Ciudadanos o esclavos: sindicatos y dignidad del trabajo

odos los grupos sociales, desde los transportistas a los médicos, desde los campesinos a las grandes empresas, tienen tendencia espontánea a identificar y defender sus intereses colectivos. El capitalismo neoliberal les asigna el vocablo de grupos de interés o lobbies y pretende degradar a ese rol el papel de los sindicatos. Pero objetivamente son mucho más que eso.

El hecho de vivir del propio trabajo ha constituido durante mucho tiempo un cemento suficiente para favorecer una identidad común que surge del conflicto con el capital. Siempre fue, no obstante, una identidad trabajada tarea que ha correspondido a los sindicatos de clase, organizaciones volcadas en integrar lo disperso, dotándole de una unidad que nunca surgió de forma espontánea.

Observar el mundo desde los ojos del trabajo es una tarea que requiere integrar a los diferentes colectivos resaltando lo que comparten: una perspectiva que concibe el mundo como una patria común sin depender del origen de las personas ni de su capacidad económica, sin servidumbres de ningún tipo; que entiende la libertad como la ausencia de explotación y dominio de unos sobres otros; que entiende el interés general como el resultado de la cooperación voluntaria de las mayorías en un entorno de equilibrios, hoy necesariamente vinculado con el medio ambiente. Al final, descendiendo a lo concreto, late el sueño de concebir la empresa como una organización de personas libres organizadas para crear y compartir riqueza.

La lucha por esa construcción del futuro  a largo plazo se articula en una dialéctica en las que se alternan propuestas de resistencia, confrontación o colaboración integradas en un mismo discurso. Cuál debe ser hoy ese discurso es la cuestión.

La tarea de reajustar el discurso del trabajo en tiempos complejos. 

La complejidad y globalidad de los procesos productivos y tecnológicos ha diluido la solidaridad primaria asociada a formas de trabajo y explotación simples. Lo que entendemos por crecimiento se ha convertido en un proceso de apropiación del excedente que trasciende a las empresas y que aspira a extraer plusvalías del ciudadano en todos los espacios de su vida: cuando va al banco, se compra una vivienda o pretende curar sus dolencias, en su hogar o en el transporte, cuando trabaja y cuando se dedica al ocio.

El desarrollo del último capitalismo está lleno de contradicciones. Cuanto mayor es la productividad del trabajo, mayores son los beneficios empresariales y mayor la apropiación por el capital del valor creado; cuando mayor es la presencia del trabajo intelectual, mayor su sobrecualificación, mayor su precariedad y mayor su exclusión en la gestión de las empresas;  cuando mayor es la globalización de la economía y mayor capacidad ofrecen las tecnologías para trabajar en red, mayor es la fragmentación de los procesos y mayor es la penosidad del trabajo sufrido en solitario.

En la medida que el nuevo poder empresarial se fortalece también se difumina y oculta, se hace invisible pero se siente en todas partes. Es un poder que todo lo ve porque la tecnología se lo permite. Mientras los primeros directivos se sienten dioses con su poder absoluto, la empresa se convierte en una organización obsesionada por la vigilancia, el control y la penalización por incumplimientos.

La forma en que se ejerce el poder acaba impregnándolo todo: construye íntimamente al sujeto, moldea al trabajador. Cuando las fronteras del tiempo y lugar se diluyen, el trabajador-ciudadano pasa a ser una mercancía potencialmente trazable las 24 horas del día. Entonces, los derechos laborales y los derechos ciudadanos se entremezclan y funden. Afectan a la vivienda, la movilidad, los cuidados, la privacidad, la desconexión o la intimidad.

Paradójicamente, aunque la sobreexplotación se instala en el mundo la invisibilidad del poder favorece que el sentimiento de «estar explotado» se mitigue. En su lugar, resucitan otras sensaciones que podemos identificar con las de frustración, exclusión, marginación, ninguneamiento, desprecio, indiferencia… La dignidad humana recupera protagonismo. El movimiento de lo indignados que se extendió por el mundo en la década pasada fue un movimiento ciudadano, pero ahondaba sus raíces en la indignidad del trabajo actual.

