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Consecuencias políticas de la diferencia de sexos

Por Rosario Herrera Guido

“[…] en la psique
no hay nada que pueda
situar al sujeto como hombre o mujer.
Jacques Lacan

I

Desde los antiguos filósofos y médicos griegos hasta el siglo XVII, la histeria fue una enfermedad del útero (ta hysterika pathé), que al moverse por su cuenta producía sofocación, afonía, epilepsia y males sin fin. Esta es la posición de Hipócrates, el padre de la medicina. Un pensamiento que no es médico, sino político, pues parte de que una mujer debe estar sometida a un hombre, como el cuerpo al alma. Como dice Aristóteles, “el alma (psiké) gobierna al cuerpo con la autoridad de un amo, y el intelecto al deseo (orexis) con la autoridad de un hombre de Estado o un rey “[…] La relación del varón con la mujer es por naturaleza (fysis) la del superior con el inferior, del gobernante con el gobernado”. (Aristóteles, Aguilar, “Política”, Obras Completas, 1974).

A partir de san Agustín, el origen de la histeria ya no está en la matriz, sino en la fuerza revolucionaria de la mujer: una posesión divina o demoníaca. Éxtasis, trances, convulsiones, ataques de llanto, parálisis, migrañas, estigmas en el cuerpo y visiones, son calificados por los teólogos. La histeria es un hechizo, según el manual Malleus maleficarum (el código del “Martillo de las brujas”). Porque se pasa del saber al poder, del médico al exorcista, de la medicina al poder político de la Iglesia Católica y Romana, que manda a la hoguera a las brujas. Pero la histeria, hasta nuestros días, es un rechazo al poder político y religioso, a la dominación del poder arbitrario masculino, un rechazo al patriarcado.

Para la psiquiatría, la histeria es una neurosis. Cullen (1769), acuña la palabra neurosis para designar una falla orgánica, una lesión cerebral. Con la psiquiatría dinámica, la histeria es un trastorno funcional y la convierte en una psiconeurosis: la fuerza subversiva como síntoma esencial, manifiesta en la falta de unidad y de fijeza en la identidad: personalidades múltiples, teatralidad, fabulación, mitomanía, doble conciencia y el último grito de la moda norteamericana: “bipolaridad”. Y la American Psychiatric Association eliminó el diagnóstico de la histeria y la sustituyó en 1980 por multiple personality disorder (desorden de personalidad múltiple), que cambia en 1994 por “trastornos disociativos de la identidad”. La psiquiatría conserva las preguntas de los teólogos: ¿poseída o santa? ¿enferma o manipuladora?

Freud va más allá de la psiquiatría y reconoce que la histeria es “todas las enfermedades y ninguna”, pues es un problema ético y político, pero no médico: es la expresión de la dificultad de reconocer el propio deseo, por someterse al deseo del amo (padre o madre-patriarcal, hermano, marido, maestro, jefe, policía, soldado, moral social, opinión pública, Estado y hasta Dios).

Lacan enseña que la histeria es un discurso que pueden articular mujeres y hombres para impugnar el poder arbitrario de cualquier amo, para inventar otro saber que denuncia la dominación arbitraria del amo, donde quiera que se encuentre o se invente.

II

Toda esta compleja concepción de lo femenino proviene de la enigmática diferencia de los sexos, que conduce a la lucha política entre los sexos, que se encuentra en el corazón de todas las organizaciones sociales, por elementales que sean. Pero de aquí no se desprende ninguna razón que respalde, bajo ningún pretexto, la dominación y opresión ni de las mujeres ni de los hombres.

Para el movimiento freudomarxista, entendido como el encuentro entre el marxismo y el psicoanálisis: 1) la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases y 2) la historia de la humanidad es la historia de la represión sexual. El freudomarxismo, aunque juzgado apagado, está vivo en las Constituciones Europeas, Reformas y Convenios Mundiales, porque la diferencia sexual y sus consecuencias políticas y económicas es uno de los principales malestares en la cultura.

