Saltar al contenido principal

Las mujeres no aparecen ni en pintura: la plataforma que reivindica la inclusión de las artistas en el currículo educativo

Cinco razones por las que la exposición feminista ‘Invitadas’ del Museo del Prado no lo es tanto

En el examen de Historia del Arte de la pasada selectividad, los estudiantes de Madrid tuvieron que elegir entre Piero della Francesca, Jacques Louis David, Praxiteles, Bernini o Manet. En Castilla y León preguntaron por Picasso, Miró y Dalí. En Catalunya hubo que analizar el famoso cuadro de la libertad francesa de Eugène Delacroix. En Extremadura, a Eiffel, Gaudí, Le Corbusier y Wright. En la Comunitat Valenciana entró El Greco. Da igual la región: los nombres de las autoras brillan por su ausencia en una prueba que habilita para entrar a la universidad.

Pero esta falta de representación femenina viene de más atrás. Las pintoras, escultoras o compositoras no están entre los exámenes finales porque tampoco son materia de estudio. Sus nombres no son habituales en los libros de texto y, si figuran, a veces son como un epígrafe anecdótico y no como una parte más de la Historia.

Esa es la razón por la que nace La Roldana, una plataforma ciudadana que reivindica la inclusión de artistas en el currículo educativo para que nombres como Sofonisba Anguissola o Clara Peeters no pasen inadvertidos en futuros estudiantes. «A los libros de Historia del Arte no les interesa incluir a mujeres porque no entran en el currículo. No van a gastar tinta en imprimir una foto que no va a salir en el examen», critica Miriam Varela, que como historiadora del arte y aspirante a profesora decidió iniciar una campaña de Change.org para denunciar esta situación que ya acumula casi 10.000 firmas.

Montse Amorós, también licenciada en arte, decidió apoyar la causa y fue así como comenzó el proyecto de La Roldana, bautizado de esta forma en alusión a la primera escultora española de la que se tiene constancia en los registros. Hoy la iniciativa ya cuenta con 120 personas divididas en grupos de trabajo, que van desde organizar la comunicación hasta preparar imágenes para redes sociales. «La propuesta debería venir por parte del Ministerio, porque además en la nueva Ley Celáa inciden en que los estudios serán coeducativos y se fijarán en el trabajo de las mujeres en la historia», aprecia Amorós.

La nueva ley educativa fue aprobada definitivamente a finales de diciembre y, aprovechando este cambio, el Ministerio de Educación ha planteado cambiar el currículo y modificar aspectos como los llamados «estándares de aprendizaje evaluables». «Estos dicen punto por punto los criterios concretos que tienen que seguir los profesores, y si no se ciñen a esos ejercicios pueden ser sancionados por una inspección. Con la norma actual parece que los contenidos van a ser más dispersos y se va a preguntar por cosas como ‘historia de la pintura en el Barroco’. Ahí puede haber espacio para ellas», observa Varela.

elDiario.es se ha puesto en contacto con el Ministerio de Educación para consultar si se plantea alguna medida que fomente el estudio de autoras en clases, y señalan que «la igualdad es uno de los elementos fundamentales de la nueva ley educativa» y que están trabajando «para impulsarla en todos los aspectos a través de la coeducación y el desarrollo de un nuevo currículo». Aseguran que además están en contacto con ANELE, asociación encargada de representar a los editores de libros educativos, «para que haya más presencia de mujeres diferentes en disciplinas entre las que también están las artes». Sin embargo, todavía no dan fechas concretas de cuándo se van a formalizar estos cambios.

Una lucha que no es nueva

«¿Por qué no han existido grandes mujeres artistas?», es la pregunta con la que comienza el vídeo inaugural de La Roldana. Y no es nueva. Es lo que en 1971 se la planteó Linda Nochlin, historiadora del arte estadounidense que además fue autora de uno de los ensayos más importantes para valorar la historia del arte en clave feminista. «Escribió un artículo que se convirtió en reivindicación feminista para todas las historiadoras, ya que hablaba de cosas como por qué la figura del genio solo se puede asociar a lo masculino», apunta Amorós.