Los efectos de la precarización de los trabajadores del conocimiento

Es evidente que estos cambios obligan a ampliar el foco al mensaje sindical mientras atiende sus asuntos de siempre y en particular, hoy, la pérdida de poder adquisitivo como manifestación urgente de la crisis energética y de relocalización de procesos productivos.

El reto es inmenso. Las capas intermedias de profesionales sienten envilecida su situación por la externalización del conocimiento que, por un lado, devalúa su trabajo hasta confundirlo con el de operadores de aplicaciones y plataformas, sin capacidad de aportar valor, mientras, por otro, se les margina en análisis y estrategias departamentales, trasladadas a consultores. Afectadas de una precarización creciente acabarán fomentando plataformas para defender sus intereses si los sindicatos de clase no son sensibles  a su situación. Incorporar esas preocupaciones en elecciones sindicales y convenios es fundamental para integrarlas en una nueva idea de empresa.

Hay que acabar con la concepción monárquica de la empresa y la verticalización creciente de las relaciones laborales, un lugar donde minorías de control asumen el gobierno y deciden por todos. La cúpula directiva que detenta el poder se apropia de la bandera de «lo común» como si el trabajo no fuera empresa, como si avanzar hacia la mejor organización capaz de crear riqueza no fuera el objetivo de los principales interesados en su desarrollo, que son los trabajadores.

La unidad de los diferentes colectivos y capas de trabajadores pasa hoy por hacer confluir sus demandas laborales  e interesarles en el cómo producir y en el qué producir en una lógica de participación en el gobierno de las empresas.

El trabajo es hoy, objetivamente, el grupo social  más interesado en una  mejora continua de la calidad de los activos intangibles (organización, procesos, know how) que es la fuente principal de innovación y de especialización productiva. Y esos activos que no puede adquirirse en el exterior y deciden el éxito de las empresas, precisan de un clima colaborativo que fomente la participación, la inteligencia colectiva y la convergencia de esfuerzos.

Empresa republicana frente a empresa monárquica

Probablemente no estemos en un momento en el que podamos aspirar a un cambio esencial hacia la democracia económica. Difícil imaginar una empresa autogestionada ni plenamente democrática, en la que, por ejemplo, hubiera mecanismos de elección del CEO, pero sí, al menos, aspirar a una organización intermedia, con mecanismos de poder delegados, institucionalizados y participativos que incluyen la codecisión y la participación en el capital.

A ese tipo de empresa que podemos llamar republicana se le puede exigir un clima laboral participativo que dignifique el trabajo. El sistema productivo vigente en el norte y centro de Europa indica que innovación, eficiencia y participación caminan juntos. Reclamar trabajo digno, es identificar al trabajador como ciudadano adulto y libre, no como un siervo asustado o como un esclavo sometido, y a la empresa como el lugar donde se nos ofrece la oportunidad de compartir objetivos para mejorar productos y procesos y crear riqueza.

Hacer sindicalismo será, probablemente cada vez más, ampliar derechos de participación para establecer un contrapoder democrático en la empresa y en la organización del sistema productivo.

Ignacio Muro. Economista. Miembro de Economistas Frente a la Crisis. Experto en modelos productivos y en transiciones digitales. Profesor honorario de comunicación en la Universidad Carlos III, especializado en nuevas estructuras mediáticas e industrias culturales. Fue Director gerente de Agencia EFE (1989-93). @imuroben

Fuente: https://rebelion.org/ciudadanos-o-esclavos-sindicatos-y-dignidad-del-trabajo-2/

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Obreros agrícolas migrantes son esclavos en Italia, los tratan peor que a los animales

Europa/Italia/14-06-2020/Autor(a) y Fuente: acento.com.do

Los trataban como esclavos, los llamaban «monos» y les daban de beber agua de los canales de riego. Son algunos de los detalles de la vida de los migrantes que trabajan como jornaleros en las regiones de Basilicata y Calabria, en el sur de Italia, hechos surgidos de una intervención policial que se saldó con 52 detenciones.

