Está disponible para su descarga el libro “Un espacio de encuentro con la naturaleza y la enseñanza: Escuela huerto, orientaciones didácticas al docente”, proyecto desarrollado en el marco del convenio colaborativo entre la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), junto a académicos de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile.
Después de un año de trabajo, se elaboró este manual y videos de apoyo que contienen una pauta básica para implementar un huerto escolar. Considera actividades a desarrollar en diferentes asignaturas, abordando objetivos de aprendizaje y objetivos transversales establecidos por el Ministerio de Educación.
Este documento se realizó a partir de un estudio de factibilidad, que buscaba crear un modelo de huerto escolar sustentable y pedagógico que fue desarrollado en 12 establecimientos educacionales de la Región Metropolitana y la Región de O’Higgins, donde participaron más de 2000 alumnos de kínder, primer y segundo año básico.
Las autoras y editoras de este libro hacen un especial agradecimiento a Alejandro Rojas Wainer, por entregar su experiencia, cariño y apoyo en todas las etapas del proyecto.
Autoras y editoras Nelly Bustos Camila Corvalán María Luisa Garmendia
Costa Rica / 25 de enero de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: El Mundo
En Costa Rica se promueve la educación alimentaria y nutricional en 58 escuelas y 10 Centros de Atención de la Dirección Nacional de Centros de Educación y Nutrición y de Centros Infantiles de Atención Integral (CEN-CINAI), beneficiando a 10. 800 estudiantes en la Zona Central y la Región Brunca, mediante el Proyecto Fortalecimiento de los Programas de Alimentación Escolar impulsado por la Cooperación Internacional entre el Gobierno de Costa Rica, el Gobierno de Brasil y la FAO.
“La principal oportunidad para Costa Rica con esta cooperación brasileña, consistió en poder trabajar una estrategia de educación alimentaria nutricional con los niños de los centros educativos y CEN-CINAI, y fomentar las compras de alimentos para la alimentación escolar de los agricultores familiares vecinos a estos centros educativos como una oportunidad para dinamizar las economías locales en nuestro país”, señaló Karla Pérez, Coordinadora del Proyecto de la FAO en Costa Rica.
El proyecto fomenta la reducción de la pobreza, mediante la articulación interinstitucional e intersectorial, impulsa la participación social, la educación alimentaria y nutricional a través de huertas escolares pedagógicas. También, incluye el aspecto del mejoramiento de la infraestructura y el equipamiento de 58 comedores escolares para garantizar mejores condiciones en la alimentación infantil.
Según Octavio Ramírez, Coordinador Residente de la FAO en el país, gracias al proyecto se fomenta el establecimiento de compras directas a la agricultura familiar para la alimentación preescolar y escolar, mediante asistencia técnica y capacitación de los agricultores que les permita mejorar la comercialización de sus productos.
Desde el 2013 el proyecto ha trabajado en conjunto con el Ministerio de Educación Pública (MEP), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), el Ministerio de Salud, el Consejo Nacional de Producción (CNP), el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Instituto de Desarrollo Rural (INDER) y el CEN-CINAI.
“El éxito del proyecto se debe a la implementación de un ejercicio práctico denominado Escuelas y CEN-CINAI Sostenibles, que demostró que se podían desarrollar una serie de acciones que inciden directamente en la mejora y el fortalecimiento de los programas de alimentación infantil, sin que esto implique una inversión adicional de los recursos públicos. Esto favorece la toma de decisiones asertivas y fortalece la articulación interinstitucional en torno a este tema tan relevante”, comentó Pérez.
Además, se ha capacitado a 638 docentes y 2700 madres y padres de familia sobre la importancia de promover estilos de vida saludables en las escuelas y en los hogares.
El año pasado, mediante una alianza entre el MEP y la Universidad de Costa Rica, se trabajó en la actualización de los menús escolares de acuerdo a la cultura alimentaria local y a los gustos del estudiantado, incorporando propuestas innovadoras para garantizar una alimentación adecuada y apetecible para la población estudiantil.
