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La ONU rechaza oleada de discriminación por pandemia

Redacción: Redmas

La pandemia sigue impulsando “una oleada de odio y xenofobia” alrededor del mundo, dijo el viernes en un comunicado António Guterres, secretario general de la ONU, quien sin citar países ni individuos llamó a no escatimar esfuerzos para ponerle fin a esta situación.

  • El representante también señaló que los discursos de discriminación que están circulando en Internet, alimentadas por teorías de la conspiración antisemitas, se han extendido ocasionando fuertes ataques contra musulmanes.

Además, el jefe de la ONU repudió que se haya “vilipendiado a los migrantes y refugiados como fuente del virus”, y que en consecuencia se les haya denegado el acceso a la atención médica.

  • Guterres rechazó la difusión de memes que sugieren que las personas mayores, que se encuentran entre las poblaciones más vulnerables al virus, son también las más prescindibles.

“Los periodistas, los denunciantes de irregularidades, los profesionales de la salud, los trabajadores humanitarios y los defensores de los derechos humanos están siendo atacados por el simple hecho de hacer su trabajo”. 

La organización hizo un llamamiento a la alfabetización digital por parte de instituciones educativas. Y pidió a medios de comunicación, particularmente a compañías de medios sociales “eliminar los contenidos racistas, misóginos y otros contenidos perjudiciales”.

Fuente: http://www.redmas.com.co/internacional/la-onu-rechaza-oleada-de-discriminacion-por-pandemia/

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Ante el eje del mal (viral), repensar el sur ante el mundo muy diferente de la pospandemia

Gobernantes, políticos y líderes nacionales y mundiales de la derecha ultramontana, entre ellos los aún jefes de gobierno Donald Trump (EE.UU.), Boris Johnson (Reino Unido) o el imitador Jair Bolsonaro (Brasil), han sobrepasado todas las fronteras de la ineptitud en su gestión de la pandemia del COVID-19, constituyendo un eje viral en el mundo.

Con su gran capacidad histriónica de mentir continuamente y de desviar la atención de los ciudadanos de un país que ya es líder mundial en contagios y muertes por la pandemia, Trump anunció que EEUU suspendió temporariamente la transferencia de fondos para la Organización Mundial de la Salud.

Acusado de ignorar las advertencias de sus propias agencias de inteligencia sobre la gravedad del virus y de no actuar de manera oportuna, Trump dijo que «los retrasos que experimentó la OMS al declarar que una emergencia de salud pública costó un tiempo valioso, enormes cantidades de tiempo”. Y acusó a la OMS de oponerse a las prohibiciones de viaje y de repetir la propaganda del gobierno chino de que el virus no se podía transferir de persona a persona.

Anunció que su administración revisa lo que él describió como el papel «desastroso» de la organización, a la que acusó de «encubrir» el brote del coronavirus en China«La realidad es que la OMS no pudo obtener, examinar y compartir información de manera oportuna», dijo Trump. «La OMS falló en su deber básico y debe rendir cuentas».

Trump ha acusado a casi todos –desde China, la OMS, el expresidente Barack Obama, los gobernadores, los medios de comunicación– por su propio fracaso al responder a la crisis sanitaria. “Él, básicamente, se declaró rey Trump”, le respondió el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, donde la cifra de muertos superó los diez mil.

En 2002 el entonces presidente George Bush entabló la guerra contra lo que llamó “el eje del mal” (Irak, Irán y Corea del Norte) para insertar esa idea en el imaginario colectivo de los estadounidenses y del mundo y así justificar la invasión a Irak  (y luego muchas otras). Veinte años antes Ronald Reagan había calificado a la Unión Soviética como “el imperio del mal”.

Respaldado por medios como el Wall Street Journal, el 24 de marzo, en  su campaña contra la cuarentena, sacrificó el confinamiento general en el tabernáculo de la “destrucción” económica del país y de la amenaza de una “grave recesión”. El tendal de muertos y contagios se agranda cada día: más de 600 mil casos y 26 mil fallecidos.

Pero Trump, Johnson y Bolsonaro no son los únicos: Alexander Lukashenko, dictador de Belarus (diez millones de habitantes), dice que no hay que cambiar nada en el cotidiano, y por eso determinó que todo siga igual. Combatir el coronavirus es sencillo, explicó: basta con hacer sauna y beber vodka. Y Gurbanguly Berdinuhamedow, en Turkmenistán (seis millones de habitantes), adoptó una decisión bastante más radical: prohibió expresamente que se pronuncie o escriba la palabra coronavirus.

