Las orientaciones sexuales disidentes no son una enfermedad

Por: Fabiola Méndez

Ilustración: Andrés Otero

En el país, en pleno siglo XXI, hay lugares que realizan estrategias que tienen como único objetivo convertir a una persona a determinada orientación sexual por medio del uso de métodos de violencia física, psicológica o sexual.

Por lo general, se efectúan sobre individuos que tienen una orientación sexual diferente a la heterosexualidad y son llamadas terapias de conversión o ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género).

De acuerdo con Tania Esmeralda Rocha Sánchez, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología, ese tipo de terapias no tendrían que ser nombradas de esa manera, “porque no hay nada que curar”, aseguró la universitaria.

Desde hace más de cinco décadas, los principales organismos e instituciones que trabajan la salud mental argumentaron que la homosexualidad no es un trastorno o padecimiento y, por lo tanto, no es algo que se tenga que curar o cambiar en las personas. Tampoco es una enfermedad de salud mental.

En ese sentido, la especialista en temas de género y diversidad sexual explicó que este tipo de prácticas son realizadas por profesionales de la salud que desafortunadamente no tienen una actualización en torno al tema, o por quienes se encuentran dentro del ámbito religioso, y muchas veces recomendados por familiares o amigos quienes, de manera engañosa, incurren incluso en cuestiones de secuestro, aislamiento de las personas y, por supuesto, actos de tortura.

Lo más grave es que esas acciones violentas quedan impunes o pasan por el secretismo, el silenciamiento e incluso la amenaza a los individuos que lo viven.

Situación histórica

Hoy en día, estas prácticas ya tienen nombre, pero históricamente siempre han existido. Por ejemplo, durante las guerras mundiales y en los campos nazis, había procesos parecidos, en los que sobre todo a hombres homosexuales se les sometía a una serie de actos de violencia o de tortura, específicamente bajo la idea de regular una cuestión hormonal, considerando que era la causa de la homosexualidad.

“Es posible que tengan mucho tiempo de existir; sin embargo, hoy en día se han hecho visibles, porque cada vez se rompe más el silencio, y en la medida en la que diferentes grupos desde el activismo, la academia, y, por supuesto, la gente que lo ha vivido ha levantado la voz para detenerlo, se ha nombrado. Se ha podido reconocer, se ha podido visibilizar e inclusive señalar que constituyen actos de violencia”, detalló Rocha Sánchez.

Asimismo, explicó que a través del tiempo ha habido un proceso de homofobia histórica y se ha pasado de considerar la homosexualidad como un delito a un pecado y una enfermedad. Con los avances científicos se intenta dar a conocer de manera sistemática que ni la homosexualidad ni el tema de las identidades trans o las expresiones de género no binarias constituyen, como tal, un problema de salud mental. “En todo caso aquellos padecimientos o malestares de carácter mental o emocional que las personas LGBTIQ+ llegan a experimentar, pues son más bien resultado de un entorno hostil, violento, de rechazo, de discriminación y de prejuicio, pero no per se de la orientación ni de la identidad o de cómo se expresa al mundo dicha identidad”, aclaró.

El daño causado a las víctimas con este tipo de prácticas es muy variable, porque en algunos casos los individuos son expuestos desde su infancia a estos procesos de tortura, pero sin duda existe una repercusión. “Las violencias sexuales correctivas suelen emplearse mucho más en la adolescencia con las chicas lesbianas o bisexuales. Muchas veces por parte de alguien conocido o familiar, lo cual, además de ser una violación a la propia persona constituye también una cuestión de impacto psicológico brutal, porque en el fondo, todas estas acciones van abonando a que las personas LGBTIQ+ lleguen a vivirse como fuera de lo normativo, con una homofobia o transfobia interiorizada, que muchas veces puede derivar en procesos de depresión o ideación suicida”.

Han dejado de considerarse problemas de salud mental.

Prohibidas en 10 países

En el mundo, sólo 10 naciones han prohibido las terapias de conversión por el daño emocional, físico y la afectación a los derechos humanos de quienes son sometidos a estas prácticas.

En nuestro país, el pasado 11 de octubre de 2022 el Senado aprobó la prohibición de las terapias de conversión sexual con una pena de hasta 12 años de cárcel a quien las realice. El proyecto fue enviado a la Cámara de Diputados para su análisis y votación.