Empoderamiento de organizaciones sociales y de la agricultura familiar
El proyecto logró fortalecer 126 organizaciones sociales que trabajan directamente en los centros educativos y CEN-CINAI y 8 organizaciones de la agricultura familiar local, a través de talleres y mejoras de los sistemas productivos y comerciales de 240 productores nacionales.
“Mi expectativa de venderle al centro agrícola es la producción verde e integrar a las personas a un nuevo mundo, donde podamos producir comida limpia para las nuevas generaciones e integrar a los agricultores y volver a la tierra, volver a nuestras raíces de la mano del ambiente”, dijo Anthony Navarro, agricultor familiar de Frailes.
Huertas estudiantiles como herramientas de aprendizaje
Las huertas permiten que el estudiantado adquiera conocimientos y habilidades prácticas de la producción de alimentos y se motiven a consumir vegetales y frutas frescas.
“Las huertas escolares en las escuelas costarricenses, son espacios que van más allá de la agricultura en sí, ya que pretendemos unificar la parte del conocimiento teórico con la parte práctica, incentivando al estudiantado a trabajar en un espacio donde están relajados, en libertad, compartiendo, aprendiendo y siendo felices”, afirmó Tania Ureña, educadora de la Escuela Cecilio Piedra Gutiérrez, Frailes.
Por otra parte, el proyecto implementó capacitaciones en línea para los docentes del Ministerio de Educación Pública, con el objetivo de promover el uso de la huerta como una herramienta pedagógica en todo el territorio nacional.
Braiton Aguilar, estudiante de la Escuela Cecilio Piedra Gutiérrez, aseguró que en las huertas de la escuela y en la casa aprenden a sembrar plantas comestibles que les permite acostumbrarse a comer más vegetales y frutas.
Los programas de alimentación preescolar y escolar son una herramienta de intervención estratégica de protección social y de aplicación del derecho humano a la alimentación adecuada, que está en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para lograr la seguridad alimentaria, acabar con la malnutrición y mejorar el déficit alimentario de la población.
“Yo antes sí comía mucha cochinada, así como paquetillos, pero ahora que estoy en la huerta me he acostumbrado a comer más vegetales y frutas”, comentó Aguilar.
En la actualidad, se pretende que el proyecto sea un ejemplo que se pueda replicar en todo el país, puesto que constituye uno de los elementos de mayor incidencia política, gracias a los resultados alcanzados y al potencial de expansión que representa para contribuir con el fortalecimiento y la sostenibilidad de estos programas sociales tan importantes en el desarrollo integral de Costa Rica.
«De particular preocupación les resultaban las escuelas y las universidades que, decían, no cumplían bien su tarea de ‘adoctrinar a los jóvenes’ convenientemente: el activismo estudiantil -el movimiento de derechos civiles, el movimiento antibelicista, el movimiento feminista, los movimientos ambientalistas- probaba que los jóvenes no estaban correctamente adoctrinados». [Noam Chomsky, 2014: Sobre el trabajo académico…sinpermiso.fo]
Por Rodrigo J Garcia
Llegar a un aula donde no hay nada y hacer crecer un huerto, podría parecer una osadía, sin embargo a mí me pareció lo más conveniente… ¡Que ilusión! ¿No?
Colegio Público de Educación Infantil y Primaria
«Inés Relaño» de Almería
Con ese aliento inicial esta experiencia se convirtió en el proyecto docente preferido de Carmen Cañabate Carmona, maestra del Colegio Público de Educación Infantil y Primaria «Inés Relaño» de Almería.
Cuando comenzó el curso no se imaginaban que iba a ser posible, que serían capaces de desarrollar el proyecto entre todos y con éxito; a pesar de lo sencillo que puede parecernos ahora que se encuentra en marcha.
Esta iniciativa de investigación y de trabajo de aula se desplegó el pasado curso, cuando Carmen–después de un tiempo alejada de las aulas– se incorporó al mencionado centro, comenzando su tarea con un grupo de alumnos y alumnas de 1º de Educación Primaria.