La operación «Demetra» llevada a cabo por Guardia de Finanza italiana concluyó con esos 52 arrestos y 14 compañías agrícolas incautadas entre las localidades de Matera y Cosenza por explotar a cerca 200 migrantes, informaron en un comunicado.

Las investigaciones comenzaron con uno de los muchos controles de carretera que los agentes realizan todos los días, cuando se detuvo a una camioneta en la que viajaban siete trabajadores.

«¿Dónde están los monos?», pregunta uno de los capataces, protestando porque aún no han llegado los empleados, un lenguaje racista que se repite en todas las escuchas

A partir de ahí y durante un año se investigó hasta descubrir una amplia red de explotación de migrantes, sobre todo ciudadanos pakistaníes, magrebíes y de Europa del Este) a los que pagaban unos 80 céntimos por caja de cítricos recogida o 10 euros diarios, mientras que mujeres llegadas de Europa del Este recogían fresas por 28 euros al día.

Cifras con las que se tenían que pagar los gastos de transporte y de alimentación y a quienes daban viviendas inhumanas, se explica en la investigación.

Asimismo, a los arrestados se les acusa de favorecer la migración ilegal ya que permitían entrar a los trabajadores incluso organizando matrimonios de conveniencia, y después el divorcio, para obtener un permiso de residencia.

La explotación en los campos, sobre todo en el sur del país, no es un nuevo, pero esta vez las escuchas telefónicas de los capataces son escalofriantes.

«A los negros les falta un par de botellas de agua. Pues que las llenen en el canal. Hay unas botellas tiradas entre los arbustos; que se recojan de allí y se llenen en el canal», se escucha a uno de los responsables de las empresas agrícolas.

«¿Dónde están los monos?», pregunta uno de los capataces, protestando porque aún no han llegado los empleados, un lenguaje racista que se repite en todas las escuchas.

«Los trabajadores estaban alojados en locales infrahumanos , sucios, sin calefacción, y muchos de ellos dormían en el suelo, explotados y tratados como objetos, sin ningún derecho. E incluso para vivir allí se vieron obligados a pagar una suma de dinero a los sospechosos», explicó el coronel Danilo Nastasi, comandante provincial de la Guardia di Finanza de Cosenza.

Los detenidos pertenecían a dos asociaciones criminales, 47 de ellos se ocupaban del control de la actividad agrícola ilegal y establecían los métodos de reclutamiento y las condiciones de empleo.

El resto pertenecían a una segunda organización, vinculada a la primera, que son los que se ocupaban, tras el pago de grandes sumas de dinero, de organizar los matrimonios de conveniencia, destinados a garantizar la permanencia en territorio italiano.

El Ejecutivo aprobó el pasado 12 de mayo una ley para la regularización de migrantes jornaleros y cuidadores domésticos que permitiera su acceso a un permiso de residencia temporal y paliar así la falta de mano de obra provocada por la crisis del coronavirus y evitar los casos de explotación. EFE

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/actualidad/obreros-agricolas-migrantes-son-esclavos-en-italia-los-tratan-peor-que-a-los-animales-8828204.html

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Entrevista a Edouard Matoko: “Aún hay africanos que son tratados como esclavos”

Entrevista/04 Julio 2019/Autor: Ramiro Escobar la Cruz/Fuente: El país

Edouard Matoko, alto cargo de la Unesco, habla sobre la persistente marginación del continente, cómo crecen en él las nuevas tecnologías y sobre la migración

Edouard Matoko lleva toda su vida comprometido con la africanidad, la educación y la cultura. El subdirector general de la Prioridad África y Relaciones Exteriores de la Unesco habla en esta entrevista sobre temas tan urgentes como el destino de África, la migración, la digitalización, la violencia, los destrozos ambientales.

Pregunta. ¿Por qué parte del mundo aún ve con cierto desprecio al África?

