Libro: Feminismo Urgente. A Despatriarcar. (PDF)

Por: María Galindo

‘Nos pueden robar los términos y las categorías, pero no nos pueden robar las prácticas políticas” me dijo una amiga feminista.

Escribo este libro para reclamar la autoría de la propuesta de despatriarcalización que nació de mi mano y en el contexto del proceso constituyente boliviano, pero aclaro, al mismo tiempo, que no es una cita al pie de la cual figure mi nombre lo que reclamo.

Escribo este libro por el desperdicio, la confusión y la desfiguración que se está haciendo desde los y las burócratas del gobierno de Evo Morales, desde los organismos internacionales y desde las oenegés, del término y de la propuesta. Se han agarrado a la despatriarcalización como bandera, banalizándola y usándola, en realidad, como camuflaje de una política simplemente liberal, continuista y repetitiva

de otorgación retórica de derechos para las mujeres. No me siento orgullosa de que eso se esté haciendo con una propuesta mía, tampoco me siento víctima del abuso de poder y del abuso de propaganda donde la despatriarcalización se ha convertido en un apellido que se le pone a cualquier cosa para sonar novedoso. Entiendo esta rapiña como una prueba de la pobreza de pensamiento dentro del Estado y dentro de las oenegés y de la necesidad, por lo tanto, de apropiarse a como dé lugar de lo que se produce por fuera de sus tramas institucionales.

Sin embargo, no es simplemente “la rapiña” lo preocupante porque no responde únicamente a la necesidad de decorar sus monótonos discursos, no sólo estamos frente a la desesperación fruto de la pobreza de ideas para enfrentar la realidad, sino a la necesidad, al fin de cuentas, de neutralizar la fuerza contestataria de las luchas feministas.

La teoría es un instrumento fundamental de la lucha. El horizonte hacia dónde queremos ir y la capacidad de nombrar ese horizonte es algo precioso e impres- cindible; apropiarse del término es, de alguna mane- ra, apropiarse del horizonte para supuestamente ser los protagonistas de esta lucha. Apropiarse de la teo- ría es apropiarse de la fuerza conceptual y argumen- tativa de un movimiento.

Lo que en esta rapiña juega a nuestro favor es la ta- radez de “la institución” en sí misma. La incapacidad institucional, ya sea que hablemos del Estado o de las oenegés de poner realmente en circulación ideas y discusiones ideológicas. Ni el Estado, ni las oene- gés han sido, en ninguna etapa histórica, lugares de pensamiento; en todo caso podríamos decir que han tenido la virtud de ser una especie de lápidas del pen- samiento. Ninguna idea ha crecido dentro del Estado ni de las oenegés; las ideas, los debates y las meto- dologías han nacido siempre por fuera de las tramas institucionales. Para quienes nos leen desde fuera de Bolivia y creen que Evo Morales es un redentor por- que es indígena, cabe decir que a este gobierno le pasa en cuestión de propuestas, discusión ideológica y teoría, exactamente lo mismo que a cualquier otro, porque la estructura estatal ya se ha devorado, en poco tiempo, todo el afán transformador con el que sedujeron al mundo.

Muchos y muchas, ingenuamente, consideran que el momento en el que un Estado, un gobierno, un orga- nismo internacional o una institucionalidad empiezan a utilizar esas ideas y ese léxico, es cuando el proceso de florecimiento e influencia se ha activado. Yo consi- dero que más bien se trata, y específicamente de cara a la propuesta de despatriarcalización, de un intento por neutralizar y secuestrar su fuerza subversiva. So- mos protagonistas de una transformación social en la que no necesitamos del Estado, ni como legitimador, ni como intermediario de nuestras propuestas. Es eso lo que nos hace más peligrosas, más libres y menos controlables.

Pongo en este ensayo, a consideración de ustedes, la tesis de la despatriarcalización en el contexto de la descolonización, para ello la ubico en el contexto de los feminismos a nivel internacional y en el contexto de sus posibilidades y alcances transformadores. Advierto que el texto es contradictorio, he decidido dejarlo así porque es la contradicción lo que estamos habitando. Aunque es la despatriarcalización el objeto de este texto, el lugar que ocupamos hoy es el de la contradicción entre la asimilación al patriarcado o la despatriarcalización.

