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Necesaria vuelta de tuerca a la educación

Por: Rafael Monje.

Solemos escuchar de manera generalizada que la base de una sociedad de progreso se basa en la educación –y así es-, pero, lamentablemente, con la educación se hace política partidista y no se acaba profundizando en el modelo que requiere una sociedad competitiva y transformadora. Cada vez tiene menos sentido relacionar la obtención de un título universitario con éxito profesional, ni mucho menos con la felicidad laboral y la buena remuneración económica. El sistema educativo adolece aún de una correcta planificación y de la imprescindible conexión entre el ámbito académico y el mundo empresarial. España cuenta con 82 universidades en total (50 públicas y 32 privadas) y la planificación de grados dista mucho todavía de ser la mejor vía para acceder al mercado de trabajo en condiciones dignas. La atomizada oferta docente mantiene facultades incluso con solo cinco o seis alumnos, sin tener en cuenta la adaptación que exige la veloz y cambiante demanda del mercado.

Conviene recordar que Castilla y León es la cuarta comunidad en número de universidades, por detrás de Madrid, Cataluña y Andalucía. Las cuatro universidades públicas y las cinco privadas ofrecen una abigarrada oferta de enseñanzas con cerca de 90.000 alumnos. Del total de jóvenes de entre 18 y 24 años que viven en Castilla y León, el 38 por ciento aproximadamente estudia en los centros universitarios de la Comunidad, lo que supone la segunda tasa más alta de España, cuya media roza el 30 por ciento. A ello hay que añadir que las universidades públicas cuentan con unos 6.200 profesores, mientras que otros 1.500 ejercen su actividad docente en las instituciones universitarias de carácter privado. Ni tampoco debemos olvidar que en las públicas trabajan otras 3.000 personas dentro de los llamados departamentos de administración y servicios. Todos estos datos no son otra cosa que la constatación de que el ámbito de la universidad en general, cuyas competencias están transferidas a las comunidades autónomas, requieren una vuelta de tuerca racional y real para que los centros de enseñanza superior no sean fábricas expendedoras de desempleados de larga duración.

No se trata de poner en tela de juicio la misión esencial de las universidades: ofrecer a los estudiantes una docencia de calidad que les capacite para asumir una vida profesional de éxito, sin menospreciar la misión científica e investigadora y la transferencia de conocimiento inherentes a estos centros. Como tampoco se trata de dudar sobre el legítimo liderazgo social que ejercen, ni menospreciar su labor a favor de la vertebración de un territorio tan extenso como el nuestro. Pero convendrán conmigo en que la endogamia y el inmovilismo no son precisamente los mejores aliados para estrechar la brecha entre oferta académica y acceso al mercado laboral.

Sin duda, lo sensato sería reforzar aquellos grados que den respuesta a las exigencias del mercado, generen empleabilidad y luchen contra la deslocalización del talento.

Y junto a lo anterior, el país en general y Castilla y León, en particular, tienen el desafío de potenciar otros niveles educativos tan excelentes como los estudios universitarios y con mayor capacidad de inserción en el mercado de trabajo. La formación profesional dual supone el mejor antídoto no sólo ya contra la falta de oportunidades laborales, sino contra el propio fracaso escolar. Bien haría la Junta de Castilla y León en promover un auténtico plan al respecto como lo tiene el País Vasco, sin que las iniciativas en este sentido deban pasar por el consenso de hasta cuatro consejerías diferentes (Educación, Industria, Empleo y Agricultura). Así, la eficiencia y la capacidad ejecutiva pueden quedar diluidas mientras las empresas de la región demandan determinados conocimientos para desempeñar nuevos puestos de trabajo imposibles de cubrir con la actual oferta educativa.

Fuente de artículo: https://www.laopiniondezamora.es/opinion/2019/10/19/necesaria-vuelta-tuerca-educacion/1198056.html

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La odisea de cada día que enfrentan los docentes en Brasil

Por: El País. 

Brasil está entre los países que menos estimulan a los docentes, en un estudio en el que se tienen en cuenta factores como salarios, inversión en infraestructura y formación continua.

Isabela Vaz comienza su jornada mucho antes del amanecer. Toma tres ómnibus y un tren para recorrer recorrer 100 kilómetros hasta la escuela de la zona periférica de Río de Janeiro en la que trabaja. Vaz es una de las miles de docentes que penan diariamente para ejercer una profesión mal remunerada y peligrosa en Brasil.

Brasil, que celebró el martes último su Día del Profesor, está entre los países que menos estimulan a los docentes, según la OCDE, pues le sitúa en el puesto 63 entre 70 países del mundo en un estudio en el que se tienen en cuenta factores como salarios, inversión en infraestructura y formación continua.

Un equipo de Efe acompañó una jornada de Vaz, de 42 años, divorciada y con dos hijos cuya vocación por la enseñanza late más fuerte que las dificultades que enfrenta en una región como la de Río de Janeiro, hundida en una grave crisis financiera y con recurrentes problemas de inseguridad.