Respuesta. El continente africano no ha salido todavía del lazo colonial. Nuestras economías son fuertemente dependientes de las economías occidentales, la mayoría de países africanos, en términos de comercio, de tecnología, no logran independizarse de los países más avanzados.

Estamos en una época poscolonial, pero con rasgos coloniales.

Hay pocos países que tienen economías sólidas en términos de diversificación, de producción industrial. Actualmente este tema se discute mucho, en organizaciones como la Unión Africana, o entre los intelectuales africanos. Lo que buscamos son nuevos modelos de desarrollo.

P: ¿Cómo se establecen si todavía se mantienen estructuras tribales que no coinciden con los Estados modernos?

R: No se avanza porque hay otro problema: tenemos sistemas de gobierno que no se han adaptado al presente. Se requiere hacer una revolución política, económica. Algunos países lo están intentando. Yo veo como ejemplos de ello a Etiopía o Ruanda, donde se quieren hacer cambios.

Después de haber sufrido mucho, además.

Así es. Hay otros países donde no hay líderes que quieran hacer estos cambios. No es fácil revertir esas tendencias. Aquí en América Latina, algunos pensadores como Celso Furtado hicieron estudios sobre el desarrollo autocentrado, que necesitaba de luchas políticas, y a veces de cambios radicales en un país. Lo más importante hoy en el continente africano es que los ciudadanos, los intelectuales, los pueblos, se den cuenta de que debemos transformarnos.

P:¿Qué es lo que el mundo no termina de reconocer de África?

R: Es muy difícil contestar esa pregunta. Pero lo que seguramente queda pendiente es el reconocimiento de lo que el continente africano aportó a la civilización industrial. Creo que en todas partes, sea la música o el arte. Pero su contribución al desarrollo económico, de la civilización postmoderna, es lo que aún no se reconoce.

Esa fuerza de trabajo que en muchos casos fue esclava.

Y que en algunos casos sigue siendo esclava. A causa de las migraciones, hay jóvenes que salen de su país y aún son tratados como esclavos en países de Europa, o en Libia o Rusia. Ese es un tema muy preocupante. El 70% de la población africana de hoy es joven. En el 2050, casi el 80% tendrá menos de 40 años. Por eso en la Unesco trabajamos con programas de educación para la ciudadanía global.

Una ciudadanía global que, por ejemplo, tiene que enfrentar el fenómeno migratorio.

El planeta es uno y nuestro destino es común. Con las nuevas tecnologías, con Internet, nadie puede vivir pensando que su comunidad es lo más importante. Esos jóvenes que ven en las redes sociales lo que hacen otros países tienen deseo de aprender, de conocer otras culturas. Nosotros tenemos la responsabilidad de hacerlos capaces de enfrentar este mundo.

P:¿La interculturalidad cura el desprecio?

Te da la posibilidad de entender otras culturas, de sentir que formamos parte de una sola comunidad. Que las diferencias son riquezas y que comprender al otro es comprenderse a sí mismo. Lo que vemos en algunos países de Europa son ideologías que niegan la existencia de otras culturas: neonazis, grupos de extrema derecha. Todos tenemos que luchar contra el extremismo.

P: ¿Podemos soñar con un África más reconocida por el resto del planeta?

R: Hay cosas positivas. Cuando viajo y hablo del continente, se sabe un poco más sobre él, por ejemplo, que fue allí donde se inició la especie humana. Como dice Eduardo Galeano, en África comenzó el viaje de la humanidad y allí vamos todos a regresar un día.

P: ¿Qué puentes encuentra entre América Latina y África?

R: Además de las artes, el pensamiento. En los años 60 varios pensadores de América Latina fueron a África y compartieron con los pensadores de allá la misma reflexión sobre la independencia económica. Se desarrolló el mismo concepto de desarrollo. Por eso tuvimos el Grupo de los 77, o el Movimiento de los Países No Alineados. Ese es el denominador común.

P: ¿También el sentido de comunidad?

R: También. El sentido de comunidad, el sentido de compartir las riquezas que tenemos. Esa es la posición, la ética, que todos necesitamos para tener un desarrollo que sea más igualitario, que sea para todos.

