La ciruela

Por: Ilka Oliva-Corado

Guillermina deja las bolsas del supermercado sobre la mesa y con urgencia saca una ciruela, la lava y le da una mordida, el jugo se le escurre por la comisura de los labios. Cierra los ojos y saborea lentamente su dulzura mientras agradece a las manos que la cuidaron desde que la semilla del árbol fue plantada. Desde niña sus abuelos campesinos le enseñaron a agradecer el trabajo que realizan quienes cultivan la tierra.

Originaria de Parramos, Chimaltenango, Guatemala, cuando llegó a Estados Unidos no hablaba más que su idioma materno, el cakchiquel. Palabras de español, una por aquí y otra por allá, del inglés jamás había escuchado. Lleva veinte años trabajando como empleada doméstica en Nueva York, ahí aprendió a viajar en tren. La primera vez que se subió a uno y vio los mundos de gente en la estación se sorprendió, de la tecnología y de la cantidad de personas que viajan en ese medio de transporte. En Guatemala nunca vio uno, sólo conoce la melodía El ferrocarril de los altos, que le gustaba a sus abuelos cuando la escuchaban en la radio, recuerda que le contaban que en Guatemala un día existió un tren que fue el más famoso de Centroamérica.

Guillermina dejó Guatemala junto a su hermano Jacobo para ayudar a sus padres en la crianza de sus hermanos pequeños, su historia no varía de la de miles de guatemaltecos que se ven forzados a emigrar de forma indocumentada. Estaba en las vísperas de los quince años cuando dejó su indumentaria indígena y metió en una mochila dos pantalones y dos playeras que compró en las ventas de ropa usada del mercado, para zapatos no le alcanzó y se fue con sus caites de diario. El único suéter de su mamá fue todo su abrigo para el trayecto.

No sabe cómo le hizo su memoria, pero logró bloquear todos los recuerdos del trayecto desde que llegaron a Tapachula, pero su hermano Jacobo los recuerda patente, pero la quiere tanto que sería incapaz de llevar a su memoria nuevamente el abuso sexual que vivieron los dos durante veinte días en manos de los coyotes que después los fueron a dejar tirados a Tijuana. Desde esos días Jacobo nunca ha logrado dormir una sola noche de corrido, lo despiertan en la madrugada las pesadillas.

Tiene tres trabajos. Cada viernes juntan dinero con Guillermina para enviar la remesa, ninguno de los dos autoriza a que emigren sus hermanos pequeños que en Parramos trabajan la tierra de sus abuelos, pero Miguel el menor, no les hizo caso y emigró con otro grupo de amigos, quería ir a ayudarles a sus hermanos mayores en la carga económica de la casa, lleva tres años desaparecido.

Guillermina, muerde la ciruela que la lleva a las remembranzas de los campos de cultivo de frijol, a la sombra de los palos de aguacate, naranja y a los surcos de los milpales por donde vio a sus hermanos pequeños empezar a caminar mientras sus padres trabajaban.

El jugo de la ciruela se le escurre por la comisura de los labios, Guillermina agradece a las manos que la cuidaron desde que la semilla del árbol fue plantada, el sabor de la fruta que tanto le gustaba a Miguel le desata un dolor que ha tenido anudado en la garganta durante tres años y comienza a llorar desconsoladamente.  Cuando estaba en el supermercado recibió la llamada de Jacobo, por fin tienen noticias de Miguel, el equipo forense que hizo las pruebas les confirmó su identidad. Un equipo de rescate humanitario que buscaba a una migrante desaparecida meses atrás encontró sus huesos en un río seco en Sonora. Por fin sus padres podrán enterrar a su hijo pequeño en el cementerio del pueblo.

Fuente de la información: https://cronicasdeunainquilina.com

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United Minds, la librería que quiere romper los estereotipos sobre la cultura africana

Autor: Marta Moreira/Valencia Plaza

Sus propietarios, afrodescendientes nacidos en València, seleccionan para CulturPlaza una lista de títulos esenciales sobre feminismo, historia y migración

Deborah Ekoka y Ken Province se conocieron hace poco más de cinco años, pero el relato de su infancia tiene muchos puntos en común. Como afrodescendientes nacidos y criados en València en los años ochenta, ambos saben lo que significa ser el único niño negro de la clase. Hace treinta años, la multiculturalidad no revestía gran interés en el protocolo educativo de los colegios, lo que sumía a chavales como ellos en un comprensible desconcierto respecto a su propia identidad.