Un poder de sometimiento de las mujeres, apoyado por el orden jurídico, que preserva de hecho, pero no de derecho, las desigualdades sexuales. Porque la contradicción y la lucha entre los sexos es más antigua que la lucha de clases. No existe esencia femenina o masculina, pues lo que funda la existencia es la diferencia, que depende de condiciones históricas, psíquicas, políticas, económicas y culturales.

La opresión de las mujeres es universal, hasta mítica. Porque en las sociedades organizadas por el parentesco matrilineal, la mujer y su descendencia, sin estar sometidas al poder del marido, dependen de otro hombre: el hermano de la madre.

La circulación de las mujeres —según Claude Lévi-Strauss—, regidas por las reglas del parentesco, son signo de la “primera apropiación de las mujeres”, pues apropiarse de las mujeres es apropiarse de la productora de los productores, de su fuerza de trabajo que produce satisfactores.
Siempre han existido mujeres que rechazan la dominación sexual. Pero las organizaciones feministas son tardías. Porque han dependido de las condiciones de producción y el consecuente sometimiento de su vida psíquica e histórica. Al superar la economía de subsistencia, rechazan la reproducción sexual forzosa, actúan en la economía y renuncian a su exclusiva función reproductora.

Más que feminismo debe hablarse de feminismos. Como el que produjo el movimiento antipsiquiátrico de los años 70s, que denunció el orden mundial establecido, que sigue tachando a las mujeres de “locas”. En este tema, el feminismo, como filosofía y movimiento político también ha sido seducido y asimilado por el “poder”. Como en Morelia, donde la Comunidad Terapéutica, inspirada en la Antipsiquiatría italiana de Franco y Franca Basaglia, volvió a dominar la psiquiatría, como resultado de la profunda crisis de las izquierdas en México y Michoacán.

Por ello, los encuentros feministas en México, dese el Encuentro Feminista 2010 de Zacatecas, no sólo denunció los negativos resultados de institucionalizar el movimiento feminista, a través de los institutos y secretarías, sino que se ha pronunciado por la subversión política de los marcos vigentes.

Ante lo cabe leer bien a la filósofa francesa Luce Irigaray, que propone “hablar mujer” (parler femme), para liberar la palabra, pues nada debe reemplazar la palabra de las mujeres que tiene que ser dicha, para dejar de victimizarlas. Porque la administración de la violencia de género, se ha convertido en capital político y económico, tanto para algunas instituciones como para organizaciones que lucran con el sometimiento y el sufrimiento de las mujeres.

III

Las consecuencias políticas de la diferencia de los sexos, condujeron, como dice Georg Hegel en su Fenomenología del Espíritu, a tener que pensar desde la filosofía cómo lograr que el hombre y la mujer ya no se deban nada. En un momento de su obra cumbre, en el que trata el conflicto en la tragedia de Antígona de Sófocles, entre la ley masculina y la ley femenina, la ley de la ciudad y el tirano y la ley de la tierra, que ordena sepultar a los muertos.

Las consecuencias políticas de la diferencia de los sexos, también condujo contemporáneamente a la perspectiva de género, que interpreta la compleja problemática de la diferencia, para promover una pacífica relación con la existencia del Otro, el diferente, la mujer, y por extensión la diferente ideología religiosa o política, diferente status económico o cultural, que reconozca la calidad humana de los indígenas, los homosexuales, los extranjeros, los migrantes, conforme a los derechos universales del hombre y la mujer.

Una perspectiva de género que contempla un conjunto de representaciones imaginarias, simbólicas y reales de las prácticas y prescripciones culturales, mundiales, nacionales y regionales, desde la diferencia anatómica de los sexos, que impone consecuencias culturales, económicas, políticas, éticas y estéticas.

Una comprensión del género como una construcción cultural y social, que sólo existe a partir de la ley de la cultura, la prohibición del incesto, que introduce el lenguaje, lo propiamente humano, que nos diferencia de todos los seres de la naturaleza, de los mamíferos superiores, y cuya raíz inglesa es gender (género), que designa la diferencia entre los sexos y la exigencia ética de reprobar la discriminación, que provoca la violencia entre los géneros, la familia, la escuela, el trabajo, los espacios privados y públicos del cuerpo social.

