Anhelo de justicia

Por: Dinorah García Romero

La primera contribución ha de ser que cada ciudadano respete y cumpla las leyes. Es fácil celebrar apresamientos y demandar prisa para que apresen a otros; mientras en mi pequeño mundo voy infringiendo las leyes; voy erosionando la justicia con una práctica distante de la ética y que lesiona el desarrollo de la sociedad dominicana.

Pero parece que los tiempos están cambiando y ya no es aceptable repetir las prácticas y las políticas que acomodan la justicia a los que tienen más poder económico, poder político o poder religioso. Estos tres poderes han utilizado la justicia a su antojo. Estamos frente a nuevas prácticas culturales; pues la mayor parte de la sociedad entiende que la justicia ha de romper el círculo de la corrupción y la cultura de la impunidad. La sociedad está muy atenta a las acciones de las nuevas autoridades judiciales. Confía en que, por fin, en nuestro país, la justicia va a proceder conforme a lo que indican las leyes, en coherencia con los dictados de la Constitución de la República. Solo pensar que esto va a ser posible, trae tranquilidad al pueblo. Pero no podemos considerar a los representantes de la Procuraduría General de la República como los sustitutos del Mesías Salvador. No. Estas personas están sencillamente cumpliendo las funciones que se les han  asignado dentro de la esfera del Poder Judicial. Son mortales que están trabajando arduamente y necesitan el concurso, el apoyo de la población para que sus responsabilidades se puedan llevar a cabo. No realizan nada extraordinario. Cumplen con su deber y esto se aplica a todos los ciudadanos. Hemos de ser responsables de los cargos y de las funciones que asumimos.

La primera contribución ha de ser que cada ciudadano respete y cumpla las leyes. Es fácil celebrar apresamientos y demandar prisa para que apresen a otros; mientras en mi pequeño mundo voy infringiendo las leyes; voy erosionando la justicia con una práctica distante de la ética y que lesiona el desarrollo de la sociedad dominicana.

El Sistema Educativo Dominicano y, de forma especial, las instituciones de Educación Superior han de trabajar para que la educación que se ofrece en el país posibilite el desarrollo de actitudes y prácticas favorables al comportamiento personal y social justo. La Academia ha de reforzar, tanto de estudiantes como de los docentes, la formación, la investigación y la producción en la perspectiva de la justicia. Pedro Poveda exhorta a las personas a que se comprometan con un mundo y una educación cada vez más justa; y, por esto, le dice a cada ciudadano “estima la justicia tanto como la vida”. Aspiro a que en ningún dominicano disminuya el hambre de justicia. Una justicia para todos, sin distinción de ningún tipo; una justicia sistémica, generadora de una cultura de paz y de estabilidad personal y social.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/anhelo-de-justicia-8890513.html

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Democracia y dictadura

Por: Miguel Guerrero

Las dictaduras y los gobiernos autoritarios son más fáciles de sostener que una democracia auténtica. Sólo necesitan valerse de la fuerza y de la intimidación para mantenerse y luego el miedo los hace una costumbre. Esa ha sido la historia siempre. La hemos vivido una y otra vez en esta nación, en la que sus fundadores, los que se entregaron a la causa de la redención del pueblo dominicano, terminaron en el cadalso o murieron en medio de una pobreza atroz en el exilio, olvidados de aquellos que habían contraído con ellos una deuda de gratitud impagable.

La democracia, en cambio, requiere de una construcción basada en la tolerancia y la paciencia. No se edifica de un tirón como las dictaduras. Es una cultura. Los gobernantes democráticos están obligados por las constituciones y las leyes y están moral y legalmente forzados a respetarlas y hacerlas cumplir, por encima de sus simpatías y compromisos personales o de logias.

La dictadura y el autoritarismo son monolíticos. Tienen una sola finalidad y se alcanzan por el sometimiento. La democracia exige comprensión y en ella los gobiernos están sometidos a la autoridad del pueblo, al que deben servir. En la dictadura la fuerza se ejerce para doblegar voluntades y erigir fortunas ilícitas y famas tan frágiles como efímeras. En la democracia el legado es moral y permanente. No se mide en función de obras materiales que casi siempre tienden a acelerar perversos e ilegítimos procesos de acumulación. Se la estima en la medida en que construye el futuro en un clima de respeto y convivencia.