El inicio fue un poco duro, tuvo que empezar por conseguir «algunos recursos de aula«. El espacio estaba bastante huérfano de materiales, revelando un ambiente empobrecido de aprendizaje. «A pesar de todo»,Carmen confiesa que «albergaba mucha ilusión»: era consciente de que, en una semana, le «llegaría un batallón de afanosas personas de seis años, creativas, entusiastas y con fuerzas para transformar este lugar en un sitio acogedor, repleto de posibilidades de aprendizaje».
Es cuando Carmen se plantea ¿por qué no proyectar, en este entorno en principio no muy propicio, la gestación de un huerto escolar? Esto sí que podría ser un prometedor recurso de aprendizaje.
El primer problema que debía resolver era el espacio. Disponían de un«minipatio» interior que servía de iluminación a la clase y con el que, como casi nadie lo usaba, se sintieron afortunados: les pareció ideal para sus plantaciones.
Buscaron enInternet información sobre huertos urbanos y pudieron hacerse con algunos ejemplos:pequeños huertos en terrazas y en otros lugares que podrían parecerse a su pequeño patio.Les gustó la idea deplantar en garrafas de agua; además de muy barato, les servía para trabajar de manera colectiva la rutina de reciclar. Guardaban, también, para el semillero inicial, los botes de zumo que traían para el desayuno, los vasitos de yogurt, las bandejas donde se envasa la carne… e incluso reciclaron los cartones de leche, fabricando calendarios de mesa.
Decidido el espacio y contando con que los primeros materiales estaban al alcance, lo único que les faltaba era tierra y semillas para plantar, así queCarmen pensó que «los recortes del Señor Wert» aún le dejaban margen para comprar un par de sacos de tierra y unas semillas.
Pero el huerto era, ante todo, un recurso educativo que debía cumplir su propósito de promover aprendizajes sobre las plantas y sobre el propio proceso creativo de aprender. Se comenzó buscando información…
«Ahora estamos en la fase de pasar los plantones a lo que va a ser nuestro ‘huerto escolar urbano‘. Cuando hemos ido a trasplantar, nos hemos dado cuenta de que las plantas al crecer se inclinaban todas hacia un lado y todas hacia el mismo.
Así que les pregunté a mis investigadoras e investigadores por qué creían que todas se ‘torcían hacia el mismo lado‘ y éstas fueron las respuestas: .- Se están secando, .- Les falta agua. .- Se van a ‘pudrir’ .- Van buscando el agua. Todas las razones que daban apuntaban a relacionar ‘el suceso’ con la falta de agua. Casualmente habíamos dejado un envase con agua en el lado hacia el que giraban, así que todo el grupo percibía que esa podía ser la razón y no alcanzaron a aportar otra. Para probar las hipótesis, les planteé que íbamos a hacer un experimento para ver si estaban en lo cierto: .- Por un lado, regamos un grupo de plantas y otro no, para comprobar si al tener agua suficiente crecían rectas hacia arriba. .- Por otro lado, por si la hipótesis adecuada era que iban buscando el agua del envase, lo cambiamos de lugar y lo pusimos justo al lado contrario.
Pudimos comprobar que nuestras hipótesis eran falsas y que a pesar de los cambios producidos, todas nuestras plantas seguían un poco inclinadas hacia el mismo sitio. Pues habría que buscar otras razones, les dije; y después de pensar un rato, escuchamos una «vocecilla» revelando que… iban buscando la luz de la ventana.
Así que renovamos nuestro experimento, les dimos la vuelta a todas para ver si cambiaban la inclinación de nuevo hacia la ventana y a unas pocas nos las llevamos a un rincón lejano y más oscuro, también giradas hacia donde no había luz y esperamos a ver los resultados... Dos días después pudimos comprobar que cambiaban de rumbo y se inclinaban hacia la luz de la ventana. .- ¡Ha ganado el experimento! ¡Ha ganado el experimento! Se oía gritar con entusiasmo, y los demás miraban entre sorprendidos y divertidos con el nuevo descubrimiento. De repente pensé que algo así debió sentir Newton con aquello de la manzana.»