“Tenemos problemas con los salarios (competencia del gobierno regional) y a veces la estructura de las escuelas no es la adecuada para trabajar”, denunció la profesora de lengua y literatura.

Carioca de nacimiento, Isabela fue madre con 15 años -tiene un hijo de 27 que ya la ha hecho abuela- y actualmente vive con Gabriel, el menor. Ambos comparten un modesto apartamento ubicado en una favela al oeste de la capital fluminense dominada por milicias (grupos paramilitares integrados por policías y expolicías).

Su jornada comienza a las 4:30 de la mañana, y, tras arreglarse y dejar organizada su casa, sale rumbo al trabajo, mientras su hijo pequeño, de 12 años, continúa durmiendo. El muchacho va a la escuela por sus propios medios más tarde.

Luego de tomar tres ómnibus y un tren, Isabela llega después de dos horas y media a Nova Iguazú, el municipio del área metropolitana de Río donde está la escuela pública Mario Guimaraes, uno de los dos centros educativos donde dicta clases de Lengua Portuguesa y Literatura.

Su trabajo en esa escuela lo complementa con el de otra institución educativa en Duque de Caxias, un municipio también de la zona metropolitana de Río y uno de los más poblados y deprimidos de la región.

Aunque el gobierno regional ofrece a los docentes la oportunidad de escoger una escuela cercana a su lugar de residencia, no siempre hay vacantes en los centros educativos más próximos.

Otro gran lastre son los salarios. Los de los docentes en Río están congelados desde 2014 por la grave crisis fiscal que vive la región. Por ello, Vaz se vio obligada a tener dos trabajos, situación que comparte con el 26,8 % de los docentes de la región según el Anuario Brasileño de Educación Básica 2019.

Y es que para esta profesional en Letras de la Universidad Federal de Río de Janeiro, el profesor no cobra lo que se merece.

Mensualmente, los docentes reciben un salario promedio de unos 955 dólares netos (unos 4.000 reales), que, según el Anuario, equivalen al 50 % de la media salarial de los profesionales de áreas como las Ciencias Exactas o la Salud.

Adicionalmente, no hay suficientes estímulos para que los profesores cursen posgrados y ayuden a mejorar la calidad de la educación básica en una región del país donde el índice de desarrollo educativo en promedio es de 4,8 sobre 10.

“Para hacer una maestría lo máximo que consigues es un permiso” no remunerado, aseguró Isabela.

Inseguridad, riesgos y sobrecarga de trabajo

Brasil tampoco sale bien librado en la evaluación que se hizo para las áreas de Ciencias, Lectura y Matemáticas, donde ocupó los puestos 63, 59 y 66, respectivamente.

Pero la problemática en el sector es más profunda, según indica Isabela Vaz, para quien los docentes están sobrecargados con funciones que corresponden al Gobierno o a las familias.

“La estructura social familiar deja de cumplir su papel, la estructura gubernamental tampoco cumple todo como debería ser y eso sobrecarga la escuela”, explicó la docente.

A eso se suman factores externos como la violencia y la inseguridad. Operativos de la Policía para combatir el crimen en las favelas, donde los tiroteos terminan por causar víctimas inocentes, entre ellos menores de edad, son continuamente criticados por los habitantes de esas barriadas.

Las escuelas también terminan en medio de estos conflictos. Aunque esporádicamente, Vaz ha tenido que presenciar enfrentamientos en Duque de Caxias, donde delincuentes han terminado invadiendo la escuela donde trabaja.

“La escuela es obligada a enfrentar un problema que no está preparada para lidiar, que es el problema de la violencia, (un problema) que acaba reflejándose en la escuela, en el profesional docente y también en los alumnos”, agregó.

Fuente de la reseña: https://www.elpais.com.uy/mundo/odisea-dia-enfrentan-docentes-brasil.html

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Las infancias y su proceso de subjetivación-objetivación como apertura a los mundos posibles

Por:   Iliana Lo Priore y Jorge Díaz Piña.

La  apertura  al mundo,  –apertura que conceptualmente para Heidegger (2010) entraña las posibles opciones existenciales que suponen un co-estar de los seres humanos responsablemente en el mundo-,  en los niños y las niñas es un proceso inicial de subjetivación y objetivación, o aprehensión-expresión-manifestación significativa de tipo afectivo-emocional, de las personas y de las cosas u objetos preexistentes a ellos, que se enmarca en un proceso interactivo entre la formación y construcción de sus subjetividades-objetivaciones del entorno-mundo y la intersubjetividad con otros, entre estos destacan sus padres, en especial, las madres o sus sustitutas, quienes son objetivables y subjetivables también.