La dictadura adquiere modalidades adaptables al tiempo y las circunstancias y suele ser engañosa vistiéndose con un ropaje de mentiras y simulación. La democracia es auténtica e indivisible. No se practica a medias. El gobernante autoritario acumula poderes para provecho propio. El demócrata trabaja para preservar los derechos de sus compatriotas.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8806210-democracia-y-dictadura-2/

Imagen: https://pixabay.com/vectors/demonstration-show-me-demonstrate-2137450/

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Christian Matamoros: ¿Qué fue y en qué están las organizaciones docentes de Sudamérica?

Por: Guillermo Cotal y Jean Paul Retamal.

El historiador y profesor de la Universidad de Santiago, Christian Matamoros (Coquimbo 1982), presenta el libro “Sindicalismo Docente en Sudamérica. Política y Organizaciones de Izquierda en Sudamérica”, el que reúne diversos artículos de profesores–escritores que participan de organizaciones docentes  y que reflexionan en torno a la actividad gremial y los procesos políticos de las últimas décadas. El texto inaugura la colección “Política y Sociedad” de Ediciones Escaparate.  Dialogamos sobre el estado de las organizaciones docentes, su relación con la cultura de izquierda y los efectos de la avanzada neoliberal en las prácticas docentes de Sudamérica.

–¿Cuál es el estado de la sindicalización de las organizaciones docentes en América Latina?

–En términos generales los docentes son un sector altamente organizado, especialmente los del sector público, que en la mayoría de los países, salvo Chile, son los mayoritarios. Por lo general, no existen organizaciones únicas, sino un par de organizaciones de carácter nacional y en algunos casos sindicatos base, provinciales o comunales, que se agrupan en entidades superiores, como el caso de la FECODE en Colombia. Los docentes, al ser un sector masivo de los trabajadores, logran mediante sus organizaciones incidir de forma importante en los respectivos movimientos sindicales de cada país, siendo en la mayoría las organizaciones más grandes y con importancia en las centrales sindicales.

Las organizaciones docentes lograron resistir de buena forma la crisis del sindicalismo y de los metarelatos, que fue hegemónica durante la década de los 90. No obstante, por lo general siguen siendo organizaciones excluidas dentro de los estudios sindicales, los que siguen poniendo el foco en sectores estratégicos de la producción, como el sindicalismo del cobre o los portuarios. Por lo general, la mayor potencialidad de los sindicatos docentes radica en su presencia a nivel nacional, su relación con la población, especialmente la juventud, y su rapidez para politizar sus demandas. En todos los países latinoamericanos los sindicatos docentes son actores políticos de primer orden.

–¿Cuál es la relación entre la izquierda y la sindicalización docente?

–Durante gran parte del siglo XX, las organizaciones docentes se vincularon políticamente con partidos de centro, liberales, radicales, demócratas, etc. Si bien alrededor de la década de 1920 existieron experiencias interesantes de sindicatos identificados con posiciones de izquierda, en general esa no fue la norma. La vinculación con el liberalismo y el radicalismo provenía del “normalismo”. Domingo Sarmiento, padre de las escuelas normales en Sudamérica, marcó hasta hoy gran parte de las experiencias formativas de los maestros, quienes se consideraban así mismos como apóstoles laicos de la civilización, agentes que combatían la barbarie mediante la educación, principalmente valórica. Las antiguas profesoras normalistas chilenas son un ejemplo de eso. No obstante, la radicalización política vivida a nivel general a fines de los años 60 también emergió en los docentes. En esos años se fundaron organizaciones explícitamente sindicales, con un pretendido carácter único, se realizaron masivas huelgas, y las organizaciones de la izquierda no armada, armada, marxista y no marxista, fueron ganando cada vez más peso. En casi todos los países las fuerzas de izquierda con mayor importancia en los profesores fueron los partidos socialistas y comunistas. Pero desde los 60 también emergieron con fuerza las agrupaciones docentes identificadas con el maoísmo, ex maoístas y trotskistas, especialmente en los países del mundo andino. Por lo general, los países del Cono Sur estuvieron más identificados con los partidos de la izquierda tradicional, donde las ideas de Sarmiento podían convivir mediante un socialismo más conservador.

