Entrevista a Francesco Tonucci: «Hablamos mucho de los niños, pero muy poco con los niños»

  • El maestro, pedagogo e investigador italiano cree que la escuela necesita «un cambio radical», ahora más que nunca
  • Se habla día tras día de los niños, de cómo han vivido el confinamiento, de cuáles son las consecuencias que estos meses tendrán en su aprendizaje o de cuánto necesitan volver a las aulas, pero, ¿por qué nunca se buscan las respuestas en ellos? Esto es lo que no comprende el maestro, pedagogo, investigador y dibujante italiano Francesco Tonucci, también conocido como “Frato”.Si él es una de las voces más respetadas dentro del ámbito educativo a nivel mundial posiblemente no solo sea por su formación, sino también y sobre todo por haber escuchado durante toda su vida lo que los niños tienen que decir respecto a las decisiones que les afectan.En este momento de incertidumbre y tensión por cómo se desarrollará la vuelta al cole en convivencia con el Covid-19, numerosas instituciones o entidades educativas de países como Argentina, Perú o Colombia acuden a Tonucci (Fano, 1940) para conocer cuáles son sus propuestas y tomar nota de algunas ideas que él defendió siempre y que ahora resultan más relevantes que nunca.

    Entre ellas, las que están ligadas de forma directa a la «La Ciudad de los niños», un proyecto que alumbró el italiano en 1991 con el propósito firme de «poner al niño en el lugar que ocupa el adulto trabajador, que se desplaza en automóvil».

    PREGUNTA: ¿Qué ha pasado con los niños en estos meses de pandemia?

    RESPUESTA: Lo primero es que hablamos mucho de niños, pero muy poco con los niños. Los únicos que están fuera de todos los debates son ellos. Es impresionante pesar que hace 30 años todos los países del mundo ratificaron en la Convención de los Derechos del Niño que tienen derecho a expresarse cada vez que se toman decisiones que les afectan y ahora en nada de lo que se está discutiendo sobre ellos se les consulta. Estamos en una situación de ilegalidad. Hay que decirlo así como es.

    Hablamos mucho de niños, pero muy poco con los niños

    Nosotros cuando empezó el desastre, la pandemia, a mitad de marzo, enviamos un mensaje a las «Ciudades de los niños y las niñas» para que los alcaldes convocaran a los consejos de los niños de forma virtual. De ahí y de varias encuestas que hemos promovido en distintos países extraemos tres conclusiones muy claras: que los niños extrañaron a sus amigos, que lo pasaron muy bien con sus padres (como nunca en su vida), y que estaban hartos de los deberes y de las clases virtuales.

    P: ¿La experiencia del confinamiento les puede haber afectado negativamente?

    R: Es cierto que siempre hay situaciones complicadas, pero en la mayoría de los casos que nos llegan vemos que ha sido una buena experiencia para ellos. Yo no creo que tengamos que tener miedo a cómo se recuperen porque no considero que el confinamiento haya sido un trauma, por una razón noble y por otra innoble.

    La noble es que lo pasaron en casa con sus padres y la innoble es que los niños ya estaban encerrados antes. No es que aprendieran a encerrarse en casa a raíz de la pandemia, es que no podían salir antes tampoco porque los niños hace tiempo que perdieron los espacios públicos. Solo pueden salir si están acompañados por sus padres.

    P: Ahora hay padres preocupados por el desfase curricular, por las carencias en su aprendizaje… ¿entiendes este temor?

    R: Es evidente que lo que la escuela enseñó en este tiempo es muy frágil, es un aprendizaje muy débil. El tema es que no era mucho más fuerte antes (…) Hay un porcentaje muy alto de niños que en la escuela se aburren, que no quieren ir. Y esto no es por culpa del virus.

    Pero preguntarse lo que han perdido me parece una forma ridícula. Lo que me gustaría es que se dedicara un tiempo para empezar el nuevo año escolar después de haber analizado lo que los niños han aprendido y lo que han ganado.

    P: ¿Qué han aprendido?

    R: Aprendieron a vivir, a reaccionar frente a un bombardeo de noticias horrorosas que todos los días entraban en su casa, a convivir con lutos, o con la enfermedad. Todo esto tiene que entrar en la escuela. No puede ser que la escuela se ocupe de lo otro. Fíjate, la escuela italiana asumió como lema el de «La escuela no para». Esto es absurdo. Si el mundo ha parado, la escuela tiene que parar, porque no parar lo único que significaba es que se seguía con un programa y que, mientras todo el mundo hablaba de un virus en la calle, igual en clase de ciencia se hablaba de la fotosíntesis.