Las fundadoras de la plataforma se centran en la situación de asignaturas como Historia del Arte y Fundamentos del Arte (I y II), que se dan en bachillerato, pero alertan de que la falta de paridad también es extrapolable a otros campos de la educación. En España uno de los mayores estudios sobre la presencia de mujeres en libros escolares es de Ana López-Navajas, que en 2011 analizó 115 manuales de tres editoriales en varias asignaturas de la ESO. El resultado, como se puede comprobar en la base de datos disponible en su página web, refleja que los hombres siguen dominando las páginas con una amplia mayoría de un 87,3%.

Otro de los problemas, como señalan las representantes de la iniciativa, es que a veces se estudian autoras como casos aislados o en momentos puntuales, como el 8M, pero luego caen en el olvido. «Siempre han existido artistas y no tenemos que catalogarlas como un grupo independiente. Por ejemplo Las Sinsombrero estuvieron junto a hombres como Dalí o Lorca, no se sentaban en mesas separadas en el bar», dice Varela.

Aunque los cambios en el currículo pueden no ser inminentes, la intención de La Roldana es llevar a los institutos españoles fichas de 34 artistas seleccionadas a través de una encuesta entre todas las integrantes de la plataforma, en su mayoría expertas en Historia del Arte. Este catálogo, además, será trasladado al Congreso y al Consejo Escolar de Estado. «Así es como empieza a cambiar el discurso de la Historia del Arte: si alguien en el instituto conoce a artistas en todas las épocas y entonces pueden empezar a escribir desde cero, sin tener que deconstruir para volver a construir como estamos haciendo nosotras», opina Montse Amorós.

Las especialistas citan ejemplos como Camille Claudel, escultora francesa que siempre ha estado a la sombra de Rodin a pesar de tener méritos propios. También está Berthe Morisot, fundadora del grupo de los impresionistas en Francia y del Salón de los Rechazados que, pese a no ser olvidada, no es reconocida al mismo nivel que varones como Monet o Renoir. O Hilma af Klint, pionera del arte abstracto que por voluntad propia decidió ocultar sus cuadros hasta 20 años después de su muerte en 1889. Pensaba que su arte no sería comprendido en su época, pero la era actual tampoco le ha hecho justicia: conocemos mucho de Wassily Kandinsky, que siguió su estela, pero no tanto de Hilma.

Fuente: https://www.eldiario.es/cultura/arte/mujeres-no-aparecen-pintura-plataforma-reivindica-inclusion-artistas-curriculo-educativo_1_7271918.html

Comparte este contenido:

La programación didáctica del artista.

“Mira la luz, y considera su belleza; parpadea, y vuelve a mirar: lo que ahora ves, antes no estaba, y lo que había antes ya no existe». Leonardo da Vinci

Por: Juan José Silguero.

La programación didáctica del artista.

   El caso es que, bien pensado, casi mejor que las quiten; o las sigan marginando. Música, Historia del Arte, Filosofía, más recientemente Literatura Universal… Tal y como las imparten, para que generaciones enteras de alumnos acaben aborreciéndolas, mejor que dejen de hacerlo. Además, va a dar lo mismo, la desconfianza general hacia el sistema es ya de tal magnitud que bastará con que lo hagan para fomentar todo lo contrario.

   Economía…

   El ahorro de hoy es la pobreza de mañana.

   Cuando lo que va rápido es la difusión de la tontería –ya sean los vídeos virales, las estampitas digitales o las reformas educativas–, la velocidad nada tiene que ver con el progreso.

   La televisión, por ejemplo, siempre será reflejo de la cultura de un país. Y ya sabemos todos lo que se emite en España en horario de máxima audiencia.

   No se puede vivir a expensas del Quijote toda la vida.

   Y es que la sociedad de consumo ha terminado desplazando a la «sociedad de valores» por así decir, esa que solo puede provenir de la cultura y la educación, quizás propiciado por esa creciente formación académica en tan dudosas direcciones (y el consecuente obsoletismo de las humanidades, esto es, DEL SER HUMANO), o, quizás, por simple desidia, o incompetencia, lo mismo da. El caso es que esto no sólo supone una pérdida estética, accesoria, sino orgánica, esencial, y se define como una patología, una penosa enfermedad: el extravío de la cultura y la educación supone, necesariamente, el extravío personal y social, el extravío del eslabón y la cadena, y desemboca, pronto, en el abismo moral, la corrupción y el crimen.