Lo que Tania Rocha celebró, aunque aclaró que es únicamente una iniciativa dentro de muchas más que tienen que existir para que sumen a reiterar y hacer saber, a quienes quizá no se han dado a la tarea de actualizarse o de conocer más acerca del tema, que no se está hablando de cuestiones curables, y que por el contrario, estas acciones pueden ocasionar problemas muy serios de salud mental y emocional en quienes lo viven, e incluso llegar, en muchos casos, hasta el suicidio ante el rechazo y la constante violencia a la que pueden ser expuestas las personas.

La investigadora recomendó la guía Nada que curar, elaborada por la Facultad de Psicología de la UNAM en colaboración con otras instituciones y asociaciones civiles y disponible de manera gratuita para que las familias tengan más información y elementos para no dejarse persuadir o engañar por quienes quieren hacer ECOSIG, y a la vez para tener herramientas que permitan apoyar a las personas LGBTIQ+, “que puedan vivir desde un lugar mucho más pacífico, prometedor, de aceptación de sus propias vivencias”.

Consulta la guía Nada que curar: (https://www.unodc.org/documents/mexicoandcentralamerica/2020/Mexic/Nada_que_curar_2020.pdf).

Fuente de la información:  Gaceta UNAM

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Estados Unidos: 700 niños, víctimas de sus padres homófobos, sin poder ir a clases por esta absurda razón

Redacción: Oveja Rosa

La semana pasada la junta escolar del Distrito Escolar de Rocklin en California aprobó un plan de estudio destinado a acabar con el sufrimiento. El sufrimiento de todos los estudiantes LGTBI que necesitan recibir en sus centros educativos mensajes como: estás bien tal como eres, tu orientación sexual está bien, tu identidad de género está bien, no debes sentirte mal por ello. Y mensajes para los estudiantes heterosexuales, que deben ser educados en respeto y tolerancia.

La educación es una arma poderosa que en este caso, en educación LGTB, ayuda a prevenir el alto número de suicidio adolescente por LGTBfobia, y a prevenir hechos de acoso escolar.

Pero un gran escollo en el respeto y en mejorar la convivencia de los niños y adolescentes son los padres. La intolerancia de los padres, la homofobia y la ignorancia de éstos.

700 estudiantes faltaron el viernes a sus clases como forma de protesta de sus padres, quienes no quieren que sus hijos reciban educación en temas LGTB.

VER: La madre de un joven gay que se suicidó por homofobia, inicia una campaña en los colegios

El plan aprobado para primaria consiste en enseñar en las escuelas sobre figuras históricas que fueron LGTBQ, discapacitados y miembros de minorías raciales. Sí, nada más que eso, nada más que analizar la vida de personas importantes que eran gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, y su defensa de los derechos LGTB. Por ejemplo, un párrafo sobre la astronauta Sally Ride dice que ella «se unió a la NASA y se convirtió en la primera mujer y primera astronauta estadounidense lesbiana».

Pero basta simplemente eso para que la ignorancia de los padres prime sobre el sentido común y se prohíba a los niños saber que Sally Ride era lesbiana, porque dentro de esos estrechos cerebros cabe la idea de que todas esas niñas que aprendan que la primera astronauta era lesbiana querrán serlo también. Ajá…

En la reunión de la junta escolar, se presentó una petición firmada por 1000 padres que pedían a la junta escolar que rechazara el plan de estudios.

«El concepto de orientación sexual es un tema demasiado complejo para que los niños de primaria se presenten en la escuela», dijo una de las madres homófobas. “Los niños en segundo grado simplemente no tienen las herramientas para comprender la sexualidad, ni queremos que lo hagan. Dejemos que los niños sean niños».

Otros señalaron que muchos niños ya saben que son LGBTQ y que no es un concepto extraño para ellos, por lo que es cuando se debe enseñar la inclusión.

«Muchos estudiantes ingresan a la escuela secundaria ya sabiendo que son diferentes, por lo que es tan importante que este plan de estudios se adopte en el nivel de primaria», dijo la maestra de matemáticas Amy Bentley.

El plan de estudios se aprobó con una votación de 3 a 2, y el viernes pasado los padres protestaron con una «sentada» manteniendo a sus hijos en casa.

Un estimado de 700 estudiantes en un distrito con 12,000 estudiantes se quedaron en casa ese día. Los funcionarios del distrito le dijeron a Fox 40 que esperan perder parte del financiamiento estatal por la falta de asistencia. Algunos padres incluso están considerando sacar a sus hijos de la escuela y educarlos en casa. Todo muy lógico, ¿no?

