La Felicidad ya es una asignatura escolar en Inglaterra

Inglaterra/14 septiembre 2017/Fuente: El Definido

Debates sobre las emociones, objetivos vitales positivos y técnicas para sobrellevar el estrés y las tensiones, son algunas de las materias impartidas en los cursos de felicidad que se están integrando a la malla curricular de los colegios británicos.

Matemáticas, Ciencias, Lenguaje, Historia, Felicidad, Educación Física, Música, Arte. A ver, paren. ¿Felicidad? Se deben haber equivocado, debe ser Orientación o Consejo de Curso. Pero no. Leyeron bien. Felicidad es un ramo más dentro de la malla curricular de algunos colegios de Inglaterra. ¿Por qué?

Actualmente el exitismo y la obsesión colectiva por la medición y excelencia académica está en muchos casos consumiendo a nuestros niños, volviéndolos ansiosos, depresivos, competitivos, frustrados y estresados. Razón por la que distintos colegios británicos decidieron revertir este tema, centrándose en el bienestar de los alumnos como la clave en la educación. Así confirmaron que al entregar técnicas para enfrentar la vida y los desafíos personales, no solo los niños obtienen un buen desarrollo en los ámbitos sociales y personales, sino también en los académicos.

¿Ataques de cosquillas? ¿Humoristas en lugar de profesores? ¿Competencia de chistes? Ninguna de las anteriores. La asignatura de Felicidad es impartida por profesores especialistas que tratan temas esenciales que influyen directamente en el bienestar de sus alumnos, bajo la convicción de que el desarrollo de las emociones es igual o más importante que el desarrollo intelectual.

Felicidad impartida en las salas de clases

El año 2006, Sir Anthony Seldon, director de un prestigioso colegio público inglés llamado Wellington College, introdujo la Felicidad como asignatura de una hora semanal en las aulas de clases, donde se les enseña a los niños a vivir a partir de los 5 años.

La metodología utilizada consta de clases impartidas por profesores especializados que se basan en seis elementos para promover la felicidad: salud física, relaciones positivas, perspectiva, compromiso, mundo sustentable, establecer propósitos. Definen el bienestar como “un estado dinámico, en el que el individuo es capaz de desarrollar su potencial, realizar trabajo productivo y creativo, construir relaciones solidas y positivas con los demás, y contribuir a su comunidad al adquirir un sentido de propiedad y propósito para con la sociedad”.

Para desarrollar y aplicar lo anterior, los profesores trabajan semanalmente en una habilidad específica con los niños que les permita un mejor desarrollo, como por ejemplo: métodos para dormir bien, cómo botar tensiones, cómo sobrellevar desilusiones, pérdidas o fracasos, cómo descansar la mente, cómo tratar la ansiedad y el estrés, etc. Y algunos de los temas principales que tratan en sus dinámicas clases son los siguientes:

– Debates sobre las emociones: para que los menores aprendan a identificarlas y a entender bien lo que sienten de acuerdo a diferentes situaciones. Así, los niños podrán controlar y regular sus emociones y, de pasada, se logra reducir la violencia escolar, se fomenta la responsabilidad y se capacita a los niños para afrontar las incertidumbres con comprensión.

– Fijar objetivos vitales positivos: esto es clave para promover una buena enseñanza que refuerce la autoestima y el desarrollo de los niños. En lugar de decirles que el objetivo es sacarse buenas notas, aprobar los ramos, ganar la competencia de atletismo, obtener diplomas, etc.; es bueno incentivarlos en base a lo útil que les será ese aprendizaje para la vida.

– Enseñar a los niños a sobrellevar la tensión: para que de esta forma logren cosas tan simples como respetar los turnos, trabajar a conciencia y sin apuro, logren también trabajar en equipo y en sana competencia, adquirir tolerancia a la frustración y desarrollar la paciencia y el esfuerzo.

