A través de un consejo asesor las autoridades buscan realizar cambios a las normativas de las instituciones en beneficio de los estudiantes. «Hay presiones que no las tenemos bien diseñadas en los ciclos formativos», afirmó el subsecretario Orellana.
Como plan de acción dentro de las instituciones educativas hoy se presentó en la Casa Central de la Universidad de Chile la Estrategia Nacional para la Salud Mental en Educación Superior, cuyo objetivo es trabajar en torno a los problemas en el bienestar socioemocional de las y los estudiantes luego de la pandemia.
A la instancia, que es producto de un trabajo intersectorial, asistieron el subsecretario de Educación Superior, Víctor Orellana, junto a la subsecretaria de Salud Pública, Andrea Albagli y la Rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés.
Cabe destacar que para cumplir los objetivos de este plan se conformó un consejo asesor en salud mental que contará con la presencia de distintos estamentos: representantes del gobierno, instituciones y estudiantes, para que en diciembre se haga entrega de sus recomendaciones.
Lo último, fundamentalmente, enfocado en ejecutar acciones de promoción, prevención, atención y derivación de las y los estudiantes.
Ante esto, el subsecretario Victor Orellana manifestó su compromiso para que el trabajo del comité concluya con modificaciones a las normativas institucionales, teniendo en cuenta que este último tiempo “se ha incrementado exponencialmente las solicitudes de atención por parte de las y los estudiantes. Tenemos un problema fuerte y muy importante que abordar como sociedad con los intentos de suicidio“, señaló.
Por ello, planteó como tarea fundamental repensar la formación académica porque “hay a veces presiones que no las tenemos bien diseñadas en los ciclos formativos, entonces tenemos que avanzar a ciclos mucho más ágiles, modernos, adecuados a como es la vida actual de las y los jóvenes que están en la educación superior”, aunque recalcó que esto es un tema multifactorial que no solo proviene de las instituciones.
Además, durante la presentación se hizo referencia a un estudio expuesto por el Centro Milenio de Investigación donde se evidenció el predominio de trastornos depresivos, trastornos de ansiedad y el consumo de sustancias en la educación superior.
Por otro lado, se destacó un aumento en las solicitudes por problemas de salud mental del 167% respecto a las 320 registradas el año pasado hasta esta misma fecha. Mientras que, en relación a los estudiantes de primer año, se señaló que al rededor de un 50% presentan prevalecencia en síntomas de los trastornos ansiosos.
Por su parte, la Rectora de la Universidad de Chile señaló que “esas cifras representan dos cosas, por un lado mayor ansiedad, todos sabemos que la vuelta de la pandemia fue compleja, pero también algo que no es negativo y es que las personas están acudiendo a solicitar ayuda“.
En esa línea, declaró que el trabajo dentro de las universidades debe concentrarse en “poner el énfasis en comunidades, esto tiene que ver no solo con la relación de un profesor con sus estudiantes en una sala de clases, sino tiene que ver con cómo la comunidad convive en un espacio universitario“.
“Campus seguros, campus amables, interacciones ricas entre personas diversas porque la diversidad por la cual hemos apostado tanto es importante si es que se dan las interacciones. Ahora, el aula es clave y eso a mí me gusta entenderlo como una educación más humanizada. ¿Qué significa? Reconocer que mis estudiantes que conforman ese curso son distintos”, agregó la Rectora Devés.
Por último, Sabina Orellana, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile (FEUC) y vocera nacional de la Confech, dijo “agradecer los esfuerzos, nosotros llevamos impulsando que la salud mental sea considerada a través de una política pública por lo menos siete años. Antes era un tabú y hoy al Gobierno le importa la salud mental en educación superior”.
Sin embargo, la presidenta de la FEUC hizo un llamado a trabajar en una ley en la cual se incluya financiamiento en esta materia para las universidades, porque “si no lo que pasa, es que tenemos instituciones de educación superior de primera y de segunda categoría y queda a la voluntad de las casas de estudios y sus presupuestos, que tienen en la Dirección de Asuntos Estudiantiles, para abordar las políticas de bienestar y salud mental”.