En el psicoanalista Winnicott (2007) la objetivación empieza en los(as) recién nacidos(as) cuando atraviesan una fase o un espacio de transición de preobjetivación.  Fase en la que no se separa lo interior de lo exterior, o la subjetivación de la objetivación. En este proceso de indistinción, o espacio transicional,  se  asientan su experiencia, las relaciones sociales compartidas y posteriormente su desarrollo socio-cultural, esto es, los procesos de subjetivación y objetivación existenciales.

El proceso de subjetivación-objetivación no debe ser asumido tan solo como un proceso evolutivo, sino también dialéctico, por cuanto comprende como acontecimiento cognitivo-afectual, la ruptura y la re-creación de las objetivaciones socio-culturales que les han sido impuestas.  Por consiguiente, conlleva la formación de potencialidades que se pueden realizar como expresiones transformadoras de las realidades.

En Hegel, la formación (Bildung), que se configura con base en dos vectores fundamentales, la objetivación y la intersubjetividad, se define como el “tránsito de lo subjetivo a lo objetivo” (cit. en Yurén, 2000, p.29).  Para Yurén (ob. cit.), esto significa que la formación, además de la apropiación de la cultura y las normativas instituidas, puede desarrollar capacidades para crear o transformar las culturas  y las instituciones establecidas.

Mediante el proceso de subjetivación y de objetivación, las infancias se van desarrollando y van configurando, a la par, sus manifestaciones culturales idiosincrásicas (materiales, concretas, espirituales, verbales, ideales, abstractas, etcétera) a través de las cuales se exteriorizan ya que no hay proceso de subjetivación sin objetivación, ni de objetivación sin subjetivación.  En otros términos, al apropiarse subjetivamente de la cultura inducida por su entorno-mundo, la van re-produciendo de manera alienada o transformadora.

El proceso de subjetivación implica a su a vez, la enunciación progresiva y expansiva de los objetos y personas que supone la pre-simbolización afectual-emotiva (gestos, llanto, risa, etcétera) y luego su simbolización representacional a través del lenguaje oral, de sus enunciados, de conformidad con la cultura ideológica del grupo o clase social de pertenencia en el que se inscriben sus familias y su comunidad, y de la acción hegemónica de otras instituciones que ejercerán su influencia y modelación de poder sobre ellos, entre las cuales se encuentran la institución escolar y los medios de tecno-comunicación-información-recreación. Con esto se quiere decir que los niños principalmente no objetivan, ni  subjetivan, de manera libre, sino que lo hacen predominantemente de manera condicionada o determinada institucionalmente por relaciones de poder.

Posteriormente, cuando alcancen el dominio autónomo de sus capacidades reflexivas, de autoconciencia o auto-objetivación, podrán negar dialécticamente la cultura hegemónica  inducida acríticamente y superarla-transformarla críticamente resignificándola y resentidizándola por medio de su auténtica apertura al mundo, cuando alguna contingencia los emplace o desafíe y comparen o revisen la presunta correspondencia entre los enunciados y significados impuestos con la realidad que confronten, y se impliquen en autónomos procesos de enunciación o renombramiento del entorno-mundo, al pensar y sentir mejor juntos.

Hay que señalar que los enunciados impuestos por las relaciones de poder son funciones objetivadoras que responden a regímenes de enunciación reproductores de la mismidad con el respaldo de actuaciones institucionales que los legitiman al acreditarlos discursivamente como verdades. Por consiguiente, son efectos discursivos de saber y de poder (Foucault, 1991). A través de ellos, por vía de las prácticas institucionales de atribución de sentido o prácticas políticas de significación, se busca estructurar el campo posible de acciones de los individuos que así quedan sujetados por los discursos que articulan significados, sentidos, representaciones e instituciones. Por ello prevalecen los enunciados (lo “ya dicho”) sobre las enunciaciones (lo “por decir”) en las instituciones escolares.  Enunciados que han sido hechos o dichos por fuera de las interacciones pedagógicas constructivas o liberadoras freireanas.

Según sea el tipo de interacción sociocultural formativa que envuelva a las infancias en su crecimiento y desarrollo bio-psico-social, estas podrán desarrollar u objetivar, según Piaget (1983) sus potencialidades morales autónomas o  de auto-co-determinación, es decir, teniendo en cuenta a los otros para decidir y actuar, al vencer su egocentrismo, o, por el contrario, serán alienadas o sometidas a la dependencia-sujeción-moral heterónoma (a no tener en cuenta a los demás y actuar únicamente en función de sus propios intereses para lograr gratificaciones y premiaciones de quienes tienen poder, como lo induce la concepción individualista neoliberal). De aquí la relevancia de comprender la evolución afectual, cognitiva, sensitiva y social de las infancias en interacción con el contexto socio-cultural formativo para favorecer el despliegue de sus capacidades cognitivas y afectuales objetivantes realizadoras para ser-en-el-mundo junto a los(as) demás, el co-estar, de modo convivencial-empático. Sintiendo y sintiéndose juntos.

