El futuro la universidad y la cooperación internacional

Por: Freddy Angel Castro Díaz 

Las universidades deben revisar profundamente su política de apoyo a la movilidad de estudiantes y personal docente.

En el  artículo anterior abordé  sobre el futuro de las universidades de manera general, terminé afirmando  que las potencialidades disruptivas de los procesos en la educación superior son irresistibles e inevitables. Además agregué que el futuro de las universidades  es la visión  4.0, y redefinir el aula diciendo: Que esta es el espacio desde donde, los alumnos pueden conectarse para la docencia virtual.

Un objetivo importante de la universidad  es su internacionalización, marcado por necesidad de recibir financiamiento  de agencias, empresas , gobiernos  e instituciones. La cooperación puede clasificarse en educación  universitaria, para el desarrollo socioeconómico, la  científico-técnica, la educativo-cultural y  universitaria ambiental.

En los últimos 5 años la cooperación hacia nuestro país alcanzó más de cincuenta mil millones de pesos. Recientemente el gobierno dominicano firmó un acuerdo de cooperación   donde la EE.UU, donan US$251 millones de dólares  a través de Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), para diversos proyectos  en materia de   seguridad, inclusión, transparencia y gobernanza. El principal objetivo de esta donación, es  para una reforma de políticas y una gobernanza efectiva, centrada en transparencia, rendición de cuentas, equidad y protección social y ambiental

Hoy los cambios son tan dramáticos que empresas como: Google o Facebook, están soslayando el curricular  como tal, enfocados más bien en la potencialidad del talento, proyectando la innovación y los cambios de las empresas.

Los planes de estudios deben  responden a una inserción internacional y la demanda de los mercados laborales. Hoy los doctorados y postdoctorados son muy bueno para satisfacer los egos individuales de los adquirientes y en sociedades donde la pobreza es la mayor a nivel regional. Esto no servirá de nada, si no  están acompañados, de  invocaciones, acuerdos en asociaciones colaborativas en el plano internacional, enfocado en la relación empresa -universidad , universidad- empresa.

Para lograr estos resultados  las universidades deben desarrollar estrategias de internalización de planes de estudios; esto pasa por los sistemas de acreditación, la validación internacional de las agencias acreditadoras, responsables de valor la calidad, la competencia y la eficiencia de la oferta académica.

Las universidades deben revisar  profundamente su política de apoyo a la movilidad de estudiantes y personal docente; las investigaciones colaborativas, programas de intercambios académicos, movilidades salientes y entrantes y becas internacionales.

Para alcanzar estos objetivos es necesario la formulación de políticas claras sostenibilidad en el tiempo, procurado resultados tangibles. Para esos es necesario modernizar las estructuras ancladas en el pasado.

En el caso de la universidad  pública más importante del país tiene un importante nicho, en  los Estados Unidos, donde se existe una  masa concentrada de  migración  de  nuestro país, ese nicho tiene diferentes variables  que puede ser aprovechas.

Esa línea de colaboración tendrá que venir con acompañamiento de las áreas  de investigación, pues, estará sumamente demanda para  los nuevos productos  de construcción curricular basado en la cuarta  revolución. El nuevo currículo universitario, las competencias de los facilitadores y  el  más importante  de los cursos humanos, el humano.

Redefinir el futuro de las universidades no solo pasa por comprender los cambios constantes de los modelos educativos, también un mayor acceso al financiamiento internacional, a las donaciones y a la obtención de recursos fruto de las patentes de invención ; para eso tenemos que realizar el cambio del modelo.

Hay una oportunidad para hacerlo, una reingeniería interna basada en la eficiencia, la calidad y la competencia, con los acompañamientos externos necesarios. Este es el camino menos doloroso y menos traumático. El otro sería un choque externo, ante la obsolescencia  disruptiva  de la universidad de futuro, que tiene una oportunidad en la cooperación internacional para el desarrollo.

No estoy seguro del camino que vendrá, pero de lo que sí estoy seguro, es que el tiempo se acaba, ese, el  implacable. El que paso.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/el-futuro-la-universidad-y-la-cooperacion-internacional-8971014.html

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Educadores, ¿seguro?, a distancia (13,2)

Lorenzo García Aretio

Educadores, profesores, docentes, decentes y profesionales de la educación y la formación, también a distancia. El logro de aprendizajes valiosos y coadyuvantes al pleno desarrollo humano es objeto de cualquier acción formativa que se precie, sea ésta presencial o adistancia, y los docentes, formadores o profesores tienen, tenemos, la misión de ayudar, guiar, dirigir, orientar… a otros en ese proceso de desarrollo personal y logro de autonomía en que se configura la educación.