– Promover y potenciar la empatía: enseñarle a un niño a ponerse en el lugar del otro es una de las clavespara desarrollar la sociabilidad y el buen ambiente escolar. Los niños, además, adquieren un compromiso a ser mejores personas y a ayudar a quienes más lo necesiten, inculcándoles desde pequeños la posibilidad de que ellos pueden cambiar el mundo para mejor, responsabilidad que potencia su autoestima, haciéndolos creer en objetivos positivos.

Por otra parte, el colegio también integra a los padres y familias de los alumnos, impartiendo seminarios y charlas sobre felicidad para que todo el entorno de los menores esté alineado en el mismo propósito de felicidad y bienestar, porque creen firmemente en que la felicidad está al alcance de todos y que el desarrollarla, requiere de un esfuerzo y depende de cada uno.

A pesar de que en un principio, muchos académicos desconfiaron del método de Seldon, creyendo que éste sólo disminuiría los logros académicos, el éxito alcanzado se tradujo también en lo académico y el Wellington College se convirtió en el colegio que más ha mejorado sus resultados académicos en Reino Unido. Es por esto que especialistas británicos decidieron llevar su propuesta de clases de Felicidad a la Cumbre Mundial de Innovación (WISE), y rápidamente varios establecimientos académicos del Reino Unido incorporaron la Felicidad como una asignatura fija.

“Ahora estoy mucho más seguro de que es correcto enseñar buenos hábitos a los jóvenes, porque de eso se trata la felicidad. Incluso me atrevo a decir que si los colegios no abrazan este enfoque, están siendo negligentes con sus niños”, señaló Anthony Seldon.

Hoy, el método se ha extendido a muchos otros países como Estados Unidos, Canadá, Holanda, Finlandia, etc. Colegios extranjeros también están empezando a aplicar este tipo de enseñanza en sus salas de clases, e incluso prestigiosas universidades como Harvard o la de Pensilvania, han incorporado hace un buen tiempo la Felicidad como asignatura o especializaciones dentro de sus mallas, siendo de los ramos que más rápido agotan sus vacantes.

Fuente: http://www.eldefinido.cl/actualidad/mundo/7457/La-Felicidad-ya-es-una-asignatura-escolar-en-Inglaterra/

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Años de educación y aún no sabemos amarnos a nosotros mismos

Valeria Sabater

Suspenso. No apto. Hiperactivo. Baja motivación. Desafiante. Son muchas, muchísimas las etiquetas que reciben los niños a lo largo de su educación escolar y muy pocas las miradas que se detienen a comprender qué emoción se esconde detrás de cada alumno difícil.

Resulta curioso cómo desde desde escenarios como la empresa o la política se valora ya a la Inteligencia Emocional como algo imprescindible y vertebrador para todo profesional, mientras que las Instituciones Educativas, cojas en este aspecto, no contemplan la Inteligencia Emocional como una competencia a potenciar.

El peso de las competencias cognitivas siguen siendo algo esencial para el sistema académico. Las emociones, por su parte, se ven como ese aspecto “tabú” que es mejor restringir al ámbito privado, a la soledad de cada niño en su delicado intento por conocerse a sí mismo en un mundo cada vez más complejo.

Una educación que forma mentes pero no personas

Los niños y adolescentes de ahora son hábiles estrategas en las nuevas tecnologías. Los emoticonos en sus mensajes de texto son muchas veces su único acercamiento al mundo de las emociones. Pero, cuando se alejan de los dispositivos móviles, son incapaces de gestionar o prevenir situaciones como por ejemplo, el bullying.

Begoña Ibarrola, psicóloga e investigadora, nos indica que en aquellos centros que han integrado la Inteligencia Emocional en las aulas y en el currículum escolar, las conductas de acoso han desaparecido y el rendimiento académico ha mejorado de forma notable. Resulta esperanzador, no hay duda.