La base primordial de la empatía y de la afectualidad, en tanto resonancia afectual entre los cuerpos, radica en la adecuada entonación y sintonía afectiva inter-trans-subjetivas entre el/la niño/a recién nacido/a y su madre.  De esta estructura relacional afectual se empieza a formar  el sí mismo o autopercepción del “yo” de la infancia y su significación afectual-emotiva-corporal-gestual del entorno-mundo (Stern, 1991), hasta que la significación verbalizada, por un lado, la amplía y, por otro lado,  la limita progresivamente al reducir su significación  a los impuestos enunciados y significados de las palabras o significantes.

Reducción que continúa en la escuela al imponer como forma de significación privilegiada, a la escritura formalista, divorciada de sus modos de expresión-objetivación sintientes  y estéticos como la narración, los cuentos, los dibujos libres y la poesía, y las prácticas de comunicación potencialmente empáticas, por ejemplo, la correspondencia individual y colectiva entre los estudiantes de la misma escuela y de otras escuelas; el diseño, corrección, la impresión y distribución del periódico escolar-participativo-comunitario, siendo éstas últimas, prácticas de interacción e intersubjetividad que demandan la cooperación y solidaridad empatizadoras por parte de los niños y niñas en todas las fases que ellas implican. En detrimento, además, de formas de significación afectuales como la danza, el baile, las tutorías entre los estudiantes, los juegos corporales no violentos ni competitivos, las expresiones de empatía espontáneas, etcétera.

Para contrarrestar la alienación que produce la escuela por vía de imponer los procesos de subjetivación a través de los cuales se reproducen las objetivaciones ideológicas establecidas como legítimos saberes, conocimientos, objetivos, normas, etcétera, hay que propiciar modos de resignificación y resentidización que impliquen formas autónomas, y no heterónomas, de enunciación alternativa del entorno-mundo (experiencias educativas densas de “juegos” para renombrarlo o rehacerlo como otro entorno-mundo posible).

Modos que suspendan tales objetivaciones mientras se revisa su correspondencia y pertinencia a través de la interpretación crítica que se les haga por los(as) estudiantes. Descontextualizando y recontextualizando las proposiciones enunciadas de los textos o discursos educativos.  Entre estos modos se encuentran las Comunidades Interpretativas (Díaz, 2010) y los denominados Colectivos de Enunciación (Lo Priore y Díaz, 2010). Las primeras con énfasis en la perspectiva del círculo hermenéutico para comprender reflexivamente los textos, y los segundos con acento en la semiótica o semiosis de los signos discursivos para sentidizar criticamente. Ambos son modos de agenciamiento autopoiéticos favorecedores de la afectualidad que se produce por medio de la interacción comunicativa en pequeños grupos al propiciar la empatía entre los(as) estudiantes por cuanto se reconocen con algo trascendente y placentero en común y enlazante, el acontecimiento de la conversación re-creadora.

Al enmarcar la comunicación y la información en la repetición de los enunciados ya dichos o establecidos, -y no en la enunciación recreadora-, esto es, en la racionalidad o pedagogía instrumentales hegemónicas reproductoras de la mismidad, se impide considerar a los intercambios verbales o conversaciones como productores de acontecimientos dialógicos, como agenciadores de cocreaciones y coefectuaciones de las cooperaciones intersubjetivas (Lazzarato, 2010). Reduciéndolos a un simple intercambio comunicacional o transmisión informacional, bloqueando de esa manera la relación acontecimental y sus bifurcaciones imprevisibles para pensar y sentir otros entornos-mundos posibles.

Por ello es importante inducir el reconocimiento gratificador del acontecimiento re-creador del renombramiento y la resignificación en los intercambios dialógicos cada vez que ocurra, por ejemplo, desde la aparentemente insignificante sustitución o alteración de las palabras de los textos o discursos prehechos a repetir, decodificándolos y recodificándolos, hasta la invención-enunciación de nuevos enunciados y narrativas que buscan designar realidades no pensadas y no sentidas pero imaginables por los colectivos o comunidades afectuales de niños, niñas o estudiantes.

A partir de la formulación general en la que hemos enfatizado, de que no hay objetivación sin subjetivación cognitivo-afectual, o viceversa, se vuelve trascendente en  los procesos educativo-pedagógicos emancipadores que los niños, las niñas, o los(as) estudiantes, objetiven re-creadoramente a través de la enunciación, los enunciados o manifestaciones que piensen y sientan individualmente pero, -para pensarlos y sentirlos mejor-,  que los piensen y sientan junto con los demás de modo intersubjetivo y trans-subjetivo para favorecer la afectualidad, en tanto objetivación-subjetivación de la resonancia empática entre los cuerpos o nuevo tipo de relacionamiento afectual-cultural transformador de las sociedades.

 

REFERENCIAS

Díaz, J. (2010). Hermenéutica y educación. Maracay: CINCO-UPEL.

Foucault, M.  (1991).  El sujeto y el poder. Bogotá: Carpe Diem Ediciones.

Heidegger, M.  (2010).  El ser y el tiempo.  México: Editorial FCE.

