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Lasso prepara el feriado educativo

Por: Fander Falconi

El candidato Guillermo Lasso acaba de lanzar una propuesta aparentemente original: el ‘voucher’ educativo, usando un anglicismo por vale o cupón que queda bien en idioma de banquero, pero que no suena a lenguaje de estadista. En vez de dar recursos para mejorar la educación pública, dice que dará en forma directa a los padres de familia, para que estos decidan qué educación quieren para sus hijos. Pero no se darán cheques a los padres de familia, sino que darán una subvención al plantel elegido para la educación básica y el bachillerato (con mucha probabilidad privado, y ‘de prestigio’) y una diferencia más bien quedará como deuda a largo plazo para el padre pobre, en forma de ‘voucher’. Es decir, ya no hay que preocuparse por mejorar la educación pública, sino que se darán fondos a la educación privada. De paso, las instituciones financieras van a tener también su tajada de la torta, no faltaba más. Solo falta que sea el Banco de Guayaquil el que maneje este sistema, tal como ahora administra el dinero de las visas a Estados Unidos. Lo malo es que este sistema no solo que no es novedoso, sino que ya fracasó en Chile, en la educación preuniversitaria, durante la dictadura sangrienta de Pinochet. En el caso de los estudios de educación superior, en el gobierno de Ricardo Lagos, en 2005, se promulgó la Ley 20.027 con normas para el financiamiento de estudios de educación superior. La ley abrió paso a un sistema de Crédito con Aval del Estado (CAE) que endeudó a familias pobres durante 20 años, solo por soñar en dar educación universitaria a sus hijos. Los resultados del CAE son alarmantes. A mediados del año pasado, según fuentes oficiales, hubo 120.000 morosos, contra 141.000 que todavía pagaban. Entre los que pagan, hay 123.000 egresados que en promedio mantienen una deuda individual equivalente a $ 8.000, 10 años después. El resto de los que siguen pagando (18.000) son desertores de la educación superior. Pero recuerden que la deserción pocas veces se da por vagancia; puede ocurrir por calamidad doméstica, enfermedad, embarazo y por causas académicas: equivocada elección de la carrera por parte del estudiante, inadecuados métodos de enseñanza y aprendizaje que desestimulan la permanencia, etc. El modelo exitoso de Chile es solo para gente exitosa. El candidato banquero olvida que la educación es un derecho de los ciudadanos, no una demanda de sus clientes. La educación es el derecho que más fomenta la equidad social y la mejor herramienta para salir de la pobreza. La educación volvería a ser, en el supuesto no consentido de que ganara Lasso, una mercancía sujeta a la oferta y la demanda. Como el mercado es manipulable, ya se sabe cuáles serían los ganadores. Mientras Finlandia ha demostrado que una educación pública excelente y gratuita es posible en la práctica, la candidatura de la derecha sueña con desmantelar la educación pública gratuita en todos sus niveles. La Constitución de Montecristi define la educación como un servicio público que se presta mediante instituciones públicas, fiscomisionales y particulares. Parece que Lasso no respetaría a la educación pública. Uno de los más influyentes teóricos de la educación del siglo XX, el brasileño Paulo Freire, denunció la educación ‘bancaria’ como un mal que debe superarse para dar paso a una educación liberadora y creativa. Ecuatorianas y ecuatorianos quieren avanzar a un nuevo mundo más justo y próspero, no retroceder a un pasado infame.

Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/lasso-prepara-el-feriado-educativo

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PERÚ: Empresarios por la Educación: prueba Pisa es resultado de trabajo público y privado

Perú / www.entornointeligente.com/ 7 de Diciembre de 2016

La Asociación Empresarios por la Educación consideró hoy que los avances mostrados por el Perú en la prueba Pisa 2015 son resultado de los esfuerzos conjuntos que se realizan en el sector público y privado para mejorar la calidad educativa. Alberto Cabello, director fundador de dicha asociación, destacó que en los últimos años han habido esfuerzos, tanto en el sector público como el privado, por mejorar diferentes aspectos de la educación básica a lo largo y ancho del territorio peruano. Señaló que estos esfuerzos se traducen en el campo de la tecnología de la información, en la mejora de la enseñanza del inglés y en la capacitación al docente, aspectos en los que los esfuerzos privados también estuvieron presentes de alguna manera.»En todos estos campos hay mucho por mejorar todavía. Creo que es un gran reto para el país seguir esforzándonos conjuntamente para poder tener una educación con niveles superiores y acordes con lo que nuestro país requiere», recalcó Cabello. Calificó de correctas las políticas públicas ejecutadas en el sector Educación y, en esa línea, dijo, diversas empresas están brindando todo su apoyo para mejorar el equipamiento y la infraestructura escolar privada, donde la oferta es muy amplia. Empresarios por la Educación fue una de las instituciones privadas reconocidas esta mañana por el Ministerio de Educación en la actividad denominada «Los aliados de la educación 2016», que estuvo encabezada por el titular del sector, Jaime Saavedra. Hoy se informó que el Perú dejó el último lugar de la Prueba PISA 2015 y avanzó puestos significativos, colocándose como el mayor de crecimiento entre los nueve países de América Latina incluidos en esta evaluación mundial.

Fuente:http://www.entornointeligente.com/articulo/9355017/PERU-Empresarios-por-la-Educacion-prueba-Pisa-es-resultado-de-trabajo-publico-y-privado-06122016

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La hegemonía del utilitarismo

Por: Natalia Fernández

Acabo de leer un amplio debate sobre si ser culto sirve para algo, si nos hace mejores. Aunque ambos extremos aparecen como sinónimos, lo cierto es que no tienen nada que ver. La cultura sí sirve para algo. Lo que no está tan claro es que necesariamente nos haga mejores -a menos que la posibilidad de ser más lúcido la encuadremos ahí-. Por lo tanto, no me voy a ocupar de lo segundo, que atañe más a la ética. Y sí voy a tratar de reflexionar acerca de lo primero, porque ahí se entrevé el rostro duro del pragmatismo al que nos aboca la sociedad del eterno beneficio.

Creo haber agotado mis reservas de perplejidad, que suponía amplias; no así las de la indignación. Que en este debate acerca de la utilidad de la cultura gente presuntamente de izquierdas aparezca insistiendo en el carácter elitista de la cultura -cuando beben y viven de ella- me parece un rasgo de cinismo que, justamente, vendría a demostrar que la cultura no nos hace necesariamente mejores…Pero volvamos al eje de la discusión: una vez reventadas las humanidades -para qué leer algo más que las facturas y los exiguos contratos que nos lleguen a las manos-, dinamitada la filosofía y el espíritu crítico -tampoco nos hace mucha falta en un mundo homogeneizado por la obediencia al pensamiento único y rendido a los únicos dioses que cuentan, el capital y el fútbol, y tal vez no en ese orden-, solo falta derribar el edificio de la cultura, tan débilmente apuntalado -en el debate que menciono hay teóricos de la ignorancia y la mediocridad que sostienen que la cultura general se subsana acudiendo al oráculo de internet, olvidando una vez más que información y cultura no son lo mismo…entretanto, por si acaso, ellos siguen enviando a sus retoños a Harvard y no a Atapuerca-.

Hace algo más de dos décadas, antes de que la globalización monetario- digitalizada viniera a vendernos sus bondades de democracia auténtica y de horizontalidad jerárquica, como otrora los conquistadores engañaron con espejitos, la clase trabajadora seguía moviéndose por un impulso sano de prosperar. Y digo trabajadora en la conciencia plena de que hablo de  una clase obrera extinguida como tal y una clase media quebrada. Pero ambas con un sueño legítimo e incluso realizable una vez que se había superado la maldición determinista de que si naces en el fango estás destinado a permanecer en él. Por lo tanto, esa clase trabajadora podía acceder a eso que se llama cultura, sin connotaciones ilustradas. Y si no ellos, al menos sí sus hijos. Sus aspiraciones económicas se limitaban a vivir con unos mínimos que garantizaban la dignidad y algunas comodidades que no hubieran llamado la atención por ambiciosas. Todo ello, claro está, dentro de los parámetros del esfuerzo y el sacrificio.

