Guerra mediática, una guerra que no hemos entendido

Por:Fernando Buen Abad Domínguez 

Algunos dudan de que estemos en el epicentro de una “guerra mediática” híbrida. No ven que están desplegadas todas las armas ideológicas, financieras y militares del capitalismo. Algunos no se percatan de que hablamos los lenguajes colonizantes que nos imponen; que compramos compulsivamente sus tecnologías; que relatamos la historia con las premisas lógicas de ellos; que financiamos sus monopolios mediáticos; que regimos nuestras vidas con “valores” y “cultura” que nos infiltran. Piensan que es conspiranoia. ¿En qué guerra las víctimas financian sus victimarios?

A pesar de los logros de cierta izquierda y progresismo, o precisamente por eso, las ofensivas de las clases dominantes (militares, financieras, eclesiásticas…) avanzan retrógradas hacia un neo-nazifascismo porque atraviesan una crisis de vacío intelectual que se coagula en un proceso de condensación de odios y miedos. Ven que el “espíritu que recorre al mundo” gana adeptos. Supuran lawfare, persecuciones mediáticas, fake news, espionaje, represión y golpizas inflacionarias. Pergeñan “reformas laborales” y desorganización inducida contra la clase trabajadora. Mientras tanto, algunos gobiernos siguen transfiriendo sumas de dinero enormes a los monopolios mediáticos que los atacan o los chantajean. ¿Qué no entendimos?

Está bajo amenaza la cordura social. El arsenal mediático monopólico se organiza y se despliega en todos sus frentes camuflados como entretenimiento, como iglesias mediáticas, como noticieros y como programas de concursos. Las mesas de redacción y las direcciones editoriales están infestadas por “servicios” de inteligencia y espionaje. Casi todo está barnizado con canalladas y calumnias contra la voluntad organizativa de los pueblos en lucha y contra sus líderes. De mil maneras infiltran la “anti-política” y están reclutando jóvenes, académicamente anestesiados, con ilusiones de dinero o con ideología chatarra de orientación supremacista o nazi. ¿No lo vemos?

Está en la “tele”, las redes o los tabloides que despliegan los ataques diseñados por la manipulación simbólica. Para colmo, la impotencia nos gana encerrados en un festín de sorderas disfrazadas de “diálogo”. Y empeora en periodos electorales. Hay gobiernos de ricos encumbrados con los votos de los pobres; hay consumismo desaforado de mercancías encarecidas. Se generan ganancias siderales con los salarios raquíticos del pueblo trabajador. Una inmensa minoría hambrea a la inmensa mayoría. Con unas cuántas armas se reprime a masas de trabajadores. ¿Qué no entendemos?

La memoria también es un campo de batalla semiótica. Quieren resetearlo todo, el olvido es su gran negocio. Su “Teoría del Estado” se aferra a una concepción medieval de la “comunicación” que se dedica a fabricar predicadores armados con histrionismo mussoliniano. Se multiplican como hongos. Así avanza la “guerra mediática” convertida en comunidad de sentido opresor financiado por el “real poder” rumbo al dogmatismo férreo de la aniquilación del otro. Nazi-fascismo que soñó y vio crecer Hitler. En eso trabajan los centros de operación responsables de la guerra simbólica, repleta de vaciedades y banalidad. El objetivo es sembrar odio de clase contra todo lo que se organiza en clave de rebeldía. Inyectar miedo contra cualquier intento de modificación del status quo. A estas horas la catarata de falsa conciencia, vehiculada por los mass media, descarga emboscadas legaloides comandadas por las jaurías judiciales y sus aparatos policiales y militares, de represión objetiva y subjetiva. Lawfare le llaman a esa “guerra judicial”.

En el corazón de la Guerra Mediática habita la aberración supremacista, reloaded, empeñada en convencernos de que ellos siempre tienen la razón, que debemos agradecer que nos saqueen y exploten. Agradecidos por este mundo, al borde del desastre ecológico y ahogado en el fracaso civilizatorio del capitalismo. Agradecidos por un planeta intoxicado con hambre, miseria, pobreza, insalubridad, ignorancia y humillaciones. Quieren que agradezcamos esto como la mejor herencia para nuestra prole… que estemos orgullosos de eso. Guerra hibrida por todos los medios. ¿Qué parte no entendemos?

