Redacción: Valencia Plaza
Director del Instituto Cervantes de Nápoles, el castellonense Ferran Ferrando reconoce que no ejerce de valenciano y que su trabajo le convierte en un privilegiado que hace lo que le gusta
18/12/2019 –
Habla cinco idiomas. Se licenció en filologías románicas y antropología en Gotinga (Alemania) y Montpellier (Francia), y se doctoró en la Universidad de Bremen (Summa cum laude), con una investigación sobre Horacianes, del poeta Vicent Andrés Estellés.
Ferran Ferrando (Albocàsser, Castellón, 1960) es hijo de emigrantes que en la década de los sesenta se fueron a Alemania a trabajar. Apenas tenía cinco años cuando sus padres decidieron instalarse de forma permanente en el país germano a pesar de que su abuela paterna, Ángeles Sales, falleció víctima de los bombardeos que la Legión Cóndor nazi, siguiendo órdenes del Teniente Coronel Dávila, realizó sobre Albocàsser en mayo de 1938, en plena Guerra Civil.
Apasionado del séptimo arte, fundó la filmoteca Lumière en Göttingen (Alemania), dirigió durante más de cinco años la Escuela de Lenguas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), ha sido responsable de la Oficina Cultural Catalana de Fráncfort, y ha dirigido el Cervantes de Estocolmo y Múnich, este último en dos ocasiones, la segunda hasta mayo de este año, en que se incorporó a su nuevo destino en Nápoles. El director del Instituto Cervantes recibe a Plaza en la sede del centro, ubicado en el hermoso barrio de Santa Lucía, uno de los más antiguos de la ciudad italiana, frente al imponente Vesubio. Un puerto marinero que ha sido interpretado por los más grandes, desde Enrico Caruso hasta José Carreras, pasando por Elvis Presley, Dean Martin o Pavarotti. Santa Lucía es una famosa canción napolitana que su propio compositor, Teodoro Cottrau, tradujo al italiano.
—¿Qué impulsó a sus padres a quedarse en Alemania?
—Se dieron cuenta de que, además de trabajar y ganar dinero con la intención de volver, el país ofrecía para sus hijos una vida diferente a la que había en España en esos momentos. Los cinco hermanos recibimos una formación excelente y gratuita, una oportunidad que nuestros padres supieron identificar y valorar. Como es normal, estoy agradecido a mis padres, pero también a todos los profesores y amigos que facilitaron el desarrollo de nuestros talentos.
—¿En la decisión de marchar no influyó la trágica muerte de su abuela?
—No, para nada. No les traumatizó. La guerra había quedado atrás. Los alemanes estaban para apoyar a Franco en aquellas fechas. Aunque, en cierta forma, es como una línea roja que marcó la vida de mi padre y la de mi familia. La verdad es que he vivido más en Alemania que en España.
Fuente: https://valenciaplaza.com/compromis-desubicado