Pero todo cambia, como decía la canción de Mercedes Sosa. El culto a la inmediatez no deja tiempo para el disfrute de aquello que no da rédito, llámese espíritu crítico o belleza. La cultura como tal ha pedido perdón para retirarse haciendo mutis por el foro, y, reemplazándola, ha aparecido un ejército nada desdeñable de todo lo que ha ido usurpando su lugar, desde los supuestos pensamientos o estilos de vida -cultura del dinero, cultura del fútbol, cultura de la comida rápida- hasta aquello tan nimio que, de no apodarlo “cultura”, estaría condenado a extinguirse en nuestra memoria  -cultura de McDonalds, cultura de la violencia, cultura de lo fashion, cultura del reality-show- Llamo la atención sobre este hecho. Porque unir la palabra “cultura” a según qué complemento constituye un ejemplo de oxímoron en toda regla. En el fondo se trata de poner la palabra “cultura” en alguna parte, porque queda muy “cool”, aunque la cultura en mayúsculas se desdeñe porque es para “élites” que gustan de excentricidades como ver una obra de teatro, visitar a un museo o leer un libro.

Ahora domina la cultura de oído. Lo que se cuenta. Lo que se falsifica una y mil veces. El mantra repetido hasta convertirse en consigna para decir todos lo mismo y a ser posible con idénticos gestos. Por si fuera poco, el sector educativo no sabe qué cartas jugar: ¿hay que preparar a la gente para que piense o para que encuentre su hueco en un mercado que cada vez más es un híbrido de la madrastra de Blancanieves y una versión casera de “Aterriza como puedas”?.

Al final eso que llamamos la hegemonía del utilitarismo no es otra cosa que la penosa gesta de la cultura y su derrota.

Tomado de: http://radio.uchile.cl/2016/10/03/la-hegemonia-del-utilitarismo/
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Sudáfrica: Free education is possible if moves beyond smoke and mirrors

África/Sudáfrica/Septiembre de 2016/Autores: Leigh-Ann Naidoo, Hlatshwayo y otros/Fuente: Mail & Guardian

RESUMEN: Universidades de Sudáfrica están una vez más en el tumulto. Educación Superior y el Ministro de Formación Blade Nzimande ha esbozado cómo la educación superior debe hacer frente a incrementos de tasas para el año 2017. El anuncio provocó la ira y una gran cantidad de confusión. Ni el humo de granadas de aturdimiento, ni  policías, ni edificios en llamas, ni el humo de la burocracia y espejos va a resolver el problema. Estamos sorprendidos de que muchos no anticipan las consecuencias de la declaración de Nzimande. Hay varias razones para la ira de los estudiantes hacia las gestiones estatales y universitarias. El más inmediato es  la declaración de Nzimande sobre el incremento de las  tarifas, pero dejó de lado la cuestión fundamental: una llamada en curso para que la educación superior sea gratuita para todos. Es claro que muy poco se resolverán sin hacer referencia a esta demanda crítica.

South Africa’s universities are once again in uproar. Higher Education and Training Minister Blade Nzimande has outlined how higher education should deal with fee increments for 2017. His announcement sparked anger and a great deal of confusion.

Neither smoke from police stun grenades, burning buildings nor officialdom’s smoke and mirrors will solve the problem.

We’re surprised that many didn’t anticipate the fallout from Nzimande’s statement. There are several reasons for students’ anger toward the state and university managements.

The most immediate is that Nzimande’s statement dealt with fee increments but sidestepped the fundamental issue: an ongoing call to make higher education free for all.

It is clear to us that very little will be resolved without reference to this critical demand. All the minister has done is to kick the can further down the road, deepening students’ disquiet and provoking conflict on campuses.

It is disingenuous to scold students for “protecting the rich” and “increasing inequality” through their demands for universal quality education. The state cannot merely exhort citizens to patiently await an increase in economic growth and its trickle downward, while blaming “selfish” students for taking resources allocated elsewhere.

There are revenue sources that can be examined carefully and accessed to fund free education for all, at all levels. This can happen while other social needs are simultaneously met. The most important of these sources is raising more tax from the super rich and stopping the illicit outflow of capital.

Confusion and omissions
Nzimande had insisted that a special presidential fees commission deal with the issue of free education. The commission, which began its work in January 2016, is widely viewed as sluggish and unfocused. Its completion date has been shifted and there have been complaints about its lack of transparency.

More importantly, the commission’s terms of reference are couched in the language of “feasibility”. Its mandate holds no clear and tangible commitment to exploring “fee free education”. In fact, how the commission’s mandate is understood is itself the subject of conflicting interpretations.

There were several other problems with Nzimande’s statement.

The missing middle: There’s little understanding of what the minister’s announcement actually means for this group of students. Their parents earn too much money to qualify for loans from the National Student Financial Aid Scheme (NSFAS), but not enough to afford university tuition without bank loans.

Some people interpreted Nzimande’s statement to mean that this group would be exempt from paying any fees. This is not true. They are merely exempt from the payment of any fee increases levied for 2017. They will continue to pay the same fees as they did in 2015 and 2016.

Student debt: There was no clarity on the question of student debt.

The approach he outlined for funding students appears to favour student loans from the financial sector. This amounts to a further entrenchment of debt-related financing and profiteering by banking and other financial institutions. Students are particularly disquieted by this element of the statement. They continue to be lent money – a far cry from any concept of free education.

The resource debate: Some commentators have argued that there simply isn’t any more money available for universities. They point out that there are many competing pressures on South Africa’s fiscus which must be balanced against students’ demands.

In fact, higher education in South Africa is chronically underfunded – the main reason why universities constantly increase fees. The country spends far less on this sector than many other developing countries. South Africa’s state budget for universities as a percentage of GDP is 0.75%. The Africa-wide average is 0.78%; the proportion of GDP for Senegal and Ghana is 1.4% and Cuba 4.5%.

South Africa’s higher education budget for the 2015/16 financial year is R30-billion. If the government were to spend 1% of GDP on higher education, this would amount to R41 billion. That’s almost four times the reported shortfall caused by 2016’s freeze on fee increases.

The argument about competing national demands can only be used if there’s an honest, open engagement around how and what public choices are made in the utilisation of resources. This includes examining wasteful and vanity projects as well as exploring how much is lost to malfeasance.

More importantly, it’s time for South Africans to have a serious, open discussion about the potential sources of such resources.

The super rich can pay
We are academics and researchers working at a range of South African universities. In our submission to the fees commission, we made it clear that one potential source is the super rich.

As we argued, a determined state should examine the structure of personal taxation which could be levied for the country’s top 10% of income earners.

This income bracket, together with high net worth individuals – those who have an annual income of more than R7-million or R70-million in accumulated wealth – could generate a substantial increase in available public revenue to fund higher education.

Such an approach, which concentrates on the structural aspects of inequality and uses tax revenues for the purpose of higher education funding, is preferable to the idea of a differentiated approach to the “rich” and “poor”. It supports the idea that those identified with the top net worth pay for their children’s education through taxation, and the distribution of public funds, rather than through an individually-based “wealthy user pays” model.

This is a more democratic model of public interest and public funding than individual philanthropy or subsidy, which is not sustainable.

We are also opposed to the idea of a graduate tax. That too will have racially differential impacts on graduates from vastly different class, gendered and social backgrounds. Some graduates also have more accumulated family and other responsibilities than others, making such a tax an enormous burden.

Road map to free education
We urge the ministry of higher education and training to immediately set in motion a process which will show its determination to meet the promise of “free education for all”.

It should set out the concrete time frames for its achievements, its immediate and further milestones as well as the mechanism by which this process will be monitored, especially by students and their accepted representatives. Without such a road map to universal free education, there is little prospect that the present conflict will abate.

The ministry, in setting up this road map, must engage fully with as broad an array of students as is possible. It needs to work beyond the extant formal structures of representation which are likely to be ineffective for the purpose.

We would also like to urge university vice chancellors, working together with students, to call public assemblies for engaging with institutions’ most affected communities. This will elicit greater public understanding and democratic dialogue.