Patoteros opacos, bufones brillantes e irresponsables sin redención, los califica Eduardo Febbro desde París.

Siguiendo el negacionismo del gobierno de Estados Unidos, varios países de América Latina, con gobiernos neoliberales, han demorado la puesta en marcha de medidas de aislamiento, condenando a un eventual genocidio. Es el caso de Brasil, de Ecuador, de Chile, de Colombia, donde la ciudadanía pide urgentes medidas contra el virus -con cacerolazos en las noches- y son los movimientos sindicales y sociales quienes salen en auxilio de la población más necesitada.

La crisis sanitaria producida por la pandemia muestra la debilidad de un sistema mundial regulado para beneficiar a sectores minúsculos de la población y desamparar a las grandes mayorías: carencia de infraestructuras científicas y médicas y la consecuente desprotección de los más vulnerados. ¿Es debilidad o todo está fríamente calculado?.

Los grupos monopólicos de poder globalizado poseen agendas ajenas a los grandes problemas de la humanidad: la salud, los derechos humanos básicos, el trabajo, el medio ambiente, la violencia institucionalizada, la disparidad de género o las guerras no aparecen como problemas acuciantes que deben ocupar el centro de las preocupaciones políticas y/o económicas. Para el neoliberalismo financiarizado, estas temáticas son analizadas sólo como oportunidades de negocios, explica el sociólogo argentino Jorge Elbaum.

Las cifras de contagio y muerte revelan una geografía de clases donde los más pobres  son los más devastados. Son primero víctimas no del virus, sino de la mayor desigualdad económica y social de las últimas nueve décadas. La epidemia es la tapadera perfecta para un golpe a las libertades. Algunas decisiones que están tomando estos días los poderosos,  nos acompañarán por años.

Acaparamiento, compras masivassubidas astronómicas de precios, mientras el desempleo se multiplica y se reducen los salarios de aquellos que aún conservan sus trabajos. La gente reacciona con histeria porque los políticos irresponsables minan la fe en la ciencia y en los medios de comunicación. Será difícil aprender a confiar otra vez.

El Covid 19 puso en descubierto, en todos los países que se basan en la lógica del mercado, la precariedad de la salud pública y la ausencia del Estado y de la planificación, con un “mercado laboral” desregulado, precarizado y mercantilizado en extremo, con niveles de desigualdad y pobreza económica, habitacional y energética que conforma el eslabón más débil de la sociedad.

Mientras un importante número de petroleras, aerolíneas y sectores industriales se enfrentan a posibles bancarrotas (y quizá a una mayor concentración del sector), las economías de plataformas, los servicios de telecomunicaciones, han tenido crecimientos sobresalientes junto con las grandes corporaciones trasnacionales de la biotecnología y de desarrollo farmacéutico.

Quizá esta nueva crisis no indique necesariamente un colapso del sistema capitalista, pero sí, al menos, una nueva  puja por el cambio en las manos que lo conducen.  Principalmente, dos sectores de la economía están transitando un acelerado crecimiento y son los que se alimentan de la vanguardia en ciencia y tecnología: el de las telecomunicaciones y el biotecnológico-farmacéutico.

En Francia, primer destino turístico del mundo con 90 millones de viajeros en 2019, y vecino de Italia y España, el presidente Emmanuel Macron recién empezó a diseñar medidas preventivas fuertes a mediados de marzo cuando dijo en la televisión “estamos en guerra”, dos días después de realizar la primera vuelta de elecciones municipales (la segunda vuelta la suspendió).

Pero la realidad es que los hospitales franceses llevan años de huelgas y movimientos sociales en protesta por mejoras de salarios y contra su desmantelamiento y la privatización encubierta de la salud.

En Gran Bretaña, sordo ante los reclamos de la comunidad científica, el conservador Boris Johnson, recién decretó la cuarentena el 23 de marzo tres días antes que él y su ministro de Sanidad, Matt Hancock, empezaron a sentir los primeros síntomas de la enfermedad, que ya cobró 12 mil víctimas fatales.

En Brasil, Jair Bolsonaro propuso plegarias, misas en los templos en un enfermizo negacionismo de la cuarentena pese a las medidas propuestas por su ministro de Salud (y que por suerte implementaron gobernadores de diferentes estados), lo que le valió que los militares de su gabinete asumieran la conducción de la batalla viral.