Descargar el libro completo aquí: http://mujerescreando.org/wp-content/uploads/2021/04/000-208-Despatriarcalizacion-Lavaca-INTERIOR.pdf

*http://mujerescreando.org

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Despatriarcalizar la memoria: evocaciones a partir de Rosa

Escrito por: Mariana Menéndez Díaz

Apelamos a la memoria larga y cantamos en las calles “somos la nietas de todas las brujas que no pudieron quemar” y en ese grito trajimos a nosotras toda la fuerza de aquellas mujeres que lucharon antes. Entre esas brujas, llegó Rosa.


A Mariana y su hija Matilda, para celebrar la vida nueva

Las luchas pasadas le regalan al presente pistas para la transformación, la memoria colectiva se activa entra en conversación y reescribe la historia. La rebelión feminista de estos últimos seis años en el Río de la Plata trajo consigo bellas palabras e imágenes del pasado. Buceamos lejos en el tiempo ávidas de palabras que nos ayudaran a nombrar nuestra experiencia, nos fuimos enlazando con tradiciones de luchas diversas. Mezclamos todo porque no nos creemos que de lo Uno, lo homogéneo, nazca la fuerza. Apelamos a la memoria larga y cantamos en las calles “somos la nietas de todas las brujas que no pudieron quemar” y en ese grito trajimos a nosotras toda la fuerza de aquellas mujeres que lucharon antes, incluso antes que el capitalismo se consolide como el sistema de muerte que conocemos.

Entre esas brujas, llegó Rosa. Sus textos circularon entre nosotras en distintos momentos. También leímos sus cartas personales y vibramos con sus deseos, miedos y preocupaciones. Han sido sobre todo los desafíos que abrió el paro del 8M del 2017 lo que nos llevó a releer sus reflexiones sobre la huelga, y en general nuestra búsqueda de entrar en conversación con las mujeres que lucharon antes a retomar otras aristas de su pensamiento. Rosa ha sido siempre un nombre icónico para las que venimos de las experiencias de izquierda pero ahora podíamos revistarla con nuevas preguntas.

La larga pollera de Rosa

Una amiga y compañera de Minervas, Mariana, me dijo que cuando pensaba en Rosa siempre le venia a la cabeza su larga pollera. ¡Es cierto! Al inicio de nuestra experiencia feminista siempre nos impactaba mucho su cuerpo de mujer en medio de la política masculino-patriarcal de izquierda. Tengo grabada la imagen de su pollera en medio de un acto, tomando la palabra rodeada de varones. Pero las imágenes, como las palabras, pueden ser fuente de fuerza y sentido o piedras que aplastan la imperiosa necesidad de significar cada experiencia de lucha a partir de sí y en diálogo con el pasado. Dicho de otro modo, a veces la imágenes se cristalizan y se constituyen en modelos a seguir, en referencias idealizadas siempre frustrantes que nos hacen sentir que nunca estaremos a la supuesta altura de los acontecimientos. Y el nombre de Rosa lo han usado muchas veces en nuestra contra para achacarnos su grandeza y escupirnos impotencia.

Pero por suerte muchas veces las imágenes se vuelven inspiradoras[1], se componen con otras y dejan pasar a través de sí nuevos deseos de revolucionarizar. Entonces en lugar de modelo a seguir nos  fuimos haciendo amigas de Rosa, leímos sus cartas de amor, supimos de su gusto por las plantas, los pájaros y la lectura[2]. Nos emocionamos con su deseos de una vida tranquila y tal vez hijxs. Nos regocijamos con su testimonio de que su yo íntimo se parecía más a los gorriones que a sus camaradas. Todos esos gestos vitalistas que la alejan del bronce y la acercan a la sensibilidad de una mujer que vibra con la vida y la lucha, y no las separa. Pienso en Audre Lorde (2003), quien afirmaba que no pensaba renunciar a ninguna de las dimensiones de su experiencia, y evocar a Rosa implica retomar toda la polifonía de su existencia y creatividad. Pensarla como militante revolucionaria y como teórica, y también como mujer y como judía. Todos sus desacatos y sus pasiones por lo vivo los guardamos como un tesoro. En palabras de otra amiga “ella nos cuida y nos ronda”, algo así como un paganismo feminista.

