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¡No! Mejorar la calidad en educación no se logra escogiendo bachilleres con mejores puntajes para hacer carrera docente.

Por: Jhon Vergel.

Después de cuatro meses de tener la revista Semana Educación sobre mi escritorio esperando a que la lea (edición 20 de diciembre/2016, dedicada al tema “Predice el clima educativo de 2017”), por fin me decidí a llevármela a un café y ojearla. En uno de sus artículos encontré una afirmación que me revolvió los intestinos, razón por la cual estoy escribiendo este texto. El artículo trata sobre las mejores facultades de educación en el planeta y se cuestiona el panorama en Colombia, ya todos sabemos que es oscuro. Tratando de explicar las causas de nuestro penoso panorama en temas de educación, el articulista cita a un profesor de la Universidad de los Andes, que afirma lo siguiente:

“… considera que para que los colegios y universidades mejoren su calidad, se deben “poner barreras de entrada, no que todo el mundo pueda acceder a una carrera docente, sino solamente los que tengan puntajes más altos”…” (“La mejores universidades en pedagogía, ¿Que pasa en Colombia?”, 2016)

La siguiente es una reflexión con dos propósitos. El primero, plantear que no necesariamente porque un profesor de los Andes dice algo es palabra de “dios” (quiero aclarar que yo tengo un título de doctorado en esa universidad), quiero lograr implícitamente este propósito con el segundo, cuestionar si poner barreras con puntajes altos para acceder a la carrera docente permitirá mejorar la calidad en educación en nuestro país. Puede que eso funcione en Finlandia o en Nueva Zelanda, pero ellos tienen unas realidades tan diferentes a las nuestras que es posible que tal estrategia no tenga los mismos resultados en Colombia.

Quiero responder este cuestionamiento apoyado en un caso, mi caso. La ventaja de la interdisciplinariedad es que podemos ver un mismo problema desde diferentes ángulos, y aunque soy educador, también soy médico, por lo que veo en la medicina un excelente ejemplo para contra argumentar la tesis del artículo que menciono arriba.

Hace varios años, cuando salí del bachillerato, me puse como meta estudiar medicina en la Universidad Industrial de Santander (UIS), un reto bastante grande porque solo los estudiantes con mejores puntajes ICFES, lo que ahora conocemos como pruebas Saber 11, ganaban un cupo en esta carrera. Me preparé muchísimo para contestar bien este examen, lo presenté tres veces y al final obtuve un puntaje ponderado de 95%. Para mi temporal felicidad, logré un cupo en la carrera de medicina de esa universidad y, cuando entré a estudiar, noté  que mis compañeros también tenían excelentes puntajes, pasamos 35 estudiantes de 1000 inscritos.

La gran  mayoría de nosotros terminamos la carrera y comenzamos a ejercer como médicos del servicio social obligatorio en diferentes regiones del país. Años más tarde, caí en la cuenta de que lograr un cupo en la carrera de medicina es casi igual de difícil para las demás facultades de medicina en este país. Por lo tanto, solo aquellos con los mejores puntajes en las pruebas estandarizadas estudian medicina. Ahora bien, ¿quiere decir esto que en Colombia tenemos el mejor sistema de salud? ¿tamizar a los estudiantes de medicina por resultados en las pruebas del ICFES trajo como consecuencia que la morbimortalidad materno-infantil de Colombia sea la más baja en Latinoamérica? ¿Por qué, entonces, tantos pacientes (incluyéndome) nos quejamos del trato que recibimos de algunos médicos cuando tenemos la desgracia de enfermarnos? ¿Por qué existen colombianos que hoy se mueren de hambre, diarrea o gripas? ¿Por qué en nuestro país tenemos incrementos en los casos de obesidad, personas sedentarias, fumadores, gente que no lleva un estilo de vida saludable? ¿Por qué ocurre todo esto si tenemos médicos con los mejores puntajes? ¿Por qué las guías de manejo y atención a pacientes son construidas por médicos estadounidenses o europeos si tenemos a los más brillantes entre los brillantes estudiando medicina?