Los pálidos triunfos ante la pandemia se han debido a las medidas preventivas tomadas a tiempo, la capacidad de intervención colectiva del Estado, la ciencia y los servicios públicos. El hospital y la salud pública pasaron de ser el presupuesto a eliminar según las recetas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, a convertirse en salvadores posible, creíble, el único amparo ante el tsunami del virus.

Cuando ya debiéramos pensar en cómo serán las sociedades pospandémicas, en cómo reconstruir nuestros países, nuestras sociedades, incluso nuestras soberanías, pareciera que -¡al fin!- las miradas ya no se dirigen al norte.

La tarea es la de redescubrir nuestro sur, mirarnos en nuestro propio espejo, vernos con nuestros propios ojos. Hay que repensar todo: quizá todo el conocimiento adquirido sirva para saber que no va a servir para las próximas décadas, cuando sea necesario olvidarse de la inserción en el mercado mundial, para afianzar una política agroalimentaria que garantice la alimentación y supervivencia de nuestros pueblos.

No podemos seguir con los mismos versos, con las mismas consignas. Hay que comprender que aquel mundo del que hablábamos hasta hace una cuarentena ya no existirá más. La tarea es redescubrirnos desde el sur, el de la solidaridad, las culturas plurales, la innovación humana, la defensa de la naturaleza, partiendo de un nuevo pensamiento crítico para un mundo que será muy distinto al que aún soportamos hoy.

No pensar en oportunidad de negocio, como es la lógica capitalista, sino en la oportunidad de salvar vidas.

Fuente: https://rebelion.org/ante-el-eje-del-mal-viral-repensar-el-sur-ante-el-mundo-muy-diferente-de-la-pospandemia/

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Exámen final: acabar el curso con vida, Afganistán

Redacción: El País

90 países se han unido en una iniciativa global para proteger las escuelas en conflictos y emergencias. Se han registrado más de 14.000 ataques a instalaciones educativas en el último lustro.

Ir a la escuela es sinónimo de muerte en al menos dos decenas de países en el mundo. En agosto del año pasado una bomba masacró en Yemen un autobús lleno de estudiantes. Afganistán ha perdido en los últimos años 2.000 centros educativos. 28.580 menores no pueden ejercer su derecho a la educación por el conflicto en Malí. Los ataques a las escuelas de Ucrania se han multiplicado por cuatro en 2019. La milicia Boko Haram combate en Nigeria la que denomina como educación occidental y detesta especialmente que se forme a las niñas. Los profesores huyen del norte de ese país por el temor a ser asesinados.

Una coalición global integrada por 90 países y organizaciones internacionalescomo Unesco, Acnur, Save the Children, Plan Internacional y Unicef, entre otras, lucha desde 2010 por la difícil, a veces casi imposible, tarea de proteger las infraestructuras y el personal educativo en conflictos y emergencias. Según la organización, en cinco años se han producido más de 14.000 ataques a la educación en 34 países. Esta semana la coalición ha celebrado en Palma de Mallorca su tercera reunión internacional.

En un conflicto, las escuelas son susceptibles de ser usadas como cuartel o incluso como retrete para los soldados, los pupitres se queman para hacer leña, los alumnos y profesores son reclutados y las niñas violadas o raptadas. Estos días se han mezclado decenas de historias de jóvenes y docentes para los que estudiar y dar clase se convirtió un día en una actividad de alto riesgo. Muzoon Almellehan abandonó Siria hace cinco años con sus libros en la mochila y ahora dedica su vida a que los refugiados como ella puedan proseguir con su educación. El profesor Maidugu Magaji sobrevivió a cuatro ataques suicidas en su colegio en Nigeria. El estudiante Zaher al Bakour escapó de los disparos de un francotirador en su camino a la universidad en Alepo. Los peores lugares para ser estudiante son Siria, Yemen, Egipto, Nigeria y República Democrática del Congo. Le siguen de cerca Venezuela, Ucrania, Afganistán e India.

En una reunión con altos mandos de Defensa, un comandante me dijo: ‘¿Quieres que deje de haber enfrentamientos, que me quede sin trabajo?’. No puede ser que un país como Somalia dedique solo el 3% de su presupuesto a educación

En el centro de la problemática: el irrelevante papel de la enseñanza en algunos territorios. «En una reunión con altos mandos de Defensa, un comandante me dijo: ‘¿Quieres que deje de haber enfrentamientos, que me quede sin trabajo?’ Esa es una muestra de dónde está el problema. No puede ser que un país como Somalia dedique solo el 3% de su presupuesto a educación, así no se puede construir el futuro», señala el ministro de Defensa de la nación africana, Sonkor Geyre. Marta Ruedas, que trabajó para la ONU en Irak, rememora cómo en la formación del primer Gobierno tras la guerra hubo una fuerte disputa entre los hombres poderosos para hacerse con los ministerios importantes. «El de Educación se le asignó rápidamente a una mujer», relata.