Fuente: http://mg.co.za/article/2016-09-21-free-education-is-possible-if-south-africa-moves-beyond-smoke-and-mirrors

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Nueva Zelanda: Los estudiantes podran pagarle al país con su talento

Oceanía/Nueva Zelanda/04 de Septiembre de 2016/Autor: Benedict Collins/Fuente: RNZ

Los estudiantes de educación terciaria podrán pagar su deuda en educación y trabajar después de graduarse, bajo una nueva política anunciada en la Primera Conferencia de Nueva Zelanda en Dunedin esta tarde.

El Up Front,  partido de política de inversión terciaria , sustituiría a los préstamos estudiantiles con una deuda de habilidad reembolsables.

El portavoz de NZ, Tracey Martin dijo que por cada año que un estudiante se quede en Nueva Zelanda y trabaje después de terminar sus estudios, un año se deduciría de su deuda.

Para los estudiantes que abandonan Nueva Zelanda y no regresan, su deuda  se convertiría en una deuda financiera.

La señora Martin dijo que era el momento adecuado para retirar la carga de los préstamos estudiantiles en los jóvenes neozelandeses, y que en virtud de la política, los estudiantes  pagarían al país con sus talentos.

Dijo que también habría planificación de la plantilla  para que los estudiantes se gradúen con las habilidades que Nueva Zelanda requiera.

«Se trata de utilizar el modelo finlandés, en cierta medida. Finlandia proyecta que podrían necesitar 208 maestros de escuelas primarias en cuatro años, cuatro años para completar el entrenamiento, por lo que sólo hay 208 lugares.»

La señora Martin dijo que si se introdujo la política sería el mayor cambio en la educación post-secundaria en 25 años y podría ser entregado por menos de dos por ciento del PIB.

Fuente: http://www.radionz.co.nz/news/political/312462/students-could-repay-the-country-with-talent-nz-first

Fuente de la imagen: https://www.newzealandnow.govt.nz/work-in-nz/nz-jobs-industries/education-jobs

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El perfecto negocio de la educación

Las grandes corporaciones han tomado el mando de una “reforma” educativa, que acompañan con campañas de desprestigio de los docentes. Bill Gates encabeza la operación en Estados Unidos, en pos del apetecible mercado de la educación. Gates apoyó el documental “Waiting for Superman”, dirigido por David Guggenheim, que apunta al sentido común del sujeto parido por los medios corporativos. Fue duramente impugnado por los gremios docentes estadounidenses y tiene versiones para países latinoamericanos, como “De panzazo” (ver youtube). En Estados Unidos, como ha denunciado el periodista David Brooks, la educación alcanzó el segundo lugar en el mercado con cerca de dos billones de dólares en juego, siendo pioneras las empresas dedicadas a vender exámenes estandartizados para docentes, alumnos y establecimientos educativos; son las que más rédito sacan del negocio, alcanzando una tasa de crecimiento de dos dígitos. Rápidos para los negocios, el magnate Rupert Murdoch y bancos como Goldman Sachs y JPMorgan Chase, han incrementado poderosos fondos de inversión en educación. El mexicano Luis Hernández explica que la campaña de satanización en su país está motorizada por los monopolios informáticos, como Televisa y TV Azteca. Evaluar ahora resulta un negocio redondo: inscripto en el discurso pedagógico neoliberal, el término se torna medir para tasar, poner precio a cada trozo del proceso educativo. De eso se trata. La “reforma” consiste en habilitar el sistema público para que la modernización tecnológica quede en manos de las empresas de informática, se establezcan aranceles para favorecer los préstamos usurarios de los bancos a las familias, se privatice la administración de contrataciones de docentes y personal administrativo. Como corresponde a la lógica empresarial, hay que bajar costos. Dado que el rubro salarial docente es más del 80 por ciento del presupuesto educativo, hay que eliminar docentes. Pero la mayor parte de la sociedad todavía sabe que la educación requiere de la maestra/o, los alumnos se alegran cuando un humano los atiende en persona (y no solamente por Skype) y la educación sigue siendo un vínculo social, aunque algunos seres poderosos se escondan detrás de los robots y de los paquetes de contenidos que venden en el mercado. Que el sistema escolar siempre necesita mejoras es una verdad de Perogrullo, por lo cual no es difícil deducir que denostar a los docentes es uno de los más fáciles programas publicitarios de la “reformas” que tienen como meta flexibilizar las formas de contratación. No obstante, se les interpone una de las más caras conquistas de los trabajadores de la educación: la convención colectiva de trabajo. Nuestros trabajadores, entre ellos los docentes, tienen esa conciencia de clase que pudo palparse en la multitudinaria manifestación del pasado 29 de abril y en el encomiable esfuerzo que están realizando en pos de la unidad de las centrales gremiales. Hay la resistencia en varios países, como en México donde los docentes están en pie de lucha y en Chile donde no ceden las demandas masivas por la estatización y gratuidad de la enseñanza. Frente a esos obstáculos, los técnicos de las corporaciones desarrollaron un discurso que justifica poner precio a los educadores y hacerlos competir en el mercado. La historiadora de la educación Diane Ravitch-quien ocupó importantes cargos en el área durante los gobiernos de George H.W.Bush y Bill Clinton- renunció en 2010 a sus lugares públicos, denunciando el carácter destructivo de la evaluación que se aplica. En su best seller La muerte y la vida del gran sistema escolar estadounidense: como evaluar y socavar la educación, Ravitch criticó los usos punitivos del “accountability” para echar a educadores y cerrar escuelas. La autora relaciona fuertemente el sostenimiento de la educación pública con el derecho de los docentes a la negociación colectiva. En cambio el principal argumento (falaz) que usa la campaña es que los maestros y profesores no quieren que se los evalúe porque no saben nada; son burócratas que aprovechan los puestos estatales para trabajar lo menos posible. Ninguno de los tres argumentos contiene verdad. Los gremios han expresado repetidamente que no rechazan la evaluación que integre el proceso de enseñar-aprender, sino su uso para justificar los despidos, la estratificación del sector, la baja de los salarios y la entrega de las contrataciones a las leyes del mercado. Los docentes reclaman que se mejore la organización de su trabajo, concentrar sus horas en una o dos escuelas, tener una cantidad razonable de alumnos para trabajar en profundidad con ellos. Resienten la escasa capacitación que (en la Argentina como en la época de Menem) vuelve a ser un negocio. El instrumento para llevar a cabo la discriminación ha sido probado en Chile e instalado en numerosos países y consiste en un Instituto estatal con autonomía, dedicado a la evaluación de la “calidad”. Esa es la palabra que esconde el secreto: ¿quién y con qué objetivos se define la “calidad” de la educación? La acepción neoliberal sirve para legitimar las regulaciones de la educación de acuerdo a los requerimientos del mercado. Es un negocio perfecto: una clientela infinita y regulable, más un Estado tonto que financie lo que no rinde dividendos. Afortunadamente, organizaciones de la importancia de la Internacional de la Educación (que representa a los sindicatos del mundo), el Movimiento Pedagógico Latinoamericano, la Ctera y las demás organizaciones de trabajadores de la educación de nuestro país, trabajan intensamente para evitar el derrumbe cultural y luchan por una educación cuya “calidad” se defina desde concepciones democráticas de la cultura, de la historia y del futuro.

* Pedagoga. Ex diputada nacional por el Frente para la Victoria.

 

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Modelos de negocio corporativos están haciendo daño a las universidades americanas

 Por: Noam Chomsky

Adjunto Asociación de Facultad de la United Steelworkers of America

(transcripción editada), Pittsburg, PA

En la contratación de profesores de la pista de tenencia

Eso es parte del modelo de negocio. Es lo mismo que la contratación de trabajadores temporales en la industria o lo que ellos llaman «asociados» en Walmart, los empleados que no se adeudan beneficios. Es una parte de un modelo de negocio corporativa diseñada para reducir los costos de mano de obra y aumentar la servidumbre laboral. Cuando las universidades se convierten en corporatizada, como ha venido sucediendo de forma bastante sistemática durante la última generación, como parte del asalto neoliberal general sobre la población, su modelo de negocio significa que lo que importa es el resultado final.

