Monográfico: «Las voces del alumnado para una educación democrática»

Reseña:

Voces de la educación, refrenda su vocación educativa en este 2019. El proyecto de la revista desea ser un campo fértil para la enseñanza, la investigación y la vinculación. Además de ofrecer a quienes nos lean una alternativa humanista y social que dé respuesta a las preocupaciones más sentidas de todos los que creemos que la educación es una herramienta para el cambio.

Las voces del alumnado para una educación democrática

Vivimos tiempos difíciles para la democracia en los que, por un lado, el neoliberalismo está reduciendo la democracia a un bien de consumo, y por otro, la situación política y social está minimizando los derechos de las personas en aras de la seguridad, provocando situaciones de desigualdad e injusticia social. Ante esta situación, nos preocupa cómo la educación puede contribuir a mejorar la democracia en la escuela. Fruto de esta inquietud hemos reunido, en este monográfico, a distintos autores que con diferentes puntos de vista en torno a la educación democrática han centrado la reflexión en torno a dos conceptos polisémicos, controvertidos y con puntos de encuentro como son el de las voces del alumnado y el de la participación de los estudiantes.
Las investigaciones que han servido de base para desarrollar los artículos que presentamos han evidenciado que los centros más democráticos son aquellos que crean condiciones posibles (en relación a la toma de decisiones, al clima y a la inclusión) para promover una participación del alumnado más genuina.
Así, el trabajo en distintos seminarios y jornadas con investigadores internacionales fruto de las investigaciones realizadas, nos ha permitido contar con los siete artículos que presentamos. En primer lugar, el artículo “Ampliar la participación democrática del alumnado en los centros educativos ¿Es posible?” de Núria Simó-Gil y Jordi Feu propone conceptualizar la participación del alumnado y relacionarla con la democracia en los centros educativos. El segundo artículo de Kiki Messiou “Using primary school children’s voices to promote inclusive education”, reflexiona, a partir de la investigación, cómo la voz del alumnado puede ser clave en las prácticas educativas inclusivas en la escuela primaria. En el tercer artículo, Michael Fielding propone una reflexión crítica de la voz de los estudiantes que interpela a los docentes desde la perspectiva de democracia radical en los centros. Con los artículos cuarto y quinto, “Democracia y participación: la voz (silenciada) de los alumnos” de Jordi Feu y Albert Torrent y el de Antoni Tort “La participación del alumnado en centros democráticos de educación secundaria“, se reflexiona sobre las implicaciones en los centros educativos que apuestan por prácticas educativas centradas en el alumnado. Finalmente, los dos últimos artículos “Democracy and Children Right to Self-expression in Lower Secondary School” de Anna Babicka-Wirkus y el “Aprendizaje de la ciudadanía a través de la participación de cuatro jóvenes: posibilidades y límites” de Alba Parareda, establecen relaciones entre educación democrática, derechos de la infancia y ciudadanía. Sin duda, la educación democrática será con el alumnado, o no será.

Coordinación: Núria Simó-Gil.

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Portada Numero Especial 2018
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Libro: La Escuela en Democracia

COMPILADORA: MILDRED MEZA

Hoy con más ímpetu que en siglos anteriores, crecen y se dinamizan las tensiones hacia y entre las instituciones sociales. Una de estas es la escuela. Por ello, cada vez es más pertinente la búsqueda de su esencia para responder y adelantarse a las múltiples necesidades, intereses e incertidumbres que caracterizan la vida en el planeta en los tiempos actuales. La educación y la escuela siguen estando en el centro del debate, aún y cuando, han sido temas de controversias desde tiempos remotos. Tal es así que el Baron von Grimm en 1763, expresaba “la manía de este año es escribir sobre educación” (Palacios, 19781). Sin embargo, la complejidad de los fenómenos y los dilemas de la acción humana hacen cuesta arriba alcanzar las metas planteadas, exigiéndose con ahínco la participación y el reconocimiento de actores diversos. Si nos detenemos brevemente en documentos de organizaciones nacionales, regionales e internacionales, se observa que la UNESCO (2015) en la Agenda 2030 sigue insistiendo en la erradicación de la pobreza y en la concepción humanista de la educación basada en los derechos humanos, la dignidad, la justicia social, la inclusión, la protección de la diversidad cultural, lingüística-étnica, la responsabilidad y la rendición de cuentas compartidas. Por ello, en el ámbito educativo el objetivo 4 pretende “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos” (p. 15). Es así oportuna la pregunta ¿qué ocurre en nuestras escuelas?, ¿cómo caminar hacia la conquista de este objetivo, dadas las circunstancias y la realidad que se vive en las escuelas venezolanas?, ¿cómo vivir la democracia en la escuela? Estas inquietudes se pretenden responder en el libro La Escuela en Democracia
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Francia: La democracia es muy limitada si no existe un método cultura y un espíritu emancipador