Y, sin embargo, hay violencia. Contra los africanos, contra los inmigrantes.

Todavía hay mucho por trabajar en la educación, en la cultura de paz que intentamos promover desde la Unesco fomentando programas de interculturalidad, de comprensión de otras culturas. Haciendo educación, promoviendo intercambios culturales, podemos finalmente llegar a ese objetivo.

P: ¿Por qué en el mundo tendemos a ver la cultura como un adorno, y por qué la Unesco tiene tan poco presupuesto?

R: Porque manejamos ideas fuertes, que dan miedo. Se basan en una ética que obviamente la gente que cree en la dominación no puede aceptar. Nosotros tenemos ideales de equidad, creemos en la Declaratoria Universal de los Derechos Humanos, creemos en la libertad de expresión.

P: ¿Volverá el tiempo en que la cultura importe más?

R: Lo que es común a la humanidad el deseo de libertad e independencia. Son valores que nos diferencian de los animales, de los otros seres de este planeta, aunque a veces nos olvidamos de que no estamos solos en este planeta.

Somos una especie perturbadora.

Entre otras cosas. Pero creo que hasta que defendamos estos valores todavía vamos a existir.

«Vamos a encontrar una solución para este planeta»

Matoko representó a la Unesco en Etiopía, Ecuador, Mali y en la Unión Africana. También habla de cambio climático y de cómo la brecha digital, según él, puede terminar creando más inequidad entre los países africanos y los países desarrollados.

P: ¿Vamos a existir aunque estemos destrozando el planeta?

R: Esta especie tiene la capacidad de destruir y crear. Es capaz de hacer una autocrítica y tomar las medidas para no desaparecer. De lo contrario ya hubiéramos desaparecido. Esa capacidad no sé quién nos la ha dado, Dios o el Creador, o como decimos en África algunas fuerzas superiores. Yo creo que vamos a encontrar una solución para este planeta.

Y para hacerle honor a Lucy, el antepasado más remoto que hemos encontrado, quien habitó en lo que hoy es Etiopía.

Yo creo que sí. Si logramos salvar este planeta de la destrucción vamos a hacer honor a Lucy y a todos los que siguieron porque fueron los primeros que se dieron cuenta de que había que salir de la floresta e ir por el mundo.

P: ¿Qué tiene más peso hoy? ¿La inteligencia artificial o la inteligencia humana?

R: Son conceptos sobre los que tenemos que reflexionar. En la Unesco estamos haciendo justamente un trabajo sobre inteligencia artificial. No tan en el sentido de las técnicas, sino en las consecuencias que la inteligencia artificial provoca.

Digamos que la inteligencia artificial puede afectar nuestra cultura, nuestras cabezas, nuestros cerebros…

Afecta a la sociedad, afecta a nuestros derechos. Queremos ayudar a que esas técnicas no promuevan más inequidad, especialmente en los países menos desarrollados. En África o América Latina no tenemos la misma experiencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Una parte de la población es más víctima de esas tecnologías, porque no son actores, no las entienden.

En África y en Asia están los países que tienen menos acceso a la red, ¿qué significa eso?

Significa que se quedan atrás y que no pueden acceder al nivel de progreso económico y social que brindan las nuevas tecnologías. Y significa a la vez más dependencia de los países más avanzados. No podemos crear más empleo, no podemos educar a nuestras poblaciones en estas tecnologías para experimentar, o para producir, que es el desafío mayor.

Significa también que los centros de poder digital siguen estando donde están los grandes centros de poder.

Claro, Google, Microsoft, no tienen centrales en los países africanos, ni siquiera en muchos países de América Latina. China y otros países comienzan a tener más control sobre estas tecnologías, pero nosotros no, solo somos receptores de ellas. Lo que hemos conocido en los años 70 es que la tecnología no es neutra, llega con algo cultural. Te brinda un nuevo modo de pensar, una nueva cultura.

P: ¿Más face y menos book?