Los propietarios efectivos son los fiduciarios (o el legislador, en el caso de las universidades estatales), y quieren mantener los costos bajos y asegurarse de que el trabajo es dócil y obediente. La forma de hacerlo es, en esencia, temps. Del mismo modo que la contratación de trabajadores temporales ha ido hacia arriba en el periodo neoliberal, que está recibiendo el mismo fenómeno en las universidades.

La idea es dividir la sociedad en dos grupos. Un grupo es a veces llamado el «plutonomía» (un término usado por Citibank cuando estaban aconsejando a sus inversores sobre dónde invertir sus fondos), el sector superior de la riqueza, a nivel mundial, pero se concentró sobre todo en lugares como los Estados Unidos. El otro grupo, el resto de la población, es un «precariado», que viven una existencia precaria.

Esta idea se hace a veces bastante evidente. Por eso, cuando Alan Greenspan estaba testificando ante el Congreso en 1997, sobre las maravillas de la economía que se estaba ejecutando, dijo directamente que una de las bases para su éxito económico estaba imponiendo lo que llamó «una mayor inseguridad de los trabajadores.» Si los trabajadores son más inseguros, eso es muy «sano» para la sociedad, ya que si los trabajadores se sienten inseguros, no recurren a los salarios, no van a ir a la huelga, no van a llamar a las prestaciones; que van a servir a los maestros con mucho gusto y por pasiva. Y eso es óptimo para la salud económica de las corporaciones.

En ese momento, todo el mundo considera el comentario de Greenspan como muy razonable, a juzgar por la falta de reacción y el gran éxito que disfrutó. Bueno, transferir eso a las universidades: ¿cómo se asegura «una mayor inseguridad de los trabajadores»? Fundamentalmente, al no garantizar el empleo, manteniendo a la gente colgando de una extremidad que puede ser aserrados en cualquier momento, de modo que será mejor que callan, toman pequeñas salarios, y hacen su trabajo; y si tienen el don de ser autorizados a servir bajo condiciones miserables por un año más, deben acogerlo y no pedir nada más.

Esa es la forma de mantener las sociedades eficientes y saludables desde el punto de vista de las empresas. Y a medida que las universidades se mueven hacia un modelo de negocio corporativo, es exactamente lo que se está imponiendo la precariedad. Y vamos a ver más y más de lo mismo.

Ese es un aspecto, pero hay otros aspectos que también son bastante familiares de la industria privada, a saber, un gran aumento en niveles de la administración y la burocracia. Si usted tiene que controlar a la gente, usted tiene que tener una fuerza administrativa que lo hace. Así, en la industria de Estados Unidos, incluso más que en otros lugares, hay una capa tras otra de gestión – una especie de desperdicio económico, pero útil para el control y la dominación.

Y lo mismo ocurre en las universidades. En los últimos treinta o cuarenta años, ha habido un marcado aumento en la proporción de los administradores a los profesores y estudiantes; los niveles de los profesores y estudiantes han quedado bastante relativa al nivel uno del otro, pero la proporción de los administradores han ido hacia arriba.

Hay un libro muy bueno en él por un conocido sociólogo, Benjamin Ginsberg, llamada La caída de la Facultad: La subida de la Universidad All-Administrativo y por qué importa, que describe en detalle el estilo de negocios de la administración masiva y los niveles de la administración – y por supuesto, muy pagados administradores altamente.Esto incluye administradores profesionales como decanos, por ejemplo, que solían ser miembros de la facultad que tomaron durante un par de años para servir en una capacidad administrativa y luego volver a la facultad; ahora la mayoría son profesionales, que luego tienen que contratar sub-decanos y secretarios, y así sucesivamente y así sucesivamente, toda una proliferación de estructura que va de la mano con los administradores. Todo eso es otro aspecto del modelo de negocio.

Pero el uso de mano de obra barata y vulnerable es una práctica empresarial que va tan lejos como se puede rastrear la empresa privada, y los sindicatos surgido en respuesta. En las universidades, mano de obra barata vulnerables significa adjuntos y estudiantes graduados. Los estudiantes graduados son aún más vulnerables, por razones obvias. La idea es transferir la instrucción a los trabajadores precarios, lo que mejora la disciplina y el control, pero también permite la transferencia de fondos para otros fines aparte de la educación.

Los costes, por supuesto, son asumidos por los estudiantes y por las personas que están siendo arrastrados a estas ocupaciones vulnerables. Pero es una característica estándar de una sociedad de negocios a ejecutar para transferir los costos a las personas. De hecho, los economistas cooperan en este tácitamente. Así, por ejemplo, supongamos que se encuentra un error en su cuenta corriente y se llama al banco para tratar de solucionarlo. Bueno, ya sabes lo que pasa. Usted los llama, y se obtiene un mensaje grabado diciendo «Te queremos, aquí hay un menú.» Tal vez el menú tiene lo que estás buscando, tal vez no lo hace. Si le sucede a encontrar la mejor opción, se escucha un poco de música, y de vez en cuando una voz llega y dice «una pausa por favor, realmente apreciamos su negocio,» y así sucesivamente.

Finalmente, después de un cierto período de tiempo, es posible obtener un ser humano, que se puede pedir a una pregunta corta a. Eso es lo que los economistas llaman «. Eficiencia» Por medidas económicas, que el sistema reduce los costos de mano de obra para el Banco; por supuesto, que supone un coste para usted, y esos costos se multiplican por el número de usuarios, lo que puede ser enorme – pero eso no cuenta como un costo en el cálculo económico. Y si nos fijamos en la forma en que funciona la sociedad, se encuentra esta en todas partes.

Así la universidad supone un coste para los estudiantes y de los profesores que no sólo son sin plaza fija, pero se mantienen en una trayectoria que garantiza que van a tener ninguna seguridad. Todo esto es perfectamente natural dentro de los modelos de negocio corporativos. Es perjudicial para la educación, pero la educación no es su objetivo.

De hecho, si se mira más hacia atrás, va aún más profundo que eso. Si usted va de nuevo a principios de la década de 1970, cuando un montón de esto comenzó, hubo mucha preocupación prácticamente todo el espectro político sobre el activismo de la década de 1960; se llama comúnmente «el tiempo de problemas.» Fue un «tiempo de problemas» porque el país estaba civilizada, y eso es peligroso. Las personas se estaban volviendo políticamente comprometida y estaban tratando de obtener los derechos para los grupos que reciben el nombre de «intereses especiales», como las mujeres, las personas, los agricultores, los jóvenes, los ancianos, y así sucesivamente de trabajo. Eso llevó a una reacción grave, que era bastante evidente.

Al final liberal del espectro, hay un libro llamado La crisis de la democracia: Informe sobre la gobernabilidad de las democracias de la Comisión Trilateral, Michel Crozier, Samuel P. Huntington, Joji Watanuki, elaborado por la Comisión Trilateral, una organización de los internacionalistas liberales . La administración Carter fue elaborado casi en su totalidad de sus filas. Estaban preocupados con lo que ellos llaman «la crisis de la democracia» – es decir, que hay demasiada democracia.

En la década de 1960, hubo presiones de la población, estos «intereses especiales», para tratar de obtener derechos dentro de la arena política, y que poner demasiada presión sobre el Estado. No se puede hacer eso. Había un «interés especial» que quedan fuera, es decir, el sector empresarial, porque sus intereses son el «interés nacional»; el sector empresarial se supone para controlar el estado, por lo que no se habla de ellos. Pero los «intereses especiales» estaban causando problemas y me dijeron «tenemos que tener más moderación en la democracia,» el público tiene que volver a ser pasiva y apática.

Y estaban particularmente preocupados con las escuelas y universidades, que me dijeron que no estaban haciendo bien su trabajo de «adoctrinar a los jóvenes.» Se puede ver en el activismo estudiantil (el movimiento de derechos civiles, el movimiento contra la guerra, el movimiento feminista, el medio ambiente movimientos) que el joven simplemente no están siendo adoctrinados correctamente.

