Del derecho a la Ciudad en Ciudades Contemporaneas. Entrevista al venezolano GABRIEL VISCONTI y el colombiano MARIO CAMARGO

Por arcoweb.com.br

Del 16 al 23 de febrero, en São Paulo, la 14ª edición del evento se realizó en colaboración con City School, Sesc São Paulo y Arq.Futuro. El tema fue «Todavía es el derecho a la ciudad?», Un renacimiento del concepto evocado por el filósofo Henri Lefebvre hace 50 años en su libro Le Droit à la Ville (1968). Entre los invitados se encontraban dos jóvenes arquitectos latinoamericanos: el venezolano Gabriel Visconti (estudio AGA) y el colombiano Mario Camargo (Colectivo 720).

El estudio de AGA, colectiva arquitectura basada en Caracas, recibió recientemente el Premio Jóvenes Arquitectos de América Latina – YALA, durante la Exposición Internacional de Arquitectura de Venecia 2018. Centrado en la innovación y las habilidades sociales, el estudio AGA ha diseñado y construido espacios públicos , viviendas, equipamiento urbano e instalaciones en diversas ciudades venezolanas, así como en Colombia, Perú, México y Ecuador.

Entre ellos, el 1100 – Community Equipment Systems, un trabajo de activación y convivencia social para el empoderamiento local y el derecho al territorio en las comunidades venezolanas Canaima y Los Frailes de Catia. El estudio AGA fue premiado en el Concurso Mundial de Vivienda y Desarrollo Social, en la Bienal Panamericana de Arquitectura en Quito (BAQ 2016). Al experimentar otro contexto político y socioeconómico, la mayoría de los proyectos del Colectivo 720, fundados por Mario Camargo y Luis Tombe en 2011 en Cali, Colombia, son el resultado de la participación en concursos públicos de arquitectura.

En unos pocos años de actividad, los arquitectos han creado decenas de obras destacadas en el país, siendo seleccionada para que la represente en el año 2017, el panorama de América Latina Bienal de Arquitectura (BAL) en Pamplona, ​​España. En uno de sus proyectos más relevantes en el territorio nacional – premiado en la Bienal Mundial de Arquitectura del Paisaje en América Latina 2016 y la medalla de oro de los Holcim Awards 2015 – la UVA de la imaginación, el colectivo 720 tratado de restablecer la memoria local, la reutilización de la infraestructura y apertura de espacios para el usufructo público.

En la siguiente entrevista, Visconti y Camargo reflexionan sobre el concepto de trabajo colectivo, la autoría y el papel del arquitecto en la comprensión de los diferentes contextos.

¿Por qué trabajar en forma de colectivo arquitectónico?

Mario Camargo  Para nosotros, tiene mucho que ver con el entendimiento de que nuestra profesión no es un hecho aislado. Es un proceso en el que no solo los arquitectos interactúan. Sobre la base de este aspecto, le dimos al nombre «colectivo», un poco para pensar más horizontalmente. Siempre me pregunto por qué Collective 720. [El número] es el código decimal de clasificación mundial en bibliotecas para archivos de arquitectura.

Gabriel Visconti  En el caso venezolano, esta forma de trabajar colectivamente está arraigada en la ciudad. Somos [AGA estudio] un equipo que se organiza de acuerdo con las estrategias a cumplir y, por lo tanto, colectiviza la toma de decisiones. Por el tipo de trabajo que hemos desarrollado y por el proyecto de la sociedad en el que creemos, colectivista, lo que nos interesa es construir la colectividad. Desde este ámbito podemos entender el tema del colectivo. Al igual que con el Colectivo 720, nuestro trabajo no solo es arquitectónico, sino también en relación con las formas de organización y gestión del territorio, que tiene más que ver con esta construcción colectiva de la sociedad.