    Elisa, una niña de 9 años de Lima, dijo en una encuesta que antes no podía entender estas cosas que pasan porque estaba en la escuela.

    Nosotros hicimos una propuesta que se llamaba «La casa como laboratorio». Pensamos que si todo se había parado y el mundo de los niños se había restringido a su casa, lo correcto era pedir a los padres que transformaran las actividades domésticas en las nuevas tareas, que los niños cocinaran con sus padres, lavaran la ropa o plancharan. O que les propusieran revisar fotos para reconstruir su historia personal, que tuvieran un diario secreto, que leyeran juntos en familia una novela media hora por día como si fuera un teatro… Y en muchos países se ha hecho.

    En Argentina, el ministro de Educación me llamó, hablé con él por Skype e hicimos una conferencia pública juntos. La próxima semana presentaremos un cuaderno que preparó el ministerio y que se está repartiendo en las escuelas. Ahí se incluye esta idea y avanzo también otras propuestas sobre la vuelta a las clases.

    P: Estas propuestas nada tienen que ver con ordenadores y tabletas…

    R: Es que la tecnología falló totalmente. Los niños no se encontraron con una didáctica a distancia y está claro que el uso de la tecnología para dar clase no funciona, pero tampoco la asistencia presencial es suficiente porque la clase magistral es una forma muy débil de transmisión de conocimiento. Lo que funciona es el conocimiento que desarrollan los alumnos buscando e investigando, no escuchando a los maestros.

    El uso de la tecnología para dar clase no funciona

    Me habría gustado que la escuela al menos usara las plataformas como instrumento para dialogar con los alumnos, para ayudarlos a entender lo que estaba pasando en el mundo y que expresaran sus sentimientos.

    P: Escuchamos continuamente a padres y políticos decir que los niños necesitan volver ya al colegio. ¿Cómo lo ves tú?

    R: Los niños no necesitan ir la escuela. Es falso, y con esto no quiero rebajar la importancia de la escuela. Si los niños han echado de menos la escuela es porque hoy en dia es el único lugar donde se pueden encontrar con los amigos, porque han perdido las calles.

    Un niño de Argentina nos dijo: «Nos quitaron de la escuela lo que más me interesaba, los amigos y el recreo, y se ha quedado lo que menos nos gustaba, las clases y las tareas».

    Si la escuela tiene el valor de entender lo que está pasando, tiene que estar estar dispuesta a un cambio radical que hoy en día es necesario.

    P: ¿Cuál es el giro que deberían dar los centros educativos?

    R: Los niños no pueden quedarse todos en un aula, frente a un maestro, sino formar parte de grupos independientes que trabajen por su cuenta como pasaba antiguamente. A esa imagen de escuela, que era la buena escuela de los buenos maestros de siempre, es muy fácil volver hoy en día con la pandemia porque un grupo puede estar en el pasillo y otro grupo en la clase, y reforzar así la autonomía que se ha perdido.

    El Artículo 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño habla de que el objetivo de la educación es el desarrollo de la personalidad de los niños, de sus aptitudes, hasta el máximo de sus posibilidades. Ese es el objetivo que deben tener la familia y la escuela respecto a la educación y no el conseguir unos resultados previstos o evaluar a los niños respecto a lo que rindieron.

    Pero todo esto que vamos a plantear no se debería decidir lejos o arriba, a nivel de ministerios. Se debería abrir una mesa en cada escuela o en cada ciudad, una mesa en la que se sitúen cuatro protagonistas: la ciudad, la escuela, la familia y los niños. Que estén presentes los cuatro y todas las decisiones salgan de un debate compartido.

    P: ¿La pandemia podría hacernos despertar?

    R: Todas las veces que hay un trauma fuerte nos ponemos frente a la posibilidad de cambios. Tenemos que pensar que algo no ha funcionado hasta ahora y veo que gracias a la tragedia llegan propuestas antiguas, en mi caso de hace más de 50 años.

    Hoy las escuelas están pidiendo a la ciudad espacios vacíos para repartir los alumnos, pero a mí me gusta pensar que la ciudad puede ofrecer espacios llenos, que se puede hacer escuela fuera de las aulas visitando una fábrica, una editorial, un museo, una orquesta… invitar a la ciudad a ofrecerse a las escuelas con propuestas educativas.

    Me gusta pensar que se puede hacer escuela fuera de las aulas

    El virus nos ofrece una ciudad más correcta donde se respeten más las necesidades de los peatones que de los coches, como ocurre en Pontevedra, por ejemplo.

    P: ¿Qué propuestas concretas trasladas a quienes te consultan qué medidas se pueden tomar para la vuelta al cole?