Pues bien, ¿cómo se adoctrina a los jóvenes? Hay un número de maneras. Una forma es a ellos la carga de la deuda con la matrícula irremediablemente pesado. La deuda es una trampa, especialmente estudiantes de la deuda, que es enorme, mucho más grande que la deuda de tarjetas de crédito. Es una trampa para el resto de su vida, porque las leyes están diseñadas de manera que no se puede salir de ella. Si una empresa, por ejemplo, se pone en demasiada deuda puede declararse en quiebra, pero los individuos puede ser casi nunca es relevado de la deuda del estudiante a través de la quiebra. Incluso pueden adornar la seguridad social en caso de incumplimiento. Esa es una técnica disciplinaria.

No digo que se introdujo con el propósito consciente, pero sin duda tiene ese efecto. Y es difícil argumentar que no hay ninguna base económica para ello. Basta con echar un vistazo alrededor del mundo: la educación superior es sobre todo libre. En los países con los más altos estándares de educación, digamos Finlandia, que está en la parte superior todo el tiempo, la educación superior es gratuita. Y en un país capitalista rico, exitoso como Alemania, es gratis. En México, un país pobre, que tiene estándares de educación bastante decente, teniendo en cuenta las dificultades económicas que enfrentan, es gratis.

De hecho, mira a los Estados Unidos: si volver a los años 1940 y 1950, la educación superior estaba bastante cerca de liberar. El proyecto de ley GI dio educación gratuita a un gran número de personas que nunca han sido capaces de ir a la universidad. Fue muy bueno para ellos y que era muy bueno para la economía y la sociedad; que era parte de la razón de la alta tasa de crecimiento económico. Incluso en las universidades privadas, la educación estaba bastante cerca de liberar.

Llévame: Fui a la universidad en 1945 en una universidad de la Ivy League, Universidad de Pennsylvania, y la matrícula era de $ 100. Eso sería tal vez $ 800 en dólares de hoy. Y era muy fácil de conseguir una beca, para que pudiera vivir en su casa, el trabajo y ir a la escuela y no le cuesta nada. Ahora es indignante. Tengo nietos en la universidad, que tienen que pagar por su matrícula y el trabajo y es casi imposible. Para los estudiantes. que es una técnica disciplinaria.

Y otra técnica de adoctrinamiento es reducir el contacto facultad-estudiante: grandes clases, los maestros temporales que están sobrecargados, que apenas pueden sobrevivir con un salario adjunto. Y puesto que no tiene ninguna seguridad en el empleo, no se puede construir una carrera, no se puede seguir adelante y conseguir más. Estas son todas las técnicas de la disciplina, el adoctrinamiento y control.

Y es muy similar a lo que cabría esperar en una fábrica, donde los obreros tienen que ser disciplinado, que obedezcan;no se supone que desempeñar un papel en, por ejemplo, la organización de la producción o la determinación de cómo las funciones que el lugar de trabajo es el trabajo de gestión. Esto se lleva ahora a las universidades. Y creo que no debería sorprender a nadie que tenga alguna experiencia en la empresa privada, en la industria; esa es la forma en que trabajan.

En la educación superior de cómo debería ser

En primer lugar, debemos dejar a un lado cualquier idea de que había una vez una «edad de oro». Las cosas eran diferentes y en cierto modo mejor en el pasado, pero lejos de ser perfecto. Las universidades tradicionales eran, por ejemplo, claramente jerarquizado, con muy poca participación democrática en la toma de decisiones. Una parte del activismo de la década de 1960 fue tratar de democratizar las universidades, para llevar en, por ejemplo, representantes de los estudiantes a los comités de la facultad, para traer al personal a participar.

Estos esfuerzos se llevaron adelante bajo iniciativas de los alumnos, con cierto grado de éxito. La mayoría de las universidades tienen ya un cierto grado de participación de los estudiantes en las decisiones de la facultad. Y creo que esas son el tipo de cosas que deberíamos estar avanzando hacia: una institución democrática, en la que las personas involucradas en la institución, cualesquiera que sean (profesores, estudiantes, personal), participar en la determinación de la naturaleza de la institución y cómo corre; y lo mismo debería ir a una fábrica.

Estas no son las ideas radicales, debería decir. Ellos vienen directamente del liberalismo clásico. Así que si usted lee, por ejemplo, John Stuart Mill, una figura importante en la tradición liberal clásica, se dio por sentado que los lugares de trabajo deben ser gestionados y controlados por las personas que trabajan en ellos – que es la libertad y la democracia. Vemos las mismas ideas en los Estados Unidos. Digamos que vaya de nuevo a los caballeros del trabajo;uno de sus objetivos declarados era «para establecer instituciones de cooperación, como tiende a reemplazar el salario del sistema, mediante la introducción de un sistema de cooperativa industrial.»

O tomar a alguien como John Dewey, una corriente principal filósofo social del siglo XX, la que llamó no sólo para la educación dirigida a la independencia creativa en las escuelas, sino también el control de los trabajadores en la industria, lo que llamó la «democracia industrial». Se dice que mientras la instituciones cruciales de la sociedad (como la producción, el comercio, el transporte, medios de comunicación) no están bajo el control democrático, a continuación, «la política [será] la sombra que proyecta sobre la sociedad por las grandes empresas.»

Esta idea es casi elemental, que tiene raíces profundas en la historia de América y en el liberalismo clásico. Debe ser una segunda naturaleza para las personas que trabajan, y debe aplicarse de la misma manera a las universidades. Hay algunas decisiones en una universidad en la que no quieren tener [transparencia democrática porque] hay que preservar la privacidad del estudiante, por ejemplo, y hay varios tipos de temas sensibles, sino en gran parte de la actividad normal de la universidad, hay hay ninguna razón por la participación directa no puede ser no sólo es legítimo sino útil. En mi departamento, por ejemplo, durante cuarenta años hemos tenido representantes de los estudiantes amablemente que participan en las reuniones del departamento.

El control de los trabajadores y «gobierno compartido»

La universidad es probablemente la institución social en nuestra sociedad que más se acerca a control obrero democrático. Dentro de un departamento, por ejemplo, es bastante normal que al menos el profesorado permanente para poder determinar una cantidad sustancial de lo que su trabajo es como: lo que van a enseñar, cuándo van a enseñar, lo que el plan de estudios estarán. Y la mayoría de las decisiones sobre el trabajo real que la facultad está haciendo son más o menos bajo control profesores titulares.

Ahora, por supuesto, hay un nivel más alto de los administradores que no se puede invalidar o de control. La facultad puede recomendar a alguien para la tenencia, digamos, y ser rechazado por los decanos, o el presidente, o incluso los fiduciarios o legisladores. No sucede muy a menudo, pero puede suceder y lo hace. Y eso es siempre una parte de la estructura de fondo, que, a pesar de que siempre ha existido, era mucho menos de un problema en los días en que la administración se extrajo de la facultad y, en principio, revocables.

En los sistemas representativos, usted tiene que tener a alguien haciendo trabajo administrativo, pero deben ser revocables en algún momento bajo la autoridad de las personas que administran. Eso es cada vez menos cierto. Hay más y más administradores profesionales, una capa tras otra de ellas, con más y más posiciones tomadas a distancia desde los controles de la facultad. Mencioné antes de la caída de la Facultad de Benjamin Ginsberg, que entra en muchos detalles en cuanto a cómo funciona esto en las varias universidades Mira a estrechamente: Johns Hopkins, Cornell, y un par de otros.

Mientras tanto, la facultad se reducen cada vez más a una categoría de trabajadores temporales que tienen asegurada una existencia precaria sin ruta de acceso a la pista de la tenencia. Tengo conocidos personales que son efectivamente los profesores permanentes; que no se les da la facultad de estado real; tienen que aplicar cada año para que puedan obtener designado de nuevo. Estas cosas no se debe permitir que suceda.

Y en el caso de los adjuntos, se ha institucionalizado: no están autorizados a ser una parte del aparato de la toma de decisiones, y que están excluidos de la seguridad en el empleo, que simplemente amplifica el problema. Creo que el personal debe también ser integrados en la toma de decisiones, ya que son también una parte de la universidad.