Lazzarato, M.  (2010). Políticas del acontecimiento.  Buenos Aires: Editorial Tinta limón.

Lo Priore, I. y Díaz, J. (2010).  Agenciamiento autopoiético y colectivos de enunciación en educación.

Disponible en http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/177450

Piaget, J.  (1983). El criterio moral en el niño.  Barcelona: Editorial Fontanella.

Stern, D.  (1991).  El mundo interpersonal del infante. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Yurén C., M. T. (2000). Formación y puesta a distancia. Su dimensión ética.  México: Editorial Paidós.

Winnicott, D.  (2007). Realidad y juego. Buenos Aires: Editorial Gedisa.

 

*Dra. Iliana Lo Priore ( OMEP Venezuela). ililopriore@gmail.com

*Dr. Jorge Díaz (UNESR). diazjorge47@gmail.com

 

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Educación para la aventura

Por: Samuel Gallastegui. 

Enseñamos a nuestros hijos a dar a los demás lo que haga falta para que les pongan buena nota. Sin embargo, alguien tendrá que enseñarles a creer en sí mismos: ya pueden saber tocar el piano, hablar cuatro idiomas, matemáticas y física nuclear que, sin pasión, todo eso no servirá para nada.

Sin darnos cuenta ya estamos en septiembre. Lejos queda el delicioso caos de los interminables días de julio y agosto en los que todo parecía posible. Ahora toca la vuelta al cole. Hay que encontrar la polvorienta maleta y después llenarla de equipajes: cuadernos, bolígrafos, rotuladores, tableta… para un viaje que las mamás y los papás  empezamos sin duda con mucha más ilusión, no solo porque estamos deseando que la rutina ordene los hábitos de nuestras asalvajadas fieras, sino también por todas las esperanzas que tenemos depositadas en la escuela.

Unas expectativas de las que seguramente fuimos conscientes por primera vez cuando se «graduaron» en la guardería y de la noche a la mañana nos encontrábamos en jornadas de puertas abiertas, escuchando proyectos pedagógicos y filosofías educativas con gran atención y algo de estrés… pues qué sabemos nosotras de educación. Queremos que sean felices, que tengan éxito, que se sientan realizadas, que sean personas justas, con valores, útiles para los demás. Todo demasiado abstracto y difícil de medir.

Los centros educativos tienen que ofrecer algo más concreto para llamar nuestra atención. Algunos usan reclamos cualitativos: métodos innovadores, implementación de nuevas tecnologías, respeto a la persona e incluso valores humanos. Pero la mayoría siguen enrocados en lo cuantitativo: aprenden a leer y sumar con 4 años, con 11 hablan fluidamente varios idiomas, una nota alta de selectividad, etcétera.

La educación parece estar imbuida del espíritu de nuestro tiempo: las escuelas tienen que captar clientes, les ofrecen preparación para el mercado de las universidades y luego estas para el laboral. Pero las calificaciones no son más que pruebas que objetivan el proceso de enseñanza en un momento dado, igual que un médico nos hará una radiografía del brazo para saber qué pasa. No me imagino a un paciente enorgulleciéndose de un TAC o por las cifras de una analítica de sangre, porque no lo representan a él, sino su salud puntual. Se pueden objetivar las cosas, los hechos y las situaciones, pero nunca una persona, porque eso supone eliminarla.

Cuando damos importancia exclusivamente a las calificaciones les estamos enseñando a buscar la fuerza y la seguridad fuera de sí mismas. Les estamos enseñando a dar a los demás lo que piden para obtener su reconocimiento -o lo que haga falta para que les pongan buena nota-. Sin embargo, alguien tendrá que enseñarles a creer en sí mismas, a valorarse por la intensidad de su compromiso. Porque ya pueden saber tocar el piano, el violín, hablar cuatro idiomas, matemáticas y física nuclear, que, sin pasión, todo eso no servirá para nada. Solo hay que pararse delante de ellas y reconocerlas: reconocer sus intereses, sus sueños, su pasiones, y alimentarlos para que crezcan, y con ellas su autoestima y fuerza personal. Algo que difícilmente podremos hacer si nos estamos fijando en lo que hacen otros niños. Pero conseguir anular nuestro ego de padres sí que es lo verdaderamente difícil (y el uso del plural aquí es dolorosamente sincero).

Toda fuerza personal que consigamos emerger en ellas será poca. La vida está llena de escollos, llena de peligros, de emociones dolorosas, llena de retos, de fracasos y de éxitos. La vida es una gran aventura en la que a veces -pocas- estarán completamente solas, sin nadie que les diga lo que pueden hacer, nadie que les ponga calificaciones para saber si lo están haciendo bien o mal. Entonces es cuando demostrarán verdaderamente su valor.