Estamos en lo que se llamaba, en los primeros años de lucha por las independencias, aquí o en África, alienación cultural. Perdemos en nuestras culturas y avanzamos en esas tecnologías, que todavía no son compatibles con el nivel de desarrollo que tenemos en nuestros países.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/07/02/planeta_futuro/1562079660_797426_1562082191_noticia_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/02/planeta_futuro/1562079660_797426.html

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Tanzania: Niños que trabajan como esclavos domésticos en Zanzíbar

Tanzania/30 noviembre 2017/Fuente: Rebelión

Rose, que creció en el territorio continental de Tanzania, fue captada por unos reclutadores cuya principal estrategia consiste en poner de relieve la riqueza y el lujo de Zanzíbar para convencer a los padres de los menores de que los envíen allí para hacer trabajos domésticos.

Durante meses a Rose le obligaron a trabajar desde el alba hasta el anochecer, sin salario y bajo la amenaza de recibir una paliza si cometía el mínimo error. Ahora vive en un refugio para víctimas de trata escondido en un callejón de las afueras de la ciudad de Zanzíbar. Esta niña de trece años tiembla cuando recuerda su experiencia como trabajadora doméstica de una familia rica.

Su recuerdo más vívido es el olor fétido de una pequeña letrina situada fuera de la casa donde la encerraron durante más de 11 horas.

«Estaba fregando los platos pero se hizo oscuro y me fui a dormir sin haber acabado», explica: «A la mañana siguiente me despertaron muy temprano y me pegaron. Me encerraron en ese cuarto desde las cinco de la madrugada hasta las cuatro de la tarde y fue entonces cuando me echaron de la casa».

Para los trabajadores domésticos menores de edad, la vida es un juego de azar. La encuesta nacional más reciente sobre trabajo infantil calcula que unas 110.911 niñas trabajan como criadas. Las que tienen la suerte de ir a parar a casas decentes reciben una educación, un trabajo en la ciudad y pueden ayudar a sus familias. Sin embargo para muchas otras es el inicio de una vida de explotación, miedo y aislamiento. Según el Departamento de Estado estadounidense, la trata de niñas para el servicio doméstico constituye el principal problema de trata humana de Tanzania.

Rose, que creció en el territorio continental de Tanzania, fue captada por unos reclutadores cuya principal estrategia consiste en poner de relieve la riqueza y el lujo de Zanzíbar para convencer a los padres de menores de que los envíen allí para hacer trabajos domésticos.

Engañan a sus padres

Con sus aguas cristalinas y sus playas de arena blanca, Zanzíbar atrae anualmente a cientos de miles de turistas. Con ellos va unida la promesa de las oportunidades económicas. «A los que viven en las zonas rurales del territorio continental del país les parece una tierra de riquezas», indica Aisha Iddi, gestora del programa ActionAid Zanzíbar.

«Zanzíbar es un lugar turístico», explica: «hay hoteles, atracciones y dinero, así que los padres creen que si sus hijas van a la isla todo será fantástico».

Un agente fue a visitar a la familia de Rose en su pueblo y prometió que viviría con una buena familia, tendría un salario decente e iría a la escuela.

«Los agentes les dicen que los patronos tratarán a las niñas como hijas, pero cuando las niñas llegan a las casas la realidad es otra», indica Aisha al Ibrahim, coordinadora de un refugio en Zanzíbar para menores que han hecho trabajos domésticos. «No van a la escuela. No tienen un salario. No tienen amigos. Los tratan como esclavos».

En mayo, después de que una familia llegara a un acuerdo con el reclutador, llevaron a Rose a casa de sus patrones. Pronto se percató de que nadie la iba a ayudar.

«Quería venir porque pensé que conocería otro sitio, quería ver el mar», explica Rose: «Me hicieron muchas promesas y me dijeron que no tendría que trabajar mucho pero [la primera mañana] me despertaron muy pronto y me pegaron».