La crisis que vivieron todas las organizaciones de izquierda con la caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética no repercutió de la misma forma en los docentes. Es más, me atrevería a decir que las organizaciones del magisterio fueron trincheras que permitieron mantenerse con vida a estas corrientes de izquierda, en tiempos en que su representación parlamentaria disminuyó o simplemente desapareció. Así por ejemplo, en países como Ecuador o Colombia las organizaciones de izquierda tienen a sus militantes docentes como sus principales portavoces

–Con relación a la violencia política en las dictaduras del Cono Sur y las Democracias Post Dictatoriales. ¿Qué análisis haces sobre los derechos humanos y las organizaciones sindicales docentes?

–Las organizaciones docentes fueron severamente golpeadas durante las dictaduras. En Argentina hubo 600 maestros asesinados o desaparecidos. En Chile más de cien. En Paraguay algunos debieron sufrir largas condenas de prisión. El SUTE que se había formado durante el gobierno de Salvador Allende fue clausurado por ley y sus inmuebles existentes a lo largo de todo el país fueron confiscados. No obstante, salvo en el caso chileno, en la mayoría de los casos las organizaciones lograron resistir a la represión y a los intentos de imponer un tipo específico de organización sindical, como fue acá el Colegio de Profesores.

Ahora bien, la represión no es exclusiva de las dictaduras. En Neuquén, Argentina, en 2007 fue asesinado el profesor Carlos Fuentealba en una combativa huelga. En Perú, el conflicto entre el Estado y los comunistas de Sendero Luminoso dejó a cerca de 2 mil maestros asesinados y un número mayor de presos con largas condenadas, especialmente tras el autogolpe de Fujimori (1992). En Colombia la cifra de sindicalistas asesinados es la más alta del mundo, donde los maestros están entre los más afectados. En Ecuador durante el Gobierno de Correa fue asesinado un docente en una huelga, mientras que la Unión Nacional de Educadores, claramente identificada con la izquierda, fue ilegalizada y sus sedes allanadas.

En general, los gobiernos posdictatoriales han tenido una inicial cercanía con las organizaciones docentes, pero al no dar cuenta de las aspiraciones del profesorado se fueron generando distanciamientos, los que si no fueron conducidos por los dirigentes estas terminaron siendo desplazados bajo la acusación de “traición”. Eso fue lo que pasó en Chile con Osvaldo Verdugo (DC) durante el Gobierno de Aylwin, con Jorge Pavez (ex PC) en el Gobierno de Lagos y con Jaime Gajardo (PC) en el segundo Gobierno de Bachelet.

–¿Qué efectos ha tenido la avanzada del neoliberalismo sobre las organizaciones docentes?

–Los efectos del neoliberalismo provocaron mayores grados de fragmentación estructural en el sistema educativo lo que repercutió en las organizaciones docentes. En Chile esto se demuestra en el sector de la educación particular, donde existen miles de sindicatos de empresa, conformados en los establecimientos, pero que no logran mayores grados de articulación y unidad sindical. En los últimos años, el sector educación es el que más huelgas legales registra. Existe disposición a organizarse y luchar, pero estas batallas fragmentadas, descentralizadas quedan invisibilizadas en el profundo mar de la lucha de clases. Allí radica una de las principales tareas del sindicalismo docente.

–Desde una perspectiva histórica, observas diferencias entre sindicalización y gremialización de las organizaciones docentes del Cono Sur. ¿Puedes explicar?