[Carmen Cañabate.»Hipótesis y experimentos«, en su blog: Estrellas de primero.]
También aprendimos matemáticas, lengua, tecnologías de la información y de la comunicación (TIC)… Aprender con proyectos -insiste Carmen-significa ser consciente de que el aprendizaje no está parcelado, como se empeñan en mostrarnos los libros de texto. Las áreas y los contenidos curriculares se mezclan de manera tal, que muchas veces es difícil identificar si estás contribuyendo al aprendizaje de lalengua o de las ‘mates‘ o estás trabajando «cono« (conocimiento del medio).
No solo se rompen las fronteras entre temáticas, horarios… sino la organización clásica del aula. Se hace precisa una autentica transformación. En este caso, para éste y otros proyectos, se trabajó por rincones.
Esta reorganización del espacio del aula permitió el trabajo en colaboración y en pequeño grupo, lo que hacía posible que, en el mismo momento, no todos los alumnos se encontrasen haciendo lo mismo, sino que se dejaban llevar más por sus intereses y habilidades. El aula se inundaba de inquietud y de ilusión por aprender, incluso en quienes presentaban más dificultades.
En el proyecto del ‘huerto escolar urbano‘, el rincón de la ciencia se convirtió en un vivero y en lugar de observación e investigación. En el rincón de la biblioteca y en el del ordenador se buscaba información sobre el modo de hacer las plantaciones.
» ‘De a poquito‘ como decía Myriam Nemirovsky fuimos consiguiendo que nuestra biblioteca fuese la parte más importante de la clase, y os iremos contando, también ‘de a poquito’, nuestros logros porque queremos que sea un lugar interesante, divertido… que nos ayude a aprender sobre cosas importantes». Escribía Carmen en una de las entradas de su blog: ‘Cuentos de brujas y otras zarandajas.«
Después, cada grupo preparaba una exposición oral sobre lo que había plantado,contando a los demás las razones que le habían llevado a hacerlo, cómo… y, además, haciendo partícipe al resto de la clase de algunas características vitales de sus plantas. Esta actividad les permitió, además, trabajar la exposición oral y el valor de un buen guion escrito, que sirviera de apoyo a la exposición.
«Hemos aprendido… • qué es un ‘índice‘, • para qué sirve, • también, que a veces se le sustituye por la palabra ‘sumario‘, • que en los libros temáticos, cuando buscamos información, no es necesario
leerlo todo ni empezar por el principio, • vocabulario a veces complejo y sin que se lo ‘empequeñezca’ nadie para que lo
entiendan. • a seleccionar información relevante, relacionada con una búsqueda previa, • a contar a los demás lo que hemos encontrado, • a interactuar con un grupo, • a tomar decisiones conjuntas, • y más información acerca de las plantas: sus partes, cómo crecen, su ciclo
de vida…»
[Carmen Cañabate, «Ampliamos nuestra información sobre las plantas«, en su blog: Estrellas de primero.]
La evaluación del trabajo y de los aprendizajes también fue una tarea compartida; a través de las grabaciones se pudieron analizar las exposiciones y mejorar, para otras ocasiones, el rol de ponentes y de oyentes.
También descubrieron en la maceta de los rabanitos una comunidad de gusanos de un verde intenso y que estaban muy «lustrosos». Les encantó verlos y por eso los grabaron y lo compartieron en su blog: «Las estrellas de primero«.
Por último, comenta Carmen, pudimos comer unas pequeñas pero ricas patatasy unos rabanitos recogidos de nuestro huerto. Eso sí, tocamos a poquito pero al menos los probamos y de los errores aprendimos a mejorar para las siguientes siembras.