Sin embargo, necesitan mapas para su aventura, y estos se encuentran en la escuela. Cada uno de ellos interpreta el mundo de una forma distinta. Con números las Matemáticas, con datos las Ciencias, con palabras la Lenguas, con sonidos la Música, con formas y colores la Educación Plástica… Después, todos esos planos dibujados sobre papel transparente se superponen para formar un único mapa. Es importante que este sea lo más definido y completo posible, porque eso les ayudará a enfrentar la aventura en condiciones más ventajosas. Pero por muchas capas que le hayamos sumado a su mapa, sin curiosidad, sin pasión y sobre todo sin el valor y la voluntad necesaria no se moverán de casa. Nunca irán a puerto ni descubrirán nada. Y no hay mayor desperdicio que un mapa sin usar.

Más que nada porque todos los mapas esconden un tesoro que, si no hay nadie que lo busque, permanecerá irremediablemente oculto. Es importante darles buenos planos, sí, pero también el coraje necesario para usarlos. Recuerdo el consejo de un amigo sabio cuando nació mi primer hijo. Nos dijo que debemos ayudarles a emerger de dentro el pirata que se lanza al mar para encontrar tesoros, pero también al poeta que se deleita mirando las estrellas por la noche y se embriaga con el aroma de los puertos. A mí me parece que el ideal del aventurero aúna ambas figuras, pues se adentra en el mundo persiguiendo un sueño poético, un rayo de luna, pero en su día a día está continuamente tomando decisiones realistas, que son el auténtico material dorado de su aventura.

Para mí ese sería el mejor reclamo que puede hacer una escuela: educar para la aventura y no para el mercado, ni para la excelencia, ni siquiera para la sociedad. Educar para que nuestras hijas e hijos sean esos corazones locos que avanzan por la vida con los pies en la tierra y la cabeza en la nubes. Esos idealistas pragmáticos que no sólo son capaces de soñar otros mundos posibles, sino que además se atreven a realizarlos. Y tenemos que afanarnos en la tarea, porque antes de lo que imaginamos estarán llevando hacia adelante el proyecto de la humanidad. Sea este la igualdad jurídica de todos los seres humanos, la universalidad de los derechos o el equilibrio ecológico, o todos a la vez, el mundo necesitará muchos de estos locos con cordura, muchos rebeldes adaptados, muchos aventureros apasionados que transmitan su energía a los demás y los arrastren más allá de lo posible.

Fuente del artículo: http://insurgenciamagisterial.com/educar-para-la-aventura/

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Tres personas mueren quemadas en Chile en los disturbios que han forzado a suspender el alza del transporte

América del Sur/ Chie/ 21.10.2019/ Fuente:univision.com.

Con Santiago y regiones aledañas militarizadas y en estado de emergencia amaneció Chile, al cabo de una semana de disturbios por la subida del pasaje del metro que en realidad reflejan otros malestares sociales

Tres personas han muerto durante el incendio provocado en un supermercado de Santiago de Chile durante la noche del sábado, informó la intendenta de la región Metropolitana, Karla Rubilar.

«Carabineros y Bomberos se han encontrado dos cuerpos calcinados y otra persona en muy malas condiciones que fue trasladada a un hospital y lamentablemente también falleció», dijo Rubilar en una declaración de urgencia sobre los primeros fallecidos en el marco de las protestas.

La autoridad regional señaló que los cuerpos se hallaron una vez sofocado el fuego en el supermercado de la comuna de San Bernardo, provocado a lo largo de la noche de este sábado en medio de los disturbios, incendios y saqueos sucedidos por todo Santiago y otras ciudades del país.

La capital y regiones aledañas han sido escenario de violentas protestas contra la decisión de aumentar el precio de los pasajes adoptada a principios de mes por el presidente Sebastián Piñera, quien la noche del sábado anunció que se suspendería la medida. Piñera aseguró que buscará un acuerdo que proteja a los ciudadanos de los impactos de la subida del dólar en la fijación de tarifas.

Con esta medida, el gobierno busca neutralizar el detonante de las manifestaciones que desde el pasado lunes se suceden a diario y finalmente motivaron a la instauración de un polémico estado de emergencia que ha significado la salida del ejército a las calles para cumplir funciones de patrullaje.

Chile se militariza

El gobierno chileno declaró el estado de emergencia confiando al Ejército el control de la situación en Santiago, a la que el Gobierno sumó esta madrugada las regiones de Valparaíso, Concepción, las comunas de Coquimbo y La Serena, en la región de Coquimbo y la comuna de Rancagua, en O’Higgins.

En Santiago, durante la madrugada del domingo se desplegaron 1,500 militares más, hasta un total de 9,441, destinados en su mayor parte a controlar puntos estratégicos como el suministro de agua, luz, y cada una de las 136 estaciones de metro, que constituyen unos de los blancos principales de los manifestantes, que las han incendiado.

Las autoridades militares a las que se les designó el mando decretaron el toque de queda en Santiago, Valparaíso y Concepción hasta las 7:00 am, una medida que no impidió, aunque en menor número, que siguieran dándose saqueos en supermercados y centros comerciales.