–Es un tema bastante discutido, durante bastantes años. Por lo general se comprende que un sindicato no responde a una agrupación por oficio o por gremio, sino por clase, por grupos de trabajadores, ya sea por rama de la producción, por empresa (como en Chile), etc. Mientras tanto, los gremios provienen de las antiguas organizaciones de artesanos: carpinteros, ebanistas, estucadores, etc. En este sentido, la mayoría de las organizaciones en Sudamérica son gremiales a pesar de que tengan vocación sindical. Por ejemplo, en Perú y Argentina las organizaciones sindicales son de “trabajadores de la educación”, pero agrupan básicamente a docentes. Por lo general, el carácter gremial se caracteriza por aspiraciones profesionales, de la especificidad del oficio, etc. En cambio, los sindicatos se centran mayoritariamente en las reivindicaciones económicas. Estas últimas están entre las principales motivaciones de acción de las organizaciones docentes sudamericanas, las que de todas formas combinan estas prácticas sindicales, típicas del mundo obrero, con otras gremiales como exigencias de estatutos docentes, regulaciones educativas, políticas educativas, etc.

Fuente de la entrevista: https://www.cronicadigital.cl/2019/12/28/que-fue-y-en-que-estan-las-organizaciones-docentes-de-sudamerica/

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Chile: laboratorio neoliberal

América del Sur/Chile/27-10-2019/Autor(a): Hugbel Roa/Fuente: diariodelosandes.com

Por: Hugbel Roa

Chile es el país dónde el neoliberalismo se jacta de haber tenido un “gran éxito”. En efecto, la reestructuración fue total. Fiel al programa neoliberal, la dictadura de Pinochet llevó adelante pautas económicas que llevarían a una desregulación drástica de la economía, desempleo masivo, una concentración de la renta en favor de los sectores económicos más cerrados, la privatización de bienes públicos, etc., lo cual fue posible aplicando un duro esquema de represión, sangriento y brutal.

El teórico social David Harvey, en su libro Breve historia del neoliberalismo, señala que la expresión política del neoliberalismo en tanto proyecto económico global conllevó una redistribución de capitales, restableciendo el poder de las élites internacionales y nacionales, sobre todo de países centrales como Estados Unidos o Inglaterra.

Una vez instalado el gobierno militar de Pinochet, a la persecución, la tortura, el exilio y la muerte de trabajadores y jóvenes de esa generación que defendió y le exigió a Allende la ruptura radical con la burguesía, se sumó una política económica totalmente neoliberal que aún, en pleno siglo XXI, Chile pretende mantener. De la mano de economistas formados en la Universidad de Chicago y a través del Proyecto Chile, financiado por la Fundación Ford y organizado por los “Chicago Boys”, el gobierno llevó adelante una reestructuración total de la economía. Con ello, Chile se convirtió en la base de operaciones del Plan Cóndor, diseñado por los EE.UU. y que permitía coordinar la represión hacia la vanguardia obrera y juvenil en gran parte de Sudamérica.

Hoy vemos en Chile, un precario sistema de protección social, una desigualdad social extrema, según la última edición del informe Panorama Social de América Latina elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 1% más adinerado del país se quedó con el 26,5% de la riqueza en 2017, mientras que el 50% de los hogares de menores ingresos accedió solo al 2,1% de la riqueza neta del país. Los adultos mayores tienen pensiones por debajo del sueldo mínimo, mientras que la Administradora de Fondos de Pensiones acumulan ganancias, el aumento de 10.5% en las tarifas de luz, el valor de los medicamentos es de los más altos de la región, con un sistema de salud privado que deja por fuera a los ancianos y es tres veces más caro para las mujeres. Un reciente estudio de la Universidad Diego Portales, determinó que de un total de 56 países alrededor del mundo, Chile es el noveno más caro.

A todos estos factores de descontento, se suma una ola de casos de corrupción en instituciones como El Ejercito y Policía de Carabineros, acusada de desviar más de 40 millones de dólares, aunado a la persecución y criminalización del movimiento estudiantil.

El pueblo chileno, encabezado por los estudiantes, hoy está en las calles protestando por el aumento en el pasaje del Metro, pero también el alza en el costo del Ferrocarril Metropolitano, que transporta a diario a casi tres millones de personas, los manifestantes alegan que un alza en el pasaje del metro es inconcebible, más aún si se considera que el transporte público en Chile es uno de los más caros en función al ingreso medio.