“Mi padre llegó a España cuando tenía diez años, huyendo con su familia del golpe Estado [el liderado por Teodoro Obiang Nguema en 1979]. Se instalaron en Alzira, donde conoció a mi madre -explica Deborah, mientras coge en brazos a Memphis, el hijo de tres años que comparte con Ken-. Recuerdo que en los libros de texto que yo estudiaba lo único que se decía de Guinea Ecuatorial era que había sido una colonia española. Mis raíces africanas se limitaban a una sola frase. De hecho, cuando a mi padre le paraba la policía o la guardia civil para pedirle la documentación no entendían por qué tenía DNI español y hablaba tan bien el idioma”.

Foto: EVA MÁÑEZ

Foto: EVA MÁÑEZ

“A muchos afrodescendientes nos ocurría también que nuestros padres tampoco nos hablaban demasiado de sus orígenes”, añade Province. Sus progenitores –él haitiano y ella manchega- se conocieron mientras estudiaban en la Facultad de Medicina de València. “Conforme fui haciéndome mayor fue aumentando mi interés por conocer mis raíces. Viajaba con cierta frecuencia a Estados Unidos a ver a mi familia haitiana, y aprovechaba para comprar ropa, música y libros de cultura africana, porque sentía que me enriquecía. En esa época en España no había casi nada, y cuando llegaba era con años de retraso”. Esta motivación le condujo hacia el hip hop y a la producción de música. Cuando conoció a Deborah años más tarde, decidieron contribuir juntos a difundir la cultura africana, “que no solo tiene que ver con la historia, la música o la literatura que se produce dentro de ese continente, sino en toda la diáspora africana, que incluye prácticamente todos los países del mundo”.

Descartada la idea de fundar una revista, la pareja acabó decantándose por abrir “la primera y única librería española consagrada únicamente a la cultura africana”. United Minds abrió sus puertas en 2014 en el barrio de la Olivereta, en el mismo local que antes ocupaba el ultramarinos del abuelo de Ken. Dotada con un espacio adyacente donde se realizan habitualmente charlas, tallares y proyecciones de películas y documentales, esta librería se ha convertido en un punto de referencia imprescindible para todos aquellos interesados en temáticas transversales como la historia de los fenómenos migratorios, la lucha por los derechos civiles, el feminismo o la música negra. “Queríamos rescatar muchos temas silenciados, y también historias súper interesantes que la gente desconoce”, apunta Ken, mientras recorre con la mirada las estanterías de la tienda, en busca de títulos que nos sirvan de ejemplo. “La parte más divertida de nuestro trabajo es aconsejar a la gente que viene con la mente abierta. Me dicen que temática les interesa, y yo les sugiero libros. Todos los que tenemos aquí están relacionados de alguna manera. Uno te llevará a otro de manera natural”. “Es muy bonito ver cómo leer ayuda a muchas personas a derribar estereotipos. Por ejemplo, una de las ideas erróneas que tiene mucha gente es que en España no vivían personas de origen africano hasta hace unas décadas. Después descubren a personajes como Juan de Pareja [pintor barroco de origen morisco y ayudante de Velázquez] y se sorprenden mucho”, explica Deborah, quien compagina la coordinación de las actividades paralelas de United Minds con la gestión cultural externa. Es cofundadora del festival Afroconciencia, que cuenta con un espacio cultural permanente en el Matadero de Madrid, así como del encuentro, Black Barcelona, cuya tercera edición comenzará el próximo 6 de julio.

Foto: EVA MÁÑEZ

Foto: EVA MÁÑEZ

United Minds es además una librería nómada, que viaja constantemente a ferias, universidades y festivales de toda España en busca de nuevos lectores. “Nuestros clientes no responden a un único perfil. Vienen desde chicas jóvenes que quieren leer a feministas africanas como Chimamanda Ngozi, hasta señores de ochenta años”.