La educación tiene como propósito formar personas que cambiarán el mundo el día de mañana: instruyamos entonces personas felices, aptas en alegría, diestras en el respeto y brillantes en esperanza.
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Si nos preguntamos ahora la razón por la cual no se da el paso a esta transformación tan necesaria en nuestra educación, hemos de detenernos en estos aspectos para reflexionar unos minutos:

  • El diseño curricular está determinado en muchos casos por una tendencia política que pauta el tipo de plan de estudio que considera más adecuado.
  • El peso de lo cognitivo sigue muy arraigado en nuestro sistema escolar a pesar de que teorías como “las inteligencias múltiples de Gardner”, nos hablan de la clara necesidad de trabajar la Inteligencia Emocional en los niños de forma temprana.

Hemos de tener en cuenta, además, que todo cambio a nivel institucional requiere tiempo. Se necesita de una clara concienciación social, porque invertir en emociones es invertir en convivencia, es aprender a ser más aptos en relaciones humanas, en respeto y en ese cambio de enfoque donde se deje a un lado la necesidad de educar niños perfectos para formar personas felices.

Eduquemos niños únicos, no alumnos iguales

En una sociedad cambiante como la actual y con una altísima competencia profesional, no nos sirve de mucho formar alumnos iguales, especialistas en las mismas materias. Es necesario primar el valor humano, el potenciar las capacidades naturales del niño para que por sí mismo descubra qué es lo mejor de él y lo ofrezca al mundo para que “sea único”.

Un aspecto a tener en cuenta es que muchas veces dejamos caer sobre las instituciones académicas todo el peso de la educación de un niño. Es un enfoque equivocado: todos somos agentes educadores, siendo la familia ese escenario esencial e idóneo que hemos de tener muy en cuenta.

La familia, primer escenario en Inteligencia Emocional

Desde el ámbito de las neurociencias nos lo dejan bien claro: el contexto emocional y facilitador en el que crezca un niño en sus primeros años de vida, determinará en buena parte su desarrollo posterior e incluso su personalidad.

  • El reconocimiento, la reciprocidad el apego seguro y la comunicación emocional son hilos de equilibrio que permitirán al niño crecer en libertad y madurez.
  • Si deseas dar al mundo un niño capaz de respetar a los demás, de escuchar y de usar el afecto por encima de la agresión, sirve de modelo. Cuida de tus palabras, de tus juicios y tus acciones, sé el mejor ejemplo.

La escuela, un microcosmos del escenario social

La escuela será para el niño un claro ejemplo de ese mundo al que habrá de enfrentarse el día de mañana. Las relaciones con sus iguales y con las figuras de autoridad (los maestros y profesores) le servirán para adquirir nuevas e importantes competencias.

  • En los centros donde se aplican ya hábitos y herramientas emocionalmente saludables, nos demuestran que los niños son muy receptivos a este tipo de conocimientos.
  • Los integran en el día a día porque ven que les funciona, que son estrategias útiles con las que mejorar sus relaciones y ser más asertivos a la hora de prevenir agresiones o entablar amistades.
  • La Inteligencia Emocional se convierte en un hábito capaz de optimizar su forma de aprender, de canalizar la ansiedad o los nervios. Todo ello propicia que sus resultados académicos sean mejores y de que su personalidad, sea mucho más segura. Un dato realmente alentador.
Educar es aprender a dejar huella en el corazón de los niños
Fuente del articulo: https://lamenteesmaravillosa.com/anos-de-educacion-y-aun-no-sabemos-amarnos-a-nosotros-mismos/
Fuente de la imagen: https://lamenteesmaravillosa.com/wp-content/uploads/2016/02/niña-con-luz-del-universo-en-las-manos.jpg
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El carácter y la felicidad en la educación.

Por: Berta Gonzalez de Vega.

