En México, ocho de cada 10 personas que nacen en la pobreza, continúan así toda su vida: origen es destino.
Este anhelado mejoramiento de las condiciones de vida o movilidad social pareciera cada día más difícil y poco esperanzador.
Diversos estudios señalan que el origen de las personas es determinante en su realización socioeconómica, por lo cual las opciones de movilidad son limitadas (Vélez, 2019).
Para combatir esto, sería necesario garantizar condiciones básicas, como educación y salud, y al mismo tiempo asegurar la igualdad en el acceso a oportunidades. Sin embargo, esto parece cada día más lejano.
Según el estudio La movilidad social en México: diagnóstico y pendientes, publicado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), el logro de las personas está determinado en buena medida por sus condiciones socioeconómicas y sociales de origen; y para ello influyen distintas circunstancias o “accidentes de cuna”: nacer en la parte baja de la escalera social, nacer en regiones o estados más al sur del país y ser mujeres (CEEY, 2019).
Lo viví en carne propia. Como hijo de trabajadora del hogar y de carpintero, he sido testigo de cómo las personas se esfuerzan sin poder progresar lo suficiente; de tener muchos talentos y no contar con las condiciones necesarias para explotarlos.
LOS RIVERA DESTINO
Crecí en Valle de Chalco Solidaridad, estado de México, uno de los municipios más abandonados de la zona metropolitana del valle de México. Casas de cartón, hambre y enfermedades comunes que matan a personas por no tener medicamentos a la mano, son escenas cotidianas. Eso, sin contar el hacinamiento, inseguridad y carencia de servicios básicos, como agua o electricidad.
Para romper estas dinámicas de desigualdad y promover esta ansiada movilidad social, la educación de calidad es uno de los pocos recursos efectivos para enfrentarlo. Para ello las instituciones públicas de educación superior representan un faro de esperanza para miles de jóvenes que buscan mejorar su contexto y trayectoria personal.
Asistir a la universidad resulta, a veces, la única salida; es una aspiración que muchos soñamos desde pequeños.
Lo digo desde la academia y la experiencia: es necesaria la defensa y fortalecimiento, no sólo de la educación básica donde se va logrando una cobertura universal, sino desde la universidad pública.
En el discurso, el fortalecimiento a las universidades es un hecho; en la realidad, no es así. Tan sólo en los últimos cinco años, aunque el aumento de la matrícula en instituciones de educación superior públicas aumentó 19.4 por ciento, el presupuesto asignado se ha reducido en más de 9.8 por ciento en términos reales (Álvarez, 2021).
Recientemente, Angélica Buendía Espinoza, destacada investigadora de la unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, señalaba que más allá de la cobertura en educación superior, es el tema de calidad lo que preocupa, el cual, debe ir vinculado con procesos de transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción eficientes dentro de estas instituciones.
Es necesario establecer políticas de mejora de las trayectorias educativas y personales de las personas que más lo necesitan y, por supuesto, de un desarrollo académico, científico y tecnológico que tenga como fin la búsqueda de soluciones a problemas reales que aquejan a la sociedad.
El reto es enorme. Para que origen no sea destino, impulsemos entre todos que la educación sea el proyecto más importante de desarrollo social.
Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/11/22/politica/que-origen-no-sea-destino/
Las consecuencias de un embarazo temprano repercuten por el resto de la vida.
Los embarazos en niñas y adolescentes –de entre 9 y 18 años- cuyas cifras alarmantes se mantienen al alza en todos nuestros países, constituyen una de las más graves patologías sociales y la segunda causa de muerte en ese grupo etario. Dada la visión estrecha y patriarcal de quienes establecen la pertinencia de las políticas públicas, así como de sociedades cuyos marcos valóricos manifiestan una fuerte influencia de doctrinas religiosas, este sector de la población es uno de los más desatendidos y, por lo tanto, carente de palancas políticas para hacer valer sus derechos. Una de las principales causas de la vulnerabilidad en la cual se desarrolla la infancia es la preeminencia de la absoluta autoridad de los adultos en su entorno y, consecuentemente, la total indefensión de la niñez.