Cada fragmento de su vida y su pensamiento, como el de otras tantas luchadoras, tienen para nosotras un valor incalculable porque ha sido un arduo trabajo retejer memorias a contrapelo de las narrativas dominantes en el campo de las luchas. Porque la memoria es un terreno de disputas, y si la historia oficial siempre olvida a los vencidos, al decir de Benjamin, al interior de los vencidxs se dan injusticias similares[3]. Los relatos suelen estar centrados en protagonismos masculinos y blancos o blanquizados y en el terreno del conflicto capital-trabajo asalariado. Retomar otros  hilos de memoria, tomarse en serio el pensamiento político elaborado por mujeres teóricas y militantes y alumbrar otros terrenos de lucha, como por ejemplo las luchas reproductivas, son modos de despatriarcalizar[4] la memoria. Pero no solo se trata de señalar la producción de olvido y desarmar las genealogías patriarcales – y coloniales- sino de “habilitar un retejido de memoria que recupere a las mujeres y sus horizontes políticos, que permita inscribirse en linajes feministas (…) pensar la memoria desde una clave reapropiatoria, en tanto despatriarcalizar supone establecer estrategias contra el despojo y la expropiación” (Sosa, Menéndez & Castro: 2020).

El ejercicio de inscribimos en linajes feministas, abiertos y plurales, como plantea nuestra compañera Noel Sosa (2020) es un proceso para desplazarnos de la orfandad en la que han querido instalarnos; a contra pelo de la separación creada entre nosotras por el pacto entre varones nos disponemos a retejer diálogos con las mujeres que lucharon antes sin mediaciones patriarcales (Gutierréz, Sosa & Reyes, 2018). En este sentido, son conocidos los debates interminables entre feminismos e izquierdas, y el tal “matrimonio mal avenido”[5], aquí en nuestro país se habla también de un amor no correspondido. En cualquiera de los dos casos mas vale huir, y desordenar para armar otras constelaciones posibles. La relectura y los diálogos con la obra de Rosa en medio del tiempo de rebelión feminista es parte de estas nuevas constelaciones.

Conversaciones con Rosa

Para nosotras ha sido una conversación plural y a dos tiempos, porque leíamos a Rosa a la vez que íbamos encontrando los debates que diversas mujeres en los años 60’ y 70’ mantenían entre sí respecto a Rosa. Por ejemplo el filoso libro de Raya Dunayevskaya, “La liberación femenina y la filosofía marxista de la Revolución” (1981), donde la autora en el segundo capítulo retoma el pensamiento de Rosa y de Marx en diálogo con la lucha por la liberación femenina y negra. Raya afirma que el movimiento de liberación femenina de su época no se pareció en nada al anterior, porque implicó la novedad de proceder de la propia izquierda y a la vez dirigió duras críticas contra ella. En los 70’ esos conflictos y fricciones incluían la figura de Rosa, y las consideraciones acerca de su posicionamiento feminista y su rol en la lucha de las mujeres respecto a la política partidista. Desde los feminismos negros Doris Wrigth plantea: “Dejen de hablarnos, ni aún con las voces de las mujeres (de la antigua izquierda), de lo grande que fue el Movimiento de Mujeres Socialistas Alemanas. Ya sabemos cuántos grupos de trabajadoras organizó Clara Zetkin (…) Y también sabemos que ninguna de ellas, había expuesto el chauvinismo masculino en el partido (…) Ahora les preguntamos ¿es accidental que los dirigentes varones del SPD se lanzaran tan fácilmente a aquellas malolientes observaciones chauvinistas masculinas cuando Rosa Luxemburgo rompió con Kaustky y Bebel?”[6]. Gestos como este generaba tirria entre las feministas ya que implicaban la utilización por parte de los varones de izquierda del nombre de Rosa para menospreciar la lucha feminista y silenciar las criticas en nombre de la disciplina partidaria.