Es curioso comprobar cómo en educación todo vuelve, como en la moda. Ahora, algunas políticas educativas han descubierto el carácter. La forja del carácter. Puede sonar a «educar en valores» pero no parece que sea lo mismo. Según el diccionario, «carácter» es la  «Señal espiritual que queda en una persona como efecto de un conocimiento o experiencia importantes» En esta entrevista, el filósofo Gregorio Luri hablaba de cómo «La educación del carácter es esencial en la tradición pedagógica británica y no se puede decir que les haya ido mal. Se ha llegado a decir que las guerras mundiales las ganaron los británicos en los campos de deporte de Eton. Incluso ahora Nicky Morgan, secretaria de Educación (2), insiste en que la educación del carácter ha de ser equiparable a la formación académica. Nosotros consideramos mucho más ese discurso bonito de la educación en valores que es un fomento de la náusea en lugar del apetito. Les intentamos inculcar a nuestros alumnos lo mal que se han de sentir ante determinadas conductas, pero no les impulsamos a dar ejemplo, es decir, a manifestar sus valores en sus conductas».  O sea, no se trataría solo de manifestar repulsa por unos comportamientos,  si no de actuar en el mejor sentido. No de explicar qué es el bien, si no de ser bueno. 

Ahora se trata de elegir qué rasgos del carácter se pueden potenciar en la escuela. En EEUU, el coraje y la determinación, el esfuerzo, tienen predicadores tan potentes como Angela Duckworth, que tiene un laboratorio dedicado al estudio del carácter,  o Paul Tough, autor de Cómo los niños tienen éxito. En el fondo, parte del debate es sobre qué hace a una persona valiosa o buena y se sabe que muchas empresas, por ejemplo, no contratan por los títulos pero sí por los rasgos de personalidad más acentuados, gente que tenga capacidad de aguante o sepa resolver situaciones complejas sin venirse abajo y, a la vez, sea considerado con los demás. Pero forjar el carácter no tendría como objetivo conseguir un empleo si no una atmósfera general, un ambiente, en el que la mayoría de las personas haga lo correcto, no lo fácil. El respeto y ayudar a quien lo necesite sería también indispensable y eso pasa por forzar actitudes como dar las gracias, desde el bedel a la limpiadora, al profesor o a los compañeros.  Así,  se cambia el ambiente, de entrada, en un colegio o instituto.

En los últimos años, hemos visto cómo calaba el mensaje de que los niños tienen que encontrar la felicidad en el colegio, que los profesores deben tener como objetivo que los niños sean felices, igual que los padres. De hecho, en muchos colegios ponen ahora el énfasis en que están embarcados en la misión de hacer felices a los alumnos. Nadie duda de tan loable deseo pero, como explica aquí Richard Weissburg, profesor de la facultad de Educación de Harvard, se trata de conseguir que los niños sean felices siendo amables, responsables y haciendo lo correcto. Para conseguirlo, se puede empezar con exigir unas simples reglas de cortesía y, sobre todo, predicando con el ejemplo en casa.

En su libro «Mejor Educados»,  Luri alertaba contra esta burbuja de la felicidad: La infancia feliz, entendida como un cuento, obvia que es la etapa en la que se forman «el juicio y el carácter», que consiste en acomodar deseos infantiles a las exigencias de los adultos. «El edificio del carácter se levanta sobre pequeñas frustraciones», seguía explicando. Y, eso, incluye la necesidad de postergar muchas veces la satisfacción del deseo -como un pastelero no se come los ingredientes mientras hace un pastel–.  «Una persona incapaz de reprimirse a sí misma es una persona que puede ser incapaz de elegir». Elegir es renunciar a algo. Elegir es asumir riesgos. Y es la forja del carácter. El coraje es saber lo que está bien y lo que está mal y actuar en consecuencia. «Es la fuerza que nos permite hacer realidad lo que es posible y deseable» o «Es la capacidad de hacer lo que hay que hacer «. Y eso, a veces, no es hacer lo más fácil y lo más popular. Además, pasa por tener clara una frase que se ha repetido mucho de padres a hijos: No se puede tener todo. Si eliges, renuncias a algo. La vida es eso.