MC  Lo que Gabriel menciona es la capacidad de sintetizar una posible intervención. Es muy importante el papel del arquitecto para comprender las dinámicas presentes en el contexto y, a partir de esto, desarrollar algo, sintetizar en un logro arquitectónico, urbanístico y paisajístico que reactiva las dinámicas. El denominador común de las obras es el discurso crítico. En este contexto, encontramos en el concurso una herramienta eficaz para hacer una ciudad.

GV El caso colombiano es muy importante no solo por la cantidad, sino también por la calidad de la convocatoria. El concurso es un instrumento democrático por excelencia. En Venezuela no ha habido una licitación pública por mucho tiempo, tuvimos que aprender cómo encontrar recursos y financiadores para nuestros proyectos. Tenemos la ardua tarea de buscar actores políticos, actores institucionalizados, ciudadanos con la capacidad de mover algún tipo de recurso, ya sea económico, logístico o material. Hemos aprendido a conectar a estos actores por una causa. Lo que más nos ha funcionado es cuando el que coloca el recurso no solicita, por ejemplo, la propiedad de lo que se construyó, sino que entiende que su participación es para la construcción de un modelo social, un proyecto que permite la autodeterminación de la población en el país. Desarrollo de tu vida.

¿Qué estimula, o desalienta, trabajar en un colectivo?

GV  Es una invitación a reinventarse constantemente. El momento histórico de Venezuela no es producto de ayer, sino de años de conflicto. La crisis ha acompañado a mi generación. Entonces, el desaliento, tal vez, me mantiene atado, mientras que el estado de ánimo, por otro lado, podría no permitirme ver la realidad. Es como una inquietud constante de reinventarse.

MC  El contexto latinoamericano, en general, funciona con muchas restricciones, especialmente la económica, y creo que el hecho de que estemos sujetos a esta realidad social, política y cultural nos hace mucho más creativos en relación con el hecho arquitectónico. Aunque Colombia está teniendo un tiempo favorable debido a las licitaciones públicas, los presupuestos son limitados, las operaciones son cada vez más restrictivas.

GV  Lo que nos estimula es comprender el espíritu de resiliencia en relación con la existencia. Por eso les digo que hay oficinas de arquitectura que se deterioran porque no tienen la capacidad de adaptarse a lo que está sucediendo. El continente latinoamericano es muy inestable y, en este sentido, es necesario construir constantemente herramientas que le permitan reinventarse.

¿Cuál es la comprensión de la arquitectura de la sociedad? 

MC  Esta respuesta dependerá, en gran medida, del diseño, el dispositivo que genera la apropiación y un enfoque que, por ejemplo, es más que un diseño urbano. La liberación de la planta baja de la Masp, por ejemplo, generó una dinámica urbana de apropiación del edificio. La arquitectura educa, el edificio dice «Soy público».

Las  estadísticas de GV dicen que somos 7.5 billones de seres humanos en el planeta. De estos, al menos el 80% produce su propia vivienda, sin arquitectos, y solo el 1% contrata a arquitectos. Así que me pregunto de qué arquitectura estamos hablando en términos de la construcción del planeta Tierra. Si piensa en algo así como 27 mil millones de edificios construidos sin arquitectos en comparación con 100 hechos por arquitectos, tenemos un hito en la historia de la construcción del planeta. Volviendo a tu pregunta: ¿cómo me lee la gente? Como accesorio. Poco a poco hemos logrado que la profesión sea respetada y necesaria, hasta el punto de que hoy también somos contratados por otras comunidades. Estamos entendiendo que para contratar a un arquitecto no es necesario ser un millonario, no una clase media.

¿La diversidad dentro de un colectivo de arquitectura estimula un replanteamiento de la ciudad latinoamericana contemporánea?

MC  Es muy probable que sí, pero dentro de la oficina tenemos dos grandes ámbitos de trabajo: el hecho constructivo y el hecho creativo. Las ideas son colectivizadas, pero en el hecho constructivo se requiere de quien tiene más experiencia para dirigir el proceso. Necesitamos diferenciar las cosas: la colectivización de ideas es fundamental, pero, obviamente, apoyada por una estructura con un líder capaz de realizar los procesos.

