Por Elsa Beatriz Acevedo Pineda
Resumen «La innovación es social porque impacta a la sociedad, genéricamente hablando, es decir, satisface necesidades de grupos humanos, soluciona con su participación, problemas que inciden en el mejoramiento de su situación, condición y calidad de vida, o al menos crea las condiciones favorables para el logro de estos propósitos.»
José Lázaro Hernández Gil
Con el fin de implementar una visión integral sobre la tecnociencia, me propongo presentar una reflexión social, acerca de las interacciones entre innovación tecnológica, desarrollo económico y sociedad. Para ello parto de un enfoque humanista, basado en los Estudios Sociales de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI. Pretendo demostrar que la innovación, antes que tecnológica, es social y por lo tanto cultural. Además de que la dimensión CTSI, valora más allá de los aspectos productivos, tangibles y cuantificables, los valores intangibles implícitos en el desarrollo tecnocientífico. Se exige, por lo tanto, un cambio de mentalidad basado en la conciencia crítica, sobre el significado socio cultural del desarrollo tecnológico moderno. Este significado incluye acciones, intenciones, creencias y valores, en un momento en que la innovación representa un tema importante de investigación en las ciencias sociales.
Innovación tecnológica, economía y sociedad: una reflexión necesaria para CTS
Para comenzar, es conveniente recordar que vivimos en una época donde el saber y el poder, conforman una estrecha relación de amplias implicaciones, tanto en las geoestrategias mundiales, como en la magnitud del desarrollo científico moderno, acompañado de innovaciones tecnológicas a gran escala. Lo anterior hace imposible trazar líneas divisorias, entre producción científica e innovaciones tecnológicas. En ese sentido, la tecnociencia aparece como causa y efecto multiplicador de nuevos conocimientos, que moldea la sociedad e impacta sus demandas sociales.
El conocimiento implica a su vez una construcción socio cultural, revestida de características particulares, máxime en las circunstancias predominantes a nivel mundial. Estas circunstancias destacan por la ruptura ética y legal en el manejo del poderío tecnocientífico, en medio de una globalización ampliamente recolonizante, así como de la más compleja e inmoral de las conexiones entre dominación, exterminio masivo y desarrollo tecnológico.
Debemos ser conscientes de los riesgos actuales, derivados de una tecnociencia, que se aplica en los escenarios de la guerra antes que en la construcción de paz, equidad y desarrollo humano sostenido. Y se aplica en momentos en que la tendencia bélica militar, involucra extensas zonas geográficas del planeta, amenazadas por muchos años, bajo el poder destructivo de un aparato científico y tecnológico militar, que ha demostrado no tener límites ni fronteras, y menos conciencia y principios humanistas.
Por otra parte, por razones difíciles de explicar en el marco del presente trabajo, en Colombia no existe aún la suficiente claridad, sobre las relaciones entre innovación tecnológica, competitividad, crecimiento, desarrollo, calidad, excelencia, impacto social, cultural y ambiental.
Posiblemente ello obedece a la falta de comprensión acerca de la esencia de la innovación tecnológica, la que además de factores económicos, comprende elementos de alta complejidad socio cultural. Por esta razón, resulta difícil asimilar su dinámica transversal e interactiva, en un medio en el que la formación en Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, adolece de graves deficiencias interdisciplinarias, así como de apoyo institucional.
En este orden de ideas, es usual encontrar visiones tecnocráticas, que subestiman la magnitud de la integración entre Ciencia, Tecnología, Sociedad, Valores, Cultura y Humanismo, centrando su discurso en factores meramente cuantitativos, de implícita pobreza conceptual y contextual. Tal vez sea ésta la razón, de la ausencia de una adecuada comprensión de la conexión entre desarrollo tecnocientífico y exigencias sociales, culturales y ambientales.