Los “ideólogos” neoliberales, apoyados de manera evidente por las grandes corporaciones mediáticas que históricamente han estado a merced de la burguesía, tratan de tachar como “delincuentes” y “violentos” a los estudiantes que hoy se manifiestan contra todas estas políticas neoliberales que afectan a más del 85% de la población, minimizando, además, que se trata del rechazo únicamente al costo del pasaje, cuando esto, es solo parte de un problema social mucho mayor. Ante esto, la respuesta del Gobierno chileno ha sido decretar toque de queda y militarizar las ciudades del país, volviendo a aquellos oscuros días de sangre, muertes y desapariciones que bien supo aplicar Pinochet.

Fuente e Imagen: https://diariodelosandes.com/site/chile-laboratorio-neoliberal-2/

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Cuando la resistencia humana derrota la tortura cotidiana

Por: Sergio Ferrari

Memoria de represión con final de esperanza

Luego de estrenarse en 2018 en la Muestra de Venecia, ganar el premio del público en el Biarritz América Latina, y, a inicios de febrero, el Goya al mejor guion adaptado, Compañeros – La noche de 12 años entró a Suiza por la puerta grande del Festival de Cine de Friburgo (*). La noche del sábado 23 de marzo fue su gran protagonista al ganar el Premio del Público, el Especial del Jurado y el otorgado por el Jurado Ecuménico.

Compañeros proyecta la etapa dramática de la historia uruguaya de los años 70, marcada por la dictadura y por una de sus facetas más brutales: la represión carcelaria contra los opositores.

En sus 2 horas de duración -de una intensidad y emotividad sin par- reconstruye el sistema represivo, basado en el aislamiento casi total que soportaron en distintos centros clandestinos tres de los nueve dirigentes del Movimiento de Liberación Tupamaros, detenidos durante doce años (1973-1985).

Considerados por los militares uruguayos no como presos políticos sino como rehenes de guerra, Mauricio Rosencof, (Ricardo Chino Darín), Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort), y José Pepe Mujica (Antonio de la Torre) se confrontan a un régimen de los más inhumanos impuestos por dictadura latinoamericana alguna. El guion fue recreado sobre la base del libro Memorias del Calabozo (1993) escrito a cuatro manos por Rosencof y Huidobro.

“Nací en 1976, tenía apenas 9 años cuando los presos recuperaron la libertad en Uruguay. Me acerqué a esa historia sobre todo para descubrir esa etapa …” y no con certezas concluidas. Lo concebí como un viaje, aunque no de turismo. Sabía que sería un duro periplo hacia el pasado. El aislamiento a largo plazo destruye los puntos de referencia temporales, espaciales, de existencia, para los detenidos. El pasado, el presente, la realidad, sus sueños, todo se mezcla en sus cabezas, explica Álvaro Brechner.

Al centro: el ser humano

El hilo rojo de la película, que la última semana de marzo sale a las salas comerciales en Suiza y Francia, lo constituye el combate por la sobrevivencia y contra la locura. “No pretendí hacer una obra sobre la dictadura. Puse en el centro la resistencia humana en esas condiciones límites en el contexto de un régimen dictatorial”, explica Brechner.

Busqué confrontarme con el salvajismo de las condiciones de vida que soportaron. Y traté de entender cómo hace una persona para no perder su esencia humana, cuando se le impide la comunicación, se le censura todo intercambio y se le prohíbe el uso del lenguaje, es decir, cuando es reducida a una condición casi animal, se interroga Brechner.

El joven realizador que reside actualmente en España, recuerda el proceso previo que llevó años de reelaboración histórica de los hechos, implicó largos diálogos con los tres militantes y sus familiares, así como incontables entrevistas con psicólogos, psiquiatras, neurólogos, militares y especialistas en el tema.

Paradójicamente, y a pesar el régimen de terror, la premisa/condena de los dictadores *de aquí saldrán locos* se reveló inexacta. Décadas más tarde, los tres Tupamaros jugarían roles importantes en el mundo de la política y de la cultura de ese país sudamericano. En particular José Mujica que asumiría la presidencia del país entre 2010 y 2015.