GV  Uno de los errores es entender el colectivo como un juego sin orden. Incluso las estructuras complejas siempre tienen una estructura. Me entiendo como parte de un colectivo de intenciones, aunque me pregunto si diferentes apariencias pueden hacer que nuestra realidad cambie. Creo que el proceso de colonización tiene mucho que ver con eso. Hay formas de dominación de las prácticas intelectuales, de la ciencia, que no son evidentes por sí mismas. Por ejemplo, después de tantos siglos, estamos llegando mágicamente a la conclusión, y por eso quiero ser irónico, que la ciudad tiene que ser transitable. Estamos inventando la cueva, nacemos con patas y no con ruedas. Prefiero extraer de la experiencia del planeta lo que siempre ha sintetizado la escala del hombre, lo que nos permite hacer una sociedad más similar a nosotros. 

¿Cómo es, dentro de un colectivo arquitectónico, el tema de la autoría?

GV  El tema de la autoría siempre ha venido a la mente como derechos de autor y copyleft. El derecho de propiedad o el derecho a usar algo. Siento que nuestros proyectos se parecen más a copyleft que a derechos de autor. Hay tantos actores detrás de un proyecto que asumir la autoría tendría más sentido desde la perspectiva «Soy parte de este proyecto y este proyecto es mío». La pregunta es cómo se asume la responsabilidad, ya sea vertical, horizontal o transversal. Por otro lado, sigo creyendo que la autoría colectiva no es una receta importante para todas las escuelas de arquitectura. Hay quienes solo pueden trabajar solos y son muy buenos o malos, y quienes trabajan colectivamente, e igualmente buenos o malos.

MC  Pero una cosa es muy clara. Un colectivo trabaja si sus miembros son capaces de entender la crítica, ser reflexivos, discutir colectivamente la arquitectura en función de algo. Debe haber una sintonía en el equipo de trabajo para que esto funcione, lo que depende, en gran medida, también de quién hace la dirección de la organización. Es el papel del líder en cualquier proceso. 

Me gustaría que hablaras un poco sobre el derecho a la ciudad en tus experiencias.

MC  São Paulo, por ejemplo, está inmerso en una lógica de ciudad que creció hasta tal punto que tenía casi 15 millones de habitantes. Siento que la ciudad ya no tiene que crecer ni ser más construida, sino ocupada, lo que ya está sucediendo. Aproveche los intersticios, los vacíos, los edificios existentes. Es necesario mapear los vacíos, no los entendidos de manera ortodoxa, como los parques, sino los vacíos de los edificios. Una parte muy importante de nuestro trabajo es cuantificar, no solo calificar.

GV El tema del derecho a la ciudad me interesa mucho porque tiende a entenderse como una estructura de poder superior, capaz de garantizarnos unas condiciones mínimas de habitabilidad, pero no tiene sentido considerar como un derecho lo que debería ser una garantía mínima de la existencia planetaria. Parece que la ley tiene más que ver con el derecho a soñar. En el caso venezolano, estamos experimentando múltiples procesos que están construyendo un sistema de coexistencia muy complejo. Creo que hay experiencias democráticas de control directo sobre los recursos, sobre la producción del espacio, sobre la toma de decisiones, sobre la transformación de la realidad cotidiana, que se asemeja mucho a lo que podríamos llamar el derecho a la ciudad. Esto construye una narrativa de la vida cotidiana diferente de la globalizada, por un lado, pero, por otro lado, construye la política de la vida cotidiana.

Fuente: https://www.arcoweb.com.br/projetodesign/arquitetura/entrevista-aga-estudio–colectivo-720?fbclid=IwAR0ElZlot1vzSDCR7DP2dQio8daF8mwNtEjqAASGqZDiUakWuF7cnEQ-rY8#

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Frank Locker “La educación tradicional no resuelve problemas reales”

El arquitecto y educador Frank Locker es profesor de la U. de Harvard

 20 ABR 2016/elespectador.com/María Paulina Baena Jaramillo

Este arquitecto de la Universidad de Harvard considera que los espacios son claves para la mejorar la calidad educativa. Asegura que el conocimiento no debe fragmentarse por materias y que moverse, en vez de tomar notas, es vital para el aprendizaje efectivo.