«Hay programas para jardines de infancia en los que se da a cada niño, por ejemplo, una colección de pequeñas piezas: guijarros, conchas, semillas y cosas por el estilo. Se propone entonces a la clase la tarea de descubrir cuáles son las semillas. Empieza con lo que llaman una ‘conferencia científica’: los niños hablan entre sí y tratan de imaginarse cuáles son semillas. Y, claro, hay algún maestro que orienta, pero la idea es dejar que los niños vayan pensando. Luego de un rato, intentan varios experimentos tendentes a averiguar cuáles son las semillas […]. Esos niños aprenden realmente algo: no sólo algo sobre las semillas y sobre lo que las hace crecer; también aprenden algo sobre los procesos de descubrimiento«. (Noam Chomsky, 2014: Sobre el trabajo académico…sinpermiso.info)
En el municipio de Atiquizaya, ubicado a 83 kilómetros al norte de la capital de El Salvador, se viene implementado desde el 2013 la iniciativa Escuelas Sostenibles, una referencia de los programas de alimentación escolar sostenibles.
La iniciativa se lleva a cabo por medio de la articulación entre los diversos sectores relacionados a la alimentación escolar, la participación social, la educación nutricional y alimentaria para la promoción de hábitos saludables por medio de huertos escolares, la adopción de menús adecuados y la compra de productos de la agricultura familiar local para la alimentación escolar.
Todos los días, la alimentación escolar de los estudiantes de 22 centros escolares del municipio se enriquece con los vegetales cosechados en los huertos implementados en las escuelas y con los alimentos producidos por los agricultores familiares de la región.
El Premio busca promover las tecnologías sociales como herramientas de bajo costo y con participación de las comunidades para el desarrollo sostenible. Esta fue la primera edición que contó con la participación de tecnologías internacionales.
Las categorías de la premiación están alineadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agenda 2030.
Una iniciativa que involucra a todos
En la iniciativa de las Escuelas Sostenibles de El Salvador, las madres preparadoras del refrigerio escolar recibieron capacitación adecuada en temas de inocuidad de alimentos y manipulación apropiada con el fin de promover los hábitos higiénicos dentro de la cocina de cada centro escolar.
Además, se mejoró la infraestructura de cocinas, comedores y bodegas de los establecimientos de enseñanza.
La metodología moviliza a profesores, padres y alumnos, gobierno y sociedad civil para la planificación y la ejecución integradas de las actividades para que la iniciativa alcance su éxito.
El jefe de la Unidad de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Atiquizaya, Moisés Moran Murga, señaló que la iniciativa “permitió la unión de varios actores para promover el desarrollo de la economía local, con la compra de productos de la agricultura familiar, para asegurar una alimentación completa a los niños en edad escolar, así como contribuyó al cambio cultural en la alimentación de las familias”.
Huertos escolares
De 2013 a 2017, por medio de las Escuelas Sostenibles, se implantaron huertos escolares en 22 unidades de enseñanza en Atiquizaya, de los cuales el municipio mantiene 17. Diariamente, alrededor de 30.400 alumnos reciben alimentos, incluyendo frutas y verduras, además de educación alimentaria y nutricional.
Participan 147 asociaciones de productores que suministran frutas, verduras y huevos a las escuelas. El proyecto fue replicado en otros dos municipios del país, Izalco y Jiquilisco.
Premio
Realizado cada dos años, el Premio Fundación BB de Tecnología Social 2017 tiene la cooperación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco) y el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), del Banco Mundial, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Banco Nacional del Desarrollo Económico y Social (BNDES). La ceremonia de premiación se realizará el 23 de noviembre, en la ciudad de Brasilia, Brasil.
Los finalistas internacionales recibirán trofeos y un video acerca de la iniciativa, además de participar en el Foro Internacional de Tecnología Social, que se llevará a cabo días 21 y 22 de noviembre, en la capital de Brasil.
América del Sur/Uruguay/01 Octubre 2017/Fuente y Autor: espectador
Del 20 al 22 de setiembre, se realizó en las instalaciones de la Facultad de la Agronomía, el VIII Encuentro de la Red Internacional de Huertos Escolares, que por primera vez se llevó a cabo en la ciudad de Montevideo. La Ing. Agr. Victoria Carballo, columnista de Dinámica Rural, asistió al encuentro.