Los actos violentos se descontrolaron este sábado y se replicaron en varias regiones del país, en especial en las cuatro para las que rige durante los próximos 15 días el estado de emergencia.

Las llamas prendían en supermercados, vehículos, autobuses e incluso iglesias, en una vorágine que parecía incontrolable y que ni siquiera el anuncio del presidente del país de que paralizará la subida del billete de metro, logró calmar.

Afectaciones en el transporte

Tras el estallido de la violencia y por la afectación de muchas estaciones, que fueron quemadas, el metro de Santiago decretó el cierre de todas sus líneas, y este domingo la empresa de autobuses urbanos de la capital suspendió el servicio hasta las 7:30 am.

Además, se cancelaron al menos 42 vuelos con salida y llegada al Aeropuerto Internacional de Santiago.

Por otro lado, el paso fronterizo de Los Libertadores, principal vía terrestre entre Chile y Argentina, ubicado en Valparaíso, quedó cerrado tras comenzar el toque de queda en esa región.

Descontento social más allá del pasaje del metro

Muchos analistas aseguran que el descontento de parte de la sociedad por el sistema de pensiones chileno, administrado por empresas privadas, el coste de la salud, el deficiente sistema público de educación y los bajos sueldos en relación con el coste de la vida, emergió con las protestas por el precio del metro.

«Si no hay destrucción nadie nos escucha», dijo una persona de Rancagua, localidad al sur de Santiago, a una televisión chilena, citada por la agencia EFE, en las puertas de un concesionario de vehículos quemado.

«La gente está cansada de tantos abusos, solo queremos una marcha pacífica, queremos tener jubilaciones dignas y una educación buena para nuestros hijos y eso no se está diciendo», añadió otra mujer de la misma localidad.

El ejército en las calles de Santiago de Chile tras violentas protestas por el alza del metro (fotos)

 

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Aunque las nuevas tarifas del transporte entraron en vigor a principios de octubre, el viernes se produjo una manifestación masiva que terminó en choques con la policía en diferentes partes de la ciudad.
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Los avances de China en educación

Fuente del artìculo: https://peru21.pe/opinion/los-avances-de-china-en-educacion-noticia/
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Libro: Educación, hándicap e inclusión (Una lucha familiar contra una escuela excluyente) de Ignacio Calderón Almendros y Sabina Habegger Lardoeyt

Por: Dolores Álvarez. 

En todas sus obras encontramos la constante del respeto por la diversidad, por la inclusión, por la atención a las personas como tales, por justicia social, en respeto a los derechos humanos. Así lo vimos en “Fracaso escolar y desventaja socio cultural” y también en “Reconocer la diversidad” , al  igual que la obra que ahora nos ocupa de Ignacio Calderón Almendros.

Una escuela inclusiva, planteamiento de la UNESCO desde 1994, exige un replanteamiento de sus leyes, de la sociedad civil, de la cultura de los centros educativos, del profesorado, de las familias… debemos exigir que esa educación sea un camino hacia la transformación de las personas en sus aspectos emocionales, sociales, afectivos…

Esta investigación se realiza en los años en que se reconocía la integración pero la inclusión (en España) estaba naciendo en la mayoría de los centros, aunque yo creo que en algunos se encuentra aún en el seno materno porque siguen sin evolucionar. Es difícil  que se reconozcan las NEP (Necesidades Educativas Personales) de cada una de los estudiantes que tenemos en el aula, que se les reconozca su capacidad de aprender, que se le incluya en la sociedad como miembros de pleno derecho, a los que la institución escolar tiene que dar respuesta con expectativas de futuro para un desarrollo en la sociedad adulta.

“Los niños y los jóvenes con necesidades educativas especiales tienen que tener acceso a las escuelas ordinarias, las cuales deberán incluirlos en el marco de una pedagogía centrada en el niño y con la capacidad para dar respuesta a sus necesidades”. (Unesco, Salamanca 1994)

“Este libro es una narración reflexionada sobre la experiencia de Rafael Calderón Almendros —primer español con síndrome de Down que obtiene el grado profesional de Música— y su familia en la confrontación con la institución escolar en la que terminaba la Educación Secundaria Obligatoria. Después de una prolongada vida escolar de Rafael en el centro, la institución pierde el sentido de la educación que ofrece y niega derechos al alumno valiéndose de estrategias segregadoras soterradas que, respaldadas por la legitimidad de la institución y sus profesionales, son difícilmente combatibles. A pesar de ello, la familia —embarcada en un proceso de investigación-acción con la colaboración de otros profesionales de la educación— emprende una lucha pedagógica que apuesta por el reconocimiento de los aprendizajes del alumno. Aquí reside la fuerza de la investigación: los análisis críticos nacen de las vivencias de uno de los grupos más oprimidos (las personas con hándicap) y se trata de una realidad rigurosamente registrada.

