Por: Yolanda Quiroga.
La educación es la única herramienta para lograr un pleno desarrollo del potencial humano. Es la única capaz de acortar la brecha a quien accede a un entorno que favorezca e impulse su pleno desarrollo personal. Es difícil hablar de educación en este escenario donde está tan devaluada y carente de ser una política de Estado como lo especifica la Ley Nacional de Educación Número 26.206-Artíc 3- «La educación es una Prioridad Nacional y se constituye en política de Estado».
Así planteado este escenario, el término valores, ha sido desvirtuado y se ha utilizado indiscriminadamente, sin tener en cuenta la verdadera magnitud y trascendencia del mismo. Ciertamente, vivimos en una sociedad que muestra un franco deterioro en la capacidad de convivencia entre seres humanos. Todo se valida en las distintas formas de actuar en todos los ámbitos. Aún utilizando el llamado «Lenguaje inclusivo» (reemplazo de letras que le dan género a las palabras ej. todes = todos, diputades = diputados se cambian los pronombres ellos por elles, letras utilizan @) todo, ajeno a nuestro ricos giros idiomáticos. Esto también se manifiesta más allá de la preparación cultural de los individuos y en sus diferentes roles. Desafortunadamente en la actualidad no se les concede a los valores la importancia que realmente tienen. Muchos medios televisivos no son ejemplos de contenido, ni actitudes de sus conductores y animadores.
Uno de los síntomas de la sociedad contemporánea es el deterioro de la moral, manifestado por un cambio progresivo consistente en la aceptación de opciones, que en otros tiempos, fueron considerados como delictivos por el común sentido moral. Podríamos decir que estos valores «tradicionales» forjan nuestra nacionalidad y cultura como educación, libertad, honestidad, patriotismo, respeto a los demás, solidaridad, paz, empatía y otros. Sólo la escuela, permanece valorada.
Cabe pensar en la familia, primera educadora en la adquisición de valores. Ellos se adquieren con el ejemplo. La familia estimula las primeras relaciones y la escuela contribuye a la educación moral como socialización, trasmite normas y significación de valores que se consideran positivos. Por ello, el docente debe conocer a sus alumnos para que con respeto puedan reflexionar sobre la dinámica de vida social.
Lo importante es el ejemplo que dan los padres a sus hijos en su forma de relacionarse con los otros, los maestros, los políticos, los medios.
Cabe señalar que la imitación, no es el único mecanismo de aprendizaje que tienen los niños, es el primero y sienta las bases para el futuro. El hecho de vivir en sociedad, nos lleva a desarrollar otros valores considerados sociales. Ella, basada en individuos con valores, es la llave para una convivencia sana.
Fuente del artículo: https://www.diariodecuyo.com.ar/columnasdeopinion/La-transmision-de-valores-20181012-0060.html