Cuando los soldados ocupan un colegio, los alumnos se quedan sin centro y se convierte en objetivo de los ataques. Geneva Call, una organización dedicada a proteger a civiles en enfrentamientos armados, elaboró un informe basado en entrevistas a milicias en varios países. «Prácticamente todas las guerras actuales cuentan con al menos un grupo de este tipo, si no hablamos con ellos, no encontraremos soluciones», defiende su director Alain Délétroz. «Ellos defienden que si un colegio lleva tiempo abandonado, se puede ocupar. Sus ventajas están claras: las escuelas suelen estar bien situadas, tienen altos muros, y cuentan con un patio que es muy útil», detalla. Los Ejércitos también llevan a cabo estas prácticas. «Parece algo muy evidente, pero hasta que no existe una directiva concreta y se da la orden a los mandos militares de respetar los centros académicos, se sigue haciendo», especifica Christine Muhigana, representante de Unicef en República Centroafricana.

Para reducir el daño que provocan las guerras los expertos plantean diferentes soluciones. «Hay que exigir responsabilidades a los Estados y para eso hacen falta datos fiables. Pero si estos no pueden o no quieren asumirlas, entran en juego las organizaciones internacionales», apunta Yasmine Sherif de Education Cannot Wait. Stefenia Giannini, número uno de Educación de la Unesco ha aportado la experiencia de un programa en Nigeria para que las chicas que no pueden acudir a clase prosigan con su formación en casa con dispositivos móviles. Ag Gadeda, del Ministerio de Educación de Malí ha apuntado que en su país se están levantando estructuras militares temporales para disuadir a los soldados de ocupar escuelas, una solución a corto plazo. Cynthia Petrigh contó su trabajo a la hora de instruir combatientes en el respeto de las normas humanitarias, entre ellas, respetar los centros educativos.

Uno de los problemas es que los organismos internacionales y los propios Estados no se ponen de acuerdo en qué se entiende por ataque. En el encuentro entre expertos se ha debatido un abanico que va desde bombardeos hasta el hecho de quitarle la sombra a un colegio talando un árbol. «Falta capacidad técnica, recursos financieros y seguridad en el terreno para detallar el número y naturaleza de los ataques», constata la directora de investigación de la coalición, Amy Kapit.

Cuando se habla de escuelas seguras se piensa en un blindado a las puertas de un colegio pero eso no debería ser así, la simple presencia militar puede precisamente aumentar el riesgo de ataques

La coalición cuenta con unas directrices para proteger los colegios, que no siempre se implementan. Esta guía establece recomendaciones sobre cómo evacuar una escuela o protegerla con sacos de arena, diseñar rutas seguras para los alumnos y cambiarlas regularmente, o asegurar que los profesores reciben su sueldo y no abandonan el centro. «Cuando se habla de escuelas seguras se piensa en un blindado a las puertas de un colegio, pero eso no debería ser así, la simple presencia militar puede precisamente aumentar el riesgo de ataques. Hay que delegar la seguridad en la propia policía local o en seguridad privada», apunta Juan Francisco Martínez, secretario general de Política de Defensa de España.

Las instituciones de educación superior han sufrido al menos 200 ataques hasta 2018. Así relata Hamidullah Abawi, asesor del Ministerio de Educación en Afganistán, la llamada que recibió de su prima en 2016: «Estaba llorando, yo solo oía gritos y disparos, cogí mi coche y fui a la universidad americana de Kabul mientras al otro lado del móvil seguía oyendo el alboroto. Eran un ataque terrorista. Mi prima no murió, pero sí otros dos estudiantes y varios profesores y policías». Afganistán está a punto de poner en marcha un programa piloto de defensa de la educación en las dos regiones que más agresiones sufren.

En el aire queda la pregunta que se hace Musa Gbow, miembro de una organización que lucha contra el reclutamiento de niños: «¿Cuantas conferencias más necesitaremos para cumplir este objetivo? El momento de proteger la educación es ahora».

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/29/planeta_futuro/1559114709_101699.html

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13,5 millones de niños están afectados en África por la pobreza, el cambio climático y el desplazamiento por conflictos

Redacción: Nueva Revolución/20-02-2019

En África están ubicados los 28 países más pobres del mundo, una situación que pone en peligro la supervivencia y el bienestar de los grupos sociales más vulnerables, entre ellos, los niños.