¿Y esto puede lograrse también a distancia?, ¿o al hacerlo así quedamos en mera instrucción o enseñanza?, ¿con esta modalidad, nos limitamos a la transmisión de informaciones y conocimientos?, ¿o, por el contrario, nos esforzamos en enseñar a interpretarlos, organizarlos, sistematizarlos, asimilarlos, utilizarlos, producirlos, etc.?, ¿y ello mediante acciones docentes individuales o compartidas?

Entendemos que todo profesor tiene influencia (educativa o deseducativa) sobre sus alumnos, sea de manera consciente o inconsciente, sea a través de sus gestos percibidos cara a cara o por sistemas audiovisuales clásicos o digitales, de su palabra oral o escrita, de sus silencios, elecciones y toma de decisiones.

No descubrimos nada al afirmar que no resulta imprescindible para educar el que exista una relación presencial docente-alumno, al margen de los beneficios innegables que este tipo de interacción puede generar en contextos educativos. El profesor educa enseñando, forma instruyendo, modela interviniendo, genera, en fin, aprendizajes en el otro dirigidos a potenciar su desarrollo como persona y su integración plena en la naturaleza y en esta sociedad del conocimiento y del aprendizaje que le toca vivir. Y ese es objetivo básico de toda educación.

Educar, desde la perspectiva docente, no es, no debe ser, meramente enseñar, no es, no debe ser, sólo saber (aunque sea mucho) de lo que se desea o se debe enseñar. Educar, desde la perspectiva docente es, debe ser, sin embargo, empeñarse en que el otro adquiera conocimientos, habilidades, actitudes y, cómo no, aprenda a aprenderlos por sí mismo. Y ese empeño debe ser actitud propia y necesaria de la figura del docente, pero no de un docente cualquiera. Se hace necesario un docente profesional comprometido y que en el campo que nos ocupa, de la educación a distancia:

  • Sabe lo que supone su misión y tarea como profesor o tutor, así como el ámbito propio y los límites de su actuación (compromiso laboral).
  • Conoce bien, domina, aquello que pretende enseñar (compromiso científico).
  • Sabe cómo enseñar a distancia, de acuerdo con los recursos tecnológicos disponibles por su parte y la de los alumnos (compromiso pedagógico/didáctico).
  • Entiende cómo puede y debe relacionarse y tratar al que (a los que) aprende(n) (compromiso pedagógico/comunicacional).
  • Muestra habilidades para la aplicación de las tecnologías a los procesos de enseñanza/aprendizaje (compromiso tecnológico).
  • Comparte su pensamiento y acción docente con los otros miembros del equipo docente (compromiso colaborativo).
  • Se empeña en una permanente actualización profesional (compromiso formativo).
  • Muestra una incuestionable actitud ética en toda su actividad educadora (compromiso deontológico).
  • Investiga e innova para la mejora de su docencia (compromisos investigador/innovador)

Sobre estos compromisos volveremos en una futura entrada de este blog. Pero si a un docente ordinario de un sistema de educación presencial nunca se dudó que deben exigírseles compromisos similares, resulta obvio que al profesor, docente, formador, tutor, facilitador, asesor, orientador, guía, maestro, etc., que desarrolla su actividad en un curso, programa, institución o sistema de educación a distancia, deben exigírseles en el mismo grado, ¿o a éstos no?.

Ello supondrá un gran esfuerzo de profesionalización en los ámbitos clásicos de conocimientos, competencias y actitudes relacionados con esta diferente modalidad educativa, que sin duda es también, y por eso (por ser educativa), una modalidad de enseñanza, de aprendizaje, de formación, de desarrollo humano, etc.

Dicho lo que precede, y conscientes de las diferentes denominaciones que se asignan a la modalidad, afirmamos que no nos duelen prendas al nombrarla como educación (sí, educación) a distancia.  Entendemos que con estas líneas pueden quedar marcadas algunas bases que afectan a la importante tarea del docente/educador dentro de estas propuestas no presenciales.
Citar así esta entrada:
García Aretio, L. (23/01/2013). Educadores, ¿seguro?, a distancia (13,2). Contextos universitarios mediados. (ISSN: 2340-552X). Recuperado dehttps://aretio.hypotheses.org/499.
Fuente: https://aretio.hypotheses.org/499
Imagen tomada de: http://grancanaria.formacioncip.com/wp-content/uploads/2015/06/cursos-en-activo-docencia-virtual-lpa.jpg
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