Europa/Francia-España/Octubre 2016/Noticias/http://www.naiz.eus/eu/

La sucesión de referéndums, plebiscitos, primarias y elecciones responde a una tendencia global que establece la democracia como valor principal de la política contemporánea. No obstante, esa tendencia positiva se da en paralelo a una profunda crisis del sistema capitalista y a una situación tumultuosa dentro del orden internacional. La falta de legitimidad afecta a las clases dirigentes, sin apenas excepción. Las crisis se superponen y acontecimientos que antes marcaban épocas enteras caducan en pocas horas. En este contexto de crisis la brecha social crece y el empobrecimiento es doble, tanto económico como cultural.

Pese a la resistencia del sistema, auténticamente a prueba de bombas, se están generando cambios políticos que combaten el fatalismo neoliberal y dibujan alternativas, aunque sean débiles e inconexas y no lleguen por el momento a estructurarse y estabilizarse. En todo caso, desde la dinámica por la independencia de Escocia hasta las primarias demócratas estadounidenses, pasando por múltiples experiencias municipalistas o proyectos de la sociedad civil a nivel nacional, regional o incluso continental, el impulso radical de la democracia es el elemento común que vertebra todas esas alternativas. Y con razón.

Los argumentos democráticos resultan hoy por hoy inapelables. Son una estrategia ganadora. La única manera de frenarlos es apelar al orden establecido y hacer valer los privilegios. Eso hace que, antes o después, de un modo u otro, el método democrático se imponga. No sin sufrimiento y necesariamente con inteligencia. Pero la negación del mismo es inviable a medio y largo plazo, lo diga una sentencia o una Constitución.

Sin embargo, esto sirve también para el autoritarismo. Si bien la tensión clásica se da entre democracia y autoritarismo, este último no renuncia en ningún caso a legitimarse o imponerse también a través de las urnas. Aunque lo digan la Declaración de los Derechos Humanos y todas las convenciones internacionales, tal y como se está viendo en el tema de los refugiados y la guerra. La legitimación social de sus postulados es letal para cualquiera que crea en la justicia, la solidaridad y los derechos. No hay demasiado margen para alianzas al respecto, pero no se debería despreciar el debate, vista la dimensión de algunas de las amenazas. No solo en la izquierda, sino también tácticamente con quienes tengan una mínima sensibilidad liberal o humanista.

En este momento incluso el establishment ve en riesgo su hasta ahora mejor mecanismo de control, su ventaja competitiva respecto a sus adversarios. Los reveses en este ámbito (Brexit, Colombia, amenaza de Trump…), están alentando una postura oficial reaccionaria, limitadora o directamente opuesta a la democracia, un nuevo relato que busca revertir esta tendencia positiva. Por eso el resultado de esas consultas es doblemente peligroso para quienes quieren cambios políticos profundos.

En principio, la derecha cuenta con ventaja en este terreno, porque el marco y los valores imperantes se corresponden en gran medida con su visión del mundo. La conjunción ordenada de miedo, egoísmo, mentiras y fatalismo resulta demoledora si no se le contrapone un método eficaz, una cultura política potente y un proyecto emancipador inspirador y viable. Lo radical no se debe limitar a lo formal, sino que tiene que serlo en lo netamente político, en la creación y desarrollo de alternativas. También en las estrategias para lograr que los cambios políticos se tornen estructurales, que pasan inexorablemente por consultar cada vez más –y mejor– a las personas afectadas por las decisiones políticas.

Asimismo, es evidente que el modelo representativo se queda cojo, y a estas alturas de la historia la visión especular de la democracia directa ha demostrado que no es una alternativa total, entre otras cosas por falta de eficiencia. La obsesión por dicotomizar todo hace que se simplifiquen posturas, cuando este resurgir democrático se da en un contexto complejo y requiere de respuestas a la altura de esa complejidad.

Esta política democrática radical implica riesgos, en la medida en que se pueden perder batallas concretas. Pero en términos generales, es la única oportunidad de revertir políticas suicidas y de cambiar de sistema.

Fuente:

http://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2016-10-09/hemeroteca_articles/la-democracia-es-muy-limitada-si-no-auna-metodo-cultura-y-un-espiritu-emancipador

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/iVmcsgJmjRFANMQQ5nBV5TS0LUiPfEud2xXp1l_eMW9rMizJ4NSqwKwa_TvgoX7TWowMaP8=s85

 

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