¿Qué nos podés contar de esta Red Internacional de Huertos Escolares?
La Red de Huertos Escolares (RIHE) es una agrupación internacional de personas y emprendimientos comprometidos con las huertas como espacios de aprendizaje. Incluye a escuelas y centros educativos tanto públicos como privados, y a organizaciones de la sociedad civil y académicas. Esta red nace buscando fortalecer el trabajo de docentes en las huertas escolares, para poder desarrollar estos espacios y sus lazos con la agroecología y la alimentación saludable.
Las huertas agroecológicas son una excelente herramienta pedagógica aportando un espacio valioso de educación ambiental, de educación nutricional por el fomento del consumo de vegetales y frutas, y también una herramienta para la promoción de la seguridad alimentaria a través de la propia producción de los alimentos. Como valores – Mejora los vínculos personales, el trabajo en equipo y la integración social.
Entre las actividades de la Red está la realización de Encuentros anuales, donde es central el intercambio de experiencias y de materiales, y el propio fortalecimiento de la Red.
La dinámica de trabajo del Encuentro se basó en conferencias, talleres, muestras y visitas a huertas en centros educativos de Uruguay.
Se trabajaron todas las temáticas que se abordan desde las huertas, como el suelo, la biodiversidad, la fauna de la huerta, prácticas de manejo, pero también alimentación y cocina de la huerta.
Hasta el año 2016, los Encuentros se desarrollaron en diferentes ciudades de México, donde se originó el proyecto. Y este año se organizó por primera vez en el Uruguay, a través del Programa Huertas en Centros Educativos.
Cada Encuentro que organiza esta Red, exige un alto en la agenda de quienes participan, para calibrar y potenciar lo que se está haciendo en cada país, y así enriquecer las herramientas que cada uno tiene.
Es importante conocer el “Programa Huertas en Centros Educativos” de nuestro país. ¿En qué se basa, y quiénes son los beneficiaros de este programa?
El Programa Huertas en Centros Educativos es una experiencia que se viene desarrollando desde el año 2005 a través de la Facultad de Agronomía y la Universidad de la República, en forma conjunta con distintas instituciones como la Administración Nacional de Enseñanza Pública (ANEP).
Consiste en instalar y también mantener huertas con propósito educativo, productivo y demostrativo en espacios fundamentalmente de contexto socio cultural crítico.
Con el seguimiento de las huertas se busca promover un cambio cultural, fortaleciendo los vínculos con la naturaleza, las prácticas agroecológicas y el cuidado del ambiente. También se busca desarrollar hábitos de trabajo rescatando la cultura de elaborar nuestros propios alimentos, y promover una alimentación saludable.
Están a cargo de estudiantes de agronomía, ingenieros agrónomos o idóneos en el tema, como profesores de huerta orgánica, coordinados por la Facultad de Agronomía.
Además de las escuelas, en el último año comenzaron a trabajar también en 20 liceos, con un programa que se llama modulo socioeducativo, tratando también de generar huertas con los jóvenes, y articular con los docentes de las distintas materias todo el contenido curricular que se puede desarrollar con la huerta: ciencias, lengua, matemática, arte y ciencias sociales.
Otro proyecto desarrollado por “Huertas” en Uruguay, es el Programa Uruguay Crece Contigo, del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) que trabaja con familias y con la primera infancia.
También se desarrollan espacios de trabajo junto con estudiantes en pasantías que se llaman Cultivando Aprendizaje, que ya lleva su sexta edición y vienen muchos estudiantes universitarios a trabajar.
Este año se está trabajando en colaboración con entidades internacionales y el Ministerio de Ganadería (MGAP) en un programa de asistencia a familias y escuelas rurales afectadas por las inundaciones de abril del año pasado. Cuando termine el proyecto, a principios de diciembre, se va a haber trabajado con 35 escuelas rurales promoviendo esta herramienta de la huerta.