Dunayevskaya (1981) por su parte crítica las posiciones feministas que no retoman el pensamiento político de Rosa aduciendo que no tenía nada que decir sobre la política feminista, porque ve en ello una gran pérdida para lucha por la liberación de las mujeres. Es más, la autora afirma que no se puede leer la relación entre Rosa y Clara sin comprender su profunda amistad política y alianza, y esto incluye su trabajo mancomunado en el movimiento de mujeres. Además sabemos que Rosa elaboró varios artículos sobre la lucha de las mujeres en el periódico alemán “Igualdad” dirigido por Zetkin y en otras publicaciones. Por ejemplo, en 1902 escribe: “(…) con la emancipación política de las mujeres, un fresco y poderoso viento habrá de entrar en la vida política e intelectual (de la socialdemocracia) disipando la atmósfera sofocante de la actual vida familiar filistea que tan confundiblemente pesa sobre los miembros de nuestro partido, tanto en los obreros como en los dirigentes” (Luxemburgo citada por R. Dunayevskaya). Recordemos que algunos años después, en medio de la revolución rusa se abre el debate sobre el matrimonio y la familia, el amor libre y el llamado matrimonio proletario en palabras de Lenin[7].

La huelga, su pensamiento y sus metáforas

Entre 1906 y 1909 se suceden una serie de huelgas en Rusia y en su tierra natal Polonia, un terreno fermental para el pensamiento de Rosa quien saco importantes conclusiones teóricas y político-organizativas a partir de dichos acontecimientos revolucionarios.  En ese periodo escribe dos textos claves, ahora muy conocidos, “Huelga de masas, partido y sindicatos” y “La revolución rusa”. No es casualidad el revuelo y las estrategias de borramiento que provocaron ambos, tanto en Alemania como en Rusia. En el primero Rosa proponía, interviniendo en un debate crispado entre anarquistas y marxistas, la huelga de masas como elemento central de la estrategia revolucionaria. Afirma que la organización no precede a la acción, y plantea repensar la relación entre “dirección consciente” y espontaneidad, “Si el elemento espontáneo desempeña un papel tan importante en las huelgas de masas en Rusia, no es porque el proletariado ruso sea «insuficientemente educado», sino porque las revoluciones no se aprenden en la escuela” (Luxemburgo, 2015: 66).

Más que enseñar en los tiempos extraordinarios de rebelión/revolución se trata de aprender. Su modo de acercarse a las huelgas nos muestra una práctica de pensamiento que teoriza a partir del despliegue concreto y situado de la lucha[8]. Donde teorizar no es una abstracción desentendida de los procesos y acontecimientos sociales, sino una elaboración permanente que es capaz de dar cuenta de los movimientos, de los desplazamientos. Donde se parte de una experiencia subjetiva antagonista, que integra procesos vividos en primera persona, para crear un conocimiento localizado[9] valiosísimo. Un modo en sintonía con la acepción de teoría como aquella “visión o perspectiva alcanzada tras un viaje corporal, cognitivo y espiritual” (Brown, 2019: 95).

Para Rosa cada huelga elabora su propio pensamiento político, en sus palabras no puede ser “ejecutada con prudencia y según un plan decidido por las instancias supremas de los sindicatos, vemos un fragmento de vida real hecho de carne y de sangre que no se puede separar del medio revolucionario en su totalidad” (Luxemburgo, 2015: 57). Y para describir ese cuerpo vivo hecha mano a bellas metáforas acuáticas, para dar cuenta del movimiento permanente y lo interconectado dice  “(…) todas esas formas de lucha se entrecruzan o se rozan, se atraviesan o desbordan una sobre la otra; es un océano de fenómenos eternamente nuevos y fluctuantes” (Luxemburgo, 2015: 58).