La inmensa mayoría de mujeres adultas –si no la totalidad- aun cuando muchas intenten negarlo, hemos sufrido el impacto de un sistema cuyas normas marginan a niñas y mujeres como si fuera una ley de la naturaleza. Los acosos y agresiones sexuales, tanto dentro del hogar como en el vecindario, en las calles o en la escuela, han sido una constante de abrumadora incidencia al punto de transformarse en una especie de maldición inevitable para esta mitad de la población. De tales agresiones, una de las más graves consecuencias son los embarazos en una etapa precoz del desarrollo.
Las instituciones encargadas de salvaguardar la seguridad de este importante segmento, sin embargo, han sido incapaces de protegerlas; ya sea por falta de políticas públicas o, simplemente, nulo interés por la integridad de un sector caracterizado por su escaso poder de incidencia política. Cautivas en un sistema que las castiga por su condición de niñas, las condena a embarazos, partos y maternidades para los cuales no están preparadas física ni psicológicamente, con riesgo de muerte y el desafío de afrontar una marginación familiar y social cuyo impacto les causará aislamiento, pobreza, pérdida de autoestima, patologías físicas y emocionales irreversibles y un sinnúmero de amenazas contra su normal desarrollo de vida.
A pesar del trabajo de algunas organizaciones preocupadas por hacer de este sensible tema un motivo de acción, resulta evidente la ausencia de mecanismos de protección para evitar los abusos y las consecuencias devastadoras de tales agresiones. Las sociedades aún son incapaces de captar las dimensiones de su responsabilidad en un problema de tal trascendencia y se hacen a un lado cuando se plantea la urgente necesidad de establecer parámetros legales –como el derecho al aborto y a la oportuna educación sexual y reproductiva- frente a esta terrible pandemia de embarazos tempranos, todos ellos resultado de violaciones.
Una niña no es un juguete sexual ni un objeto a disposición de los hombres de su entorno, pero miles de ellas terminan por perder su inocencia de golpe en una de las formas más crueles imaginables y sus victimarios –la mayoría de veces personas “de confianza”, como padres, hermanos, tíos, pastores y sacerdotes, maestros y vecinos- las transforman en sus esclavas sexuales bajo amenaza, sin la mínima posibilidad de defenderse. Es de preguntarse ¿en dónde están las instancias supuestas a protegerlas? ¿En dónde la justicia, los sistemas de educación y salud, en dónde sus familias? El drama persiste y las cifras aumentan a diario; las niñas desaparecen en redes de trata o sus cadáveres son desechados como basura en cualquier barranco, sin que a la sociedad eso le sea motivo suficiente para reaccionar.
Los derechos de la niñez continúan como tema pendiente.
Estudiantes de diversas universidades de Ecuador marcharon hoy contra medidas del gobierno nacional que afectan la educación y la salud públicas, entre otros sectores.
Con la convocatoria, la Federación Estudiantil Universitaria de Ecuador (FEUE) prevé acciones en diferentes ciudades de esta nación andina, cuyo Ejecutivo dictaminó un importante recorte presupuestario en las casas de estudios que afectan carreras y la permanencia de docentes.
Según adelantó Mauricio Chiluisa, presidente nacional de la FEUE, a la protesta se unirán la Asociación Nacional de Educadores, docentes universitarios y estudiantes secundarios.
Esos realizarán una jornada nacional en defensa del presupuesto de la educación y en contra de medidas económicas dispuestas por el gobierno con impacto negativo en ese y otros sectores.
‘El recorte presupuestario no solo a las universidades, sino a todo el sistema de educación en general ha generado problemas en el proceso de enseñanza-aprendizaje y también en garantizar el derecho fundamental que tenemos los jóvenes de acceder a la educación en igualdad de condiciones’, advirtió Chiluisa para Radio Pichincha Universal.
Asimismo, criticó el manejo de la administración nacional de la emergencia sanitaria derivada de la Covid-19, por priorizar el pago de deuda externa a acreedores mientras otros países optaron por una moratoria.
Igualmente, estimó que el nuevo crédito del Fondo Monetario Internacional traerá implicaciones negativas, porque atenta contra la estabilidad laboral de los trabajadores y sus derechos.