El arquitecto Frank Locker, profesor de la Universidad de Harvard, recuerda una anécdota que le reiteró la importancia de lo que él llama “hacer las cosas para aprender”. Ocurrió cuando visitó una pequeña escuela en San Francisco. Al recorrer las instalaciones observó unas pequeñas sillas que habían construido niños de segundo grado. Al preguntarle al rector por la razón de esas sillas, su respuesta fue fascinante: “Nuestro objetivo curricular es enseñarles el cuerpo humano, el sistema estructural y el sistema muscular”.

Para hacer las sillas, los niños habían tenido que observar cuidadosamente cómo se comporta el cuerpo humano, cuál diseño era funcional y cuál no. Un ejercicio así era más efectivo que unos afiches de anatomía colgados sobre un tablero, que señalaban cada parte del organismo y que más tarde los niños debían memorizar para completar un quiz.

Ese concepto y otros que dicta en su cátedra “Los ambientes de aprendizaje para el mañana” serán algunos de los temas que tratará Locker durante el encuentro que se lleva a cabo hoy en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. El evento Aula 360º busca conectar los espacios arquitectónicos con la pedagogía y mostrar alternativas para una educación actualizada con el siglo XXI.

A continuación algunas de sus reflexiones:

 ¿Qué relación encuentra entre la arquitectura y la educación?

Estamos cambiando el modelo de enseñanza para que sea más efectivo para los estudiantes. Mucha de nuestra infraestructura está basada en un modelo de hace 100 años. Esto implica una camisa de fuerza para el tipo de aprendizaje que queremos que suceda, tanto para alumnos como para profesores.

Si pensamos en buenos espacios para aprender, en Colombia sucede lo contrario: salones en malas condiciones, espacios cerrados, pocas zonas verdes, y aun así hay niños sobresalientes. ¿Por qué?

Lo que sabemos sobre enseñar y aprender es que, en infraestructura, se requiere de un árbol, para que dé sombra, y de un profesor. No necesitamos nada más, en la teoría. Hay factores que atan a los niños sin importar qué tan aburrido es su ambiente de trabajo. Hay niños que, en las condiciones más difíciles, son sobresalientes porque se sienten recompensados de estar ahí, pero son pocos. Es nuestra responsabilidad hacer que el aprendizaje sea atractivo para todos.

¿Cuánto tiempo hace falta para lograr el tránsito de una educación tradicional a una más atractiva?

Es más fácil y más rápido cambiar el mobiliario en un colegio o su infraestructura que trabajar con los profesores. Pero si sólo se cambia lo primero y se olvida lo segundo, el modelo de enseñanza sigue siendo el antiguo, adaptado con cosas nuevas. Si no hacemos entrenamiento con ellos van a entrar al salón y preguntarán: “¿Quién puso todo este vidrio aquí?”, y lo taparían con mapas y afiches para que nadie viera qué hacen. Harían que un edificio nuevo luzca como uno viejo.

Usted trabajará con algunos colegios del Distrito. ¿Cuál es su plan?

Lo que estamos haciendo con los colegios distritales es que, en vez de trabajar en salones aislados que estaban cerrados y no tienen conexión entre sí, ahora existan espacios donde los estudiantes puedan aprender en múltiples locaciones y los profesores puedan enseñar en varios espacios. Vamos a rediseñar edificios y haremos de seis a diez nuevos edificios en colegios distritales, basados en el modelo actual.

¿Cuál es el cambio de chip que tienen que hacer los profesores?

Lo que hemos visto del pasado es que tenemos profesores excluidos por especialidades en diferentes oficinas. Eso lo estamos cambiando y tenemos oficinas interdisciplinarias donde se comparten especialidades. El diálogo va a ser diferente. Lo que los hace comunes serán los estudiantes, no los contenidos.