Desde el año 2012 trabajan en la cárcel de Punta Rieles con una propuesta universitaria interdisciplinaria desarrollando pasantías junto con las personas privadas de libertad. Todos los años participan unos 40 estudiantes universitarios que trabajan junto a estas personas privadas de libertad en torno a las quintas y a la elaboración de los alimentos.
¿Qué desafíos se tienen por delante en estos programas?
Un desafío central es lograr mayores apoyos para desarrollar este programa y poder alcanzar a más docentes y centros educativos. También generar más materiales didácticos para las condiciones locales.
Otro desafío es institucionalizar una alimentación escolar sana, con seguimiento de nutricionistas y de las cocineras.
Como anécdota, nos contaron que en Dolores se plantó una huerta en una escuela y un día llegó la ingeniera responsable de la huerta, cuando el menú para los niños era milanesa con puré. La ingiera sugirió cosechar las lechugas que estaban divinas, prontas, para agregar a los platos, ¡y no lo logró! La cocinera estaba decidida a dar milanesa con puré, ¡y listo!
¿Algo más que quieras agregar sobre los programas de huertas en centros educativos?
Rescato el gran valor a quienes desarrollan y promueven las huertas agroecológicas, al dar la posibilidad a una educación que promueve el aprendizaje en la producción de alimentos y un cambio positivo en valores y actitudes respecto al trabajando en la tierra, el cuidado del ambiente y el desarrollo sustentable. Aportan a la educación nutricional contribuyendo a la la buena alimentación y a la salud.
Fomentan en los que participan el pensamiento crítico y la creatividad, la paciencia y la calma, al tener que respetar los tiempos de la naturaleza. Y apuestan de forma integral a una mejor calidad de vida de nuestros niños y jóvenes. Todo esto requieren de un gran compromiso que como comunidad agropecuaria debemos de valorar y promocionar.
Fuente de la noticia: http://www.espectador.com/agro/357521/huertos-escolares-inicio-para-una-mejor-alimentacion#1
Fuente de la imagen: http://www.lahuertadeivan.com/wp-content/uploads/2017/01/huerto-escolar.j
Con el inicio del curso la próxima semana en Siria, miles de niñas y niños en edad escolar podrán contar con un programa de educación alimentaria y nutricional que utiliza los huertos escolares para enseñar a los estudiantes la importancia de consumir frutas y hortalizas dentro de una dieta equilibrada y saludable.
Con casi la mitad de la población siria necesitada de ayuda alimentaria y unos 7 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, los niños de corta edad suelen ser los más vulnerables a la malnutrición, que puede tener efectos graves y duraderos en su crecimiento y desarrollo futuro.“La actual crisis en Siria está teniendo un efecto devastador en la salud y la nutrición de toda una generación de niños”, ha advertido Adam Yao, Representante en funciones de la FAO en Siria. “Pero a través de estos huertos escolares –añadió-, los niños aprenden ahora los conceptos clave de la alimentación y la nutrición, a la vez que tienen acceso a frutas y verduras nutritivas”.
Es la primera vez que se introducen huertos escolares en Siria en la escuela primaria, con 300 profesores que han sido formados en 17 escuelas, algunas situadas en zonas en conflicto como Alepo, Hama, Homs, Idleb y Damasco rural. A través del programa, más de 3 400 niños no sólo reciben formación sobre alimentación y nutrición, sino que también incrementan su consumo de frutas y hortalizas. La iniciativa forma parte de un programa más amplio –financiado con 6,5 millones de dólares EEUU por la Unión Europea- para reforzar la seguridad alimentaria en el país asolado por la guerra.
“Los huertos escolares son como un aula al aire libre, donde los niños aprenden de forma práctica”, explicó Yao, añadiendo que los beneficios van más allá del aula y el patio de recreo e incluyen a las familias y comunidades.
“Una nutrición adecuada es la primera defensa de un niño contra las enfermedades más comunes y es importante para que puedan llevar una vida activa y saludable”, según Yao.
“A menudo las escuelas –añadió- son el único lugar donde los niños adquieren importantes destrezas para la vida, por lo que estos huertos escolares son una herramienta poderosa no sólo para mejorar la nutrición de los niños, sino también para ayudarles a desarrollarse y crecer”.