En el siglo XIX Zanzíbar era el principal puerto de comercio de esclavos de la región africana de los Grandes Lagos. Por el puerto pasaron anualmente más de 50.000 esclavos que iban a la península arábiga, India y a otras partes del mundo. En la actualidad, la trata para el servicio doméstico es un negocio floreciente.

«Están a su merced»

«Muchas familias prefieren contratar a trabajadores domésticos de Tanzania continental porque no quieren hacer trabajar a las niñas de aquí», indica Iddi: «No todas las familias tratan a los menores como si fueran esclavos, pero muchas lo hacen porque estos niños están en una situación de gran vulnerabilidad. Están completamente a su merced».

Los abusos que sufren los niños en Tanzania se repiten a lo largo y ancho del planeta. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en el mundo más de 17 millones de niños de entre cinco y diecisiete años hacen trabajos domésticos en sus propias casas o en casas de terceros. Un tercio de estos menores se encuentran atrapados en lo que la OIT considera trabajos peligrosos, están expuestos a la violencia y a abusos, trabajan en exceso y no tienen acceso a una educación o a cuidados médicos.

Rachel, de 14 años, fue golpeada y obligada a trabajar 16 horas diarias y sin sueldo para una familia de la ciudad de Zanzíbar. Cocinaba para ellos, les lavaba la ropa y cuidaba a los niños. El padre de familia la violó en numerosas ocasiones.

«[Mi jefe] me preguntó, ‘¿No me quieres? Ven y siéntate en mi regazo», explica Rachel. «Entonces me llevó a una habitación que tenía un colchón en el suelo. Vio que estábamos solos y cerró la puerta con llave. Me tumbó en el suelo y dijo: ‘No tengas miedo. No soy tu padre».

Tras sufrir abusos físicos y sexuales durante prácticamente un año, Rachel consiguió escapar cuando convenció a un conductor de autobús de que la llevara hasta el pueblo de Matemwe y consiguió llegar hasta la comisaría. Ahora está recibiendo cuidados en un refugio.

«Nos llegan muchos casos de niños de Tanzania continental, niños pequeños que son violados por sus patronos», explica un agente que trabaja en la unidad de protección de menores de Zanzíbar: «No sabemos quiénes son los intermediarios que llevan a los niños hasta aquí, pero es un problema grave».

En la última edición del informe sobre trata de personas, publicado en 2017, el Departamento de Estado de Estados Unidos señaló que si bien Tanzania no cumple plenamente con las normas mínimas para la eliminación de la trata de personas «está haciendo esfuerzos considerables en ese sentido». El Gobierno investigó unos 100 posibles casos de trata en 2016 en comparación con los 12 que había investigado un año antes. Lo cierto es que los niños que intentan escapar de estos abusos solo pueden acudir al refugio de ActionAid , que tiene diez camas, ya que es el único sitio de Zanzíbar que les ofrece protección.

Después de que el patrón de Rose la encerrara en la letrina, una lugareña la ayudó a encontrar la comisaría más cercana y el Departamento de Bienestar Social la envió al refugio. Ahora se prepara para regresar a su casa.

El personal del refugio no cree que la historia de Rose sirva para que otras familias se lo piensen dos veces antes de mandar a sus hijos a Zanzíbar.

«Su familia no sabe lo que le ha pasado», indica al Ibrahim: «e incluso si comparte su historia con sus amigos y les dice que no vayan a Zanzíbar porque no les espera un trabajo real, no la creerán».

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=234219

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Estados Unidos: Actuación de subasta de esclavos causa controversia

América del Norte/Estados Unidos/26 Marzo 2017/Fuente: .elnuevodia/Autor:The Associated Press

Los padres de estudiantes de una escuela en Nueva Jersey levantaron la alerta.

Los padres en una escuela de Nueva Jersey están furiosos porque los alumnos usaron a un compañero negro para reproducir una subasta de esclavos.

Suzanne Turner, vocera del distrito escolar de South Orange Maplewood, dijo que la actividad nunca fue autorizada. Informó que en ese momento una maestra suplente estaba a cargo del aula, y que las autoridades darán nuevas sesiones de entrenamiento para docentes suplentes.