El otro día, Emilio Calatayud en el periódico contaba su ya tradicional receta para conseguir tener un hijo delincuente: «Darle todo lo que pida, no darle ninguna educación espiritual, no regañarle nunca, hacerle todo, ponerse de su parte cuando tenga un conflicto con los profesores». En principio, todo eso podría hacer al niño feliz de inmediato.

Vivimos  una época en la que hay demasiada ideología en la educación y el carácter se considera algo conservador porque trata de «lo que se tiene que hacer», no de la educación emocional. El carácter sería la dignidad en el desarrollo de lo que hay que hacer, poner un plus de voluntad. En ocasiones, se ha acentuado la existencia de un carácter nacional. Hay corrientes que han intentado enfrentar a la creatividad con el carácter pero no hay nada que pruebe que  sean incompatibles. Al fin y al cabo, muchos de los grandes creadores fueron alumnos de instituciones académicas donde había disciplina, se exigía buen comportamiento y se castigaban las conductas poco éticas como copiar o plagiar.

Mientras, en Singapur, el ministro de Educación, Ng Chee Meng, lleva tiempo diciendo que en la educación hace falta poner menos énfasis en las notas y más en el carácter. En un congreso con miles de profesores, dijo: «En otras palabras, debemos encontrar el equilibrio entre lo que puede medirse, como las notas, y lo que sólo puede ser observado, como los valores y el carácter».  El debate queda abierto sobre cómo hacerlo.

Y acabamos con cita de Ortega y Gasset: «Es falso decir que en la vida deciden las circunstancias. Al contrario: las circunstancias son el dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.»

Fuente: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/mejoreducados/2016/09/08/el-caracter-y-la-felicidad-en-la.html

Imagen: http://estaticos.elmundo.es/blogs/elmundo/mejoreducados/imagenes_posts/2016/09/08/173291_540x324.jpg

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Libro: La aborrecida escuela. Junto a una pedagogía de la felicidad y otras cosas

La aborrecida escuela. Junto a una pedagogia de la felicidad y otras cosas

  • Autora:JAUME TRILLA BERNET
  • Nº de páginas: 213 págs.
  • Editorial: LAERTES
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788475844695

Sinopsis: Si he de ser sincero, toda mi época escolar no fue sino un aburrimiento constante y agotador que aumentaba de año en año debido a mi impaciencia por librarme de aquel fastidio rutinario. No recuerdo haberme sentido<>en ningún momento de mis años escolares – monótonos, despiadados e insípidos- que nos amargaron a conciencia la época más libre y hermosa de la vida. (…) Era un aprendizaje apático e insulso, dirigido no hacia la vida sino al aprendizaje en sí, cosas que nos imponía la vieja pedagogía. Y el único momento realmente feliz y alegre que debo a la escuela fue el día en que sus puertas se cerraron a mi espalda para siempre.»Eso cuenta Stefan Zweig de la escuela que le tocó en (mala) suerte padecer. Una mala suerte, sin embargo y como se ejemplifica cumplidamente en las páginas interiores de este libro, compartida por muchos escolares anteriores, coetáneos y posteriores al escritor austríaco. Este libro es, en su primera parte, un ensayo sobre la escuela>visto, resultó aborrecible para muchos de sus usuarios. Cómo era la pedagogía que se practicaba en esos lugares supuestamente educativos, porqué era, cómo era, qué es lo que queda de ella y qué puede tener de superable para el siglo XXI son las cuestiones sobre las que se reflexiona en este trabajo.