Un estudiante que asistió a la reunión de la junta directiva de la semana pasada observó que la escuela ya está enseñando sobre la heterosexualidad. «La sexualidad ya se enseña a los estudiantes cuando los libros de texto dicen que John F. Kennedy está casado con Jackie Kennedy», declaró el estudiante de secundaria Rohan Sharma.

Fuente: http://ovejarosa.com/700-ninos-victimas-padres-homofobos-sin-poder-ir-clases-esta-absurda-razon/

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La igualdad de género desvela la crisis de la masculinidad

Redacción: Tendencias 21

La homofobia es la forma alternativa de afirmar la virilidad en los hombres tradicionales

La igualdad de género ha puesto en evidencia que la necesidad del hombre tradicional de afirmar su masculinidad frente a la feminidad, se convierte en homofobia en la medida que avanza el reconocimiento de la importancia de la mujer en la sociedad.

Una investigación de la Universidad de Ginebra (UNIGE) en Suiza ha descubierto que el avance social hacia la igualdad de género está provocando un aumento de la homofobia.

En un artículo publicado en la revista Sex Roles, el equipo liderado por Juan M. Falomir demuestra que para compensar esta feminización de la sociedad, emerge una tendencia social que lleva a los hombres más tradicionales a apoyarse en la homofobia para reafirmar su masculinidad.

El proceso social que ha llevado a esta situación se explica de la siguiente forma: antes de mayo de 1968, las normas sociales sobre las que se construía la identidad masculina se basaban principalmente en la oposición hombre-mujer. Una mujer, por ejemplo, tenía que ser sensible y atenta, y estaba obligada a priorizar a la familia a costa de su carrera.

Un hombre, por otro lado, tenía que estar seguro de sí mismo, ser independiente y fuerte, y, sobre todo, tenía que ser no femenino. La masculinidad construida sobre esta oposición era un concepto más frágil que la feminidad: un hombre debía demostrar su virilidad a la sociedad actuando siempre de tal manera que dejase claro que no era una mujer.

Sin embargo, desde la revolución feminista la sociedad occidental se ha estado moviendo hacia una mayor igualdad de género: además de centrarse en sus carreras, las mujeres actuales son autosuficientes y fuertes. Y a los hombres se les permite mostrar sus emociones y cuidar de sus familias.

Esta nueva situación ha provocado lo que se ha llamado una “crisis de masculinidad”, ya que en esta nueva situación muchos hombres no se acomodan a los nuevos patrones derivados de una sociedad igualitaria y no pueden construir su identidad masculina en oposición a la identidad femenina actual.

Cuestionario revelador

Para profundizar en el conocimiento de esta evolución socio-cultural, los psicólogos de UNIGE utilizaron un cuestionario para probar los efectos en los hombres de la desaparición de la norma que afirmaba la masculinidad en oposición a la feminidad.

El cuestionario medía la sintonía de los hombres actuales con las características clave de la masculinidad tradicional: evitar la feminidad, restringir las emociones, afirmar la confianza en sí mismo, la agresión, la dominación, la atracción por la actividad sexual y la homofobia.

Tres grupos de hombres heterosexuales, todos de países occidentales, tuvieron que declarar si estaban de acuerdo o en desacuerdo con unos 50 puntos relacionados con estas normas, para conocer sus reacciones en función de si tenían o no información previa sobre el estado de la cuestión facilitada por los investigadores.

Al primer grupo (control) no se le dio información previa alguna y tenían que responder al cuestionario sin más. Al segundo grupo se le mostraron diversos estudios históricos sobre cómo se afirmaba la masculinidad frente a la feminidad en la sociedad tradicional. Y sólo al tercer grupo se les explicó la evolución de la masculinidad, conciliada con los nuevos valores femeninos, antes de responder al cuestionario.

Homofobia y heterosexualidad

Una vez finalizada esta fase, los integrantes de los dos últimos grupos, que habían respondido al cuestionario en base a la información previa recibida, tuvieron que responder a un segundo cuestionario que medía sus actitudes hacia los homosexuales (sus derechos, sentido de moralidad, las emociones que sienten y su comportamiento) y la afirmación de su propia heterosexualidad en ese contexto social.

Lo que puso de manifiesto esta investigación es que la homofobia y la reafirmación de la heterosexualidad se manifestaron con mucha intensidad en el grupo de hombres del tercer grupo, a los que se les informó que la masculinidad actual está reconciliada con los valores femeninos.