El acto tuvo lugar en el mismo distrito escolar donde hace poco los alumnos dibujaron afiches de promoción de subastas de esclavos, como parte de un curso sobre la era colonial.

El superintendente escolar John Ramos dijo en una reunión de la junta directiva el lunes que ninguna de las asignaciones tenía la intención de ofender a nadie.

Fuente de la noticia:

http://www.elnuevodia.com/noticias/internacionales/nota/actuaciondesubastadeesclavoscausacontroversiaenestadosunidos-2303332/

Fuente de la imagen:

http://portal.unesco.org/culture/es/files/19675/10818588693Comptoirs_de_vente.jpg/Comptoirs%2Bde%2Bvente.jpg

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Dubai, un paraíso construido con esclavos

 

Emiratos Arabes/Dubai/10 de septiembre de 2016/noticias.terra.com.mx

¡Cuidado de aquél que se enferme, pues además de no tener acceso a un servicio de salud, es tratado peor que a un animal!

Es un lugar de ensueño, pero creado por migrantes que tienen más de cuatro años sin ver a su familia, sin comer apropiadamente, sin dormir ni descansar como todo ser humano debería hacerlo. En este lugar los trabajadores son obligados a compartir la habitación hasta con 10 o 12 personas, y por si fuera poco, muchas veces no reciben paga alguna por su trabajo… No, no crean que son los jornaleros que trabajan en los diferentes campos de cultivo en México, tampoco son los centroamericanos que deben pasar por territorio mexicano para llegar a Estados Unidos. Son los inmigrantes de Pakistán, Afganistán y Bangladesh que trabajan en Dubai y que hoy día laboran en condiciones que se asemejan a un estado de esclavitud. Son los hombres y mujeres que llegaron a esta lujosa ciudad con la esperanza de un trabajo bien remunerado, y que, desafortunadamente, no lo obtuvieron. Sus historias también pertenecen a nuestras ‘Voces desde la Frontera’.

De acuerdo con Human Rights Watch, los trabajadores extranjeros en Dubai viven en condiciones ‘menos que humanas’. Dicha organización ha estimado que las condiciones de trabajo en el sector de la construcción son de un riesgo muy alto. Asimismo, los sueldos son escandalosamente bajos y en cuanto a la libertad con que viven, se sabe que los empleadores les confiscan los pasaportes, lo cual los deja con una libertad nula para poder ir y venir a sus países de origen.

El tipo de vida que tienen estos migrantes es desgarrador, como el que relato de Sahinal Monir, un albañil de 24 años de Bangladesh. Señala que trabajan 14 horas al día en el calor del desierto que llega a 55 grados en el verano, y en el que a los turistas se les aconseja no pasar más de cinco minutos. Su paga es de 500 dirhams al mes (menos de 180 dólares al mes), menos de un cuarto de lo que le prometieron.

No es el único testimonio, Nadim Udin, un benglái de 42 anños, relata: “Llegué hace seis años, ahora soy electricista. Reparo los auriculares que se reparten en Emirates Airlines”. Desafortunadamente, Nadim no tiene elección. “Mi familia es pobre y sólo Dubai nos ofrece un visado para trabajar”.

Las condiciones en que estos migrantes desarrollan el trabajo los coloca en un estado total de esclavitud, sin que ellos vean una salida pronta a esa situación, tan complicado es el caso que ya ha habido muchos suicidios entre estos trabajadores.

Las mujeres no se salvan de vivir así. Ellas son empleadas como trabajadoras domésticas y sufren confinamiento, privación de alimentos, y abuso sexual grave, psicológico y físico.

En este mundo existen varias historias de migrantes que al salir de la ciudad de origen llegan a una economía en progreso y se convirtieron en ricos y poderosos… desafortunadamente, para muchos otros, ese sigue siendo sólo un sueño…

Tomado de: http://noticias.terra.com.mx/voces-desde-la-frontera/blog/2013/02/15/dubai-un-paraiso-construido-con-esclavos/

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