Para lo cual siempre se espera de todo gobierno y pueblo que surja un programa cultural, educativo, económico, político y estético, que supere y erradique la violencia de género, la violencia feminicida, la desaparición forzada, la trata de niñas y jovencitas, la violencia del crimen organizado y la migración por violencia, desempleo, la viudez y la orfandad.

Una diferencia que históricamente produce desigualdad e injusticia y que sólo una filosofía feminista, en el cruce del feminismo de la igualdad y la diferencia, puede abrir la dimensión ética de la igualdad sustantiva de género, como ética de la hospitalidad del Otro, el radicalmente diferente, para introducir como imperativo cultural y político actitudes y acciones racionales y responsables a la altura de las circunstancias, que permitan no sólo superar sino erradicar la inequidad de género.

Articulo tomado de: http://michoacantrespuntocero.com/consecuencias-politicas-de-la-diferencia-de-sexos/

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África: 3 de Julio de 2016 El drama de los chicos excluidos de la educación

África/ Julio de 2016/La Capital

En el mundo son más de 260 millones los niños, niñas y jóvenes que todavía permanecen fuera de la escuela.

En el mundo más de 260 millones de niños, niñas y jóvenes están aún fuera de la escuela. Las nenas son las que corren con mayor desventaja. Desde la Unesco instan a los gobiernos a garantizar políticas inclusivas para alcanzar la meta mundial de llegar a 2030 con todos los chicos aprendiendo en las aulas.

Unos 263 millones de niños y jóvenes, cifra equivalente a la cuarta parte de la población de Europa, no están escolarizados, según nuevos datos del Instituto de Estadística de la Unesco. La cifra total incluye 61 millones de niños en edad de cursar la educación primaria (6-11 años), 60 millones en edad de cursar el primer ciclo de secundaria (12-14 años) y, por primera vez, la estimación de los jóvenes en edad de cursar el segundo ciclo de educación secundaria (15-17 años), que ascienden a 142 millones.

Estos datos se presentan en un nuevo documento publicado conjuntamente por el Instituto de Estadística de la Unesco y el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo. «Los países han prometido que, para 2030, todos los niños podrán cursar la educación primaria y secundaria. Estos nuevos datos muestran la ardua labor que tenemos por delante para alcanzar este objetivo», afirmó la directora general de la Unesco, Irina Bokova, quien agregó: «Debemos centrarnos en la inclusión desde la edad más temprana y durante el ciclo completo de aprendizaje, en las políticas destinadas a eliminar las barreras en cada etapa, prestando especial atención a las niñas, que siguen encontrándose en una situación de mayor desventaja».

La región más excluida

De todas las regiones del mundo, el Africa Subsahariana es la que tiene los índices más altos de exclusión. Más de una quinta parte de los niños de edades comprendidas entre los 6 y los 11 años no están escolarizados, seguidos por una tercera parte de los jóvenes de entre 12 y 14 años. De acuerdo con los datos del Instituto de Estadísticas de la Unesco, casi el 60% de los jóvenes de entre 15 y 17 años no asiste a la escuela. Un obstáculo importante para alcanzar la meta son las disparidades que siguen existiendo en lo que respecta a la participación en la educación y que tienen que ver con el sexo, la ubicación y los recursos económicos.

Los conflictos armados constituyen otra importante barrera a la educación. En todo el mundo, el 35% del total de los niños no escolarizados en edad de cursar la educación primaria (22 millones), el 25% de los adolescentes en edad de cursar el primer ciclo de secundaria (15 millones) y el 18% de los jóvenes sin escolarizar en edad de cursar el segundo ciclo de secundaria (26 millones) viven en zonas afectadas por conflictos.

En general, los jóvenes de más edad (15-17 años) tienen cuatro veces más probabilidades de no estar escolarizados que los niños de edades comprendidas entre los 6 y los 11 años. Esto se debe en parte a que la educación primaria y el primer ciclo de la educación secundaria son obligatorios en casi todos los países, mientras que el segundo ciclo de secundaria no lo es. Al mismo tiempo, esos jóvenes suelen tener la edad legal para trabajar. Muchos de ellos no disponen de más opción, mientras que otros intentan combinar la asistencia a la escuela con el empleo.