Con motivo de la próxima cumbre de la Unión Africana, que se celebra el 10 y el 11 de febrero en Addis Abeba, Etiopía, UNICEF instó a sus integrantes a trabajar en común para tratar las causas negativas que implica la migración irregular y responder a las necesidades de los niños desarraigados de todo el continente. Casi uno de cada cuatro migrantes en África es un niño, más del doble del promedio mundial, y que el 59% de los 6,8 millones de refugiados en los países africanos son menores.

Es necesario reforzar las políticas nacionales y la cooperación regional e internacional entre estados para defender los derechos, velar por la seguridad y ayudar a alcanzar el potencial de los 13,5 millones de niños desarraigados que viven en el continente africano. Los gobiernos del continente reunidos durante la cumbre de la Unión Africana  a implementar políticas y programas para proteger, empoderar e invertir en los niños refugiados.

Algunos países ya han adoptado medidas positivas concretas y que existen muchas iniciativas prometedoras: en Zambia los menores no acompañados no son enviados a centro de detención, en Rwanda las normativas vigentes protegen a los niños contra la apatridia, y la actualización de leyes en Etiopía sirve para garantizar que los niños refugiados tengan acceso a servicios esenciales como la educación.

En base a su  Programa de Acción de África para los niños y jóvenes desarraigados, UNICEF llama a  los gobiernos a:

  • Proteger a los niños en tránsito de la violencia, el abuso, la explotación y la trata;
  • Reforzar las respuestas transnacionales de protección.
  • Poner  fin a la detención de niños por motivos de inmigración.
  • Mantener la unidad familiar y otorgar a los niños un estatus legal.
  • Conservar las condiciones de aprendizaje de todos los niños migrantes y desplazados y dotarles de acceso a servicios de salud y otros servicios de calidad, sin ningún tipo de discriminación en base a su situación legal.
  • Abordar las causas subyacentes que originan el desarraigo de los niños de sus hogares.
  • Promover medidas para combatir la xenofobia y la marginación.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, calcula que alrededor del 51% de los refugiados que hay en el mundo son niños. Existen muchos otros niños que no figuran en esta estadística por el hecho de no haber sido registrados en los campos de atención y acogida.

Es necesaria la colaboración de los gobiernos de la Unión Africana a compilar y compartir datos “de mayor calidad, puntuales, accesibles y desglosados por edad y género”, con el objetivo de poseer un mayor conocimiento de cómo la migración y el desplazamiento forzado afectan a los niños y sus familias.

Fuente: https://nuevarevolucion.es/135-millones-de-ninos-estan-afectados-en-africa-por-la-pobreza-el-cambio-climatico-y-el-desplazamiento-por-conflictos/

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Piñera se abre a seguir con gratuidad educativa de Bachelet en Chile

Chile/12 de Diciembre de 2017/El Universal

Este exitoso empresario de 67 años explicó que, de continuar con la gratuidad, la implementaría «especialmente con los alumnos de la educación técnico profesional, que representan más de la mitad de la matrícula, los más vulnerables y los de clase media».

Tras haber rechazado continuar con la gratuidad en la educación superior chilena que promueve la presidenta socialista Michelle Bachelet, el exmandatario y candidato derechista Sebastián Piñera dio pie atrás y se abrió a seguir con esa tarea a tres semanas del balotaje.

Piñera, ganador de la primera vuelta y favorito para vencer en el balotaje del 17 de diciembre ante el oficialista Alejandro Guillier, manifestó durante la primera parte de su campaña que no ampliaría la gratuidad para universitarios y que se inclinaría por becas y otros beneficios,lo que provocó preocupación entre los propios estudiantes, precisó AFP.

«Todos quisiéramos que la gratuidad fuera para todos y, en la medida que la economía chilena vuelva a crecer con fuerza y la situación fiscal lo permita, vamos a avanzar en materia de gratuidad», dijo Piñera en un giro inesperado de su postura,  durante un acto de campaña en el sur del país.

Este exitoso empresario de 67 años explicó que, de continuar con la gratuidad, la implementaría «especialmente con los alumnos de la educación técnico profesional, que representan más de la mitad de la matrícula, los más vulnerables y los de clase media».

El inesperado giro se produjo luego que el senador derechista Manuel José Osandón, un enemigo político de Piñera, accediera a sumarse a la campaña del expresidente (2010-2014) después de asegurarse de que Piñera se comprometía a ampliar la gratuidad si ganaba la segunda vuelta. 

