Argentina / 24 de septiembre de 2017 / Autor: Redacción / Fuente: El Intra
Los escolapios constituyen la primera orden dedicada a la educación. Actualmente asiste a 125.000 estudiantes alrededor del mundo
Este 2017 se cumplen 400 años de las Escuelas Pías y coincide también con el 250 aniversario de la canonización de san José de Calasanz. La orden quiere celebrar estos aniversarios iniciando su presencia en Mozambique y preparando la nueva fundación en Perú. Por ello también ha creado el Instituto Calasanz para el Derecho a la Educación(ICALDE), con sede en Yaoundé (Camerún), para formar profesionales que trabajen en esta misión.
Escolapios: ¿quiénes son?
Constituyen una orden religiosa fundada en el siglo XVII por san José de Calasanz (1557-1648), dedicada a evangelizar mediante la educación a los niños, preferentemente pobres, consagrados con un cuarto voto especial a esta finalidad.
San José de Calasanz, declarado en 1948 “patrono universal de todas las escuelas populares cristianas del mundo” por el papa Pío XII, tiene la gloria de haber abierto en 1597 “la primera escuela pública popular gratuita en Europa” (Von Pastor).
En 1617 se fundó la Congregación Paulina de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías (el nombre paulina viene del papa Paolo V que la aprobó), que Gregorio XV elevó a orden religiosa en 1621 con el nombre actual. Pronto se extendió por toda Italia y Europa central. Actualmente está difundida en cuatro continentes (Europa, Asia, Africa y América) y 35 naciones.
Comparten esta misión con más de 100.000 laicos y con las congregaciones religiosas femeninas y masculinas que forman la gran Familia Calasancia.
Carisma
Es la primera orden religiosa dedicada específicamente a la educación cristiana popular, con tres rasgos carismáticos presentes germinalmente desde el principio: dar prioridad a la educación desde la infancia, a la educación de los pobres y a la evangelización (piedad y letras-espíritu y letras).
Los orígenes de la orden
José de Calasanz (1557-1648) nace en Peralta de la Sal, una pequeña ciudad aragonesa cerca de Cataluña. Durante diez años estudió en la universidad filosofía, derecho y teología, ocho de los cuales transcurrieron en Lérida. Decide, en 1592, luego de un profundo discernimiento interior, viajar a Roma.
La miseria moral y material en la que se encontraba la infancia de los barrios de Roma lo impresionó inmediatamente. Esta situación lo llevó a tomar una nueva decisión: dedicarse completamente a la educación de los niños, especialmente de los más pobres.
Primera escuela
En 1597, en la iglesia de Santa Dorotea del barrio Trastevere, abrió la primera escuela popular gratuita de Europa. En 1602, con la aprobación oral de Clemente VIII, Calasanz instituyó una congregación de fieles comprometidos con la enseñanza.
Los comienzos de la obra de Calasanz no fueron fáciles: entre el 1604 y el 1612 (año en el cual la escuela fue trasladada a la iglesia de San Pantaleón, actual sede de la curia general de la orden), más de 80 maestros pasaron por la escuela, pero solo cuatro o cinco se unieron por largo tiempo y verdaderamente a Calasanz.
Alianza fallida
Para asegurar la permanencia de la congregación, el fundador decide confiar su obra educativa a la congregación de la Virgen María de Lucca, que estaba presente y trabajando en la iglesia romana de Santa María in Pórtico. Así fue que el papa Paolo V puso su sello a esta unión el 13 de junio de 1614 y la llamó, a pedido de Calasanz, Congregación de la Madre de Dios.
Esta unión no se rebeló proficua para ninguna de las dos partes, sobretodo porque la enseñanza no estaba entre las principales finalidades de los leonardinos. Fue así que Calasanz fundó en 1616 una nueva escuela, en Frascati, pidiendo a vez al pontífice que disolviera la unión precedente con la Congregación de la Virgen María de Lucca, que efectivamente llevó a cabo el 6 de marzo de 1617.
El nacimiento de la orden
La sociedad de Calasanz nació como Congregación Paulina de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. El 25 de marzo de 1617, el fundador, junto a sus 14 primeros compañeros, vistió el hábito religioso en la capilla del Palacio Justiniani, este es el acontecimiento que da origen al actual jubileo. El 18 de noviembre de 1621 el papa Gregorio XV elevó la congregación a orden regular y el 31 de enero de 1622 fueron aprobadas las constituciones. En aquellos años, la orden, tuvo una rapidísima difusión. Luego de Roma y Frascati fueron fundadas numerosas escuelas en el centro de Italia, en Génova y Savona, después se prosiguió con Nápoles (1626) y Florencia (1630). En 1631 fue inaugurada la primera Escuela Pía fuera de Italia, en la República Checa. En 1642 se fundaron dos comunidades en Polonia.
Rebelión contra el fundador
Mientras que el prestigio de la orden crecía en esos años, el del ya anciano Calasanz, en cambio, era puesto en discusión. Desconfiaban de él por su cercanía con Tommaso Campanella y con Galileo Galilei, y lo acusan de rebelión los religiosos Mario Sozzi y Stefano Cherubini. El Santo
Oficio lo convoca. Es inmediatamente suspendido del cargo de general de la orden y es nombrado visitador el jesuita Silvestro Pietrasanta. Corría el año 1646 y el 16 de marzo el papa Inocencio X redujo la orden de los escolapios a congregación secular, colocándola bajo la jurisdicción de los obispos locales.
Un nuevo “apogeo” de la orden
El papa Alejandro VII volvió a constituir a los clérigos de las Escuelas Pías en congregación de votos simples, y el papa Clemente IX, con el Iniucti nobis, restauró integralmente la orden.
Los decenios centrales del siglo XVIII representaron el período de mayor auge de la orden, las bulas papales de 1731 y de 1733 favorecieron este desarrollo. Con estas bulas, el papa Clemente XII reconocía a los padres escolapios la facultad de enseñar las ciencias mayores en cualquier sitio. Fue así como hacia finales de siglo los escolapios tenían a su cargo más de 170 escuelas en Italia, en algunos países de Europa central y comenzaba la gran expansión en España.
Decadencia y resurgimiento
Pero al mismo tiempo que el siglo XVIII representó el auge fue también testigo del comienzo de una fase crítica para la orden con la decisión del emperador José II en 1783 de separar de la orden las tres provincias escolapias de Austria, Hungría y Bohemia. El mismo destino corrieron las provincias de Nápoles y Puglia en 1788.
En 1804, en España, Carlos IV obtiene del papa Pio VII la bula Inter graviores, que establece que todas las provincias de las órdenes religiosas debían ser gobernadas por vicarios generales.
Los numerosos conflictos bélicos y las revoluciones políticas de esos años provocaron la clausura de muchas escuelas y la dispersión de comunidades.
Lentamente comienza la “recuperación” bajo el pontificado del papa Pío IX, que había sido alumno de los escolapios en Volterra.
Llegando a nuestros días
En la segunda mitad del siglo XIX, la orden comenzó su presencia en América Latina (Cuba, Chile, Argentina) que intensifica 100 años más tarde, en 1949, con el desembarco en los Estados Unidos, Colombia y Nicaragua. En 1950 es la hora del Brasil, continuando con Santo Domingo en 1951, Venezuela (1952), Puerto Rico en 1960 y un año después, Costa Rica. Mil novecientos cincuenta y siete es el año de su llegada a Francia. A partir de 1952 la orden se establece en Asia: Japón, Filipinas, India; África abre sus puertas a los escolapios en 1953 y hasta hoy está presente en Senegal, Camerún, Guinea, Costa de Marfil y Gabón.
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