No más flojera ni indiferencia en la educación

Autor: Daniel Mera Villamizar 

Tres ideas para un cambio cultural  en la sociedad desde la gratuidad y la alimentación escolar.

Parece que no nos hemos percatado bien del giro ideológico y cultural que necesita nuestro país en distintos ámbitos.

Esta semana se realizó el muy productivo taller del Ministerio de Educación y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID,  “¿Cómo garantizar una Educación Preescolar, Básica y Media de Calidad durante los próximos años? Sistema de financiamiento y modelo de gestión de la educación”,  y la pregunta que me hacía era:  ¿cuál es el sustrato cultural que permitirá las soluciones para estos problemas?

Hay acuerdo técnico sobre reformas necesarias cuya aprobación e implementación se consideran poco viables por el clima político y social del sector. Lo que casi no se discute es cómo este clima podría ser cambiado por algunas reformas que no están siendo consideradas, justamente por la falta del giro ideológico.

En realidad, la educación está reflejando la indefinición del proyecto de sociedad.  Si este le imprimiera carácter a la educación, muchos comportamientos en las instituciones y comunidades educativas cambiarían, pero para eso se necesita un proyecto de sociedad definido, con carácter.

Hoy somos una sociedad con un Estado que prohíbe en vez de estimular la contribución de los padres de familia a las instituciones educativas públicas, que se deterioran ante sus ojos.

Hoy somos  una sociedad en la que cada vez más hay padres de familia que quieren que el gobierno les pague por matricular sus hijos en el colegio.

Hoy somos una sociedad en la que los padres de familia toleran que los políticos se roben los recursos de la comida de sus hijos.

Hoy somos una sociedad en la que la educación aburre a los niños, no les  fomenta el espíritu de superación ni la creatividad, sino que les admite la flojera y gradúa a decenas de miles siendo analfabetas funcionales.

Hoy la forma más reveladora de saber que tenemos un proyecto de sociedad mediocre es observar agudamente lo que pasa en la educación.  Hay que crear otro clima de principios, valores e ideales en la educación desde las políticas de la nación.

El giro que comparto se reflejaría así: i) introducir en la gratuidad el principio de “si usted puede colaborar con la institución educativa de sus hijos, colabore”. Por cada peso que pongan voluntariamente los padres de familia, el Estado aportará adicional a lo previsto para fomentar la corresponsabilidad.

ii) el Programa de Alimentación Escolar transferiría los recursos por estudiante a la institución educativa, no a las entidades territoriales,  y sería la comunidad de padres y madres de familia la garante participativa del nuevo diseño bajo un propósito de sociedad de Alimentación Saludable.  Ver mi columna Alimentación escolar: ¿robaríanmás los rectores y las madres de familia?

iii) 100.000 niños accionistas y emprendedores. Adoptar el propósito de sociedad a 5 años de promover  e identificar en quinto de primaria a aquellos niños a quienes darles una acción de una gran empresa puede afianzar su espíritu soñador y mente creativa  usando un lineamiento curricular transversal en la secundaria.

Una sociedad que convierta a 100 mil niños en accionistas y los cultive probablemente llegue a una mejor versión del capitalismo y a un nivel de equidad social que no conocemos.  Es urgente. El largo plazo ya está aquí y nos carcome la flojera.

Fuente del Artículo:

https://www.elespectador.com/opinion/no-mas-flojera-ni-indiferencia-en-la-educacion-columna-744863

Fuente de la Imagen:

Un problema más de la educación en Colombia

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Mujica y la otra cultura

Por: Pedro Echeverría
1. He escuchado en estos días a un par de jóvenes marxistas: Diana Fuente y Gerardo de la Fuente, en un programa de conferencias del Buzón Ciudadano en la CDMX, y me he topado el día de hoy con declaraciones de José Mujica, hoy ex/presidente de Uruguay, que con mucho interés he venido escuchando en los años recientes. Como seguidor del anarcomarxismo mantengo enormes coincidencias con los libertarios y con miles que piensan así, pero mi bronca ha sido siempre: ¿Cómo carajos organizarnos, salir a la calle, realizar acciones que paralicen a la clase dominante y la obliguen a renunciar y, de ser posible, llevarla a la cárcel u obligarla al exilio?