En el marco de una reforma educativa que busca acabar con el actual sistema educativo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), Bachelet implementó la gratuidad que actualmente, a cuatro meses de concluir su gobierno, beneficia a unos 260.000 estudiantes universitarios del nivel más pobre del país. 

Guillier, senador y candidato oficialista de 64 años, manifestó durante su campaña que lo llevó a una segunda vuelta que se convertirá en el continuador del legado de Bachelet. Piñera accedió al balotaje tras ganar la primera vuelta con 36,6%, casi 10 puntos menos de lo que esperaba, mientras Guillier obtuvo 22,6%.

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/internacional/pinera-abre-seguir-con-gratuidad-educativa-bachelet-chile_678982

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Guatemala: Sometidas a la ignorancia sexual, las niñas de Guatemala pagan las consecuencias

Guatemala/Mayo de 2017/Fuente: Prensa Libre

«Sabía que venían de la barriga, pero no sabía cómo se hacían», dijo entrevistada en su vivienda, a unos 20 kilómetros de la capital.

Como Margarita, muchas niñas y mujeres en Guatemala tienen embarazos no deseados debido a la falta de información sobre salud sexual y reproductiva combinada con una violencia endémica contra la mujer, según activistas para la salud femenina.

Guatemala tiene una de las tasas de embarazo adolescente más altas de América Latina, lo que pone a las niñas en la senda de la pobreza y la dependencia, en vez de camino a la escuela o de un trabajo decente.

Estadísticas gubernamentales citadas por la Federación de Paternidad Planeada apuntan a más de 5 mil embarazos en niñas menores de 14 años en 2014 y cuatro de cada cinco casos el asaltante sexual fue un familiar como el padre, tío o abuelo.

Un 25 por ciento de los niños guatemaltecos tienen madres adolescentes, según los datos.

La ignorancia sobre la reproducción está profundamente arraigada en las tradiciones culturales y las enseñanzas de las iglesias Católica y evangélicas, donde las niñas aprenden que el sexo es blasfemo y prohibido, dijeron voluntarios del programa Abriendo Oportunidades.

Las madres a menudo no saben cómo explicarles a sus hijas el ciclo menstrual y el secretismo aumenta porque la mayoría de los embarazos son causados por violencia sexual dentro de las propias familias, dijeron activistas.

«Las madres no están informadas y sienten tal vergüenza que no pueden ni siquiera mencionar los nombres de las partes del cuerpo», dijo Marta Alicia Caz Macz, trabajadora de 22 años de la fundación Abriendo en Chisec, en la frontera con México.

Educación Sexual

Aunque en las escuelas se enseña educación sexual en las escuelas, activistas aseguran que a menudo es incompleta o irrelevante, dado que menos de la mitad de las niñas en Guatemala asiste a la escuela.

Los servicios de salud materna y reproductiva son costosos y a menudo inaccesibles para aquellos que viven lejos de las ciudades en el vasto interior del país.

Dicen que los altos niveles de violencia sexual contra mujeres y niñas provienen del bajo nivel social de las mujeres, especialmente las indígenas de origen maya, en una sociedad patriarcal y machista como la guatemalteca.

Guatemala tiene una de las tasas más altas de muertes violentas de mujeres, con dos asesinatos al día, según ONU Mujeres, que cita estadísticas oficiales de 2013.

El país destina un 15 por ciento de los ingresos fiscales de las bebidas alcohólicas para financiar programas de salud sexual y planificación familiar, lo que supuso unos siete millones de dólares en 2015, según la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés).

Las leyes se endurecieron en 2015 cuando la edad mínima para el matrimonio fue subida a 18 años para mujeres y 16 para hombres, desde 14 años; pero todavía niñas de 16 años pueden contraer matrimonio con permiso de un juez.

Además, desde 2014 los embarazos en niñas menores de 14 años son reportados por ley como violaciones.

Interrumpir el embarazo está prohibido a menos que la vida de la madre corra peligro y activistas calculan que se practican 66 mil abortos al año en el país.

«Una buena ley»

Margarita, que ahora tiene 15 años, dijo que el padre de su hija era su profesor en la escuela primaria. Aunque le llevaba siete años, se casó con él y tuvo que dejar la escuela durante un tiempo. Luego regresó.

Por ley, su boda sería ahora ilegal y su embarazo habría sido juzgado como una violación.