Firmes creyentes en el dicho de que los prejuicios se “curan” viajando y leyendo, Ken y Deborah hacen una selección para CulturPlaza de algunos títulos esenciales para aquellos que quieran profundizar en el conocimiento de la cultura africana-.

Los condenados de la tierra. La llegada a València de las 629 personas rescatadas por el Aquarius frente a las costas de Libia –prácticamente todos ellos procedentes de África- ha evidenciado una vez más la falta de empatía y de comprensión de los europeos hacia los fenómenos migratorios. “Este libro, escrito por el psiquiatra y filósofo caribeño Frantz Fanon a principios de los años sesenta, es absolutamente visionario. Nos abre los ojos a muchas de las cosas que están ocurriendo hoy en día”, apunta Ken.

Más brillante que el solEditado en España por CajaNegra y escrito en 1998 por el ensayista y artista británico Kodwo Eshun, este ensayo describe las claves del afrofuturismo en todas sus vertientes: cine, música, fotografía, etc. “Es un libro muy completo, que habla de muchos artistas, desde Miles Davis y John Coltrane hasta Sun Ra o Public Enemy. El truco está en leerlo mientras escuchas las canciones de las que habla el libro. Te abre las puertas de un mundo enorme”.

Reinas de África y heroínas de la diáspora negra. La editorial barcelonesa Wanafrica, especializada en el rescate de obras esenciales sobre cultura africana que nunca antes se han traducido al español, publicó el año pasado este ensayo de Sylvia Serbin que retrata a 22 mujeres influyentes como La reina Pokú de Costa de Marfil o las amazonas de Dahomey. “Es antagonista de otro libro del mismo título escrito por Cristina Morató, que es un buen ejemplo de cómo no es lo mismo hablar sobre África, desde un punto de vista paternalista que no aporta nada, que hablar desde África”.

Foto: EVA MÁÑEZ

Foto: EVA MÁÑEZ

De Misisipi a Madrid. Una visión de la guerra civil española a través de la mirada de un afroamericano que se alista en la brigada Lincoln para luchar contra el fascismo. “Este libro no tiene desperdicio, y se lee rapidísimo porque está lleno de intriga –comenta Ken-. Sorprende incluso a los estudiosos de este episodio de la historia”.

Los jacobinos negros Publicado en 2014 por la editorial RYR, este ensayo cuenta la historia de la revolución en Haití. “Mucha gente no lo sabe, pero esto también es historia de África. Es el relato de cómo los esclavos de la isla caribeña se levantaron cuando vieron que en Francia estaba a punto de estallar la Revolución Francesa con el lema Libertad, igualdad, fraternidad, mientras que los franceses de Haití hacían con ellos justo lo contrario”, explica Ken. “Es un libro que muestra muy claramente porque el país es tan miserable hoy en día”.

Foto: EVA MÁÑEZ

Foto: EVA MÁÑEZ

El cuerpo político negro“La editora Mireia Sentís es la coordinadora de esta potentísima antología que reúne autores muy diferentes –artistas, activistas, etc.- que tienen en común la negritud”.

Cómo educar en el feminismo. La joven escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie es una de las figuras más destacadas de la literatura africana contemporánea. Random House ha publicado varios de sus libros, entre los que Deborah destaca este. “Creo que debería leerse en los institutos porque pone contexto a muchos de los errores del machismo que hay que corregir. Como el hecho de que a las niñas nos educan para ser buenas, y a los niños para ser fuertes. No solo en África, sino también en Europa o Estados Unidos”.

Foto: EVA MÁÑEZ

Foto: EVA MÁÑEZ

La emancipación de la mujer y la lucha africana por la libertad. Este libro, escrito por el revolucionario Thomas Sankara de Burkina Faso, “rompe totalmente el estereotipo de que los hombres africanos son machistas”, comenta Deborah.

Las que se atrevieron. “Lo escribió la periodista Lucía Asué Mbomío para contar la historia de las mujeres españolas que se atrevieron a romper los tabúes y casarse con hombres negros en la etapa postfranquista. Es un libro nos toca muy de cerca de los afrodescendientes españoles”.

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