Diferencias de género

Las niñas tienen más probabilidades que los niños de no asistir nunca a la escuela, pese a todos los esfuerzos realizados y los avances logrados en las dos últimas décadas. De acuerdo con los datos aportados por Unesco, 15 millones de niñas en edad de cursar la educación primaria no tendrán nunca la oportunidad de aprender a leer ni a escribir en la escuela primaria, en comparación con 10 millones de niños. Más de la mitad de esas niñas (9 millones) vive en el Africa Subsahariana.

La pobreza constituye un obstáculo adicional para las niñas. De acuerdo con los análisis que figuran en el Informe de Seguimiento, en Africa Septentrional y Asia Occidental, las diferencias son aún mayores entre la población más pobre de la región: solo 85 niñas por cada 100 niños en edad de cursar el primer ciclo de educación secundaria asisten a la escuela. Entre los que tienen edad de cursar el segundo ciclo de secundaria, solo 77 de las niñas más pobres por cada 100 de los niños más pobres asisten a la escuela.

Fuente: http://www.lacapital.com.ar/el-drama-los-chicos-excluidos-la-educacion-n1195536

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Entrevista a Ana Urgoiti: “El tema de género siempre ha estado ahí, pero no visible ni completamente bien entendido»

10 Julio 2016/Fuente:Iecah/Autor: Victoria Silva Sanchez

Ana Urgoiti es posgraduada en Derecho Internacional Público, con estudios complementarios de acción humanitaria, desarrollo y género. Tiene una consolidada trayectoria en docencia sobre cooperación internacional, acción humanitaria, evaluaciones y, en particular, sobre el proyecto Esfera, siendo una de las 10 formadoras internacionales de este proyecto. Ha impartido formaciones para diversas universidades y entidades nacionales e internacionales, entre las que se encuentran ECHO, UNFPA, UNESCO, FAO, PMA, Cruz Roja, Oxfam, entre otras. También ha realizado evaluaciones externas de proyectos para ONGD.

¿Cuáles son los mayores obstáculos para la integración del enfoque de género?

Existen obstáculos a dos niveles. Hoy por hoy, creo que siguen existiendo muchos mitos en el sector humanitario. Se identifica esta cuestión con algo relativo exclusivamente a mujeres. Por tanto, sólo mujeres trabajadoras humanitarias se acercan al tema de manera voluntaria y cuesta mucho atreaer a los hombres humanitarios. No hay más que ver quiénes son «gender focal point» o «gender advisor» en el sector. Así, también a la hora de realizar proyectos, esta identificación lleva a que trabajar con mujeres beneficiarias sea ya algo que «calma» las conciencias porque «ya hacemos género».

Y, a nivel operativo, la falta de acceso en el momento de la emergencia es un obstáculo claro en emergencias de tracto rápido; pero también veo la falta de comprensión de cómo la mayor parte de la información que necesitamos para incorporar el enfoque de género en la respuesta de emergencia puede y debe recabarse antes de la crisis, aprovechando los proyectos de desarrollo, de gestión de riesgos… «No necesito esperar a que explote el volcán para averiguar los roles de género o las dinámicas de poder en una comunidad».

Una de las herramientas fundamentales para la integración del enfoque de género en el trabajo humanitario es el Marcador de Género y Edad de ECHO. Este marcador permite monitorear la integración del enfoque de género no sólo en el diseño del proyecto sino a lo largo de la implementación y evaluación final. ¿Podrías explicarnos más detenidamente cómo funciona esta herramienta?

Es un intento de poner las cuestiones de género y edad en el diálogo humanitario entre donante y organización socia para mejorar la calidad de la acción humanitaria. Se plantea de manera colaborativa, dando a la organización socia la posibilidad de poner una «nota» a su propuesta según la sensibilidad a cuestiones de género y edad en base a 4 criterios de calidad: análisis de género y edad; asistencia adaptada a las diferentes necesidades y capacidades; efectos negativos y participación adecuada.

Los oficiales de ECHO valoran esa nota y si no están de acuerdo la modificarán informando al socio de la nota dada. Además, en este momento de la propuesta, la intervención humanitaria recibirá una nota en el momento de la ejecución y seguimiento, y una nota final acorde con la información contenida en el informe final. La idea es que la nota refleje la realidad de la intervención y no tanto lo que se dice en la propuesta, pues todos sabemos que no es tan dificil escribir propuestas «bonitas».

