Lourdes Huanca, dirigente campesina y feminista: «No vamos a abandonar la resistencia»
Sergio Ferrari
Desde hace casi dos meses se protagonizan en Perú constantes manifestaciones y la indignación popular no se debilita. Luego de los sucesos del 7 de diciembre pasado, con la detención del hasta entonces presidente Pedro Castillo, y su posterior substitución por la vicepresidenta Dina Boluarte, el país sudamericano parece ingobernable. El muy fragilizado poder ejecutivo no controla la situación interna y la protesta ciudadana sostiene reivindicaciones muy precisas.
“Exigimos la destitución de Dina Boluarte; la libertad del presidente Castillo; el cierre del Congreso; la instalación de una Asamblea Constituyente; que se levante el estado de emergencia y que se haga justicia para los más de 60 héroes de nuestro pueblo asesinados en estas últimas semanas”. Con voz enérgica, Lourdes Huanca, dirigente campesina y feminista peruana –tal como se define en su presentación– resume las exigencias que enarbolan importantes sectores sociales de su país.
Huanca llegó a mitad de enero a Europa para informar sobre la situación peruana. En Bruselas, tuvo diversos contactos con diputados europeos. En Madrid, encuentros con referentes políticos y sociales de primer nivel. En Suiza, con idas y vueltas de Ginebra (Naciones Unidas) a Berna, para encontrarse con personalidades internacionales, parlamentarios helvéticos y representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores. En Berlín, nuevos contactos con personalidades.
Su gira europea continúa en lo que parece una maratón infatigable. Junto con su agenda “oficial”, siempre, la otra, no menos importante para Huanca: intercambios con asociaciones, sindicatos, ONG y medios de prensa. Así como plantones, movilizaciones e incontables encuentros con los actores y las actoras del movimiento de solidaridad.
Durante su presencia en Europa nunca se la ve sola: siempre arropada por latinoamericanas-os y europeas-os solidarias-os, que sin distinción de nacionalidad afirman que, hoy, “todas y todos somos peruanos”. Y Huanca precisa: no se debe parar con la solidaridad; no hay que resignar la presión internacional; es importante informar, permanentemente, sobre los hechos; movilizarse; escribir cartas a las autoridades y promover comisiones internacionales de investigación y encuesta que viajen rápidamente a Perú para comprobar las violaciones constantes de los derechos humanos.
Todo esto en un contexto muy particular: desde años no se vivía en esta parte del continente una movilización tan activa de la comunidad latinoamericana (y sectores europeos progresistas) asociándose, a la distancia, a la resistencia popular que se protagoniza en un país de América Latina.
“Nuestros pueblos originarios, nosotras, constatamos que tenemos hermanas y hermanos en todo el mundo. Puedo estar en Europa gracias al apoyo de esa hermandad. Nunca hubiera podido venir aquí si no fuera por ese sostén solidario”, explica la presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FEMUCARINAP), que cuenta con 160 mil mujeres afiliadas.
Campesinas y feministas
“Organización pujante”, según su presidenta, que hoy cosecha lo que viene construyendo desde el día que se fundó, en 2006. Huanca agrega que, al poco tiempo de su existencia organizativa, “nos integramos a la CLOC- Vía Campesina”, un paso esencial por lo que dicha organización representa para el movimiento campesino mundial.
La FEMUCARINAP, explica Huanca, promueve dos tareas principales: el empoderamiento de la mujer a partir de la defensa y el respeto de su cuerpo como territorio propio, y su empoderamiento socio-político y cultural en tanto que campesina y feminista. Todo esto, sin olvidar la lucha por la soberanía alimentaria, es decir, para proteger la tierra, el agua así como las semillas propias.
La dirigente campesina peruana continúa su reflexión: “nuestras madres, nuestras abuelas, nos enseñaron todo lo de la tierra, a sembrar, a sobrevivir en el campo. Pero no nos pudieron enseñar cómo ser felices, a decidir si queremos tener uno o dos hijos, el derecho a enamorarnos. Eso, tan esencial, lo aprendimos de las feministas”. Y por eso, nuestra “esencia campesina y feminista van de la mano, son inseparables”. De esa misma identidad nace la convicción de FEMUCARINAP de participar activamente en la vida política y social peruanas. En la primera vuelta electoral de abril 2021, Huanca aclara que votaron por Verónika Mendoza, y que, en el segundo turno, en junio del mismo año, eligieron a Pedro Castillo, un maestro rural, y campesino, como ellas, que se enfrentó ya entonces a la derechista Keiko Fujimori, hija del dictador.