En sus ideas y metáforas resuenan nuestras huelgas feminista (8 de marzo, 2017-2020), en la posibilidad de construir un cartografía concreta y situada de las potencias y los límites de la lucha. Porque como dice Rosa la huelga no es un acontecimiento único sino un proceso, de él surgen renovadas estrategias y formas de antagonismo – en nuestro caso antipatriarcales, pero no sólo-. No hay proyección y plan fijo posible, allí donde aparece un límite inamovible acontece un desplazamiento capaz de remover profundamente lo que pensábamos. La huelga feminista, tal como se desplegó en el Río de la Plata, Uruguay y Argentina, no sólo habilitó procesos de auto organización, sino que permitió un nuevo desborde de la lucha feminista (Menéndez, 2019). Porque si bien el catalizador central de las acciones masivas en las calles fue la impugnación a la violencia feminicida, la herramienta de huelga recreada por la política feminista permitió señalar la relación orgánica entre violencia y acumulación capitalista (Gago, 2019), o como afirma Cristina Vega (2019) enlazó el problema de la violencia machista con el de la explotación. Es más, transformo de forma honda los debates sobre las posibilidades de transformación social en  nuestra región, visibilizando y dándole carácter político al trabajo de reproducción y sostenimiento de la vida. Trabajo central para seguir con vida, ganar terreno en nuestra posibilidades de autodeterminación y mantener abierta la lucha, o como dice Silvia Federici  “la zona cero de la revolución”. Nuestra huelga posee su propio pensamiento, y Rosa lo ha nutrido como las abuelas amorosas nutren a sus nietas.


[1] Un debate similar sobre las imágenes de cambio es trabajado por Amador Fernández-Savater en su libro Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política.

[2] Ver de Pierina Ferreti, (2020) “Rosa, la última lectora” 

[3]Se puede consultar para este debate: Diego Castro (2019) Autodeterminación y composición política en Uruguay. Una mirada a contrapelo de dos luchas pasadas que produjeron mandatos. Tesis para obtener el grado de Doctor en Sociología. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

[4]La propuesta de despatriarcalización  es trabajada por Mujeres Creando (Bolivia) y por una de sus fundadoras María Galindo en No se puede Descolonizar sin Despatriarcalizar, 2013.

[5]Título del articulo clásico de Heidi Hartmann, “Un matrimonio mal avenido: hacia una unión más progresiva entre marxismo y feminismo”.

[6]Doris Wright, “A Black Woman Writes” (1971) citada por Raya Dunayevskaya en Rosa Luxemburgo. La liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución.

[7]Se puede consultar Wendy Goldman (2010). El Estado, la mujer y la revolución. Buenos Aires: Ediciones IPS.

[8]Raquel Gutiérrez desarrolla este debate en Los ritmos del Pachakuti: movilización y levantamiento indígena-popular en Bolivia, 2009.

[9]La idea de localización es una propuesta de la feminista Adrianne Rich en su texto “Apuntes para una política de la ubicación”, 1984.

Referencias

Brown, Wendy ( 2019). Estados de agravio. Poder y libertad en la modernidad tardía. Madrid: Lengua de trapo.

Dunayevskaya, Raya (2005). Rosa Luxemburgo. La liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución. México: Fondo de Cultura Económica.

Gago, Verónica (2019). La potencia feminista. O el deseo de cambiarlo todo. Buenos Aires: Tinta Limón.

Federici, Silvia (2010). Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes. Buenos Aires: Tinta Limón.

Lorde, Audre (2003). La hermana, la extranjera. Madrid: Horas y horas.

Luxemburgo, Rosa (2012). Cartas de amor. Montevideo: Casa Bertolt Brecht – FRL.

Luxemburgo, Rosa (2015). Huelga de masas, partido y sindicatos. Madrid: Siglo XXI.

Luxemburgo, Rosa (2017). La revolución rusa. Madrid: Akal.

Menéndez, Mariana (2019). “Entre mujeres: nuestro deseo de cambiarlo todo. Apuntes sobre el reemerger feminista en el Río de la Plata”. En Producir lo común. Entramados comunitarios y lucha por la vida, VV. AA. Madrid: Traficantes de sueños.

Sosa, Maria Noel (2020) De la orfandad al linaje. Hacia una genealogía de las luchas feministas en el Uruguay post dictadura. Tesis para optar por el título de Doctora en Sociología, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Sosa, María Noel, Menéndez, Mariana y Castro Diego (2021). “Despatriarcalizar y desestatalizar la memoria de las luchas sociales” (en prensa).