   Es el triunfo de lo abominable, ese que siempre acecha al ser humano. Es el triunfo de la maldad.

   Y es por todo esto que el artista y el maestro son a día de hoy más necesarios que nunca, por tratarse, en realidad, de los mayores humanistas de todos, aquellos que portan la linterna (o el foco, según el caso) por delante de los demás, aquellos que, de hecho, deben situarse siempre a la cabeza.

   Pero a día de hoy se ignora al uno y se menosprecia al otro… y no se sabe muy bien qué hacer con ellos. Cada vez se los escucha menos en cualquier caso. Y mientras la mayoría se regodea en su mediocridad en Facebook o persiguiendo pokémons, esa pasta humana, cada vez más ennegrecida por la ignorancia, se hace más y más uniforme. El rebaño es más estúpido que nunca, y se perpetúa a la vertiginosa velocidad de sus redes sociales.

   Esto se acaba. Los malos ganan. Y un espantoso manto de homogeneidad se extiende sobre el mundo del arte, como una agónica mortaja.

   Imaginad un día en el que los que solo saben elaborar informes se atrevan a establecer las pautas de los maestros y los artistas… un día en el que los Einaudis y los Yirumas campen a sus anchas por el mundo y hasta sean respetados, y los James Rodhes se tomen en serio. ¿Por qué no? En un mundo en el que Belén Esteban vende más libros que Vargas Llosa todo es posible. Un día en el que Telecinco se consolide, año tras año, como líder de audiencia, y las máster-class las imparta Mónica Naranjo…

   Señores de los informes, gracias.

   Ese día ha llegado.

   El entramado social, ése que se sustenta y se fundamenta precisamente en la educación, está diseñado para atender a la masa pero no al individuo, y se articula en una escala de titulaciones que poco o nada tiene que ver con ese millón de circunstancias particulares con las que ha de bregar cada alumno en solitario en su día a día, y que es precisamente lo que más influencia tiene sobre las personas. La sociedad, contemplada a vista de pájaro, puede entenderse como una globalidad; pero no así la formación integral del individuo. Y todos sus implicados –padres, profesores, los mismos alumnos cuyo hermetismo les hace adaptarse con facilidad al sistema–, todos aquellos, en suma, que pretenden relegar el grueso de su formación a los estudios formales, no solo obvian la parte más importante de la formación del individuo –que no puede ser otra que su desarrollo humanístico–, sino que, en muchos casos (en los más aplaudidos de hecho) los anteponen, lo que genera un desequilibrio que se manifiesta tarde o temprano y que se traduce, con desmoralizante frecuencia, en unos estudios exitosos y unas vidas fracasadas.

   Así, y por más maquinitas que aparezcan, la proyección individual de cada uno se pierde poco a poco en una trágica y absurda confusión de fines y perfección de medios. Absurda… cuando el precio que hay que pagar por la adquisición de la técnica es la renuncia del talento.

   Vender el coche para comprar la gasolina.

   Humanidad es identidad. Identidad es integridad. Pero esto es algo más que un estado del Whatsapp. En la mayoría de los casos (si no en todos) no viene de serie.

   Se hace preciso construirlos.

   Y esa construcción, esa “creación”, solo puede ser individualizada.

   Pero resulta que, en este preciso lugar, los maestros y los profesores nos encontramos con un inestimable instrumento educativo:

   La Programación Didáctica.

   La Programación Didáctica como paradigma educativo, como único paradigma educativo supone el empleo de un solo molde para todos los alumnos, aún a pesar de su irrisoria previsión de recoger (con toda pulcritud, eso sí) que todo aquello que escape de ese molde –que es todo– se atenderá adecuadamente mediante las pertinentes “adaptaciones curriculares…”.

   Tiene tanto sentido como poner puertas al mar… Ilusión de control. La corriente se abre paso enseguida.

   El artista también.

   La mediocridad, en cambio, parece del todo encantada en ese medio, como era de esperar.