“Nos abrió las puertas”
Tan pronto como Castillo asumió como presidente, “nos abrió las puertas de su despacho para escuchar nuestras demandas y propuestas”, señala Huanca. “Era sorprendente: le escribíamos un mensaje por el celular diciendo que teníamos que hablar con él, y al instante nos respondía que coordináramos con su jefe de gabinete para organizar la reunión”. Una relación directa, horizontal, de enorme respeto hacia “los de abajo».
“No lo podíamos creer”, recuerda con emoción la dirigente campesina, a quien Castillo incluso le pidió que asumiera como ministra de la Mujer, propuesta que rechazó “porque quería seguir organizando y movilizando en las calles contra la derecha y, además, porque no quería ponerme mordazas si asumía una tarea ministerial. Mi rol era desde el llano. No quería renunciar a mis principios”.
El periodo de Castillo en el gobierno abrió un proceso muy rico y muy bueno que “nos permitió avanzar con muchas propuestas y logros concretos”, entre los cuales se cuenta el apoyo para las mujeres campesinas en el marco de la segunda reforma agraria y el ingreso gratuito a las universidades de las hijas y los hijos del campesinado pobre. Según Huanca, su organización promovió y apoyó más 54 propuestas de ley para asegurar mejoras sociales, las que contaron con el apoyo del presidente, pero que en su mayoría fueron obstaculizadas y archivadas en el parlamento.
Por otra parte, prosigue Huanca, la derecha y las grandes transnacionales se salieron de sí cuando el presidente Castillo anunció que tenía la intención de revisar las concesiones petroleras y mineras –algunas de las cuales terminan en 2023– teniendo en cuenta si habían respetado o no los derechos humanos y ambientales de las poblaciones locales. “Eso les enfureció. Nosotros, los pueblos originarios, podemos probar que, en muchos lugares de Perú, hoy la Madre Tierra está muy enferma, nuestras comunidades padecen a causa de esa explotación y nuestros hijos están enfermos, e incluso muchos tienen plomo en su sangre”, explicó Huanca.
Quien resume las muchas trabas a la gobernabilidad que debió enfrentar la gestión del presidente Castillo: En todo ese año y medio, la derecha y el poder oligárquico tradicional no lo dejó gobernar; hubo varios intentos para licenciarlo (suspenderlo) por supuesta incapacidad; lo subestimaron, lo minimizaron constantemente… “Y cada ataque que él sufría lo sentíamos en carne propia, era como que también nos agredían a nosotras».
Resistencia en la calle
A la luz de la larga historia de lucha que los movimientos sociales viven desde décadas y durante la presidencia de Castillo, “¿cómo no íbamos a salir a las calles cuando lo secuestraron y lo detuvieron el 7 de diciembre?”, se interroga la referente feminista. Tras el ataque y detención del presidente se dio la traición de su vicepresidenta, Dina Boluarte, a quien “habíamos elegido en la misma fórmula, con nuestros votos”, explica Huanca. Y enfatiza: “muchas veces nos había dicho que, si tocaban al presidente, ella [Boluarte] se sumaría al pueblo para movilizarse y defenderlo, pero no fue así. Se pasó al otro lado, se fue con la derecha. Pura traición. Hoy tiene un discurso de diálogo y de pacificación, pero manda asesinar a nuestros hijos”.
“Imposible, por lo tanto, ir a dialogar con alguien que está masacrando al pueblo”, argumenta la líder campesina. La pausa, la voz entrecortada por la emoción, así como alguna lágrima y la realidad que tiene ya rostro de sentencia: “Son más de 60 las mujeres y los hombres asesinados en distintas partes del país, la mayoría, jóvenes, producto de la represión brutal que no cesa y aumenta cada día más. Si quieren masacrarnos que lo intenten… Encontrarán enfrente todo un pueblo con pecho abierto que no va a dejar de movilizarse hasta que logre justicia y asegure que sus reivindicaciones sean escuchadas.