Fuente de la reseña: http://www.casadellibro.com/libro-la-aborrecida-escuela-junto-a-una-pedagogia-de-la-felicidad-y-ot-ras-cosas/9788475844695/851159

Fuente de la imagen: http://image5.casadellibro.com/a/l/t0/95/9788475844695.jpg

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Entrevista a Martin Seligman: «La felicidad se puede medir y se puede enseñar»

21 Agosto 2016/Fuente:lavanguardia.com/Autor:lacontra 

Martin Seligman , Pasó de estudiar la depresión a investigar las bases, tanto psicológicas como neurológicas, del bienestar y la felicidad y cómo conquistarlas estimulando las fortalezas y virtudes humanas. Tiene varios libros publicados y un interesante test que está colgado en la red: Cuestionario VIA de Fortalezas Personales. Dirige el Centro de Psicología Positiva Penn (Universidad de Pensilvania) e imparte el máster Penn del programa de Psicología Positiva Aplicada. Me sorprende cuando al final de la entrevista, al explicarme que somos los humanos los que crearemos a Dios y que todo se resume a luz, estalla en llanto. Ha venido a Barcelona a dar un talleral equipo directivo de Bioibérica sobre cómo conquistar el bienestar.

¿Qué le llevó a estudiar las fortalezas humanas?

Cuando me nombraron presidente de la Asociación Americana de Psicología me propuse hacer bien mi trabajo y me dediqué a preguntar por el mundo qué hacíamos bien y qué hacíamos mal los psicólogos.

Eso es curioso, humilde e inteligente.

Descubrí que investigar y tratar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (la ansiedad, el estrés, la depresión, el suicidio, las adicciones…) sabemos hacerlo muy bien; pero nadie se ocupaba de los aspectos positivos, de manera que la psicología no explicaba a la gente cómo llevar una buena vida.

De eso se encargaron algunos filósofos.

…Y no se trata de mostrar a la gente cómo no estar deprimido, no enfadarse o no tener ansiedad, sino de enseñarle a ser feliz. Me propuse estudiar las bases del bienestar psicológico y de la felicidad; y las fortalezas y virtudes humanas, todo dentro del marco de la ciencia.

¿A qué conclusiones ha llegado?

Que las emociones positivas, la calidad de las relaciones, en definitiva, la felicidad, se pueden medir y se pueden enseñar.

Pero uno tiene su carácter.

Se puede cambiar. Yo era un pesimista depresivo y he aprendido a ser optimista y alegre.

Pues cuénteme cómo.

Si analizamos las estadísticas de violencia, riqueza real, sanidad, educación, no hemos hecho más que progresar. La queja sobre el mundo en el que vivimos hay que repensarla, y en la vida personal hay que cambiar de actitud.

Sin señalar lo negativo, ¿cómo lo mejoras?

Supongamos que identificando los aspectos negativos de un paciente la psicoterapia consigue sacarlo de su pozo (lo que sólo ocurre en el 65% de los casos), es decir, que pase de menos diez a cero; pero así no se consigue que sea feliz.

Eso es mucho pedir.

Las habilidades (optimismo, templanza, coraje, humanidad, autoestima, gratitud…) están por encima de cero. Potenciar nuestras fortalezas es una forma de potenciar el bienestar.

¿Cómo lo hizo usted?

Durante veinte años investigué el pesimismo. Pero personalmente, cuando me sorprendía pensando de manera negativa, reconocía esos pensamientos pesimistas y buscaba argumentos realistas que los desmontaran.

¿Hay que discutir con uno mismo?

Sí, hasta desmontar la negatividad. Luego, para alcanzar el bienestar, hay que centrarse en cómo potenciar y desarrollar aquellas áreas en las que eres bueno en lugar de dedicarte a la prevención de lo problemático.

Aplíquelo, por ejemplo, a la depresión.

Las investigaciones demuestran excelentes resultados con la estimulación de emociones positivas como la alegría, la esperanza o la ilusión.

¿Hay pruebas científicas?

Muchísimas. Hemos demostrado que esas fortalezas humanas que se pueden aprender son eficaces barreras del trastorno mental. Y los estudios muestran que el optimismo tiene un efecto directo sobre nuestra respuesta inmune.

Deme un ejemplo.

En EE.UU. hemos medido condado a condado el pesimismo, la infelicidad y el aburrimiento; y resultan ser predictores mucho más eficaces de los infartos que la etnia, los ingresos, la educación, el sedentarismo o la obesidad.