Lo importante de herramientas como éstas es su plasmación a la hora de llevar a cabo los proyectos en el terreno. ¿Cómo está impactando el uso del Marcador en la mejora de la calidad y la eficacia de la acción humanitaria?

Todavía es pronto para decirlo porque el Marcador empezó a ser obligatorio en julio de 2014 y no hay muchas intervenciones que hayan pasado ya por los tres momentos de marcación. Se han analizado 27 hasta el momento y las conclusiones no pueden ser representativas, pues más bien lo que ECHO está haciendo es considerar estos resultados como posible línea de base para comparar en el futuro cercano.

El consorcio Inspire está compuesto por GPPi, Groupe URD y el IECAH y se dedica a asesorar a la DG ECHO en materia de acción humanitaria. Tú has trabajado asesorando sobre género. ¿Podrías contarnos cómo se ha desarrollado esta labor?

Estuve trabajando con personal de GPPi y de ECHO en el momento en el que el Marcador llegaba a su versión borrador, y pude participar en misiones en el terreno para pilotar esta herramienta. En concreto, estuve en Colombia con personal de ECHO y de organizaciones socias que se prestaron voluntarias para probar el Marcador. En esa época, esta herramienta era algo diferente, pues aún se intentaba incorporar algún otro factor de diversidad y la manera de anotar era más complicada, con una escala con decimales. Vimos que era demasiado y de la experiencia de esas misiones en terreno se decidió el diseño final tal y como se conoce hoy.

Una vez la herramienta estuvo terminada, trabajamos asesorando a los responsables de modificar la Single Form de ECHO para que la nueva versión facilitara a las organizaciones informar sobre las cuestiones que se necesitan para marcar.

Y la última etapa fue ya en solitario diseñando la formación que acompaña al Marcador desde diciembre de 2013; una formación que ha ido adaptándose a las necesidades de aprendizaje que íbamos detectando tanto en personal de ECHO en Bruselas y en terreno, como del personal de la organizaciones socias.

También soy una de las dos formadoras que está recorriendo el mundo haciendo los talleres en las oficians regionales de ECHO para su propio personal y organizaciones socias. En concreto, respondo a esta entrevista desde el taller que estamos haciendo en Senegal con personas basadas en 6 países diferentes trabajando para ECHO y 11 de sus organizaciones socias.

Para terminar esta entrevista, ¿qué podemos esperar en los próximos años en cuanto a la integración del enfoque de género? ¿Qué retos se presentan de cara a una mejor incorporación el enfoque de género en la acción humanitaria?

Creo que el tema de género siempre ha estado ahí, pero no visible ni sistematizado ni completamente bien entendido. Pero, al menos el empuje y liderazgo de un donante tan importante (por volumen de fondos y por su posición) como ECHO, va a visibilizar este tema. No es posible responder bien si no se analizan de forma adecuada las dinámicas de género; no es posible ofrecer una respuesta adecuada si no conocemos las diferentes necesidades y capacidades. Por tanto, no es posible lograr una mayor eficacia de la ayuda.

Los retos ahora son las decisiones institucionales de gran altura que deben hacer algunas organizaciones para incorporar este enfoque no sólo en sus proyectos sino creérselo realmente y vivirlo organizacionalmente. No podemos hacer proyectos con enfoque de género y al mismo tiempo pagar menos a una consultora que a un consultor por el mismo trabajo; no podemos hacer proyectos de género y que el responsable de recursos humanos de tu organización te escriba un mail diciendo que soluciones tu problema de visado «usando tu encantadora sonrisa»… Realmente, creo que el mayor desafío en el sector español pasa por un repensar el tema a nivel organizacional y practicar con el ejemplo.

Fuente de la entrevista: http://www.iecah.org/index.php/entrevistas/2930-ana-urgoiti-el-tema-de-genero-siempre-ha-estado-ahi-pero-no-visible-ni-completamente-bien-entendidoq

Fuente de la imagen: http://www.iecah.org/images/stories/articulos/A_Urgoiti.jpg

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Poner fin a la pobreza significa cerrar las brechas que existen entre las mujeres y los hombres

Por. Sri Mulyani Indrawati.