Paradójicamente la “guerra mediática” tiene frentes internos. Guerra entre nosotros mismos donde la tarea de la unidad, que es la más importante hacia una comunidad de sentido emancipador, se empantana entre refriegas de celos, sectarismos y burocratismos hacen grandes favores al poder fáctico hegemónico porque, entre otras cosas, nos somos capaces de comunicar una salida humanista superadora de nuevo género y les ahorramos el trabajo de dividirnos porque nos dividimos solos, y gratis (en el mejor de los casos). Nos urge una comisión internacional de los pueblos, extensiva de aquella que redactó el Informe MacBride, para solucionar los problemas mundiales de la comunicación. Enfrentar, ordenadamente a la Guerra Mediática en desarrollo. Vienen tiempos peores.

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¿Todo es susceptible de empeorar?

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Perspectivas de la guerra mediática en Latinoamérica

Al menos en tres frentes la derecha continental arreciará sus embates mediático-histriónicos, durante los meses venideros, para asegurarle a los “poderes fácticos” capacidad de control, acceso a los recursos naturales y garantías en el pago de las deudas:

1) culparán a las víctimas de todos los males que las aquejan.

2) expandirán la sociedad del espectáculo judicial.

3) hurgarán en la vida privada de líderes y organizaciones sociales para criminalizar su origen, logros y aspiraciones.

Ya “cacarean” reformas laborales, fiscales y políticas. Es decir, más de lo mismo pero empeorado. El Grupo Clarín, con O Globo, Mercurio, Televisa y demás latifundios mediáticos, orquestan las nuevas sinfonías de violencia simbólica. Nada de eso eclipsa algunos logros.

Veremos en el tinglado mediático un desfile variopinto de jueces e histriones armados con “denuncias” y “sospechas” (mayormente carentes de pruebas). Arengarán el fracaso del “progresismo latinoamericano” que no ha sido capaz de atender las necesidades de los electores; veremos todo género de gesticulaciones antidemocráticas para poner bajo sospecha las capacidades intelectuales de los pueblos a la hora de elegir a sus representantes y, tras ello, veremos a la moralina conservadora agitar peroratas pontificias sobre lo que más conviene para salvar al neoliberalismo “reseteándolo” todo. Por las bases los pueblos luchan de otro modo.

Argentina, por ejemplo, es un laboratorio crudelísimo convertido en caja de resonancia de Brasil y de Perú. Es una mascarada de la doble moral y el doble discurso deambulando con naturalidadentre la confusión inducida. Los “poderes fácticos” apelan a la crítica del bolsillo mientras depredan el poder adquisitivo entre carestías desaforadas y derrumbes salariales. Su moraleja es: te va mal porque eliges mal. Tratan de esconder la desesperación de una derecha que sólo cuenta con títeres judiciales y agencias de publicidad para enfrentar su vacío de ofertas y de discursos electorales. Todo depende del “éxito” de las calumnias y de cierto margen porcentual de electores resignados a promesas míseras que serán incumplidas meticulosamente. La derecha anhela continuar el saqueo de los recursos energéticos, hidráulicos y turísticos (sin estorbos “populistas”) además de regalar la mano de obra que en su depreciación descomunal (en tiempos de progresismo también) se hunde en descreimientos, decepciones y desesperaciones.

Su calendario mediático tiene marcadas las fechas que se le antojan al Fondo Monetario Internacional. Entregarán sumas inmensas mientras las penurias llegan inclementemente. En la agenda de las fuerzas progresistas no aparece, con la contundencia que se vive, el arsenal de penurias que agobian a la clase trabajadora y, para colmo, las habilidades comunicacionales de las fuerzas, con inspiración popular, siguen siendo una debilidad en más de un caso rayana en sospechosa, tanto para defenderse como para las contraofensivas que urgen.

Todas las ambiciones de poder están marcadas por el servilismo a los “fondos buitre” que no sólo no han mermado influencias, sino que han incrementado sus ganancias a precio de usura desaforada. No importó la pandemia ni importa la crisis económica desatada por el conflicto bélico en Ucrania, bien por el contrario, han aprovechado la “coyuntura” para exacerbar ganancias y discursos arrinconado a las democracias del “subdesarrollo” para agenciarse poderes y posiciones con acento ultraderechista y xenófobo. La creatividad propagandística de los “mass media” se regodea en los errores y las limitaciones gubernamentales de corte popular y las invectivas mediáticas oligarcas se adueñan del malestar social para acicalarse como salvadores en el albañal de penurias de las que fueron y son causantes directos. Espejismos y aberraciones a granel.