Increíble.

Preocupados por la alta tasa de estrés postraumático en el ejército norteamericano (5%), me encargaron un estudio y un plan de choque. Y de nuevo el principal predictor no resultó ser la intensidad o crudeza del combate, es decir, el trauma en sí, sino el hecho de ser una persona catastrofista, que aumenta un 30% el riesgo de tener estrés postraumático.

Deme una pequeña herramienta.

Hay 24 virtudes que trabajar, pero, por ejemplo, en las relaciones es fundamental pasar de una actitud constructiva pasiva (“¡Felicidades por tu discurso!”) a la constructiva activa (“¿En qué momento te aplaudieron?”, ¿Qué dijiste?”, “¿Qué fue lo más emocionante?”…).

Eso sí es empatía.

La psicología siempre ha considerado que los motivos de la tristeza, la depresión o la ansiedad venían de fuera, pero hoy sabemos que dependen de lo que tú piensas sobre lo que te ha acontecido, eso es lo que genera el sentimiento.

Una cosa es lo que pasa fuera y te afecta, y otra, la falta de autoestima.

Es el mismo proceso, por eso en muchas escuelas de Estados Unidos enseñamos a los niños las habilidades del optimismo y hacemos un seguimiento en la pubertad, así hemos conseguido reducir a la mitad la tasa de depresiones.

¿Todo pasa por el raciocinio?

Yo trabajo sobre las estructuras cerebrales, ¡y estamos haciendo avances increíbles en neurociencias! Dentro de un mes se publicará un avance importantísimo sobre la indefensión aprendida (la sensación subjetiva de que no podemos hacer nada ante una situación). Steve Miller ha encontrado los circuitos cerebrales que la activan y desactivan. Yo los llamo los circuitos de la esperanza, podremos desactivar la depresión.

¿Cuáles son los elementos esenciales que pueden elevar el grado de felicidad?

Aumentar las relaciones y las emociones positivas, el compromiso (poner en práctica las fortalezas personales), el sentido y el logro (establecer metas que nos motiven a conseguirlas).

Fuente de la entrevista: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160627/402783364322/la-felicidad-se-puede-medir-y-se-puede-ensenar.html

Fuente de la imagen: http://www.lavanguardia.com/ra/lowres/GODO/LV/p3/WebSite/2016/06/27/Recortada/img_jroviralta_20160511-165329_imagenes_lv_colaboradores_jroviralta__r0h7421-k6LF-KNSWRBDSABVV78NI-992×558@LaVanguardia-Web.jpg

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Educar para la felicidad

Por Tracy Burton Bravo

“La felicidad es íntima, no exterior; y por lo tanto no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”, afirmó una vez el escritor estadounidense Henry van Dyke. La ONU incluso reconoció en 2011 que la búsqueda de la felicidad es un objetivo y una aspiración universal. Sin embargo, no son pocos los que se pierden por el camino. Por eso, expertos y profesores han decidido dedicarse a impartir clases que ayuden a las personas a alcanzar la felicidad.

Muchos especialistas sostienen que la verdadera felicidad es síntoma de una mente sana y equilibrada, al igual que el bienestar físico es signo de un cuerpo sano. El objetivo detrás de las clases que se imparten en el internado es dotar a los alumnos de las herramientas necesarias para conocerse a sí mismos, además de enseñarles a autogestionarse. Seldon presume de que, en los últimos años, el rendimiento académico de su centro ha mejorado de manera notable.

Tal Ben-Shahar también se ha convertido en un referente en lo que se refiere a clases sobre felicidad. El psicólogo y filósofo estadounidense e israelí ha conseguido atraer a más de 1.400 alumnos cada semestre en la Universidad de Harvard. “La felicidad es una sensación general de placer y significado: una persona feliz disfruta las emocionespositivas al mismo tiempo que considera que su vida está llena de significado”, afirma Ben-Shahar. “Puede que una persona experimente dolor en ocasiones, pero que sea feliz en lo global”.

Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia y uno de los autores del Informe Mundial de Felicidad, defiende que garantizar felicidad y bienestar debería estar en la agenda de todos los países. “La educación, incluida la educación moral y el mindfulness, pueden jugar un papel fundamental para conseguir una mayor satisfacción vital”, apuntó Sachs tras presentar los resultados de 2015.

Ecoportal.net

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La mayor enseñanza en medio del Himalaya: la felicidad

Bután/Febrero 2016/Autor y Fuente: http://www.semana.com/

El Reino de Bután cambió la medición del Producto Interno Bruto (PIB) por el de la Felicidad Nacional Bruta (FNB), con la cual establecen sus políticas educativas.

Segunda entrega del especial ‘Una educación extraña para aquellos que no la toman’ de la edición número 13 de la revista digital Semana Educación.

Existe en medio del Himalaya un reino que permanece, igual que hace siglos, aislado entre montañas de más de 6.000 metros. Es Bután, un país misterioso y antiguo que se mantiene con las tradiciones y creencias budistas. Sus paisajes están colmados de montañas y cumbres plateadas por la nieve, que contrastan con antiguas fortalezas y monasterios, un atractivo turístico inmaculado que no ha sido explotado por su gobierno, razón misma que ha permitido mantener encerrada a su población en prácticas milenarias.

Para conservar sus tradiciones se imponen leyes como que, en determinadas áreas públicas, los butaneses deben vestir el atuendo tradicional para reforzar la identidad cultural. Las mujeres llevan un vestido hasta los tobillos y los hombres uno de tela que llega hasta las rodillas y se ata con un cinturón.

El Reino de Bután se abrió al mundo de la tecnología en 1999, cuando llegó por primera vez la televisión y el internet. Desde entonces, la población accede a conocimiento global; descubrieron un universo que hasta ese año se construía en su imaginario por lo que les contaban los pocos turistas que lograban acceder.

Lo que escuchaban lo entendían porque, aunque la lengua nativa es el dzongkha o butanés de la familia del tibetano, Bután fue una colonia inglesa y, por lo tanto, el inglés es la segunda lengua.

Además de estas particularidades, tiene una adicional y muy especial. Bután es el primer país del mundo que decidió cambiar la tradicional medición del Producto Interno Bruto (PIB) por el de Felicidad Nacional Bruta (FNB). Para esta medición, el reino butanés creó un sistema basado en cuatro pilares y nueve áreas que se evalúan cada dos años en una encuesta. Según el resultado, se ajustan las políticas públicas para que la población efectivamente sea la más feliz.

Uno de los deseos encontrados durante la encuesta fue que los habitantes quieren tener una vida mentalmente más relajada. Por ello se decidió que la meditación sería un gran factor protector de la salud mental de la población, así que se incorporó dentro de la malla curricular escolar.

Dentro de sus políticas está establecido que la educación sea gratuita y bilingüe con el inglés. También llega a casi todos los rincones del país. Sin embargo, no es obligatoria porque las familias más pobres eligen usualmente que sus hijos trabajen para generar ingresos. Los niños en las escuelas se convertirían económicamente en inútiles, al igual que muchos que viven en zonas remotas donde siguen sus tradiciones milenarias.

La filosofía de la Felicidad Interior Bruta (FIB) ha sido la guía de la política y el modelo de desarrollo de Bután. La idea de este concepto es que medir el progreso no debe basarse en su flujo de dinero, sino en los avances en lo material y lo espiritual para que ambos se complementen y se refuercen.

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‘Una educación extraña para aquellos que no la toman‘

Fuente de la Noticia y de la Foto:

http://www.semana.com/educacion/articulo/sistema-educativo-en-butan/459906

Vea el especial completo en la edición número 13 de la revista digital Semana Educación.

Información de la Foto:

La mayor enseñanza en medio del Himalaya: la felicidad Foto: Commons.Wikipedia.org

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