Esta situación se presenta cuando las innovaciones tecnológicas no se perciben como productos sociales, que vuelven a la comunidad después de todo el ciclo tecnológico, transformadas y ejerciendo un impacto tan generalizado como diferenciado. Por esta razón resulta desacertado considerar a la sociedad, como «usuaria pasiva» de las mismas, porque es imposible obviar su determinante rol, en su gestación y desarrollo, ya que representar el núcleo de todo el avance tecnocientífico, y pone de nuevo al rojo vivo el eterno debate, sobre el modelo de desarrollo que más conviene, así como el de la clase de ciencia y tecnología apropiadas para nuestros países.
Por este motivo, remarcamos la interacción existente entre procesos tecnológicos y contextos socioculturales. En donde la visión de la sociedad frente a los diferentes cambios tecnológicos, no puede verse como si se tratara de un agente pasivo, frente a su impacto y socialización, así como en lo referente a su creación, difusión y aplicación. Especialmente en la época actual, ante la dimensión de la carrera tecnológica mundial, exige una participación pública, comprometida con respecto al impacto que la misma genera en realidades sociales, tan controvertidas como las de América Latina.
La participación pública relacionada con el rumbo del desarrollo tecnocientífico, es cada vez más relevante, en un momento en que la figura constitucional del referendo, se populariza en nuestros países, como mecanismo de voluntad democrática. No está lejos entonces, el día en que debamos acudir al referendo, para conocer y valorar la opinión de la comunidad, en aspectos tan sensibles como las fumigaciones con glifosato o la compra de más tecnología bélica, en países con tan altos índices de miseria cuyas necesidades básicas aún están lejos de ser satisfechas. Ciencia y tecnología son bienes sociales, y es la misma sociedad la llamada a tener una participación cada vez más activa y comprometida con su desarrollo e impacto generalizado.
Pero una sociedad desinformada y con bajo nivel de formación científica, no está capacitada para realizar un ejercicio democrático en tal sentido. Es necesario entonces fortalecer la educación en CTSI y con ella la alfabetización científica y tecnológica, que tanta falta hace en sociedades caracterizadas por altos índices de marginalidad, indiferencia y falta de compromiso frente a la misma. En otras palabras, el estímulo a la divulgación científica, a través de una dinámica formadora-informadora es de carácter urgente, porque la participación pública, implica que la comunidad juzgue y valore, para lo cual debe estar tan informada como formada.
Ahora bien, que la participación pública sea política o no, es tema de otro debate, pero debe quedar claro que al final de todo el camino, lo que se espera es precisamente una decisión política, sobre el modelo de desarrollo de la ciencia y la tecnología. Curiosamente vemos a futbolistas, actrices, humoristas y reinas de belleza, que participan activamente en los diferentes órganos de poder público, mientras que la representación científica brilla por su ausencia, y son los mismos consultores de excelencia en diferentes temas de interés nacional; como por ejemplo el caso de la construcción de la red vial en Bogotá, del transporte público en la capital del país. Conflicto de amplio matiz político, sobre el tipo de tecnología que se debe aplicar, consideran en primer orden sus altos costos sociales, tema que parece a preocupar muy pocos.
Los conceptos argumentales implícitos en la alfabetización tecnocientífica, cobran marcada dimensión de contexto, especialmente en circunstancias tan críticas como las de Colombia, en donde la lectura del desarrollo científico y tecnológico está muy diferenciada de otras realidades continentales.
Por su parte, en las interacciones entre innovación tecnológica, economía y sociedad, es necesario establecer prioridades, que no pueden ser otras diferentes a las de ubicar a la sociedad en calidad de gestora y receptora del avance científico y tecnológico contemporáneo. En este orden de ideas, en América Latina necesitamos un desarrollo tecnocientífico que en la medida en que fomente el crecimiento, fortalezca la equidad social.
Es importante además, no caer en extremos, al punto de divinizar el papel de las decisiones tecnocráticas, tan de moda en nuestro tiempo, cuyos efectos ya dejan mucho que desear a nivel mundial. Por lo tanto elegir una vía auténtica en materia de decisiones tecnocientíficas para nuestra sociedad, resulta hoy tarea prioritaria que compromete a todos, resaltando la participación de la comunidad en las mismas.