La movilización también será un espacio para homenajear a quienes estuvieron en los 11 días de paro contra disposiciones en temas económicos consideradas un paquetazo neoliberal, desarrollados del 3 al 13 de octubre de 2019 en diversas urbes de este territorio sudamericano.
Esta será una jornada pacífica, con concentraciones en universidades y ante las sedes de varias gobernaciones, en diferentes momentos del día, e incluyen la posibilidad de hacer marchas de antorchas en la tarde-noche en algunas ciudades, de acuerdo con las precisiones.
La FEUE prepara otras marchas durante el mes de octubre, con el objetivo de hacer ver al Ejecutivo que desde varios frentes la ciudadanía rechaza las medidas económicas neoliberales nocivas, principalmente, para los sectores de menos ingresos.
América del sur/Chile/23 Abril 2020/kaosenlared.net
El ministro de Educación, Raúl Figueroa, sostuvo en la Comisión de Educación de la cámara baja, que se está trabajando en un plan de retorno gradual a las aulas el mes de mayo, en razón que las condiciones sanitarias así lo permitan.
En medio de la pandemia, mediante una cadena nacional realizada el día 19 de abril, el presidente Sebastián Piñera anunció la postergación del retorno a clases presenciales prevista para el día lunes 27 de abril, al mes de mayo.
Debido a lo anterior, tanto el ministro como el subsecretario Jorge Poblete, debieron presentarse a la sesión de la Comisión de Educación de la Cámara del 20 de abril, con la finalidad de dar cuenta de las labores realizadas por la cartera durante la pandemia y aclarar los dichos de Sebastián Piñera. En relación a este último punto, Raúl Figueroa, señala que se está trabajando en un plan de retorno gradual a las clases presenciales durante el mes de mayo, el que está sujeto a modificaciones; por tanto no le parece razonable ahondarlo en detalles. No obstante, afirma que este plan contempla tres etapas: en un primer momento, se llevará a cabo una fase de diagnóstico que abarque aspectos emocionales como de aprendizaje; posteriormente, se iniciará un proceso de nivelación en las diferentes asignaturas, para finalmente implementar un «currículum priorizado», basado en contenidos fundamentales según cada asignatura.
Al mismo tiempo, el llamado a retomar las clases ha sido altamente cuestionado tanto por el gremio docente como por la sociedad civil. Muestra de esto, son los resultados arrojados por la siempre favorable a Piñera encuesta Plaza Pública Cadem, en la que el 91% de los encuestados señala estar en desacuerdo con retomar las clases durante el mes de mayo. A su vez, el presidente de Colegio de Profesoras y Profesores, Mario Aguilar, ha afirmado que no volverán a clases «mientras no esté garantizada la seguridad de que no hayan contagios«, acusando al gobierno de jugar con la salud de las personas.
Fuente e imagen tomadas de: https://kaosenlared.net/chile-ministro-de-educacion-insiste-en-el-retornar-clases-durante-mayo/
Varios casos relacionados con centros educativos en los últimos días han abierto el debate sobre la idoneidad de cerrar escuelas e institutos. Las autoridades sanitarias descartan que esto sea necesario en este momento.
Desde el Ministerio de Educación hacen hincapié en la necesidad de evitar procesos discriminatorios en los centros educativos.
En los últimos días han aparecido ya algunos casos de jóvenes, niñas y niños, que pudieran estar relacionados con el coronavirus. La alarma, probocada por una incesante lluvia de noticias en todos los medios de comunicación, no ayuda demasiado. Tampoco el hecho de que no haya protocolos directamente pensados para los centros educativos.
El Ministerio de Educación publicó hace unos días información, en cualquier caso, para que los centros educativos sepan qué pueden hacer y qué no es necesario.
En principio, si no se ha viajado a las zonas expuestas por la enfermedad en las últimas semanas, no debería haber problema. Algo que sí ha pasado en alguno de los casos recientemente conocidos y que afectan a centros educativos en Cataluña, Madrid y Casilla-La Mancha.
Si a la vuelta de esos viajes, no se experimenta ninguno de los síntomas: fiebre, tos, o sensación de falta de aire, no es necesario hacer nada. En el caso de que sí se tengan, la recomendación de las autoridades es que las personas afectadas permanenzcan en sus domicilios y se pongan en contacto con las administraciones sanitarias para recibir una visita domiciliaria y que así se pueda realizar el diagnóstico.