Así que hay mucho que ver, pero creo que podemos entender fácilmente por qué estas tendencias se están desarrollando. Todos ellos son parte de la imposición de un modelo de negocio en casi todos los aspectos de la vida.Esa es la ideología neoliberal que la mayor parte del mundo ha estado viviendo bajo durante cuarenta años. Es muy perjudicial para las personas, y no ha habido resistencia a ella. Y vale la pena notar que dos partes del mundo, por lo menos, más o menos han escapado de ella, a saber, Asia oriental, donde en realidad nunca lo aceptaron, y América del Sur en los últimos quince años.

En la supuesta necesidad de «flexibilidad»

«Flexibilidad» es un término que es muy familiar para los trabajadores de la industria. Parte de lo que se llama «reforma laboral» es hacer el trabajo más «flexible», que sea más fácil contratar y despedir personas. Eso es, de nuevo, una manera de garantizar la maximización de la ganancia y el control. La «flexibilidad» se supone que es una buena cosa, como «una mayor inseguridad de los trabajadores.» Dejando a un lado la industria donde el mismo es cierto, en las universidades no hay ninguna justificación.

Así que toma un caso en el que hay debajo de la inscripción en alguna parte. Eso no es un gran problema. Una de mis hijas enseña en una universidad; ella me llamó la otra noche y me dijo que su carga docente está siendo desplazado porque uno de los cursos que se están ofreciendo fue sub-inscrito. De acuerdo, el mundo no llegó a su fin, sólo cambian de lugar los arreglos de enseñanza-enseñas a un curso diferente, o una sección extra, o algo por el estilo. La gente no tiene que ser expulsados o ser insegura debido a la variación en el número de estudiantes que se inscriben en los cursos. Hay todo tipo de maneras de ajustar para que la variación.

La idea de que el trabajo debe cumplir las condiciones de la «flexibilidad» es sólo otra técnica estándar de control y dominación. ¿Por qué no dicen que los administradores deben ser desechados si no hay nada que hacer para ellos ese semestre, o fideicomisarios-¿Qué tienen que estar allí para? La situación es la misma con la alta dirección en la industria: si el trabajo tiene que ser flexible, ¿qué hay de la gestión? La mayoría de ellos son bastante inútil o incluso perjudicial de todos modos, así que vamos a deshacerse de ellos.

Y se puede seguir así. Sólo para tomar las noticias del último par de días, tomar, por ejemplo, Jamie Dimon, CEO de banco JP Morgan Chase: sólo obtuvo un aumento bastante considerable, casi el doble de su salario, en agradecimiento por haber salvado al banco de cargos criminales que habrían enviado a la dirección de la cárcel; se salió con sólo $ 20 mil millones en multas por actividades criminales. Bueno, puedo imaginar que deshacerse de alguien así podría ser útil para la economía. Pero eso no es lo que la gente habla cuando se habla de «la reforma laboral.» Son los trabajadores que tienen que sufrir, y que tienen que sufrir por la inseguridad, por no saber dónde trozo de pan de mañana se va a venir, y por lo tanto ser disciplinado y obediente y no hacer preguntas o pedir por sus derechos.

Esa es la forma en que operan los sistemas tiránicos. Y el mundo de los negocios es un sistema tiránico. Cuando se impone a las universidades, a encontrar que refleja las mismas ideas. Esto no debería ser ningún secreto.

De la finalidad de la educación

Estos son los debates que se remontan a la Ilustración, cuando en realidad se están planteando problemas de la educación superior y la educación de masas, no sólo la educación para el clero y la aristocracia. Y había básicamente dos modelos discutidos en los siglos XVIII y XIX.

Ellos fueron discutidos con imágenes bastante sugerente. Una imagen de la enseñanza era que debería ser como un vaso que se llena con, por ejemplo, el agua. Eso es lo que llamamos hoy en día «enseñanza para poner a prueba»: se vierte agua en el recipiente y después del regreso del barco al agua. Pero es un buque muy permeable, como todos nosotros, que pasó por la escuela con experiencia, ya que es posible memorizar algo para un examen que no tenía interés en pasar un examen y una semana después se le olvidó lo que el curso estaba a punto. El modelo de vaso en estos días se llama «ningún niño quede atrás», «enseñar para la prueba», «carrera hacia arriba,» cualquiera que sea el nombre que sea, y cosas similares en las universidades. pensadores de la Ilustración se opusieron a ese modelo.

El otro modelo fue descrito como trazar una cadena a lo largo de la cual el estudiante progresa en su propio camino bajo su propia iniciativa, tal vez en movimiento la cadena, tal vez la decisión de ir a otro lugar, tal vez plantea interrogantes. Extendiendo la cuerda significa imponer cierto grado de estructura. Así que un programa educativo, cualquiera que ésta sea, un curso sobre la física o algo así, no va a ser sólo todo vale; que tiene una cierta estructura.

Pero el objetivo de la misma es que el estudiante adquiera la capacidad de investigar, crear, de innovar, de desafiar-eso es la educación. Un físico de fama mundial, en sus cursos de primer año si se le preguntó «¿qué vamos a cubrir este semestre?», Su respuesta fue «no importa lo cubrimos, que importa lo que descubra.» Hay que tener la capacidad y la confianza en sí mismo para el caso de desafiar y crear e innovar, y de esa manera se aprende; de esa manera usted ha internalizado el material y se puede seguir adelante. No es una cuestión de acumular cierta matriz fija de hechos que a continuación se puede escribir en una prueba y olvidarse de la mañana.

Estos son dos modelos muy distintos de la educación. El ideal ilustrado fue la segunda, y creo que es la que tenemos que esforzarnos para conseguir. Eso es lo que es la verdadera educación, desde preescolar a la universidad. De hecho, hay programas de este tipo para el jardín de infancia, bastante buenos.

Por el amor de la enseñanza

Ciertamente queremos personas, profesores y estudiantes, que se dedican a la actividad que es satisfactoria, agradable, estimulante, excitante, y yo realmente no creo que eso es difícil. Incluso los niños pequeños son creativos, curiosos, quieren saber cosas, quieren entender las cosas, y, a menos que el batido de la cabeza se queda contigo el resto de su vida. Si usted tiene la oportunidad de proseguir esos compromisos y preocupaciones, es una de las cosas más satisfactorias en la vida.

Eso es cierto si usted es un físico investigador, es cierto si usted es un carpintero; usted está tratando de crear algo de valor y hacer frente a un problema difícil y resolverlo. Creo que eso es lo que hace que funcione el tipo de cosas que quiere hacer; Puedes hacerlo incluso si usted no tiene que hacerlo. En una universidad que funcione razonablemente, se encuentran personas que trabajan todo el tiempo porque la aman; eso es lo que quieren hacer; se les da la oportunidad, tienen los recursos, que están animados a ser libre e independiente y creativo, ¿qué es mejor? Eso es lo que les gusta hacer. Y que, de nuevo, se puede hacer en cualquier nivel.

Vale la pena pensar en algunos de los programas educativos imaginativos y creativos que se están desarrollando en los diferentes niveles. Así, por ejemplo, alguien se acaba de describir a mí el otro día un programa que está utilizando en las escuelas secundarias, un programa de ciencias donde los estudiantes se les pide una interesante pregunta: «¿Cómo puede volar un mosquito en la lluvia»

Esa es una pregunta difícil cuando se piensa en ello. Si algo golpeó a un ser humano con la fuerza de una gota de lluvia que golpea un mosquito sería absolutamente aplánelos inmediatamente. Así que ¿cómo es que el mosquito no es aplastado al instante? ¿Y cómo puede el mosquito seguir volando? Si persigues a esa pregunta – y es una pregunta bastante difícil – se obtiene en preguntas de matemáticas, la física y la biología, preguntas que son un reto suficiente que desea encontrar una respuesta a ellos.

Eso es lo que la educación debe ser como en todos los niveles, todo el camino a la guardería, literalmente. Hay programas de jardín de infantes en el que, por ejemplo, a cada niño se le da una colección de pequeños objetos: piedras, conchas, semillas, y cosas por el estilo. A continuación, la clase se le da la tarea de averiguar cuáles son las semillas. Comienza con lo que llaman una «conferencia científica»: los niños se comuniquen entre sí y tratan de averiguar cuáles son las semillas. Y, por supuesto, hay algo de la guía del maestro, pero la idea es tener los niños a pensar en ello.