Modesta Ical, es voluntaria imparte charlas de educación sexual a jóvenes indígenas. (Foto Prensa Libre: Reuters)
Modesta Ical, es voluntaria imparte charlas de educación sexual a jóvenes indígenas. (Foto Prensa Libre: Reuters)

«Creo que es una buena ley», dijo la entrevistada. «Cuando piensas que hay una ley ahí, a lo mejor no lo haces».

El rostro aniñado de la adolescente se ilumina cuando describe a su hija de 15 meses. Dice es gordita y «le gusta romper cosas».

Margarita ya no quiere tener más hijos y obtuvo unos implantes anticonceptivos de WINGS, una organización de derechos reproductivos. Quiere ser panadera cuando crezca, «porque me gusta comer pasteles», contó entre risas.

Violencia contra la mujer

A los 19 años, la mayoría de las mujeres en Guatemala ya tienen dos hijos, dijo Alma Odeth Chacon de la organización Tierra Viva. «Se convierte en un círculo vicioso de pobreza y violencia del que no somos capaces de escapar», dijo.

Dejar a las mujeres a merced de embarazos tempranos y no deseados es un medio eficaz de poder y control, dijo Justin Sitron, profesor del Centro para Estudios Sexuales Humanos de la Widener University en Pensilvania.

«Si las mujeres siguen siendo oprimidas y marginadas por las estructuras de poder no tendrán tiempo ni energía para defenderse a sí mismas y tratar de arrebatar el poder que monopolizan los hombres», dijo en una entrevista.

Con la esperanza de romper este ciclo, otra joven de 19 años, está recibiendo inyecciones anticonceptivas en una clínica de la Asociación Pro-Bienestar de la Familia de Guatemala (Aprofam).

Tiene un bebé de tres meses y dijo que ella y su esposo no pueden permitirse más hijos por el momento. Ella cocina rellenitos, un postre típico guatemalteco, y su marido vende raspaditos helados en la calle.

«Quiero una familia pequeña. Las familias grandes tienen más problemas y más pobreza», dijo Pérez, que será la primera mujer en su familia que usa anticonceptivos.

Elvira Cuc Cho, mentora de 24 años en la asociación Abriendo en Chisec, dijo que demasiadas mujeres y niñas permanecen en la ignorancia y lo ilustra rememorando una historia de su prima, quien quedó embarazada a los 17 años.

«No sabía lo que estaba pasando. Hasta que su cuerpo comenzó a cambiar y su madre le dijo: ‘estás embarazada'».

Fue forzada a casarse con el padre y acabó en un matrimonio violento, como atestiguan sus golpes y moratones.

«Está muy avergonzada y no quiere hablar de ello. Solo quiere hacerse daño a sí misma», contó Cuc Cho.

Fuente: http://www.prensalibre.com/guatemala/comunitario/sometidas-a-la-ignorancia-sexual-las-nias-de-guatemala-pagan-las-consecuencias

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La patología del odio

Por: Adela Cortina

Hacia 1944 vio la luz el libro autobiográfico de Stefan Zweig El mundo de ayer. Memorias de un europeo.En él recordaba el comienzo del siglo XX desde el peculiar observatorio en el que había vivido como austríaco, judío, escritor, humanista y pacifista. Y consideraba un deber moral contar ese relato para aviso de navegantes, porque nada podía llevar a pensar en los umbrales del nuevo siglo que ya en su primera mitad se iban a producir dos guerras salvajes en suelo europeo. Los jóvenes educados en la Austria imperial, en un ambiente seguro y estable, creían periclitado cualquier episodio de barbarie y no veían en el futuro sino signos de progreso. No podían sospechar que ya se estaba incubando el huevo de la serpiente.

Ese relato resulta familiar a quienes hemos vivido la experiencia de la transición española a la democracia. En los años setenta del siglo pasado creíamos haber ingresado en la senda del progreso social y político, quedaban atrás los conflictos bélicos, propiciados por ideologías enfrentadas, por la desigualdad en oportunidades y riqueza, y se abría un camino de cambios a mejor. Hoy, sin embargo, es urgente aprender de europeos como Zweig para tomar conciencia de que las semillas del retroceso pueden estar puestas y es necesario frenar su crecimiento destructivo. Como bien dice Federico Mayor Zaragoza, la Unión Europea debería ser el catalizador de la unión mundial. Una de esas semillas destructivas, como en el tiempo de Hitler y Stalin, es el triunfo de los discursos del odio.