Por primera vez en la historia, la cantidad de personas que viven en extrema pobreza ha bajado a menos del 10 %. El mundo nunca ha tenido metas tan ambiciosas en materia de desarrollo como sucede hoy. Luego de la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático a fines de 2015, la comunidad mundial está ahora evaluando las mejores y más eficaces vías de alcanzar estos hitos. En esta serie de cinco partes, me referiré a lo que el Grupo Banco Mundial está haciendo y lo que estamos planeando realizar en áreas clave que son cruciales para poner fin a la pobreza a más tardar en 2030: buen gobierno, igualdad de género, conflicto y fragilidad, creación de empleos y, por último, prevención y adaptación al cambio climático.

En 2016, el mundo es un lugar mejor para las mujeres y las niñas que hace una década. Pero no para todas, y definitivamente no en todos los lugares: esto es especialmente cierto en los países más frágiles y más pobres (i) del mundo.

Es también particularmente cierto en lo que se refiere a las oportunidades económicas de las mujeres. Las diferencias de género en la fuerza laboral, los negocios y el acceso a los servicios financieros no solo frenan a las personas sino también a las economías en general, en una época cuando necesitamos mucho impulsar el crecimiento y crear nuevos empleos en todo el mundo.

Algunas soluciones para este problema son simples y otras más complejas, pero todas requieren una mayor inversión para aumentar las tasas de matrícula escolar y de terminación de la educación, reducir las muertes durante el parto, y permitir que más mujeres consigan buenos trabajos y tengan acceso a servicios y activos financieros.

La nueva estrategia para la igualdad de género (i) del Grupo Banco Mundial traza un ambicioso camino en esa dirección al centrarse en enfoques e intervenciones que logren resultados concretos. Nuestra estrategia se basa en un conjunto de datos y pruebas —recopilados en su mayoría durante la última década y media— que apunta hacia medidas normativas específicas para cerrar las brechas y aumentar la igualdad de oportunidades para todos.

En primer lugar, necesitamos asegurarnos que las mujeres vivan más tiempo y en mejores condiciones de salud, y que una mayor cantidad de niñas reciban la educación que desean y necesitan. Sin embargo, en los países más pobres la mortalidad materna sigue siendo inaceptablemente alta y, al mismo tiempo, muchas mujeres aún carecen de acceso a servicios básicos de salud reproductiva. A pesar de algunos considerables avances, una cifra estimada de 62 millones de niñas no asisten a la escuela (i) en el mundo y un número inadmisible de mujeres todavía muere a diario e innecesariamente al dar a luz o por causas relacionadas con el parto.

La iniciativa del Banco Mundial en el Sahel, (i) una de las regiones más pobres y frágiles en el mundo, tiene como objetivo mejorar el acceso de las mujeres a servicios de salud materna y reproductiva. Estamos también invirtiendo más en la educación de las niñas, y tenemos previsto destinar USD 2500 millones en los próximos cinco años para beneficiar directamente a las adolescentes, quienes con frecuencia no pueden hacer la transición de la escuela al empleo productivo.

La segunda área que requiere nuestra atención es cerrar las disparidades en las oportunidades económicas. A nivel mundial, la participación femenina en la fuerza laboral se ha estancado e incluso ha disminuido levemente en algunos lugares. Las mujeres siguen teniendo la mitad de probabilidades de ocupar empleos remunerados de tiempo completo que los hombres. Aquellas que trabajan y reciben un salario ganan un tercio menos que los hombres, en parte como resultado de la segregación laboral en función del sexo.

Nuestra Iniciativa para las Niñas Adolescentes (i) ensayó y evaluó de manera rigurosa intervenciones innovadoras que incluyeron capacitación en técnicas de desarrollo de negocios, capacitación técnica y profesional con hincapié en especialidades para las que hay una demanda elevada, y capacitación de preparación para la vida. En Liberia, por ejemplo, se capacitaron alrededor de 2500 mujeres jóvenes, poniéndose énfasis en la inserción laboral y el apoyo de seguimiento. Durante el proyecto, el empleo subió en un 47 %, en tanto que los ingresos aumentaron en un 80 %.