Desde el Ministerio de Educación se hace hincapié en la necesidad de que la información a la población sea lo suficientemente buena como para evitar casos de rechazo haia niñas y niños por la propagación del coronavirus.
A Ivis Pinto, quien tiene 11 años, le diagnosticaron diabetes tipo 1 cuando tenía 10. Padecer una enfermedad catastrófica la ha obligado a estar lejos de sus compañeros, pero eso no significa que esté perdiendo clases. Ella aprende todo lo que puede en el Baca Ortiz, donde funciona el programa de aulas hospitalarias, dirigido por el Ministerio de Educación, en convenio con el Ministerio de Salud.
El día en que se inauguró el año lectivo, disfrutó la presentación de un grupo de danza, que escogió la canción ‘Bajo el mar’ de la película ‘La Sirenita’.
Cada vez que necesita recibir tratamiento, Ivis y su madre Karina Jiménez, de 38 años, viajan desde Riobamba (Chimborazo), para que la niña reciba tratamiento en Quito. Esto, porque en su ciudad no hay diabetólogos infantiles.
Jiménez señala que la estancia de su pequeña en el hospital siempre es indeterminada. “Hay veces que se estabiliza y luego, en cuestión de horas o minutos, se descompensa”.
A pesar de su situación, a Ivis le motiva no perder clases, aunque con una sonrisa entristecida indica que extraña a sus amigos. Como ella, cerca de 14.000 estudiantes se educan bajo esta modalidad.
Fernanda Yépez, subsecretaria de Educación de Quito, señala que el objetivo es que los niños y jóvenes no tengan un retraso al integrarse a sus instituciones.
Apoyo familiar
“Como mamá es muy difícil estar aquí. Yo paso aquí desde las 07:00, hasta las 19:00”, cuenta Lizeth Romero, madre de una pequeña de 10 años, quien tuvo una perforación intestinal a causa de una peritonitis.
14 casas de salud de la ciudad ofrecen este servicio.
Romero valora las clases que se imparten en los hospitales, porque ayudan a que los chicos sobrelleven sus enfermedades y no pierdan tantas clases. Agrega que el apoyo emocional de los padres también es indispensable.
Jiménez comparte este criterio, pues considera que la labor no es únicamente de los docentes. Para que su hija esté al día, ella viaja constantemente a Riobamba para dejar las tareas. “Es complicado, pero nos estamos adaptando”, dice mientras abraza a Ivis para ayudarle a que se ponga de pie. (AVV)
Clases a domicilio
° El programa de aulas hospitalarias también se ejecuta de forma ambulatoria y domiciliaria. Como parte de este componente, las docentes van a las habitaciones u hogares de los pacientes que, por distintas razones no pueden movilizarse, y ahí refuerzan las materias que sean necesarias. Para esto, se requiere una evaluación por parte de la trabajadora social.
Dependiendo del diagnóstico médico, el Distrito también asigna un docente domiciliario.
El trabajo en conjunto con las instituciones educativas de los niños es fundamental, para que las docentes y sicólogas de los hospitales sepan los temas en los que deben trabajar.
Cifras
La iniciativa
° Hay 78 aulas hospitalarias a escala nacional
° Desde 2006, cerca de 62.000 niños y adolescentes se han beneficiado del programa.
° 12.000 niños fueron atendidos en 2018.
Fuente e imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102273709/aulas-que-ayudan-a-chicos-en-hospitales
Cuando Alice Ogbara reveló los detalles de su cesárea a un grupo de mujeres, no estaba simplemente compartiendo su experiencia entre amigos: estaba haciendo algo que muchos considerarían arriesgado.
Y es que Ogbara hablaba de una cirugía que algunas mujeres se niegan a aceptar aunque sepan que les puede salvar la vida.
«Cuando entré [en el quirófano] y vi todo el material que iban a usar, me puse a llorar», dijo Ogbara.
Explicó que tenía miedo de que le quedaran secuelas irreparables.