Después de un tiempo, tratan diversos experimentos y se den cuenta de cuáles son las semillas. En ese momento, a cada niño se le da una lupa y, con la ayuda del profesor, grietas una semilla y se ve el interior y encuentra el embrión que hace crecer la semilla. Estos niños aprenden algo, realmente, no sólo algo acerca de semillas y lo hace crecer; sino también acerca de cómo descubrir. Están aprendiendo la alegría del descubrimiento y la creación, y eso es lo que se lleva a cabo de forma independiente, fuera del aula, fuera del curso.

Lo mismo vale para toda la educación a través de la escuela de graduados. En un seminario de posgrado razonable, usted no espera a los estudiantes para copiar hacia abajo y repetir lo que usted diga; usted espera que le digan cuando estás mal o para llegar a nuevas ideas, para desafiar, para perseguir una dirección que no se había pensado antes. Eso es lo que la educación real es en todos los niveles, y eso es lo que debe ser alentado. Ese debe ser el propósito de la educación. Es de no verter información en la cabeza de alguien que luego fugarse pero para que puedan convertirse en personas creativas e independientes que pueden encontrar emoción en el descubrimiento y la creación y la creatividad en cualquier nivel o en cualquier dominio de sus intereses les llevan.

Consejos para los sindicatos de organización adjunto de la facultad

Usted sabe mejor que yo lo que hay que hacer, el tipo de problemas que enfrenta. Acabo adelante y hacer lo que tiene que hacer. No se deje intimidar, no se asuste, y reconocer que el futuro puede estar en nuestras manos si estamos dispuestos a captarla.

Original:

The following is an edited transcript (prepared by Robin J. Sowards) of remarks given by Noam Chomsky last month to a gathering of members and allies of the Adjunct Faculty Association of the United Steelworkers in Pittsburgh, Penn.

On hiring faculty off the tenure track

That’s part of the business model. It’s the same as hiring temps in industry or what they call “associates” at Walmart, employees that aren’t owed benefits. It’s a part of a corporate business model designed to reduce labor costs and to increase labor servility. When universities become corporatized, as has been happening quite systematically over the last generation as part of the general neoliberal assault on the population, their business model means that what matters is the bottom line.

The effective owners are the trustees (or the legislature, in the case of state universities), and they want to keep costs down and make sure that labor is docile and obedient. The way to do that is, essentially, temps. Just as the hiring of temps has gone way up in the neoliberal period, you’re getting the same phenomenon in the universities.

The idea is to divide society into two groups. One group is sometimes called the “plutonomy” (a term used by Citibank when they were advising their investors on where to invest their funds), the top sector of wealth, globally but concentrated mostly in places like the United States. The other group, the rest of the population, is a “precariat,” living a precarious existence.

This idea is sometimes made quite overt. So when Alan Greenspan was testifying before Congress in 1997 on the marvels of the economy he was running, he said straight out that one of the bases for its economic success was imposing what he called “greater worker insecurity.” If workers are more insecure, that’s very “healthy” for the society, because if workers are insecure they won’t ask for wages, they won’t go on strike, they won’t call for benefits; they’ll serve the masters gladly and passively. And that’s optimal for corporations’ economic health.

At the time, everyone regarded Greenspan’s comment as very reasonable, judging by the lack of reaction and the great acclaim he enjoyed. Well, transfer that to the universities: how do you ensure “greater worker insecurity”? Crucially, by not guaranteeing employment, by keeping people hanging on a limb than can be sawed off at any time, so that they’d better shut up, take tiny salaries, and do their work; and if they get the gift of being allowed to serve under miserable conditions for another year, they should welcome it and not ask for any more.

That’s the way you keep societies efficient and healthy from the point of view of the corporations. And as universities move towards a corporate business model, precarity is exactly what is being imposed. And we’ll see more and more of it.

That’s one aspect, but there are other aspects which are also quite familiar from private industry, namely a large increase in layers of administration and bureaucracy. If you have to control people, you have to have an administrative force that does it. So in US industry even more than elsewhere, there’s layer after layer of management — a kind of economic waste, but useful for control and domination.

And the same is true in universities. In the past thirty or forty years, there’s been a very sharp increase in the proportion of administrators to faculty and students; faculty and students levels have stayed fairly level relative to one another, but the proportion of administrators have gone way up.

There’s a very good book on it by a well-known sociologist, Benjamin Ginsberg, called The Fall of the Faculty: The Rise of the All-Administrative University and Why It Matters, which describes in detail the business style of massive administration and levels of administration — and of course, very highly-paid administrators. This includes professional administrators like deans, for example, who used to be faculty members who took off for a couple of years to serve in an administrative capacity and then go back to the faculty; now they’re mostly professionals, who then have to hire sub-deans, and secretaries, and so on and so forth, a whole proliferation of structure that goes along with administrators. All of that is another aspect of the business model.

But using cheap and vulnerable labor is a business practice that goes as far back as you can trace private enterprise, and unions emerged in response. In the universities, cheap, vulnerable labor means adjuncts and graduate students. Graduate students are even more vulnerable, for obvious reasons. The idea is to transfer instruction to precarious workers, which improves discipline and control but also enables the transfer of funds to other purposes apart from education.

The costs, of course, are borne by the students and by the people who are being drawn into these vulnerable occupations. But it’s a standard feature of a business-run society to transfer costs to the people. In fact, economists tacitly cooperate in this. So, for example, suppose you find a mistake in your checking account and you call the bank to try to fix it. Well, you know what happens. You call them up, and you get a recorded message saying “We love you, here’s a menu.” Maybe the menu has what you’re looking for, maybe it doesn’t. If you happen to find the right option, you listen to some music, and every once and a while a voice comes in and says “Please stand by, we really appreciate your business,” and so on.

Finally, after some period of time, you may get a human being, who you can ask a short question to. That’s what economists call “efficiency.” By economic measures, that system reduces labor costs to the bank; of course, it imposes costs on you, and those costs are multiplied by the number of users, which can be enormous — but that’s not counted as a cost in economic calculation. And if you look over the way the society works, you find this everywhere.

So the university imposes costs on students and on faculty who are not only untenured but are maintained on a path that guarantees that they will have no security. All of this is perfectly natural within corporate business models. It’s harmful to education, but education is not their goal.

In fact, if you look back farther, it goes even deeper than that. If you go back to the early 1970s when a lot of this began, there was a lot of concern pretty much across the political spectrum over the activism of the 1960s; it’s commonly called “the time of troubles.” It was a “time of troubles” because the country was getting civilized, and that’s dangerous. People were becoming politically engaged and were trying to gain rights for groups that are called “special interests,” like women, working people, farmers, the young, the old, and so on. That led to a serious backlash, which was pretty overt.

At the liberal end of the spectrum, there’s a book called The Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission, Michel Crozier, Samuel P. Huntington, Joji Watanuki , produced by the Trilateral Commission, an organization of liberal internationalists. The Carter administration was drawn almost entirely from their ranks. They were concerned with what they called “the crisis of democracy” — namely, that there’s too much democracy.

In the 1960s, there were pressures from the population, these “special interests,” to try to gain rights within the political arena, and that put too much pressure on the state. You can’t do that. There was one “special interest” that they left out, namely the corporate sector, because its interests are the “national interest”; the corporate sector is supposed to control the state, so we don’t talk about them. But the “special interests” were causing problems and they said “we have to have more moderation in democracy,” the public has to go back to being passive and apathetic.

And they were particularly concerned with schools and universities, which they said were not properly doing their job of “indoctrinating the young.” You can see from student activism (the civil rights movement, the anti-war movement, the feminist movement, the environmental movements) that the young are just not being indoctrinated properly.

Well, how do you indoctrinate the young? There are a number of ways. One way is to burden them with hopelessly heavy tuition debt. Debt is a trap, especially student debt, which is enormous, far larger than credit card debt. It’s a trap for the rest of your life because the laws are designed so that you can’t get out of it. If a business, say, gets in too much debt it can declare bankruptcy, but individuals can almost never be relieved of student debt through bankruptcy. They can even garnish social security if you default. That’s a disciplinary technique.

