Trabajan en distintas geografías, pero en todas se percibe la exclusión; coinciden en reivindicar el conocimiento científico tecnológico y en la formación para el trabajo.
Considerado y galardonado como «el mejor maestro del mundo», Peter Tabichi, de 36 años, estuvo en la Argentina y volverá la semana que viene. Es docente de ciencias en un pueblo muy pobre del valle de Rift, en Kenia. En ese valle, que se extiende desde la península Arábiga y el Mar Rojo por unos cinco mil kilómetros de África oriental, fueron encontrados del más antiguos fósiles de nuestros antepasados homínidos. La cuna de la humanidad. Hoy es un territorio atravesado por guerras étnicas y por una pobreza extrema.
Allí, Peter Tabichi impulsó la creación de Clubes de Ciencia, en el colegio Keriko Secondary School donde el 95% de los chicos es pobre y un tercio huérfano de padre y/o madre. Y donde los problemas de drogadicción, embarazos adolescentes y suicidios están a la orden del día. Un panorama lamentablemente familiar para nosotros. Tabichi eligió estar allí, porque pudo seguir trabajando en Kenia. Esa opción impactó en la Fundación Varkey, que le otorgó ese magnífico galardón.
Considerado y galardonado como «el mejor maestro del mundo», Peter Tabichi, de 36 años, estuvo en la Argentina y volverá la semana que viene. Es docente de ciencias en un pueblo muy pobre del valle de Rift, en Kenia. En ese valle, que se extiende desde la península Arábiga y el Mar Rojo por unos cinco mil kilómetros de África oriental, fueron encontrados del más antiguos fósiles de nuestros antepasados homínidos. La cuna de la humanidad. Hoy es un territorio atravesado por guerras étnicas y por una pobreza extrema.
Allí, Peter Tabichi impulsó la creación de Clubes de Ciencia, en el colegio Keriko Secondary School donde el 95% de los chicos es pobre y un tercio huérfano de padre y/o madre. Y donde los problemas de drogadicción, embarazos adolescentes y suicidios están a la orden del día. Un panorama lamentablemente familiar para nosotros. Tabichi eligió estar allí, porque pudo seguir trabajando en Kenia. Esa opción impactó en la Fundación Varkey, que le otorgó ese magnífico galardón.
Entre los diez finalistas del Global Teacher Prize, conocido como el «Nobel de la educación» estaba el argentino Martín Salvetti, profesor de una escuela técnica de Temperley, cuyos alumnos construyen motocarros ecológicos para evitar la tracción a sangre.
¿Es justo hablar del «mejor maestro del mundo»?
No es justo, porque la tarea silenciosa de infinidad de maestras y profesores no participa de estos concursos. Pero ambos, Tabichi y Salvetti, que son maestros de vocación, líderes comunitarios y personas solidarias, saben que la educación es una construcción colectiva. Los premios y los éxitos que se hacen públicos los convierten en figuras paradigmáticas y eso es bueno, porque sus logros podrían influir positivamente en las políticas educativas y si los gobernantes no lo entienden -les cuesta, por cierto- lo entienden los alumnos.
El profe Córdoba
En Salta, el profesor Daniel Córdoba hizo méritos más que suficientes para que se lo considere entre los grandes educadores.
Por dos motivos. El primero, porque sus tres décadas en los talleres de ciencia paralelos al sistema educativo han desterrado el absurdo tabú que rodea a las ciencias exactas y, como resultado estadístico, una provincia con el 3% de la población nacional, Salta, aporta entre el 10% y el 15% de los ingresantes al instituto Balseiro. Y, por otra parte, la mística de Córdoba y sus grupos se nutre también del orgullo de que no son escuelas de genios, sino espacios de oportunidad para chicos de cualquier nivel de ingresos.
Hace tres décadas, el matemático Manuel Sadosky, autor de innumerables tratados, dijo en una entrevista con El Tribuno: «Los barrios más humildes están llenos de potenciales «Maradona de las Ciencias'».
Como lo saben quienes estudian la mente y el corazón humano, incluso a partir de aquellos homínidos del valle de Rift, las neuronas están distribuidas en forma democrática y las discriminaciones raciales o sociales son solamente el fruto de prejuicios perversos y anacrónicos, como las teorías anacrónicas de Cesare Lombroso.
Realización
En diversas geografías, Peter Tabichi, Martín Salvetti y Daniel Córdoba lo refrendan en los hechos. Y los tres, porque son hombres de este tiempo, apuestan a la ciencia y a la técnica.
Córdoba no duda de la necesidad del pensar científico en este siglo. «Apropiarse de esas habilidades va más allá de recitar leyes y fórmulas. Es mirar la vida cotidiana y sus creencias en forma crítica y cautelosa. No aceptar ni negar porque sí, sino hacer hablar a la evidencia a la luz de la ciencia», dijo en uno de sus reportajes.
«Los chicos no pueden ir a aburrirse ni a perder tiempo a la escuela», dijo Salvetti a Infobae. «La estructura de la educación hay que cambiarla completa. Un chico con educación técnica va a estar más cercano al mundo laboral. Va a poder crear algo con sus propias manos. El técnico está preparado para resolver y si no lo logra, se las va a rebuscar». Sabiduría del pueblo.
Este pedido es el mismo que desde hace tiempo formula «Maza» Gutiérrez, un profesor de boxeo de barrio Solidaridad, preocupado por el paco, las patotas y la vida sin horizontes de muchos chicos salteños.
La escuela en función de la vida. «Puse el foco en los clubes de ciencia porque es la mejor manera de que estos estudiantes estén juntos. Yo integro mucho la tecnología en las clases, y ves cómo ellos se van motivando y van trabajando en diferentes áreas científicas» piensa, a 11.300 kilómetros de Salta, el profesor Tabichi.
Educación para la libertad
Hace medio siglo, el brasileño Paulo Freire se erigió en el paradigma del educador revolucionario al proponer una educación a partir del pensamiento crítico. Por su experiencia, su época y los destinatarios, se orientaba a eliminar la práctica “bancaria”, es decir, la de depositar conocimientos, modelos y una visión del mundo. Se proponía educar a los brasileños pobres, descendientes de negros, aborígenes, mulatos y sambos, de tal manera que pudieran expresar sus deseos y su visión de la realidad, sin reproducir los mandatos de los grupos dominantes. Eso se expresaba en “escribir la propia palabra”. Para la izquierda tradicional, eso se traducía en adoptar los dogmas de las luchas de la liberación. Freire se refería algo más amplio; la “educación como práctica de la libertad”, libertad de pensar y proyectar en regímenes de derecha, de izquierda, de centro o de lo que fuere.
Córdoba, Tabichi y Salvetti parecen coincidir en varios puntos: el valor del conocimiento científico, la fuerza de la motivación y el interés en la educación de los adolescentes y la posibilidad del desarrollo personal, como garantía de la propia libertad.
Fuente de la información: https://www.eltribuno.com/salta/nota/2019-7-9-0-0-0-tres-grandes-educadores-interpelan-al-sistema-escolar