Vega, Cristina (2018). Rutas de la reproducción y el cuidado por América Latina. Apropiación, valorización colectiva y política. En Comunalidad, tramas comunitarias y producción de los común. Gutierrez, Raquel (coord). México: Editorial Pez en el árbol.

Fuente:  https://zur.uy/despatriarcalizar-la-memoria-evocaciones-a-partir-de-rosa/

Imagen:  Agustina Faulord

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La universidad pospandémica

Para entender lo que podría pasar con la universidad es necesario recordar los principales ataques de los que la moderna universidad pública (UP) fue objeto antes de la pandemia. Hubo dos ataques globales. Provinieron de dos fuerzas que se pueden sintetizar en dos conceptos: capitalismo universitario y ultraderecha ideológica.

El primer ataque se intensificó en los últimos cuarenta años con la consolidación del neoliberalismo como lógica dominante del capitalismo global. La universidad pasó a concebirse como un área de inversión potencialmente lucrativa. Comenzó entonces un proceso polifacético que incluía, entre otras, las siguientes medidas: permitir y promover la creación de universidades privadas y permitirles el acceso a fondos públicos; invocar la crisis financiera del Estado para infra financiar las UP; devaluar los salarios del personal docente y flexibilizar su vínculo laboral con la UP para permitirles dar clases en universidades privadas, promoviendo así una transferencia de la inversión pública en la formación de profesorado al sector privado; establecer el pago de tasas de matriculación cuando antes la educación era gratuita e impulsar a las UP a obtener sus propios ingresos; introducir la lógica mercantil en la gestión de las UP, lo que se hizo en diferentes fases: las UP deben ser más relevantes para la sociedad, sobre todo mediante la formación de personal cualificado para el mercado; la condición de profesor e investigador debe flexibilizarse (es decir, precarizarse), siguiendo la lógica global del mercado laboral; los estudiantes deben concebirse como consumidores de un servicio y los profesores deben estar sujetos a criterios globales de productividad; las UP deben administrarse como una empresa más; las UP deben integrar sistemas de ranking global para medir  “objetivamente» el valor mercantil de los servicios universitarios. En Europa, a pesar de toda la retórica en sentido contrario, el objetivo principal del proceso de Bolonia fue consolidar a nivel europeo el modelo de universidad neoliberal. En el caso portugués, este proceso implicó el fin de la elección democrática de los rectores.

Las razones más profundas del ataque del neoliberalismo a las UP residen en que estas tradicionalmente habían sido las formuladoras de proyectos nacionales, proyectos sin duda elitistas y a veces muy excluyentes (racistas, colonialistas, sexistas), pero que buscaban dar consistencia a la economía capitalista nacional y a la sociedad en la que se asentaba. Resulta que para el neoliberalismo la idea de proyecto nacional, tal y como la idea del capitalismo nacional, era un anatema. El objetivo era la globalización de las relaciones económicas en términos de libre circulación de capitales, bienes y servicios (no de trabajadores). Como resultado, antes de la pandemia las UP ya estaban muy desfiguradas, sin ninguna visión de misión social, lidiando con crisis financieras crónicas. En general, los rectores reflejaron este panorama, convertidos en gestores de crisis financieras, incapaces de poner en práctica ideas innovadoras incluso si las tuviesen, situación que se hizo rara, sobre todo después de que dejaron de ser electos por la comunidad universitaria.

El segundo ataque, más reciente, vino de la derecha ideológicamente ultraliberal, que tiene una ideología extremadamente conservadora, cuando no reaccionaria, a veces formulada en términos religiosos. Esta derecha está apoyada socialmente por grupos radicales, de extrema derecha, de tipo neonazi o proselitistas religiosos. Esta ultraderecha ha llegado al gobierno en diferentes países, desde Hungría a Turquía, desde Brasil a la India, desde Polonia a Estados Unidos. Sin embargo, en algunos países, como Estados Unidos, hace mucho que venía influyendo en la política universitaria, a escala de los estados de la Federación y desde las estructuras de gobierno de las UP. Este ataque, a pesar de ser altamente ideológico, se presentó como antiideológico y se formuló de dos maneras principales. La primera fue que todo pensamiento crítico, libre e independiente busca subvertir las instituciones y desestabilizar el orden social. La UP es el nido donde se crían los izquierdistas y se propaga el «marxismo cultural», una expresión utilizada por el nazismo para demonizar a los intelectuales de izquierda, muchos de los cuales eran judíos. La segunda ha sido particularmente dominante en la India y considera como ideología todo lo que no coincide con la comprensión política conservadora del hinduismo político. Tanto la Ilustración eurocéntrica como el Islam se consideran peligrosamente subversivos. En otros contextos, es el islam político el que desempeña el papel de guardián ideológico contra las ideologías.