¿Esto está ligado al pensamiento creativo del que usted habla?

Sí. La idea es que los profesores se conviertan en guías y facilitadores para que los estudiantes creen su propio conocimiento. Ese es un gran cambio en el pensamiento y rompe la manera como los profesores han sido entrenados tradicionalmente.

¿De qué manera el espacio, la luz y las zonas verdes afectan el aprendizaje colaborativo?

Todos los salones eran iguales en el pasado. Es como tener una caja de herramientas y que todas fueran destornilladores. Eso está bien si necesitamos un destornillador, pero no está bien si no lo necesitamos. Estamos buscando espacios interrelacionados donde haya martillos, taladores, alicates y, claro, destornilladores.

¿Cómo llegó a la conclusión de que estos espacios son efectivos para aprender?

Una de las cosas que nos dicen estos espacios es cómo opera el cerebro. Según las investigaciones mentales, los cerebros de las personas se apagan cuando se quedan quietos. Por ejemplo, el cerebro de un adulto puede permanecer una hora quieto hasta que se apaga, el de un adolecente puede permanecer 30 minutos, y el de un niño de primaria sólo puede resistir 15. Tomar notas es igual a quedarse quietos. En cambio, moverse en los espacios no lo es. Por eso hemos dispuesto espacios físicos que comulgan con lo que la investigación en cerebros nos dice ahora que es importante: moverse para poder aprender.

¿Cómo ha cambiado la educación de un tiempo para acá?

Antes se enseñaba el contenido por materias. Ahora tenemos que mirar cómo otras herramientas como internet nos hacen más sabios para tomar mejores decisiones.

¿Cuál es la mirada que deben dar los educadores a internet?

Gracias a internet, el profesor no tiene que dar el contenido nunca más, no es el emisor del contenido. Hay mucha información afuera y es imposible saberla toda. Hace 150 años a los educadores se les ocurrió la idea de fragmentar en pedazos pequeños el conocimiento para que pudiera manejarse separadamente y fuera asimilado por el estudiante. Se dictaban por aparte ciencias, matemáticas, historia, español, pero nunca le pusimos cuidado a cómo el conocimiento se solapa, cómo se relaciona en el mundo real.

¿A qué se refiere con “el mundo real”?

En la educación del siglo XXI queremos que el conocimiento sea interdisciplinario e integrado. Queremos que la comunicación esté en el corazón de la enseñanza, que los estudiantes sean colaborativos, que se abra el pensamiento crítico y que se resuelvan problemas.

¿Cree que los estudiantes no saben resolver problemas?

No lo hemos hecho bien en habilidades críticas ni en resolver problemas reales, pero sí en memorización y en respuestas únicas. Queremos que nuestros estudiantes sean creativos e innovadores. Pero no le pusimos cuidado a esto en el pasado.

¿Cómo se enseña la colaboración y cuál es el reto de pensar integralmente?

Si queremos enseñar colaboración, no podemos hacerlo cuando los estudiantes trabajan solos o cuando están sentados en filas. El modelo mobiliario tradicional ha sido de mesas aisladas para que no se hablen los unos con los otros. Antes, en el siglo XIX, no teníamos idea de lo que pasaba al otro lado del muro. Hoy queremos hacer el aprendizaje visible.

¿La idea es que toda la educación siga por esta línea disruptiva?

Los estudiantes deben aprender en la modalidad que se ajuste a su aprendizaje y que sea más efectiva. Si el aprendizaje es activo, van a aprender más, y mientras sea más pasivo, van a aprender menos. El modelo del estudiante que toma notas pasivamente mientras el profesor habla en el salón es el menos efectivo para la mayoría de los estudiantes. La mayoría de los estudiantes son mejores aprendices cuando están envueltos en un reto de trabajar en resolver un problema y tienen las herramientas y la guía de un profesor. La forma más efectiva de aprendizaje es la activa.

Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/educacion-tradicional-no-resuelve-problemas-reales-fran-articulo-628205

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