   Nietzsche dijo:

   “Cuánto más poderosa sea una vida influyente y creadora tanto más introducirá la desigualdad de los hombres en su nuevo sistema de valores, tanto más implantará una jerarquía y una nobleza de alma. Y al contrario: cuánto más débil e impotente sea una vida, tanto más intentará rebajar a los únicos, las excepciones, a su ordinariez y a su mediocridad; tanto más verá en la grandeza el crimen contra la igualdad; tanto más querrá vengarse de los hombres de vida poderosa, a quienes todo les ha ido bien. La voluntad de igualdad no es, por tanto, más que la impotente voluntad de poder de los desafortunados”.

   Es cierto que, en un principio, su mera existencia parece apoyarse en una premisa razonable: “Dado que la vida es difícil de prever –parece decir–, dada su naturaleza inaprensible, caótica… tratemos al menos de ser nosotros previsores, predecibles, ordenados, mediante nuestras incólumes programaciones didácticas y nuestros lapidarios decretos”.

   Pero resulta que la propia naturaleza hierática de este principio es lo que más expone a los alumnos –a las personas–, por ser, precisamente, lo que más perjudica el más decisivo de los paradigmas humanos:

   La adaptación.

   Ya no digamos a los artistas.

   Lo que se aprende mediante la propia decisión, mediante la propia convicción, no se olvida nunca, y menos aún cuando uno se equivoca. De hecho, no creo que exista ninguna otra forma de aprender. Pero incluso los alumnos más inflexibles, aquellos que mejor se adaptan a los rigores del sistema educativo, también se sitúan, por ese mismo motivo, en una posición de inferioridad vital. Y ya no se trata de una postura previamente decidida o elegida… Hay personas que son de bambú, y otras que son de piedra. Sino que, incluso “sin serlo” de antemano, cualquiera puede hacerse inflexible sometido a tan rígido yugo durante tantos años, particularmente los más faltos de carácter. El obcecamiento –también el que se inclina hacia el lado de la virtud– no deja de ser un desequilibrio, y degenera en fanatismo o en simple vicio como cualquier otro, al empeñarse en hacer rígido lo que, por naturaleza, no es.

   De ahí parten también ese grueso de alumnos, brillantes estudiantes en un principio, pero que terminan perdiéndose en el camino.

   En este sentido, parece lógico suponer que la atención del profesorado debería dirigirse antes hacia aquello que no funciona bien que hacia eso otro que prácticamente “funciona solo”. Pero resulta que un buen número de profesores (y aún más en el terreno de la música) se muestran mayormente orgullosos de sus alumnos más brillantes, y, por ese motivo, terminan dedicando a éstos la mayor parte de su atención y de sus esfuerzos, cuando debería ser al revés.

   Con pacientes sanos es muy fácil ser médico.

   El alumno, en definitiva, ha de aprender a ser disciplinado, pero también a no serlo. Y es en este último caso donde, en la enseñanza reglada, solo recibe desaprobación, penalización, lo que, a base de desencanto, termina introduciéndolo, a la fuerza, por un aro cada vez más estrecho. Muchos se quedarán atascados en ese aro… y todavía habrá quien se sorprenda al verlos desembocar en ese limbo llamado “fracaso escolar”. Y es que el engaño es de tal magnitud que ha logrado convencer a generaciones enteras de que aquel que no tenga su lugar en la maquinaria general habrá fracasado.

   No puede existir un planteamiento más miope… ni mayor injusticia, ni mayor torpeza que tratar a todos los alumnos por igual, mediante una programación general y un sistema educativo de cemento.

   El alumno talentoso, aquel que posee una mente independiente e imaginativa –y, por eso mismo, naturalmente rebelde–; aquel que quizás no necesita tanto que le sancionen pero sí que le encaucen; aquel que es capaz, en suma, de los más altos vuelos y de las mayores torpezas académicas no puede instalarse en una maquinaria tan burda como una pieza más –pues, de hecho, no lo es–, y, el empecinamiento en que así sea terminará convirtiéndolo, en efecto, en inservible, inútil para la obra común.

   El talento (ya no digamos el genio) es rebelde por una simple cuestión de espacio. La intransigente maquinaria general se le queda pequeña. Desecharlo por ello constituye el mismo contrasentido que desechar el motor de un avión porque no sirve para un coche.