Ambos ataques, aunque diferentes en la formulación y en su base de sustentación, convergen en el mismo objetivo: evitar que la UP continúe produciendo conocimiento crítico, libre, plural e independiente. Muchas de las críticas antiideológicas utilizaron la crisis financiera de las UP para reducir la educación a las materias básicas, supuestamente libres de ideología y más útiles para el mercado laboral. Muchas de las llamadas materias ideológicas se impartieron en cursos opcionales, en departamentos de literatura y de filosofía o en departamentos recién creados. El ataque consistió en eliminar las opciones y cerrar estos departamentos por supuestas razones financieras.

Durante la pandemia, estos ataques se atenuaron y las UP centraron sus prioridades en adaptarse a los cambios causados por la pandemia. Muchas vieron aumentar su visibilidad pública gracias al protagonismo de los científicos que investigan en áreas relevantes para el COVID-19. El periodo que seguirá no será un tiempo libre de pandemia y con la UP volviendo rápidamente a su normalidad.

Va a ser un periodo de pandemia intermitente. Para proyectar lo que está en juego en el próximo periodo, deben responderse varias preguntas. ¿Cómo se comportó la universidad durante la pandemia? Es muy difícil generalizar, pero se puede decir que el centralismo se ha profundizado y la lógica burocrática que domina las relaciones intrauniversitarias en la actualidad no cambió un milímetro; se tuvo muy poco cuidado con los estudiantes más allá de breves momentos en línea o lidiando con las exclusiones que causó la supuesta ciudadanía digital; los maestros que dedicaron más tiempo a los estudiantes lo hicieron por iniciativa propia y espíritu de misión; la situación de los docentes fue totalmente descuidada, enfrentando cambios en la vida familiar, utilizando tecnologías de enseñanza con las que la mayoría estaban poco familiarizados, con una inmensa carga burocrática, con el deseo de innovar, casi por necesidad frente a los desafíos de la pandemia, pero bloqueados por el muro burocrático.

En resumen, la pandemia ha agravado las tendencias de degradación de la universidad que se iban notando durante mucho tiempo. ¿Cómo se posicionará la UP en la disputa de la narrativa? Tan pronto como pase la fase aguda de la pandemia, habrá un conflicto ideológico y político sobre la naturaleza de la crisis y los caminos de futuro. La especificidad de la UP es que debe responder a esta pregunta en dos niveles: a nivel de la sociedad en general y a nivel de la universidad en particular. Se diseñaron tres escenarios: a) todo volverá a la normalidad rápidamente; b) habrá cambios mínimos para que todo permanezca igual; c) la pandemia es la oportunidad de pensar en una alternativa al modelo de sociedad y de civilización en el que hemos vivido, basada en una explotación sin precedentes de los recursos naturales que, junto con la inminente catástrofe ecológica, nos lanzará a un infierno de pandemias recurrentes.

¿Cómo expondrá la UP los escenarios y se posicionará ante ellos? ¿Cómo responderá a los ataques que precedieron a la pandemia? La forma en que la UP interprete la crisis y responda a ella será decisiva para que se posicione ante los dos ataques precedentes: el neoliberalismo universitario y la ultraderecha ideológica. Creo que la UP solo se defenderá efectivamente contra ellos en la medida en se enfoque en el tercer escenario. No es solo la institución que mejor puede resolver el tercer escenario y caracterizar el período de transición que implica. Es la única institución que puede hacerlo. Si no lo hace, será devorada por el vértigo neoliberal que ahora se ve reforzado por la orgía tecnológica de zoom, streamyard, webex, webinar, etc. Vendrán los vendedores del primer y del segundo escenarios. Y, para ellos, la UP del futuro es online: grandes ahorros en personal docente, técnico y en instalaciones; forma expedita de acabar con las materias «ideológicas» y con las protestas universitarias (no hay estatuas en línea); eliminación de procesos deliberativos presenciales disfuncionales. Finalmente, el fin de la crisis financiera. Pero también el fin de la universidad tal como la conocemos. ¿Cómo luchará la UP por su futuro? Como dije, el futuro de la UP está vinculado a la credibilidad del tercer escenario. La estrategia se puede resumir en las siguientes palabras clave: democratizar, desmercantilizar, descolonizar y despatriarcalizar.