    R: Que los niños se muevan solos. Parece un contrasentido, pero llevamos proponiéndolo muchos años. Si salen solos, será la mitad de la gente la que se mueve (…). También  planteamos que las calles cercanas a las escuelas se cierren al tráfico durante el tiempo de la apertura porque así la escuela puede aprovechar este espacio libre para el descanso, para hacer gimnasia… Ampliando su espacio también se crea un ambiente de respeto urbano.

    Otra propuesta que avanzo y que ahora tiene un sentido más fuerte es que todos los espacios de los centros se usen para crear laboratorios y talleres y no solo aulas. Hay que renunciar al aula y hacer espacios especializados en algo, en música, ciencia, arte, o tener una huerta como laboratorio de ciencias, por ejemplo, o una cocina.

    Hay que renunciar al aula y hacer espacios especializados

    Tendrían que ser grupos que pasan de un lugar a otro y no estar ocho horas sentados en el mismo lugar porque eso ahora mismo, solo por el tema sanitario, no debería estar permitido. Además, un niño que nació bailarín o una niña que nació mecánica no van a encontrar nada que les sugiera que tienen esa vocación. Serán burros en la escuela cuando quizá son genios potenciales en su sector. La escuela correcta debería ayudar a cada uno a buscar lo suyo.

    P: ¿Hay algún mensaje que quieras trasladar a los padres?

    R: Yo les diría que hablen con sus hijos, que intenten entender lo que los niños ganaron en este tiempo de clausura, porque seguro que todos ganaron mucho y crecieron mucho. Por ejemplo, una niña argentina de cinco años  decía que durante el confinamiento aprendió a dormir sola. (…) Hay que aconsejar a los padres que se pregunten también ellos qué aprendieron de sus hijos, qué descubrieron que no conocían antes.

    Y que, cuando todo esto termine les concedan mas autonomía, que les dejen salir solos de casa. Sería maravilloso que el virus, que ha sido una tragedia, les regalara eso a los niños.

    Fuente: https://www.rtve.es/noticias/20200829/entrevista-pedagogo-investigador-italiano-francesco-tonucci/2041015.shtml

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Noam Chomsky y las diez estrategias de manipulación de los medios: Una crítica al poder

Redacción: Las Dos Orillas

El lingüista y filósofo estadounidense fue contundente al hablar del papel y métodos utilizados por estos para manipular la conciencia social e individual. Una mirada

Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2Orillas.
Hace un tiempo escribí en el periódico El Colombiano un texto de opinión que hace apología a la obra distópica de George Orwell llamada 1984 y Un mundo feliz de Aldous Huxley, pretendiendo hacer notar la ceguera que puede causar el status quo y su garantía en el tiempo por medio de la represión brutal o el placer; aunque el francés Michel Foucault va más allá, porque interpreta a los dispositivos de poder desde la normalización o naturalización y no ejercidos verticalmente.

Pareciera que toda conducta categorizada como anómala con el pasar de los días o años llegará a la normalidad, aún no siendo vista como normal. Ese hecho también logra que el poder soberano, el encargado de señalar que es legal o ilegal, ajuste su estructura a las conductas consideradas anómalas e incorporar su legalidad. Por ejemplo, la homosexualidad hace años atrás era vista como un trastorno mental, en casos hasta sinónimo de muerte, sin embargo, hoy ciertas conductas han sido normalizadas y con protección jurídica.

Para mí y muchos académicos, un nuevo poder logra expandirse y marcar el inicio de una revolución con la caída del muro de Berlín, también sin dudas, con el establecimiento del neoliberalismo. La revolución comunicativa logró que grandes cadenas de televisión privadas tomaran con más rigor el monopolio del mercado mundial, que es todo lo contrario al mercado democrático, y encontraron a su mejor aliado en los gobiernos que defienden a capa y espada el sistema. En América Latina los monopolios u oligopolios que dirigen el mercado mediático no son la excepción a la lógica de un poder con alcance universal por que cada vez son más las familias en el mundo que tienen un televisor con acceso a toda la información transmitida; para la humanidad actual la globalización y el rol de las nuevas tecnologías como medio instantáneo, es una realidad. La masificación de los medios comunicativos como las redes sociales, televisión y otras plataformas digitales o convencionales, censuran al pensar opuesto por que no son democráticas en decisiones trascendentales, dado que un pequeño grupo económico con intereses propios es quién elige que hacer y siempre diciendo que hablan en nombre de la verdad, compleja situación en tiempos de las Fake News o noticias falsas, a lo mejor, no hay hechos sino interpretaciones.

El lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky es conocido por el importante aporte que hizo a la gramática transformacional-generativa con su obra Estructuras sintácticas y, desde luego, por haber dedicado parte de sus estudios e investigaciones al campo de los medios de comunicación, donde fue contundente a la hora de hablar del papel y métodos utilizados por estos medios para la manipulación de la conciencia social e individual, que a la final es aniquilar al pensamiento crítico.

Para comprender las dimensiones alcanzadas por el poder instituido desde los medios de comunicación Chomsky expresa diez (10) estrategias de manipulación, que son:

1. La estrategia de distracción: fesviar la atención al público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites económicas y políticas: mediante la técnica del diluvio o inundaciones de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones: lo primero es crear el problema, luego viene un momento exacto, una «situación perfecta», el objetivo es que la población sienta cierta reacción, después se propone una solución prevista. Por ejemplo, cuando se crea violencia e inseguridad para cohesionar proponiendo una norma que subsane la falta aplicando restricciones a la libertad. Aún así es apoyada por que las personas están en incertidumbre por la violencia e inseguridad.

3. La estrategia de la gradualidad: toda medida tiene que ser gradual, es decir, periódica y sistemáticamente, para ir agregando sin inconvenientes las medidas impopulares.

4. La estrategia de diferir: cuando no agrada al público una medida económica o política es expresar como «dolorosa y necesaria» la decisión. La tendencia es que se comprenda el episodio en el sentido que «mañana mejorará».

5. Dirigirse al público como criatura de poca edad: la publicidad debe ser lo más superflua para la conciencia, entre más tranquila, desprovista, delicada y pausada es la comunicación con el público, la reacción va a ser recíproca.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión: no se puede negar que cuando existe un choque emocional automáticamente la razón queda a un lado. Los sentimientos pueden generar miedos, fobias, comportamientos.

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad: mantener lejos de la reflexión a la población para que no vea como es sometido a un control. El ejemplo más utilizado es la educación precaria para las clases menos favorecidas por el capital y mantenerlos en el sometimiento del sistema, no hay más que hacer.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad: promover e incentivar al público a la moda de lo mediocre, estúpido. Frivolidades y shows.

9. Reforzar la autoculpabilidad: la culpa es solo del individuo por su incompetencia y falta de inteligencia. Así no hay reclamos al sistema cuando la culpa es propia..

10. Conocer a los individuos más de lo que ellos mismos se conocen: la ciencia y las nuevas tecnologías permiten más acceso a la información, incluyendo al campo de las ciencias de la salud quienes conocen a profundidad el cuerpo humano, por lo tanto se ejerce un dominio de la ciencia a cargo del sistema sobre las personas comunes, quienes no se conocen tanto.

Chomsky ubica al poder mediático en el plano de la normalización de conductas al incidir mediante distintas formas en las conductas, ideas o formas sociales, e invita a romper el paradigma trazado por el sistema económico-político en alianza con los medios de comunicación, así, entrar a pensar críticamente la realidad.

Especialmente se debe pensar la América Latina de hoy, que vive una ola de protestas a raíz de decisiones tomadas por gobiernos históricamente proteccionistas del mercado privado, quienes descuidaron la mayoría social para salvar al mercado.

Fuente: https://www.las2orillas.co/noam-chomsky-y-las-diez-estrategias-de-manipulacion-de-los-medios-una-critica-al-poder/

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‘Las leyes de la termodinámica’: solo somos átomos, pero átomos enamorados

La cinta de Mateo Gil, una aproximación ‘a priori’ inédita a la comedia romántica que hibrida romance clásico con divulgación científica, funciona mejor en la teoría que en la práctica

«Lo fascinante de la ciencia es que tiene una explicación para todo», le asegura Manel (Vito Sanz) a su nueva pareja, Elena (Berta Vázquez), en lo que se supone que es una cena romántica. Joven apasionado de la física, este profesor ayudante en la universidad encaja en el rol prototípico de ‘geek’, el chico con unas habilidades para la ciencia y la tecnología inversamente proporcionales a sus dotes sociales. Manel lee el mundo y su propia vida a través de las leyes de la física, lo que le lleva a creer que todo está predeterminado. Y hasta aquí nada nuevo.

Pero la nueva película de Mateo Gil aplica la misma metodología de análisis a la propia historia de amor que narra. Desde un punto de partida de lo más original, ‘Las leyes de la termodinámica’ hibrida el documental de divulgación científica con la comedia romántica. Como el propio Manel, la película también examina los altibajos de la historia de amor del protagonista con Elena desde las reglas que marca el título. La hipótesis central sugiere que el deseo y la seducción no son tanto procesos químicos, como se dice habitualmente, sino físicos. Y así, las diferentes fases de una relación pueden explicarse a partir de leyescomo la que afirma que la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma; que la evolución de algunos procesos es irreversible, o que nunca alcanzaremos el grado cero absoluto de enfriamiento… de una pasión.