Le pusieron una sábana sobre el vientre. «Lo siguiente que oí fue el llanto de mi bebé», recordó, lo que desencadenó un aplauso por parte de las mujeres que la rodeaban.
Fuera de este patio en Lagos (Nigeria), es posible que Ogbara no esté tan predispuesta a compartir su historia.
Y es que en este país las cesáreas estén estigmatizadas. ¿Por qué? Por las dudas sobre la seguridad de la cirugía y por factores religiosos y sociales.
Esto hace que muchas mujeres se resistan a aceptar la cesárea, o la oculten cuando se someten a una.
Ogbara incluso ocultó su cesárea a los miembros de su familia.
La reunión a la que asistió para explicar su experiencia estaba dirigida por una organización nigeriana sin fines de lucro llamada Mamalette, que apoya a las mujeres embarazadas y lucha para reducir las tasas de mortalidad materna en Lagos.
Parte de ese esfuerzo consiste en abordar los estigmas alrededor del parto que obstaculizan el acceso de las mujeres a una asistencia que les puede salvar la vida.
En todo Nigeria unas 58.000 mujeres mueren en el parto cada año. Se trata de la cuarta tasa de mortalidad materna más alta del mundo.
Parte del problema es la baja tasa de cesáreas que se practican en el país: solo un 2%, mientras que la tasa global es del 21%.
Además, en Nigeria solo hay un médico por cada 6.000 personas.
El objetivo de Mamalette es proporcionar a las mujeres lo que unos trabajadores de la salud con escasos recursos a menudo no pueden: educación sanitaria y la disposición a escuchar sus preocupaciones.
Y aunque está teniendo éxito, esta pequeña organización se enfrenta a unos retos considerables.
Diferencias entre países
En un contexto global en el que la tasa de cesáreas que se realizan aumenta rápidamente, las cifras de Nigeria sorprenden.
Entre los años 2000 y 2015, el número de cesáreas casi se duplicó en todo el mundo. En países como República Dominicana, las mujeres se someten a esta cirugía en más del 50% de los casos. En América del Norte, lo hace el 32,6%, y en Reino Unido, el 26,2%.
Sin embargo, en África Occidental solo el 4,1% de los nacimientos se dan por cesárea, y en Nigeria esta tasa baja a la mitad.
Para prevenir la mortalidad materna, la tasa de cesáreas de un país no debería estar por debajo del 5%, según la Organización Mundial de la Salud.
Y es que las cesáreas son esenciales para solucionar el parto obstruido en los casos en los que la pelvis de la mujer es demasiado pequeña y también si el bebé viene en posición de nalgas o es demasiado grande para salir por el canal de parto.
Ante estas complicaciones, si no se interviene el bebé puede romper el útero o causar desgarros que deriven en hemorragias.
Pros y contras de las cesáreas
«Creo que las cesáreas son el indicador de salud con más disparidad entre un uso excesivo y un uso insuficiente», afirma Carine Ronsmans, epidemióloga de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y autora de informes recientes sobre el aumento global de las cesáreas.
Que se practique un número muy alto de cesáreas puede ser preocupante porque esta cirugía puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades como la placenta previa, que puede causar hemorragias severas.
Pero, al mismo tiempo, «muchas mujeres todavía mueren por no tener acceso a la cesárea», explica Ronsmans. «Y no podemos permitirnos el lujo de olvidar a estas mujeres».
En Nigeria los obstáculos para acceder a la cesárea son especialmente altos en las zonas rurales, donde aproximadamente el 58% de los partos se llevan a cabo con parteras no calificadas.
En los centros urbanos, donde hay más hospitales, el costo y el estigma que conlleva son las principales barreras para aceptar la cesárea.
El estigma se debe a la creencia de que el parto vaginal forma parte de la condición de mujer mientras que las cesáreas no, una idea que es común también en países como Reino Unido.
Y en Nigeria esta idea se ve reforzada por la religión: para las mujeres cristianas dar a luz por vía vaginal como una «mujer hebrea» es un signo de fortaleza.
Este concepto nace de un pasaje de la Biblia que cuenta la historia de mujeres hebreas «vigorosas» que dan a luz estoicamente sin parteras.
Esa capacidad mítica de dar a luz por vía vaginal -y sin atención médica- se ha mantenido como un símbolo de la virtud materna en Nigeria.