Desde una perspectiva inclusiva, comprometida y radical, el texto presenta un importante potencial contrahegemónico, ya que los hechos posteriores han avalado la perspectiva inclusiva de la familia: Rafael aprobó la ESO, el Bachillerato y los diez cursos de los grados elemental y profesional de Música. Obtuvo por ello la Medalla de Oro al Mérito en la Educación de Andalucía. Admitido en la prestigiosa Academia de Estudios Orquestales Barenboim-Said y esponsorizado por la marca internacional de instrumentos musicales Yamaha y estudiante del grado superior de Música, Rafael ya no tiene que demostrar nada.

Es hoy un argumento vivo que cuestiona muchas de las habituales prácticas escolares y nos impulsa a repensar el compromiso de los educadores en la estimulación de la participación de toda la comunidad escolar, en el fomento de la autonomía del alumnado y en el reconocimiento de los demás en sus derechos humanos y sociales”. (Autores)

Ignacio Calderón Almendros es profesor de Teoría de la Educación en la Universidad de Málaga. Investiga la diversidad y los procesos de exclusión e inclusión educativa para contribuir a que la escuela sirva a todas las personas.

Sabina Habegger Lardoeyt es maestra en Audición y Lenguaje, licenciada en Psicopedagogía y doctora por la Universidad de Málaga. Los últimos años se ha dedicado a la participación ciudadana y a proyectos de carácter local, social y educativo. Actualmente trabaja en Argentina como jefa de Departamento del presupuesto participativo de Zárate (Buenos Aires)

Este libro es una verdadera lección de lo que es la INCLUSIÓN, del camino a seguir en la lucha por los derechos con las personas con hándicaps o diversidad funcional. Es una lección completa en la que toda la familia lucha porque se respeten los derechos de su hijo, porque se lo merece, por justicia, porque no es un regalo ni nada parecido, porque la capacidad de desarrollo de cada persona se debe fomentar en la casa familiar y evidentemente, en la organización escolar.

La institución escolar no puede ser excluyente con ninguna persona, debe potenciar sus capacidades, no debe hacer apartados en los que la diferencia sea determinante solo de acogimiento. El alumnado debe estar en su clase correspondiente y a ella deben acudir los apoyos que fuesen necesarios, de esta forma fomentaremos la inclusión y no la segregeción.

Para las personas que nos gusta leer de educación esta obra es un verdadero tratado de formación, pormenorizado y justificado de por qué hay que incluir y no excluir las diferencias. “Lo que aquí nos muestran sus autores son hechos reales, sentimientos, preocupaciones, inquietudes, afanes, disfrutes, valores, frustaciones y triunfos vividos en el día a día, que son creíbles porque son reales (no es un relato hecho a la medida de las teorías)” (De la Rosa)

La investigación-acción parte de la insatisfacción de una experiencia educativa que hay que indagar para su mejora y para que con ella la propia institución escolar salga beneficiada. Así nos lo encontramos con el caso de Rafael que se encontró en un momento de su vida escolar que fue rechazado por su síndrome y a lo cual la familia no se mostró indiferente, de esta forma se explica con todo los detalles el camino recorrido para que la propia institución reconozca su capacidad de engrandecerse como persona. “El informe que en su día le dieron al alumno Rafael se basaba en un paradigma deficitario que rebajaba las expectativas que en él se depositaron, se le tachó de incapaz y, como consecuencia, se disminuía su desarrollo”

El contrainforme psicopedagógico que presenta la familia es una verdadera joya de la pedagogía inclusiva, algo de lo que podemos aprender los docentes y las familias para que nuestro alumnado sea respetado en toda su integridad. Se trata de valorar lo que va avanzando en su aprendizaje, no lo que no sabe hacer con respecto al currículum oficial. Hay que poner el énfasis en lo que aprende, no en lo que no sabe hacer, así de simple, así es como la institución puede ayudar a las personas y no ser rompedora de las expectativas.

Rafael concluyó el Bachillerato de Música y ha conseguido su sueño de ser músico. Allí se ha sentido querido y comprendido y ha ido creciendo según sus posibilidades. El mundo educativo debe aprender de esta organización en la que hay muchos alumnos y alumnas y en las que se mezclan edades y cada uno va avanzando, creando expectativas de futuro en este campo.

Libro muy recomendable para los docentes de todas las etapas, para las familias y para cualquier agente educativo que quiera transformar y mejorar la sociedad, considerando que la inclusión es justa y necesaria para el desarrollo de toda la comunidad.

“En definitiva hay que repensar y reestructurar la naturaleza del trabajo docente, que podría reconstruirse apoyándose en las perspectivas de los menos favorecidos, en los que hay que creer, potenciar sus capacidades, fomentar el rol de sujetos protagonistas de su historia que ayude a la transformación de los rasgos opresivos que atentan contra ellos y los otros colectivos o individualidades… Pero sobre todo, tenemos que aprender de ellos”.

Documental basado en el libro:

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