Lo tercero es mejorar el acceso a los servicios financieros. En muchos países, las mujeres enfrentan obstáculos sociales y legales que les impiden poseer o heredar bienes, abrir cuentas bancarias o acceder a préstamos por sí mismas. Generalmente, las empresas propiedad de mujeres son más pequeñas, tienes menos empleados, y es más probable que funcionen en el hogar. Se calcula que la falta de crédito para empresas pequeñas y medianas queson propiedad de mujeres llega a alrededor de USD 300 000 millones a nivel mundial. Y la disparidad de género en la titularidad de cuentas tampoco disminuye. En 2014, el 58 % de las mujeres tenía una cuenta en comparación con el 65 % de los hombres, es decir una diferencia de 7 %.

Con el fin de ayudar a las mujeres empresarias en Etiopía, desembolsamos USD 22 millones en préstamos para emprendedoras en 2014. La tasa de reembolso llegó a un asombroso 99,6 %.

Por último, necesitamos promover políticas y reformas que den mayor voz y participación a las mujeres en el hogar y en la sociedad. Para esto se necesitan medidas orientadas a cambiar las leyes y las normas sociales. Y los hombres y los niños varones deben ser parte de ello.

Se registran algunas buenas noticias: hay más escaños parlamentarios ocupados por mujeres que nunca, al tiempo que nuestra investigación (i) señala que 127 economías tienen ahora leyes contra la violencia doméstica, las cuales prácticamente no existían hace 25 años. Sin embargo, el 90 % de las economías incluidas en nuestro estudio, (i) que abarca economías desarrolladas y en desarrollo, tiene al menos una norma que obstaculiza las oportunidades económicas de las mujeres. En 100 economías, no se les permite trabajar como conductores de camiones, plomeros, carpinteros, soldadores y marineros.

Enfrentar la epidemia mundial de la violencia de género es fundamental. El Grupo Banco Mundial respalda programas destinados a reducir y dar respuesta a la violencia, mejorar la seguridad y la protección de las mujeres en los sistemas de transporte público y en el lugar de trabajo. Y formulamos enfoques relacionados con la salud y los medios de subsistencia de las mujeres en zonas de conflicto, quienes corren el riesgo de sufrir el desplazamiento, abusos sexuales y violencia. También intercambiamos las mejores prácticas con otras organizaciones de desarrollo sobre cómo integrar la prevención y la respuesta a la violencia en sus actividades, y promovemos la innovación en este ámbito.

La falta de datos sobre lo que sabemos de las mujeres y las niñas es enorme, especialmente en los países más pobres. Esto dificulta aún más el diagnóstico de los problemas, el diseño de las soluciones y la evaluación de los avances. El Grupo Banco Mundial trabaja con organismos de las Naciones Unidas y otros asociados para abordar esta carencia de datos en temas como estadísticas vitales, propiedad de bienes, utilización del tiempo, empleo, salud, bienestar social y uso de los servicios financieros.

Las deficiencias en los datos son especialmente agudas en los países más pobres del mundo donde una mayor igualdad de las mujeres y las niñas tendrá un impacto crucial en la pobreza. Otras iniciativas en materia de datos (i) incluyen el informe Mujeres, empresas y el derecho, (i) el informe Global Findex, (i) la nueva iniciativa Identificación para el Desarrollo (IDpD), (i) y el respaldo al sector privado en la recopilación de datos desglosados por sexo.

Inversiones inteligentes y políticas acertadas que promuevan la igualdad de género constituirán un cambio en las reglas de juego para construir un mundo más resiliente, pacífico y próspero. Sabemos mucho más acerca de las medidas que dan resultado para lograr nuestros objetivos, y el Grupo Banco Mundial tiene la determinación y está listo para trabajar con sus asociados con el fin de conseguirlo.

Este artículo fue publicado originalmente en The Huffington Post. (i)

 Originalmente publicado en: http://blogs.worldbank.org/voices/es/ending-poverty-means-closing-gaps-between-women-and-men
 Imagen: https://blogs.worldbank.org/voices/files/voices/sm2_0.jpg
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