No contamos con una Carta Democrática para la Comunicación ni contamos con organizaciones internacionales, de base, capaces de enfrentar las arremetidas de la “plus mentira” cargadas con “fake news” o “fake books”, como es la moda en la “pos verdad”. No hay iniciativas para confrontar la “operación cóndor mediática” que se acicala con tecnologías digitales y metodologías neuro-publicitarias, tal cual proclama la OTAN en su “Guerra Cognitiva”, que elige el cerebro de los pueblos como campo de batalla predilecto. No está en la agenda de las organizaciones políticas el “nudo gordiano” de la guerra mediática y no se ven planes de empoderamiento comunicacional popular para enfrentar a la manipulación simbólica recargada que se anuncia en las campañas nacientes. Una estética de la resignación se cocina en los calderos de la decepción y las derechas apuestan por una democracia del “sálvese quien pueda” con ellos disfrazados de mesías en el centro de la escena electoral. Mientras la Revolución de la Conciencia va… pero va lenta. Un solo mundo con sus voces múltiples silenciadas.

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez, Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride​ de la ​Universidad Nacional de Lanús. ​Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad. Rector Internacional de la U​niversidad ​Internacional de las Comunicaciones UI​COM. Miembro de REDS (Red de Estudios para el Desarrollo Social)

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Morales Solá o la mentira como pasión

Morales Solá o la mentira como pasión

Atilio A Borón

Confieso que como analista político debo hacer un esfuerzo enorme para leer, escuchar y seguir por la TV la plétora de opinólogos que a diario descerrajan un torrente de mentiras sobre la actualidad política nacional e internacional. Pero es mi oficio y, por insalubre que sea no puedo prescindir de tan insalubre práctica.

Reaccioné durante años con una inmutabilidad budista a tantas fake news, posverdades y blindajes mediáticos, pero la nota de Joaquín Morales Solá en La Nación del 8 de enero (“Turbulencias que no les son indiferentes al gobierno”) colmó definitivamente mi paciencia. Tener que leer una o dos mentiras por nota vaya y pase. Pero leer más de diez falsedades en un solo artículo es intolerable, un insulto a la inteligencia del lector al cual se trata de manipular groseramente presentando como verdades lo que son meras opiniones o mentiras fácilmente comprobables. Pero basta de preludios y vayamos a los hechos. He seleccionado apenas diez mentiras. Aquí van.

Primera: No es cierto que “Maduro … virtualmente cerró el Parlamento venezolano para que Juan Guaidó no fuera reelegido”. El parlamento estaba y sigue abierto, sesionó con un quórum ampliamente superior al requerido y con sus votos la oposición designó al nuevo Presidente de la Asamblea Nacional y los cuatro miembros de su Comisión Directiva.

Segunda: “El virtual cierre definitivo del Parlamento democráticamente elegido en Venezuela es la condición última (por si faltaba alguna) para colocar al régimen de Madura en la categoría de dictadura.” ¿De qué habla el articulista? Desconoce que existe algo llamado Internet, a través de la cual puede ver decenas de videos que muestran que el Parlamento estaba abierto, que sigue sesionando, que eligió a sus autoridades según los reglamentos pese al tumulto provocado por el señor Juan Guaidó –previo acuerdo con las cámaras de algunas televisoras como la CNN que necesitaban ese show- que no quería que el Parlamento funcionara porque sabía que la oposición, ante la cual está muy desprestigiado por el robo de parte de la “ayuda humanitaria” enviada por Washington, jamás lo re-elegiría.

Tercera: “Los partidos políticos opositores están ilegalizados y no pueden participar de elecciones.” Falsedad absoluta: la Asamblea Nacional eligió a su nueva Directiva, y su Presidente, entre los cinco partidos opositores que tienen la mayoría en la Asamblea y que actúan dentro de la más absoluta legalidad. Ni Acción Democrática, ni Primero Justicia, ni Voluntad Popular ni el COOPEI, al igual que la opositora MUD (Mesa de la Unidad Democrática) y otros partidos menores están ilegalizados. Para facilitarle su labor aquí le adjunto el enlace de la Asamblea Nacional donde figuran todos estos datos: http://www.asambleanacional.gob.ve/diputados

Cuarta: “Las libertades públicas han dejado de existir.” ¿Y cómo es que Guaidó entra y sale Venezuela a piacere pese a haber solicitado la invasión de EEUU a su país y estar incurso en el delito de sedición? (En la Argentina o Estados Unidos estaría preso por eso) ¿Cómo es que los políticos opositores hacen campañas, y aparecen a diario en las principales radios y televisoras del país con duras declaraciones contra Maduro? ¿No estará soñando el articulista, o será que su ideología le ha obturado por completo su visión de la realidad?