En América Latina, el tema del desarrollo tecnológico endógeno, adquiere amplio matiz ideológico, ello se debe a la profunda crisis estructural, derivada de un modelo fallido de desarrollo, que obliga necesariamente a buscar en la tecnociencia, un valioso apoyo en la consecución de la paz social, como ingrediente fundamental para la construcción de un modelo de desarrollo humanista.
La aceptación social, de las innovaciones tecnológicas, se encuentra a la vez vinculada a sus beneficios, así como a la posibilidad de garantizar un mejora sostenida de la calidad de vida.
Así, el impacto social de las innovaciones tecnológicas, medido sólo en términos de mercado, no deja de ser un tremendo desacierto, especialmente cuando hablamos de nuestra realidad nacional, claro resultado del constante deterioro en los términos de intercambio, que acompaña y «legitima» nuestra participación en la economía mundial.
En tales circunstancias, la dinámica del mercado tecnológico latinoamericano, debe ser necesariamente analizada dentro de sus marcos socio culturales, acompañada de una visión endógena, muy original y con elevado índice de participación pública, garantía de la democracia en sus decisiones.
Porque una innovación tecnológica amarrada a las políticas de mercado, tal y como se concibe en el mundo industrializado, no se puede aplicar «receta en mano» en países como Colombia, donde el peso de la guerra y del subdesarrollo es tan agobiante, como lo son nuestras limitaciones para superar pacíficamente las mismas. Por esta razón debemos dinamizar la enorme capacidad científica y tecnológica nacional pero con un verdadero enfoque humanista.
Tampoco podemos olvidar que las innovaciones van de la mano del desarrollo del conocimiento socialmente apropiado, aspecto en el cual nuestro país tiene una enorme deuda por saldar. No obstante si priorizamos las urgencias sociales, debemos empezar por fomentar nuevos y contextualizados Sistemas Sociales de Innovación, a nivel de cada región, encaminados a fortalecer el Sistema Nacional de Innovación.
De la misma manera, el sector empresarial necesita una profunda endogenización de sus estrategias, en donde las exigencias en materia de innovaciones tecnológicas, a través de las Empresas de Clase Mundial, se basen en modernas prácticas de innovación y gerencia socio ambiental. Para lograrlo es importante trabajar en un intenso proceso de alfabetización en ciencia y tecnología de este sector, teniendo en cuenta que el mismo debe liderar importantes procesos de inserción internacional, para lo cual se debe establecer una alianza estratégica con las comunidades científicas.
De lo anterior se desprende la necesidad de diseñar una estrategia orientada a crear «empresas que aprenden». Estas empresas deben concebirse como agentes vinculados a las demandas sociales, culturales y ambientales de cada región.
En circunstancias tan especiales como las de nuestro país es importante construir un nuevo ideario cultural endógeno, basado en el estilo de competencias que mire de adentro hacia fuera, y reconozca nuestro enorme potencial que tenemos aún sin explorar. Hay que impedir que la sombra de la guerra, nos impacte hasta el punto de olvidar o lo que es peor, de perder la esperanza de construir alternativas sociales viables de desarrollo. Por tal razón, cobra vigencia la propuesta humanista, científica, tecnológica, social, cultural y ambiental de desarrollo.
La capacidad de relacionar las innovaciones tecnológicas, la economía y la sociedad colombiana, depende en gran medida de nuestra capacidad de hacer aportes realmente significativos a la solución de nuestra problemática específica. Ante todo se trata de un conocimiento enfocado hacia la construcción de una nueva sociedad en donde la ciencia y la tecnología sean factores de paz y desarrollo sostenido. Éste es un interesante mecanismo para medir nuestra capacidad endógena de producir, aplicar y exportar conocimiento socialmente conveniente.
Frente a las actuales circunstancias, no podemos esperar a que se consolide un proceso de paz en el país, para luego construir ventajas basadas en el conocimiento, es urgente por lo tanto «desarrollarnos dentro del subdesarrollo», no podemos permitir que la guerra nos llegue a opacar las posibilidades de salir adelante. A los colombianos nos toca seguir luchando, asumiendo nuevos retos y riesgos, basados en nuestra capacidad de construir un modelo diferente, aún en condiciones tan adversas como las actuales. En este sentido las innovaciones tienen un profundo compromiso con el cambio social.