“¿Frenar ahora nuestra resistencia? Inimaginable”, concluye Huanca. “Le estaríamos heredando el dolor a nuestros hijos y nietos, que seguirían sufriendo porque nosotras, hoy, habríamos renunciado a nuestra lucha”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Fuente de la Información: https://rebelion.org/no-vamos-a-abandonar-la-resistencia-lourdes-huanca-dirigente-campesina-y-feminista/
Las guerras en general pueden representar muchos escenarios terribles, pero uno de los más recordados por cruel y absolutamente fuera de los límites morales, es el asalto de Nanjing por parte de las fuerzas japonesas. Esta película se centra en este momento. Adaptación de la novela de Yan Geling, Las flores de guerra (2012), está basada en la historia real relatada per la maestra misionera americana Minnie Vautrin (1886-1941). Yan Geling explica la barbarie de la batalla de Nanjing (octubre-diciembre 1937) des del punto de vista de dos grupos de mujeres, unas estudiantes y unas prostitutas, todas ellas recluidas por las circunstancias en una iglesia durante la batalla. La trama se centra en estos dos grupos así como en el sacerdote responsable de la iglesia, Padre Englemen, transformado en manos de Zhang del hombre piadoso y con profundos dilemas morales que encarna la novela, al personaje representado por Christian Bale, un sinvergüenza oportunista que irá evolucionando hasta desarrollar una fuerte moral que finalmente le hará ayudar a estas mujeres perdidas y salvarlas.
mostrándose mucho más occidentalizada que sus primeros films. Posterior a la trilogía fantástica iniciada con Hero, denota una evidente evolución del lenguaje cinematográfico más ambicioso y con más recursos. No abandona su realismo característico, pero sí que adopta una trama más trepidante y veloz, con recursos como la cámara lenta, el uso de la luz, los contrapicados, las distorsiones con las vidrieras de colores, recursos no usados en sus primeras películas siempre de corte más preciosista y tranquilo. Aún con los cambios des de la historia original o la novela, Zhang consigue lo que siempre pretende, contar una historia que conecte con los sentimientos que son universales, y en este caso en concreto, una historia donde al final, desaparecen las barreras sociales y culturales y en donde se impone el sacrificio y la humanidad de unas mujeres respecto a las otras.
Respecto al retrato que realiza de la mujer, a través de la novela de Yan y su adaptación, nos encontramos con la representación de los contrastes en le género femenino de los años treinta: las estudiantes y las prostitutas. Caracterizadas con el pelo corto, símbolo de la ruptura con la mujer del pasado de trenza y moño, y el vestido largo de color azul marino o changpao copiado del atuendo de los intelectuales barones, las estudiantes del convento son la encarnación de las hijas de una nueva élite con poder económico que quería educar a sus hijas como muestra de modernidad. Alumnas, además, de una escuela extranjera, representan la antítesis de la educación tradicional donde las niñas eran solamente educadas para encontrar marido y poder gestionar un hogar. Las prostitutas son, por el contrario, herederas de la profesión más antigua del mundo, caracterizadas con los vestidos de moda de Shanghai, el qipao, desarrollado a partir del changpao, pero erotizados y modernizados (Bailey, 2012), símbolo de la mujer moderna y urbana, dotadas con la libertad propia de las mujeres que se dedicaban a esta profesión. Aún con la diferencia de procedencia, de creencias y e
xpectativas, al final todas ellas son mujeres que sufren de igual manera el terror de la invasión japonesa, en donde unas tomarán el papel de las otras en un momento de entendimiento y aceptación del destino, donde el futuro, el progreso y con ello la vida de las estudiantes, tomará más valor que la tradición. El sacrificio forma parte de la historia de la mujer china, en una historia donde no se tenía el poder de decidir y donde el sacrificio y la sumisión eran la tónica dominante. Aquí, en un momento en donde la mujer es dueña de sus propias decisiones, optará también por este sacrificio por el bien y la salvaguarda de un futuro mejor de estas jóvenes que todavía tienen una vida por vivir. La tragedia de Nanjing sigue presente en las mentes y vidas millares de mujeres secuestradas y violadas por los japoneses, y es una herida abierta en muchas de ellas que a menudo evitan incluso hablar de este periodo. El sentimiento anti japonés que despierta se deja entrever en la película donde los japoneses son presentados en su peor versión como seres crueles y sin piedad, en imágenes recogidas de la realidad como las violaciones y vejaciones de las mujeres, actos terribles y numerosos en esta masacre, unos hechos que más allá de 1937, sesgó las vidas de
Minnie Vautrin que se suicidó después del trauma sufrido o de la periodista Iris Chang (1968-2004), la primera escritora que investigó y relató los hechos a occidente con su libro The Rape of Nanking. La película de Zhang dice mucho de aquello que se sabe pero que no sale como son las violaciones en masa que se produjeron durante la invasión. La historia no solamente habla de la protección de unas mujeres bajo un techo religioso, sino que continuamente permanece implícito lo que pasará si las mujeres llegan a salir o a caer en manos de los japoneses, hechos que toman más relevancia y profundidad y dotan de mayor significado el sacrificio de las cortesanas, conociendo como conocemos la historia.








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