La mercantilización afecta a educación pública y privada
Paco Moreno
El profesor universitario y especialista en temas de educación Zenón Depaz Toledo analiza en esta entrevista aristas en torno a la enseñanza en todos los niveles, que otros no quieren tocar por no pisar callos. No descalifica al censurado ministro Jaime Saavedra, habla sobre la nueva ministra y señala caminos para salir del atraso.
—Después de que las aguas se calmaron un poco, ¿cuál es su evaluación del trabajo realizado por el exministro Saavedra?
—Del trabajo desarrollado por el ministro Saavedra yo distinguiría dos ámbitos: el del manejo presupuestal o, más específicamente, el de la capacidad de gasto, que sin duda mejoró notoriamente, y el de los cambios en el marco normativo de la educación, ámbito en el que la agenda había sido establecida y desarrollada por otros actores, como el congresista Daniel Mora, aunque indudablemente Saavedra tuvo la perspicacia de hacer suya esa agenda y aparecer como su gestor.
—¿Cree usted que se continúa esa línea de trabajo?
—La nueva administración ministerial puede continuar sin mayores problemas la línea técnica de eficiencia presupuestal. Esto es muy probable, pues el equipo que lo hizo posible en el Ministerio de Educación se mantiene. En cuanto a la continuidad de la agenda de reformas normativas, lo más probable es que baje de intensidad y aún abra paso a concesiones de diverso alcance a una oposición con neta intención de echar abajo aquella agenda. En otras palabras, el ciclo de ofensiva reformista, ya debilitado, podría tender a pasmarse, dejando la posibilidad de su continuidad a la presión de actores como los estudiantes movilizados.
AL MARGEN DE LOS PLANES
—¿Cree usted que el gobierno tiene un plan adecuado para mejorar la educación?
—Las medidas de más reconocible impacto en cuanto a mejora de la educación en lo que va del siglo no han sido precisamente resultado de planes de gobierno, sino de la iniciativa y capacidad de personajes como Daniel Mora o el mismo Jaime Saavedra. En tal sentido, este gobierno no parece ser la excepción.
—Sin plan a la vista…
—En la primera parte de la campaña electoral del actual Presidente incluso se habló fuerte del desmontaje de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria y aspectos sustantivos de la Ley Universitaria, posiciones luego redefinidas al respaldar a Saavedra. No creo que el gobierno tenga en sentido estricto un plan educativo.
Marilú Martens bajo la lupa.
MARTENS EN EL CAMINO
—¿Qué espera de la ministra Marilú Martens?
—Lo normal, que conozca suficientemente la situación en que se encuentra la educación peruana. Si tomamos en cuenta el objetivo nacional de construir una sociedad más equitativa, notaremos que la educación tiene dos grandes brechas de inequidad: la que separa la educación privada de la pública y la que separa la educación urbana de la rural.
—¿También en la educación superior?
—Entiendo que en el ámbito de la educación superior la experiencia de la ministra Martens ha estado vinculada ante todo con instituciones privadas del sector orientadas a minorías socialmente favorecidas; tal es el caso de una universidad de la que fue directiva. Y, aunque en la educación básica lo que mejor conoce, al parecer, son instituciones públicas, se trata igualmente de aquellas orientadas a minorías favorecidas; tal es el caso de los colegios denominados “de alto rendimiento”, que le tocó dirigir, con un presupuesto por alumno superior al de las principales universidades públicas.
—Pero en ese sector no está el problema más crudo.
—Es verdad. Ocurre que los mayores problemas de la educación no se dejan notar en aquellas minorías de orientación elitista, sino en la mayoría de instituciones educativas, tanto públicas como privadas, de educación superior y básica, a las que acceden peruanos no privilegiados y en las que la calidad educativa es muy baja. Por tanto, su desempeño como ministra dependerá de que su atención al sector educativo sea más vasto e inclusivo. Ello pondrá a prueba su compromiso con el objetivo nacional de hacer que la educación sea un elemento clave en la construcción de un país con condiciones de vida más equitativas.
—¿Cree fue buena la decisión del presidente Pedro Pablo Kuczynski de designar a Marilú Martens?
—Dada la sorpresiva actitud de algunos voceros del gobierno, como el señor Sheput, de sumarse al pedido de renuncia del ministro Saavedra, levantado por la oposición que controla el Congreso, precisamente cuando esa demanda perdía soporte social y político, era inevitable su reemplazo. Hubiera sido improbable que el Presidente optara por alguna personalidad claramente identificable con las reformas cuestionadas por la oposición.
ARMA PARA CALMAR
—¿Pero está bien la designación?