Se entiende por discurso del odio cualquier forma de expresión cuya finalidad consiste en propagar, incitar, promover o justificar el odio, el desprecio o la aversión hacia determinados grupos sociales, desde una posición de intolerancia. Quien recurre a ese tipo de discursos pretende estigmatizar a determinados grupos y abrir la veda para que puedan ser tratados con hostilidad, disuelve a las personas en el colectivo al que se agrede y lanza contra el conjunto su mensaje destructivo.

Tal vez el rótulo “odio” no sea el más adecuado para referirse a las emociones que se expresan en esos discursos, como la aversión, el desprecio y el rechazo, pero se trata en cualquier caso de ese amplio mundo de las fobias sociales, que son en buena medida patologías sociales que se deben superar. Se incluyen entre ellas el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la misoginia, la homofobia, la aversión a los miembros de determinadas confesiones religiosas, o la forma más común de todas, la aporofobia, el rechazo al pobre. Y es que las emociones, a las que tan poca atención se ha prestado en la vida pública, sin embargo la impregnan y son especialmente manipulables por los secuaces del flautista de Hamelín. Así fue en la primera mitad del pasado siglo y está siéndolo ahora cuando los discursos fóbicos proliferan en la vida compartida.

Desde un punto de vista jurídico, el principal problema estriba en el conflicto entre la libertad de expresión, que es un bien preciado en cualquier sociedad abierta, y la defensa de los derechos de los colectivos, objeto del odio, tanto a su supervivencia como al respeto de su identidad, a su autoestima. El problema es sumamente grave, porque ninguno de los dos lados puede quedar eliminado.

En principio, por decirlo con Amartya Sen, la libertad es el único camino hacia la libertad y extirparla es el sueño de todos los totalitarismos, lleven el ropaje del populismo o cualquier otro. La experiencia de países como China, Corea del Norte o Venezuela no puede ser más negativa.

Pero igualmente el derecho al reconocimiento de la propia dignidad es un bien innegociable en cualquier sociedad que sea lo bastante inteligente como para percatarse de que el núcleo de la vida social no lo forman individuos aislados, sino personas en relación, en vínculo de reconocimiento mutuo. Personas que cobran su autoestima desde el respeto que los demás les demuestran. Y, desde esta perspectiva, los discursos intolerantes que proliferan en países de Europa y en Estados Unidos están causando un daño irreparable. Por sus consecuencias, porque incitan al maltrato de los colectivos despreciados, y por sí mismos, porque abren un abismo entre el “nosotros” de los que están convencidos equivocadamente de su estúpida superioridad, y el “ellos” de aquellos a los que, con la misma estupidez, consideran inferiores.

Naturalmente, el derecho está abordando desde hace tiempo estas cuestiones, preguntándose por los criterios para distinguir entre el discurso procaz y molesto, pero protegido por la libertad de expresión, y los discursos que atentan contra bienes constitucionales. Como se pregunta también por las políticas de reconocimiento desde el marco de las instituciones.

Sin embargo, el derecho, con ser imprescindible, no basta. Porque el conflicto entre libertad de expresión y discurso del odio no se supera solo intentando averiguar hasta dónde es posible dañar a otros sin incurrir en delito, hasta dónde es posible humillar su imagen sin llegar a merecer sanciones penales o administrativas. En realidad, las libertades personales, también la libertad de expresión, se construyen dialógicamente, el reconocimiento recíproco de la igual dignidad es el auténtico cemento de una sociedad democrática. Tomando de Ortega la distinción entre ideas y creencias, que consiste en reconocer que las ideas las tenemos, y en las creencias somos y estamos, podríamos decir que convertir en creencia la idea de la igual dignidad es el modo ético de superar los conflictos entre los discursos del odio y la libertad de expresión, porque quien respeta activamente la dignidad de la otra persona difícilmente se permitirá dañarla.

En su libro El discurso del odio se preguntaba Glucksmann si el odio merece odio y respondía que para combatirlo basta con sonreír ante su ridículo. Sin embargo, y regresando al comienzo de este artículo, no creo que haya que sonreír ante el odio, ni siquiera con desprecio. Porque es destructor y corrosivo, quiebra el vínculo humano y provoca un retroceso de siglos.

Cultivar un êthos democrático es el modo de superar los conflictos entre la libertad de expresión y los derechos de los más vulnerables. Porque de eso se trata en cada caso: de defender los derechos de quienes son socialmente más vulnerables y por eso se encuentran a merced de los socialmente más poderosos.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/03/16/opinion/1489679112_916493.html

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