 11, solo 48 ingresaron a la educación superior el año inmediatamente siguiente a culminación de la media.
A esto se suman las dificultades que tienen estos mismos jóvenes para conseguir trabajo, no solo para su manutención y la de sus familias sino para proyectarse como profesionales, técnicos o para capacitarse en algún oficio.
Según el profesor Fabio Sánchez, de la facultad de economía de la Universidad de los Andes, hay tres factores que inciden en esta situación: los problemas del entorno familiar de los jóvenes cuando esta población tiene que encontrar trabajo para generar ingresos en su hogar, sobre todo en familias de estratos bajos; las debilidades académicas de los graduados, cuyas Pruebas Saber resultan ser insuficientes y, como tercer factor, la limitación financiera.
“Hay jóvenes que no pueden ingresar a cursar estudios técnicos o a una universidad, por la mala educación que han recibido durante su bachillerato; esto se une a su condición de pobreza. Esos factores generan barreras de acceso”, dijo Sánchez, quien agregó que, al contrario de lo que piensan algunos jóvenes, en Bogotá sí hay la suficiente oferta de instituciones académicas y tecnológicas de educación superior.
La deserción
En cuanto a cifras de deserción escolar y en la educación superior, estas siguen siendo preocupantes. Según el Ministerio de Educación (MEN), en el 2015 fue de 3,6 en los colegios oficiales y de 3,1 en los no oficiales. Este mismo índice fue de 10,1 % (2014) y 9,25 % (2015) en educación superior. Para los expertos de la cartera, las principales causas que se han identificado para que los bachilleres no accedan a la educación superior son la falta de recursos económicos, el ingreso al mundo laboral apenas terminan los estudios de educación media y la falta de oferta académica en algunas regiones y zonas rurales.
¿Qué dice Distrito?
Las cifras de deserción universitaria que maneja la entidad son dicientes. En materia de deserción universitaria para los últimos tres años se ha presentado un aumento de 1,6 puntos porcentuales, cifra que al 2015 se ubica en 45,2 %.
Esto indica que de cada cien estudiantes que ingresan a estudiar a la educación superior desertan 45.
En cuanto a la deserción por periodo o anual, de los estudiantes que estaban matriculados dos semestres atrás y posteriormente aparecen como desertores en el semestre de referencia, es decir 2015-1, se encuentra en 9,98 %, cifra que hace tres años se encontraba en 10,9 %.
Según el sistema para la prevención de la deserción en educación superior (Spadies) del Ministerio, el 50 % de los estudiantes que ingresan a educación superior desertan, 70 % de los cuales lo hacen en los primeros cuatro semestres por razones principalmente asociadas a sus falencias académicas. Por esta razón, la SED explica lo importante de la existencia de mayores recursos para el acceso, pero con estrategias que garanticen mayores posibilidades de que dicho estudiante permanezca una vez ingrese a la universidad.
Otro fenómeno que ha identificado la entidad es el desaprovechamiento de oportunidades para acceder a la educación superior.
El último año, los fondos de acceso a educación superior de la Secretaria de Educación dejaron de proveer el 31 % de cupos disponibles por falta de demanda.
Los créditos ofertados por el Icetex y la falta de conocimiento sobre los programas que se ofertan en educación superior, también a nivel nacional, y la formación para el trabajo y desarrollo humano limitan los campos de acción en los cuales se puede desenvolver un joven una vez finaliza la educación media.
Por último, la Secretaría de Educación desarrollará el Programa Distrital de Orientación Socio-ocupacional para ayudar a los jóvenes a identificar aquello que desean hacer una vez terminen su colegio.
¿Qué ayudas hay?
Por ahora solo hay contemplado un proyecto que promete solucionar parte de la problemática. Las SED trabajan en un portafolio de becas crédito, hasta 100 % condonables.
Eso implicaría una inversión de 170.000 millones de pesos para los próximos cuatro años. Los beneficiarios serían los estudiantes egresados de educación media de Bogotá y en condición vulnerable o que pertenezcan a estratos 1, 2 y 3.
Se estimularía a estudiantes del Distrito con buen rendimiento académico y habría financiamiento para programas virtuales, técnicos y tecnológicos, que estén acreditados como de alta calidad. La estrategia, que no se ha ratificado de forma oficial, ayudaría a financiar a 8.100 jóvenes.
De otro lado, con la apertura de la sede El Porvenir en Bosa y la ampliación de la sede El Ensueño en Ciudad Bolívar, la Universidad Distrital sumará 8.000 cupos a la estrategia. El Sena aportaría 15.000 cupos. Esta línea privilegiará necesidades de la ciudad en términos de vocaciones productivas o necesidades específicas detectadas por el Distrito en las localidades. Otra de las estrategias de financiamiento a estudiantes se producirá a través de cooperativas, que deben invertir el 20 % de sus excedentes en fondos de educación. La gestión de la Secretaría se está dando para que el 100 % de esa inversión se produzca en educación superior. Por esta vía se proyectan 3.900 cupos. La proporción que se espera apoyar es de 70 % en técnica profesional y tecnológica y 30 % de profesiones universitarias.
En cuanto a ayudas de carácter nacional, se cuenta con el programa Ser Pilo Paga, que ofrece la oportunidad a jóvenes bachilleres de escasos recursos que se encuentren en el Sisbén y obtengan excelentes resultados en las Pruebas Saber. Pueden acceder a una carrera en cualquiera de las 39 universidades acreditadas en alta calidad a nivel nacional. Es un crédito beca completamente condonable, siempre y cuando el estudiante se gradúe. Actualmente se benefician 21.700 estudiantes de los 32 departamentos del país.
También están las becas Andrés Bello para los 50 estudiantes con mejores resultados en las Pruebas Saber. A ellos se les otorga una beca completa para estudiar en cualquier universidad.
Los retos del Distrito
Según el último informe de Calidad de Vida del programa Bogotá Cómo Vamos, la educación superior en Bogotá refleja una situación compleja. Explican que, a abril del 2015, solo la mitad de los jóvenes que se gradúan de media en la ciudad (48,54 %) tienen la posibilidad de estudiar en una institución de educación superior de la capital.
Para los analistas, esto se debe a que los cupos son otorgados a bachilleres de otras ciudades que tienen mejores resultados en Saber 11 y cuentan con mayor capacidad económica para pagar las matrículas. La tasa de deserción anual en las instituciones universitarias de Bogotá muestra que la oferta de cupos no es lo único que se requiere para garantizar la permanencia y la graduación de los estudiantes.
“Esta tasa en el país es de 10,1 % (2014), mientras que en Bogotá llega a 11 %. En el caso de los niveles técnico y tecnológico es más elevada, alcanza el 27,7 % en Bogotá, cuando la nacional es de 23,26 %”, reza el informe. Para los expertos, el Distrito debe impactar las razones del abandono, las cuales tienen que ver con la vulnerabilidad económica, bajo nivel académico y falta de pertinencia de los programas.
Otro de los retos que le fija el informe al mandatario local, además de lograr que los jóvenes accedan a la educación superior, es que logren permanecer y puedan ingresar al mercado laboral.
Fuente: http://www.eltiempo.com/bogota/estudiantes-colombianos-que-ingresan-a-la-educacion-superior/16656094