Manuel Gordillo, más conocido en las redes sociales como ‘El Profe Manolo’, se ha hecho famoso por los originales deberes que pone a sus estudiantes de cara al verano, llenos de diversión. Después de recopilarlos en un cuaderno de actividades, nos cuenta por qué aboga por ellos en su clase y por qué cree que son una vía para desarrollar la educación emocional.
El curso pasado, una madre decidió compartir en internet la lista de deberes que el profesor de su hijo les había mandado para las vacaciones de verano. Su contenido hizo que en pocas horas se convirtieran en virales y, con ellas, su autor: Manuel Gordillo o ‘El Profe Manolo’, como se le conoce en las redes sociales. Docente del CEIP Beatriz Galindo (Bollullos de la Mitación, Sevilla), ha recopilado todas las tareas en un libro llamado ‘Deberes de vida’. En él propone a pequeños y adultos ver amanecer, disfrutar de las estrellas, cuidar de una planta o hacer, al menos, dos amigos nuevos durante el verano. En esta entrevista nos cuenta las razones y objetivos que persigue este particular método de repaso y por qué cree que aprendemos mejor divirtiéndonos y jugando.
Pregunta: ¿Cómo es una clase del ‘profe Manolo’?
Respuesta: Considero que el sentido del humor es básico para conectar y captar la atención de los estudiantes, así que siempre intento que sea divertida: aprendemos mejor divirtiéndonos y jugando. Creo que es fundamental conocer sus experiencias previas, intereses o expectativas sobre el tema que hay que enseñar, con el fin de despertar su curiosidad. También intento que sea lo más activa posible haciendo las cosas ‘tangibles’: investigamos, nos manchamos, trasteamos y, sobre todo, nos equivocamos mucho.
P: ¿A favor o en contra de los deberes?
R: Los estudiantes pasan demasiado tiempo en el aula y su tiempo extraescolar deberían dedicarlo a otras cosas, ya que en clase el docente puede guiar el proceso de aprendizaje directamente. Pero es cierto que existen algunos estudiantes que si no aprovechan lo suficiente el tiempo en clase o si necesitan un refuerzo puntual llevarán tarea para casa. Eso sí, por lo general suelo recurrir a deberes de investigación, trabajo en equipo, juegos online… es decir, actividades que tengan cierto carácter atractivo para ellos ya que, de lo contrario, lo verán como un castigo y generarán una actitud negativa hacia el aprendizaje.
P: ¿Por qué de tu lista de deberes ‘deben hacerse al menos la mitad’?
R: Básicamente pensé en las circunstancias personales de cualquiera de mis estudiantes. Era posible que alguno no pudiera viajar, ir a la playa o hacer cualquier tarea indicada. Además, también me parece adecuado dar margen a la elección individual. Pese a ello, he de decir que todos los hicieron casi todos.
P: ¿Qué podemos aprender los adultos de los deberes que propones en este libro?
R: Más que aprender, pretendo que recuperen los estímulos que tuvieron en su infancia y que hoy en día se están perdiendo y se los transmitan a sus hijos y nietos. También pretendía demostrar que se pueden repasar contenidos vistos durante el curso escolar de una manera entretenida y lúdica.
P: ¿Todas las actividades están diseñadas para que los estudiantes se diviertan mientras aprenden contenidos curriculares?
R: Creo firmemente que los docentes deberíamos intentar acercar los contenidos en la medida de lo posible al juego, la curiosidad y la experiencia directa y práctica. Por eso, diseñé estas actividades con el fin de que los estudiantes desarrollen la motivación, la diversión, la educación emocional y disfruten de la naturaleza mientras reflexionan.
“Los docentes deberíamos intentar acercar los contenidos al juego”
P: Las actividades que realizáis en clase durante el curso escolar, ¿están también relacionadas con este tipo de tareas?
R: Hay relación en tanto que las diseñamos en torno a los intereses del alumnado. La principal idea es hacerles sentir cómodos frente al error y aceptados en el grupo. Para conseguirlo, dialogamos y aprendemos juntos. He comprobado que de esta manera hay una mayor predisposición al trabajo, a la participación y a la mejora, además de un ambiente y convivencia más positivos.
P: El curso pasado llevaste a cabo la misma propuesta. ¿Qué resultados apreciaste con la vuelta al cole?
R: La viralidad de la lista en redes –que fue apabullante– nos sirvió como recurso para analizar el fenómeno que habíamos conseguido: pasó de ser algo nuestro a algo de todo el mundo. Respecto a los resultados, tengo que destacar la reacción positiva y el apoyo en el ámbito familiar. Con esta actividad hemos demostrado que cuando la escuela y la familia van de la mano, repercute de forma positiva en los resultados académicos.
P: ¿De qué manera aprenden tus estudiantes los contenidos curriculares?
R: Creo que hay un poco de todo. Una combinación adecuada y equilibrada de recursos. Para cualquier contenido curricular puedes trabajar con lo más interesante del libro de texto, buscar recursos online y audiovisuales, proponer algún debate o algún trabajo cooperativo, hacer alguna salida o invitar a algún estudiante que se prepare el tema. Busco lo mejor que cada recurso puede ofrecerme para tener variedad, motivación y llegar a donde queremos de forma activa y dinámica. Es cierto que no suelo seguir el modelo editorial, ya que prefiero trabajar de forma continua o más competencial, en lugar de pasar puntualmente por los contenidos. Un ejemplo: en Lengua tengo sesiones semanales de expresión oral, taller de escritura, comprensión lectora… Y desde ese ámbito voy abordando sistemáticamente la propuesta curricular pertinente. Sin duda, los resultados acompañan.
P: ¿Crees que en la escuela deberían fomentarse más las actividades relacionadas con los valores y las emociones?
R: Creo firmemente que desarrollar una base emocional y de valores fuerte conforma los mejores cimientos sobre los que trabajar competencias y contenidos. La autoestima, socialización, saber escuchar, aprender a aprender y a equivocarse, la asertividad, saber argumentar las ideas propias, la creatividad, sentirse querido y aceptado, la meditación… De momento somos muchos los profesionales que las trabajamos con cierto voluntarismo, en un plano relegado al currículo y de manera no siempre sistematizada ni con una formación adecuada.