Democratizar. La democratización de la UP tiene múltiples dimensiones. La UP debe democratizar la elección de sus rectores y autoridades. Las instituciones no democráticas para elecciones indirectas están históricamente condenadas. Son, en el peor de los casos, guaridas de compadrería y de cooptación y, en el mejor caso, espejismos de irrelevancia. Solo la comunidad universitaria en su conjunto tiene la legitimidad para elegir a los rectores y demás autoridades. La UP debe democratizar sus relaciones con la sociedad. La UP produce conocimiento válido que es tanto más valioso cuanto mejor sabe dialogar con los otros saberes que circulan en la sociedad. Una UP encerrada en sí misma es un instrumento fácil para los poderes económicos y políticos que quieren ponerla a su servicio. La UP tiene que democratizar sus relaciones con los estudiantes, a los cuales una pedagogía atrasada y rancia todavía ve como ignorantes vacíos donde los maestros mantienen el conocimiento lleno. La verdad es que se aprende-con y se enseña con. Nada es unilateral, todo es recíproco.

Desmercantilizar. Las UP deben comenzar a evaluar a sus profesores de acuerdo con otros criterios de productividad que no excluyan la responsabilidad social de la universidad, especialmente en el campo de la extensión universitaria. No pueden privilegiar las ciencias y la investigación que generan patentes, sino más bien, la ciencia que contribuye al bien común de toda la población y crea ciudadanía. En este dominio, las humanidades, las artes y las ciencias sociales volverán a tener el protagonismo que alguna vez tuvieron. Los estudiantes nacionales y los que provienen de las antiguas colonias no deben pagar las tasas de matrícula. No pueden codiciar a los estudiantes extranjeros en la lógica de cacería de matrículas lucrativas. Esta es una estrategia central para la democratización discutida anteriormente y para la descolonización analizada a continuación.

Descolonizar. Las UP europeas y de inspiración eurocéntrica nacieron o prosperaron con el colonialismo y hoy continúan enseñando y legitimando la historia de los vencedores de la expansión europea. Son cómplices del epistemicidio que acompañó al genocidio colonial. Las estatuas (y mañana los edificios, museos, archivos y colecciones coloniales) son los objetivos equivocados de mucha revuelta justa. Lo importante es que el poder que representan sea deslegitimado y contextualizado en el aprendizaje universitario. Por eso los planes de estudio tienen que ser descolonizados. No se trata de destruir conocimiento, sino de aumentar conocimiento para que se haga evidente que el conocimiento dominante a menudo es una ignorancia especializada e intencional. Las UP necesitan urgentemente iniciar políticas de acción afirmativa para una mayor justicia cognitiva y etnorracial, tanto entre los estudiantes como entre los maestros.

Despatriarcalizar. En muchas universidades, las mujeres son la mayoría, pero los lugares de gobierno administrativo y científico siguen dominados por los hombres. Los planes de estudio siguen siendo misóginos y llenos de prejuicios sexistas. ¿Dónde están las científicas, las artistas, las escritoras, las luchadoras, las heroínas? Las relaciones entre el personal docente, técnico y estudiantil tampoco están libres de los mismos prejuicios. Estas y muchas otras iniciativas que surgirán de los procesos de democracia universitaria constituyen una pesada agenda de trabajo, pero la alternativa es escalofriante: sin ellas la universidad no tendrá futuro.

Fuente: https://www.nodal.am/2020/07/la-universidad-pospandemica-por-boaventura-de-sousa-santos/

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