«Se trata de un país profundamente religioso, y todo está muy espiritualizado», explica Adepeju Jaiyeoba, fundador de la Fundación Brown Button de Nigeria, que trabaja para reducir la mortalidad materna.
Los hospitales se encuentran habitualmente con mujeres que, por temor a avergonzar a sus familias, rechazan la cesárea.
Además, a menudo las mujeres tienen un control limitado sobre su propio parto.
Un estudio de un hospital nigeriano reveló que en el 90% de los casos las mujeres creían que eran los hombres los que debían firmar el formulario de consentimiento para la cesárea, lo que implica dejar la decisión en manos masculinas.
El derecho a elegir
También en otros países, como Reino Unido y Estados Unidos, las mujeres aún son víctimas del estigma si se someten a una cesárea, aunque la situación no es tan extrema.
Además, una atención obstétrica de alta calidad no se traduce necesariamente en unas condiciones idóneas para las mujeres embarazadas.
En 2018, Birthrights, una organización benéfica por los derechos maternos, descubrió que casi tres cuartas partes de los hospitales públicos de Reino Unido no tienen una política clara que permita a las mujeres solicitar cesáreas planificadas, lo que contraviene las pautas médicas del país.
Según Amy Gibbs, la directora ejecutiva de la organización, esto tiene un efecto estigmatizador, especialmente cuando las mujeres tienen razones específicas para evitar el parto vaginal, como un historial de agresión sexual o problemas de salud mental.
«Las mujeres deberían ser las encargadas de tomar las decisiones sobre el parto. El derecho a elegir lo que le sucederá a tu cuerpo es fundamental», añade Gibbs.
Y eso es por lo que lucha Mamalette en Nigeria.
Defensores de la salud
Justo al lado de una transitada y caótica calle se encuentra la tranquila oficina de Mamalette, donde está Anike Lawal. La sede está situada en el tecnológico vecindario de Yaba, en Lagos.
Lawal, con voz suave, explica que lanzó Mamalette como una comunidad online donde las madres se pudieran apoyar entre ellas.
«No me propuse intentar salvar la vida de nadie», asegura. Pero esa comunidad de mujeres le hizo ver el riesgo que corren las madres, incluso en zonas urbanas, durante el parto.
«Cuando se habla sobre la mortalidad materna, nunca se piensa en mujeres que viven en ciudades, en mujeres que tienen smartphones y Facebook», añade.
En 2017 Lawal comenzó a buscar madres para que ayudasen a las mujeres de sus comunidades durante el embarazo.
Actualmente estas mentoras, que reciben formación de matronas, enfermeras y médicos, trabajan en 20 comunidades urbanas pobres de Lagos y en una de la ciudad de Ibadan, y atienden a más de 300 personas en visitas domiciliarias.
Se aseguran de que las mujeres asistan a las clases prenatales y se registren en los hospitales para dar a luz en vez de recurrir a las parteras tradicionales.
Además, Mamalette también crea espacios seguros donde las mujeres pueden hablar de temas tabú sobre el parto, como las cesáreas.
En las comunidades en las que trabajan a menudo son la única referencia para las mujeres que quieren compartir sus inquietudes.
«Mamalette es como un intermediario entre el sistema de salud y la gente», dice Blessing Kolade, una antigua mentora que ahora trabaja en el equipo directivo de Mamalette.
«El sistema de salud está tan colapsado que los trabajadores no tienen tiempo para desglosar la información. Las mujeres no pueden abrirse, no pueden hacer ninguna pregunta», asegura.
Eso significa que en la práctica siguen vigentes algunos conceptos erróneos y que no se abordan los estigmas. De hecho, muchas mujeres que necesitan una cesárea se lo plantean por primera vez cuando ya están de parto.
En ese momento es menos probable que acepten la cirugía, ya que pesan las arraigadas creencias de que avergonzarán a sus familias.
«Por culpa de este estigma puedes ver a alguien a punto de morir y que sigue negándose a aceptar la cesárea, porque no quiere pasar por todo eso», dice la mentora Oluchi Anumni.
Mamalette intenta abordar estos problemas antes de que llegue el momento del parto.