—Tengo la impresión de que la nominación de la ministra Martens buscó, por un lado, contentar a los partidarios de la reforma, dada su condición de funcionaria cercana a Jaime Saavedra en el Ministerio de Educación; así como a los promotores de la contrarreforma, tomando en cuenta su cercanía con el sector privado en la educación superior. En el corto plazo, bien puede ser una decisión acertada en cuanto contribuye a atenuar las tensiones con una oposición en abierta ofensiva. En el mediano plazo, el acierto se juzgará ante todo por referencia a la medida en que la ministra dé señales efectivas de compromiso con la agenda educativa establecida en la Ley Universitaria, que tiene como uno sus puntos capitales la regulación de la calidad de la oferta educativa, medida inaceptable para el fundamentalismo del mercado, pero de creciente aceptación en las calles, sobre todo en el sector joven directamente afectado por la calidad de la educación y con probada capacidad de movilización política.
—Hablando de la Ley Universitaria, ¿qué es lo que debería cambiarse o modificarse para usted en la norma?
—Creo que si se trata de proyectar señales de un compromiso político prioritario con la educación pública, la composición del Consejo Directivo de la Sunedu debería cambiar en el sentido de otorgar una mayor presencia a académicos vinculados a las universidades públicas. Se trata de una elemental coherencia del Estado con las universidades estatales, que se supone desarrollan políticas de Estado. Es un asunto de correlación de fuerzas a favor de lo estatal y público.
—Hay debilidades…
—Considero que si bien es cierto que la elección de las autoridades universitarias por voto universal y directo de estudiantes y profesores ha contribuido a restar espacio a las mafias de las universidades, aquel mecanismo no está exento de debilidades. Por tanto, quizás deberíamos empezar a discutir la posibilidad de que responsabilidades como la de rector sean concursables, como modo de desarrollar una cultura del mérito y la responsabilidad. Creo también que deberíamos considerar la existencia de mecanismos como el de un examen nacional para el acceso a la universidad, por lo menos en el caso de las universidades públicas, de modo que tengamos indicadores nacionales de desempeño educativo.
ÚNICA VÍA DE DESARROLLO
—¿Por qué los gobiernos no le prestan la debida atención a la educación pese a que hay un consenso en que es motor del desarrollo?
—Tal vez por un déficit de voluntad política de apostar por un desarrollo basado en el conocimiento, única vía de desarrollo. No hay posibilidad de desarrollo sin una comunidad académica y profesional solvente, el insuficiente apoyo estatal a la educación pone de manifiesto la fuerza inercial de un statu quo en que los sectores socialmente más favorecidos prefieren seguir ejerciendo la función de intermediarios de poderes exógenos. Ello converge con los intereses del sector privado con fines de lucro en la educación. Para un país exportador de mano de obra barata y materias primas, no se requiere educación superior de calidad, bastan los remedos de universidad que ahora tenemos en abundancia.
—¿Cuáles son los problemas estructurales de la universidad?
—Considero que el mayor problema es el de la mercantilización de la educación, que afecta tanto al sector privado como a las universidades públicas, en cuyo presupuesto el componente de recursos directamente recaudados, proveniente fundamentalmente de cobros por la enseñanza, tiende a crecer, lo cual favorece el arraigo de conductas mercantilistas y clientelares, afectando negativamente la búsqueda de mayores niveles de equidad social.
—¿Qué otro problema podemos ver?
—El otro gran problema es la debilidad de una cultura de mejora de la calidad académica y la autoevaluación. El proceso de licenciamiento que está en curso, así como el de la acreditación, si se las toma como mecanismos de movilización de las fuerzas internas de la universidad pueden contribuir a desarrollar aquella cultura.
EL PROFESOR UNIVERSITARIO
Yo le pondría un discreto 12
—¿Qué nota le pondría al gobierno en estos primeros meses?
—Un discreto 12, que es resultado de una ausencia de iniciativa y reflejos ante los ataques de la oposición.
—¿Cree usted que Keiko Fujimori ha actuado de manera adecuada en estos meses?
—Afortunadamente para el gobierno, la conducta de la mayor figura política de la oposición tampoco ha sido sagaz ni prudente. Lo muestra su actitud de no reconocer públicamente, aún por elemental cortesía, al nuevo Presidente, y lo ratifica su actitud de abrir fuego contra una reforma, como la de la educación superior, que ya ha hallado amplia simpatía entre la ciudadanía.
Fuente: http://diariouno.pe/2017/01/07/la-mercantilizacion-afecta-a-educacion-publica-y-privada/