Yo creo firmemente que poner barreras en el acceso de la carrera docente, escogiendo a quienes tienen mejores puntajes, no traerá un sistema educativo con mejor calidad, así como sucede con el sistema de salud. Creo esto porque el significado de tener mejores puntajes no es el de tener mayor capacidad de transformar la realidad sino el de haber nacido con mayores privilegios que otros. Yo, por ejemplo, nací en una familia de clase media, mi mamá es licenciada en educación básica primaria y mi papá es comerciante, ambos se preocuparon siempre porque yo tuviese la mejor educación. Cuando estudiaba en el colegio tenía un compañero muy inteligente, era mi amigo, y ambos hacíamos los trabajos que nos dejaba la maestra de tarea, a veces en su casa, a veces en la mía. Cuando fui a su casa noté que su mamá era ama de casa y su papá albañil, las paredes no eran blancas como las de mi casa, eran de ladrillo y el piso no tenía baldosas, era de cemento.

Haciendo las tareas con mi amigo aprendí qué era ser pobre, mi amigo llegaba a nuestras clases sin haber desayunado, en cambio mi mamá se levantaba temprano todos los días para prepararme un milo, con huevos fritos y arepa antes de que yo saliera para el colegio. Mis papás pagaban un tutor para que me diera clases de matemáticas en mi tiempo libre, me permitieron pertenecer a un grupo infantil de literatura en el instituto Bellas Artes de Ocaña, hice dos cursos pre-ICFES, nada baratos, pero mi amigo no tuvo esos privilegios, él obtuvo un 35% de puntaje ponderado en su prueba ICFES, ahora él es albañil, mientras que yo tengo un título de pregrado y tres de postgrado.

Ahora, que veo la historia de mi amigo de la infancia desde otra perspectiva, entiendo que no vivimos en Finlandia, que los resultados de las pruebas tienen otros significados, que impedir el acceso a la carrera docente con base en esos puntajes solo aumentaría la espantosa brecha social que tenemos en este país. Hay que darle oportunidades a los que nunca las han tenido, ellos son los que saben qué se siente estar en desventaja y qué es querer transformar la realidad. Si no tenemos un sistema de salud como el de Finlandia, ¿por qué vamos a creer que escogiendo a los bachilleres con mejores puntajes en la carrera docente vamos a tener su mismo sistema educativo?

Fuente: http://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-educacion/historia/no-mejorar-la-calidad-en-educacion-no-se-logra-escogiendo

Imagen: 

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Colombia: ¿Por qué Tunja está en la cima de la calidad educativa en Colombia?

Interviniendo las variables claves de la calidad educativa, Tunja se convirtió desde el año 2013 en la capital con mejores resultados en las pruebas SABER. El país debería aprehender de su exitosa experiencia.

América del Sur/Colombia/15.11.2016/Autor y Fuente:http://www.semana.com/

De tiempo atrás, Tunja ha sido considerada una ciudad educadora. Debido a ello, ha acogido en sus aulas universitarias diversa población de toda Colombia. Sin embargo, hace cuatro años, la capital de Boyacá fue distinguida como la ciudad que más había avanzado en calidad educativa, y desde entonces, como la capital que ha alcanzado los mejores resultados en las pruebas SABER ¿Cómo explicar sus excelentes resultados? ¿Por qué supera a ciudades que tienen mejores condiciones en capital social, infraestructura, economía o formación, como Bogotá o Medellín? Los siguientes factores son esenciales para dar respuesta a los interrogantes anteriores.

Primero: La voluntad política. La alcaldía de Fernando Flórez decidió priorizar el trabajo educativo. La primera infancia fue el eje de su programa de gobierno. Elegido con el aval del Partido Verde, el alcalde decidió priorizar recursos y acciones en educación. De manera ejemplar, la política pública del municipio se construyó de forma colectiva y después de un prolongado y amplio proceso de participación ciudadana. Se logró, en la práctica, la construcción colectiva y ciudadana del PEI de la capital del departamento de Boyacá.

Segundo: El liderazgo. El alcalde eligió al Padre Víctor Manuel Leguízamo como su secretario de Educación. El liderazgo del Padre fue un impulso decisivo en la calidad; muy acertadamente él vinculó a los rectores al proceso innovador que se gestó con el acompañamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Ellos, a su vez, se desplazaron del ámbito administrativo hacia el pedagógico y allí comenzaron a ejercer su liderazgo. Se volvieron expertos en interpretar los resultados, comenzaron a participar en los procesos de formación y en las discusiones pedagógicas, además de que aprehendieron a cualificar los sistemas de seguimiento a las instituciones educativas bajo su orientación.

Tercero: Formación. Con el acuerdo de todos los rectores y docentes del municipio se generalizaron las reuniones institucionales de formación pedagógica en cada institución educativa. Los maestros fueron los actores claves del proceso. Fue un esfuerzo al que todos apostaron de manera creativa, incluyendo al sindicato de maestros de la ciudad.