Las mentoras, especialmente entrenadas para desmentir los conceptos erróneos en torno a las cesáreas, explican claramente los motivos por los cuales las mujeres pueden necesitar esta cirugía, como tener una pelvis pequeña o afecciones médicas como la preeclampsia.
Esto elimina la vergüenza de la ecuación y proporciona a las mujeres unos datos que les dan munición contra las críticas que podrían recibir.
El valor del ejemplo
En Mamalette han notado que las miembros de su grupo son mucho más receptivas a las cesáreas.
La mentora Adenike Lasisi-Opaleye dice que invita a mujeres que se sometieron a cesáreas a mostrar a las mujeres sus cicatrices abdominales para disipar mitos.
«Su percepción era que las cesáreas eran muy peligrosas. Ahora se les informa de que no son una sentencia de muerte«, dice Lasisi-Opaleye.
La información que recopila Mamalette también muestra que la mayoría de las mujeres bajo su cuidado ahora dan a luz en centros sanitarios, según Lawal.
«Puedo decir con orgullo que muchas mujeres evitaron la muerte gracias a lo que aprendieron», agrega Anumni.
Soluciones complejas
Pero cuando se trata de salud materna, no solo hay que luchar contra los estigmas culturales y sociales que conllevan las cesáreas.
Unas investigaciones recientes revelaron que, en África subsahariana, las cesáreas son hasta 50 veces más mortales que en los países con ingresos altos.
Eso se debe principalmente a hemorragias no tratadas y a anestesias fallidas, según Salome Maswime, obstetra, ginecóloga y profesora de la Universidad de Witwatersrand, que participó en la investigación.
«Como médico, creo que el acceso a una buena atención sanitaria es lo primero que hay que garantizar. Pero no es lo único que hay que cambiar», dice Maswime. «Necesitamos prestar atención a la calidad de la atención quirúrgica que tienen las mujeres».
Maswime cree que si la atención mejorase, también disminuirían los estigmas asociados con la cirugía: «No creo que sea tan simple como asesorar a las mujeres», dice Maswime. «Se trata de un problema complejo que requiere soluciones complejas».
El costo de la atención médica también es un obstáculo para acceder a la cirugía en Nigeria. De hecho, algunos países como Malí y Benin trataron de mejorar este aspecto haciendo que las cesáreas sean gratis. Y en Nigeria se están produciendo cambios similares.
Hay algo más que hay que cambiar, según los expertos: escuchar a las mujeres.
En Reino Unido, un enfoque similar está ayudando a los hospitales a aumentar el acceso de las mujeres a las cesáreas planificadas.
En lugar de prohibir totalmente las cesáreas planificadas, como Birthrights descubrió que era sorprendentemente común en el 15% de los hospitales británicos, algunos centros dicen ahora que si las mujeres cuentan con la información necesaria, su decisión de tener una cesárea planificada se respetará.
La mujer, protagonista
Ya sea en Nigeria o Reino Unido, el problema y la solución fundamentales son lo mismo, dice Amy Gibbs, de Birthrights. «A menudo, se pierde el derecho de la mujer a elegir lo que le sucede», asegura. «La manera de hacerlo bien es poner a las mujeres en el centro de las decisiones sobre su salud».
En Mamalette reconocen que la tarea a la que se enfrentan es demasiado grande para una organización pequeña que trabaja solo en unas cuantas comunidades. Pero creen que empoderando a las mujeres están contribuyendo a un tipo de cambio más duradero.
«Intentamos que las mujeres sepan que tienen que defenderse y ser atrevidas. Que no dejen que la sociedad las defina», dice la ex mentora de Mamalette Olamide Ekpenyong.
Alice Ogbara dice que su perspectiva cambió. Ahora su hija tiene 1 año y ya no es tan cautelosa al explicarle a la gente cómo dio a luz.
«Se lo cuento a la gente que me rodea, comparto mi experiencia con ellos», cuenta. Es prudente y aconseja a las mujeres que, si necesitan una cesárea, vayan solo a hospitales de confianza, por ejemplo.
Pero también las anima. «Una cesárea no es algo malo», le dice a la gente. «Es solo otra manera de dar a luz».
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