2. Los conferencistas Diana y Gerardo han sido muy claros en sus exposiciones acerca del primer tomo de El Capital de Marx en lo relativo al “fetichismo de la mercancía”. Siguiendo con precisión al pensador del siglo XIX y a algunos de sus seguidores, analizan a fondo el papel de la mercancía en la sociedad capitalista y cómo todo “valor de uso” se ha convertido en “valor de cambio” que ha enfermado a todos los seres humanos que no pueden vivir sin comprar, sin consumir, como una forma de matar su soledad y su falta de perspectivas vitales. Por ello ha dicho el expresidente de Uruguay que “El cambio real es el cambio cultural, ese es el verdadero cambio, y el más difícil, no el cambio material”.

3. Tiene toda la razón Mujica, así como la misma Diana y Gerardo: de muy poco serviría que el pueblo sacara a patadas del poder a sus explotadores y los pusiera en la cárcel si aún sigue pensando como lo hacen los capitalistas: en el poder de dominación, en el individualismo y la competencia; en tener dinero para comprar, para multiplicar o para acumular; en crear otra Estado para aplastar a quienes piensen diferente. Si no piensa en el trabajo colectivo, en la organización comunitaria, en aprender a resolver sus problemas tomando en cuenta a los demás, entonces nada cambiaría; sólo esperaríamos que se repita la sociedad que combatimos.

4. Señala el viejo tupamaro Mújica: “Si no cuidan los partidos y echan pa’ fuera a la nomenclatura, a la gente que le gusta mucho la plata, estamos fritos”. Los argentinos y uruguayos llaman plata al dinero, al capital. Mujica piensa en partidos porque no sabe que en México están absolutamente al servicio del poder y, con excepción de uno o dos, todos los partidos sólo piensan en “la plata”, en gigantescos salarios y negocios para los políticos. Mujica dona el 90 por ciento de su salario porque como dice: ““Gano más de lo que necesito, para mí esto no es un deber”. Vive con su esposa en la misma pequeña casa y aún se transporta en su viejo Volkswagen.

5. El México ningún maldito funcionario (del presidente para abajo) o empresario dona nada. Hay que obligarlos por decreto a entregar un 50 por ciento o de plano arrebatárselos. Cobran 500 mil pesos o más cada mes (300 o 400 salarios mínimos). ¿Se imagina el pueblo cuantos millones de millones habría mensualmente en México si se obligara a los malditos políticos y empresarios a entregar la mitad de sus ingresos a la tesorería de la federación? ¿Se imagina que a los ladrones presidentes, secretarios de Estado, gobernadores, y muchos más se les obligara a devolver lo robado, incluso sin que pisen la cárcel? Por ello el ejemplo de Mujica de donar 90 por ciento, es universal.

6. José Mujica (hoy con 81 años) es así porque perteneció en su juventud a la organización guerrillera Montoneros de Uruguay; tuvo o tiene seis balas en el cuerpo y nunca se arrepintió para entregarse a la burguesía en cuyas cárceles pasó 13 años. Hoy reconoce: “el error de mi generación fue no entender a tiempo que si uno no cambia la cultura y la mentalidad de un pueblo, no cambia nada”. Pero cultura no es de escuela, de licenciaturas o doctorados, sino comprender el significado de vivir fuera del control de “la plata”, el dinero, el valor de cambio y comenzar a entendernos como seres humanos sin esa enajenación que significa el poder y dinero capitalista.

7. “Nadie es más que nadie”, señala Mujica. Sabe que en el capitalismo cualquier persona con dinero, producto de la explotación y el robo, se considera superior a los demás. Por ello piensa que si no somos capaces de cambiar nuestra cultura individualista de subordinación jamás alcanzaremos nuestra justa liberación. Y concluye Mujica: “Nos está pasando en pleno siglo XXI que nunca fuimos tan ricos, nunca la humanidad tuvo tantos bienes materiales y nunca, sin embargo, fue tan egoísta”. Se negó a hablar de México para evitar que lo expulsen por el gobierno; pero lo que dijo nos vino como anillo al dedo.

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218098&titular=mujica-y-la-otra-cultura

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