Una ficción… casi real

La excelencia de la actuación de los protagonistas (incluyendo también, entre otros, a Silvia Pérez Cruz y César Troncoso), la calidad de la música omnipresente y el manejo artístico de las luces – con numerosas y complejas escenas filmadas en espacios lúgubres- sobresalen en esta coproducción española, argentina y francesa.

“Fue impresionante la entrega del elenco”. En particular, de los tres actores principales, excelentes y generosos, que asumieron situaciones límites: como adelgazar hasta 15 kilos durante el rodaje y actuar en escenarios y condiciones extremadamente difíciles, recuerda el director.

Apropiándose de sus roles, asumiéndolos integralmente, y dándole a esta ficción la fuerza de la realidad. Incluso en un marco psicológico durísimo, ya que sentimos que con el avance de la filmación “se nos fue pegando la maldad, en la medida en que nos acercábamos a la esencia del peor rostro del ser humano. Era como que el dolor nos iba comiendo la vida”, confiesa Brechner.

Quien con particular emoción recuerda la escena final. “Cuando la filmamos hubo una vibración particular. Los extras, el equipo, no podían contener las lágrimas. Y la gente que llegó a las inmediaciones se lanzó a entonar las consignas de aquel entonces, con la emotividad propia de rehacer esa historia, más de 30 años después”, subraya

“Si esto que vemos no es la realidad, me pregunto, entonces qué es la realidad”, se interroga Brechner. Acotando que “todos los que participaron de este proyecto salieron transformados -y exhaustos- al terminar la película. “Sentimos en carne propia lo duro de este ejercicio que nos permitió tomar conciencia con qué facilidad los hombres pueden incurrir en hechos bárbaros”, acota.

¿Perdón o venganza?

Pocos días después de su estreno en septiembre pasado en la Muestra de Venecia, en Italia, fue exhibido en varios países sudamericanos. “Su proyección en Uruguay fue muy significativa. Desató memoria, historia y emociones. Lo que es normal cuando se tocan realidades que están a flor de piel. Sin embargo, se equivocan quienes piensan que un filme puede resolver la historia de un país y las heridas potencialmente abiertas”, subraya.

Y, al mismo tiempo, Compañeros abrió interrogantes sobre cómo cada ser humano -por ejemplo, Huidobro, Rosencof y Mujica- se ubica frente a ese pasado, frente a cuestiones esenciales como las del perdón y el rechazo a la venganza individual.

Uno de los tres militantes me dijo, concluye Brechner, “que más que una cuestión de perdón, se trata de entender que hay ciertas cuentas en la historia que posiblemente nadie las va a pagar. Y es una decisión muy personal cómo posicionarse ante esa constatación”.

(*) El principal premio del Jurado de la 33ª. edición del FIFF fue atribuido a la película Las Niñas Bien (The Good Girls) de la realizadora mexicana Alejandra Márquez Abella. Palmarés completo en: (https://www.fiff.ch/fr/le-palmares-du-fiff-2019)

Sergio Ferrari, en colaboración con swissinfo.ch, desde Friburgo

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«El idioma del imperio

Por: Ilka Oliva Corado

Siempre he querido aprender francés para leer La náusea y Las palabras, de Sartre en su idioma, porque en las traducciones, por muy buenas que sean en algún momento se pierde la esencia, la pureza del texto que solo se mantiene al leerlo en el idioma en el que fue escrito originalmente. Pero más que todo para escuchar en su idioma las canciones de la gran Édith Piaf, porque no es lo mismo escuchar una canción y no entender lo que dice, aunque claro está, el idioma del corazón es universal y Édith es alma pura.

También he querido aprender portugués para leer en su idioma a la gran Clarice Lispector y a Carolina Maria de Jesus, porque no es lo mismo leerlas en traducciones.

No es lo mismo leer a Whitman en inglés que en español. Y perderse el encanto de la gran Nina Simone por no entender el idioma en el que canta. Qué decir de los pronunciamientos de Martin Luther King o de Rosa Parks.