Juan Betancourt, Berta Vázquez y Vito Sanz, en 'Las leyes de la termodinámica'. (Sony)
Juan Betancourt, Berta Vázquez y Vito Sanz, en ‘Las leyes de la termodinámica’. (Sony)

La película combina teoría y práctica desde estos dos registros opuestos. Por un lado, una serie de científicos de diversas partes del mundo nos explican de forma clara y pedagógica estas particularidades de su disciplina, centrada en la interacción del calor, desde el típico formato televisivo del busto parlante que habla a cámara. Por el otro, el filme nos muestra la aplicación práctica de esta teoría ejemplificada en la relación entre Manel y Elena. Así, lo que podría haber sido otra comedia romántica al uso, queda deconstruido a través de gráficos, vectores, análisis de movimiento y de trayectorias, y la pantalla como tablero explicativo.

Es cierto que el vínculo entre Manel y Elena responde a unos principios, pero sobre todo los de cierta comedia romántica. Su historia está planteada a través de esa atracción de los opuestos que se ha explotado en el género desde la ‘screwball comedy’. Manel es el enésimo hombre con un sentido muy rígido de su propia existencia que ve su sistema de valores tambalearse cuando se enamora de una mujer cuya concepción de la vida es mucho más espontánea. Él es el cerebral, introvertido y de apariencia física del montón; ella, emocional, extrovertida y modelo de profesión. La otra pareja de amigos que complementa la trama también responde a estereotipos del género. Pablo (Chino Darín) es un seductor compulsivo con pánico a comprometerse, aunque su nueva pareja, Eva (Vicky Luengo), quizá le haga cambiar de actitud.

 Chino Darín y Vicky Luengo, en 'Las leyes de la termodinámica'. (Sony)
Chino Darín y Vicky Luengo, en ‘Las leyes de la termodinámica’. (Sony)

A pesar de su perspectiva novedosa, ‘Las leyes de la termodinámica’ recuerda a cierto cine del cambio de siglo. Ese arranque en que colisionan, literalmente, las trayectorias de los protagonistas, así como la combinatoria entre los diferentes personajes, hace pensar en los filmes de historias cruzadas de finales de los noventa, que a su manera también llevaban a cabo un muestreo gráfico de las relaciones humanas en el mundo global y multicultural, y en tiempos de las emociones líquidas. Incluso la imagen que se transmite de Barcelona, el escenario de la trama, tiene más que ver con la ciudad que se puso de moda en los tiempos en que triunfaban hípsteres, publicistas y diseñadores gráficos que no con la actual urbe arrasada por la industria turística pero viva en movimientos sociales.

A pesar de su perspectiva novedosa, ‘Las leyes de la termodinámica’ recuerda a cierto cine del cambio de siglo

En otro momento de ‘Las leyes de la termodinámica’, un alumno inquiere en la clase de física donde Manel ejerce de ayudante el clásico «¿para qué sirve esto que nos estáis explicando?». Entonces, el protagonista se arranca a justificar cómo esa teoría abstracta se encuentra detrás de actos y situaciones cotidianas de lo más identificables. La cuestión del estudiante en parte recoge las inquietudes del espectador que, ya superada la mitad del metraje, también se plantea cuál es el sentido de todo ese despliegue teórico aplicado a un supuesto caso práctico.

Berta Vázquez y Juan Betancourt, en 'Las leyes de la termodinámica'. (Sony)
Berta Vázquez y Juan Betancourt, en ‘Las leyes de la termodinámica’. (Sony)

Hay que reconocer que las inesperadas aportaciones de los científicos en torno al tema que nos ocupa son de lo más interesantes y entendibles. Incluso cobran sentido en la estructura narrativa como paréntesis divulgativos que permiten respirar a la película cuando la trama romántica se estanca o deviene repetitiva.

Cartel de 'Las leyes de la termodinámica'.

Porque si la teoría funciona y resulta refrescante en el contexto de comedia romántica donde se introduce, la práctica en cambio flojea mucho más. Los personajes de ficción quedan demasiado limitados por su necesidad de responder a los planteamientos teóricos y formales, además de no desprender el suficiente atractivo para que sus aventuras y desventuras emocionales nos interesen más allá de lo que dictan las leyes de la termodinámica.​

Fuente: https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2018-04-20/cartelera-estrenos-leyes-termodinamica-mateo_1551916/

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