I don’t say that it was consciously introduced for the purpose, but it certainly has that effect. And it’s hard to argue that there’s any economic basis for it. Just take a look around the world: higher education is mostly free. In the countries with the highest education standards, let’s say Finland, which is at the top all the time, higher education is free. And in a rich, successful capitalist country like Germany, it’s free. In Mexico, a poor country, which has pretty decent education standards, considering the economic difficulties they face, it’s free.

In fact, look at the United States: if you go back to the 1940s and 1950s, higher education was pretty close to free. The GI Bill gave free education to vast numbers of people who would never have been able to go to college. It was very good for them and it was very good for the economy and the society; it was part of the reason for the high economic growth rate. Even in private colleges, education was pretty close to free.

Take me: I went to college in 1945 at an Ivy League university, University of Pennsylvania, and tuition was $100. That would be maybe $800 in today’s dollars. And it was very easy to get a scholarship, so you could live at home, work, and go to school and it didn’t cost you anything. Now it’s outrageous. I have grandchildren in college, who have to pay for their tuition and work and it’s almost impossible. For the students. that is a disciplinary technique.

And another technique of indoctrination is to cut back faculty-student contact: large classes, temporary teachers who are overburdened, who can barely survive on an adjunct salary. And since you don’t have any job security, you can’t build up a career, you can’t move on and get more. These are all techniques of discipline, indoctrination, and control.

And it’s very similar to what you’d expect in a factory, where factory workers have to be disciplined, to be obedient; they’re not supposed to play a role in, say, organizing production or determining how the workplace functions-that’s the job of management. This is now carried over to the universities. And I think it shouldn’t surprise anyone who has any experience in private enterprise, in industry; that’s the way they work.

On how higher education ought to be

First of all, we should put aside any idea that there was once a “golden age.” Things were different and in some ways better in the past, but far from perfect. The traditional universities were, for example, extremely hierarchical, with very little democratic participation in decision-making. One part of the activism of the 1960s was to try to democratize the universities, to bring in, say, student representatives to faculty committees, to bring in staff to participate.

These efforts were carried forward under student initiatives, with some degree of success. Most universities now have some degree of student participation in faculty decisions. And I think those are the kinds of things we should be moving towards: a democratic institution, in which the people involved in the institution, whoever they may be (faculty, students, staff), participate in determining the nature of the institution and how it runs; and the same should go for a factory.

These are not radical ideas, I should say. They come straight out of classical liberalism. So if you read, for example, John Stuart Mill, a major figure in the classical liberal tradition, he took it for granted that workplaces ought to be managed and controlled by the people who work in them — that’s freedom and democracy. We see the same ideas in the United States. Let’s say you go back to the Knights of Labor; one of their stated aims was “To establish co-operative institutions such as will tend to supersede the wage-system, by the introduction of a co-operative industrial system.”

Or take someone like John Dewey, a mainstream twentieth-century social philosopher, who called not only for education directed at creative independence in schools, but also worker control in industry, what he called “industrial democracy.” He says that as long as the crucial institutions of the society (like production, commerce, transportation, media) are not under democratic control, then “politics [will be] the shadow cast on society by big business.”
This idea is almost elementary, it has deep roots in American history and in classical liberalism. It should be second nature to working people, and it should apply the same way to universities. There are some decisions in a university where you don’t want to have [democratic transparency because] you have to preserve student privacy, say, and there are various kinds of sensitive issues, but on much of the normal activity of the university, there is no reason why direct participation can’t be not only legitimate but helpful. In my department, for example, for forty years we’ve had student representatives helpfully participating in department meetings.

On “shared governance” and worker control

The university is probably the social institution in our society that comes closest to democratic worker control. Within a department, for example, it’s pretty normal for at least the tenured faculty to be able to determine a substantial amount of what their work is like: what they’re going to teach, when they’re going to teach, what the curriculum will be. And most of the decisions about the actual work that the faculty is doing are pretty much under tenured faculty control.

Now, of course, there is a higher level of administrators that you can’t overrule or control. The faculty can recommend somebody for tenure, let’s say, and be turned down by the deans, or the president, or even the trustees or legislators. It doesn’t happen all that often, but it can happen and it does. And that’s always a part of the background structure, which, although it always existed, was much less of a problem in the days when the administration was drawn from the faculty and in principle recallable.

Under representative systems, you have to have someone doing administrative work, but they should be recallable at some point under the authority of the people they administer. That’s less and less true. There are more and more professional administrators, layer after layer of them, with more and more positions being taken remote from the faculty controls. I mentioned before The Fall of the Faculty by Benjamin Ginsberg, which goes into a lot of detail as to how this works in the several universities he looks at closely: Johns Hopkins, Cornell, and a couple of others.

Meanwhile, the faculty are increasingly reduced to a category of temporary workers who are assured a precarious existence with no path to the tenure track. I have personal acquaintances who are effectively permanent lecturers; they’re not given real faculty status; they have to apply every year so that they can get appointed again. These things shouldn’t be allowed to happen.

And in the case of adjuncts, it’s been institutionalized: they’re not permitted to be a part of the decision-making apparatus, and they’re excluded from job security, which merely amplifies the problem. I think staff ought to also be integrated into decision-making, since they’re also a part of the university.

So there’s plenty to do, but I think we can easily understand why these tendencies are developing. They are all part of imposing a business model on just about every aspect of life. That’s the neoliberal ideology that most of the world has been living under for forty years. It’s very harmful to people, and there has been resistance to it. And it’s worth noticing that two parts of the world, at least, have pretty much escaped from it, namely East Asia, where they never really accepted it, and South America in the past fifteen years.

On the alleged need for “flexibility”

“Flexibility” is a term that’s very familiar to workers in industry. Part of what’s called “labor reform” is to make labor more “flexible,” make it easier to hire and fire people. That’s, again, a way to ensure maximization of profit and control. “Flexibility” is supposed to be a good thing, like “greater worker insecurity.” Putting aside industry where the same is true, in universities there’s no justification.

So take a case where there’s under-enrollment somewhere. That’s not a big problem. One of my daughters teaches at a university; she just called me the other night and told me that her teaching load is being shifted because one of the courses that was being offered was under-enrolled. Okay, the world didn’t come to an end, they just shifted around the teaching arrangements-you teach a different course, or an extra section, or something like that. People don’t have to be thrown out or be insecure because of the variation in the number of students enrolling in courses. There are all sorts of ways of adjusting for that variation.

The idea that labor should meet the conditions of “flexibility” is just another standard technique of control and domination. Why not say that administrators should be thrown out if there’s nothing for them to do that semester, or trustees-what do they have to be there for? The situation is the same with top management in industry: if labor has to be flexible, how about management? Most of them are pretty useless or even harmful anyway, so let’s get rid of them.

And you can go on like this. Just to take the news from the last couple of days, take, say, Jamie Dimon, the CEO of JP Morgan Chase bank: he just got a pretty substantial raise, almost double his salary, out of gratitude because he had saved the bank from criminal charges that would have sent the management to jail; he got away with only $20 billion in fines for criminal activities. Well, I can imagine that getting rid of somebody like that might be helpful to the economy. But that’s not what people are talking about when they talk about “labor reform.” It’s the working people who have to suffer, and they have to suffer by insecurity, by not knowing where tomorrow’s piece of bread is going to come from, and therefore be disciplined and obedient and not raise questions or ask for their rights.

That’s the way that tyrannical systems operate. And the business world is a tyrannical system. When it’s imposed on the universities, you find it reflects the same ideas. This shouldn’t be any secret.

Tomado de:

http://www.salon.com/2014/10/10/noam_chomsky_corporate_business_models_are_hurting_american_universities_partner/

Imagen: https://www.google.com/search?q=universidad+mercantilizada&espv=2&biw=1366&bih=623&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjTnbSzmMTNAhWFlR4KHc6CAA0Q_AUIBygC#imgrc=UOFj8iCqFtAEaM%3A

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