Cuarto: La lectura. Desde el primer instante se eligió la lectura como una de las prioridades educativas de la ciudad. La Secretaría de Educación encargó al equipo de calidad educativa para que acompañara a los colegios en la tarea de cualificar las competencias comunicativas de la población. De esta manera, la Secretaría realizó, no labores de “inspección y vigilancia” –como muy equivocadamente hacen en muchos municipios del país–, sino que se dedicó a impulsar procesos innovadores en los colegios, con acompañamiento in situ, para fortalecer los niveles de lectura y escritura de docentes y estudiantes.
Quinto: El Programa Todos a Aprender. El PTA fue una política pública diseñada por la ex Ministra María Fernanda Campo para apoyar colegios de muy mal balance en primaria en las pruebas SABER. Tunja recibió un gran apoyo e impulso con formadores y tutores, lo cual fortaleció el trabajo en lectura y escritura de todos los docentes y estudiantes.

 

Sexto: Pensamiento. El país ha creído, equivocadamente, que el trabajo de pensamiento se está fortaleciendo en el área de matemáticas. Esto es falso, ya que matemáticas es muy seguramente el área que se enseña de manera más mecánica y rutinaria; lo que se hace allí poco o nada tiene que ver con entender, reflexionar e inferir, que es lo que hace el pensamiento. En Tunja, el desarrollo del pensamiento se convirtió en un área transversal. Con el apoyo del equipo de calidad de la Secretaría se trabajó para que todas las asignaturas ayudaran a promover procesos de pensamiento relacionados con la clasificación, la reflexión y la argumentación.

Séptimo: Vinculación de los padres. A diferencia del país, en el que la gran mayoría de padres evita asistir a los colegios de sus hijos, porque se les suele llamar para regañarlos y decirles que ellos van mal, en Tunja se optó por hacer equipo con los padres de familia. Son invitados a los procesos de formación en los colegios. Se vinculan al relanzamiento de los PEI. Participan para discutir la política pública del municipio. Al hacerlo, los padres asumen el papel de copartícipes de la educación de sus hijos en los colegios.

Octavo: Ambientes escolares. Se logró incrementar y fortalecer la capacidad de respuesta institucional mediante la creación de Unidades de Orientación Escolar, lo que permitió brindar un manejo adecuado a las complejas problemáticas de la comunidad educativa. Estos grupos interdisciplinarios de profesionales, conformados por psicólogos, psicopedagogos y trabajadores sociales, siguen funcionando a través de las Zonas de Orientación Escolar (ZOE).

Finalmente, se creó un equipo amplio en el que participaron docentes, directivos, representantes del sector productivo, gobernantes, estudiantes y padres de familia. La idea era fortalecer la calidad de la educación en el municipio. Se firmó un pacto por la calidad de la educación con participación de los 1.000 docentes, con sus respectivos rectores, delegados de padres de familia, de estudiantes y del PNUD. Algo parecido a lo que en Brasil se llamó “Todos por la educación” y a lo que en Colombia han venido impulsando los jóvenes con el mismo nombre, pero todavía sin contar con el apoyo de la sociedad y el gobierno nacional y municipal.

El caso de Tunja ejemplifica muy bien cómo el país podría mejorar la calidad de su educación. Es necesario elevar el compromiso político de los gobernantes, repensar el currículo hacia las competencias transversales relacionadas con el pensar y el comunicarse, fortalecer la formación de los docentes, cualificar los ambientes escolares, convertir a los rectores en líderes pedagógicos y consolidar el trabajo conjunto y las comunidades educativas en los colegios. Estas medidas tienen un impacto muy alto en la calidad. Tunja lo demostró contundentemente en sus últimos años. Por ello, el alcalde que se posesionó para el nuevo periodo de gobierno, Pablo Emilio Cepeda, reeligió al secretario de Educación, a pesar de que representaba a un grupo político diferente al que accedió al poder. Al hacerlo, el nuevo alcalde logró lo que todavía no hemos podido hacer a nivel nacional: garantizar una política pública educativa y no una política de gobierno; pero eso es algo imposible de implementar en un país que duró 72 días sin Ministro de Educación y no pasó nada.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/tunja-mejor-ciudad-en-pruebas-saber/504962

Imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2013/8/26/355337_174928_1.jpg

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