En consecuencia, la interacción innovación, economía y sociedad, va mucho más allá del simple enunciado de una alianza estratégica, que hasta ahora no ha sido ni lo uno ni lo otro. De ahí la importancia de construir un nuevo discurso tecnocientífico de alto agregado social, capaz de garantizar escenarios sostenibles hacia el futuro para Colombia. Un discurso que impregne la política científica del país y se transforme en prácticas regionales de la misma.
En este sentido la educación basada en agregados de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI, adquiere hoy una dimensión especial. La misma enfatiza en la formación humana integral de docentes, investigadores, rectores de colegios y universidades, empresarios, divulgadores científicos, semilleros de investigadores así como en el personal vinculado a las diferentes instituciones y organizaciones científicas, en cuyos altos niveles, se toman decisiones y se trazan las estrategias prospectivas del desarrollo científico y tecnológico del futuro.
De ahí la importancia de «hacer ciencia y tecnología»con conciencia social, dirigida a un contexto convulsionado variable y vulnerable, con poca capacidad de insertarse en las estrategias de desarrollo mundial. En tal sentido la política científica y el desarrollo de las innovaciones tecnológicas, deben consultar y respetar la diversidad regional, permitiendo y fomentando los aportes de las mismas, en la construcción de un proyecto endógeno de desarrollo, que bien puede servir de ejemplo para otros países con una problemática similar.
Por esta razón, considerar que las investigaciones en Colombia tengan sólo un significado económico, es irracional frente a la dimensión cualitativa del problema, representado en la infinita pobreza de miles de colombianos que sobreviven en los límites de la miseria, presionando de manera creciente la caldera social en que vivimos. Frente a tan graves circunstancias, el conocimiento con alto significado social debe entrar cuanto antes a llenar los espacios que hoy ocupa la guerra. Esto significa que es imposible diseñar un plan de desarrollo sin el concurso de las comunidades científicas regionales.
Por lo tanto la ausencia de una imagen clara de contexto, tanto regional, como nacional y desde luego internacional, representa un grave error para Colombia. En la misma medida, la sublimación de paradigmas ajenos, retomados como única alternativa, representa un error que no nos podemos permitir, ante la magnitud de las decisiones que hay que tomar, con el concurso de una amplia y democrática participación pública.
Porque el espejismo que acompaña los modelos de desarrollo virtual, no sirve para nuestros países, por eso insistimos en la valoración nuestra propia realidad con el fin de proceder estratégicamente, teniendo siempre presente la factibilidad de potenciar las investigaciones científicas y las innovaciones tecnológicas en medio de la crisis económica y social propia de América Latina.
Frente a las circunstancias descritas, necesitamos diagramar una estrategia de desarrollo con equidad social, basada en una serie de presupuestos entre los cuales la ciencia y las innovaciones tecnológicas ocupan lugar importante en la construcción y más que ello en la consolidación de escenarios de paz hacia el futuro. Ciencia y política deben ir de la mano y esto exige una lectura bien diferente de la cotidianidad y de las políticas de ciencia y tecnología hacia el futuro.
Se trata de un aprendizaje social intensivo, que conduce a plantear alternativas viables y a corto plazo para nuestra crisis, porque la salida del subdesarrollo y la guerra nos compromete a todos, teniendo en cuenta que la deuda social de nuestro país ya no da espera.
Finalmente desde los Estudios Sociales de Ciencia, Tecnología e Innovación, consideramos de especial importancia:
- Plantear que la innovación en primer orden es de carácter sociocultural, que requiere un cambio de mentalidad. Para lo cual proponemos agregar a la competitividad económica, la capacidad de desarrollar competitividad social, en momentos donde las injusticias sociales se convierten en el mayor obstáculo tanto para el crecimiento como para el desarrollo de nuestra sociedad.