Con los insumos proporcionados, cada escuela ha desarrollado un huerto escolar de cerca de 500 m2, equipado con depósitos de agua y un sistema de riego por goteo. Con el apoyo de la FAO y de una ONG local que se ocupa del día a día de la producción, los huertos escolares han producido en conjunto unas 12 toneladas de frutas y verduras.
La educación mejora la eficacia de los programas de seguridad alimentaria
“Cada vez hay más evidencias de que la producción de alimentos por sí sola tiene poco impacto en los hábitos alimentarios, a menos que esté respaldada por la educación alimentaria nutricional. De la experiencia pasada hemos visto que la combinación de educación nutricional y horticultura tiene un impacto probado en la dieta”, señaló Ahmed Raza, Oficial de Nutrición y Sistemas Alimentarios de la FAO.
Por ese motivo el programa de huertos escolares de la FAO, financiado por la UE, promueve un enfoque de escuela completa en la educación alimentaria y nutricional, en el que el aprendizaje en el aula está vinculado a actividades prácticas, reforzado por un entorno escolar atento a la nutrición y la salud, que cuenta con la participación de todo el personal docente, las familias y la comunidad.
“En la escuela hemos aprendido sobre coles, pimientos, tomates, berenjenas, lechuga y muchos otros alimentos. También nos explicaron la pirámide alimentaria y todo sobre las vitaminas y cómo nos beneficiamos de ellas”, asegura Bilasan, una estudiante de quinto grado de la Escuela Primaria Bahaa Eddin Sajer en la gobernación de Damasco rural. La madre de Bilasan también está empezando a ver los beneficios de lo que aprende su hija: “en casa plantó fresas y cada mañana toma la manguera y riega las plantas y me dice esto es lo que aprendí en la escuela, mamá”.
El proyecto se está implementando con el apoyo de UNICEF y el programa de almuerzos escolares del Programa Mundial de Alimentos(PMA), y pronto se ampliará a otras 35 escuelas en Alepo y Damasco rural gracias a fondos adicionales del Gobierno de Japón.
Autoridades educativas, municipales e integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pusieron en marcha ayer las áreas agrícolas del programa “Mi escuela produce” en las secundarias “José Manuel Saldaña”, del municipio de San Lucas Tecopilco, y en la “Francisco Javier Clavijero”, del municipio de San José Teacalco.
El representante del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Enrique Meléndez Pérez, señaló que este programa es transversal, pues lo trabajan de manera coordinada con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), el gobierno del estado y el Sistema Nacional de Desarrollo Profesional Docente (Sinadep).
Agregó que con el objetivo de incorporar a docentes y alumnos al sector productivo, crearon espacios de emprendimiento con el programa “Mi escuela produce”, con el que pretenden fomentar las parcelas escolares en comunidades rurales y urbanas, para rescatar la producción de alimentos, en beneficio de la población en general.
Resaltó que el circulo de trabajo y comunicación, que se promueve en estos proyectos, permite la atención de necesidades educativas y de la comunidad, de ahí que llamó a las autoridades municipales a invertir en la educación.
En su intervención, el secretario general de la sección 31 del SNTE, Demetrio Rivas Corona, aseguró que además de mejorar la calidad de vida de la comunidad estudiantil, la producción alimentaria promovida en las instituciones educativas, se suma como alternativa en el perfil de egreso de los alumnos de las escuelas beneficiadas con este programa.
Los directores de las escuelas beneficiadas, precisaron que estos proyectos beneficiarán al menos más de mil personas que integran la comunidad estudiantil de las secundarias beneficiadas, en las que se producirán cebollín y zanahoria, con la proyección a futuro de siembre de jitomate
Alumnas de las escuelas, fueron las encargadas de agradecer la implementación de este proyecto en su escuela, que se suman a los trabajos por el cuidado del medio ambiente, así como de realizar la explicación del trabajo realizado en el área de invernaderos.
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