«Es un sistema interconectado», explica el profesor Falomir en un comunicado. “Al disminuir el significado de la norma anti-feminidad, los hombres la compensan enfatizando la importancia de la norma de heterosexualidad. La homofobia es la forma alternativa de afirmar su masculinidad», añade.

Una salida

El estudio determinó asimismo que el aumento de la homofobia no se debe directamente al deseo de reafirmar la oposición tradicional entre hombres y mujeres, sino a la necesidad de afirmar la masculinidad en un contexto social más equilibrado entre los perfiles masculino y femenino.

La salida es afirmar la masculinidad frente a la homosexualidad, que viene a sustituir la oposición femenina tradicional a los valores masculinos clásicos. Y esta tendencia se manifiesta particularmente en los hombres más tradicionales y reacios a asumir los nuevos rasgos sociales de la masculinidad.

Estos resultados reflejan el hecho de que nuestras sociedades occidentales, que establecen la igualdad de género como un principio fundamental, siguen siendo reacias cuando se trata de los derechos de los homosexuales.

“Cuanto más igualamos a los géneros, más difícil se vuelve para los ‘hombres tradicionales’ gestionar esta igualdad y continuar construyendo su masculinidad. «Como ya no pueden diferenciarse de las mujeres, ven la homofobia como una forma de restaurar su virilidad», concluye el profesor Falomir.

Referencia

Perceived Men’s Feminization and Attitudes Toward Homosexuality: Heterosexual Men’s Reactions to the Decline of the Anti-Femininity Norm of Masculinity. Juan Manuel Falomir-Pichasto,Jacques Berent, Joel Anderson. Sex Roles (2019). DOI:https://doi.org/10.1007/s11199-018-0985-6
Fuente: https://www.tendencias21.net/La-igualdad-de-genero-desvela-la-crisis-de-la-masculinidad_a44992.html
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Estados Unidos: La educación sexual desprotege a lesbianas y bisexuales frente a las enfermedades

Estados Unidos/24 de Febrero de 2018/nmas1

La heterosexualidad dominante en el discurso afecta a la salud sexual de adolescentes homosexuales y bisexuales. Según un estudio del Centro de Investigación de Salud Pública Innovadora (California, EE.UU.), la mayoría de las jóvenes lesbianas y bisexuales no saben que pueden contraer infecciones de transmisión sexual (ETS) manteniendo sexo con otras mujeres, porque los programas de los centros educativos las ignoran, colocándolas en un mayor riesgo de infección.

Los investigadores, de las universidades de Nueva York y la British Columbia, UBC (EE.UU.), realizaron grupos online con 160 adolescentes lesbianas y bisexuales residentes en Estados Unidos y descubrieron un impactante desconocimiento en cuestiones de salud sexual y de métodos de protección como barreras bucales para el sexo oral: o bien nunca habían oído hablar de estos métodos, o pensaban que los riesgos de contagio ente mujeres eran inexistentes.

Según los autores del estudio, publicado en Journal of adolescent health, de entre aquellas que conocían las barreras protectoras, muchas reportaron que usar protección volvía el sexo incómodo o menos placentero, lo que les llevaba a abandonarlos. Aunque muchos de los adolescentes consideraban importante hacerse pruebas de ETS, muchas admitieron confiar más en la salud y la higiene de una pareja femenina.

Para Elizabeth Saewyc, profesora de enfermería de la UBC, autora principal del artículo que dirige el Centro de Estigma y Resiliencia para Jóvenes Vulnerables de la UBC, el estudio destaca la necesidad de una educación sexual más inclusiva: «Los jóvenes necesitan información precisa sobre la salud sexual, pero la educación sexual se ha centrado tradicionalmente en el sexo heterosexual».

La educación sexual empezó a ser introducida en países de Occidente especialmente después de la década de 1960, en respuesta al incremento de embarazos adolescentes. Un trabajo publicado en 2016 en la revista BMJ Open concluye que, medio siglo después, esta información es a menudo negativa, discriminatoria, desfasada y deficiente, según los puntos de vista y experiencias de jóvenes a quienes se les enseñó educación sexual en programas escolares en el Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Canadá, Japón, Irán, Brasil, y Suecia entre 1990 y 2015.

Fuente: https://nmas1.org/news/2018/02/23/lesbianas-enfermedades

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