Quinta: “La libertad de prensa está restringida hasta su desaparición.” Curiosamente, los medios gráficos radiales y televisivos críticos -o hipercríticos- del gobierno son abrumadoramente mayoritarios y no ahorran críticas al gobierno de Maduro. Algo como lo que Macri hizo con Telam y los medios públicos jamás ocurrió en Venezuela. Por si no lo sabía nada parecido a lo de Julian Assange o Edward Snowden ha sido reportado como ocurriendo en la Venezuela por los críticos de la Revolución Bolivariana.

Sexto: “La Justicia es una mera dependencia del poder político”. Aquí creo que se confundió y está hablando de los Bonadío, los Stornelli y compañía, o la tentativa de imponer jueces de la Corte Suprema por decreto, o la muy “republicana” táctica de armar causas sin pruebas con jueces y fuscales amigos para acosar –lawfare mediante- a los adversarios, dictarles la prisión preventiva o sacarlos de la carrera política como a Lula, Correa y tantos otros.

Séptima: “Los jerarcas militares son más importantes que cualquier funcionario civil.” Esto no es información sino una mera opinión. Presente algún dato que corrobore sus dichos. No se puede hacer pasar a un muy sesgado punto de vista como si fuese un dato inapelable.

Octava: “Elliot Abrams, un viejo halcón de Washington encargado de la crisis en Venezuela.” Enternecedora presentación de un bandido y criminal de guerra condenado en 1991 por su participación en la Operación Irán-Contras que traficaba armas y narcóticos para financiar a la contra antisandinista. Además Abrams negó ante el Congreso lo que luego estableciera la Comisión Salvadoreña de la Verdad: que las fuerzas regulares de ese país y las de EEUU perpetraron en 1982 la masacre de El Mozote aniquilando a por lo menos 500 civiles inocentes. Abrams fue indultado por Bush hijo, pese a las sospechas de la vinculación de este personaje con los paramilitares que asesinaron a seis jesuitas de la Universidad Católica de El Salvador. Para Morales Solá, Abrams es apenas “un viejo halcón.” En realidad, un viejo hampón al que Trump le encargó la tarea de “restablecer la democracia en Venezuela”. Al Capone habría sido capaz de hacer algo mejor.

Novena: “Hasta ahora, Maduro usó el diálogo para ganar tiempo o directamente lo rompió cuando le convino.” Sorprende que un columnista estrella de La Nación esté tan mal informado. ¿Por qué no le pregunta a Rodríguez Zapatero quién rompió, cuando estaba a punto de concretarse en República Dominicana, el diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición? El ex presidente del gobierno español le ofrecería una clase muy detallada del papel entorpecedor de esta última y el letal llamado de la Casa Blanca exigiendo a los opositores abandonar el recinto donde se firmaría el acta del acuerdo laboriosamente preparada por Rodríguez Zapatero.

Décima mentira: “Qassem Soleimani era el arquitecto de muchos actos terroristas en el mundo.” Falsa e imperdonable acusación contra el hombre que puso fin a la barbarie de dos nobles creaciones de la Casa Blanca: el Estado Islámico y Al Qaeda. En ese mismo párrafo el opinólogo dice, contradiciendo precisamente su afirmación anterior, que “algunos países europeos y la propia oposición de Trump en los Estados Unidos cuestionaron el asesinato del general iraní.” Obvio: lo hicieron porque era un general de un ejército de un país miembro de la ONU y no un terrorista. Y combatió a los terroristas mientras Hillary Clinton y Barack Obama los apoyaban. ¿O no lo sabía?

Podría seguir, porque hay otras mentirillas más en ese deplorable escrito -como en muchos de sus anteriores- que confirma, por enésima vez que lo que muchos creen que es periodismo no es sino una máquina de verter opiniones interesadas al servicio de los poderes dominantes. Bartolomé Mitre, fundador de La Nación ,quiso hacer de su diario “una tribuna de doctrina”. Con el paso de los años sus sucesores lo degradaron hasta convertirlo en una “tribuna de propaganda.” Lamentable.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/241236-morales-sola-o-la-mentira-como-pasion

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264416&titular=morales-sol%E1-o-la-mentira-como-pasi%F3n-

Autor: Atilio Borón

 

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