Con esto quiero decir que no debemos pelearnos con los idiomas, porque los idiomas no tienen nada que ver con las oligarquías ni con las fronteras que nos impusieron. No tienen nada que ver con las dictaduras ni los genocidios. Al contrario, los idiomas nos acercan como pueblos, alguien tuvo que aprender inglés para traducir los textos al castellano de Martin Luther King, gracias a eso son leídos en ese idioma. Alguien tuvo que aprender francés para traducir al inglés los textos de Sartre, o al revés, aprender inglés para traducirlos del francés. Como quiera que sea, alguien tuvo que aprender otro idioma para poder hacer llegar a los pueblos las letras, la poesía, la música, en una forma de intercomunicación muy válida y necesaria.

Pongo el ejemplo de la literatura y la música pero me refiero a todo lo que nos rodea como humanidad. Me gustaría caminar por las calles de Mongolia y poder saludar a un vendedor de verduras en su idioma. Saber cómo preguntar por agua o por una dirección en japonés. Y más aún entenderlo a la perfección para poder leer en su propio idioma a Hayashi Fumiko y no en español, porque en la traducción se perdió algún caserío, una noche aciaga o una lágrima de la autora de Diario de una vagabunda.

Aprender por lo menos uno de los idiomas de los Pueblos Originarios de Latinoamérica o de cualquier lugar del mundo. Aprenderlo bien, no palabras sueltas. Cuando decimos «el idioma del imperio» refiriéndonos a Estados Unidos y culpamos a su pueblo y al idioma inglés por las dictaduras e injerencias, estamos acusando erróneamente basándonos en estereotipos, ignorancia y una equivocada identidad.

Porque ya hablamos el idioma del imperio, por decirlo así y explicarlo de la forma más sencilla posible; el castellano nos fue impuesto, salvo que nos comuniquemos cien por ciento en idioma de los Pueblos Originarios, pero no es así, nos comunicamos en castellano, al que nos referimos como nuestro idioma materno. Ahí una incongruencia muy grande y desconocimiento de la historia y la necedad de mantener y crear fronteras donde no las hay, al señalar tajantes no aprender inglés porque es el idioma del imperio.

Si aprendemos otro idioma, cualquiera que sea, abrimos la mente a otras culturas distintas a las nuestras pero no por distintas son ajenas, porque el ser humano tiene un hilar medular que lo unifica, por muy distinto que sea, eso es la diversidad. Crecemos con estereotipos, sí, ignorantes, sí. Crecemos con dogmas, todo impuesto por el sistema que busca dividirnos a la conveniencia de quienes tienen el poder que les hemos dado para dominarnos. Y hay formas de dominación masiva muy sutiles con efectos tan poderosos que son imperceptibles porque los aceptamos como norma social o patrón de crianza y los reflejamos en nuestros estereotipos. Por ejemplo: las fronteras y negarnos a aprender otros idiomas por cuestiones de dogmas.

Abrir la mente es abrir el corazón. No hay ningún beneficio en lo individual ni colectivo en pelearse con los idiomas y culparlos de lo que hacen quienes odian y exterminan desde una posición de poder que milenariamente les hemos dado. Ésa también es nuestra responsabilidad, porque lo que hacemos o no hacemos es político. Porque contra la cultura, contra la hermandad, contra el conocimiento, contra la socialización de los pueblos no ha podido ninguna guerra, ningún odio. Ahí radica nuestra fuerza y lo desconocemos o pretendemos desconocerlo.

El «idioma del imperio» no existe, existen los idiomas nada más y son las puertas que nos permiten conocer otros mundos y hermanarnos como humanidad. Hay acciones políticas también muy sutiles, que son formas de resistencia inexorables, el conocimiento es una de ellas. Pero disfrutar también lo es y el espíritu se llena de dicha cuando calmamos su sed; conocer otras culturas nos ayuda a entendernos, a entender nuestros pasos, los hilos que nos entretejen y así en lugar de crear fronteras aprendemos a ir acortando distancias porque al final de cuentas todos vamos hacia el mismo lugar aunque los caminos que transitemos sean distintos.

Fuente: https://www.aporrea.org/tiburon/a274598.html

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