   O peor aún: desmantelarlo.

   Hay piezas que no funcionan del modo esperado, es evidente, fuera y dentro de la maquinaria educativa. Pero, lo que muchas veces sucede, es que se las pretende hacer funcionar en el lugar que no les corresponde. Esas piezas necesitan mucho antes flexibilidad e imaginación que objetivos y contenidos.

   La diversidad de moldes que empleó el Creador en la fisonomía de cada uno es pobre en comparación con la diferencia de entendimiento que puso en ellos.

   La Programación Didáctica no sirve; es inútil. Cada alumno es una Programación Didáctica.

   Confusión de fines y perfección de medios…

   La educación continúa siendo el norte; el maestro la brújula. Pero resulta que ahora se navega con gps.

   Y los ciegos y los sordos se desorientar enseguida.

   El arte sigue siendo la inspiración, el salvavidas… pero ya no aparece en los programas educativos.

   Nada ha cambiado.

   La dignidad del género humano continúa estando en manos de los artistas, como ya advirtiera Schiller hace más de doscientos años…

   Conservadla.

Fuente: https://www.codalario.com/juan-jose-silguero/apartado-para-rotacion-de-informaciones-en-la-cabecera/opinion-la-programacion-didactica-del-artista-por-juan-jose-silguero_5598_34_16637_0_1_in.html

Imagen: https://www.codalario.com/v_portal/inc/imagen.asp?f=aaaaaaaaaaaaaani5.jpg&w=939&c=0

Comparte este contenido:

Película: La sonrisa de Mona Lisa

La sonrisa de Mona Lisa (Mona Lisa Smile en inglés) es una película de cine estadounidense dirigida por Mike Newell. La película se desarrolla en 1953, una época en la que las mujeres no tienen la oportunidad de decidir por sí mismas.

Actores principales

  • Julia Roberts (Katherine Watson)
  • Kirsten Dunst (Betty Warren)
  • Julia Stiles (Joan Brandwyn)
  • Maggie Gyllenhaal (Giselle Levy)
  • Marcia Gay Harden (Nancy Abbey)
  • Dominic West (Bill Dunbar).
  • Topher Grace (Tommy Donegal)
  • Ginnifer Goodwin (Connie Baker)
  • Juliet Stevenson (Amanda Armstrong)
  • John Slattery (Paul Moore)
  • Christopher Joseph Burke (guardian)

Katherine Watson (Julia Roberts) se traslada desde California al campus de la prestigiosa y estricta Universidad de Wellesley en (Estados unidos), en otoño de 1953, para enseñar Historia del Arte. En plena postguerra, Watson espera que sus estudiantes, las mejores y las más brillantes del país, aprovechen las oportunidades que se les presentan para emanciparse. Sin embargo, poco después de su llegada, Katherine descubre que la prestigiosa institución está anclada en la tradición y el conformismo. A Katherine le disgusta esta situación e intenta ayudarlas.

Según su profesora de etiqueta, Nancy Abbey (Marcia Gay Harden), un anillo de compromiso en el dedo de una joven está considerado un premio mayor que una buena educación. Cuando Katherine anima a sus alumnas a pensar por sí mismas, se enfrenta con las facciones más conservadoras del profesorado y del alumnado, incluida una de sus estudiantes, la superficial Betty Warren (Kirsten Dunst). La recién casada Betty se convierte en una formidable adversaria cuando Katherine convence a su mejor amiga, Joan Brandwyn (Julia Stiles), para solicitar su ingreso en la Escuela de Derecho de Yale, incluso aunque esté esperando la propuesta de matrimonio de su novio. Para la elegante y provocativa Giselle Levy (Maggie Gyllenhaal), Katherine se convierte en mentora y modelo de comportamiento. De su ejemplo, la dulce y tímida Connie Baker (Ginnifer Goodwin) también adquiere valor y consigue la suficiente confianza para superar sus inseguridades. A través de los intentos de sus estudiantes para encontrar su propio camino, Katherine también aprende una lección diferente para ella misma.

En Español:

En Inglés:

Fuente de la Reseña:

https://es.wikipedia.org/wiki/La_sonrisa_de_Mona_Lisa

Comparte este contenido:
OtrasVocesenEducacion.org