- Por lo anterior, antepongamos las lecturas dominadas a las dominantes sobre nuestra realidad. La llamada es a volver a la visión endógena, tanto en los procesos de teorización como de práctica social, con respecto a la ciencia y la tecnología
- De la misma manera, una estrategia económica debe consultar las realidades internas antes que las imposiciones externas, así como una verdadera cultura de la innovación, debe priorizar las urgencias sociales del país.
- Por su parte, el poder competitivo de las naciones no puede limitarse única y exclusivamente a los mecanismos cuantificables. Este poder debe incluir, en primer orden, su capacidad endógena de implementar un verdadero compromiso social de la ciencia, capaz de convertir las alternativas tecnológicas en alternativas sociales, culturales y ambientales sostenidas. Estrategia urgente, en un momento en que los contenidos implícitos en la utilidad social del conocimiento, son llamados a contrarrestar los efectos perversos derivados del desarrollo de la ciencia y la tecnología.
- En Colombia, la capacidad de inserción internacional, debe ser directamente proporcional a nuestra capacidad de reconciliación interna, de lo contrario seguiremos «caminando firmemente sin rumbo fijo».
- La paz social implica un proceso de democratización de la ciencia, en él deben participar sus comunidades científicas al lado de los demás actores nacionales. En tal sentido, ciencia y política van de la mano. Nuestro país exige hoy más que nunca un desarrollo científico y tecnológico comprometido con el desarrollo social y la consolidación de un verdadero proceso de paz.
- Lo anterior exige construir un modelo social de organización tecnocientífica, basado en un estilo endógeno y democrático de creación, innovación, expansión, diversificación, formación, información, divulgación y socialización del conocimiento.
- Es importante además, construir imágenes acertadas sobre la tecnociencia siempre en correspondencia con el contexto en el que vivimos. La importancia de su desarrollo y su nivel de impacto deben ir de la mano con importantes reformas sociales. De ahí la importancia del periodismo científico, como mecanismo hacia una forma de pedagogía, participación, educación y apropiación social de la ciencia.
- Un tema clave: la formación en Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI, es para TODOS; políticos, empresarios, investigadores, docentes, periodistas, estudiantes, personal de instituciones científicas y tecnológicas, directivos y rectores de colegios universidades, semilleros de investigadores y público en general. Porque la visión CTSI es novedosa entre muchas cosas porque vence la visión lineal y estrecha, (producción, distribución y consumo = bienestar social) enriqueciendo el pensamiento científico mundial con nuevas reflexiones debidamente contextualizadas y profundamente valorativas sobre el impacto de los desarrollos científicos y las innovaciones tecnológicas en nuestra sociedad.
- Finalmente frente a las actuales circunstancias del país, y ante la incapacidad de un modelo de desarrollo de resolver la magnitud del conflicto nacional, todos debemos ser innovadores frente tal adversidad. Colombia debe ser una sociedad innovadora, original y soberana en los lineamientos de sus estrategias de desarrollo hacia el futuro.
- En consecuencia la innovación como proceso sostenido de creatividad, puede y debe ser aplicada en todos los espacios de la sociedad.
Elsa Beatriz Acevedo Pineda
Investigadora
Ciencia, Tecnología, Sociedad e
Innovación CTSI
Colombia
elsabeatriza@yahoo.com
Lecturas recomendadas
Cuadernos de Iberoamérica (2001). «Ciencia, Tecnología y Sociedad: una aproximación conceptual«. OEI, pp. 79-109.
Campanario, M. de A. (2002) «Tecnología, Innovación y Sociedad«. En www.campus-oei.org/salactsi
Chaparro, F. (1998) Conocimiento, innovación y construcción de sociedad. Una agenda para el siglo XXI. Bogotá 1998. TM editores
«Declaración de Santo Domingo» (1999).
«Materiales para la educación CTS» (2001) Grupo Argo. Asturias 2001
Sanmartín, J. (1990), «Tecnología y futuro humano», Barcelona, 1990 Anthropos.
Sanmartín, J. (1992) «Estudios sobre sociedad y tecnología», Barcelona1992 Anthropos.
Fuente: http://www.oei.es/salactsi/elsa7.htm
Imagen tomada de: http://www.abc.es/Media/201201/26/jabon_magnetico–644×362.JPG